INTRODUCCIÓN

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Tengo que confesarles la emoción que me produce presentar mi cuarto libro, en especial porque contiene algunas de las razones de mi transformación en la persona espiritual que soy ahora, y así comparto con ustedes el momento en que descubrí que no estaba solo en el mundo. Claro, sé que tengo una familia y amigos, pero nunca imaginé que el mundo me sorprendería con la presencia de seres de luz, con mensajes en el aire, o al experimentar sueños reveladores desde un cuerpo etérico que todo lo recibe, ya sea física, emocional, espiritual o mentalmente.

En ese momento supe que estábamos hechos de una energía especial y que nuestro cuerpo físico es solo el resultado de esta energía.

Recuerdo cuando veía la vida distinta, sin el color y el amor que se merece; cuando todos los muebles, las cosas, los árboles, los lugares y las experiencias existían porque sí y sin ningún sentido.

Mucho tiempo me enfoqué en lo que no tenía: el viaje deseado, la súper pareja, mucho dinero o un gran trabajo, pero sobre todo esperaba ese macro acontecimiento que cambiaría mi vida para bien. Tenía mi agenda llena de cosas, no quería un momento solitario; todo lo llenaba con eventos, a veces inútiles, para no toparme conmigo mismo.

Fui diagnosticado como obsesivo-compulsivo, pues si tenía que hacer algo, lo debía llevar a cabo a la perfección y sin equivocación alguna; solo así encontraba mi libertad y era frustrante porque cada vez me exigía más y más, tratando de ser mejor y nunca fracasar: no me daba cuenta de que mi mayor fracaso era el que estaba viviendo al pretender ser el mejor hacia afuera sin aceptarme a mí mismo.

Entre otras cosas, llevaba un inventario de mi ropa, de mis medicinas y de mi vida; no podía dormir si no era con tapones en los oídos, antifaz, aromaterapia y musicoterapia. Al acostarme no me permitía zafar las sábanas, ya que tenían que seguir tendidas de manera perfecta.

Mi gente no podía equivocarse, yo les tenía establecido un margen de error muy limitado: no se les podía caer algo, no podían decir algo indebido, no podían hablar de sexo y mucho menos decir groserías, porque me resultaba incómodo.

Pronto me fui dando cuenta de que esto me consumía tanto que no me dejaba vivir, me encerraba más en un mundo inexistente, frío y sin razón alguna. Y fue así que después de tanta frustración desperté.

Lo primero que me ayudó fue estar pendiente y muy atento a todo lo que ocurría mientras mi día avanzaba: por ejemplo, cómo se sentía el calor del sol en mi cuerpo y lo que esto me producía; si comía algo, me aseguraba de que fuera algo que realmente me hiciera valorarlo y no cualquier alimento que solo llenara mi estómago.

Escuchaba los coches, los pájaros, una puerta al cerrarse; música de todo tipo, para tener distintas sensaciones en mi cuerpo y así vivir múltiples experiencias.

Mi mundo cambió y yo con él; las señales despertaron, con mensajes sobre cómo me encontraba o al hacer evidente la evasión de cosas que no quería ver. Mis sueños eran realmente reveladores y mi sensibilidad o mi sexto sentido se desarrollaban con fuerza.

Descubrí un universo mucho más vivo de como yo lo conocía.

Les confieso que en un principio tenía miedo; me preguntaba cómo un ritual podía afectar tanto, de una forma positiva o negativa en mi vida, y cómo es que sentía el estado emocional de otras personas; me fui encontrando con ángeles y fantasmas y descubrí que el mundo vive en un perfecto equilibrio.

Por medio de este libro, Dios me da la oportunidad de compartirles mis experiencias, mis sueños, y sobre todo, el hermoso aprendizaje que he recolectado por quince años.

No te digo más, para que descubras con tus propios ojos el mundo despierto para ti.

Abre los ojos, relájate, busca un lugar cómodo y lee esta obra, ya que puede ser el cambio que tanto has buscado en tu vida.

Yo te acompañaré en todo el trayecto de tu lectura.

¡Que comience la función!



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