PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

Un prólogo es un discurso breve que sirve para presentar al autor de una publicación, dar noticia al lector del fin de la obra o advertirle sobre algún hecho particular. Ninguna de las anteriores razones justifica las palabras de presentación que siguen a continuación.

El autor de este libro, Bernabé Tierno, es sobradamente conocido por todos, y el contenido de esta obra salta a la vista y no necesita presentación alguna, de ahí que prólogos como el presente puedan parecer innecesarios. Sin embargo, hay otras muchas razones que justifican que de muy buen grado haya aceptado el honor que se me hace de prologar esta publicación.

Bernabé Tierno es un excelente psicólogo y pedagogo que, con una buena fundamentación en la realidad clínica y en las tareas de consultoría y orientación, ha puesto y pone al servicio del gran público numerosas cuestiones psicoeducativas, cuyo conocimiento resulta imprescindible para la vida. La treintena de libros ya publicados avalan y ameritan el excelente talante profesional que le caracteriza.

Son muchas las cosas que la lectura de este libro me ha sugerido, entre las que cabe destacar una de vital importancia: la necesidad de acercar la psicología a la vida de cada día tal y como él lo hace.

Con mucha frecuencia se da cierto «divorcio» entre la ciencia y la vida. El investigador se entrega al estudio de lo que apenas interesa al hombre de la calle. Por contra, el ciudadano se cuestiona constantemente sobre los problemas que se le presentan y ha de resolver, sin lograr acertar a encontrar la mayoría de las veces al consejero adecuado.

Ante cualquier problema psicológico muchas personas adoptan una actitud trivializadora, quitándole importancia o suponiendo erróneamente que, dejado al albur de su evolución natural, desaparecerá; otros, por el contrario, se angustian ante lo que desconocen, suponiendo, sin fundamento alguno, que aquello no tiene remedio. De este modo, optimistas y fatalistas coinciden en mostrarse incapaces —cada uno por razones diversas— para afrontar como es debido estas dificultades. En tales circunstancias no está de más recordar lo que decía Ortega: «Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa». Convendría tener un mayor respeto a la vida y ser algo más humildes, dados los modestos conocimientos que de la psicología muchos disponen. Solo cuando estemos dispuestos a reconocer nuestras debilidades —y la ignorancia es una de ellas—, podremos aprovechar nuestra fortaleza.

De una cosa, en cambio, estoy seguro: de que cualquier lector encontrará en El psicólogo en casa al consejero inestimable y necesario que busca. Bernabé Tierno revisa en este libro las dificultades que con más frecuencia nos afectan en la actualidad, tanto en el ámbito personal como en el familiar. Y lo hace con toda claridad, sin maquillaje alguno, como corresponde a la dilatada experiencia profesional que posee.

Por último, quisiera señalar asimismo que, junto a la claridad, Tierno se muestra aquí muy práctico y prudente. Práctico, porque no se limita a describir con acierto cada una de estas grandes o pequeñas perturbaciones; él va siempre más allá, mostrando orientaciones y tentativas muy útiles para que el lector halle la pronta y deseada solución. Prudente, porque no demuestra tener consulta con el experto; su empeño en abrir otras posibilidades terapéuticas alternativas, cuando el horizonte de estas anomalías parecía infranqueable, testimonia su honradez.

Deseo reconocer públicamente que la admiración y el aprecio profesional que ya sentía por el autor de este libro se han visto incrementados. He comprobado, una vez más, la entrega y el esfuerzo que animan su talante de trabajador incansable, de maestro de maestros, de solucionador de problemas. Todo lo cual es muy de agradecer.

Dr. AQUILINO POLAINO-LORENTE