Capítulo 2
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Búscate otro reino, hijo, pues Macedonia no es lo suficientemente grande para ti.

Filipo II, rey de Macedonia, padre de Alejandro Magno

Está ca… fé

En mi infancia, qué esperanzas de repetir esta palabra sin recibir, mínimo, un pellizco, un jalón de cabellos o un manazo en la boca. Decir esto era como una profanación al respeto que nos inculcaban nuestros padres. Sin embargo, ahora es tan común y corriente (y para mí, a decir verdad, es más corriente que común) oírlo en las calles en boca de hombres, mujeres y, lo peor, de niños, quienes a toda hora lo repiten como si fuera un mantra.

 

Hay diálogos como:

—Hola, cabrón ¿cómo estás?

—Bien, y tú, cabrón ¿qué cuentas?

—Nada, aquí trabajando.

 

O bien, charlas como la siguiente, en las que el contexto de cabrón pasa al género femenino:

—¡Qué raro!, si tú eres una cabrona y no te dejas de nadie.

—Sí, pero es el nuevo jefe y me tuve que aguantar para que no me corrieran.

 

O frases como:

“Juan siempre se sale con la suya, hizo todo en tiempo récord, es un cabrón como hay pocos.”

“Es tan cabrón que hasta su mamá le retiró el habla, es capaz de venderla por cincuenta pesos.”

“Está cabrón.”

 

Como ves, parece que esta palabra tiene muchos significados y sentidos. En el primer ejemplo, se trata de una sustitución del nombre de la persona. En el segundo, se usa para señalar un adjetivo con el cual se identifica a una persona por su forma áspera de proceder.

En el tercero, también es un adjetivo empleado en el buen sentido para halagar. En el cuarto, es un adjetivo en el que, a diferencia del anterior, se asocia a la persona con corrupción y desagrado. Y en la quinta, se señala una situación o un estado, presente o futuro.

Al hablar con algunos amigos y personas cercanas descubrí el significado de la palabra cabrón. Es interesante ver todos los matices que puede tener; hay cabrones, cabritos, cabronzones, cabroncitos, cabronzotes, cabronas, cabritas, cabronzotas. A todos ellos dedicaremos un apéndice, donde se presentarán semejanzas y diferencias que los separan y acercan entre sí.

Y el diccionario dice que “cabrón” significa…
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“[…] persona que actúa de mala fe y perjudica a otras personas en sus actos.” El Diccionario de la Real Academia Española asienta:

 

1.Cabrón, na. (del aum. De cabra) Adj. coloq. Dicho de una persona, de un animal o de una cosa, que hace malas pasadas o resulta molesto.

2.vulg. Se dice del hombre al que su mujer es infiel, y en especial si lo consiente.

3.coloq. Cuba. Disgustado, de mal humor.

4.Dicho de un hombre experimentado y astuto.

5.Méx. Dicho de una persona de mal carácter.

6.m. Macho de la cabra.

7.Hombre que aguanta cobardemente los agravios o las impertinencias de que es objeto.

8.Am. Mer. Rufían que trafica con prostitutas.

 

Sólo consulté el Diccionario de la Real Academia Española para no ir más lejos y encontré ocho acepciones de la misma palabra, lo que indica que “cabrón” cubre un espectro muy amplio. Luego, realicé encuestas y utilicé las respuestas que dieron hombres y mujeres entre los 22 y 60 años de edad de diferentes estados de la República Mexicana, con diferentes profesiones y distinto nivel socioeconómico. Después de analizar la información recabada, en particular las respuestas de la gente, hice una división de los cabrones de la historia en cuatro tipos diferentes, porque han existido desde siempre, además de una clasificación sobre características de cabrones en nuestros días.

En este capítulo, cada tipo de cabrón estará explicado y ordenado de acuerdo con su magnitud, es decir, cabrones de mayor a menor grado. Cada tipo presentará peculiaridades y diferencias al hacer alusión a estas características, será más sencillo distinguir la clase de cabrón de la que estoy hablando. Después, haré un breve retrato de cabrones cercanos a nosotros, incluso los que en este momento están frente a ti.

 

Cabrones del primer tipo
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Nunca ha habido otro hombre nacido en el mundo que supiera tanto como Leonardo, no tanto en pintura, escultura y arquitectura, sino en filosofía.

Mario Lucertini

 

El primer tipo de cabrón habla de una persona exitosa, bienquerida y respetada, que hace lo que quiere, como quiere y nadie le puede decir que no a nada; es un individuo con grandes arrestos para lograr todo lo que se propone, revoluciona al mundo porque sus actos se hacen dignos de alabanza y, en su momento, no hay quien se mida con ellos. Por tal motivo, este tipo de cabrón se convierte en referencia de fuerza y admiración.

Un cabrón del primer tipo es el polímata[6] del Renacimiento italiano, Leonardo di ser Piero da Vinci, hijo ilegítimo de un noble notario, embajador y canciller florentino, y de una humilde mujer de quien se especula pudo haber sido una esclava del Medio Oriente. Tuvo la buena fortuna de haber vivido los primeros cinco años de su infancia en la casa paterna y ser ahijado de cinco madrinas y cinco padrinos, además de gozar de instrucción en aritmética. Su amor por la naturaleza y su capacidad de observación lo convirtieron en anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista, lo que sugiere que Dios lo vio con gracia y generosidad.

Las ideas de Leonardo da Vinci eran muy adelantadas para su tiempo, como puede verse en su concepción del helicóptero, submarino, carro de combate y automóvil. Algunos de sus proyectos no pudieron realizarse porque en esa época no existían todos los recursos para llevarlos a cabo.

Hasta el día de hoy su fama es conocida en todo el orbe y no ha habido quien lo iguale en conocimiento. Su obra es tan grande que la imagen del Hombre de Vitruvio[7] es una de las más reconocidas, donde hizo un estudio de la proporción del cuerpo humano y de las proporciones matemáticas, es considerado uno de los logros más importantes del Renacimiento. O bien, lo maravilloso de La Gioconda o Mona Lisa: además de ser el mejor ejemplo de la técnica del sfumato (del italiano sfumato; técnica pictórica obtenida al aumentar varias capas de pintura muy delicadas. Su invención, así como el nombre, se deben a Leonardo da Vinci, que las describía como “sin líneas o bordes, en forma de humo o más allá del plano de enfoque”) destaca la manera en que capta la sonrisa de quien se dice era Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Bartolomeo Giocondo, vecinos suyos, así como todos los misterios relacionados con ella. Esto lo convierte en el cuadro más famoso del mundo, donde la Mona Lisa aún nos sonríe, pues tras la muerte de este genio y artista, muchas personas todavía visitan el Museo del Louvre, en París, sólo para verla. ¡Qué tan grande es Leonardo que provoca que miles de individuos tomen un avión para ver su obra!

Los espíritus de personas como él caminan entre nosotros sin pedir permiso; no tienen tiempo ni espacio, él, desde otro plano, ve cómo lo seguimos admirando. Eso es tener poder, eso es ser un hombre con agallas, un cabrón de primera.

Hasta para morir lo hizo como un hombre de altura, pues heredó a sus seres amados propiedades y recursos suficientes para que vivieran con decoro, como lo hizo él en vida; incluso agradeció a su empleada doméstica regalándole un abrigo negro. Sobre su muerte, Giorgio Vasari dijo: “Leonardo da Vinci, ¿qué más se puede decir? Su genio divino y su mano divina le merecieron expirar sobre el pecho de un rey. La virtud y la fortuna velan, premio a los grandes gastos, que en este momento le corresponde.” Hay una incongruencia en este epígrafe; sin embargo, sea de manera literal o metafórica, Leonardo da Vinci murió en el afecto de un rey y —puede ser que haya sido en el castillo de Saint Germain en Laye— de la gente que lo conoció.

 

Cabrones del segundo tipo
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La realidad tiene límites, la estupidez no.

Napoleón Bonaparte

 

El segundo tipo de cabrón es aquel o aquella que hace daño por donde pasa, lo cual le da una sensación de poder y control, no sólo sobre un aspecto de la vida en particular, sino en relaciones de pareja, trabajo o cualquiera de la que se pueda sacar ventaja. Desde lo emocional hasta lo monetario, lo podríamos identificar como gandalla, tranza o sinvergüenza.

Un cabrón famoso del segundo tipo es Napoleón Bonaparte, quien nació el 15 de agosto de 1769 en el seno de una familia noble, aunque de bajo abolengo. Fue hijo de Carlos Bonaparte y Leticia Ramolino. Su padre siempre se había inclinado por la política y había seguido al líder independentista Paoli, del cual el joven Napoleón tomaría su modelo a seguir; prueba de ello será su afición a Plutarco, emulando al caudillo corso, quien lo citaba con frecuencia. Después de su adolescencia, Napoleón pasó muchas horas solo, en las cuales se dedicó a leer a Rousseau y los clásicos. Durante este tiempo dos cosas ocuparon su mente: la pobre situación económica en la que quedó su familia tras la muerte de su padre y su admiración por Paoli.

Luego de un periodo en Córcega, fue destinado a Auxonne, en la Borgoña francesa, donde estalló la revolución en 1789. En este tiempo fue ascendido a capitán y, en 1793, a teniente coronel. Sin embargo, parecía más un hombre de letras que un militar.

Muy pronto su nombre empezó a resonar en las altas esferas francesas. En París, conoció a Josefina, viuda de treinta y dos años con dos hijos. Más joven que ella, Napoleón fue seducido por la elegancia, sofisticación y belleza de aquella mujer. Fue comandante del ejército francés en Italia. Venció a cuatro generales austriacos, cuyas tropas eran superiores en número, y obligó a Austria y sus aliados a firmar la paz. A su regreso a París se unió a una conspiración contra el gobierno y, junto a sus compañeros, tomó el poder durante el golpe de Estado del 9 al 10 de noviembre de 1799. Según la Constitución del año VIII, Napoleón, que había sido nombrado primer cónsul, disponía de poderes casi dictatoriales. La Constitución del año X, dictada por él en 1802, otorgó carácter vitalicio a su consulado y se proclamó Emperador.

En 1812, Napoleón emprendió una campaña contra Rusia que terminó con la trágica retirada de Moscú. Tras este fracaso, Europa se unió para combatirlo. En 1815, llegó a Francia y marchó sobre París luego de vencer a las tropas enviadas para capturarlo, iniciándose el periodo de los Cien Días. Entonces fue recluido en Santa Elena, una isla en el sur del Océano Atlántico, donde vivió el resto de sus días hasta que murió el 5 de mayo de 1821.

Napoleón Bonaparte supo conjuntar virtudes y vicios para darle a su persona y obra dimensiones todavía no comprendidas por los historiadores modernos, y mucho menos por la gente común, que sólo conoce la parte bélica de su actividad, sin tomar en cuenta sus aportaciones para la creación del concepto de República.

Sobresalió por sus enormes dotes guerreras, estratégicas, democráticas, administrativas, republicanas, legislativas, culturales, educativas, disciplinarias, religiosas, de pensamiento y un largo etcétera que abarca su fama y sus obras.

“Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”, decía Napoleón Bonaparte, a quien siempre se le recordará por su grandeza. Él tuvo lo que casi todos los hombres quieren en la vida: poder y amoríos con muchas damas. Napoléon decía que su lucidez para tomar decisiones estratégicas provenía de sus ejercicios sexuales (de seguro, porque le permitían estar relajado). Pocos le han igualado como estratega militar. Napoleón no confiaba en nadie; si alguien lo molestaba, le cortaba la cabeza.

Napoleón, ejemplo del cabrón del segundo tipo, tenía muchos defectos: impositivo, manipulador, adulador, egocéntrico, controlador, intolerante, convenenciero, iracundo, desconfiado, ambicioso, nepótico, etcétera.

Cabrones del tercer tipo
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Este tipo de cabrón no tiene… límite. O dicho de manera muy cursi: estos cabrones si no tienen lugar en la tierra, tampoco lo tendrán en el cielo; los demonios salen huyendo y le quedan a deber. Son amorales por completo.

Rodrigo Borgia (1431-1503), también conocido como papa Alejandro VI, es un claro ejemplo de este tipo de cabrones. En 1456, estudió en Bolonia, Italia, por orden de su tío, el papa Calixto III (Alfonso Borja). En ese mismo año fue nombrado cardenal. Logró acumular riquezas gracias a que ejerció el cargo de canciller de la Santa Sede; llevó una vida licenciosa y procreó varios hijos, los más famosos los tuvo con la aristócrata romana Vannozza Catanei: Juan, César, Lucrecia y Godofredo. Su proceder hizo que Pío II le llamara la atención por todos estos errores.

Era un hombre ambicioso, enérgico y astuto. Borgia fue elegido papa por el cónclave de 1492. Se dice que durante la ceremonia, Giovanni de Médici le susurró al cardenal Cibó: “Ahora ya estamos en las garras del que quizá sea el más sanguinario de los lobos, o huimos o, qué duda cabe, nos devorará a todos.” Llegó al papado gracias a la corrupción y las promesas de ricas promociones. Como papa restableció el orden en Roma, reformó la curia y combatió el imperio turco. Cometió muchos errores, como el enriquecimiento de sus hijos; a César lo nombró obispo de diversas sedes a los dieciocho años; a Juan le dio el ducado de Benevento y a Lucrecia la preparó para suntuosos matrimonios.

Increíblemente astuto, siempre se las arregló para engañar a sus rivales en cada maniobra. También disfrutaba de los placeres carnales, de la compañía de bellas mujeres, que se convirtieron en su talón de Aquiles, lo cual benefició a sus enemigos. Realizó un magistral “gerenciamiento” de su tiempo, ya que supo coordinar variadas actividades; llevó a cabo una implacable persecución de sus enemigos (reales o imaginarios), junto con el manejo de la vida marital de su hija Lucrecia para obtener más poder, sin olvidar múltiples correrías eróticas, que no pensaba abandonar por ocupar la silla de San Pedro.

Como se ve, Rodrigo Borgia encarna una interesante dicotomía: la ambición despiadada y una gran dedicación a su familia, aprovechando su posición en la Iglesia católica para obtener poder, influencia y riqueza.

 

Cabrones del cuarto tipo
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Se deben cometer los pecados más atroces, porque Dios sentirá un mayor agrado al perdonar a los grandes.

Rasputín

 

Este tipo de cabrón puede encarnar en un cuerpo físico bajo artilugios de magia y gran habilidad, dado que su atraso espiritual lo lleva a cometer una estupidez tras otra. Los cabrones del cuarto tipo dañan a familiares, amigos y conocidos, siempre se salen por la tangente.

Grigori Yefímovich Novikh Rasputín fue monje, aventurero y cortesano ruso. De origen campesino y sin ninguna formación, pronto adquirió gran popularidad por su vida licenciosa y su fama de mago. Vivió de las donaciones de campesinos que encontraba a su paso. Se le consideraba un místico que tenía el poder de curar enfermedades y predecir el futuro.

En 1908, Rasputín fue presentado a la esposa del zar, Alejandra Fiódorovna, quien ya había escuchado hablar de sus supuestos poderes curativos. La zarina pensó que podría curar a su hijo, Alexis Nikolaiévich, heredero del trono ruso, que padecía hemofilia. Se especuló que posiblemente lo alivió mediante hipnosis. La mejoría del heredero le granjeó la confianza de la zarina y de Nicolás II, influido por ella.

Dotado de un inmenso poder, Rasputín designó a muchos altos funcionarios del gobierno, aunque ninguno fue competente. A principios de la Primera Guerra Mundial, Rusia atravesaba un momento crítico. El zar Nicolás II asumió el mando del ejército y Rasputín se hizo cargo del gobierno. Su profunda influencia en la corte imperial escandalizaba a la opinión pública; además, su comportamiento le daba mala reputación y sus orgías eran bien conocidas por el pueblo, que lo designaba con el sobrenombre de El Monje Loco.

Unos sectores de la aristocracia deseaban la desaparición de Rasputín; incluso algunos lo habían intentado sin éxito, así que muchos llegaron a pensar que Rasputín era inmortal, demoniaco, salido de otra dimensión (¿quién puede negar que esa fuera la realidad?).

Sus biógrafos lo pintan como monstruo diabólico, capaz de ejercer una dictadura feroz; era despiadado y se concentraba en romper la barrera de cuanto pecado capital hubiera. Fuera mediante los banquetes espectaculares que terminaban en grandes orgías o a partir de la toma de decisiones de gobierno, todos sus actos eran revestidos de un halo místico que impedía cualquier oposición.

 

Cabrones de la vida real

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Cabrón y medio

 

Ante tal expresión no es necesario hacer muchas observaciones. Este hombre no sólo sabe salirse con la suya, sino con la de otros. La sola expresión “cabrón y medio” denota una cuestión de determinación; indica que se trata de alguien que nunca se queda con ganas de nada y sabe cómo satisfacer sus necesidades.

Si se la hacen, se la pagan. Tiene todo bajo control, y no se diga en el amor; es capaz de tener una larga lista de mujeres a quienes ni siquiera tiene que llamar porque ellas le ruegan; incluso se da el lujo de despreciarlas tantas veces como le plazca. Sin embargo, por una extraña razón, ellas no se quejan, lo aguantan. En veinticuatro horas puede estar con tres mujeres diferentes sin que ninguna se entere. Este tipo de cabrón hace lo mismo con familiares y conocidos. Para ser su amigo, se necesita tener la misma calaña, pues entre dos cabrones y medio el lenguaje es el mismo, no hay medias tintas, o todo o nada.

Su logística está bien organizada. Los cabrones de este tipo se aventuran en dantescas situaciones que los mantienen muy ocupados. Saben manejar a la gente de manera emocional y psicológica; si no controlan algo o alguien, pueden ser un enemigo cruel que, como el escorpión, se prepara con cautela para picar, enterrar el aguijón lleno de veneno donde sabe que el daño será irreparable. Incluso, en su interior pueden albergar un asesino serial.

 

Cabrón, pero lindo
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En definitiva, este tipo de cabrón cae bien. Te abre la puerta, regresa con un detalle, te llama, pasa puntualmente por ti. Se esmera en su arreglo y es guapo, podríamos decir que es el típico niño bien, que tiene cara de santo. Procede como una persona correcta, habla con propiedad. Sin embargo, siempre anda prendiendo velas, por si algunas se apagan, y sus amigas lo saben, le pasan todo y hasta lo justifican. Son suertudos.

Su compañía es grata, dado que sus palabras, la mayoría de las veces, son sinceras hasta que conocen a alguien más que les llena el hueco y empiezan a mentir. Quieren ser cabrones y lo intentan, se esfuerzan cuando los amigos los alientan a cometer barbaridades. Su valor radica en que no saben ser cabrones o miserables, su conciencia está por encima de todo y solitos sueltan la sopa, terminan diciendo la verdad, cosa que se agradece, aunque no se justifica.

Su fin último es tener una familia armoniosa, a la que pueda mantener. Su prioridad es que en casa todo marche sobre ruedas y él se encargará del resto. Busca que su esposa sea su mejor amiga y amante; que pueda luchar con él en las buenas y en las malas; que pueda construir un proyecto de vida, en el que los dos sean un equipo. Una de sus cualidades es tener una comunicación de primera con su mujer o cualquier persona que considere importante en su vida. Cuando lo logra, se vuelve más estable.

No pierde su tiempo en cosas que no consoliden la vida que quiere. Es una persona muy honesta que siempre se compromete a hacer que la felicidad de sus seres amados sea una forma de vida. Quien esté frente a este hombre vive un milagro en la tierra y dudo que quiera hacer algo diferente a estar con él. Es el prototipo de pareja que cualquier mujer siempre soñó, incluida Cenicienta. La recomendación es cuidarlo y atenderlo.

 

Cabrón que no tiene vergüenza
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Este cabrón es muy divertido, sabe sus alcances y limitaciones y esto le da poder sobre muchas cosas. Siempre lleva el control de la situación. Es el típico que sale con varias mujeres a la vez, a todas les dice lo mismo y ellas caen redonditas. Es chistoso, tiene sentido del humor y sangre liviana. En el trabajo, hasta pueden pensar que sufre y la pasa mal por las historias que cuenta. Sobre todo porque siempre se sale con la suya, y aunque sienta que ya no le creen, no cambia su guión original; dice todo con tal convicción que sería digno de ganarse un Óscar y envuelve a todos en su telaraña. Sus historias son como ésta:

Llega con su esposa y le dice:

—Miriam, tengo un viaje de trabajo, no quiero ir. Es pesadísimo manejar hasta Acapulco y tener que pasar el fin de semana sin ti y los niños, pero ya sabes, Osvaldo es tan vengativo que si no voy, me deja sin bono y lo necesitamos para comprar tu lavadora.

—No te preocupes, mi amor. Vete tranquilo, yo sé que es por nuestro bien.

Y a los cinco minutos se mete al baño de su recámara y le llama a su amante:

—Chiquita, ya está. Arreglé unos asuntos y sí nos vamos este fin. Va a estar muy padre, te quiero.

Vuelve a hacer otra llamada a una chica con la que anda quedando bien:

—Hola, Kari, discúlpame, he andado con mucho trabajo y no te voy a poder ver este fin de semana. Mi jefe me mandó a una comisión a Guerrero y estoy de guardia. Te quiero, nos vemos de regreso. Si no te llamo es porque voy a estar tapizado de trabajo, juntas, comidas y además tengo que aguantar a tipos que hay que llevar al after hours[8] para que firmen los contratos, en fin, estamos en comunicación, besos.

Y al día siguiente le dice a su jefe:

—Osvaldo, abusando de tu confianza, quiero pedirte permiso para faltar el viernes. Mi mujer anda sintiéndose mal y la voy a llevar al doctor, no puede ni manejar y estoy muy preocupado, yo sé que me entiendes. Considerando tu buena actitud, te ofrezco quedarme el siguiente fin a cubrir a José. Sé que te será de gran ayuda.

Y por arte de magia, todos le dicen que sí.

 

Si estás frente a uno de éstos, deja que hable, solito te dará las armas para que lo corones como sinvergüenza. No está por demás decirte que si lo descubres, te dirá: “Ya sabes cómo soy, así que no me digas nada.” Su astucia y agilidad mental es digna de alabanza.

Su profesión ideal sería encantador de serpientes. De seguro, la más venenosa caería redondita, la dormiría profundamente con cualquier cuento.

 

Cabrón con cola que le pisen
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Por sus frutos los conoceréis.

Mateo 7: 16

 

A este individuo se le conoce por lo que la gente dice de él. Sus actos lo han hecho ser juzgado por otros, y lo ubican como una persona con carga negativa.

—¿Conoces a Carlos?

—Sí, fíjate que se fue de un trabajo sin dejar el proyecto terminado, pero no es la primera vez, pues Alicia me contó que antes ya lo había hecho, pero diferente. Puso un negocio con su mejor amigo y sin avisarle se fue a abrir otra empresa con otra persona llevándose la base de datos de su trabajo anterior.

—Eso no es lo único. Su esposa se divorció de él porque lo cachó con una tal Mariana, una chica de su trabajo, y a esta niña la dejó por Lucía, con quien se fue a vivir porque no le cobraba renta. Y a pesar de esto, ella le rogaba que no se fuera, pero la dejó con miles de deudas, ella decía que prefería seguir ayudándole que perderlo, ¿lo puedes creer?

Es también de los que, para conseguir algo sabiendo de antemano que no lo va a hacer, te dice:

—Mi amor, te voy a llevar a cenar el día de tu cumpleaños y te voy a traer flores.

—¿De verdad? ¡Qué feliz me haces! Wow, estoy muy contenta. Pero ese estado de ánimo no tarda en desaparecer cuando el día del cumpleaños ni siquiera la llama por teléfono o se ausenta de manera deliberada sin que ella lo supiera.

A pesar de todo sabe por dónde llegarle a la gente. Tiene una actitud patológica que lo hace repetir las mismas historias. Su proceder es su carta de presentación, se sabe que nadie cortará ni una flor de su jardín porque está acostumbrado a quedar mal, y ni él mismo se sorprende de que la gente se aleje o le deje de hablar.

 

Cabrón de oficio
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A este hombre se le conoce como gigoló, ése que has visto en películas y hasta te parece simpático. En realidad es un experimentado seductor. Todo el tiempo luce impecable, huele a loción y sonríe a diestra y siniestra; se desenvuelve de manera elegante y sabe complacer con el detalle más pequeño; su finalidad es satisfacer a quien pueda pagar por su compañía con dinero en efectivo o costosos regalos del tamaño de una casa o de un Ferrari.

Puede que su estatus no sea el mismo de antes. En el pasado, era sabido que su oficio era la prostitución o el préstamo de servicios sexuales, que se contrataba para eso. Por consiguiente, la situación quedaba clara y este cabrón recibía su pago por el magnífico trabajo que desempeñaba.

No quiero decir que esto ya no exista, sin embargo, hoy día hay muchos hombres que no se anuncian así y viven de eso, es decir, son gigolós baratos, que van por la vida fingiendo desear una relación. En algún sentido, pueden parecerse al cabrón codo, pero tiempo después las mujeres se dan cuenta de que este hombre es un gigoló. En algunas ocasiones son casados y esto lo hacen para poder vivir, porque argumentan que no tienen otro medio de supervivencia, ya que es más fácil quitarse la ropa que salir a partirse la cara trabajando.

Un verdadero gigoló tiene un comportamiento de cinco estrellas, ya que nunca será descortés en público con la mujer que acompaña. Como si fuera su novio o esposo, la trata con delicadeza y hace los comentarios justos. La gente queda maravillada por su gran capacidad de alternar en conversaciones, donde hace acotaciones al margen sobre el tema. Es refinado en su vestimenta (que le compró la mujer en turno), es amante de la buena literatura y su conocimiento en vinos y lugares exóticos lo convierte en un sibarita.

No obstante, en la actualidad podemos encontrar de todo, desde gigolós raperos, punks y hardcore,[9] hasta muy fresas, que se quedaron sin el dinero de papi y buscan entre las amistades de su madre o madres de sus amigos a quien puedan servir. A menos que quieras lucirte y presumir un chavo de revista con el que no vas a llegar a nada, y encima le tienes que pagar o “agradecer” de manera muy nice,[10] ve al mundo y diviértete como las grandes; si no, tienes la opción de internarte en un spa a que te consientan, tu cuerpo cansado y tu mente turbada te lo agradecerá.

 

Cabrón y codo
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El más tacaño de los hombres hace una excepción al tratar de ayudar a alguien con palabras.

Fernando Díaz Plaja

 

Este tipo de cabrón es el que quiere todo y no da ni un “hola”, porque pierde el habla. Su capacidad para conseguir que las mujeres lo soporten radica en que siempre justifica que es buen padre, buen hijo y, por lo tanto, las mujeres terminan pagando hasta las palomitas en el cine porque el señor no lleva cambio, se le olvidó la cartera, se fue al baño cuando llegó la cuenta, recibió una llamada de emergencia y salió de prisa. Y es tan cabrón que, con decir frases estudiadas y tan sobadas como “Perdón, mi reina, me toca a la siguiente”, “Mi corazón, estoy tan apenado”, “Mi vida, no sé por qué me pasan estas cosas, si soy un buen hombre”, “Amor, eres única, qué sería de mi sin ti”, “Eres una mujer como ya no las hay”, sabe que el resultado será el que espera, o bien, el que está acostumbrado a repetir.

Su codera, o más bien su avaricia, llega a tanto que hay quienes pueden proceder de esta manera:

—Olga, tenemos que ahorrar ahora que nazca el bebé. Tú sabes que yo trabajo por mi cuenta y no tengo beneficios como los tuyos, así que vamos a usar tu seguro de gastos médicos y entre los dos pagamos el deducible, ¿qué te parece, bebé?

—Bien, mi amor, no te preocupes, para eso es. Vamos a usar mi bono para el deducible y tú mejor ahorra para lo que haga falta después del parto.

El colmo de lo que he oído es esto:

—Mi amor, me duele mucho la cesárea, ¿me puedes comprar un analgésico?

—Yo pagué el parto, si me das para comprártelo, con gusto voy.

 

Por Dios, creerán que es un guión de telenovela, pero es real, de verdad, y sucede más de lo que cada uno de ustedes puede suponer.

Por lo general, los codos sienten que todo se lo merecen, que su compañía es tan necesaria que por eso todo el mundo los tiene que aguantar, hasta sus amigos. Son capaces de pedir una oreja de elefante a las brasas y un Vega Sicilia[11] y terminar diciendo: “Yo sólo me tomé una copa, así que doy lo que yo consumí”… el colmo del cinismo.

Con estos individuos la vida que te espera es complicada, nunca les alcanza para darte algo. Olvídate de joyas o regalos costosos, y confórmate con la propina. Cuando ellos tienen, disfrutan comprar cosas para sí mismos, sin importarles si sus hijos tienen o no artículos de primera necesidad. Sal huyendo, no te alcanzará la vida para esperar a que te dé siquiera un pequeño detalle, pues el día que lo haga te lo cobrará con creces, o se encargará de recordártelo tantas veces como sea posible, durante todo el tiempo que le quede de vida. Ahh por cierto, y de que un día te pueda regalar un orgasmo, ni en sueños, es capaz de tomarse dos viagras para tenerlo él y no tú.

 

Cabrón feo y atrevido
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La belleza tiene un límite, la fealdad no.

Anónimo

 

Este cabrón es el que ves con traje brilloso y zapatos blancos, la panza fuera del cinturón a punto de dar el botonazo y, para colmo, se siente guapísimo. Cree que el mundo no lo merece. Si pudiéramos compararlo con alguien, sería “Sergio el bailador”. Tiembla de emoción cuando se escucha en la pista “Gangnam Style”.[12] A donde quiera que va, boda, bautizo, funeral, conferencia, junta, etcétera, está tratando de ligar a una mujer con discursos baratos, una loción que huele a pinol (y no aromatiza, ni limpia ni desinfecta, sólo marea), y se atreve a decir que tiene riquezas, que es el dueño de la compañía. De hecho, no se hace menos frente a una mujer hermosa, al contrario, llega en posición de seguridad con frases como:

» Hola, preciosa, ¿quieres bailar?

» Te invito a cenar, decide el lugar, tú mandas.

» Tengo una cabaña en Valle, te va a gustar, invita a quien quieras.

» Estás tan guapa que nadie te merece más que yo.

» ¿A dónde vas que más valgas, güerita?

 

Lo más cómico de la situación es que hasta tiene suerte. Es lo que nadie busca y todas quieren. Se desvive y es atento a morir, pero también se deja querer. Le gusta dar a entender que si una no quiere, hay otras que lo esperan sin ponerle un pero.

En su interior, busca una relación estable con quien pueda tener hijos y lo acepte como es, sin pedir un hombre de portada, pues en ocasiones su físico le incomoda. Por ello, en cualquier tipo de relación se esfuerza el doble.

Su máximo atributo es que le gusta trabajar para demostrarse a sí mismo que puede y cualquier mujer sienta que con él no le faltará nada. Su defecto más grande es que, aun estando casado, no deja de ser coqueto; le cierra el ojo a cualquier mujer, a pesar de estar comprometido, actitud natural en su comportamiento. Es el típico rey feo del carnaval y, por desgracia, no lo queman.

Cabrón con sentimientos
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En este tipo de cabrón queda algo de sentido común. Aunque hace malas pasadas, sabe que no puede pasarse de la raya de manera tan desmedida. Por lo menos teme que sus actos hagan padecer a sus seres queridos y se contiene; o si ya cometió un atropello, cavila de qué manera puede repararlo, pues su “conciencia” le impide conciliar el sueño.

Le gusta vestir bien, ama trabajar de manera honesta; siempre da la mejor cara a sus padres, hermanos, amigos. Si alguien habla mal de él, seguro se defenderá. Siempre mantiene impecable su imagen, ya sea física o moralmente.

A este tipo de hombres lo llamo cabrón con sentimientos porque sólo dentro de sus fantasías busca realizar cosas que le excitan sobremanera, ya sea de naturaleza personal, sexual o laboral. Sin embargo, todo ocurre sólo en su mente, nunca lo hará real. Es el típico cabrón que quiere hacer a un lado sus prejuicios y marcar una diferencia, pero su lucha interna es más fuerte. Así que, aquí lo cabrón no es serlo sino vivir como uno de ellos, deseando hacer algo que nunca sucederá.

Es el típico que un día quiere gritar en un partido de fut o en un concierto, pero se abstiene porque si lo ven, pensarán que ha perdido la cabeza. Se caracteriza por no hacer nunca esas cosas, pues irían contra su personalidad. No está preparado para las críticas. En el fondo, quiere hacer cosas normales pero se queda con las ganas. Imagínate, si con algo tan sencillo no puede, con una pareja que no sea aceptada por su mamá, ni las manos va a meter; se romperá la cabeza, si algo de una chica no le agrada a su grupo de amistades o familiares. Por eso mejor dile adiós.

No te aseguro que su bondad le permita tener fuerza para pelear por lo que quiere; es más cómodo que todo esté en su lugar, eso lo mantiene siempre relajado. Recuerda, se comprometerá con la mujer que su madre apruebe, aunque no esté enamorado de ella. Terrible, pero cierto.

 

Cabrón huérfano (porque no tiene ma…)
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No es que este tipo de cabrón sea huérfano. Más bien, dadas las circunstancias en las que se maneja, hasta su madre es capaz de desconocerlo. Este cabrón va haciendo el mal sin mirar a quien, le cuesta mucho trabajo actuar sin lastimar; es como si en su naturaleza tuviera un chip de alta traición que lo hiciera engañar. Es de los que si no logra algo, ve a quién fastidia y con ello queda hecho su día.

Su vida se divide entre cuatro o cinco mujeres, y tal vez me quedo corta. A sus amigos les miente para irse de fiesta con ellas y a ellas les miente para visitar a otra de las mujeres en cuestión. Hace lo que mejor le resulta: la transa. En raras ocasiones alguien se da cuenta, y cuando es descubierto, nadie se atreve a decirle nada por miedo; todos temen su reacción, la cual puede ir de la venganza hasta cualquier vileza.

Tiene hijos por doquier. Si la mujer con quien los tuvo le gusta mucho, les da su apellido; si no, sólo hará visitas sexuales para mantener a esa mujer para siempre con falsas promesas y que no se vaya con otro; si no le gusta tanto, visitará a los hijos, o al hijo, alguna vez y la mujer quedará más que complacida con esas migajas; o bien, no regresará nunca.

Si está casado, frente a su esposa se dedica a coquetear de manera descarada. Eso le levanta el ego. Y aunque sus acciones no signifiquen que se irá tras una falda (eso entre él y su pareja está más que definido), ella tiene claro que él es así y él sabe que su mujer se siente fatal pero no le reclamará nada.

No se encariña con nadie, así que no esperes que cambie de la noche a la mañana. No confíes en sus “afectos”, que más que nada son caprichos, porque le durarán tan poco que mejor escojerá vivir el mejor momento y listo.

Dicho lo anterior, hay que tener unos pantalones muy ceñidos para:

» Mandarlo a volar directo y sin escalas al lugar más alejado donde se pueda registrar vida humana.

» Aguantar esa zozobra de por vida, pasando por todas las situaciones dolorosas que conlleva.

Ambas posibilidades son opcionales porque eso nada más lo decide quien lo padece, cualquiera está en su derecho de quedarse o alejarse de él.

 

Cabrón mentiroso
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Este tipo es muy parecido al cabrón que no tiene vergüenza, nada más que sin la astucia y la pericia del otro, ya que este cabrón se equivoca y no se acuerda de lo que dijo. Es más mitómano que Pinoccio, siempre tiene excusas o pretextos; está acorralado por su falta de memoria, o bien, es tanto lo que ha dicho y no sabe cómo salir de ahí, que termina culpando a todos. Por esa razón se vuelve muy infantil. Todos, desde su familia hasta sus amigos y compañeros de trabajo, ya lo conocen muy bien y no le hacen caso.

De seguro te preguntas: “¿Por qué es cabrón, entonces?” La respuesta es: porque miente deliberadamente. En primera instancia, le creen y él también cree que se sale con la suya, pero con el tiempo aprende que no puede hacerlo más. Por eso busca otras víctimas para endulzarles el oído y hacerlas caer, aunque no por mucho tiempo. Bueno, esto sería lo ideal, pero hay quienes viven engañadas por años. Un ejemplo de ello es el caso del Barón de Münchhausen,[13] quien contaba aventuras fantásticas que nunca sucedieron, como haber bailado en el vientre de una ballena. De hecho, existe un síndrome que lleva su nombre.

Este tipo de cabrón tiene como mayor virtud ser manipulador. Sus cuadros de vida, sus mentiras, son dramáticos; puede llorar, reír, tirarse al piso y hacer cualquier cosa con tal de convencer a la persona de lo que él quiere.

En él la mentira se vuelve crónica, y más que una manera de conducirse, se convierte en una forma de vida en la que entran trastornos de la personalidad. Todas sus relaciones, o la mayoría, fracasan. Puede cometer un fraude, una suplantación de identidad o incluso meterse en problemas legales.

Sandra, una paciente a quien conozco desde hace años, de un día para otro se enamoró de José, un alcohólico. Ella estaba muy lastimada por la actitud que él manifestaba y un día se lo dijo y dio por terminada la relación. Él le pidió que siguieran juntos, le dijo que cambiaría su actitud, pues la separación lejos de ayudarlo empeoraría su estado emocional y, por consiguiente, regresaría al vicio de manera inmediata. Ante tal circunstancia, Sandra accedió, motivada todavía por un sentimiento de amor. Sin embargo, esto se convirtió en un tormento de diez años, en el que cada vez que ella mencionaba que sería el último día de la relación, él la chantajeaba con una enfermedad, un padecimiento, una deuda o un síntoma de depresión; y ella se sentía muy culpable de que él tomara un camino equivocado hacia su perdición total y, en el peor de los casos, a la muerte.

Sandra empezó a manifestar todas las molestias y los padecimientos que José decía tener en su cuerpo y, por tal motivo, recorrió muchos consultorios y hospitales donde no encontraban señal de alguna enfermedad maligna o terminal, aunque el padecimiento no cedía. Un buen día, fue a verme y le comenté que si seguía en esa relación contraería una de las tantas enfermedades que él decía tener; yo sabía que esto era una especie de solidaridad, como para decirle a José: “Mira, yo tampoco estoy bien, es más, hasta me parece que me encuentro casi tan mal como tú, así que no te sientas solo, te acompaño en tu dolor.” Era una especie de castigo por no tener el valor de salir de ahí y hacer su vida sin esa calamidad que era su esposo.

En este tipo de relación sólo hay dos caminos cuando no se tiene carácter, o bien se tiene corazón de pollo: 1) sentarse a llorar con esa persona una vida de desdicha, donde ambos saben que nada cambiará; o 2) decirle a la persona la verdad sobre sus sentimientos y terminar sin reparos, pase lo que pase, sin remordimientos. Ésta es la única salida.

 

Cabrón y pen…
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Este tipo es digno de compasión. Vive una relación con una mujer que lo quiere, a quien pasó mucho tiempo enamorándola, buscándola, haciéndole creer que ella era su mundo y deseaba vivir a su lado por y para siempre. Después de haber encontrado al hombre ideal, ella decidió darle el sí y dedicarse a él como se lee en los cuentos de hadas. Pero poco tiempo después de casados todo cambió, como por arte de magia. En la actualidad, ella está ávida de sentirlo cerca, sin embargo, él es quien se toma dos Advil, argumentando sueño, dolor de cabeza, depresión, cualquier pretexto es bueno.

Este hombre dice que le gustan las caricias, los besos, la intimidad y los juegos que hay en una relación de pareja y, no obstante, a la hora de la hora, resulta que “Dijo mi mamá que siempre no”, y la relación se convierte en un infierno. La mujer pasa años sin ser tocada o buscada sexualmente, lo que sugiere que, si no es un hombre de edad muy avanzada, puede ser que: 1) padezca alguna disfunción y necesite ayuda urgente de un especialista o 2) esté deliberando todavía si lo suyo son los hombres o las mujeres, ya que aún no encuentra su lugar en el mundo, no se haya, no hay más.

Muchas mujeres quieren pensar que no es así y buscan todo tipo de respuestas a esta situación; se echan la culpa, se flagelan con eso. Hasta cierto punto es entendible, dado que ellas cifraron todas sus esperanzas e ilusiones en una vida en común, pero hay que tener la madurez y la apertura para entender lo que está sucediendo en realidad. Ambos van a sufrir si se quedan viviendo una película de terror, donde el silencio los rebasa, viven como hermanos y salen a la calle como si nada pasara. Sería estéril abundar en el tema. Lo cierto es que ahí se queda quien de verdad tiene esperanzas de cambiar a quien en su interior no ha decidido aceptarse a sí mismo.

Recuerda que si un adulto no ha cambiado, no lo hará más adelante, a menos que trabaje mucho con su interior. No creo que quien se quede a vivir esa historia sea valiente, más bien resulta cobarde, salvo que se quede para ver si sucede un milagro. Pero no olvides que Dios hace milagros, no cumple caprichos. Así que entre ambos no cambiará nada.

 

Cabrón bipolar
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En la actualidad ya no es un secreto el trastorno bipolar. Es frecuente conocer a personas que lo padecen. Por sentido común tratamos de entender hasta cierto punto sus cambios emocionales, que van de lo maniaco a lo depresivo en un tiempo muy breve. La forma más eficaz de ayudar a estos pacientes es mediante la toma de conciencia de su problema; si esto se logra es una bendición.

Algunas mujeres, sin imaginarlo siquiera, comienzan una relación con alguien que sufre este trastorno y no se explican sus cambios anímicos:

—Rocío, quiero que consideremos vivir juntos. Me haces mucha falta.

—Me encantaría, yo sé que eso nos permitirá tener más tiempo para nosotros.

Al cabo de unas horas, cuando se van a despedir, ella le comenta:

—Voy a empezar a buscar depas, y te digo si hay uno que a los dos nos quede cerca y sea un punto intermedio entre nuestros trabajos.

—Güera, ¿por qué la prisa? No hay que echar a perder lo que tenemos, así estamos bien. Oye, mañana juego fut, no puedo verte.

 

What??? ¿¿¿Qué fue eso??? Así es como el bipolar puede cambiar de conducta.

Ahora bien, si él no lo sabe, se justifica ya que no entiende por qué actúa de esa forma y sufre. Si lo sabe, también sufre, pero con plena conciencia de lo que le pasa. Si se enteró por medio de un diagnóstico, sabrá que con un tratamiento se puede atenuar. Pero si lo sabe y actúa deliberadamente, estás frente a un cabrón que utiliza esta psicosis para confundirte y darte largas.

Ahora bien, hay personas que no padecen este trastorno, pero se hacen las bipolares. Si es así, sal huyendo, se trata de un loco y un cabrón de doble suela que te dañará emocionalmente, tal vez como ninguno, ya que su falta de compromiso con él mismo y sus miedos lo llevan a adoptar esa actitud. Tú no tienes la culpa, a menos de que seas consciente y te sientas una iluminada para cambiar su pensamiento y corregir su proceder.

Si tu pareja es bipolar y lo amas, debes saber que lo mínimo para que la relación pueda mantenerse viva es una psicoeducación adecuada, tanto de él como de las personas cercanas y, sobre todo, mucha paciencia. Recuerda que este trastorno no es privativo del hombre, las mujeres y los niños también lo padecen.

Cabrón de mie… do
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Fernando es el esposo de una paciente que tiene años de consultarme. Un día mientras ella tomaba una terapia, salí un momento para platicar con él.

—Quiero venir a consulta contigo, fíjate que tengo un amigo desde hace mucho y siempre ha sido bastante mala onda conmigo, quiero saber si me conviene seguirle hablando o no.

—¿Por qué?

—Porque no tiene mucho tiempo que me di cuenta de que es muy ventajoso en los negocios y eso tal vez no tenga nada de malo, pero, mira que hacérselo a su hermano, me parece muy desleal.

—¿Y se lo comentaste?

—Sí y me dijo: “Negocios son negocios y si mi hermano tiene lana, pues ahí hay que estar.” Pero eso no es todo, sé también que hace muchos años fue novio de mi esposa como dos meses y siento que hay ocasiones en las que hace comentarios muy subidos de tono, como queriendo molestarme, y yo me quedo callado porque no sé a ciencia cierta qué busca. Sé que no es muy digno de confianza y que anda con tres o cuatro chavas al mismo tiempo; si sale a comer con una, cuando esta chica va al baño de inmediato le escribe a la otra, y así constantemente. Hace un mes invitó a salir a mi hermana, sabiendo que yo sé la clase de cabrón que es; así que le advertí, como caballeros, que si algo le hacía, se las iba a ver conmigo, y aun así la invitó.

—Me imagino de qué clase de pelandrejo me estás hablando.

—No creas que te hablo mal de él así porque sí. Una vez lo vi cenando con su cuñada, la esposa de su hermano y me hice tonto, hasta pena me dio, pero cuando iban de salida, él la abrazó y se acercó hasta mi mesa a saludarme muy efusivo, como retándome o queriéndome decir: “Mira, estoy seguro de que no le dirás a mi hermano.” ¿Sabes cómo?

—Sí ya sé, con toda la desfachatez del mundo, cuando sabes que esa persona es capaz de todo y no se tienta el corazón para hacerlo, incluso lo disfrutan.

—Exacto, así. Me veía con una sonrisa burlona, antes de despedirse me dijo: “Paso a verte el martes, tengo un buen negocio, consigue quién me preste dinero y después te lo devuelvo.” Eso ya me pareció un descaro.

—Y vaya que lo es, se ve que no tiene miedo a nada, pero ya se ha arriesgado tanto que siente una tremenda necesidad de que corra adrenalina cuando sabe que está incurriendo en un acto insano.

—Si me ve con una camisa azul, sin tardar aparece con una igual. Es de los que te dice: “No te compres esa casa, los que la venden tienen mil broncas”, y va y da un enganche para apartarla. Somos cercanos en cosas de trabajo, cuando puede echarle tierra a alguna persona lo hace. Pero es tan astuto que el veneno que lanza parece un comentario sin malicia y eso permite que todo el mundo lo tenga catalogado como un santo. Eso también lo hace con las mujeres, sabe cómo llegarles y después utiliza la psicología inversa para hacerlas sentir culpables y que no tengan pretexto de decir que él fue quien arruinó la relación o que mintió.

—Pues, mira, Fer, sin que estemos en consulta, te digo que ese tipo es un hampón. Creo que no es soberbio, Dios le tiene envidia, siente que le puede tomar el pelo a media humanidad, cree que todos son tontos y que como David Copperfield podrá guardar sus trucos, sin que nadie tenga la capacidad de descubrirlo. A mi juicio, no es un hombre, es un remedo de ser humano. Debes tener cuidado con él si se mueve en los círculos que frecuentas, sé cauteloso y no comentes nada que te pueda involucrar con él. Con el tiempo, la gente sabrá quién es él por lo que les haga padecer.

Lo mejor de estos individuos es que nacen con suerte, pues pasa mucho tiempo antes de que las personas se enteren de qué pie cojean. Por eso, en las relaciones de pareja es muy difícil que los dejen, pues son capaces de decirle a una mujer a la hora de tener intimidad: “Te amo, eres la mujer que me domina, has lo que quieras conmigo”, y así caen. Ellas se sienten especiales, como si fueran el freno y el acelerador del hombre, y si todavía quieren involucrarlas más hasta que barran el pavimento, pueden decirles: “Dame un bebé, quiero que me hagas papá, adoro tu cara, abrázame fuerte” y cosas por el estilo; mandan a cualquier mujer buena (no tonta) a organizar en su mente la boda del año, que nunca ocurrirá, ya parece que este hombre dejará de tener fiesta con cuatro para dedicarse sólo a una, ni soñando. No es que este hombre no siente cabeza, es que su interés en la vida es destrozar gente, antes de que lo destrocen a él. En el fondo, pero muy en el fondo, tiene miedo a fracasar en cualquier empresa. Es muy probable que su madre y su padre hayan sido figuras ausentes durante su infancia y por eso ahora se desquita no sólo con las mujeres, sino también con los hombres. Es muy duro, pero guardan mucho rencor, así que te recomiendo: “A tus amigos tenlos cerca, a tus enemigos más.”

Cabrón misógino
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De seguro has oído esta palabra y sabes qué significa, pero por si tienes alguna duda te digo que la misoginia es la aversión o el odio a la mujer. Se puede confundir con el machismo, pero son dos cosas distintas. El machismo promueve la supremacía del hombre sobre el sexo femenino y la misoginia fomenta la liberación de cualquier dependencia de las mujeres, incluso tener una familia o engendrar un hijo para un misógino es una aberración.

Algunos misóginos, teniendo clarísimo su estatus ante ellas, se consiguen una pareja que descalifican y humillan todo el tiempo, a solas y en público. Son muy vengativos; si la mujer es más inteligente e independiente que él, la rechazan; les gusta ser infieles, pero si en algún momento ella hace lo mismo no la perdonan jamás. Su odio viene desde sus primeros años, alguien les dice que las mujeres son inferiores y no tienen capacidad para salir adelante por sí mismas. Pueden convencer a una mujer de que sin él su existencia no tiene razón de ser, creen que ella es dichosa porque gracias a su presencia su vida tiene sentido. Piensan que sin ellos la mujer no valdría nada, que otras mueren por ellos y que estarían dispuestas a aceptarlos en ese mismo segundo. Se relacionan con mujeres:

 

» jóvenes de buena familia, sin experiencia;

» complacientes, dispuestas a hacer sentir bien a la pareja;

» exitosas, que buscan el amor;

» exitosas, que son fuertes y están cansadas de serlo.

Su inteligencia les permite hacer mucho daño a sus parejas, suelen utilizar a los hijos como rehenes para conseguir lo que desean de ella, incluso pueden sentirse celosos del tiempo que una mujer ocupa en atender a sus hijos. Eso puede desatar batallas campales en las que ellas ceden para que los hijos no sean afectados.

Sexualmente, hacen sentir a sus parejas que ellos dominan la situación. Si no tienen ganas, ni siquiera las voltean a ver; pero si es lo contrario, cualquier lugar es bueno, se vuelven rutinarios y en cuanto satisfacen sus instintos, les importa poco si su pareja lo logró. Se especializan en compararla con sus ex parejas, les dicen que su ropa, sus caricias, su cuerpo, sus palabras no les agradan.

Las alejan de todas las personas que pueden señalarles que están viviendo con un enfermo y empieza la campaña de control absoluto sobre su vida:

 

» ¿A dónde vas?

» ¿Con quién?

» ¿Cuánto te vas a tardar?

» ¿Dónde estabas?

» ¿Con quién estabas hablando?

» ¿Por qué no contestabas?

» El tránsito no estaba pesado.

 

Y aquí es donde empieza lo más retorcido y sucede más de lo que creemos:

 

» Préstame tu teléfono para ver con quién estabas hablando.

» ¿Quién te mandó el mensaje?

» Déjame ver cuántas llamadas te entraron.

» Dame el número de tu ex para ver si estabas hablando con él.

» ¿Dónde sacaste estas fotos?

» ¿Quiénes son los que están junto a ti?

» ¿Por qué tiene contraseña tu iPad?[14]

 

Y para de plano meterlo a la cárcel:

 

» No me di cuenta y por equivocación abrí tu estado de cuenta, carta, archivo.

» Revisa tus cajones.

» Lee tus diarios.

» Busca en tu clóset.

» Roba fotos.

» Les llama a tus amigos, familiares y hasta a los doctores para preguntar si en verdad estuviste ahí.

» Revisa tu bolsa cuando estás dormida.

(Nota: muchas mujeres, sin ser misandras, aquellas que odian a los hombres, también hacen estas cosas.)

 

Con estos señores no hay manera de que las cosas salgan bien. La autoestima de una mujer quedará no en el piso, sino dentro de una alcantarilla. Para estos efectos, el miedo, que paraliza, ya habrá hecho su trabajo en la mente de ella, por lo que es recomendable dar parte a las autoridades para que este señor no actúe de manera violenta y sepa que está vigilado. Si ya llegó a estas alturas, es porque tuvo la buena fortuna de que alguien, padre, madre, tío, primo, abuelita o quien sea, le ofreció apoyo, la convenció de salir de ahí y poner un alto. Ahora bien, si no cuentas con nadie, ve de inmediato a la delegación más cercana y pon un acta informativa de maltrato; ahí te ayudarán y, créeme, si te quedas con él, no es por falta de información o ayuda, es porque quieres. En el caso de que te quedes por amor, entonces sí, mi más sentido pésame: no sigas leyendo, porque todo será inútil y de nada te servirá haber vivido tanto dolor, si no eres capaz de salir de la prisión en la que tú sola te metiste.

(Nota: si lograste divorciarte de él, ten cuidado, no dudará en pasar por tu casa a altas horas de la noche para tratar de enterarse si estás con alguien o, si vives como una de mis amigas frente al estacionamiento de una plaza comercial, no dudes que un 31 de diciembre trepará al tercer piso que da a la ventana de tu recámara para espiarte y averiguar si vas a comer uvas con Bradley Cooper.)

Cabrón nulificador
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De aquí vas a salir sabiendo

 

En una reunión se da cita el matrimonio de Martha y Renato; empiezan a platicar de manera elocuente con otras personas, el tema es interesante y hay mucho intercambio de ideas.

—Pienso que ahora las escuelas sólo ven a los alumnos como clientes y no como personas.

—Tienes razón, es una manera muy poco humana de ver las necesidades que tienen los jóvenes en temas de educación.

—Martha, cariño, no seas tan apasionada, creo que no tienes mucha idea de la necesidad real de una escuela; el que tengan tantos requisitos es porque no toda la gente puede en ocasiones cubrir una colegiatura, o bien, no siempre todos pueden estar al mismo nivel; si aceptan a cualquiera, el nivel socioeconómico decrece, pero como tú no sabes nada de lo que es una macroeconomía en una pequeña o mediana empresa por eso hablas a la ligera.

—Renato, no lo tomemos así, Martha más bien se refería, quiero pensar, a todo lo que los seres humanos hemos perdido por ser tan metalizados y la educación en ocasiones excluye. No debería ser así, era como hablar del poco sentido común que existe para darle el paso a un joven en su caminar.

—Dicho así suena coherente, es que ya conozco a mi mujer, en ocasiones deja el corazón en una coladera por gente que no conoce, sin ver todos los contras que pueden ocasionarle, pero ahora que lo mencionas me parece muy atinado.

 

Ya ni llorar es bueno, Renato le dio el tiro de gracia a Martha haciéndola quedar como una idiota, la invalidó, y eso sucede más comúnmente de lo que imaginamos; hay parejas que se dañan en público con el afán de hacer quedar muy, pero muy mal, a la persona con quien comparten su vida; se lucen destrozándola y diciéndole lo tonta que es, con frases completamente descalificadoras; la hacen sentir tan mal que no le quedan ganas de salir ni a la esquina en la siguiente ocasión:

—Perdón, a Martha se le olvidaron las servilletas, es que en su casa se limpiaban la boca con el mantel.

—No te preocupes, Renato, está bien, no pasa nada, la cena esta deliciosa.

—Qué bueno, pues ya sería el colmo después de tan desatinado incidente. Mira que tú, Raquel, que eres una chef, cuando hemos ido a tu casa hasta combinas las servilletas con el color de las flores y aquí estamos peor que en unos tacos parados.

—Renato, de verdad no tiene importancia, la comida está tan buena que no importa.

—Martha ya escuchaste a Raquel, es una experta y debes haber hecho muy bien de cenar para que, después de tan atropellada que quedó la mesa, pase por alto este incidente, quiere decir que eres una mujer con suerte.

 

Renato, o como se llame este hombre, nunca se quedará tranquilo, tiene el síndrome de soy perfecto, y en el terreno sexual ni se diga, siempre hará sentir mal a Martha:

—Qué falta de creatividad, estoy harto de tu sexo oral tan mal hecho; inventa cosas nuevas, besas fatal, mira esa pijama, pareces tu mamá pero dentro de 20 años; pésimo, no tienes gusto, nada más te faltan los calcetines de ositos para que yo en este momento salga corriendo y decida buscar otros brazos, hasta una mujer sin sex appeal podría tratarme mejor que tú.

Este hombre está de hospital, de verdad que lo encierren, pero bajo tierra y que no salga nunca más: ésa es su táctica, hacer sentir mal, después de esto sembrará en su mujer la inseguridad y hará de ella un guiñapo que sólo con una cruceta podrá ser movida; le quitará toda suerte de paz y le propinará toneladas de angustia en lo que les resta de vida juntos. Así que si algún día llega el hada madrina y como a Pinoccio te da vida y conciencia, ve, denúncialo y recupera tu fortaleza, lo que te ha sido dado por añadidura, aunque permanece dormido, estará en ti reactivarlo.

 

Cabrón Misión Imposible
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De sólo pensar en el nombre me acuerdo de Tom Cruise en alguna de las películas con ese título, todo en el último minuto se arregla, con una pasmosa exactitud puede salir de situaciones casi insalvables: es experto en desactivar misiles, saltar de un rascacielos y caer parado e ileso, cruzar de un país a otro sin siquiera ser visto por las autoridades de migración así como el agente Ethan Hunt; es capaz de todo esto y más, el cabrón Misión Imposible se enrola en relaciones de las que va a salir sin un rasguño, es decir, no se va a comprometer nunca. Él no tiene novia o pareja, elige víctimas y cuando las tiene como Drácula, sangrando del cuello, es cuando les da la patada y les dice adiós; este tipo de cabrón en verdad que es interesante, se busca mujeres con las que nunca va a dar el paso al siguiente nivel como diría súper Mario Bros, les encuentra miles de peros tales como:

» Es muy joven

» Es mayor

» No tiene una carrera

» Tiene un doctorado

» Es soltera

» Es divorciada

» Es viuda

» Quiere tener hijos

» No quiere tener hijos

» Ya tiene hijos

» Viaja mucho

» No le gusta salir de viaje

» Sexualmente es maravillosa pero no te enamora

» No es lo que esperabas sexualmente

» Es ninfómana

» Puede permanecer junto a ti una semana sin siquiera insinuarse

» Tiene sobre peso

» Es casi anoréxica

» Gana más que tú

» No tiene en qué caerse muerta

» Es muy coda

» Despilfarra lo que tiene

» No es cariñosa

» Todo el tiempo está encima de ti

» Te trata como si fueras su hijo

» No se ocupa de ti

» Es muy celosa

» No le inmuta que otras mujeres te llamen

» Es atea

» Es muy religiosa

» Es hiperactiva

» No levanta un popote

» No hace ejercicio

» Exagera en sus actividades deportivas

» Todo el tiempo quiere ver a su familia

» Es antirrelaciones familiares

» Vive para el prójimo

» No le importa lo que suceda en el mundo

» Es demasiado buena para ser verdad, no la mereces

» Es una cabrona, no sabes de qué pueda ser capaz

» Su madre es una manipuladora

» Su madre es un cero a la izquierda, y no sea que con el tiempo repita el patrón

» Está acostumbrada a dar órdenes

» No tiene carácter

» Ya se quiere casar

» No cree en el matrimonio

 

Puedo enunciar tantos pretextos que de ellos se haga un libro, sin embargo, para este tipo de hombre siempre habrá una excusa por la cual no será capaz de compartir su vida con alguna mujer que se cruce en su camino porque nunca a va estar listo, sus miedos lo hacen dudar siempre de la relación y termina justificando la forma nefasta en la que la terminó. Cuando ya no puede más, cualquier pretexto es bueno, lo cual le causa mucho dolor a sus parejas, pues ellas nunca tienen una explicación lógica de lo que pasó. Es como si sobre ellas se levantara una nube de polvo, donde ya no pueden seguir porque no ven; pero terminan con dudas, sintiendo culpa porque no saben qué hicieron, o en qué ofendieron. Esto me parece el colmo de la manipulación, y lo que da lugar a una situación que puede devenir en una depresión posterior a la ruptura, aunque en ocasiones de forma natural se da, pero en estos casos afecta porque no hay atenuantes.

Estos cabrones quieren ser queridos por todo el vecindario y no pierden el tiempo en sentir nada ni por el perro de la esquina, su misión es ser inalcanzables, y vaya que lo son. Pero después eso cambia, ya que quien tuvo la experiencia de haber estado con ellos no quiere volver a tropezar con la misma piedra. Un buen punto también para que te lo pienses dos veces antes de andar con él es que así como es de egoísta en la relación, lo será en la intimidad; si él queda satisfecho, no esperes contar con alguna parte de su cuerpo para darte placer, él estará cansado, así que ni con otra moneda lo harás funcionar, como dicen vulgarmente, hasta ahí llegó. Tú decides si te mereces eso, por lo menos si no se va a dar como ser humano, siquiera que te dé buenos momentos.

Cabrón Invisible

Jaimeeeeee, me caí, me duele la pierna
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…y resulta que Jaime nunca apareció. Asimismo, te pueden estar propinando una paliza en la puerta de tu casa y, por increíble que parezca, Jaime no va a llegar jamás, es el hombre que frente a los acontecimientos de dolor, enfermedad, economía, apoyo, no está, es una “presencia ausente”. Tratas de incluirlo, de hacerte acompañar por él pero resulta que no funciona, él vive en otro plano, siempre tiene una excusa para salirse por la tangente, sabe de qué manera no estar y es experto en ello. Esto no sólo su pareja lo nota, también quienes trabajan con él, y cuando tiene hijos, ellos terminan deseando no verlo, ya que no cuentan con su espíritu, pues éste toma camino y se va a otro lugar en cuanto se le solicita para cualquier menester, su cuerpo es un acuerdo que va y viene, ya que su espíritu está en otro lugar tan lejano que nunca logra hacer una conexión real con las personas, sus características son:

» Distante

» Ausente

» Poco concentrado en las conversaciones

» Todo se le resbala

» No retiene ninguna información que no sea de su interés

» No tiene horarios fijos como parte de una disciplina de vida

» No tiene actividades definidas

» Cambia constantemente de parecer sin ser bipolar

» Enfrenta conflictos internos cuando vive el aquí y el ahora

 

Es muy difícil lograr una relación sana con él, ya que su mundo es perfecto y todo tiene un lugar. Sin embargo, nadie lo entiende porque es completamente amoral en sus acciones, es decir, no es un mal hombre, pero su falta de amor por la vida, o su exceso de ego, es lo que lo hace separarse de los pobres mortales que comen, duermen y tiene una vida común y corriente. Una relación con un hombre así es una pérdida de tiempo, ya que si quieres hacerlo entrar en razón o demostrarle que hay más alternativas, deberás armarte de mucha, pero mucha paciencia para aguantar el iceberg que lo habita y poco a poco enseñarle que en el mundo hay más por hacer. Darle un beso puede ser una experiencia como la que vivió Susan al darle su primer beso a Joe Black, tal vez te otorguen el doctorado en psicoanálisis no importa si es ericksoniano, lakaniano o jungiano, mientras quieras resolverle la vida y él siga en la necia de que su mundo está bien, como quien tiene una adicción y decide cuánto más aguanta y cuánto salir de esa situación. Recuerda que es invisible, no está ni cuando lo necesitas ni cuando no, así que si sale en una foto contigo, date por bien servida y seguro sale borroso. Porque es un mago en perderse los momentos en los que los seres humanos nos llenamos de experiencia, sea dolorosa o no. Lo mejor que le podría pasar es tomar unas clases de magia con Criss Angel y aprender a aparecer en escena cuando quienes lo quieren, a pesar de ser como es, están esperando que llegue.