Leer es una de las mejores disciplinas que conozco para mantenerse «en forma» y en lo más alto. Leer un buen libro es como tener una conversación con su autor. Y nos convertimos en nuestras conversaciones. Piénsalo esta noche, leyendo la autobiografía de Gandhi, Historia de mis experiencias con la verdad. Mientras tomas un café, puedes mirar el mundo a través de sus ojos y saber qué le hacía vibrar.
¿Quieres salir mañana con Madonna? Pues coge su libro. Y lo mismo vale para Jack Welsh, la Madre Teresa de Calcuta, Bill Gates, Salvador Dalí o el Dalai Lama. Además, cuando lees un libro de alguien a quien respetas, siempre se te contagia algo de su talento. La mano que cierra un buen libro nunca será la misma que lo abrió. Como dijo Oliver Wendell Holmes: «Una mente que se ha expandido con una nueva idea nunca puede volver a sus dimensiones originales».
Cuando era pequeño, mi padre me dijo en una ocasión: «Ahorra con el alquiler o con lo que gastas en comida, pero que nunca te preocupe invertir en un buen libro». Esta idea tan poderosa me ha acompañado a lo largo de toda mi vida. Su filosofía afirma que es suficiente con descubrir una sola idea en un único libro para elevarte a un nivel superior y revolucionar de esa manera tu forma de ver el mundo. En consecuencia, nuestro hogar estaba siempre lleno de libros. En la actualidad procuro dedicar al menos una hora al día a la lectura. Es una costumbre que me ha transformado. Gracias, padre.
Puede que el mejor regalo que haga a mis hijos cuando yo muera sea mi biblioteca. Tengo libros sobre liderazgo, relaciones humanas, negocios, filosofía, bienestar, espiritualidad, grandes biografías y muchos otros temas que me interesan. Buena parte de ellos los he ido descubriendo en librerías de todo el mundo durante mis viajes de negocios.
Esos libros han moldeado mi forma de pensar. Han dado forma a mi filosofía personal. Me han convertido en el hombre que soy. Para mí, mis libros son inapreciables.
Cuando lees un libro de alguien a quien respetas, siempre se te contagia algo de su talento.
El viejo dicho es cierto: «Saber leer y no leer es casi lo mismo que no saber leer». Tómate un tiempo para leer algo bueno todos los días. Llena tu mente de nuevas ideas y de pensamientos brillantes. Utiliza los libros para inundar tu alma de esperanza e inspiración. Y recuerda esto, si pretendes ejercer el liderazgo, necesitas irremisiblemente leer.
¡Ah! Y si tú, al igual que yo, tienes la costumbre de comprar más libros de los que podrás leer nunca, no te sientas culpable; estás levantando tu biblioteca, y esa es una hermosa tarea.