ACTO ÚNICO

Sala deœntemente amueblada. Puerta al fondo, y a la izquierda balcón a la calle.

Escena I

(Margarita, Rosario, Inés, cosiendo; Bárbara, apartada leyendo el diario.)

 

INÉS: No tarda en salir papá.

MARGARITA: ¿Si llegará una visita?

INÉS: Ni lo digas, Margarita.

ROSARIO: ¡Qué mala seña será!

INÉS: Ya me fastidio, ¡pardiez!,

con esta infernal costura.

ROSARIO: Es una cosa muy dura,

y ya no tardan las diez.

MARGARITA: ¡Coser desde tan temprano!...

ROSARIO: Luego la lección seguir.

10

INÉS: Luego ponerse a escribir.

MARGARITA: Y luego tocar el piano.

INÉS: Ni a tertulia, ni a visita.

ROSARIO: Ni a ópera, ni al paseo.

MARGARITA: Sólo misa y jubileo...

INÉS: ¡Paciencia se necesita!

ROSARIO: Dicen que todos son vicios.

INÉS: Pues la verdad yo me irrito.

MARGARITA: Pero hoy sale Dominguito

de la casa de “ejercicios”.

20

ROSARIO:    ¡Ay! (Suspirando.)

INÉS:                  ¡Ay! (Idem.)

MARGARITA:          ¡Ay! (Idem.)

BÁRBARA:                ¡Latrofacciosos! (Leyendo.)

Ayer la correspondencia

oficial de su excelencia

quitaron los revoltosos.

¡Pan nuestro de cada día!,

mas ¿qué miro? ¡Notición!

Vamos, niñas: atención.

 

(Las muchachas la rodean.)

 

¡Oh, qué fortuna la mía!

“Ayer hemos derrotado

en la cuesta del Nagual

30

  a Aureliano, a Carvajal,

  a Aramberri y a Doblado”.

MARGARITA: ¿Señora, será verdad?

INÉS: De mentira tiene visos.

BÁRBARA: Lo dice el Diario de Avisos

mírenlo, ¡qué necedad!

 

(Las muchachas se agrupan.)

 

ROSARIO: “Aunque con gran sentimiento (Lee.)

por amor a la justicia

desmentimos la noticia

que dimos hace un momento...

40

No hemos querido jamás

dejar a nuestros lectores

imbuidos en errores...”

BÁRBARA: ¿Qué?

MARGARITA:   ¡Cangrejos al compás!

INÉS: ¡Cangrejos al compás!

ROSARIO: ¡Cangrejos al compás!

 

(Cantando las tres con burla.)

 

BÁRBARA: Vamos, ya no se tolera

esa falta de respeto.

“Puritas”, yo les prometo...

Escena II

(Dichas, don Roque.)

 

ROQUE: No sea usted majadera.

50

No les hable de política,

no sea tonta también.

BÁRBARA: Yo lo hago por su bien,

por librarlas de la crítica.

ROQUE: ¡Qué crítica ni qué diablo!

BÁRBARA: Soy de la parte sensata.

ROQUE: Usted no es más que beata

que no entiende ni un vocablo.

BÁRBARA: Se ha tornado usted en puro

desde el triunfo de Loma Alta.

60

ROQUE: Doña Bárbara, ¡me exalta!

BÁRBARA: Don Roque, yo se lo juro:

a no ser por el amor

que le profesé a su esposa,

le prometo a usté una cosa...

me iba con mi confesor.

Desde que usted enviudó

y yo viuda me quedé,

de sus hijas me encargué

y las he educado yo.

70

Y si aguanto mi destino

y sufro aunque no me cuadre,

es porque usté ha sido padre

de mi hijo, más que padrino.

ROQUE: A ese muchacho infeliz

lo está usted sacrificando.

BÁRBARA: Más bien lo estoy educando.

ROQUE: ¡Gordo como una perdiz!

Está como un ganapán,

   habiendo tantos oficios.

80

BÁRBARA: Sale hoy de los ejercicios.

ROQUE: Mándele usted de gañán.

BÁRBARA: Vamos, vamos, no tolero...

¡Ah, qué desgracia la mía!

ROQUE: Déjese de hipocresía

y búsqueme mi sombrero. (Vanse los dos.)

Escena III

(Margarita, Inés, Rosario.)

 

ROSARIO: Hoy tenemos diversión

que no está en el calendario.

INÉS: ¿Se te olvidaron, Rosario,

las flores?

MARGARITA: ¡Qué tentación!

90

ROSARIO: Están desde esta mañana,

Inés las tiene, ¡qué hermosas!

INÉS: Y deshojadas las rosas.

MARGARITA: ¡Qué procesión tan galana!

Escena IV

(Dichas, don Roque, doña Bárbara.)

 

ROQUE: Muchachas, hasta la tarde.

TODAS: Hasta la tarde, papá.

ROSARIO: Dominguito ya vendrá.

BÁRBARA: Estoy que la sangre me arde.

  Inés, llámate a Ruperta,

que traiga todo cabal. (Se va Inés.)

100

MARGARITA: Yo pondré el arco triunfal

que debe estar en la puerta. (Se va.)

Escena V

(Bárbara y Rosario.)

 

BÁRBARA: Todo está muy oportuno.

ROSARIO: ¡Recibimiento de rey!

BÁRBARA: Yo, siguiendo mejor ley,

preparo su desayuno.

Escena VI

(Bárbara, Inés, Margarita, Rosario.)

 

INÉS: Rosario, aquí están las flores.

BÁRBARA: Inés, muy bien te has portado.

MARGARITA: Aquí está el arco mentado.

BÁRBARA: ¡Oh, qué bonitos colores!

110

ROSARIO: Qué bien vamos a quedar.

BÁRBARA: Pero oigan, niñas, cordura,

viene en gracia esa criatura,

no le hagan desesperar.

No se le acerquen, ¡cuidado!,

que el diablo en esta ocasión

puede poner tentación;

yo se los dejo encargado. (Se va.)

Escena VII

(Dichas, menos doña Bárbara.)

 

INÉS: Estas galas son sencillas,

pero son de mucho gusto.

120

MARGARITA: Pon el arco...

ROSARIO: ¿Yo? ¡Qué susto!

MARGARITA: Subámonos en las sillas.

ROSARIO: Ven a sostenerme, Inés, (Se suben en sillas.)

que tengo mala cabeza.

MARGARITA: ¡Vaya!, si es una simpleza.

INÉS: No se te vayan los pies.

ROSARIO: Si viene entre tanto, hermana...

MARGARITA: Le tengo dicho a Ruperta

que esté en el zaguán alerta,

y que toque la campana. (Se bajan.)

130

INÉS: Muy elegante quedó.

ROSARIO: Cuando una mujer se empeña...

 

(Suena la campana.)

 

MARGARITA: ¡La campana!

INÉS:                                  Ésa es la seña.

ROSARIO: La charola.

MARGARITA:              ¡Yo!

INÉS:                              ¡Yo!

(Se la disputan y salen corriendo.)

ROSARIO:                              ¡Yo!

Escena VIII

(Daña Bárbara.)

 

Ya viene ahí, ¡qué contento!:

en toda la vecindad

el olor de santidad

va a trascender al momento.

¡Ay!, de alegría me crispo,

  el muchacho me embelesa,

140

pues Dominguito no cesa

¡hasta parar en obispo!

Escena IX

(Dicha, Dominguito coronado de flores y seguido de las tres muchachas que le van bañando de hojas de rosa, y de Ruperta con una charola muy compuesta, en que trae el chocolate. Don Cándido trae por la mano a Dominguito.)

 

CÁNDIDO: Le traigo hecho un San Antonio.

BÁRBARA: ¡Hijo de mi corazón!

DOMINGUITO: Deme usted su bendición.

CÁNDIDO: Así se ahuyenta el demonio,

así se libra de vicios.

DOMINGUITO: La mano, Inés, Margarita...

150

BÁRBARA: No creas te lo permita

aunque salgas de ejercicios.

CÁNDIDO: Eso fuera liviandad.

DOMINGUITO: ¡Ay!, no, mamá, ¡qué rubor!,

me dijo mi confesor

que era un acto de humildad.

BÁRBARA: Hijito, tu desayuno.

DOMINGUITO: Yo por la virtud me inmolo.

ROSARIO: Ojalá le dejen solo

yéndose tanto importuno.

160

RUPERTA: Ya dejará la cocina

viniendo tan enmendado:

santo más enamorado

ni el demonio lo imagina.

CÁNDIDO: Doña Bárbara, la dejo.

INÉS: (Aparte.) (Nos hace falta su ausencia.)

MARGARITA: No hables alto, ¡qué imprudencia!

ROSARIO: (Aparte.) (¿Qué nos importa este viejo?)

CÁNDIDO: Conque me voy, y buen día.

 

(Doña Bárbara no le escucha.)

 

BÁRBARA: ¿Si vieras en lo que pienso?,

170

que como hueles a incienso

has de ser santo a fe mía.

CÁNDIDO: Doña Bárbara, hasta luego.

DOMINGUITO: Ése es mi único delirio,

y sólo quiero el martirio.

ROSARIO: Que sea de sangre y fuego.

DOMINGUITO: (Aparte.) (Cáscaras.)

CÁNDIDO:                       No me detengo.

ROSARIO: (Aparte.) (Ni quien se meta en tal cosa.)

CÁNDIDO: Tengo ocupación forzosa,

me voy, pero pronto vuelvo.

180

BÁRBARA: Voy un rato a Catedral

a buscar a nuestro padre.

Niñas, lo que más le cuadre

se lo dan.

INÉS:               (¡Pues no está mal!)

CÁNDIDO: Me voy y no es imprudencia.

BÁRBARA: No me le enfaden, ¡por Dios!

CÁNDIDO: Vaya, nos vamos los dos.

BÁRBARA: No lo tienten de paciencia.

CÁNDIDO: Señora, aquí está mi brazo.

BÁRBARA: ¿Todavía usted aquí?

190

CÁNDIDO: ¿No reparó usted en mí?

BÁRBARA: No.

CÁNDIDO:      Pues vamos. (Se van.)

INÉS: (Aparte.)                  (¡Qué pelmazo!)

RUPERTA: Ya se marcha la señora,

yo me voy por allá dentro:

queda el beato en su centro,

y chuza va a hacer ahora. (Se va.)

Escena X

(Margarita, Ivés, Rosario, Dominguito tomando el chocolate.)

 

INÉS: Como tus ojos no mienten,

no nos puedes olvidar,

nos vas una sopa a dar.

DOMINGUITO: Vamos, niñas, no me tienten.

200

ROSARIO: Será malo que te noten

por descortés, Dominguito;

vamos.

DOMINGUITO: (Aparte.) (Yo me precipito.)

Rosario, no me alboroten.

MARGARITA: ¿Se te secó el corazón?

DOMINGUITO: Soy el mismo, Margarita.

MARGARITA: Vaya, dame una sopita.

DOMINGUITO: Sucumbo a la tentación. (Se la da.)

Ya quitado este embarazo (Levantándose.)

y habiendo cumplido así,

210

voy a pedir para mí

me den las tres... un abrazo.

ROSARIO: Qué santo, ¡por San Andrés!,

¿a quién abrazas primero?

DOMINGUITO: Yo distinciones no quiero,

a cualquiera de las tres.

INÉS: Eso no, y es necesario

que hagas pronto la elección,

DOMINGUITO: Ese compromiso no,

a tal cosa no me presto.

220

ROSARIO: Has de elegir, por supuesto,

Inés, Margarita o yo.

DOMINGUITO: ¿Pero cómo entre las tres?

Mi pecho a esto se rehúsa.

MARGARITA: Pues no admitimos excusa:

¿a Rosario, a mí, o a Inés?

DOMINGUITO: ¡Oh!, ¡qué elección tan dudosa!,

de mis casillas me saca,

es una bomba de a placa,

es a mi cuello un cordel.

230

Rosario... ¡qué compromiso!

¿Yo preferir!... a ninguna:

hoy me arroja la fortuna

en este sitio a las tres.

Margarita... ¡fiero trance!

quedan dos del triunvirato,

y yo soy el candidato...

¡vaya una dicha cruel!

Inés, Inés, tú venciste,

pero no, ¡resolución!,

240

trinidad del corazón,

¡Rosa! ¡Margarita! ¡Inés!

Quisiera tener seis brazos,

o que fueseis una sola:

vuestra trinidad me inmola.

¡Oh!, ¡quién fuera ciento pies!

ROSARIO: Nuestra fortuna juega

al azar en este día.

DOMINGUITO: ¿Pero cómo, vida mía?

INÉS: Harás la gallina ciega.

250

Y así a las tres persiguiendo,

te llevarás la fortuna

hasta que abraces alguna.

DOMINGUITO: Vamos, si me estoy perdiendo.

MARGARITA: Yo lo vendo. (Lo hace.)

DOMINGUITO:                    Pronto estoy.

INÉS: Son grandes tus sacrificios.

ROSARIO: ¿Qué tal en los “ejercicios”?

DOMINGUITO: No contento como hoy.

 

(Al vendarlo, Dominguito le besa la mano.)

 

MARGARITA: Vamos, sin besar la mano.

DOMINGUITO: Es un ligero capricho.

260

MARGARITA: O no hay nada de lo dicho.

DOMINGUITO: ¡Tentaciones de un cristiano!

(Le besa una mano.)

 

MARGARITA: Estás despachado. ¡Alerta!

ROSARIO: ¿Quieres silencio o ruido?

DOMINGUITO: Silencio.

 

(Con sorna. Lo ponen en el centro de la escena.)

 

INÉS:                        Pues convenido.

DOMINGUITO: Mucho cuidado a la puerta.

MARGARITA: ¿Qué ponemos, cruz o cuernos?

DOMINGUITO: En esto no hay pareceres;

si son ustedes mujeres,

¿qué pondrán?, ¡por los infiernos!

270

INÉS: Pues Dominguito, relojo;

si vieres por donde voy...

DOMINGUITO: Pero digan dónde estoy.

MARGARITA: ¡El diablo te quiebre un ojo!

 

(Comienzan a molestarlo, Rosario le pone una silla, con la que tropieza.)

 

DOMINGUITO: ¡Ya te cogí, Margarita!

INÉS: ¡Te quemas!

DOMINGUITO: (Tropezando.) Ya me abrasé.

¡Vive Dios!, me he roto un pie

¡con esta silla maldita!

 

(Se salen las tres, burlándose.)

 

Déjate pescar, Rosario...

Bribonzuela, ya caíste...

280

¡Inés!... ésta se resiste,

¡es un chiste extraordinario!...

(Se va cerca de la puerta.)

 

Si pudiera conseguir

una ráfaga de luz...

Escena XI

(Dicho, don Roque entra leyendo.)

 

DOMINGUITO: Hice una presa. (Abrazando a Roque.)

ROQUE:                                  ¡Avestruz!

DOMINGUITO: ¡Santo Dios! ¿Qué va a decir?...

ROQUE: Ya me falta la paciencia,

¡demonio de ejercitante!

DOMINGUITO: Señor...

ROQUE:       ¿Qué hace usted, tunante?

DOMINGUITO: Cumpliendo una penitencia.

290

ROQUE: Penitencia, ¡voto al diablo!,

¿de qué viene esa sandez?

DOMINGUITO: De mi confesor.

ROQUE:                                 ¡Pardiez!

DOMINGUITO: Quiero salir en retablo.

ROQUE: ¡Habrase visto simplón!

DOMINGUITO: Si fue caso de conciencia...

ROQUE: Al potrero de Aragón,

váyase a hacer penitencia.

DOMINGUITO: Conduélase usted de mí,

y sea por mis pecados.

300

ROQUE: Por mí quedan perdonados,

que yo me alejo de aquí. (Se va.)

Escena XII

(Dominguito.)

Por poco le rompo el busto

a este viejo de don Roque.

Llevamos terrible choque:

qué caro se paga un gusto.

Hasta perdí la esperanza

de salir bien del percance;

no fue tan sencillo el lance,

pero que siga la danza.

310

Escena XIII

(Dicho, y Margarita.)

 

MARGARITA: ¿Ya se ha marchado papá?

DOMINGUITO: Sí, niña, ¡por Jesucristo!,

Si no he marchado tan listo

me zurra como un bajá.

MARGARITA: No seamos inexpertos.

DOMINGUITO: Margarita... (La abraza.)

MARGARITA:                    ¿Qué sucede?

DOMINGUITO: Yo abrazo como se puede,

ojos cerrados o abiertos.

Ya que te tengo delante

y el corazón está en gracia,

320

la historia de mi desgracia

vas a saber al instante.

Desde que a esta casa vine,

lo vas a saber por fin:

has sido mi serafín,

y no hay quien me lo adivine.

Por donde quiera que voy

en mi corazón se agita

el amor de Margarita,

y destruyéndome estoy.

330

MARGARITA: ¿Estás loco, Dominguito?

DOMINGUITO: De amores, bella criatura.

Pues para hacer mi ventura

sólo tu amor necesito.

MARGARITA: ¿Mas cómo pensarlo así

con esas palabras vanas?

Te juro que a mis hermanas

dices lo mismo que a mí.

DOMINGUITO: ¡Vaya un juicio temerario!

Eacute;ste es caso de conciencia:

340

¿quieres probar mi paciencia?

Seré para ti unitario.

No enamoro a troche y moche,

depón, Margarita, el celo:

sólo por ti me desvelo.

MARGARITA: ¡Si roncas toda la noche!

DOMINGUITO: ¡Mi genio!, ¡mi genio!, alábalo.

Yo nunca soy importuno,

vivo en un constante ayuno.

MARGARITA: Comiendo como Heliogábalo.

350

DOMINGUITO: Me refugio en el altar

huyendo de tu belleza.

MARGARITA: (Aparte.) (Trastornemos su cabeza.)

Puedes un remedio hallar.

DOMINGUITO: Sólo en tu correspondencia.

MARGARITA: Sí la tienes.

DOMINGUITO:            ¡Aleluya!,

Domingo, la gloria es tuya.

MARGARITA: Viene tu mamá. (Se va corriendo.)

DOMINGUITO:                          ¡Paciencia!

Escena XIV

(Dominguito doña Bárbara.)

 

BÁRBARA: Tanta ventura no creo.

 

(Toma un libro y lee Domingo.)

 

 DOMINGUITO: (Entre las chicas fluctúo.)

360

BÁRBARA: Et cumspiritu tuo.

DOMINGUITO: Pues Gloria in exœlsis Deo.

BÁRBARA: Que canten un De profundis

a tus antiguos pecados

dicen los libros sagrados.

DOMINGUITO: Qui tollis peccata mundis.

BÁRBARA: Hijito, buena noticia.

Hablé al señor provisor,

sabes que es un buen señor.

 DOMINGUITO: Es speculum justicia.

370

BÁRBARA: Todos te andan alabando,

y por buscar tu sosiego

te darán plaza de lego,

¿lo escuchas?, en San Fernando.

DOMINGUITO: Mi espíritu satisface

vida de tanta quietud.

No trabajar, ¡qué virtud!

(Aparte.) (Y allí requiescat in pace.)

BÁRBARA: ¡Amén!

Se cumplió mi pensamiento,

380

al fin entras al convento. (Se va.)

DOMINGUITO: ¿Ad majore gloria Dei?

Escena XV

(Dominguito.)

¿Yo de lego?, ¡carambola!

¿Yo en San Fernando?... ¡qué aprieto!

Pero escaparme prometo,

dejemos rodar la bola.

Decir ite missa est

y encerrado todo el día

yo estaré en la sacristía

si dicen misa las tres.

390

Escena XVI

(Dicho, Inés.)

 

INÉS: Dominguito.

DOMINGUITO:         Inés divina,

ven a escuchar mi pasión,

por ti dejo la oración

y olvido la disciplina.

INÉS: ¡Oh!, qué amor tan repentino.

DOMINGUITO: Antiguo como mi vida;

vamos, estás conmovida

y yo la causa adivino.

INÉS: (Aparte.) (¡Qué risa!), te lo confieso...

 DOMINGUITO: No me puedes engañar,

400

tú quieres disimular

con ese genio travieso.

Estás muriendo por mí,

vamos niña, no lo ocultes

y en tu pecho lo sepultes:

dame al fin un dulce sí.

INÉS: ¡Qué sí, ni qué calabazas!

DOMINGUITO: Ésas son las que no quiero.

INÉS: Pues yo dártelas prefiero

y de darlas llevo trazas.

410

DOMINGUITO: En mis brazos quiero verte,

ninfa, beldad o sirena.

INÉS: Vamos, calmaré tu pena

(este tonto me divierte).

DOMINGUITO: ¡Conque al fin ya se cautiva

ese corazón de roca!

Tu sonrisa me provoca.

INÉS: Sí, es muy provocativa.

DOMINGUITO: Pero guárdame el secreto

de lo que mi pecho encierra:

420

Inés, nos hacen la guerra.

INÉS: Yo guardártelo prometo.

DOMINGUITO: Nunca olvides a tu amante.

INÉS: ¿Cómo olvidarle pudiera?

DOMINGUITO: Alguien sube la escalera.

INÉS: Vuelvo dentro de un instante. (Vase.)

Escena XVII

(Dominguito, don Cándido.)

 

DOMINGUITO: (Aparte.) (Me encocoran estos viejos.)

¿Viene usted a algún asunto?

CÁNDIDO: Ha tocado usted el punto,

vengo a darle unos consejos.

430

DOMINGUITO: (Aparte.) (Me pone en un precipicio.)

CÁNDIDO: Le traigo a usted un regalo:

La muerte del hombre malo.

(Le enseña un libro y un cilicio.)

 

DOMINGUITO: ¿Qué es eso?

CÁNDIDO:                           ¡Es un cilicio!

DOMINGUITO: ¡Carambola!

CÁNDIDO:                           Estoy seguro

que quita las ocasiones

y ahuyenta las tentaciones.

DOMINGUITO: Lo necesito, y procuro...

CÁNDIDO: ¿Habrá usted rezado mucho?

DOMINGUITO: Dos oraciones muy largas,

440

¡y qué penas tan amargas!

CÁNDIDO: Yo soy cristiano, machucho.

La carrera clerical

le hará a usted un San Antonio:

huya usted del matrimonio

como un pecado mortal.

Yo tengo mujer bonita...

DOMINGUITO: Lléveme usted a su casa,

  allí rezaré sin tasa

y mi alma estará contrita.

450

CÁNDIDO: Siempre no, niño, es mejor

un sitio más retirado:

irá usted, que ni pintado

con su padre confesor.

DOMINGUITO: Con su esposa y con usted

quiero rezar el oficio.

CÁNDIDO: Mejor será el ejercicio

metiéndose a la Merced.

¿Adónde está la mamá?

Aquí le traigo un Lavalle

460

que le he comprado en la calle.

DOMINGUITO: ¡Cuánto lo agradecerá!

  Pase usted, pase en buena hora.

Dígame usted, ¿dónde vive?

CÁNDIDO: Allí a nadie se recibe.

DOMINGUITO: Un recado a la señora.

Escena XVIII

(Dominguito.)

Bajo una mala levita

se oculta un buen bebedor.

¿Quién creyera que el señor

tuviera mujer bonita?

470

No me quiere recibir,

luego ella... ¡Qué malos juicios!

Vamos, si los ejercicios

no me pueden corregir.

La batalla preparemos,

no hay más que tener paciencia,

vale que en la Conferencia

todas las noches nos vemos.

Dominguito, ya van dos,

todavía no me callo:

480

como sin pecado me hallo

me está protegiendo Dios.

Escena XIX

(Dicho y Rosario.)

 

ROSARIO: ¿No están aquí mis hermanas?

DOMINGUITO: De lo que me precio y glorio

porque es público y notorio

que las dos son muy tiranas.

(Aparte.) (Veamos si aquí la atrapo.)

ROSARIO: ¿Estarán en la azotea?

DOMINGUITO: Escúchame, Galatea.

(Aparte.) (Cada tiro es un gazapo.)

490

ROSARIO: ¿Ellas tiranas?, ¡qué horror!

DOMINGUITO: Rosario, no has comprendido:

nuestro amor han sorprendido

y persiguen nuestro amor.

ROSARIO: ¿Qué amor?

DOMINGUITO:           El tuyo, ¡oh desvío!

Rosario, ¿cómo se llama

el fuego que se derrama

dentro tu pecho y el mío?

ROSARIO: ¿Conque tenemos amores?

Es la primera noticia.

500

DOMINGUITO: ¡Niña, y con tanta malicia!

ROSARIO: Dominguito; no me azores.

DOMINGUITO: Sí, Rosario, ya es pasión:

sin haberlo comprendido,

en las redes de Cupido

preso está tu corazón.

ROSARIO: (Aparte.) (Vamos, que siga la broma,

ahora caigo en la cuenta.)

DOMINGUITO: Sólo tu amor me alimenta,

eres mi blanca... paloma.

510

ROSARIO: Y tú mi pichón azul.

DOMINGUITO: (¿Para qué dije tal cosa?,

Se me está volviendo prosa.)

ROSARIO: (Aparte.) (¡Qué tonto es este gandul!)

DOMINGUITO: Nos esperan muchos gustos,

verás qué vida tan buena.

ROSARIO: (Aparte.) (Pues no te des a la pena,

te costará muchos sustos.)

DOMINGUITO: Deja, niña, ese rubor:

un abrazo.

 ROSARIO:          Ni por pienso.

520

Si me estás oliendo a incienso,

a eso no llega mi amor.

DOMINGUITO: ¡Qué proceder tan tirano!

Deja imprimir en tu frente

un beso de amor ardiente.

ROSARIO: Mejor en mi blanca mano.

 

(Le da una cachetada y se va.)

 

Escena XX

(Dominguito.)

 

Vaya unos cariños, ¡cáscaras!,

¡qué trato tan poco místico!

Es un modo bien artístico

para hacer los rostros máscaras.

530

Malo salió este capítulo,

y quien escriba mi crónica

no ha de encontrar muy armónica

con mi fortuna este título.

Mamá queriendo que el báculo

empuñe yo del ascético;

tome sin duda un emético

al mirar este espectáculo.

¡Oh, corazón! Cuán indómito

te sigue amor como un tábano:

540

primero me vuelvo rábano,

me da la fiebre o el vómito.

Que permitir que solícito

de abrirme cerquillo ávido

se acerque un barbero impávido

y en un tris me deje ilícito. (Se va.)

Escena XXI

 

(Don Roque, luego doña Bárbara.)

 

ROQUE: Me siguen las viejas,

me asedian beatos

me dan tales ratos

que no hallo que hacer.

550

Hoy hago reforma,

bastó de paciencia,

no más conferencia;

¿dó está mi poder?

BÁRBARA: ¿Tenemos enojo?

ROQUE: Tenemos fastidio,

mejor al presidio

me quiero largar.

BÁRBARA: ¿Pues qué le ha pasado

  que está echando ternos?

560

ROQUE: ¡Demonios! ¡Infiernos!

BÁRBARA: ¿Se va usté a matar?

ROQUE: Me han hecho cesante,

señora, me ahogo.

BÁRBARA: Por ser demagogo.

ROQUE: ¡Por ser Lucifer!

BÁRBARA: Pues vaya descalzo,

señor, a la Villa:

es cosa sencilla,

lo puede usté hacer.

570

ROQUE: Me voy desde el cerro

a echar de cabeza.

BÁRBARA: Jesús, qué fiereza!

Está usted atroz.

ROQUE: Usted me fastidia.

BÁRBARA: Usted me encocora.

ROQUE: Silencio, señora,

¡me mata su voz!

BÁRBARA: ¡Hereje!

ROQUE:               ¡Beata!

 BÁRBARA: ¡Tagarno! ¡Yorquino!

580

ROQUE: ¡Santucha!

BÁRBARA:            ¡Pollino!

ROQUE: ¡Silencio!

BÁRBARA:         ¡Masón!

ROQUE: ¡Silencio, señora!

BÁRBARA: ¡Me voy de esta casa!

Ni un rato se pasa,

me sobra razón:

  ya no más paciencia.

ROQUE: Pues cumpla su antojo.

BÁRBARA: No sufro su enojo,

 aquí se acabó;

590

         me voy al momento,

   no sufro el ultraje.

ROQUE: Pues lleve buen viaje,

no la he de rogar. (Se van.)

Escena XXII

(Don Cándido.)

 

¡Vaya un chico virtuoso

Dominguito!, ¡qué humildad!

¡Qué inocente castidad!

¡Qué humildad y qué reposo!

En una edad tan temprana,

   ¡qué meditar tan profundo!

600

¡Cómo desprecia del mundo

el lujo y la pompa vana!

Es un santo, a mi entender;

y por evitar antojos,

no alza siquiera los ojos

para ver a una mujer. (Se va.)

Escena XXIII

 

(Dominguito persiguiendo a Ruperta que entra huyendo.)

 

RUPERTA: Jesús! Jesús!, que me atrapa.

Ya le dije a usted que no.

DOMINGUITO: (Ella sola se entregó

   y esta vez no se me escapa.)

610

 

(Dan vueltas alrededor de una mesa.)

 

Ruperta, eres muy tirana.

RUPERTA: Usted pretende un destrozo.

DOMINGUITO: Voy a comprarte un rebozo.

RUPERTA: Y lo echo por la ventana.

DOMINGUITO: Basta ya de andar con riñas,

condesciende con mi amor.

RUPERTA: ¿A que le grito al señor

y lo acuso con las niñas?

DOMINGUITO: Por Dios que no hagas tal cosa,

correspóndeme.

  RUPERTA:            ¡Qué bueno!

620

DOMINGUITO: ¡Mátame!

RUPERTA: No soy sereno.

DOMINGUITO: Ni yo soy tu perro, hermosa.

  Tengamos en paz la fiesta,

ya de bromas estoy harto.

RUPERTA: Pues óigame, en ese cuarto

le voy a dar la respuesta.

   Vaya usted a ver primero

si no aparecen las niñas.

DOMINGUITO: No sean tus socaliñas... (Se va.)

 RUPERTA: En ese cuarto le espero.

630

Escena XXIV

(Ruperta.)

 

¿Cómo librarme de este hombre

cuando le tienen por santo?

Ni pared de calicanto

le libra de tentación.

Me sigue por donde quiera

en la noche y en el día,

siempre oliendo a sacristía,

¡Oh!, ¡qué amor de santurrón!

Me ofrece esta vida y la otra,

pues el beato en su anhelo

640

dispone de tierra y cielo

a entera satisfacción.

Y muy ufano me ofrece

para calmar mi conciencia

la más plenaria indulgencia:

¡Oh!, ¡qué amor de santurrón!

Escena XXV

(Ruperta, don Cándido.)

 

CÁNDIDO: ¿Doña Bárbara ha salido?

RUPERTA: Aún está dentro.

CÁNDIDO:                        Ruperta,

entorna un poco la puerta

pero sin hacer ruido. (Lo haœ Ruperta.)

650

RUPERTA: ¿Pero qué mandaba usted?

CÁNDIDO: Te he encontrado un buen destino.

RUPERTA: Pero señor, no adivino

lo que intenta su merced...

CÁNDIDO: Tú eres joven y bonita,

 

(Se va aœrcando.)

 

es fuerza serte propicio,

quitarte del precipicio...

La sociedad es maldita.

Un tesoro es la pureza,

yo seré tu protector. (Acariciándola.)

660

¿Me aborreces?

RUPERTA:                 No, señor.

CÁNDIDO: Vamos, alza la cabeza.

 

(Se la levanta de la barba.)

 

  ¡Qué barba!... ¡tiene un hoyito!...

En él Cupido se esconde;

pero oye, mi alma, responde.

RUPERTA: Allí viene Dominguito.

CÁNDIDO: ¡Ay!, ¡miserere!, ¡qué bola!

Me voy.

RUPERTA:        Escóndase al punto.

CÁNDIDO: Frío estoy como un difunto.

 RUPERTA: Tocaré cuando esté sola.

670

(Se esconde don Cándido en el cuarto de la izquierda y se va Ruperta.)

 

Escena XXVI

(Dominguito, después don Roque desde la puerta.)

 

DOMINGUITO: Estamos solos, ¡victoria!

Adentro está mi pasión.

ROQUE: (Aparte.) (¿Qué es lo que escucho?, ¡bribón!)

DOMINGUITO: Nadie me quita esta gloria.

ROQUE: (Aparte.) (Pongámonos en acecho.)

DOMINGUITO: ¡Oh, qué amor tan sin segundo!

En él se encierra mi mundo.

Ven y reposa en mi pecho;

 

(Toca la puerta donde está don Cándido.)

 

ya se cumple mi deseo,

locuras de la alegría,

680

mi bien, mi amor.

CÁNDIDO:         Vida mía. (Se abrazan.)

DOMINGUITO y CÁNDIDO: (Espantados.) ¡Ah!, gloria in exœlsis Deo.

ROQUE: ¡Enamorarse los dos!

¡Mire usted qué bigardones!

Éste es un par de bribones.

CÁNDIDO: ¡Modérese usted, por Dios!

DOMINGUITO: De vergüenza me sofoco.

ROQUE: ¡Señor!, estoy espantado:

¡en mi casa tal pecado!

Ustedes me vuelven loco.

690

¡Don Cándido! ¡Santurrón!,

venga usted acá, devoto:

no les armo un alboroto...

CÁNDIDO: ¡Ah!, tenga usted compasión;

a ese mancebo, de amores

jamás he hablado vocablo.

ROQUE: ¡Cargue con los dos el diablo,

se estaban echando flores!

DOMINGUITO: ¡Válgame los dulces nombres!

CÁNDIDO: ¿Yo con tales procederes?

700

Ni me gustan las mujeres.

ROQUE: ¡Y enamora usté a los hombres!

CÁNDIDO: ¡Qué hombres, ni qué calabazas!

Se equivoca medio a medio.

DOMINGUITO: Esto no tiene remedio.

ROQUE: ¿Y me echa usted amenazas?

DOMINGUITO: ¡Ángel santo de mi guarda!

ROQUE: Cállese usted, monigote.

(A Cándido.) Venga usted, y no alborote;

que la familia no tarda.

710

 

(Se van Roque y don Cándido.)

Escena XXVII

(Dominguito, después Ruperta.)

 

DOMINGUITO: ¡Tronó la bomba, Dios mío,

y se vino abajo el techo!

Pagar lo que no se ha hecho...

¡Si don Roque es un impío!

Desde hoy prometo la enmienda,

no he de hablar ni a una mujer.

RUPERTA: ¡Niño!

DOMINGUITO: (Aparte.) (No he de responder.)

RUPERTA: Ya he escuchado la contienda;

no he tenido parte en eso:

el diablo metió la cola,

720

por eso se armó la bola.

DOMINGUITO: (Aparte.) (Dominguito, tente tieso.)

RUPERTA: Pero yo le juro, niño,

que no ha sido culpa mía.

DOMINGUITO: (Me está tentando esta arpía.)

RUPERTA: Tengo a usted tanto cariño...

 

(Le hace una mueca.)

 

¿No quiere usted responder?

Vamos, ¡qué mal corazón!

DOMINGUITO: (Aparte.) (Como es calva la ocasión

no me puedo contener.)

730

Fue terrible el embarazo.

RUPERTA: Como soy tan inexperta...

DOMINGUITO: Yo te perdono, Ruperta;

pero me das un abrazo.

RUPERTA: ¿Uno solo?

DOMINGUITO: Nada más.

RUPERTA: ¿Pero se casa conmigo?

DOMINGUITO: Pongo al cielo por testigo.

 

(La abraza.)

 

RUPERTA: ¡Ay!

Escena XXVIII

(Dichos Inés Rosario, Margarita.)

 

TODAS:         Ja!, ¡ja!, ¡ja! (Cantando y palmoteando.)

MARGARITA:                          Qué Fierabrás.

ROSARIO: Cuán entusiasta ese ardor.

  INÉS: Empeñaste tu palabra.

740

MARGARITA: Como en la pata de cabra,

“Todo lo vence el amor”.

DOMINGUITO: ¡Por Dios, niñas!

ROSARIO:                              Con Ruperta

has de ser muy buen marido.

DOMINGUITO: Te engañas.

INÉS:                            Lo hemos oído

todo detrás de esa puerta.

MARGARITA: ¿Y ponderabas mi gracia?

INÉS: ¿No era yo tu dulce bien?

ROSARIO: ¿Y yo tu encantado edén?

 RUPERTA: ¡Pues triunfó la democracia!

750

ROSARIO: Lleno de paz y concordia

jugar con las tres quisiste:

Dominguito, te perdiste.

DOMINGUITO: ¡Rosario, misericordia!

MARGARITA: El cilicio o la oración

te hizo olvidar mi hermosura.

DOMINGUITO: A mi horrible desventura

da, Margarita, el perdón.

INÉS: Como galán distinguido

no me quisiste a mí sola.

760

DOMINGUITO: ¿Quién me presta una pistola?

Esta tarde me suicido.

ROSARIO: Si su pecho se alimenta

con mi amor, y ése es su centro,

don Cándido está allá dentro.

DOMINGUITO: Ésta es la postrer afrenta.

TODAS: ¡Qué viva don Juan Tenorio!

MARGARITA: De novenas y cilicios.

ROSARIO: Calavera de ejercicios.

 DOMINGUITO: ¡Ánimas del purgatorio!

770

Niñas, niñas, por piedad (Se hinca.)

ya no me abrumen, es mucho.

Escena XXIX

(Dichas, doña Bárbara, don Roque, don Cándido.)

 

ROQUE: Doña Bárbara.

BÁRBARA:                     ¡Qué escucho!

ROQUE: Mire usted la santidad.

BÁRBARA: Las niñas tienen la culpa.

ROQUE: La culpa es del bigardón.

BÁRBARA: Usted no tiene razón.

ROQUE: Usted no tiene disculpa.

LAS TRES NIÑAS: (Le rodean.) No se enoje usted, papá.

ROQUE: Se me larga con su hijo

780

ahora mismo, no transijo.

BÁRBARA: Pero señor...

INÉS:                         ¿Dónde irá?

MARGARITA: Papá...

INÉS:                 ¡Domingo!

ROSARIO:                          ¡Qué bola!

ROQUE: Lárguense ustedes de aquí.

BÁRBARA: No me importa usted a mí.

CÁNDIDO: Paz, que haya paz.

DOMINGUITO:                          ¡Carambola!

ROQUE: No tengo gana de riñas.

BÁRBARA: Hoy le dejo a usted, pantera;

y con gusto, si no fuera

por el amor a las niñas.

790

MARGARITA: No se vaya usted, ¡por Dios!

ROSARIO: Si todo ha sido una broma.

BÁRBARA: Este hombre a serio lo toma.

CÁNDIDO: Vamos, cálmense los dos.

ROQUE: Basta, basta señoritas,

quede usté en casa, señora;

mas reforma, desde ahora

ya pueden venir visitas.

Con doscientos de a caballo

que se modere esa gente,

800

y tú te largas a Oriente

para buscar un serrallo.

No quiero, ¡voto al infierno!,

tener aquí un santurrón;

yo quiero un calaverón

y no temporal y eterno.

DOMINGUITO: Salí mal con estas cuatro,

de corazón me arrepiento;

pero quedaré contento

  con Todas las del teatro.

810

Si algún marido hace el feo

y dice kyrie eleyson,

que echen abajo el telón

y gloria in exœlsis Deo.

FIN