Biología de la reproducción
SEGURAMENTE YA TENDRÁN una idea bastante clara sobre cómo se consigue un embarazo (introducir parte A en parte B; repetir según sea necesario). Pero ¿qué saben de la ciencia de la concepción más allá de lo fundamental sobre biología reproductiva? Si son como la mayoría de futuros padres, probablemente, no demasiado.
Por tanto, antes de empezar a dedicar sus esfuerzos a concebir un bebé, dediquen un momento a conocer elmaravilloso e increíble proceso de la concepción. Sepan cómo dos células diminutas, una de cada miembro de la pareja, superan un reto aparentemente irrealizable, se encuentran y forman una perfecta unión: un ser humano al que pronto llamarán bebé. Informarse sobre este proceso, uno de los hitos biológicos más asombrosos del destacado repertorio de nuestro organismo, no sólo resulta fascinante, sino también práctico. Les proporcionará conocimientos biológicos necesarios para concebir al bebé, y una nueva visión del milagro que está a punto de tener lugar en su cuerpo.
Conceptos básicos de anatomía
Seguro que recuerda cuando estaba en el colegio. Los maestros iban a darles una clase de educación sexual a las chicas y se enviaba a los chicos al gimnasio. La lección trataba del período femenino y explicaba la función de los ovarios, el útero, las trompas de Falopio y el cérvix, además de mencionar los diferentes tipos de hormonas en la concepción de un bebé, si bien la audiencia no tenía previsto concebir enseguida. ¿Prestó atención? Si lo hizo, ¡bien hecho! Si no lleva el tema demasiado al día, y si los misterios de su organismo siguen siendo misterios, siéntese cómodamente y siga leyendo. Conocer cada uno de sus órganos reproductores (y su ubicación) le proporcionará conocimientos acerca del funcionamiento del ciclo reproductivo, algo que puede ayudarla a iniciar antes el proceso y tal vez quedar embarazada más rápidamente.
Ella por dentro

Las partes femeninas
Como puede observar en las ilustraciones de la página anterior, sus órganos reproductores internos incluyen los ovarios (tiene dos, uno a cada lado), las trompas de Falopio (también una a cada lado), el útero, el cérvix y la vagina. Probablemente ya sabía que los tenía, pero ahora ha llegado el momento de aprender algo más de estos órganos internos en relación con la creación de un bebé.
• Los ovarios son el lugar donde se almacenan los óvulos. Cada mes, uno de los óvulos madura en el interior del folículo ovárico y se desprende de uno de los ovarios hacia una de las trompas de Falopio. Casi siempre, los ovarios se turnan para llevar a cabo esta tarea (el izquierdo un mes, el derecho el mes siguiente). Los ovarios también producen hormonas: estrógenos y progesterona (ya hablaremos de ellas), esenciales para concebir y gestar al bebé.
• Las trompas de Falopio son dos tubos estrechos, de unos 12 cm de longitud (hay una a cada lado del útero), que conectan los ovarios con el útero. Es aquí, en uno de estos tubos, donde esperma y óvulo se encuentran y se produce la fecundación. Una vez la concepción tiene lugar, el óvulo fecundado completa su viaje a través de la trompa de Falopio hasta llegar a su destino: el útero.
• El útero (o matriz) es un órgano en forma de pera donde el bebé pasará el período de embarazo desarrollándose y creciendo; esencialmente, será su primer hogar. Cada mes, el revestimiento del útero (conocido como endometrio) se prepara para un embarazo, por si se da el caso. Si un óvulo fecundado se implanta en el endometrio, el confortable útero incuba el feto y, con el tiempo, los músculos de este fenomenal órgano se contraen durante el parto para expulsar al exterior el bebé completamente formado. Si la concepción y la implantación no ocurren, como pasa la mayoría de los meses durante la vida reproductiva de la madre, el endometrio se desprende en forma del período.
¿De cuántos óvulos dispongo?
Se pregunta cuántos óvulos almacena su organismo. He aquí algunas cifras: cuando era un feto de entre 16 y 20 semanas, sus ovarios ya almacenaban la asombrosa cantidad de entre 6 y 7 millones de óvulos, muchísimos más de los que una mujer puede llegar a necesitar, aunque se proponga tener una gran familia. Desde entonces, la cifra va en descenso. No se trata de que se utilicen ni se pierdan, pero al nacer, el recuento de óvulos de una niña se ha reducido a 1-2 millones, y el resto han perecido en un proceso normal. El desgaste gradual sigue a lo largo de la infancia, y cuando la mujer alcanza la pubertad, y empieza a utilizar los óvulos cada mes con la ovulación, dispone de entre 300.000 y 400.000 óvulos. A los 37 años de edad, se dispone solamente de unos 25.000 óvulos. Son muchos menos de los que se tenían en principio, pero suficientes para su propósito. Al fin y al cabo, sólo se necesita un óvulo para tener un bebé.
• El cérvix (o cuello uterino) está situado en la parte inferior del útero y es su entrada. Tiene forma de cuello de botella (la botella es el útero) y se dilatará hasta 10 cm cuando llegue el momento de dar a luz al bebé. Desde la abertura del cérvix (que se encuentra al final de la vagina) se secreta el moco cervical (más adelante encontrará más información sobre este destacado componente de la fertilidad).
• La vagina es la puerta de entrada al aparato reproductor. Aquí es donde se inicia la reproducción, cuando el esperma se deposita en la vagina durante el coito, y acaba cuando el bebé sale por la vagina durante el parto, a menos que la salida vaginal quede sustituida por una cesárea. Habitualmente, la vagina mide entre 10 y 15 cm de longitud y es bastante elástica (por eso puede molestar un tampón de tamaño regular y al mismo tiempo puede permitir el paso de un bebé de 4 kilos de peso).
Él por dentro

Las partes masculinas
Aunque las mujeres llevan gran parte del peso de la responsabilidad reproductiva –de hecho, todo, una vez tiene lugar la concepción–, se necesita un hombre para tener un bebé. Sin la colaboración del esperma masculino, ninguna mujer podría quedar embarazada. He aquí la descripción del aparato reproductor masculino (la ilustración de la página anterior muestra una vista interior de las partes reproductoras del hombre).
• Los testículos. A diferencia de la mujer, que dispone de los óvulos desde el momento de nacer, el hombre produce esperma cada día en los testículos, un par de glándulas ovaladas que se encuentran colgando debajo del pene. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué cuelgan los testículos en el exterior del cuerpo? El esperma sólo puede desarrollarse en un lugar que se encuentre entre 3 y 4 grados por debajo de la temperatura corporal normal. El escroto (la piel que rodea los testículos) proporciona un sistema de control de la temperatura natural y ayuda a los testículos a mantener una temperatura adecuada al encogerse o dilatarse en respuesta a las condiciones climáticas exteriores (lo cual explica por qué cuelgan más al tomar una ducha caliente y por qué se encogen tras una inmersión en una piscina de agua fría).
El equipo olímpico de natación masculino
Quizá no se ha parado a pensar en el esperma. Con tanto acento en los óvulos (¿Cuándo madurarán? ¿Cuándo se liberarán? ¿Cuándo estarán listos para la concepción?), resulta fácil olvidar a esos fabulosos nadadores del equipo masculino, que aguardan con avidez el momento de su contribución vital para la creación del bebé. Los espermatozoides, esas células diminutas en forma de renacuajos con colas de látigo que danzan con frenesí, son las células más pequeñas del cuerpo, pero cada una de ellas contiene un poderoso potencial. La cabeza de un espermatozoide es 30 veces menor que el óvulo, la célula más grande del organismo.
Lo que al esperma le falta en tamaño (¿quién dice que el tamaño importe?), lo compensa en cantidad. Cada testículo produce 4 millones de espermatozoides en una hora (sí, cada hora), unos 1.200 por latido cardíaco. Si hace la suma, comprobará que un hombre sano puede generar 12 trillones (sí, trillones) de espermatozoides a lo largo de su vida (en comparación con el millón aproximado de óvulos con que cuenta una mujer). Si no le impresiona esta cifra, piense en esto: con cada eyaculación, se liberan entre 100 y 200 millones (sí, millones) de espermatozoides ansiosos por convertirse en la mitad de un ser humano completo. Aunque, para ser fértil, el hombre sólo necesita que el 15 por ciento de estos espermatozoides sean capaces de fecundar un óvulo; el 85 por ciento restante suele estar formado por células malformadas, lentas o inservibles por otros motivos, cosa que no constituye ningún problema.
Los espermatozoides también compensan su pequeño tamaño con su prodigiosa capacidad atlética y extraordinaria velocidad. La cola de cada célula la propulsa al ritmo vertiginoso de 25 mm por minuto. Para comprender este dato, debe saber que el equivalente a escala humana sería una velocidad de 6 km por hora. Nada despreciable para una célula microscópica.
El esperma necesita la velocidad, y la fuerza, para nadar de la vagina al óvulo que aguarda en la trompa de Falopio. Si no le parece gran cosa, piense que a escala humana, la distancia que debe recorrer es equivalente a cruzar a nado el canal de la Mancha tres veces (sí, tres) sin detenerse. ¿Se trata o no de un equipo de natación olímpico?
¿Sabía que...?
El esperma sólo representa entre el 1 y el 3 por ciento del semen. El resto de esa sustancia pegajosa está formada por fructosa y otros azúcares compuestos, proteínas, vitaminas y minerales que protegen, alimentan y propulsan el esperma a lo largo de su viaje.
• El epidídimo. El esperma madura y aprende a nadar –su habilidad más importante– en el epidídimo, una serie de conductos enrollados ubicados en la bolsa escrotal justo encima de los testículos. El esperma puede tardar entre 12 y 21 días en pasar por el epidídimo y madurar. El esperma queda almacenado en el epidídimo y en el conducto deferente hasta la eyaculación.
• El conducto deferente. Durante la erección, el esperma se bombea desde el epidídimo hasta los conductos deferentes, un par de tubos de 37 cm de longitud que se enroscan desde la parte superior del epidídimo a través del escroto y suben hacia la parte inferior del abdomen.
• Las vesículas seminales. A medida que el esperma viaja por los conductos deferentes, un líquido lleno de fructosa procedente de las vesículas seminales, denominado semen, se mezcla con el esperma. Este líquido ayudará al esperma a llegar a la próstata.
• La próstata, situada en la parte inferior del abdomen, bajo la vejiga, añade un líquido alcalino al semen (para protegerlo del entorno ácido vaginal) mientras el esperma realiza el recorrido previo a la eyaculación. Desde la próstata, el semen cargado de esperma se transporta hacia la uretra (que recorre el interior del pene) y luego se expulsa por la punta del pene erecto durante la eyaculación, con la esperanza de encontrar su media naranja en forma de óvulo maduro y dispuesto.
Cómo funciona su ciclo
Desde la pubertad, su cuerpo ha experimentado una danza mensual que implica señales cerebrales, hormonas y cambios físicos que culmina en el período, a menos que culmine en un embarazo. Tanto si sus períodos son como un reloj como si son algo irregulares, su cuerpo sigue el mismo programa de doce pasos durante cada ciclo menstrual:
1. El período. El primer día del período se considera el primer día del ciclo menstrual aunque, lógicamente, se trata más bien del final que del principio (siga leyendo y comprenderá por qué). Pero olvide ahora la lógica y recuerde sólo esto: como el período es el acontecimiento más fácil de predecir, más fácil de notar y más fácil de monitorizar de todo el mes (aparte de ese deseo incontrolable y repentino por todo lo que sea chocolate), en medicina se le ha llamado el primer día del ciclo. Cuando quede embarazada, este día será crucial para fechar el embarazo y determinar la fecha de salida de cuentas.
En aproximadamente 5 días, el revestimiento del útero se desprende, lo cual provoca el sangrado menstrual que desciende por el cérvix y se expulsa por la vagina (o empapa los tampones). Mientras la mujer menstrúa, el sistema endocrino (es decir, las hormonas) empiezan a prepararse para un nuevo ciclo reproductivo.
2. Producción de FSH. Mientras sangra, su hipófisis (ubicada en la base del cerebro) está ocupada segregando cantidades crecientes de FSH (hormona foliculoestimulante), que, como habrá adivinado, estimula entre 10 y 20 folículos que contienen óvulos en los ovarios para que se desarrollen, en preparación para la ovulación (liberación mensual de un óvulo).
3. Producción de LH. Cuando el período va finalizando (alrededor del quinto día), la hipófisis añade otra hormona a la mezcla y libera cantidades crecientes de LH (hormona luteinizante). La LH se combina con la FSH para estimular los folículos de los ovarios y también los ayuda a madurar.
4. Producción de estrógenos. Cuando los folículos de los ovarios son estimulados (gracias a las hormonas FHS y LH), empiezan a estimular la producción de estrógenos. La producción de esta hormona favorece una mayor producción de LH, lo cual potencia aún más la maduración de los folículos.
5. El folículo dominante gana. En algún momento del octavo día del ciclo, uno de los folículos en maduración emerge como dominante: será el destinado a la ovulación. Cuando este folículo establece su posición dominante, los demás que habían empezado a madurar esperando poder liberar sus óvulos, ahora empiezan a desintegrarse. (En ocasiones, más de un folículo sigue madurando, lo cual da como resultado una ovulación múltiple y, posiblemente, un embarazo múltiple.)
6. Ciclo endometrial. Mientras el folículo dominante sigue madurando, produce más y más estrógenos. Este aumento de la producción de estrógenos inicia la fiesta reproductiva mensual en el útero y, llegado el decimosegundo día, la oleada de estrógenos ha causado la reconstrucción del endometrio (el revestimiento del útero), que se había desechado tras el último período, hace una semana y media.
7. Producción de moco cervical. La producción de estrógenos tiene más efectos e influye también en las glándulas del cérvix, donde provoca la producción de moco cervical. Al aumentar el nivel de estrógenos y llegar a su máximo a mitad del ciclo, la calidad –y cantidad– de moco cervical varía y pasa de opaco y pegajoso (día 8 o 9) a transparente y resbaladizo (días 10 a 13). Lea acerca de la importancia de este destacado signo de fertilidad en el apartado "Moco cervical".
El reloj de la fertilidad
Vamos a ver cuáles son los días fértiles. Esto depende, al menos en parte, del número de cumpleaños que haya celebrado hasta la fecha. Una mujer de veintitantos años que no tome medidas anticonceptivas presenta entre un 20 y un 25 por ciento de posibilidades de concebir cada mes. Cuando se acerca a los treinta años, presenta entre un 15 y un 20 por ciento de posibilidades. La cifra desciende a un 10 o un 15 por ciento a los treinta y pocos, y a un 8 o un 10 por ciento a los treinta y muchos. Cuando la mujer alcanza los cuarenta años de edad, la cifra es más baja. Pero, aunque las posibilidades decrecen con la edad, lo hacen de forma relativamente gradual, por lo que la mayoría de las mujeres tienen tiempo de sobra para planificar el embarazo mientras siguen en su etapa fértil.
8. Oleada de LH. Por motivos que no están del todo claros (el organismo sigue escondiendo misterios), la hormona LH ahora aumenta hasta seis o diez veces su nivel habitual, y alcanza su máximo entre 12 y 16 horas antes de la ovulación. En cuestión de horas, la FSH también aumenta, aunque no tan drásticamente. El incremento de estas dos hormonas detiene temporalmente la producción de estrógeno en el folículo dominante, ahora maduro.
9. Ovulación. A medio camino del ciclo menstrual (alrededor del día 14 en un ciclo de 28 días, aunque puede ocurrir entre el día 12 y el 18 si el ciclo es más corto o más largo), y gracias al aumento de LH y FSH, el folículo dominante empieza a hincharse y se rompe. Del folículo roto emerge el óvulo del mes, y la fuerza de la rotura impulsa al óvulo hacia las trompas de Falopio. Se ha producido la ovulación.
10. El viaje del óvulo. Una vez el óvulo abandona el ovario, las fimbrias (terminaciones filamentosas de las trompas de Falopio) crean una red segura para el óvulo: lo abrazan y le ayudan a iniciar su viaje por las trompas hacia una posible concepción. Si el esperma llega a las trompas de Falopio al mismo tiempo (y esta coincidencia lo es todo para la concepción), la fertilización puede ocurrir. Pero si no hay esperma al encuentro del óvulo, o si el esperma se pierde en el camino y la fecundación no se produce, el óvulo se desintegra en 12 a 24 horas.
11. Producción de progesterona. Mientras tanto, el folículo que quedó vacío al expulsar el óvulo se convierte en cuerpo lúteo (“cuerpo amarillo”) y empieza a segregar grandes cantidades de la hormona progesterona y menores cantidades de estrógenos. Éstos siguen tejiendo el revestimiento uterino, y la progesterona actúa para madurar dicho revestimiento y preparar el útero para un posible embarazo y su potencial ocupante. La progesterona también alerta a la hipófisis para que limite la producción de FSH y LH (ya que ahora no es necesario estimular los folículos).
Tiempo al tiempo
Seguramente estará ansiosa por quedar embarazada y, si dependiera de usted, quedaría a la primera. Pero, si bien existe la posibilidad de una concepción rápida, es más realista esperar que tarde cierto tiempo en producirse. De hecho, una pareja sana y fértil puede tardar entre 6 y 12 meses en acertar en la diana.
De modo que no se obsesione con el calendario, ni se estrese. En lugar de ello, relájese y disfrute de su campaña de concepción.
12. Deterioro del cuerpo lúteo. Si el ciclo está destinado a finalizar en período, no en embarazo, el cuerpo lúteo empezará a deteriorarse cuando los niveles de LH disminuyan (normalmente de 12 a 14 días tras la ovulación). Sin la producción de progesterona del cuerpo lúteo, los niveles hormonales descienden hacia el día 27 y se desencadena el desprendimiento del revestimiento uterino, y se inicia el período, lo cual activa el ciclo completo nuevamente. Si, por el contrario, se ha producido la concepción, la hormona del embarazo GCh (gonadotropina coriónica humana) indica al cuerpo lúteo que debe mantenerse útil y viable durante unos cuantos meses más para llevar a cabo su función en el embarazo hasta que la placenta esté formada y funcione.
Conceptos básicos de la concepción
Seguro que sabe cómo se hace un bebé, pero más allá de esta mecánica básica, ¿sabe realmente qué ocurrirá en su interior cuando el esperma encuentre al óvulo?
Ovulación
La ovulación, como acaba de leer, es la expulsión de un óvulo (más pequeño que el punto que señala el final de esta frase) del ovario y su llegada a las terminaciones de las trompas de Falopio. La clave para planificar la concepción es saber cuándo tiene lugar la ovulación. ¿Por qué? Porque para hacer un bebé, se necesita que el esperma se encuentre con el óvulo aprovechando un espacio de tiempo muy limitado: cuando se produce la ovulación. Y este espacio de tiempo es aún más limitado para el óvulo que para el esperma. Aunque el esperma puede esperar para cumplir su misión (si se encuentra en el lugar adecuado) hasta 72 horas tras la eyaculación o más, los óvulos sólo son viables durante 12 a 24 horas tras la ovulación. Cuando un óvulo caduca sin haberse encontrado con un espermatozoide, las posibilidades de concepción acaban para ese mes. Para más información acerca de la predicción de la ovulación con el fin de planificar la concepción, véase el Capítulo 5.
Fecundación
El viaje hacia la fecundación se inicia con el sexo. Probablemente conocerá cómo funciona esta parte: con su clímax, el esperma de su pareja se proyecta desde el pene a la vagina envuelto en semen. Lo que tal vez no sepa es lo que espera al esperma. El semen constituye un entorno ideal para el largo viaje del esperma y le servirá de alimento y protección en su camino hacia el óvulo. El semen se coagula en la vagina justo después de la eyaculación para evitar que el esperma se desvíe en una dirección equivocada, hacia el exterior de la vagina, por ejemplo (y eso es bueno: a pocos varones les gusta pararse para pedir indicaciones). Alrededor de media hora tras la eyaculación, el semen vuelve a su estado líquido (y suele escurrirse al exterior, a veces en forma de borbotón poscoital). Pero no le debe preocupar la pérdida de semen en este estadio. El esperma que no haya atravesado el cérvix no sirve. Es más, el esperma que se queda atrás en la vagina más de unos minutos no tiene demasiadas posibilidades de supervivencia, gracias (o no) al pH ácido de la vagina, perjudicial para el esperma.
Contrarreloj
El esperma tarda 30 minutos en llegar a las trompas de Falopio después de entrar por el canal vaginal. Tarda entre 15 y 20 minutos más en encontrar el óvulo y comenzar a intentar penetrar en él. Y el espermatozoide ganador tarda unos 20 minutos en introducir la cabeza a través de la dura membrana exterior del óvulo y convertirse en el afortunado, a la vez que oficialmente se dispara el tiro de salida de la concepción. Si realiza el cálculo, verá que este complicado proceso –del sexo a la fecundación del óvulo– puede llevarse a cabo en tan sólo una hora. ¡Menuda prueba contrarreloj!
La concepción de cerca
Ya sabe que el esperma debe encontrar al óvulo, pero ¿se ha preguntado cómo se produce exactamente el milagro de la concepción, de principio a fin?

A medida que el esperma va rápidamente de la inhóspita vagina hacia el entorno más agradable del canal cervical, inundado de moco cervical (fluido y transparente, especialmente diseñado para transportar al esperma con mayor eficacia), sufre una serie de cambios que transforman los espermatozoides de gandules lentos en dinamos de colas latigueantes, listas para propulsarse hasta el útero y las trompas de Falopio hasta llegar a su objetivo: el óvulo.
Fases del ciclo
He aquí algunos datos más que pueden serle útiles para tener un bebé. La primera parte del ciclo menstrual, desde el inicio del período hasta la ovulación, se denomina fase folicular, y su duración varía considerablemente de una mujer a otra, en función de la duración de su ciclo. La segunda parte del ciclo menstrual (desde la ovulación) se denomina fase lútea y suele durar entre 12 y 14 días, pero no más de 16. Esta segunda fase es más parecida en diferentes mujeres, independientemente de la duración de su ciclo, cosa que facilita la búsqueda de pistas de fertilidad.
¿Cómo puede ayudarla esta información a la hora de concebir? Intentando aprender a determinar cuándo se produce ese acontecimiento mensual de suma importancia para la concepción: la liberación del óvulo. Si sus ciclos son largos (por ejemplo, de 33 o de 40 días), puede que su fase folicular sea más larga de lo habitual, no que lo sea su fase lútea. Lo más probable es que todavía esté ovulando aproximadamente entre 12 y 14 días antes de su próximo período. Del mismo modo, si sus ciclos son cortos, es una señal de que su fase folicular es más corta de lo normal. Incluso si tiene el período cada 24 días, calcular el momento de la ovulación suele ser tan fácil como descontar de 12 a 14 días del comienzo del período (la mayoría de las veces; siga leyendo para saber cuándo esto no es así). Si sus ciclos son irregulares, tendrá que centrarse en otras señales para calcular las fechas de ovulación (como las que se indican en el Capítulo 5).
Aunque la mayoría de ciclos tienen una fase lútea predecible, alrededor del 10 por ciento de las mujeres, fértiles e infértiles por igual, pueden tener una fase lútea deficiente (FLD). Con una FLD, el tiempo desde la ovulación hasta el siguiente período dura unos 10 días o menos. Una fase lútea corta se relaciona con menores niveles de progesterona (no hay suficiente tiempo durante el ciclo para acumular progesterona) y con un útero inadecuado (no hay tiempo suficiente para que el endometrio adquiera el grosor necesario). Esto, a su vez, puede dificultar la implantación del embrión o que éste se mantenga implantado. El 3 por ciento de las mujeres no fértiles presentan una FLD crónica, aunque el 30 por ciento del total de mujeres pueden presentar una FLD en algún ciclo.
Diagnosticar la FLD es difícil, pero una manera de hacerlo consiste en registrar la temperatura basal corporal (véase "Temperatura basal corporal"). Si observa menos de 10 a 12 días de temperatura alta posovulatoria, existe la posibilidad de que presente problemas con la fase lútea. El médico puede analizar sus niveles de progesterona y darle suplementos de dicha hormona, si es necesario, para aumentar la fase lútea y favorecer la fertilidad. Se puede recetar clomifeno (un fármaco para la fertilidad; véase "Clomifeno") en determinados casos.
Pero el esperma no tiene un éxito asegurado. Para empezar, debe llegar en el momento oportuno. Si alcanza la trompa de Falopio demasiado pronto, se arriesga a morir antes de que llegue el óvulo; demasiado tarde y el óvulo habrá desaparecido; y el espermatozoide habrá perdido su única oportunidad de fecundarlo. También debe elegir una trompa, no sirve cualquiera de las dos. El óvulo suele estar en una sola de las trompas de Falopio, que varía de un mes a otro. Si el esperma elige la trompa equivocada, se quedará solo.
¿Se cree un semental?
Prepárese para una comparación, cortesía del reino animal: un cerdo eyacula alrededor de medio litro (sí, sí) de semen cada vez que se aparea; un humano eyacula tan sólo el equivalente a 5 ml de semen. Otra estadística que puede dejarle desinflado: la eyaculación media de un toro contiene 10 mil millones de espermatozoides. En comparación, la de un hombre sano medio contiene entre 100 y 200 millones. Pero antes de que empiece a compadecerse, o a envidiar a estos otros machos, recuerde que ni los cerdos ni los toros disfrutan de tantas oportunidades para aparearse como los humanos. ¿Quién es ahora el semental?
Incluso los espermatozoides que consiguen llegar al óvulo todavía tienen trabajo por delante. Cientos de ellos lucharán por fecundar el mismo óvulo, al que rodearán e intentarán penetrar. El mejor gana, siempre y cuando sea el primero en entrar en su interior. En cuanto el afortunado espermatozoide consigue su cometido, el óvulo inmediatamente forma una barrera que impedirá a los demás penetrar en él. Entonces, sin siquiera un brindis para celebrarlo, el victorioso espermatozoide se introduce en el núcleo del óvulo y aporta su contribución genética, y el óvulo queda oficialmente fecundado. En cuestión de horas, el microscópico óvulo fecundado (denominado zigoto) se divide y se vuelve a dividir una y otra vez. Sigue dividiéndose y flotando por la trompa de Falopio en dirección al útero –un viaje que dura unos seis días– y cuando el amasijo de células (que ahora recibe el nombre de blastocito) alcanza el útero, consta de unas cien células.
Implantación
Cuando el blastocito alcanza la que será su residencia durante los próximos 8 meses y medio (el útero), no perderá tiempo y enseguida se acomodará. Primero, empieza a cavar el revestimiento uterino (el endometrio), que se formó con antelación en previsión de su llegada, y se fijará a él firmemente. Una vez cómoda y abrigada, la bola de células que desea usted abrazar (al menos cuando se haya convertido en bebé) se diferencia en dos partes. Una mitad (ahora denominada embrión) se convertirá en el bebé; la otra mitad formará la placenta, el prodigioso órgano que canaliza los nutrientes hacia el feto y elimina sus desechos. En cuanto el óvulo fecundado se implanta, empieza a liberar GCh (la hormona específica de la gestación que hará que su test de embarazo arroje un positivo seguro).