INTRODUCCIÓN

Hace poco, cuando estaba escribiendo este libro, en una gira por el país, de las que acostumbro, visité El Salto, Durango. A la hora de la comida, un historiador de ese estado me preguntó qué opinaba sobre la intención de traer de París los restos de Porfirio Díaz. Le contesté que, si a eso íbamos, también habría que ir a buscar los de Catarino, enterrados en una fosa común en el panteón a la orilla del mar Caribe de Bocas del Toro, Panamá.

En realidad, soy partidario de dejar en paz a los difuntos y, de acuerdo con el pensamiento de cada quien, venerar al caudillo o gobernante preferido. En mi caso, trato de no olvidar a los padres de nuestra patria y procuro traer a la memoria y rendir homenaje al mayor número posible de héroes anónimos.

Ese es el propósito de este libro: dar a conocer, un poco más, la vida de un revolucionario olvidado que enfrentó a Porfirio Díaz y llamó a derrocarlo 18 años antes de que lo hiciera Francisco I. Madero, en 1910.

La lucha de Catarino tiene como peculiaridad que se fraguó en territorio estadounidense, en el estado fronterizo de Texas, y tuvo su desenlace en Centroamérica, donde este legendario guerrillero murió combatiendo como internacionalista, con la creencia de que era «necesario ayudar a otros pueblos primero, para que después me ayuden a mí». Pero ya no digo más; mejor te invito a conocer los pormenores de esta interesante odisea.

Mi agradecimiento a investigadores mexicanos, centroamericanos, colombianos y estadounidenses. Sin ellos, no habría sido posible escribir esta obra. En especial, mi reconocimiento fraterno a José Valadés, Daniel Cosío Villegas, Friedrich Katz y Celso Garza Guajardo. Muchas fueron las facilidades que me dieron los trabajadores de las bibliotecas nacionales de Panamá y de Costa Rica, así como la de Nuevo León, México. También me ayudaron en la revisión de este libro, mi amada Beatriz, Pedro Miguel, César Yáñez, Gilda Moreno y Laura G. Nieto.

Aclaro que yo, simplemente, describo e interpreto circunstancias con el propósito de enseñar algo del tan vilipendiado pero noble oficio de la política.

Andrés Manuel López Obrador