CAMINANDO ENTRE GIGANTES

Vicente AZPITARTE

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Kaunas, septiembre de 2011

Necesitábamos estar en la final. La eliminación prematura en el Mundobasket de Turquía obligaba a la Selección Nacional de baloncesto a realizar un gran campeonato de Europa en Lituania. Los Juegos Olímpicos se convirtieron en una obsesión para la mejor generación de jugadores de baloncesto que ha dado nuestro país y solo estar en la final otorgaba el acceso.

Quizá sea el mejor equipo que hemos reunido y que reuniremos en muchos años. José Manuel Calderón, Ricky Rubio, Rudy Fernández, Víctor Claver, Serge Ibaka, Marc Gasol y, por supuesto, Juan Carlos Navarro y Pau Gasol. Todos ellos con sello NBA. Además de Felipe Reyes, Fernando San Emeterio, Víctor Sada y Sergio Llull. Liderados por un entrenador que siempre supo darles su espacio: Sergio Scariolo.

La llamada Ruta Ñ-11, la gira de encuentros preparatorios, había dejado buenas sensaciones en la cancha pero un profundo sentimiento de tristeza por enterarnos en plena preparación, en Murcia, del fallecimiento del padre de uno de los tipos más queridos de esa gran familia llamada Selección Española de baloncesto. Felipe Reyes dejó la concentración unos días y volvió para homenajear a su padre.

Quien les escribe tan solo tenía la obligación de gestionar las relaciones entre la prensa y el equipo nacional. Pero sobre todo tuve la oportunidad de convivir con grandes tipos. Era mi primer verano como jefe de prensa de la Selección y aquello era duro. De la misma generación que la mayoría de los jugadores, sin embargo me tocaba lidiar con compañeros de la prensa que llevaban muchos veranos viajando con el equipo nacional. Aquella sensación de ser un par­­dillo para el equipo y un incordio para la prensa siempre estaba presente.

16 de septiembre de 2011, viernes

El objetivo estaba al alcance de la mano. Macedonia había realizado un campeonato absolutamente sorprendente, siendo capaces de eliminar a la gran anfitriona (Lituania) en cuartos de final. McCalebb y Antic obtuvieron el respeto para una Selección que había entrado en el campeonato por una ampliación administrativa.

Buena primera parte de ambos equipos, pero en el tercer cuarto volvía a aparecer el talento hecho jugador de baloncesto: Juan Carlos Navarro, a la postre nombrado mejor jugador del torneo. Sus 35 puntos nos catapultaban a la final y sobre todo nos permitían estar en los Juegos Olímpicos de Londres.

Pero esta historia ya la conocen.

17 de septiembre de 2011, sábado

Éramos el foco informativo del momento. Los enviados españoles y decenas de periodistas de otros países tenían la necesidad de hablar con los protagonistas. Fue tal el aluvión de peticiones que decidimos hacer lo siguiente: en una sala del hotel en el que nos encontrábamos en Kaunas, citaríamos a toda la prensa el día antes de la final. No íbamos a dar la clásica rueda de prensa a la que acuden el seleccionador y un jugador. Ese día debían estar todos o casi todos. La prensa debía terminar contenta con su trabajo. Once de los doce jugadores fueron citados a media mañana de aquel sábado para atender a los periodistas, que libremente podrían charlar con todos y cada uno de ellos.

Pero faltaba un jugador al que no íbamos a incluir en esa sala: Pau Gasol. Para él decidimos preparar un plan diferente. Si aparecía en la sala con todos desde el principio, corríamos el riesgo de que todo el mensaje lo acaparara él. Por ello hablamos con la televisión que en aquel momento tenía los derechos de emisión de los partidos de la Selección Nacional. Qué mejor que poder emitir una entrevista tranquila con el mejor jugador español de todos los tiempos a minutos de arrancar la final frente a Francia. La entrevista la grabaríamos mientras todos sus compañeros atendían al resto de medios. Y para los aficionados españoles arrancaría la emisión de la final disfrutando de Pau.

Le conté a Pau el plan y accedió. El resto de sus compañeros también vio bien acudir durante una hora a aquella sala para charlar con la prensa. Horas antes de empezar con el trabajo establecido, yo estaba en mi habitación de aquel hotel y sonó la puerta. Era Pau: «Oye, Vicen, te agradezco la idea de liberarme y hablar solo con la tele, pero he pensado que una vez terminada la entrevista me podría unir a todos mis compañeros en la sala con el resto de la prensa española». Acojonante, Pau Gasol, que sería igual de grande siendo médico, político, economista o actor que como jugador de baloncesto, mejoró el plan.

La prensa acudió a entrevistar a los once jugadores citados, entendía que no estuviera Pau. Todos tuvieron su protagonismo, todos lanzaron sus mensajes y cuando estaban terminando: apareció Pau Gasol. La prensa no se lo esperaba.

Todo salió perfecto ese fin de semana. Al día siguiente fuimos campeones de Europa.