
DECORACIÓN
Es importante que sea muy visual, alegre y ante todo atrevida. No olvides que es una fiesta de niños sobre
la comida, así que vale casi todo.
Como verás, la decoración que he preparado es a base de cachivaches de cocina, utensilios e incluso ingredientes y alimentos. Cacerolas, coladores, jarras, varillas, tablas de madera, moldes para galletas, pinceles para pintar con huevo, moldes para horno, etc. He reemplazado los típicos cubiertos y vajilla de mesa por sets de cocina en miniatura para que los niños manejen bien el amasado, el uso del rodillo, el corte de galletas con cortapasta y puedan pringarse enteros, que es lo más divertido. Te recomiendo que tengas delantales para todos a mano para que cuando sus padres los recojan no vayan manchados de arriba abajo.
Hoy es fácil encontrar este tipo de detalles. Hay multitud de tiendas con precios muy asequibles que te permiten idear casi de todo —puedes ver las tiendas con las que he colaborado para este libro en los créditos y en los agradecimientos finales—. Y si no siempre te quedarán los socorridos «chinos» de tu barrio, que tienen casi de todo, por no decir de todo.
Como ves, aquí los calabacines redondos son centros de mesa. Aportan un toque original y divertido, y no son difíciles de encontrar. Las acelgas reemplazan a las flores, y los tomates cherry, las coles de Bruselas, el maíz o las zanahorias también sirven para decorar la mesa. Da alas a tu imaginación y piensa en todo lo que tienes a mano en la nevera o en la despensa para poder usar o escápate al mercado.
Como es una fiesta, los niños están más receptivos a probar cualquier cosa si se la presentas de forma diferente. Es importante que los minichefs aprendan a comer de todo desde pequeños.


MANUALIDADES
Es imprescindible para montar decoraciones como esta tener una pistola de silicona. La puedes encontrar en cualquier chino y te sirve para encolar objetos sin estropearlos. Si empleas pegamentos más fuertes luego no puedes volver a separar lo que has pegado y aunque lo consigas los objetos suelen quedar inservibles.
He decidido utilizar cucharas de madera para componer la palabra «chef». Es una manera fácil y rápida de dar un toque original a tu decorado. Puedes usar espátulas, coladores, lo que se te ocurra, o escribir el nombre de tu hijo si lo prefieres.
Los cerditos son peluches que he grapado a la pared, pero si no tienes dónde clavarlos también puedes pegarlos con silicona o hacer una guirnalda con ellos cosiéndolos entre sí.
Amasar pan, como en la receta de pan preñao, me parece la manera perfecta para que se entretengan mientras preparas los juegos y el resto de platos.
DISFRACES
Para esta temática es muy fácil encontrar en muchas tiendas chaquetillas de cocinero y gorros para niños. Si no, siempre los puedes encargar por Internet —en mi tienda on line las tenemos—. Es una monada ver a los niños vestidos de cocineritos. Otra opción es usar delantales de colores o estampados graciosos. Cualquier toque para que se metan en el papel y se crean auténticas estrellas Michelin.
Verles vestidos de alimentos o de utensilios de cocina es muy simpático. Todo vale, y con unas mallas lisas, un body y varias cartulinas puedes crear casi un mercado completo. De galleta, de piña, de calabaza o de zanahoria. De cuchara o de sartén. De sándwich o de hamburguesa. Como ves, es difícil que los disfraces se repitan.
JUEGOS
Hay dos juegos relacionados con la cocina que son tradicionales de nuestra infancia. Seguro que muchos de los niños no los conocen ni han oído hablar de ellos y se quedan sorprendidos.
Colgar manzanas con un hilo del techo e intentar comerlas con las manos atadas a la espalda es toda una odisea. Yo lo pasaba en grande cuando mis padres lo organizaban. Igual que con la versión más veraniega de intentar cogerlas con la boca de un barreño lleno de agua.
No puede faltar una buena carrera de cucharas y huevos. Si la haces dentro de casa y no quieres terminar con el suelo barnizado de claras y yemas, casi mejor que sean cocidos. Solo te hace falta un espacio amplio donde los niños puedan caminar o correr sin que haya obstáculos de por medio.
Otro juego menos tradicional y donde solo se necesita una mesa es el de catas. Con él aprenden a diferenciar sabores y olores. Distintas salsas, mezclando dulce y salado, especias…
También puede ser entretenido que te ayuden a emplatar una de las recetas y ver quién hace la decoración más bonita y elegante o la más divertida y alocada.


Empezamos jugando con las masas, cada niño rellenará la suya con la chistorra y después a hornearla. Pueden hacer la figura que les apetezca. Hay que dejar que sean creativos. Si, además, algunos padres hacen de Pepe, Jordi o de mí misma, valorando los panes de los niños, seguro que se pican y se crea una gran competición. Es mejor que hagas tú la masa siguiendo esta receta y frías la chistorra para que los niños solo tengan que meterla dentro del pan. Que no te dé miedo que se manchen de harina —como yo en la foto, que fue lo que más le gustó a Roscón de toda la sesión. ¡Menudo bicho!—.
INGREDIENTES
500 g de harina panificable
300 g de chistorra
300 ml de agua
10 g de sal
5 g de levadura fresca
ELABORACIÓN
Pon la harina sobre una superficie limpia y haz un volcán. Añade la sal y vierte el agua poco a poco sobre el pico. Amasa bien e incorpora al final la levadura. Sigue trabajando la masa hasta que quede como plastilina. Haz una bola y déjala que repose tapada con un paño ligeramente húmedo durante 30 minutos. Luego, corta la masa en porciones de 20 gramos y da forma redonda.
Parte la chistorra en porciones de unos 3 centímetros y fríela un poquito. Introduce cada trozo en un bollo y deja que reposen 1 hora tapados con un paño húmedo.
Una vez que los bollitos hayan doblado su volumen, dóralos en el horno precalentado a 200 ºC durante 15 minutos.
Se pueden recalentar en el último momento para que estén más crujientes o prehornearlos un poco y congelarlos. Tómalos calientes o tibios, pero no fríos.

El rostí es un clásico que me recuerda a mis viajes a Suiza cuando era pequeña. Es como un pancake de patata; está riquísimo y es muy fácil de hacer. El truco está en quitar toda el agua antes de freír y luego retirar el aceite sobrante para que no quede grasiento.
INGREDIENTES
1 kg de patatas peladas
1 zanahoria grande pelada
6 huevos
80 ml de aceite vegetal
Sal y pimienta
ELABORACIÓN
Ralla las patatas y la zanahoria con una mandolina, déjalo reposar durante 10 minutos en un colador y añade un poco de sal para que suelten el agua. Luego, aprieta con las manos esta mezcla para retirar el exceso de agua que aún quede. Este paso es muy importante.
Haz tortitas del tamaño de la palma de tu mano no muy gruesas. Calienta 3 cucharadas de aceite a fuego medio alto y fríelas entre 5 y 10 minutos o hasta que estén crujientes y doradas. Retira el exceso de aceite sobre papel absorbente.
Calienta en otra sartén el resto del aceite y fríe los huevos. Pon uno encima de cada rostí, salpimienta y listos para comer.

Esta receta es riquísima, ya que los tomates «explotan» en el horno. La puedes hacer en recipientes individuales o en una bandeja para horno y luego cortar en porciones.
INGREDIENTES
1 kg de tomates cherry
180 g de harina
120 g de mantequilla muy fría
1 mozzarella fresca
Hojas de albahaca fresca
1 cucharada de aceite de oliva
Sal
ELABORACIÓN
Junta la mantequilla y la harina en un bol y añade una pizca de sal. Vete frotando la mezcla con las manos para obtener migas de harina.
Lava y seca los tomates cherry. Corta la mozzarella en taquitos y aliña todo con un poquito de aceite de oliva, la albahaca y sal.
Rellena cuencos individuales con esta ensalada y cubre con el crumble de harina y mantequilla hasta que se haga una montañita en el recipiente para que cuando se cocinen los tomates no se hunda y el crumble quede a ras del recipiente.
Precalienta el horno a 180 ºC y cocina durante unos 30 minutos. Sirve caliente, pero con cuidado de que los niños no se quemen.

¿A qué niño no le gusta comer con las manos y luego chuparse los dedos? Pues con esta receta de costillitas y salsa barbacoa casera te aseguro que acabaréis todos chupándoos hasta el codo.
INGREDIENTES
1 kg de costillar de cerdo
Para la salsa barbacoa
250 g de kétchup
100 g de azúcar moreno
250 ml de café
1 cucharadita de sal y pimienta
ELABORACIÓN
Mezcla todos los ingredientes de la salsa en una batidora.
Corta las costillas o deja el costillar entero y unta bien con la salsa barbacoa. Deja marinar 1 hora en la nevera.
Una vez transcurrido el tiempo, hornea durante 30 minutos a 150 ºC. Luego, sube la temperatura a 180 ºC y deja que se asen otros 30 minutos más hasta que las costillas estén bien crujientes. Solo queda hincarles el diente.

Para terminar te propongo un brazo de gitano. Fue la primera receta que hice en mi vida y con la que torturé durante meses a mi familia porque no me sabía otra. Puedes decorarlo con los niños una vez tengas la masa lista, y sustituir la jalea de grosella por una de arándanos o de mora.
INGREDIENTES
70 g de azúcar
30 g de harina
4 huevos
20 fresas
1 bote de nata para montar
½ tarro de jalea de grosella (o mermelada) colada para quitarle las semillas
Azúcar glas
Aceite de oliva
ELABORACIÓN
Separa las yemas de las claras. Bate enérgicamente las yemas con el azúcar hasta que formes una espuma. Añade la harina y remueve bien. Aparte, mezcla las claras a punto de nieve e incorpóralas con cuidado a las yemas.
Cubre una bandeja con papel vegetal y píntalo con un poco de aceite. Echa la mezcla anterior hasta que quede a la misma altura por todas las partes y hornéala 15 minutos a 180 ºC. Tiene que quedar un bizcocho blanquito, así que si es necesario tápalo con papel aluminio. Mientras tanto, lava, seca y corta las fresas en láminas, y monta la nata.
Una vez transcurrido el tiempo, saca el bizcocho y colócalo sobre un paño húmedo para que no se endurezca. Sin dejar que se enfríe, vierte la jalea de grosella por encima hasta que quede bien empapado, añade las láminas de fresas, la nata montada y enróllalo sobre sí mismo. Espolvorea con un poco de azúcar glas para decorar.