CAPÍTULO SEIS

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EN EL CUAL CONOCEMOS
A JABBA Y A SUS INVITADOS

Ah, sí, ahora llegamos al punto en el que no queda de otra más que describir al mismo Jabba. Traté de evitar esto hace unos capítulos, pero me temo que sencillamente no haya otra forma de seguir adelante.

Aunque podemos retrasarlo un poco si describo a otras de las criaturas que se encuentran en el salón del trono. Hay un par de docenas de ellas. Todavía es temprano y algunas siguen durmiendo, curándose una noche de excesos grotescos.

Estas son algunas de las peores criaturas de toda la galaxia. Ni siquiera son bienvenidas en sus planetas natales. Aquí hay una fealdad que sobrepasa las características inusuales de las diferentes especies; los tentáculos, los cuernos y las garras de los invitados de Jabba fueron utilizados y están manchados con la sangre de inocentes7.

Lamento decir que también está aquí el cruel cazarrecompensas Boba Fett, ¿y quién está manchado con más sangre inocente que él? En realidad, Boba se aburre aquí. Habiendo capturado a Solo, ahora él es el favorito de Jabba, por lo que vive en cierto lujo y difícilmente se le niega algún placer.

Sin embargo, Boba nunca anduvo en busca de placer; él sólo busca el dolor ajeno. Y, por supuesto, cobrar. Boba siempre está pensando en cobrar.

Aunque aquí no todos son malvados y feos. Jabba colecciona mujeres hermosas, de muchas razas, para conservarlas como juguetes, o, algunas veces, como comida. Ahí se encuentra una ahora, vestida con un incómodo y revelador traje, y encadenada al trono de Jabba. Ella es uno de los twi’lek hermosos, muy diferente de Bib Fortuna, tanto en apariencia como en espíritu. Traicionada hace tiempo por una rival celosa, su vida se había deslizado cuesta abajo, hacia la vergüenza y la humillación. Ahora ha caído tan bajo como uno puede caer. Es una esclava, forzada a bailar para el deleite de Jabba.

A un lado de ella está la mascota de Jabba, un asqueroso mono-lagarto llamado Salacious Crumb, que se la pasa a todo dar, muy feliz retozando y acurrucándose con su amo, recogiendo migajas y porquerías; se ríe mucho ante las fechorías que ocurren en el salón del trono. Algunos de los que están aquí para buscar favores del señor del crimen sólo fingen reír con los chistes de Jabba, pero Crumb no. Su risa es real, le sale del corazón; un corazón diminuto, negro y sin amor.

Ahora tenemos que (sí, me temo que debemos) seguir a Bib Fortuna mientras atraviesa esta sucia multitud de villanos y se aproxima a la masa amorfa de color verduzco pardo-amarillento de grasa hinchada que es su amo: Jabba, el Hutt.

Lo he descrito con anterioridad como una babosa espacial, pero incluso las babosas cerebrales de Nusa Sept V no son tan desagradables a la vista, pues sus bocas no se abren tanto y sus lenguas no culebrean por sus rostros. Y, por supuesto, no tienen ojos.

Y lo peor son los ojos de Jabba. También, las toneladas de carne grasienta, las fosas nasales que escurren moco lleno de parásitos, los metros de costrosa piel que rezuma…, todas estas cosas las puedes encontrar en monstruos y bestias si te fueras a buscar en los peores lugares.

Pero los ojos de Jabba no son los ojos de un monstruo o una bestia. Son agudos y alertas, llenos de una extraordinaria inteligencia. Estos son los ojos de un genio: una mente que es lista y astuta, incluso para un Hutt. Son los ojos de un depredador que no sólo domina físicamente a su presa, sino que se le adelanta mentalmente.

Ahora esos ojos se enfocan en C-3PO y R2, y se entornan de forma amenazante cuando Fortuna menciona el nombre Skywalker. Jabba ya había oído el nombre de Luke Skywalker: un granjero de humedad proveniente de las cercanías de la Estación Tosche quien se involucró con Han Solo. De hecho, Jabba ha estado esperando a que se aparezca Luke para intentar rescatar a su amigo. ¡Esto debe ser algo entretenido! ¡Esto debe aliviar el aburrimiento!

«Que comience el juego», piensa él. A medida que se inclina hacia delante, entre risas y babas, se le escurre de la nariz una nueva oleada de moco.

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NOTAS

7 De hecho, uno de los guardaespaldas de Jabba, el rufián reptil Klaatu, no sólo estaba manchado con la sangre de inocentes; su túnica parecía estar todavía mojada con ella.