Presentación

Fútbol es amistad

La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo.

DYLAN THOMAS, «Si los faroles brillaran»

La vida es juego y el fútbol es amistad: esta es la hipótesis principal que ¡Fútbol! Mucho más que un juego invita a considerar a sus jóvenes lectores y lectoras.

¿No implica el fútbol un oasis de emociones sinceras, que fortalecen los vínculos del compañerismo y amistad?

¿No supone entonces el fútbol una introducción ejemplar a la vida cooperativista, que invita al aprendizaje de actitudes de cooperación y solidaridad?

¿No entraña pues el fútbol un ejercicio físico e intelectual apasionante, que pone en juego nuestras mejores habilidades individuales y grupales?

El fútbol es todas estas cosas y muchas más.

Desde la más tierna infancia, jugamos incansablemente a dar patadas a cualquier objeto esférico que se ponga delante de nuestros ojos y de nuestros pies. Porque patear una lata de refresco en un descampado, una piedra en el camino o un amasijo de calcetines anudados en el patio del colegio resulta un acto instintivo y reflejo tan antiguo como la humanidad.

Las(s) historia(s) del fútbol se cruzan y nos cuentan de qué manera, por ejemplo, el tlachtli de mayas y aztecas se jugaba como un acto ritual, que llegaba a impedir guerras fratricidas. O de qué forma, sin ir más lejos, el hurling inglés de la Edad Media constituía una multitudinaria y caótica celebración carnavalesca, prohibida sin éxito por reyes y sacerdotes (que jugaban luego al hurling en privado). O cómo, en definitiva, las élites que estudiaban en las más antiguas y exclusivas escuelas privadas inglesas del pujante capitalismo industrial acabaron dotando al hurling tradicional de un reglamento conciso que lo convirtió en el moderno football. Fútbol, ahora sí: un deporte en toda regla que en los inicios del siglo XX sería encumbrado como el «deporte rey», el mayor espectáculo de masas jamás conocido.

Además de vida y de historia(s), el fútbol es un juego de la cabeza a los pies. Suena el timbre del recreo, termina la jornada escolar, llega el fin de semana o empiezan las vacaciones y nuestra existencia se llena... ¡de fútbol! Y este fútbol que jugamos se organiza a través de estrategias de juego y lógicas de cooperación, se despliega como una suma de talentos individuales puestos al servicio del equipo, recoge principios que afirman que «la valentía es solidaridad» y sentencias que remarcan que «el gol es un pase a la red». Porque además de contar con una serie de reglas escritas, el fútbol posee un conjunto de claves no escritas fundamentales, que es preciso conocer si el deseo que nos mueve es aprender jugando a practicar una de las actividades lúdicas y deportivas más fascinantes que ha inventado el ser humano: ese juego de pelota al que hoy en día llamamos fútbol.

La lectura de ¡Fútbol! Mucho más que un juego no sirve, desde luego, para convertirnos en estrellas del fútbol mundial. Ni sirve, evidentemente, para conocer trucos que nos enseñen a ganar a cualquier precio.

Tal vez su lectura pueda servir, en todo caso, para darle la vuelta a aquella antigua sentencia que afirma «lo importante es competir», cuyos ecos desgastados continúan resonando en mis oídos de infancia.

¡Lo importante es divertirse!

Porque al fútbol gana siempre el que se divierte más ¡jugando!

Aprender jugando a jugar el juego del fútbol: puede parecer un trabalenguas pero es, en realidad, una idea central que guía los pasos de este libro, tanto en los capítulos que se adentran en la(s) historia(s) del juego y del fútbol, como en los que ofrecen consejos para mejorar jugando.

El deporte es un juego, y si deja de ser un juego, deja de ser un deporte.

Esta sencilla ecuación rige también los destinos de este libro, que se empeña en recuperar los aspectos lúdicos y festivos que existen al interior del deporte del fútbol, cada día más hundido por el fútbol hecho negocio. Precisamente, esta tarea de intentar devolver los aspectos lúdicos y festivos que el negocio le está quitando al fútbol ha sido quizá mi mayor desafío como escritor.

Mi mayor ilusión como «futbolista» será, en cambio, que antes de saltar a cabecear un balón en un córner a favor, un lector atento recuerde mi consejo de que siempre hay que hacerlo fuerte y hacia abajo; o que, en la arenga previa a un partido decisivo, una lectora convencida asegure ante sus compañeras mi máxima de que el equipo que sale a empatar, pierde.

He imaginado ¡Fútbol! Mucho más que un juego para que fuera leído en soledad como todo libro, pero también para que fuera leído en equipo como todo juego: leer es siempre un acto colectivo y participativo.

Se encienden las luces del estadio, los lápices para subrayar ya están preparados, la pelota siempre bajo la suela del pie... ¡a disfrutar del juego de leer!

Pablo Nacach

Madrid, 16 de febrero de 2016