4.   ¿Por qué la fidelidad es azul?

La fidelidad: azul, 35% · verde, 18% · oro, 10% · rojo, 8%

El efecto psicológico del azul ha adquirido un simbolismo universal. Como color de la lejanía, el azul es también el color de la fidelidad. La fidelidad tiene que ver con la lejanía, pues la fidelidad sólo se pone a prueba cuando se da ocasión para la infidelidad.

La fidelidad no es una virtud que pueda demostrarse a simple vista, y las flores azules que simbolizan la fidelidad —el nomeolvides, la flor del cardo, la de la madreselva— son también poco vistosas. Antes se decía que el nomeolvides recibió su nombre por un hombre que recogía esas florecillas a la orilla de un río para su amada, cayó al río y, antes de ahogarse, gritó: ¡no me olvides! Y que la flor de la achicoria, con sus estrechos pétalos de color azul claro, había sido una virgen que, en el camino donde se despidió de su amor, esperó tanto tiempo su regreso que se convirtió en flor.

En la poesía de los trovadores aparece una mujer llamada Staete que es la encarnación de la fidelidad —staete significa “constancia”—. Esta mujer iba vestida de azul. En el retrato más famoso de Madame Pompadour, pintado en 1758 por François Boucher, hay una pequeña flor azul en el pecho de la retratada, justamente donde el corazón —y es que el cuadro era algo más que una representación de su belleza y elegancia: era una declaración de amor a Luis XV, para el que se hizo retratar—.

En inglés, el azul aparece especialmente ligado a la fidelidad: true blue (fiel hasta la médula), es una unión de color y sentimiento sólida e inteligible. En Inglaterra es todavía más frecuente considerar el azul como el color de la fidelidad y la confianza.

El rito nupcial inglés exige como ajuar de toda novia

“Something old, something new,
something borrowed, something blue.”

“Algo antiguo, algo nuevo,
algo prestado, algo azul” —esto es, algo fiel.

Cuando el príncipe Carlos y lady Diana Spencer contrajeron matrimonio, se observó, por supuesto, esta costumbre: “something old” fue el encaje del traje de novia, herencia de la reina María. Prestada era la diadema, propiedad de los Spencer, igual que los pendientes de la novia, que pertenecían a su madre. “Something blue” era la cinta azul celeste de la sombrilla, confeccionada para combinar con el vestido. En la parte interior del cinturón había cosida una segunda cinta azul. Y el ramo contenía minúsculas flores azules de verónica —desde la boda de la reina Victoria, la flor de la verónica no puede faltar en ningún ramo de novia real, y para colmo de fidelidad a esta tradición, las flores se cortan de unas plantas que descienden de la que se eligió para el ramo de la reina Victoria—.

Naturalmente, la princesa Diana llevó en su boda su anillo de compromiso con el zafiro azul. En algunos países, la novia recibe un anillo con una piedra preciosa, lo más costosa posible, que traduce el valor del compromiso matrimonial. El zafiro es la piedra que simboliza la fidelidad. En el dedo del infiel, dice la creencia popular, el zafiro pierde su brillo.