
Cuatro mil años
nos contemplan
México en el tiempo
“
No somos nada” es una frase que podría definirnos al tratar de ubicar lo que hoy llamamos México dentro del tiempo y el espacio en la evolución de la Tierra y del hombre. Somos tan jóvenes en cuanto a la historia del mundo, incluso respecto de Europa, Asia y África, que pensar en millones de años, o en cientos de miles, o simplemente en milenios, se vuelve avasallante o cuando menos provoca angustia.
Juguemos un poco con el tiempo. Si nos permitimos establecer que la historia de México —como una línea continua— comienza con la fundación de Tenochtitlán en 1325 y llega hasta nuestros días (más lo que venga), podemos afirmar que hoy, en el 2013, tenemos una larguísima historia de 688 años y que llegaremos a los 700 años en el 2025, si antes no se acaba el mundo.
Sin embargo, nuestra “larga” historia se reduce a nada cuando le agregamos algunos cuantos miles de años. Por ejemplo, podríamos sumarle 3825 años que corresponden al periodo en el que surgieron, se desarrollaron, alcanzaron su auge y desaparecieron las principales civilizaciones prehispánicas, mismas que también son parte de nuestra formación histórico-cultural. Entre ellas podemos citar a los olmecas, cuicuilcas, zapotecas, mixtecos, mayas, Teotihuacános y toltecas, entre muchos otros pueblos que sería imposible enumerar en estas páginas.
De ese modo, nuestra historia all inclusive (todo incluido), está constituida de la siguiente manera: es decir, civilizaciones prehispánicas + el imperio azteca + la conquista y la dominación española + el México independiente + el siglo XX + lo que venga, nos arroja una suma de 4513 años, de los cuales, 4021 corresponden exclusivamente a los asuntos prehispánicos (2500 a.C.-1521 d.C.) y 492 a México (1521-2013), si consideramos que la conquista fue el acontecimiento que marcó el inicio del proceso que ha implicado la construcción de la nación mexicana.
Cuatro milenios de historia prehispánica no son muchos, si tomamos en cuenta que el hombre ya hacía de las suyas, en lo que hoy es el territorio mexicano, 35 mil años antes de Cristo, aunque de una manera sumamente silvestre, por no decir salvaje. En su defensa hay que decir que ya era homo sapiens; es decir, ya contaba con la misma anatomía que el hombre actual.
¿De dónde venimos?
El continente americano no tenía población originaria. El hombre migró desde Asia, a través del Estrecho de Bering, unos 40 mil años antes de nuestra era. Esta es la teoría más aceptada debido a que la última glaciación —ocurrida entre el 100000 y el 8000 a.C.—, mantuvo unidos ambos continentes durante miles de años.

Una vez que los migrantes se internaron en el continente —que hasta el siglo XVI recibiría el nombre de América—, avanzaron hacia el sur y se dispersaron por distintas regiones hasta que llegaron al actual territorio de la República Mexicana.
Durante esos miles de años, los hombres eran nómadas dedicados a la caza, a la recolección y a la pesca. Una parte permaneció en lo que hoy es territorio estadounidense y continuaron con ese tipo de vida; los climas extremos, lo inhóspito del paisaje y la aridez del suelo condujeron a los investigadores a definir la región como Aridoamérica, siempre asociada con las tribus salvajes nómadas y con escasos elementos de civilización.
Otros grupos de hombres avanzaron hacia el centro y sur del continente. Según el investigador Pablo Escalante Gonzalbo, ya había presencia humana en nuestro actual territorio hacia el año 35000 a.C. No obstante, como eran tan inquietos, andaban de un lado para otro y transcurrieron treinta mil años más antes de que “echaran raíces”.
Los primeros asentamientos
La variedad de climas, los ríos y lagos y la fertilidad de los suelos que existían en el centro y sur de nuestro territorio propiciaron que entre el año 5000 y el 2500 a.C. los hombres lograran domesticar el maíz, la calabaza y otras plantas, así como algunas especies animales, con lo cual comenzó el desarrollo de la vida sedentaria a través de la agricultura, en torno a una muy primitiva organización social.
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Dos viejitos: el hombre de Tepexpan y la mujer del Peñón |
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El primero se volvió legendario pues desde su hallazgo, ocurrido en 1947, fue considerado como el individuo más antiguo encontrado en México; incluso llegó a afirmarse que tenía 11 mil años de antigüedad. Sin embargo, estudios realizados en 2009 determinaron que era un hombre adulto, que falleció alrededor de los treinta años de edad y que tiene cinco mil años de antigüedad. La mujer del Peñón, llamada así porque fue encontrada en 1959 en el Peñón de los Baños, al oriente de la Ciudad de México, es aún más antigua: tiene cerca de 13 mil años. |

Esta región donde surgieron las grandes civilizaciones prehispánicas es conocida como Mesoamérica y los investigadores han señalado el año 2500 a.C. como el inicio propiamente dicho de nuestra historia prehispánica.
En la historia de las culturas mesoamericanas no es posible fijar fechas de inicio y de caducidad; no es una sucesión cronológica exacta de civilizaciones, ciudades, reinos o imperios. Hubo centros urbanos que se desarrollaron de manera paralela, a veces con la influencia que propiciaba el intercambio comercial o cultural; en otras ocasiones se desarrollaron de manera aislada; en otras más, el auge de unas coincidía con el inicio o decadencia de otras.
De ahí que sea muy complejo definir una línea continua para entender los cuatro mil años de civilizaciones prehispánicas. Lo cierto es que a partir del año 2500 a.C. comenzó el desarrollo de distintas ciudades-estado y pueblos que concluyó hasta 1521, con la caída de Tenochtitlán. También es cierto que, al momento de consumarse la conquista, la mayoría de estas ciudades-estado habían desaparecido pero dejaron su huella e influencia social, cultural, gastronómica, arquitectónica y religiosa, misma que se fusionó con la cultura, usos y costumbres que acompañaban a los españoles para generar una cultura nueva: la mexicana.