
El ángel de la infancia, 1905
Óleo sobre lienzo, 75 × 40 cm
Barcelona, MNAC, Colección Amadeo Lax
Concha Martínez Cruces (1870-1941) entró en casa de los Lax como nodriza del pintor cuando éste tenía unas pocas semanas de vida y ella apenas llegaba a los veinte años. Permaneció unida a la familia, a la que sirvió también como niñera, camarera, dama de compañía de doña Maria del Roser de Lax —la madre del artista— y de nuevo niñera, cuidando del único hijo del pintor hasta el estallido de la Guerra Civil y el posterior exilio en Francia del niño. Murió de una neumonía en 1941. Fue un personaje querido por varias generaciones y, sin duda, más decisivo de lo que este único retrato hace creer.
Se trata de una obra de juventud: Amadeo Lax la realizó cuando apenas contaba quince años. Es también una de sus primeras estampas familiares, que tanta importancia habrían de cobrar en su producción durante los años sucesivos. Se apuntan ya intereses que se desarrollarán muy pronto: la luminosidad, combinada con la sucesión de colores claros y con los motivos vegetales del fondo —entre los que destacan con viveza los geranios y las hortensias—, el gesto desenfadado de la modelo y la cotidianeidad de la escena, que muestra a la mujer sirviendo unas bebidas en cuatro delicados vasos de cristal.
El título aparece, escrito de puño y letra del propio autor, en la parte posterior de la tela.
Como curiosidad, el patio del cuadro pertenecía a la casa familiar del pintor y fue reformado algunos años más tarde, durante el verano de 1936: se cubrió el suelo con parquet, se decoraron las paredes con mosaicos de estilo art decó y en el muro del fondo, las plantas y las flores dejaron paso al fresco Teresa ausente, considerado por muchos la obra cumbre del artista.
Amadeo Lax retratista. (Catálogo de la Exposición)
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 2002