AMANTE

Amante es una palabra bonita, es la que ama o el que ama, no es institucional, y se usa con ese significado muchas veces, como cuando uno dice que es amante de la literatura o del cine. Sin embargo, ese hermoso concepto se ensombrece cuando se le llama de este modo a una persona que tiene una relación con otra que está casada o comprometida, esa o ese es el amante.

En Colombia se le tiene muchas denominaciones, la más extendida y peyorativa es mozo o moza, ese se da sobre todo en boca de maridos y esposas engañadas. Está el machucante, el amigo o amiguito o, más recientemente el o la ayudante conyugal. Pero hay otro más filosófico, que juega con el concepto de alteridad, es el otro o la otra; hay una palabra más oscurita, tinieblo que generalmente viene en masculino. En Colombia todo lo tomamos a broma, a veces hasta lo serio, así que por ahí dicen que el matrimonio es una institución sólida y que como tal puede tener sucursales, así que a la amante se le llama la sucursal, esta vez en femenino. Alguna vez escuché a unos amigos policías hablar del 15, decían algo como “ahí viene el de Rodríguez”, cuando se acercaba una hermosa mujer a donde estábamos. Yo no entendí y pensé que sería una agente encubierta y ya me estaba imaginando una historia de espionaje y mujeres hermosas cuando los amigos de Rodríguez me dieron una explicación más prosaica: cuando un policía se casaba le daban el 30% más de su salario, pues se entendía que tenía más gastos, entonces, con una regla de tres que cualquiera entiende, la amante era el 15%.

AMIGANTE

Este es un amigo con el que se sale a cine, se ve una película en casa o se va a comprar un pantalón que hace falta, pero que algunas veces pues... una cosa lleva a la otra, la carne es débil; pero no se establece un vínculo y a pesar de los encuentros sexuales esporádicos la amistad se mantiene sin mayores tropiezos. Se le llama también amigo con derechos, pero los derechos incluye un polvito de vez en cuando, pero nunca el derecho a hacer reclamos.

AMOR PLATÓNICO

Es difícil encontrar a alguien que no haya tenido un amor platónico. Inician en el colegio y su objeto, por definición, debe ser inalcanzable, como una profesora seria y guapa que dicta ciencias naturales en quinto grado o uno de los estudiantes grandes de once que ni va a determinar a las chiquitas de séptimo. En la universidad se da con los profes o con los invitados internacionales que cautivan con su saber. Muchos dicen tener amores platónicos con las estrellas de cine, y con una que otra estrella local. Lo importante del amor platónico es no hacer nada para conseguirlo, pues puede pasar de amor platónico a decepción desagradable.

ARREMUESCO

A los niños se les tienen nombres cariñosos, como son nombres cariñosos, están en la variedad más vernácula de la gente, por esto, cuando fueron muriendo las lenguas indígenas, una de las palabras que sobrevivió o fue prestada al español fue la que se refieren a niño, como el chino, tan bogotano, pero realmente de origen quechua. Lo mismo que el guámbito de los opitas que es de origen nasa y el guagua de los nariñenses que viene del quechua wa wa, que significa bebé. Patojo se le dice al niño en Cundinamarca y Boyacá. También tenemos el arremuesco del interior; el buche de Santander; y el pelao, el pelaíto y el cagón vigentes en casi todo el país. Los paisas le dicen a los niños pipiolos. Entre la policía a los hijos pequeños se les dice el 5, esto viene de una sana costumbre de la institución de aumentarle el 5% de salario por cada hijo que tiene uno de sus miembros, así no es raro escuchar “tengo enfermo al 5”.

BESAR

Para muchos colombianos, sobre todo entre los paisas y cundinamarqueses, incluyendo los bogotanos, se solía decir chupar piña, una expresión que ha perdido terreno ante la más moderna rumbearse como en: “oiga, vi a María rumbeándose con Juan”. Ahora bien, si queremos ser sutiles, rumbearse cambia su significado de acuerdo con la preposición que se use, es decir, no es lo mismo “María se rumbea a Juan” que “María se rumbea con Juan”. En el primer caso María tiene la intención de rumbearse a Juan, planea su estrategia y lo logra; en el segundo caso los dos estaban con ganas de rumbearse. También se usó gozarse como sinónimo de rumbearse, pero ha caído rápidamente en desuso. En el Valle, el término es parchar, pero este no es cualquier beso, es un beso apasionado, algunas veces también se usa abejorriarse. También por los lados de Cali se dice entuque, que viene siendo beso, pero no con una novia; “me entuqué con esa nena”, sería sinónimo de “besé a esa nena”. Pero si la usamos como sustantivo, ya no significa beso sino relación no estable: “esta no es mi novia, es mi entuque”. En Cúcuta las parejas se jamonean, que es besar con pasión, en Pasto se dan amores, como en “¿se la cuadró? ¡Noo, le di amores no más!”. Otra expresión popular ahora también en el suroccidente es parchar.

CANGREJIADA

Cangrejiar es volver con el o la ex, pero solo por una vez... o dos, o tres; bueno es ir a jugar de suplente donde se fue titular. La regla es no involucrarse, es solo un repaso de algunos temas específicos, no repetir el año. Generalmente las cangrejiadas son ricas, pues se conoce a la persona y ya no está el drama de la separación. Pero prolongarlas demasiado no es saludable, pues no es bueno sentarse en la banca después de haber sido titular.

CINCO LETRAS

Sin estos sitios el sexo sería siempre difícil, afanado, estresante. Los moteles nos dan la tranquilidad que necesitamos tanto. Sin ellos, las ciudades serían tristes y los ciudadanos aún más. Motel es un préstamo del inglés, en donde designaba a un hotel a donde se llegaba en carro: motorist hotel o motor hotel. En Colombia estos establecimientos tienen especificaciones bien precisas, se entra en carro y se llega a un parqueadero individual, el auxiliar rápidamente cierra la puerta del garaje para que no se vea el carro. Los clientes nunca entran en contacto entre sí. Los cuartos son amplios, muchos con zonas húmedas generosas, algunas veces con sauna, jacuzzi, sillas especiales, hamacas, camas giratorias, etc. Los moteles generalmente son más lujosos que las residencias, que son edificios en medio de la ciudad, contrario de los moteles, que generalmente están ubicados a las afueras. Las residencias son menos sofisticadas que los moteles, en algunas ciudades les pusieron maticas en las entradas para cubrir los cuerpos de los visitantes mientras entran en el edificio, la idea es que sean discretos, pero muchos no lo son y hasta sala de espera tienen. Suceden muchas cosas interesantes en los moteles, pero casi ninguna se cuentan. Al amigo de un amigo, que entró con su novia, cuando se quedó dormido, la celosa mujer le espió el teléfono y le encontró una conversación muy comprometedora, así que dejó el teléfono en la mitad de la mesa de noche y se fue sin que él se despertara… con toda su ropa. El evento se solucionó con la llamada a un amigo, después de los momentos de angustia y de las sonrisas de los empleados del lugar. Los moteles también son llamados desnucaderos, amoblados, aparta-hotel, suites, cabañas y estaderos. Algunos tienen servicios especiales, como camas gigantescas para grupos, o están decorados de forma temática así que las parejas pueden tener sexo dentro de un iglú, o bajo la mirada impávida de dinosaurios, toreros o luchadores de sumo.

EMPELICULADA

Empelicularse es fácil, un poco de imaginación y ya, está uno envideado. Hay empeliculadas que son más o menos inocentes, pero que no dejan al envideado ileso: “Ibamos caminando y él rozó mi mano con la suya y después me sonrió, seguramente quiere algo conmigo pero le da pena decirme” y ahí empieza el empelicule. Es más, si la persona envideada tiene tiempo, en unos días ya está, en su imaginación, criando hijos en una cabaña en la playa con la inocente pareja que ni se ha enterado. Es como creerse la estrella de la película cuando no se tiene un papel secundario, terciario ni cuaternario.

Hay otra empeliculada y es la de la pareja estable. Esta es por culpa de los celos. La típica es:

—Aló, hola, oye tengo que trabajar con la gente de la oficina, ¿pasas y me recoges?

—No, fresca, quédate tranquila, te espero en la casa.

LISTO, CHÉVERE

Mientras tanto, en la mente del envideado: “Claro, me pidió que pasara por ella, porque sabe que yo no voy a hacer el oso de parecer el marido posesivo, y si llamo a uno de los compañeros de trabajo o les caigo de sorpresa se van a dar cuenta de que ando celoso, pero seguro ella está contando con eso. Y con lo que cuesta escaparse a un motel... sale a las 9 y no llega a las 10 sino a las 11 y ya, y yo aquí como un pendejo viendo televisión”. Cuando su compañera llega feliz porque terminaron el trabajo su marido está enchipado viendo televisión y ella llega, le da un beso y le pregunta inocente “¿Qué te pasa?” a lo que él contesta, “nada, es que me duele un poquito la cabeza”, para no quedar en ridículo.

FRIEND ZONE

Esta es una zona temida por todos los amigos con aspiraciones, esta es la historia: hay un hombre que tiene una amiga de la que secretamente está enamorado, pero ella le confía sus aventuras con sus novios, amigovios y hasta goces, lo cual lo atormenta; pero él, guardando su dignidad, mantiene en secreto su amor, hasta que un día, cuando el pobre enamorado cree leer un signo de interés por parte de ella, le confiesa su amor, y se produce un diálogo así:

Rafa: Marce, tú debes saber que yo siempre te he querido…

Marce: Ay, Rafa, no me digas eso, tú sabes que yo te quiero como amigo.

Rafa: pero mira como te trató Andrés, y así han sido todos, en cambio tú sabes que yo no soy así

Marce: No, Rafa, no me pongas en esta situación.

Rafa: Fresca dejemos así, olvida lo que te dije.

El desafortunado Rafa nunca va a salir de la friend zone, así que le toca conformarse con que le cuenten lo que pasa, aunque después de su fallida declaración de amor la confianza se rompe por siempre y su amiga se va a cuidar de contarle intimidades para no herir susceptibilidades.

Hay otro personaje que entra en la friend zone, es el que efectivamente tuvo cuento con alguien pero fue eternamente degradado a la friend-zone y tiene más posibilidades un ponqué Ramo de convertirse en un Pastel de Novia que un examante degradado de salir de esta zona.

GOCE

Este no es un amigo, con el goce no se va a cine, ni se va de compras, se va lo que se va. Es para sexo y solamente sexo. En algunas partes le llaman el amiguito, estos se toman y se dejan sin pena ni gloria, pero si se frecuentan demasiado pueden caer en alguna otra categoría.

MARINOVIO

Este tipo de relación es estable, generalmente si hay mucho compromiso pero no legal, incluso pueden vivir en casas separadas. Son solidarios el uno con el otro, tienen ropa en las dos casas y van a las fiestas juntos, se les reconoce como pareja. Normalmente se da en gente adulta que no quiere los compliques de un matrimonio, pero tampoco están en el rebusque.

NATACHA

La educación sentimental de los y las latinoamericanas, para bien o para mal, o tal vez solo para mal, pasa por las telenovelas. Los llamados culebrones han dejado huellas imborrables de cursilería, amor romántico, racismo, clasismo, sexismo y todos los ismos posibles. También han perpetuado muchos estereotipos y prejuicios comunes en buena parte de la población, al tiempo que la han divertido rabiosamente. Todo empezó con Simplemente María, la primera gran telenovela latinoamericana, en la que una mujer llega del campo y se supera en la cuidad, después de ser engañada por un mal hombre. Esta telenovela tiene la nada despreciable suma de seis versiones, incluyendo una de 2015. La más popular de ellas en Colombia fue la venezolana. Después de esta pobre María se vino una andanada de mujeres humildes que terminaban casándose con los hijos de sus patrones. La estructura de melodrama de estas novelas siempre incluía varios triángulos amorosos, amigos fieles, curas, idiotas útiles, malas perversas, infames (de las cuales siempre terminaba yo prendado, pues las buenas me parecían entre imbéciles, pendejas y aburridas de lo mismo nobles y virtuosas). Natacha, telenovela peruana, fue una de ellas, pero no fue cualquiera; fue un hit internacional en 1970; tuvo un remake en 1990 igualmente exitoso y muchas imitaciones, entre ellas la María Isabel mexicana y otras tantas producciones argentinas, venezolanas y mexicanas que siempre intentaron parecérsele con variado éxito. Pero ¿A qué viene la historia? Pues que en la Colombia de los años setenta y ochenta surgió un nuevo sustantivo común: Natacha, con su compañero sustantivo que marca agente: natachero.

Todo viene del argumento de la novela: Natacha es una muchacha más virtuosa que la madre Teresa que llega de empleada del servicio a la casa de los Pereyra, se hace querer de sus patrones, excepto de la señora de la casa. Ella se enamora de Raúl, el señorito de la casa y después de luchar contra la mala —la novia de Raúl— y el hermano de este, que la intenta besar, termina por casarse con su enamorado, no sin antes pasar por mil y una humillaciones y penas; al final tienen una hija y por fin es aceptada por toda la familia. Por influencia de la novela, a las empleadas del servicio se les decía natachas, y ellas mismas decían estoy natachando, y a aquellos hombres que a pesar de su alta o media posición social, les gustaba buscar los amores, generalmente pecaminosos, de estas mujeres: natacheros. En Sin remedio, la novela de Antonio Caballero que retrata la Bogotá de clase alta de los años setenta, se escucha a una dama de alta alcurnia diciendo que fulanito es mantequero. No hay ni qué decir sobre lo profundamente clasista de estos términos, como de sus sinónimos en todo el país: guisa, manteca, sirvienta, coima, canasto, muchacha. Nunca podré saber cuál palabra de estas es más desagradable, pero sin duda son tan desagradables los términos como las personas que los usan. Afortunadamente existe una versión no cargada de tantos prejuicios, empleada de servicio doméstico o el más común la señora que nos ayuda. Aunque pocas cosas realmente mejoran por estos lares, la situación de las empleadas del servicio doméstico sí ha mejorado, ya no les toca trabajar como esclavas de sol a sol por la comida, la dormida y algo de plata. Tienen derechos como cualquier empleado y, aunque les cueste aún a muchos patrones, tienen derecho a todos los beneficios: vacaciones, salud y pensión, caja de compensación, jornada de ocho horas diarias, etc. Ahora bien, que eso se cumpla, pues, esa es otra historia, pero las palabras están y, por feas que sean, hay que mencionarlas. También se debe decir que estas palabras no solamente se refieren a las empleadas mismas, sino que se han generalizado hasta designar algo o alguien sucio o de mal gusto. Por ejemplo, si una muchacha no se viste como dicta la moda, es posible que algunas de sus compañeras en el colegio le digan guisa, como hace unos años le decían manteca a las mujeres que se vestían de forma distinta a como dicen que se debe vestir la gente.

PECHICHE

El pechiche es muy rico, a todos, o por lo menos a toda la gente que conozco, le gusta el pechiche, el consentimiento, el arrunche, el apapache. Estos sustantivos tienen sus respectivos verbos. El pechiche costeño tiene el apechichar. El consentimiento, que es de todo el país, tiene el consentir. También están el hacer cucharita o mimar, el contemplamiento de Cundinamarca y Boyacá tiene el contemplar; arrunchar también es general. Dar cariñito se dice en Pasto lo mismo que aguaguarse. Acurrucarse también se usa, aunque al parecer viene de España. En Antioquia es jonjoliar. Todos estos términos son bonitos, como de alguien tierno y romántico, pero hay otros términos para cuando la situación es menos tierna, más intensa e interesante. Ahí ya no es apechicharse sino apercollarse. Se puede tener atarzanada a la pareja y puede venir seguida de una bluyiniada que es un delicioso roce de bluyines, no exactamente en las rodillas o las mangas. Despuesito se puede dar, en términos paisas, una tarreada o una abejorriada; o en bogotano un manipierniculiteteo, es decir la concebida manoseada que se puede presentar también en un lugar oscuro, en un bailadero o —la clásica— en un balneario concurrido mientras se le enseña a nadar a la damisela.

PELO

El pelo, el pelito o el peluche es un término santandereano que viene siendo parecido al goce, pero generalmente es de una sola vez. También le dicen canita al aire. Si se repite se vuelve un goce. Con el pelo, como con el goce no hay intención de entablar una relación a largo plazo.

POLIAMOR

Cuando las relaciones tradicionales no funcionan, cuando los matrimonios se acaban con tanta frecuencia y los tabúes con respecto al sexo se empiezan a desvanecer, es posible pensar en este tipo de relaciones. En Colombia cada vez son más comunes, por lo menos en las grandes ciudades. Estas relaciones se dan entre más de dos personas que se aman y se respetan. Pueden convivir varias personas en una misma casa o tener casas distintas y encontrarse de vez en cuando. No son relaciones esporádicas, son relaciones serias, solo que múltiples. Pueden darse en redes en las que todos están comprometidos con todos o hay un miembro de la red sobre el o la que gira la relación. Aún no se sabe cómo van a funcionar estos grupos, pero con la crisis del matrimonio tradicional no les puede ir muy mal.

RELACIONES HÍBRIDAS

Estas son relaciones abiertas de un lado, es decir que uno de los miembros de la pareja decide ser monógamo, mientras que el otro decide tener una relación abierta, en la que puede salir con más gente. En la teoría suena bien, pero casi nunca resulta en la práctica, pues alguien sale lastimado, generalmente es el monógamo el que sale herido. Así que si está pensando en estas relaciones, piénselo bien para no herir o ser herido en el intento.

ROPITA EN REMOJO

La ropita en remojo es esa persona que está por ahí, que se invita un cafecito, que se le consiente de lejitos, con la que se coquetea pero no muy duro, pero que en cualquier momento puede pasar de ropita en remojo o arrocito en bajo a algo más sustancial como amigante, tinieblo o goce, o ser degradado irremediablemente a la friend zone. A este personaje también se le llama sopita en bajo.