El tamaño sí importa

Como casi todo en la vida, depende, pero, en general, el tamaño siempre importa y, en particular, para la cuestión que aquí nos ocupa, de modo muy especial.

La justificación de «pequeña, pero juguetona» —y no diremos más— se asemeja bastante a esa descripción de un piso interior a la que se añade la coletilla: «pero es muy luminoso». Mejor, como debe ser: grande y exterior. Eso sí, hay excelentes y honrosas excepciones: infraviviendas exteriores y verdaderas maravillas interiores con vistas a un silencioso e idílico patio.

Con determinados insultos sucede algo similar. Si se trata de hacer daño, mejor cuanto más grandes y más acompañados, porque su fuerza aumenta con la comitiva que alarga el sintagma. Y si no, fijémonos en este grandioso ejemplo de gradación ofensiva: grandísimohijodelagranputa, hijodelagranputa, hijodeputa, hijoputa, joputa. Como observamos, la intensidad de la ofensa va descafeinándose con la reducción de sílabas, tanto que el último hasta suena cariñoso y se emplea con frecuencia para ensalzar la fortuna o la habilidad de alguien: «¡Joputa, qué suerte tienes!».