I

Surge un político precoz

QUIEN ESTÁ LLAMADO a ser uno de los políticos más destacados en la historia tabasqueña nace el 7 de junio de 1915 en San Juan Bautista (que cambia su nombre el 3 de febrero de 1916 por Villahermosa), hijo del contador Pio Quinto Madrazo López y de la profesora Encarnación (“Chonita”) Becerra. Sus abuelos paternos son Felipe Madrazo y Magdalena López, y los maternos Gustavo Becerra Fabre y Etelvina Garrido, esta última emparentada con el general Tomás Garrido Canabal. Es el segundo de los cuatro vástagos (Felipe, Carlos, César y Alicia). Durante su infancia su familia goza de cierta holgura económica, si bien su padre atraviesa de tiempo en tiempo malas rachas en su negocio de cultivo y comercialización del plátano, debido a malas cosechas y dificultades financieras. Ya que el solar de la familia se encuentra a tres kilómetros de la escuela en Villahermosa, él y sus hermanos se mueven por cualquier medio disponible para llevar a cabo sus estudios.4 Su pueblo vive entre glorias y desgracias por los caprichosos desmadres de sus ríos, y entre la modorra del calor, las costumbres y los efectos de la Revolución Mexicana. Los villahermosinos están a merced de las aguas, que por lo general son pacíficas pero que al salirse de sus cauces naturales ocasionan indescriptibles destrozos y pérdidas humanas. La capital del estado tiene más agua que tierra, por estar situada en la convergencia de los caprichosos ríos Grijalva, Mezcalapa y Carrizal, y con las lagunas interiores de Las Ilusiones, La Pólvora y El Espejo, entre otras. En este espacio conviven personas de muchos orígenes, de la región, del país y allende el mar, atraídos por las riquezas imaginarias del suelo húmedo y feraz, sus fiestas y jolgorios, fantásticos guayacanes y flamboyanes, maculís y ceibas. Su alegría musical tiene justificada fama, con sus ritmos burbujeantes y el temperamento arrebatado que sorprende a más de un fuereño. Tanta generosidad de la tierra y de sus hombres, sin embargo, se acompaña de la necesidad de lograr el sustento bajo un sol inclemente a ratos vencido por las lluvias intensas del trópico, que en ocasiones se convierten en enemigas del hombre. San Juan Bautista es la encrucijada comercial del estado y el contacto con el país y con el mundo. Diverso es su trasiego de mercaderías: ganado y sus productos, plátano, cacao y copra, en barcos humeantes que van y vienen, añadiendo un inevitable toque romántico al todavía villorrio. Su importancia en todos los órdenes, del económico al cultural, tiene también sus descontentos, que más tarde tomarán las armas para derrocar al dictador. Orgullosa está de su alumbrado público —una de las pocas poblaciones que cuentan con él—, sus líneas telegráficas, una biblioteca y una institución educativa que nació como Instituto Juárez hasta llegar a ser la actual Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Carlos A. Madrazo es en rigor un miembro de la primera generación posrevolucionaria, y su vida de niño y adolescente transcurre sin mayores incidentes, con excepción de la Rebelión Delahuertista de 1923-1924, a la que si acaso ve de lejos, ya que el teatro de operaciones se ubica en lugares como Frontera. Pero, bajo la égida del gobernador Tomás Garrido Canabal, más temprano que tarde las aguas políticas de Tabasco vuelven a su cauce natural. Muchos años después, al despedirse como gobernador de Tabasco, Madrazo evocó una de sus memorias infantiles. En estilo un tanto poético recuerda cuando en sus ojos de niño “se quedaron grabadas las imágenes de la selva, desorganizada y caótica, influyendo en el alma de los hombres, como un trasplante teratológico. El individuo transmutado en elemento primario, merced al contagio de la Naturaleza en sus aspectos agresivos. No es la selva convertida en pueblo, sino en turba desencadenada por las veredas y en facciones detentadoras del mando, sujetas a un solo programa: usufructuarlo como consecuencia de su aptitud para imponer el derecho de la fuerza”.5

Madrazo estudia su educación primaria en el Instituto José L. Rovirosa de 1921 a 1927 y la secundaria en el Instituto Juárez de 1929 a 1931. En la primera escuela un niño de corta estatura, pero con mucha fibra, pronuncia un discurso exaltando la figura de don Benito Juárez, bajo la mirada simpática del gobernador Garrido Canabal, quien a partir de entonces lo invita como orador en sus giras por el estado. Apenas un púber, da sus primeros pasos en la actividad política y luce su espléndida oratoria, que lo hace popular en el Juárez, del que es alumno aprovechado. En el primer año de su secundaria es secretario de la Asociación de Estudiantes Libres del Instituto y jefe de redacción de su revista La Voz del Estudiante. También es designado secretario del Consejo Técnico de Educación en Tabasco, y en febrero de 1931, secretario del plantel por los estudiantes, cuyo sueldo de 60 pesos mensuales ayuda a sufragar sus estudios.6 Y en este año ingresa a la Federación Estudiantil Tabasqueña, el capítulo local de la Confederación Nacional de Estudiantes. Desde un principio Garrido Canabal ve en él un diamante en bruto, así que lo adopta de plano como su ahijado político. Una organización leal, el Partido Radical Tabasqueño, les pide a Antonio Ocampo Ramírez y a él formar un grupo juvenil bajo la bandera garridista, opuesta al fanatismo religioso, la Iglesia católica y el alcoholismo, y en pro de la educación racionalista, inspirada en el pensamiento del pedagogo catalán Francisco Ferrer i Guardia. Así, Madrazo acude a sus amigos y compañeros del Juárez para formar el Bloque Juvenil Revolucionario (o de Jóvenes Revolucionarios), al que se suman empleados públicos y simpatizantes del gobierno. Aquí está el origen de los muchachos (hombres y mujeres) que se distinguirían por su peculiar atuendo, los Camisas Rojas. De acuerdo con su género, se atavían con camisas o blusas rojas, pantalón o falda negra; y coronados los hombres con una boina igualmente roja, están presentes en desfiles y manifestaciones, luciendo la gallardía propia de sus años. El erario estatal retribuye con generosidad a los jóvenes movidos por un celo religioso que tiene en Garrido Canabal al santo de su devoción. Su ímpetu irrefrenable pone a temblar a los creyentes, pues destruyen estatuas, ídolos e imágenes religiosas de iglesias y ponen en mala situación a vendedores de licores y parroquianos que no encuentran cómo alegrar sus corazones o mitigar sus penas. Se les da entrenamiento militar y están capacitados para el ataque físico, así que son de temer. Algunos de sus miembros reciben generosas becas de estudio en la capital de la República, y hay quienes sostienen que Madrazo es uno de los primeros beneficiados.7 Ya en el centro de la política nacional la emprenden contra el clero por considerarlo enemigo del bienestar del pueblo y culpable del atraso de México. En respuesta, los sacerdotes arremeten contra Garrido Canabal y le ponen el “infamante” mote de perseguidor de la Iglesia, que dará pie a mala fama nacional e internacional, debida en parte a la novela del escritor británico Graham Greene titulada El poder y la gloria, y su crónica Caminos sin ley. Pero el gobernador de Tabasco se siente grande y ancho al ser el objeto de los ataques clericales y, sin perdonar la burla, se declara “enemigo personal de Dios”. Dueño de una considerable fortuna, señor de horca y cuchillo, se proclama socialista y se compromete a llevar hasta sus últimas consecuencias el programa de la Revolución Mexicana en Tabasco —y mantenerse en el poder hasta que tal cosa ocurra—. El joven Madrazo, por su parte, es de una estatura inferior al promedio de los individuos de su edad (no llega a los 1.70 metros) y posee una voz delgada, si bien aflautada y asertiva. También es apuesto y dueño del semblante infantil que es su piel más visible, aunque posee la aptitud de asumir otros rostros, como los actores de teatro. Es difícil advertirle dos visajes que se parezcan. Su verbo avasallante y su inalterable confianza en sí mismo paraliza casi desde el inicio a sus contrincantes en el debate político. Desarrolla bien pronto sus aptitudes políticas y su capacidad para escribir, y una temeridad fuera de lo común para enfrentar con la palabra a públicos numerosos o del tamaño que sean. Tiene el temperamento encendido propio de los tabasqueños, fogoso y valiente, decidido para actuar: un político de atributos completos para su tarea. No hay manera de saber de dónde aprende esa vocación política tan temprana: sus padres y hermanos son ajenos a esta actividad, y solamente queda suponer que profesores anónimos le allanaron el camino. Ayuda mirarlo en sus primeros años en su salón escolar, con su atención a la aritmética y a la gramática española, desde luego a la declamación, la oratoria y la redacción en hermosa caligrafía. La educación se completa con las lecturas para la formación del carácter a través de relatos biográficos, amén de la literatura y la historia nacional y universal. Un aspecto relevante de su vida es su temprana y permanente afición a los libros, sus mejores auxiliares de su desarrollo intelectual, un arsenal inmenso al que echar mano para enriquecer su lenguaje, pescar frases y dichos, maneras de ser y pensar de hombres célebres. Muchos años después habla de sus inclinaciones a la lectura en sus años formativos:

En nuestra adolescencia, cuando andamos en la búsqueda de nuestra vocación, leemos todo […]. Yo fui como fuimos todos, un afrancesado: leíamos e identificábamos con más rapidez a los Héroes de la Revolución Francesa que a los Héroes de la Revolución Mexicana […]. En mi juventud leí mucho a Descartes, a Saint-Just, a Voltaire, a Chateaubriand, a Benjamín Constant, a Madame de Staël, a todos los franceses. Leí muchas novelas y creo que fue Balzac mi autor favorito. En La comedia humana, Balzac prefigura a la sociedad moderna […]. Puede ser todavía Balzac mi autor favorito […] y antes, en la Universidad, pudo ser Spengler. De los nuestros prefería a Altamirano, a Eustasio Rivera y al Facundo de Sarmiento.8

En 1932 y 1933 Carlos Alberto Madrazo ha continuado sus estudios en la capital de la República, en la Escuela Nacional Preparatoria,9 donde se convierte en presidente de los alumnos, impresionando por su verbo fogoso y prodigiosa memoria, y de quien fluyen copiosamente anécdotas y relatos históricos que salpimientan sus arengas. Este joven es muy inquieto, demasiado inquieto, y con sus amigos tabasqueños ve a la capital de la República como la tierra de la gran promesa —si sus adversarios se lo permiten—. Hacer política fuera de su recinto tropical tiene sus dificultades, además de los propios de su edad. Ingresa a la Facultad de Jurisprudencia de la UNAM y costea sus estudios, según su declaración jurada, “con pequeños asuntos en la Junta de Conciliación y Arbitraje de la capital de la República y en la ciudad de Jalapa, Veracruz”.10

Es un entusiasta de la candidatura del general Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República. Ve con disgusto la burocratización del régimen y responsabiliza a la codicia del grupo triunfante en la Revolución. Desde hace casi una década, ya desde Obregón y Calles, el sistema político es autoritario y cada vez más proclive a dejar atrás las endebles promesas de democracia que alguna vez esbozó. El candidato del Jefe Máximo Plutarco Elías Calles es Manuel Pérez Treviño, y el de su hijo Rodolfo es Lázaro Cárdenas, militar y político discreto, de pocas palabras y buenos antecedentes. Pero el vástago convence al viejo y con ello ambos firman su sentencia de muerte política, como no tardarán en saber. Mientras tanto Madrazo participa en el Partido Nacional Estudiantil Pro Cárdenas en 1933, donde colabora con Natalio Vázquez Pallares y Lauro Ortega, primer secretario de dicha organización política.11 Más adelante figura como delegado del Partido Nacional Revolucionario (PNR) por Tabasco en la convención que aprueba el Plan Sexenal. Participa en mesas y discusiones con viejos gallos del partido oficial, como Luis I. Rodríguez y Silvano Barba González, y trata al delegado del Estado de México, un vasconcelista destacado: Adolfo López Mateos, con quien iniciará una sólida amistad de insospechadas consecuencias en el futuro.12 Con otros jóvenes dirige una gran ofensiva contra quien en su momento sería su colega de Cámara, Efraín Brito Rosado, entonces líder estudiantil de la Confederación Nacional de Estudiantes (CNE). Triunfantes en toda la raya contra sus adversarios en Toluca, Madrazo y los nuevos dirigentes de la CNE exigen en el Congreso Estudiantil de Veracruz (1933) que se dote a la enseñanza universitaria de una orientación fincada en los principios de la Revolución Mexicana. Por otro lado, siendo Vicente Lombardo Toledano director de la Escuela Nacional Preparatoria y Madrazo dirigente estudiantil, tiene lugar el Congreso de Universidades. Es entonces cuando la lucha universitaria entre los “rojos” (es decir, la izquierda) y los “conejos” (es decir, la derecha) concluye en la derrota de los primeros, lo que orilla a Madrazo a trasladarse a Jalapa, Veracruz. Al producirse la ruptura del presidente Cárdenas con Calles sigue al michoacano, rompiendo también, de hecho, sus relaciones con Tomás Garrido Canabal.13 Madrazo así explica su rechazo al llamado Jefe Máximo y su adhesión al Divisionario de Jiquilpan:

En 1932, siendo Presidente de la Sociedad de alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria […] tomamos partido por la candidatura del general Lázaro Cárdenas. Las condiciones políticas de México en aquella época eran explosivas: cansancio popular, una organización obrera, la CROM, enteramente gobiernista, sostenedora de la dictadura del general Calles; una burocracia surgida de la Revolución, fatigada ya en su mensaje espiritual, declarando a cada rato que el problema agrario estaba terminado, tildando de comunistas a todos los inconformes, agrediendo sin ton ni son a la juventud universitaria, e incluso enviando cuerdas de presos a las Islas Marías. En esas condiciones surgieron dos candidaturas: la del general Pérez Treviño, que resultaba un continuador incondicional del callismo, y la del general Lázaro Cárdenas, en quien el pueblo con instinto certero veía un reformado en ciernes, un hombre con mensaje propio, capaz de realizar grandes empresas en la verdadera dimensión exigida por la época […]. La juventud universitaria se alineó con Cárdenas.14

En Jalapa, Madrazo continúa su carrera de abogacía y reanuda su esfuerzo por consolidar y hacer crecer el grupo estudiantil al que pertenece, la Confederación de Estudiantes Socialistas de México. En ella destacan, entre muchos otros, Jesús Robles Martínez, Enrique Ramírez y Ramírez, Juan Gil Preciado y los que serían sus amigos cercanos de toda la vida: César Tosca, Helio Flores, Darío Vasconcelos y Ángel Veraza, así como quien será su perseguidor años después: Luis Fernández del Campo.15 El grupo busca una proyección nacional, por lo que organizan congresos en diferentes puntos del país, como en Puerto Álvaro Obregón (que en 1947 venturosamente recupera Frontera, su nombre original), Guadalajara, Uruapan, Guanajuato y Durango. Del Primer Congreso de Estudiantes Socialistas, reunidos del 29 de julio al 2 de agosto de 1934 en Puerto Álvaro Obregón, la Confederación de Estudiantes Socialistas de México llega a las conclusiones siguientes: fin de “los congresos anodinos de orientación derechista”, orientación socialista a la educación pública, educación rural conforme a la doctrina del socialismo científico, con maestros “de reconocida filiación socialista… seleccionados del proletariado”; creación de la Universidad del Estado, “que dé muerte a la Universidad Autónoma” (“centro y refugio de reaccionarios”), así como un Instituto Politécnico Nacional; una editorial “de escritores revolucionarios que pongan su pluma al servicio de la causa socialista, seleccionando pedagógicamente tales obras”; supresión de cultos religiosos en todo el país; transformación de los edificios destinados a prácticas religiosas en biblioteca, escuelas, centros culturales, etcétera; combate sin cuartel a la producción y consumo del alcohol, “por ser un arma de la burguesía contra le emancipación integral del proletariado y tan peligroso como cualquiera de los dogmas religiosos”; supresión de la “prensa reaccionaria” e impulso a los periódicos de “estricta filiación socialista”, solidaridad con la URSS, socialización de las profesiones; dotaciones de tierras a los peones acasillados; desaparición de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y una “declaración anti-imperialista […] anti-fachista, anti-guerrera, anti-religiosa, etcétera”. A este congreso Madrazo llega con su credencial de la Federación de Estudiantes Socialistas del Sureste, de la que es secretario del Interior, mientras que Agapito Domínguez Canabal es el secretario general de la nueva organización juvenil.16 A fines de este año vienen los infaustos acontecimientos del 10 de diciembre —en la víspera de la celebración de la Virgen de Guadalupe—, en el atrio de la iglesia de San Juan Bautista en el pueblo de Coyoacán. Un grupo de cerca de setenta Camisas Rojas provocadoramente se instala en la entrada de la iglesia cuando tiene lugar una de las primeras misas del día y hostiliza a los fieles, que no están de humor para sacrilegios. Antonio Ocampo hace de la base de una cruz de piedra una tribuna improvisada y dirige una metralla de insultos y chiflidos a los devotos asistentes. Olvidando la máxima cristiana de que después de recibir la primera bofetada debe ponerse la otra mejilla, enfurecidos católicos salen de la puerta principal como de la boca del infierno, azuzados por el párroco hecho un Luzbel, y pronto salen a relucir las pistolas y caen cinco cristianos para ser exactos, que en menos de veinticuatro horas son llamados “mártires de la fe”; en las iglesias del país, las campanas tocan a duelo. La muchedumbre embravecida va tras los Camisas Rojas, que abandonan el campo y se refugian en el edificio de la Delegación Coyoacán, en donde el jefe es el tabasqueño Homero Margalli. Uno de ellos queda demasiado lejos del grupo, de nombre Ernesto Malda, quien cae en manos de la turba y es linchado en el nombre del Señor. A la hora de las indagaciones, solamente tres católicos son arrestados, mientras que sesenta y cuatro del bando contrario son acusados de asesinato y lesiones. Los contendientes niegan los cargos y al final nadie queda detenido por mucho tiempo. Al ser arrestados, los de rojo dan nombres falsos, previa destrucción de sus tarjetas de identificación.17 Madrazo estaría presente en los acontecimientos y cae en prisión, aunque su nombre no se menciona en las notas periodísticas, como sí es el caso de Agapito Domínguez y Antonio Ocampo, lo que resulta extraño, dado su alto perfil. Después de un solo día de su detención, sale libre gracias a la fianza pagada por Garrido Canabal.18 Muchos años después, cuando está acusado de cometer fraudes con las tarjetas de braceros, declara que, aun cuando se instruye proceso por los sucesos de Coyoacán, se le deja libre por falta de elementos para ser procesado.19 No se sabe a ciencia cierta cuál fue su responsabilidad en estos sangrientos acontecimientos y si hubo tal, porque los dichos de sus malquerientes —que no prueban más que su rencor— no arrojan luz suficiente sobre el asunto. Carlos Madrazo Pintado, su hijo mayor y quien tiene la cercanía que le da ser su principal colaborador y confidente, relata que su padre nunca le comentó acerca de este capítulo de su vida, ni supo que se lo hiciera a alguien, lo que permite suponer que no lo consideraba grato o digno de su memoria.20

A raíz de lo ocurrido esos jóvenes intensifican su presencia pública. No les intimida el celo de los católicos, que amenaza con destruirlos. Madrazo arenga a los suyos en un “sábado rojo” —acto de carácter “cultural”— en el Palacio de Bellas Artes: “[Los Camisas Rojas] seguirán adelante aunque el brazo de los fanáticos continúe sembrando la muerte entre sus filas con la complicidad de la prensa reaccionaria, porque la muerte no podrá contener sus nobles impulsos”. Y pide a los asistentes mirar a los jóvenes del movimiento “para ver si en sus rostros, en sus miradas, llevan el sello inconfundible de los asesinos sanguinarios”.21 Pero pronto se van a encontrar con agresiones de verdad, así que mejor emprenden la retirada de la capital de la República, y Madrazo se aleja de la organización; en el futuro no da muestras de estar orgulloso de su filiación juvenil, ni del patrocinio de Garrido Canabal.22

Leal al bando al que pertenece, pone un dique a las pretensiones del antigarridista Salvador Camelo Soler, del Partido Reconstructor de Tabasco y aliado de Rodulfo Brito Foucher y Fernando Alipi Oropeza, quien busca obtener un lugar en el congreso tabasqueño. Las cosas transcurren mal para él y su grupo de “los punitivos”, ya que en sus planes está “tomar” Villahermosa el 15 de julio de 1935, con tan mala suerte que hay un enfrentamiento en el que fallecen Mario Brito Foucher, hermano menor de Rodulfo, y otros estudiantes, y del lado garridista otros tantos. Esta situación ocasiona que la Comisión Permanente del Congreso desconozca al gobierno de Manuel Granier González y se nombre en su lugar al general Áureo L. Calles.23 Poseído por un intenso rencor a prueba del paso del tiempo, Camelo nunca olvidará los golpes propinados por Madrazo, ni los obstáculos en su carrera política, y durante muchos años será su impugnador más ruidoso, a partir de un pequeño periódico de su propiedad.

En 1935 Madrazo trabaja como pasante de Derecho en la Secretaría de Agricultura con su mentor de Tabasco, hasta que se separa de su puesto en junio a raíz del conflicto entre Plutarco Elías Calles y el presidente Cárdenas. En el segundo semestre es inspector escolar de la Secretaría de Educación Pública y, al iniciarse el año siguiente, es nombrado director de la Hemeroteca Central de la Secretaría de Educación Pública. Debe trasladarse a su estado natal a fin de encargarse por breve tiempo de la Dirección General de Educación Pública y luego regresa a su puesto en la Hemeroteca. El 2 de abril de 1938 es nombrado secretario particular del gobernador de Guanajuato Luis I. Rodríguez, y en 1938, al fundarse el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y con apenas veintitrés años, es delegado a la Asamblea Nacional Constituyente, siendo elegido miembro del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y permanece en él hasta junio de 1939.24 El 8 de septiembre de 1937 presenta su examen profesional para obtener el título de licenciado en Derecho, con una tesis en la que sobresalen ideas marxistas, sin duda una influencia de su maestro Vicente Lombardo Toledano:

Es inútil que los pensadores de la burguesía pretendan negar la lucha de clases cubriendo con subterfugios una verdad que se evidencia cada día más en forma trágica. Los socialistas no somos los inventores de este choque constante de elementos, es el capitalismo el que lo crea; no queremos sembrar el odio y la discordia, como afirman mujerilmente los fariseos de la cultura; pero entendemos que no puede haber libertad en el sentido amplio de la palabra, ni igualdad de derechos, ni felicidad humana, sino hasta que se haya colectivizado la propiedad y aboliéndose el mercantilismo de nuestra época desquiciada cada quien se sienta dueño de los productos de su trabajo y toda la colectividad de los medios de producción […]. El proletariado tiene que tomar el Poder Político por la fuerza de las armas y construir un nuevo Poder Estatal.25

Madrazo funda en 1938 la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM) (luego Confederación de la Juventud Mexicana), de la que es presidente de su primer Comité Nacional Ejecutivo, con Ángel Veraza (secretario general), Enrique Ramírez y Ramírez (secretario de Organización), Juan Gil Preciado (secretario de Relaciones Exteriores), Arturo Hernández, Ismael Andraca, Alejandro y Margarito Gómez Maganda, Lauro Ortega, Antonio Ocampo, Carlos Rubio y un ingeniero de apellido Teuffer.26 Y el 8 de junio del mismo año el PRM abre la puerta a un sector juvenil, “con el propósito de luchar por las demandas específicas que la nueva generación de México formula”. La juventud “ha de sumarse a la corriente que transformará la economía y la convivencia en la República”, por lo que el PRM llama a la creación de una central juvenil, teniendo como promotor, entre otros, a Ángel Veraza.27 En la convocatoria para formarla se señala:

Por un natural fenómeno histórico, el proceso revolucionario en perpetuo cambio y movimiento no ha podido ser realizado en México por los mismos hombres que lo iniciaron. Así que su consumación íntegra corresponde no a una, sino a varias generaciones, por lo que nuestra juventud aparece como el forzoso renuevo de sangre y energías frescas, indispensables para llevar adelante el propósito emancipador que viene de un pasado esclarecido y heroico […]; sería injusto no reconocer cómo […] se inicia un grandioso despertar de fuerzas jóvenes orientadas a un propósito común, porque casi de una manera paralela a la formación del PRM, la masa juvenil reanuda su proceso de articulación y unificación en diversas entidades del país.28

El Congreso Constituyente de la Federación Revolucionaria de Jóvenes de México inicia sus trabajos el 15 de abril de 1939 en el Palacio de las Bellas Artes. El presídium es ocupado con las delegaciones honorarias representadas por el licenciado Vicente Lombardo Toledano, el general Heriberto Jara, el profesor Alfonso Herrera, Benjamín Tobó, Efraín Escamilla, Eutimio Rodríguez, César Cervantes, el general Alberto Zuno Hernández, el coronel Rubén Morales, Antonio Mayán Navarro, Ángel Veraza, Eduardo Campo, Alejandro Carrillo y Carlos Madrazo, entre otros.29

Ya constituida dicha federación, Madrazo figura como su presidente y en nombre de una “nueva generación revolucionaria” participa en representación del “Sector Popular” en la Convención del PRM, que tiene lugar el 2 de noviembre de 1939.30 Ella es presidida por el general Heriberto Jara y los dirigentes del sector Campesino (Graciano Sánchez), Obrero (Vicente Lombardo Toledano) y Militar (Othón León Lobato), y en la que se designa candidato presidencial al general Manuel Ávila Camacho para suceder al general Lázaro Cárdenas y se aprueba el Segundo Plan Sexenal (1941-1946). En esta ocasión Madrazo señala:

Contra los farsantes, contra los explotadores, contra los traidores de todas las edades, se volverá a integrar, si es necesario, un nuevo Cerro de las Campanas. Contra todos los hombres que han violado su juramento que caiga sobre ellos el puño airado de las multitudes, y que cuando nosotros escuchemos el alarido que nos lance el clarín de la Revolución, respondamos que el Partido de la Revolución alerta está.31

Una vez en el sexenio del presidente Manuel Ávila Camacho, el partido en el poder resuelve realizar cambios con el propósito de darle una nueva fisonomía. Con la desaparición del Sector Militar, los únicos sólidos y definidos son el Obrero y el Campesino, mientras que el Sector Popular solamente tiene como aspecto reconocible la organización juvenil dirigida por Carlos A. Madrazo, al lado de un conglomerado laxo de oficios y profesiones que poco o nada tienen en común pero que están afiliados al partido. Ante esta situación, en 1941 el presidente del PRM, Antonio Villalobos, decide reorganizarlo, buscando entre otras cosas vigorizar a tal sector. Partiría de los comités regionales u organizaciones estatales existentes, más otros por formarse y así crear una Federación o Confederación.32 El inicio es la reunión en la Ciudad de México de una Comisión Organizadora del Sector Popular el 28 de enero de 1942. Dos días después se nombra al Comité Ejecutivo de la Comisión Nacional de Organización de la Confederación del Sector Popular de la República en el que figuran, entre otros, Carlos A. Madrazo, en su calidad de “representante del Sector Popular”, así como el mayor y diputado Antonio Nava Castillo.33 También se eligen a los representantes de los estados que forman parte del Consejo Nacional para la Organización de la Confederación del Sector Popular de la República Mexicana, figurando entre otros el diputado Juan Gil Preciado por Jalisco y el senador Gilberto Flores Muñoz por San Luis Potosí.34 Un mes después, el 26 de febrero de 1942, se inaugura la Convención Nacional de Organizaciones Populares en el Teatro Degollado de Guadalajara, culminando sus trabajos dos días después en la formación de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). Extrañamente, en su Comité Ejecutivo Nacional o en las distintas delegaciones de las entidades de la República no aparece el nombre de Madrazo. Como secretario general figura Antonio Nava Castillo y con él Juan Gil Preciado, Carlos Mariano Tamayo, Teófilo Borunda, Ruffo Figueroa, Francisco Galindo Ochoa, entre otros. Ese primer Comité Ejecutivo de la CNOP dura en funciones hasta 1946, año en el que Fernando López Arias es designado secretario general.35 No obstante, Madrazo habla durante un mitin en representación de la CNOP llamando a las elecciones de 4 de julio, “cita a la que deberán concurrir quienes no tengan miedo a ‘Acción Nacional’, quienes no tengan miedo a los sinarquistas […]; todo el pueblo deberá concurrir a las casillas electorales desbaratando las maniobras del añoso Partido Conservador, ahora representado por organismos que intentan una regresión al pasado”.36 Notable es su adhesión al Histórico Manifiesto del Comité Nacional de Lucha contra la Reacción del 9 de diciembre de 1943, en el que parece asomarse su afilada pluma: “Las actividades criminalmente antimexicanas, a que se dedican con redoblado ímpetu los dirigentes y militantes de la regresión antidemocrática, toman ahora como principal lema el de la ‘libertad religiosa’ […] elementos clericales, reaccionarios y fascistas —cuya vanguardia y tropa de choque están constituidas por el partido ‘Acción Nacional’ y la Unión Nacional Sinarquista— se han propuesto crear, de un modo artificial, un problema religioso con el propósito de lograr el apoyo de las grandes masas católicas para su plan de subversión antipatriótica […]. En tal virtud, las organizaciones representativas del pueblo se constituyen desde ahora en comité nacional de lucha contra la reacción […]. Firman por la CNOP el Tte. Coronel Antonio Nava Castillo y el Lic. y Dip. Carlos A. Madrazo”.37

Durante este periodo Carlos A. Madrazo ha trabajado en el sector público y luego en la Cámara de Diputados, donde es legislador declarado integrante de la CNOP o “nuevo” Sector Popular. El presidente Ávila Camacho ha nombrado jefe del Departamento Central al hidalguense Javier Rojo Gómez, con quien Madrazo tiene una relación muy estrecha. En esta época contrae matrimonio civil con Graciela Pintado Jiménez, dama de 21 años y cuya familia había sido dueña de la Hacienda del Gran Poder en Tacotalpa, diezmada hasta su desaparición en la época de Garrido Canabal, quien detesta a los Pintado.38 Profundamente católica, doña Graciela convence al “ateo” Carlos Madrazo de casarse por lo religioso, así que hacia 1960 tiene lugar una ceremonia privada en compañía de sus hijos en su casa de la Ciudad de México, presidida por el ex cristero obispo de Villahermosa José de Jesús del Valle y Navarro.39 El primero de diciembre de 1940 Rojo Gómez lo designa jefe de la Oficina de Colonización, cargo en el que se mantiene quince días, y luego pasa a ser jefe de la Oficina de Estadística y Estudios Económicos del mismo Departamento Central. Desde este puesto elabora el proyecto de creación del Banco del Pequeño Comercio, impulsa la multiplicación de estufas de gas a precios bajos, a fin de frenar la tala de bosques en el Distrito Federal y lugares aledaños. Se mantiene en este cargo hasta que el 1 de enero de 1942, cuando es designado director general de Acción Social. En apoyo a las tareas educativas y culturales, Madrazo emprende la creación de una plataforma librera en la que toman parte tanto el gobierno capitalino como la industria editorial. Participa en la Convención de Sociedades de Amigos de los Libros que tiene lugar del 18 al 20 de febrero de ese año en el Teatro del Pueblo del Mercado Presidente Abelardo L. Rodríguez. El temario a desarrollar es amplio. En primer término, diseñar los medios para que las “bibliotecas populares” del Departamento del Distrito Federal den “su máximo de servicio social”, horarios de lectura en sus locales, circulación de pequeñas bibliotecas, préstamos de libros a domicilio, intercambio y donación de libros, entre otros. También fundar bibliotecas populares en las poblaciones del Distrito Federal que no contaran con ellas, con la cooperación de sus habitantes. En la mesa principal se encuentran Madrazo y el legendario don Francisco Gamoneda, jefe del Servicio de Bibliotecas “y autorizado campeón desde hace muchos años de cuanto en este orden se emprende en México”. Dice una crónica que la Convención “solicitó con apremiante interés la creación de 32 bibliotecas nuevas para colonias y barriadas de las Delegaciones un tanto alejadas de los lugares en que están abiertas las actuales.40 La promoción del libro lleva a Madrazo a fundar la Editorial México, “que editara al costo obras útiles para la República […] [cuyas acciones] nunca me han producido alguna utilidad”.41 Desde aquí crea la primera feria del libro de abril-mayo de 1942, seguida por una segunda al año siguiente, en la calle de Ejido y después abarcando la Plaza de la República, luego de la Constitución. La solemnidad de su inauguración no deja dudas de su importancia: asisten el presidente Manuel Ávila Camacho, Octavio Véjar Vázquez, secretario de Educación Pública, y otros funcionarios, el secretario general de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), Vicente Lombardo Toledano, así como destacadas personalidades del mundo de la cultura.42 También reorganiza el servicio médico de la capital y funda el Hospital Rubén Leñero y seis puestos de emergencia.43 Al constituirse el Consejo del Comité Central de Defensa Civil de la Ciudad de México el 11 de agosto de 1942, Javier Rojo Gómez es el presidente, y Madrazo el secretario auxiliar. Dicho comité tiene a su cargo la protección de los habitantes de la capital frente a la eventualidad de ataques aéreos de aviones alemanes o japoneses, “ya que en la actual guerra no existen delimitaciones como anteriormente de retaguardia y frente de guerra, ya que ahora la población civil sufre tanto como los combatientes”.44 Madrazo modifica el calendario de efemérides cívicas con sus respectivas celebraciones, por considerar inútil y dispendioso atender el vigente, pues, por increíble que parezca, contiene varios centenares al año, y hasta “cinco o seis actos en un solo día, y todos ellos transcurrían en medio de la indiferencia de las gentes a quienes se trataba precisamente de despertar su sentido cívico al recordarles la importancia de tal o cual suceso histórico”. Se mantienen las del 5 y 24 de febrero, 5 de mayo y 16 de septiembre, en acuerdo con el Estado Mayor Presidencial y la Secretaría de la Defensa Nacional. En respuesta a una nota publicada en el diario Novedades, Madrazo niega que el 5 de febrero y el 5 de mayo sean suprimidos “porque yo soy de filiación comunista. Y como usted ve, esas fechas no sólo no fueron suprimidas, sino exaltadas en forma debida, y en cuanto al cargo debo decir que nunca y en ninguna época he sido comunista, aun cuando reconozco y nada a mi juicio hay de vituperable en ello, dentro de un concepto de estricta democracia, que soy un militante del movimiento progresista de México originado por la Revolución Mexicana”.45

Por otro lado, el puesto de director de Acción Social del Departamento Central lo desempeña hasta el 30 de junio de 1943, y el 1 de septiembre toma posesión como diputado federal en la XXXIX Legislatura por el II Distrito de la capital de la República, “devengando como dietas y por la Comisión de Presidente de la Comisión de Bibliotecas la cantidad de $2,000 mensuales, de los que entregaba al consejo formado por las organizaciones populares de mi distrito la cantidad de $800.00 para obras sociales del mismo distrito”.46 Pero antes pretende ser diputado por el I Distrito del Distrito Federal con el apoyo de la CJM en medio de un clima de violencia, ya que los almazanistas defienden con todo su posición en esta zona que consideran suya, matando a un militar, robando ánforas y tomando el control de varias casillas. En la confusión del momento, Madrazo es acusado de ser el instigador de los hechos, de tal suerte que, para no complicar más la situación, se opta por dar el distrito a Lamberto Zúñiga, del Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN).47 Logra recibir una constancia oficial, pero, cuando está cierto de que no asumirá el cargo, reclama al presidente Lázaro Cárdenas su responsabilidad en la situación, lo que origina esta respuesta:

Me he enterado de la carta que se sirvió enviarme con fecha 14 de los corrientes [agosto de 1940, N. del A.], relacionada con las actividades desarrolladas por usted y en la que expresa que esta Presidencia lo ha tratado con dureza por el hecho de que vayan a ser nulificadas las elecciones en el distrito por el que fue usted candidato. Conozco los antecedentes revolucionarios de usted, su capacidad y su identificación con el régimen y no teniendo el Ejecutivo a mi cargo, en lo personal, ningún detalle para juzgarlo incapacitado para puestos de responsabilidad político-social, a mi vez pregunto a usted con fundamento en qué considera que esta Presidencia haya decidido sobre el caso particular de usted. 48

Aunque es de suponerse que la respuesta del Divisionario de Jiquilpan no satisface al indignado representante popular que no logra serlo, su fidelidad al cardenismo y a don Lázaro se mantendría hasta el final de su vida, como se deja ver en esta declaración:

De 1920 a 1929 los años se deslizan envueltos en un aura de crímenes, de violencias, de incendios, de pasiones terribles […]. El país sufre la hoguera de la rebelión delahuertista, se estremece con la matanza de Huitzilac; muere trágicamente el presidente Obregón; sobreviene la sublevación del 29; pero seis años después, o sea una migaja de tiempo, se consigue un saldo positivo increíble; ya no se mata desde el poder. Cárdenas destierra a Calles, pero no lo mata y en lugar de estrangular las libertades las estimula y las respeta con la verdadera dignidad del patricio y con el gesto estupendo del auténtico sembrador público.49

Una nueva oportunidad en la Cámara de Diputados aparece a mediados del sexenio de Ávila Camacho. En la XXXIX Legislatura coincide con sus compañeros legisladores de nombradía o que no tardarían en adquirirla: Efraín Brito Rosado, Cándido Aguilar, Graciano Sánchez, Manuel Moreno Sánchez, Andrés Serra Rojas, Ruffo Figueroa, Víctor Alfonso Maldonado, Antonio Manero, Lauro Ortega, Pedro Téllez Vargas, Jesús Yurén, Sacramento Joffre, Ramón G. Bonfil, Norberto Aguirre Palancares, Donato Miranda Fonseca y Gustavo Díaz Ordaz, entre otros, con quienes estrecharía lazos cuyos frutos —dulces y amargos— se verían en los años por venir.50