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La paradoja platónica de Darth Plagueis:
¿cómo es posible que un señor de los Sith sea sabio?

TERRANCE MACMULLAN

«¿Has oído hablar de la tragedia de Darth Plagueis, el Sabio?» Esta es la pregunta que el canciller Palpatine, en calidad de amigo y mentor, le hace a Anakin mientras disfrutan de la función del Mon Calamari Ballet en Coruscant. Y en ese momento casi podemos oír a Anakin pensando: «¿Cómo es posible que un Sith sea sabio?». Los Sith, a quienes se creyó desaparecidos durante mil años, tenían la terrorífica reputación de ser los malignos agentes de un mal irrefrenable. Desde cierto punto de vista —en particular, desde el de un Jedi—, la noción de que exista un Sith sabio resulta muy extraña, cuando no directamente imposible.

Otro sabio que no se habría dejado engañar por la idea de un Sith sabio es Platón (429-347 a. C.). En tanto que Sith, Plagueis es un devoto del lado oscuro de la Fuerza, que ofrece un enorme poder a quienes son lo bastante valientes para convertirse en canales de pasiones como el odio y la ira. Una persona así sería, precisamente, todo lo contrario al sabio que propondría Platón, pues, para él, la sabiduría es una virtud inextricablemente vinculada a la humildad y a la justicia. La sabiduría se encuentra en el alma de las personas que han aprendido a someter su carácter y sus apetitos gracias al ejercicio de la razón. Así pues, «Plagueis, el sabio señor Sith» presentaría una paradoja irresoluble para Platón: si Plagueis es un maestro en el arte de utilizar —en lugar de aplacar— su carácter y de ceder a sus apetitos, ¿cómo es posible que sea sabio? ¿Cómo es posible que sea capaz de vivir más de un siglo sin sufrir la autodestrucción que Platón predice para todos aquellos que no refrenan su carácter y su apetito? Esta paradoja despeja el camino para reflexionar sobre temas como la ética, la sabiduría y la libertad y, por otro lado, también sugiere la posibilidad de que el ideal de sabiduría según Platón sea demasiado limitado y de que, quizás, otro tipo de filosofía pudiera ofrecer una explicación más convincente para justificar la existencia de un sabio señor oscuro de los Sith.

Respetar la diferencia entre conocimiento y sabiduría

Ningún filósofo se encuentra más estrechamente comprometido con la sabiduría que Platón. Por supuesto, cuando pensamos en la filosofía como «amor por la sabiduría» (philo significa «amor por» y sophia suele traducirse como «sabiduría») —y dando por entendido que la sabiduría es una virtud asociada a la racionalidad, la moderación y la bondad moral—, en realidad estamos empleando una definición de sabiduría que desarrolló el mismo Platón. Al igual que la mayoría de los filósofos del mundo antiguo, Platón diferenciaba conocimiento (o gnosis en griego) de sabiduría. El conocimiento es, claramente, cuestión de disponer de información contrastada sobre el mundo: por ejemplo, no es hasta que Han Solo se acerca a un enorme y misterioso objeto espacial y registra el efecto de un rayo tractor cuando «sabe» que la Estrella de la Muerte no es una luna. Por otro lado, la sabiduría es algo más sutil: a bordo del Halcón Milenario, Obi-Wan tampoco sabe en qué consiste eso que están viendo, pero tiene la sabiduría necesaria para recomendarle a Han que desvíe el Halcón antes de que el rayo tractor los atraiga. Platón cita a su maestro Sócrates en su Apología al decir que «el más sabio de vosotros… es aquel que se da cuenta de que…, con respecto a la sabiduría, él no tiene ningún mérito».1 Este ideal de sabiduría se apoya en la virtud de la humildad: ante un universo de múltiples posibilidades, la sabiduría de un ser mortal tiene poco o nulo valor. Por tal razón, Platón hubiera aprobado la regañina que Dexter Jettster propina a Obi-Wan en El ataque de los clones, puesto que no es de sabios creer que el conocimiento recogido en los Archivos Jedi es un conocimiento completo. ¡A diferencia de Jocasta Nu, la jefe bibliotecaria, que, por algún motivo, afirma con orgullo: «Si un elemento no aparece en nuestros archivos, no existe», un Jedi verdaderamente sabio sabría que ¡no es posible saberlo todo!

Antes de Platón, sophia tenía significados muy distintos. Friedrich Nietzsche (1844-1900) dijo que sophia, en su sentido original, significaba algo así como un gusto discriminador.2 De este modo, los primeros amantes de sophia eran personas que habrían cultivado una sensible capacidad de apreciación por las cosas bellas, ¡quizá como el afable canalla Lando Calrissian, quien, a pesar de que las fuerzas imperiales infestan las instalaciones de extracción minera en busca de sus amigos, no puede evitar detenerse para admirar la belleza de Leia! En época de Platón y de Sócrates, la palabra sophia había evolucionado hasta ofrecer connotaciones más crudas, algo parecido a un práctico «saber hacer».3 En este sentido, el astuto e ingenioso Han Solo sería el filósofo más sabio, en lugar de Yoda.

Los rivales filosóficos de Platón y de Sócrates, los sofistas, eran maestros de retórica, dominaban el arte de la persuasión y sabían manejar a las masas. Los sofistas rechazaban la idea de que existieran modelos sociales para temas como la justicia, la verdad y la belleza, y argumentaban que tales ideales variaban enormemente según el punto de vista de cada uno. Uno de estos sofistas, Trasímaco, fue un agresivo pensador que hubiera sido muy admirado por los Sith. Sus discusiones con Sócrates y Platón también nos ofrecen una clara idea de por qué Platón hubiera considerado que Plagueis es paradójico. Mientras que Platón creía que no hay forma de entender la existencia de la justicia sin la sabiduría, Trasímaco afirmaba que no había forma de comprender la existencia de la justicia sin el poder. Y mientras que Sócrates y sus amigos se esforzaban por encontrar una definición universal de justicia, Trasímaco interrumpe su debate al afirmar categóricamente que «lo justo no es otra cosa que la ventaja de lo más fuerte».4

Esta es, precisamente, la visión que los Sith tienen del mundo. Para ellos, hablar del bien sin dar por supuesta la fuerza es un cuento para niños, y el sabio que se cree capaz de trascender los caprichos del poder es un loco. Los Sith siguen las enseñanzas de Trasímaco durante el asedio de Naboo en La amenaza fantasma, cuando Darth Sidious ordena a Nute Gunray que la Federación del Comercio inicie la invasión. Gunray, expresando más la preocupación por su propio escondite que por cualquier principio ético, pregunta: «¿Eso es legal?». Sidious ofrece una respuesta que hubiera hecho sonreír a Trasímaco: «Yo lo haré legal». Sidious sabe que la ley no es más que una herramienta disponible para cualquiera que tenga la sabiduría de saber que no existe justicia sin poder, y que un poder suficiente puede hacer que cualquier cosa sea justa. En La venganza de los Sith, cuando se revela que Palpatine es Sidious y se encara con Mace Windu, este último le dice: «El senado decidirá tu destino»; entonces Sidious exclama: «¡Yo soy el senado!». Sidious aprendió esta filosofía de su maestro, Darth Plagueis, quien, mucho antes de la invasión de Naboo, le enseñó que los Sith vencerían a los Jedi porque «los Sith no somos estrellas tranquilas, sino singularidades. En lugar de brillar con un objetivo silencioso, nosotros deformamos el espacio y el tiempo para que la galaxia tenga nuestro propio diseño».5

Platón se oponía al cínico punto de vista de la ley del más fuerte. Sabía que Atenas se había transformado, que había dejado de ser la admirada ciudad-estado que había sabido rechazar las fuerzas invasoras del Imperio persa en las batallas de Salamis y Platea, para acabar siendo un imperio derrotado y dividido por los espartanos durante la guerra del Peloponeso. Esto ocurrió porque los atenienses fueron atraídos por el «lado oscuro» de las enseñanzas de los sofistas, convenciéndose a sí mismos de que hacer según su voluntad no era un injusticia, sino «una insoslayable ley de su naturaleza que les dictaba gobernar siempre que pudieran hacerlo».6 Platón argumentaba que esta idea acababa por destruir a todo aquel que la siguiera, tanto si se trataba de un individuo como si era una ciudad-estado. En lugar de la noción de justicia como «el poder del más fuerte», Platón proponía una definición de justicia que no se apoyara meramente en el poder, sino en la sabiduría.

«¡Poder ilimitado!»

Platón hubiera admirado el código Jedi que proporcionó miles de años de paz y prosperidad a la República Galáctica después de la batalla de Ruusan:

No existe emoción; solo existe paz.

No existe ignorancia; solo existe conocimiento.

No existe pasión; solo existe serenidad.

[No existe caos; solo existe armonía.]

No existe muerte; solo existe la Fuerza.

Comparémoslo ahora con el código Sith tal como lo enseña Darth Bane:

La paz es una mentira, solo hay pasión.

Con la pasión, obtengo fuerza.

Con fuerza, obtengo poder.

Con poder, obtengo victoria.

Con victoria, mis cadenas se rompen.

La Fuerza me liberará.

Si el Jedi busca la paz a través de la conciencia y el control de sus sentimientos, el Sith espera emplear su pasión, su poder y su fuerza para conseguir el fin último de la libertad. Plagueis explica esa diferencia: «Recuerda por qué los Sith somos más poderosos que los Jedi, Sidious: porque nosotros no tenemos miedo a sentir».7 El Sith quiere ser libre de la convención, la moral, la ley y, por último, de la misma Fuerza. Este tipo de libertad es a lo que los filósofos se refieren como libertad negativa, porque consiste en liberarse del control, consiste en una libertad que dice: «¡No me limites!».8 Pero Platón enseña que una persona sabia no debería nunca tomar ese camino, puesto que, al final, es un camino autodestructivo. La persona verdaderamente sabia se da cuenta de que este tipo de libertad no es una libertad verdadera, sino una jaula.

Platón nos pide que imaginemos que nuestra alma tiene tres partes: la racional, la irascible y la concupiscible. Cuando estamos equilibrados, la razón dirige las otras partes del alma. Una persona que se encuentre en este equilibrio goza de la virtud de la justicia porque funciona de la forma debida: cada parte del alma lleva a cabo la función que le es propia. Tal como la función del ojo es ver y la de la mano es coger, la función de la razón consiste en dirigir, y todo lo demás debe seguir su dictado. Una persona sabia es una persona cuya razón dirige su alma y cuyos juicios son buenos. Deberíamos sospechar del tipo de libertad que busca un Sith, puesto que, según Platón, «existe en cada uno de nosotros…, una terrible, fiera y temeraria prole de deseos que, parece, se revelan en nuestro sueño».9 El sabio, por el contrario, debe encontrar un equilibrio que le permita satisfacer sus deseos «necesarios», como el de comida, sueño y sexo. En resumen, la persona éticamente buena es el sabio, según Platón. Una vez que la persona conoce el bien, siempre «intenta» —por lo menos— hacer el bien. Esto nos conduce a una conclusión sorprendente: para el sabio, «hacer el mal de forma consciente es imposible».

Si abandonamos el pequeño lienzo de lo individual y pasamos al lienzo más grande del Estado, Platón afirma que el Estado justo es uno que se conduce por la verdad de que «cada hombre debe llevar a cabo un servicio social para el Estado que se adapte a su naturaleza».10 En el caso del alma de una persona, la parte racional del alma recluta a la parte irascible o de la fuerza de voluntad, para controlar y someter las pasiones. Esto nos permite llevar una forma de vida buena y ética —una vida genuinamente libre— en la cual la razón nos conduzca a través de «una vida de significado, de consciencia», un tipo de vida que Sidious sabe que Anakin quiere vivir. De forma similar, un Estado justo es aquel que es gobernado por personas naturalmente sabias y en el cual todo el mundo realiza su función individual.

Al sucumbir a la noción de que libertad significa ceder a nuestros apetitos o a nuestra parte irascible, tal como hace un Sith, nuestra alma corrupta se convierte en nuestra propia prisión. La libertad que busca un Sith «debería» ser su propio castigo, según Platón. El Sith, al buscar en su irascibilidad y su concupiscencia el camino hacia la libertad, lo que hace es forjar su propia cadena de esclavo. Su búsqueda del poder ilimitado le conduce, inevitablemente, a otorgar el poder a su irascibilidad y su concupiscencia. Pero, a pesar de todo, no es eso lo que le sucede a Plagueis.

Darth Plagueis, el Sabio

Desde luego, la teoría de Platón es plausible, dadas las muchas historias de los Sith y de otros que fueron seducidos por el lado oscuro. Por ejemplo, Maw, el Jedi Oscuro, era un Jedi boltruniano que cedió a sus tendencias egoístas y se convirtió en un ser grotesco y deforme dominado por el odio más puro y violento.11 O Anakin Skywalker, quien, a pesar de su excepcional conexión con la Fuerza, nunca fue totalmente capaz de controlar su miedo, primero por su querida madre Shmi —que fue torturada y asesinada por los moradores de las arenas— y luego por su amada Padmé, después de haber tenido una premonición de que moriría al dar a luz. Darth Sidious explota con habilidad su apasionado apego a Padmé para atraerlo al lado oscuro. El resultado es que Anakin pasa las últimas dos décadas de su vida como un retorcido monstruo, sufriendo en soledad una lacerante herida de pasión y encerrado en una oscura celda de cables y corazas.

A pesar de todo, el más sabio de los Sith consigue esquivar este destino. Plagueis es, indudablemente, un ser maligno según el punto de vista de Platón y de un Jedi. Sacrifica a los demás para cumplir su ambición de vengarse de los Jedi y conquistar la galaxia para los Sith. Nunca duda en poner su voluntad, en lugar de su razón, al mando de su alma de muun. No somete su concupiscencia y su irascibilidad en aras de la paz, sino que las alimenta como a las llamas de una forja en la cual da forma a sus ambiciones. Pero, por otro lado, no se le pueden adjudicar ninguna de las otras cualidades que Platón asocia al mal. Es capaz de ejercer una violencia brutal, pero también puede perfectamente refrenarse cuando el momento lo requiere. Es un científico tranquilo y meticuloso —aunque de una moralidad repugnante— que experimenta con criaturas vivas para aprender todo lo posible sobre la Fuerza. Es capaz de trabajar durante décadas en su plan por hacerse con el imperio financiero muun de Explotaciones Damask, al igual que dedicó el tiempo de una vida humana a conseguir asesinar a su propio maestro, Darth Tenebrous. Su conexión con la Fuerza es tan potente que muchos creen que fue por culpa de su manipulación de la Fuerza por lo que Anakin, el Elegido, fue creado. En lugar de caer en el pozo de locura y corrupción que tanto Platón como el Jedi prevén para quienes se desvían del camino, Plagueis es capaz de mantener su propia senda durante décadas en pos del objetivo más ambicioso de todos. No solo desea acabar con los Jedi y someter a la galaxia entera, sino que, tal como le dice a su droide 11-4D, su objetivo es nada menos que «extender mi vida indefinidamente. Conquistar la muerte».12 Este lord Sith sabio presenta una paradoja: es un ser contenido, paciente y racional que emplea la violencia, la pasión y la mentira en su búsqueda de poder.

Sin embargo, más que la existencia de un ser maligno y sabio a la vez, a Platón todavía le resultaría más confuso el hecho de que Darth Plagueis «comparte» en gran medida la visión de Platón. En la República, Platón presenta a la ciudad-estado justa como una analogía de un alma ética. En ambos casos, el elemento racional trabaja conjuntamente con el elemento irascible, y juntos prevalecerán sobre la parte concupiscente, que es la parte más importante del alma en cada uno de nosotros y la más insaciable por naturaleza. Ambas la vigilarán de cerca por temor a que, si se llena y se infecta de los llamados placeres asociados al cuerpo y, por tanto, se hace grande y fuerte, no se limitará a sus propios asuntos, sino que decidirá esclavizar y dirigir a las otras clases y, así, trastocará la vida de todas ellas.13

La preocupación de Platón por que la razón prevalezca sobre la irascibilidad y la concupiscencia es precisamente la motivación que tiene Plagueis para destruir a los Jedi y conquistar el universo para los Sith. Alberga la esperanza de conjurar una tormenta que arrase con todo lo que está anticuado y corrupto, y que ponga las piedras en el camino hacia un nuevo orden en el cual los Sith serían devueltos al lugar que les corresponde por derecho como dirigentes de la galaxia; todas las especies se inclinarían ante ellos no solo por obediencia y miedo, sino por gratitud por haber sido rescatados del borde.14

Platón y Plagueis coinciden en que el ciudadano medio es demasiado ignorante y estúpido para aceptar su propia incapacidad de gobernarse a sí mismo. Por ello es necesario que los dirigentes sabios se apoyen en el engaño para proteger a la masa de sí misma. Platón llama a esta oportuna falsedad «la mentira noble».15 De forma similar, los Sith emplean el engaño para conseguir que la República les otorgue el poder que necesitan para, en último término, proteger a los seres inferiores de sus propios instintos de cobardía y llevar la paz y el orden a la galaxia. Finalmente, Platón afirma que los miembros de una ciudad deberían practicar la crianza selectiva, emparejando a los sabios con los sabios y a los fuertes con los fuertes, para producir los mejores dirigentes y guardianes de la ciudad.16 También Darth Plagueis, el Sabio, fue el fruto de una crianza selectiva: su maestro Darth Tenebrous emparejó a su padre Caar Damask, muy sensible a la Fuerza, con una mujer muun también muy sensible para aumentar al máximo las posibilidades de que sus hijos fueran dignos de recibir un entrenamiento Sith.17 El mismo Plagueis continúa con esa herencia eugenésica cuando emplea la Fuerza para influir en los midiclorianos y provocar que creen vida.

Así pues, ¿qué conclusión sacamos de todo ello? Quizá Plagueis no será verdaderamente un «malvado»: es posible que los seres sensibles de la galaxia tengan tal predisposición al desorden y la autodestrucción (basta con pensar en el disfuncional Senado Galáctico de La amenaza fantasma) que solo la temible medicina de los Sith tenga el poder suficiente para curar la enfermedad de la ignorancia. Si eso fuera cierto, los Jedi no harían más que prolongar una enfermedad terminal al defender a la República Galáctica. Por otro lado, quizá Plagueis no sea verdaderamente un sabio: es posible que, por muy paciente que sea, un ser impulsado por una ambición tan egoísta y tan vacía de principios éticos sea, como máximo, afortunado y que nunca esté preparado para dirigir la galaxia con justicia, tal como Platón imagina que sería su república ideal. Quizá la propia irascibilidad y la concupiscencia de Plagueis hubieran acabado por consumirle si su aprendiz no hubiera acabado antes con él en una tormenta de rayos de Fuerza Sith mientras dormía. Pero quizá, simplemente, Platón estuviera equivocado en sus opiniones sobre la sabiduría, la libertad y la justicia. Tal vez comprenderíamos mejor las contradicciones y la naturaleza paradójica de Plagueis si lo miráramos a través de las lentes de un filósofo que, al igual que habría hecho Plagueis, se mofaba de las idealistas propuestas de Platón. Friedrich Nietzsche nos puede ayudar a comprender por qué Plagueis rechaza la noción de sabiduría, justicia y libertad defendida por Platón sin sucumbir a la bestia de su propia irascibilidad y concupiscencia. Nietzsche miraba a Platón con la misma aversión y desprecio que los Sith muestran ante los Jedi al ver que estos pierden lentamente la conexión con la Fuerza y con la vida misma. Los Sith se burlan de la incapacidad de los Jedi para comprender la naturaleza de la libertad y el significado de la vida.

La sabiduría de buscar una vida de gran sentido

Pensemos en el código del anticristo propuesto por Nietzsche:

¿Qué es el bien?

Todo aquello que aumente el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo, en el hombre.

¿Qué es el mal?

Todo aquello que brota de la debilidad.

¿Qué es la felicidad?

La sensación de que el poder aumenta, de que la resistencia se supera.18

Uno de los aspectos más afines entre Nietzsche y el Sith es que ambos desafían esa supuesta filosofía benevolente que ha conseguido hacer creer a todo el mundo que su noción de lo valioso es la «única» noción de lo valioso. Al igual que el Sith desea acabar con las pretensiones Jedi de altruismo, benevolencia y justicia, Nietzsche apuntaba a delatar la podrida verdad sobre Sócrates, Platón e, incluso, Jesús de Nazaret. Nietzsche creía que las filosofías de esos hombres habían debilitado a la civilización y la habían convertido en algo decadente. Eran puntos de vista que no estimulaban ni la vitalidad ni la valentía, sino el espíritu servil y obediente. Eran una «moral de esclavos» según la cual «solamente los desdichados son buenos; solamente los pobres, los impotentes, los humildes son buenos…, y vosotros, los poderosos y nobles sois, por el contrario, el mal».19 Nietzsche lanzaba una llamada a los escasos hombres valientes para que recobraran la verdadera moral, la antigua «moral de amos» que se regocijaba de la vida, del poder y de la vitalidad. Mientras que los esclavos califican de «buenos» los valores que son buenos para ellos, el amo califica de «buenas» las cosas que están en él ¡e, incluso, en sus enemigos si estos son nobles! Lo bueno para el noble está marcado por la «indiferencia y el desprecio por la seguridad, el cuerpo, la vida, la comodidad; en la emocionante alegría y la profunda felicidad en destruirlo todo, en la voluptuosidad de la victoria y la crueldad».20

Nietzsche esperaba que pudiéramos reemplazar la moralidad decadente por la moral de las antiguas castas de guerreros. También los Sith buscan alejarse del camino del Jedi, que suplica pacíficamente la ayuda de la Fuerza (murmurando con humildad «Que la Fuerza esté contigo»). Por el contrario, el Sith recorrería con determinación los caminos hiperespaciales que se extienden por la galaxia de los rakata, quienes construyeron el primer gran imperio de la galaxia —el Imperio Infinito— cuando consiguieron doblegar a la Fuerza a su voluntad y, con ella, a incontables sistemas estelares.21 Mientras que el Jedi suele llevar una vida repleta de cambios y emociones —como el mar de la Gran Duna de Tatooine—, ¡parece que el Sith disfruta mucho de la vida! ¿Qué otra imagen de «emocionante alegría y profunda felicidad en destruirlo todo» que la de Darth Sidious riéndose a carcajadas mientras lanza unas gigantescas plataformas contra Yoda durante la batalla culminante en La venganza de los Sith?

El Jedi, al igual que Platón, busca una vida plácida a través de la contención de la irascibilidad y la concupiscencia, así como evitando utilizar su poder de forma innecesaria. Nietzsche lamenta ese error y, más todavía, lamenta que el encanto de Platón sedujera a tantos que siguieron sus descarriadas creencias. Por el contrario, parece que quiera dedicar unas palabras de ánimo al Sith cuando pregunta:

¿Queréis un nombre para este mundo? ¿Una solución para todos sus enigmas? ¿Una palabra para vosotros, también, los que mejor os ocultáis, los más fuertes, los más intrépidos, los hombres de la medianoche? ¡Este mundo es voluntad de poder, y ninguna otra cosa! ¡Y vosotros también sois esa voluntad de poder, y ninguna otra cosa!22

Plagueis hace hincapié en el mismo punto mientras instruye a Sidious sobre la diferencia esencial entre un Jedi y un Sith. Explica que el Sith sigue los caminos marcados por los primeros en utilizar la Fuerza, los rakata, quienes

no pronunciaban ningún juicio sobre sus actos. Movían planetas, organizaban sistemas estelares, creaban dispositivos del lado oscuro como la Fragua Estelar cada vez que lo creían oportuno. Si millones de seres morían en el proceso, que así fuera. Las vidas de la mayor parte de los seres tenían poca importancia. Los Jedi no han conseguido comprender esto. Están tan ocupados en salvar vidas y en mantener los poderes de la Fuerza en equilibrio que han perdido de vista el hecho de que la vida sensible debe evolucionar, en lugar de languidecer en una satisfecha inmovilidad.23

Si el Jedi y Platón afirman que la paz es el más alto propósito de la vida, Nietzsche y el Sith replican que esa paz que buscan solo es natural en la tumba, y que la vida no busca la paz, sino el «poder». Los Sith desean que el poder esté libre de cualquier límite, incluso del límite definitivo de la muerte.

En su alegórica obra maestra Así habló Zaratustra, Nietzsche incluyó un capítulo titulado «Sobre los desprecios del cuerpo», en el cual el héroe, Zaratustra, asume la tarea de la caduca filosofía que coloca la irascibilidad por encima del cuerpo. Nos resultaría fácil imaginarle amonestando a Yoda por haber enseñado a Luke a despreciar su cuerpo al decirle que «seres luminosos somos, y no esta vulgar materia». Zaratustra rechaza la vieja idea de que el cuerpo «vulgar» corrompe al alma «luminosa», y de que el sabio es aquel cuya alma conquista al cuerpo. Al contrario, Zaratustra enseña: «Tiene más razón tu cuerpo que toda tu sabiduría. ¿Y quién sabe para qué tu cuerpo necesita, precisamente, toda tu sabiduría?».24 El cuerpo viviente es la fuente de la verdadera sabiduría ¡y, por encima de todo, busca poder para vivir! Nietzsche cree que la persona valiente no necesita cuentos de hadas sobre la eternidad del alma: una vez que se acepta la verdad acerca de la voluntad de poder, se puede vivir solo por la vida misma —la vida de verdad— sin miedo a sentir el dolor que implica vivir una vida de gran significado.

El Jedi observa con calma la muerte del cuerpo —quizá con demasiada calma—, igual que Sócrates mostró una extraña tranquilidad al morir innecesariamente por un crimen que no cometió.25 Yoda intenta mantener a Anakin en el rebaño Jedi enseñándole, después de la premonición de la muerte de Padmé, que «la muerte una parte natural de la vida es. Regocíjate por los que te rodean que en la Fuerza se transforman en la Fuerza. Llorarlos no debes. Añorarlos tampoco». El Jedi, al igual que Platón y su maestro Sócrates, parece casi dar la bienvenida a la eterna paz de liberarse del cuerpo. El Sith, por el contrario, ama su cuerpo y busca la manera de preservarlo, fortalecerlo e, incluso, de permitirle trascender la muerte. Si algunos, como el Jedi, calificarían este «poder» de antinatural, el Sith, al igual que Nietzsche, sonreirían y preguntarían que qué puede ser más natural que querer vivir? ¿Qué es más natural, que el joven Anakin acepte con serenidad la muerte de su madre o que satisfaga su visceral necesidad de venganza? ¿Qué es más natural para Anakin, quedarse sentado mientras su amada se enfrenta sola a la muerte o «hacer todo lo que esté en su poder para que esta siga con vida»? El Sith y Nietzsche dirían que el Jedi y Platón lo tienen mal entendido: la filosofía natural es la filosofía que ama la vida, y la filosofía antinatural es aquella que se sumerge tranquilamente en la muerte. Tal como dice Nietzsche: «todo naturalismo en la moral, es decir, en una moral sana, está dominado por el instinto por la vida».26 Plagueis sería así el más moral y natural de todos, pues él concentra su energía, sin pedir disculpas, en el instinto por la vida cuando busca descubrir el secreto de la vida eterna.

La Fuerza más allá de la luz y la oscuridad

Yoda sería el filósofo favorito de Platón en todo el universo de Star Wars, pues encaja completamente en su visión del alma como fuente de sabiduría y de que el amor por la sabiduría conduce a buscar más allá de la vida encarnada. Nietzsche, sin duda, elegiría a Plagueis y lo animaría en su búsqueda de la vida eterna en el plano físico. No importa que lo califiquen de maligno, argumentaría Nietzsche, pues los grandes hombres siempre son calificados de malvados por quienes los envidian. Cuando el Jedi condena al Sith por ser malvado, es como cuando los corderos se quejan: «Estos pájaros de presa son malvados; y todo aquel que sea menos parecido a un pájaro de presa… ¿no sería bueno?».27 El Sith, por su parte, no sentiría ninguna necesidad de criticar a un Jedi ni de lamentarse por sus fallos. En lugar de eso, al igual que los pájaros de presa, «lo mirarían con cierta ironía y dirían: “no nos disgustan en absoluto, al igual que esos buenos corderitos; incluso los amamos: no hay nada más sabroso que un cordero tierno”».28 Dejemos que el Sith sea despreciado, injuriado e incomprendido en su oscuridad, pues «el más grande será aquel que pueda ser el más solitario, el más oculto, el más desviado, el ser humano que esté más allá del bien y del mal, el amo de sus virtudes, aquel que sea rico en voluntad. Precisamente esto debe llamarse grandeza».29

Nietzsche ofrece una sabiduría liberadora en un párrafo digno de ser preservado incluso en el más raro de los holocrones Sith:

La superación de la moralidad y, en cierto sentido, incluso la autosuperación de la moralidad: que este sea el nombre del largo y secreto trabajo que se ha resguardado para las mejores y más honestas —también las más maliciosas— conciencias de hoy, como piedra de toque del alma.30

No mucho antes de que su sabia y larga vida llegue al fin a manos de su aprendiz Sidious, Darth Plagueis se venga en persona de Ars Veruna —el corrupto e infame exrey de Naboo— por haberse atrevido a asaltar su guarida secreta en Sojourn. Después de haber obtenido un control de la Fuerza que ningún ser nunca antes había conseguido, Plagueis mata a su antiguo aliado, simplemente, dando instrucciones a los midiclorianos para que «regresen a su fuente». Veruna lanza un insulto a Plagueis, diciéndole que no es mejor que los temidos anzatis, los comedores de cerebros, y Plagueis, sin entrar a calificar sus actos en términos de una moral convencional, responde: «¿Qué significa «mejor que» para aquellos de nosotros que hemos ido más allá de la noción del bien y del mal?».31 Platón y el Jedi nos ofrecen la fórmula de la sabiduría y, por tanto, nos enseñan a ser buenos. Nietzsche y el Sith, por su parte, no se ven a sí mismos como contrarios a las enseñanzas de sus moralizantes rivales: «los trascienden». No simbolizan al mal que frustra al bien: representan la esperanza de que el alma verdaderamente grande vive «más allá del bien y del mal».