
La primera vez que escuché la palabra Taringa! pensé que me estaban cargando. Suena a fruta. No es un nombre serio, hay que decirlo, y encima tiene un signo de exclamación. Es un nombre desfachatado. Y algo de eso había en el concepto de este sitio que se convirtió en una de las páginas más conocidas de la Argentina gracias a la promoción más barata y confiable que existe: el boca a boca.
Taringa! es una comunidad de internet, esa es quizá la mejor manera de explicarlo. Es una página a la que diariamente acuden miles de personas para publicar cosas, para ver cosas que publicaron otros y para comentar y en muchos casos debatir lo que se publica. Decir “cosas” no es aleatorio, porque en Taringa! se publica de todo.
¿Qué publican? Lo que les venga en gana. Una poesía, un cuento, un álbum de fotos, un video, un juego, un link, una noticia, un manual, un truco para la computadora, una denuncia o imágenes de ovnis que alguno creyó captar con el teléfono celular. Lo que quieran.
A veces publican material propio y otras reproducen cosas que encontraron navegando por internet y que consideran interesantes para compartir.
Compartir es el verbo que mejor define a lo que sucede en Taringa! Propio o ajeno, el material publicado se comparte con los demás. Ahí está la clave, casi hippie y típica del mundo virtual bien entendido. Cada vez que alguien publica algo los demás opinan sobre el tema. Esas opiniones son las que generan la interacción entre los miembros de la comunidad.
En Taringa! se puede publicar todo menos tres cosas que están bien claras en el reglamento de la página: racismo, pedofilia y violencia. Nada de eso va con Taringa! Y si por casualidad alguien se despacha con alguno de estos temas, en apenas segundos será expulsado. En eso la comunidad reacciona como una masa homogénea y resulta muy sano, porque han aprendido a cuidarse mutuamente.
“Inteligencia colectiva” son las dos palabras que Taringa! usa de subtítulo y esa es otra realidad. Se pretenden publicaciones creativas, inteligentes, completas, atractivas, valederas de un espacio en la página. Y es la comunidad la que cuida que esto sea así. Son los mismos usuarios los que se avisan cuando los artículos están repetidos o incompletos o no valen la pena. Son los mismos usuarios también los que rankean los contenidos, para dejar en evidencia qué es lo que consideran superlativo entre todo lo que se publica.
Llegado este punto cabe aclarar que estamos hablando de una página con cientos de miles de usuarios registrados en nuestro país y en el exterior. El tráfico de información en Taringa! es tan grande que si las normas de convivencia no existieran ni se respetaran estaríamos frente a un verdadero caos cibernético. En cierto modo esta página es un ejemplo de comunidad virtual, que por sobre todo es gratuita y no exige ni siquiera estar registrado para entrar a conocerla.
Otra de las cosas llamativas es que en Taringa! todos son iguales y todos se presentan en igualdad de condiciones. Da lo mismo si el usuario tiene 12 o 75 años (que los hay de ambos), si es hombre o mujer, si vive en Capital Federal o en el interior o en el extranjero, si es atleta o está en silla de ruedas o cuál es su poder adquisitivo. Los usuarios tienen un apodo que es por lo general lo único que los demás conocen de él. Su estatura dentro de la página está dada únicamente por la valoración que los demás hagan de sus aportes. Por lo inteligentes, creativas, curiosas o idóneas que resulten sus publicaciones. Eso es lo único que vale y lo que hace que se mantenga la “inteligencia colectiva” de los taringueros.
Párrafo aparte merecen los lazos afectivos que se generan entre los usuarios, que incluso sin conocerse las caras han llegado a velar de manera virtual a taringueros que fallecieron, con sorprendentes muestras de respeto y emotividad.
Hace un buen tiempo ya, cuando conocí esta página y quedé abrumado por la cantidad y la calidad de los contenidos que ofrecía, quise saber si alguno de los usuarios me podía sintetizar qué es Taringa! en pocas palabras. La mejor definición que me dieron fue: “Taringa!: si tenés poco tiempo no entres”. Nada más real. En los contenidos de Taringa! se puede ir saltando como de isla en isla, encontrando siempre algo interesante, algo llamativo, algo curioso, algo que no sabíamos, algo útil, algo que nos sorprende, algo que estábamos buscando, algo que habíamos perdido, o algo que ni siquiera sabíamos que existía. Y con Taringa! encendida las horas vuelan de día y de noche.
Más que preguntar qué hay en Taringa! sería bueno averiguar si hay algo que no está en Taringa! El volumen de usuarios y su sagacidad convierten al sitio también en una fuente inagotable de primicias las 24 horas, lo que no es poco en estos tiempos. Cada vez es más frecuente que ante cualquier rumor de lo que fuera, los mismos periodistas recurramos a taringa.net para chequear si es cierto o no, o para ampliar datos.
El mismo concepto que me dieron a mí lo usaré yo ahora para invitarlos a meterse en este libro. Ábranlo en la página que quieran, al azar, y déjense llevar. Esto es Taringa! Van a tener una ventaja esta vez y es que lo que aquí se publica es una selección de los mejores artículos que pasaron por el site. Se ha obviado, por supuesto, el material multimedia que está disponible en el site y las notas que generaron polémicas aún no cerradas y que no permiten la interacción desde un libro.
Entre, miren, salteen, sorpréndanse. Aquí encontrarán las respuestas más insólitas que se han dado en un examen de medicina y también los consejos más insólitos que se dan para estudiar bien. Cómo eligen los mosquitos a quién picar. Instructivos para esquivar el correo basura en internet o para enfriar una cerveza en apenas dos minutos. Guías efectivas para salir bien en las fotos y claves para levantarse temprano sin odiar al despertador. Quizá una de las notas más sugerentes que se publicó fue la titulada “¿Cómo sueñan los ciegos?”… Pero antes de que empiecen, ¿será necesario que lo repita? Con este libro también: si tienen poco tiempo, ni siquiera lo intenten.
Federico Wiemeyer