
3. DESAFIAR LA SUPOSICIÓN DEL PEQUEÑO ADULTO
Por qué necesitas recordar que los niños son sólo niños
Hay una idea encantadora pero problemática que tanto padres como maestros tienen acerca de los niños. Esta ingenua suposición —o deseo— es la causante de los fracasos de disciplina y de las escenas tormentosas que pueden incluir abuso físico en los niños. La idea de la que hablo es conocida como “la suposición del pequeño adulto”.
La suposición del pequeño adulto es la creencia de que los niños son razonables y altruistas. En otras palabras, son una versión a escala de los adultos. Y porque son pequeños adultos, el razonamiento dicta que cuando un niño se comporta mal, el problema radica en que no tienen suficiente información para hacer lo que es correcto. ¿La solución? Brindarles los hechos.
Por ejemplo, a las 16:12 tu hijo de ocho años está molestando a su hermana de cinco años por vigésima vez desde que regresaron de la escuela. ¿Qué harías? Si tu hijo es un pequeño adulto, simplemente lo sientas, lo miras a los ojos calmadamente y le explicas las tres razones de oro por las cuales no debería molestar a su hermana. Primera, al molestarla la está lastimando. Segunda, hace que te enojes con él. Tercera —y más importante—, ¿cómo se sentiría él si alguien lo tratara así?
Imagina que después de esta explicación tu hijo te mira —con una mirada reflexiva— y dice: “¡Nunca lo había visto de este modo!” Para, después, dejar de molestar a su hermana por el resto de su vida. Eso sería estupendo, pero cualquier padre o maestro sabe que no sucede. Los niños no son pequeños adultos.
El punto crucial es éste: los adultos que quieren creer en la suposición del pequeño adulto van a depender de las palabras y los razonamientos en el trato con niños. Y, en la mayoría de los casos, las palabras y los razonamientos resultarán en enormes fracasos. En algunas ocasiones las explicaciones no tendrán impacto. En otros casos los intentos de los adultos por informar a sus hijos los llevará por el camino de lo que llamamos “el síndrome hablar-persuadir-discutir-gritar-pegar”.
Imagina esto: tu hija está haciendo algo que no te gusta. Un libro de paternidad dice que deberías hablar el problema con ella sin importar cuánto tiempo te lleve. Así que tratas de explicarle a tu hija de 5 años por qué no debería ser irrespetuosa. Ella no responde, entonces tratas de persuadirla para que vea las cosas a tu manera. Cuando la persuasión falla, comienzas a discutir. La discusión lleva a una pelea a gritos, y cuando eso falla, sientes que no tienes otro remedio más que darle una nalgada para obtener el resultado que deseas.
TIP ÚTIL:

Los adultos que quieren creer en la suposición del pequeño adulto van a depender de las palabras y los razonamientos en el trato con niños. Y, en la mayoría de los casos, las palabras y los razonamientos generarán enormes fracasos.
De hecho, la mayoría del tiempo cuando un padre le grita, le pega o nalguea a su hijo, significa que está teniendo un ataque de enojo. El ataque de enojo es un signo de que 1. el padre no sabe qué hacer, 2. el padre está tan enojado que no puede ver claramente, y 3. el adulto puede tener un problema de control de ira.
No estamos implicando que vayas por la vida golpeando a tus hijos. Sin embargo, la causa principal de abuso (físico no sexual) en los niños es la suposición del pequeño adulto. El padre lee que razonar es el método principal. Cuando razonar falla, el padre recurre a la violencia física porque su estrategia principal no está funcionando y está desesperado.
RECUERDA:

Una explicación —cuando es realmente necesaria— está bien. Son los intentos de explicaciones repetidas que hacen que los adultos y los niños tengan problemas. Demasiadas lecciones de los padres irritan y distraen a los niños.
Hablar y explicar tiene su lugar al momento de criar hijos. Pero los niños son sólo niños, no pequeños adultos. Hace muchos años un escritor dijo: “La infancia es un periodo de psicosis transitoria.” A lo que se refería es que cuando son pequeños, ¡los niños están básicamente locos! No nacen razonables y altruistas; sino irrazonables y egoístas. Quieren lo que quieren y cuando lo quieren, y tendrán un gran conflicto si no lo consiguen. Por consecuencia, es trabajo del padre —y del maestro— ayudar a los niños a que gradualmente sean tolerantes a la frustración. Mientras tanto, los adultos deben ser gentiles, consistentes, decisivos y calmados.
¿Cómo logras esto? Primero debes cambiar tu forma de pensar acerca de los niños y quitar la suposición del pequeño adulto. Para borrar esta creencia utilizamos la “terapia cognitiva de choque”. En vez de imaginar a tus hijos como pequeños adultos piensa en ti como un entrenador de animales salvajes. No nos referimos a que uses látigos, pistolas o sillas y mucho menos a que seas desagradable con ellos.
¿Qué hace un entrenador de animales salvajes? Elige un método —en su mayoría no verbal— y lo repite hasta que el animal aprende lo que el entrenador quiere. El entrenador es paciente, gentil y persistente. En 1-2-3 por arte de magia te presentamos algunos métodos de entrenamiento que puedes utilizar con tus hijos.
Por lo general, no es necesario repetir estos métodos durante mucho tiempo antes de obtener resultados. Gradualmente puedes agregar más plática y razonamiento a tu estrategia conforme tu hijo crece. Recuerda esto: una explicación —cuando es realmente necesaria— está bien. Son los intentos de explicaciones repetidas que hacen que los adultos y los niños tengan problemas.
DE DICTADURA A DEMOCRACIA
La orientación general del programa 1-2-3 por arte de magia es ir de una “dictadura” a una “democracia”. Cuando tus hijos son pequeños, tu hogar debe parecerse a una dictadura positiva donde tú eres el juez y el jurado. Por ejemplo, tu hijo de 4 años no puede elegir —a las 7:30 de un miércoles— faltar al kínder porque prefiere quedarse en casa y jugar con su regalo de cumpleaños.
CONCEPTO CLAVE:

El incumplimiento y la falta de cooperación en los niños no siempre están relacionados con la falta de información. Los niños no son pequeños adultos o pequeñas computadoras, criar niños requiere tanto de entrenamiento como de explicaciones.
Cuando los hijos están en la adolescencia media y tardía, tu casa debe parecerse a una democracia. Es necesario que los adolescentes opinen sobre las reglas que los involucran. Las reuniones familiares son útiles para resolver las diferencias. Aun cuando los hijos son adolescentes la última palabra la tienes tú y eres el que sabe lo que es mejor para ellos. Cuando es necesario tienes el derecho y la obligación de imponer límites, aunque ellos no estén de acuerdo.
Demasiados padres les temen a sus hijos. ¿A qué le temen? ¿Un ataque físico? Por lo general, no. A lo que la mayoría le teme es a no caerles bien. Así que en una situación de conflicto, estos padres dan miles de explicaciones esperando que sus hijos entren en razón y digan algo así: “Guau, nunca lo había visto de esa forma.” Es muy común que estos esfuerzos por explicar y explicar lleven al síndrome hablar-persuadir-discutir-gritar-pegar.
¿Qué pasa si tienes hijos que siempre responden a las palabras y a los razonamientos? ¡Eres muy afortunado! Estudios recientes han demostrado que existen tres niños así en todo el país. Si tienes uno o más de estos niños no necesitas este libro. Si tus hijos dejan de responder a la lógica podrías considerar retomar el programa 1-2-3 por arte de magia.
¿De qué se trata este método de entrenamiento? Primero hay que explicar de qué no se trata.
RESUMEN DEL CAPÍTULO
¿Qué está mal con esta imagen?
