
La expresión «fondo de armario» siempre me ha producido rechazo. Suena mal. Suena a ropa vieja y olvidada que no te interesa volver a usar y que acaba arrinconada en una especie de exilio fashion a lo isla de Elba. Sin embargo, el concepto de los básicos me parece mucho más adecuado a la hora de agrupar una serie de prendas que hay que tener sí o sí, que forman parte del front line o primera línea de batalla. Algunas de ellas, como la falda de tubo, el little black dress y el top, son inequívocamente femeninas; pero otras, como la gabardina, el blazer, la cazadora de cuero, el jersey de pico y el pantalón de pinzas, provienen del guardarropa masculino.
Me resulta muy curioso comprobar cómo la moda para el hombre ha sido, es y seguirá siendo fuente inagotable de prendas que funcionan de maravilla para la mujer. En este sentido, Coco Chanel fue una auténtica visionaria e Yves Saint Laurent, un gran genio, porque ambos se anticiparon a un hecho evidente: hombre y mujer comparten básicos de moda que hacen de sus vidas algo mucho más confortable.
Por último y antes de iniciar el repaso de básicos renovados que no pueden faltar en el armario de la mujer actual, destacar la presencia inevitable de la prenda más democrática de la historia: los jeans. Desde los años 70 su evolución ha resultado imparable y, la verdad, ¡quién puede resistirse a su influjo! Del día a la noche el pantalón tejano demuestra una funcionalidad única que lo hace perfecto para transmitir cierta actitud rebelde ante los constantes avatares de la vida. ¡Que no son pocos! A mí me ayudan a sentirme en forma, a sentirme más segura de mí misma en el día a día. Ellos aportan el efecto self-confidence, transmiten una autoconfianza típica de las prendas básicas, pero en su máxima expresión. Un efecto, por cierto, que no viene nada mal teniendo en cuenta los inestables tiempos que corren.
Llamado little black dress en inglés y petite robe noire en francés. Se le llame como se le llame (o se abrevie como se abrevie, usando LBD o PRN), el vestido negro de cóctel es uno de los mejores inventos de la historia de la moda femenina.
Conviene que su corte sea lo más sencillo posible… ¡para poder decorarlo como te apetezca! ¿Cómo? Por el día, con unas bailarinas, un cinturón de piel estrecho y unas gafas de sol oversize (respecto a la pamela que además llevaba Audrey en Desayuno con diamantes… es mejor dejarla en casa porque solo le quedaba bien a ella). Por la noche, hay que combinarlo con unos stilettos fabulosos, unas pulseras llamativas y un collar imponente.
Su escote es clave para que funcione como auténtico comodín del armario. Si el vestido negro de cóctel tiene cuello a la caja y mangas cortas, quizá te recuerde al que llevaba tu madre o tu tía en fotos de los años 60. Qué poco apetecible, ¿no? Cierra ese álbum. Es mejor que tenga un ligero escote bateau, es decir, de barco, y lleve tirantes medio anchos que se acoplen a tus hombros perfectamente. Así resulta sexy en su justa medida o, lo que es lo mismo, moderadamente sexy. ¿Son posibles las dos cosas a la vez? Desde luego. No hay más que revisar el vestuario de Catherine Deneuve en la película de Luis Buñuel Belle de jour para comprobarlo una y otra vez.
Respecto a su largo, es algo que suele condicionar mucho el éxito o el fracaso de un vestido negro de cóctel. Lo ideal es justo por encima de las rodillas. Si se lleva más corto, aunque seas muy joven, queda ordinario y pierde toda su elegancia innata. Si se lleva más largo, envejece una barbaridad y remite a los vestidos de luto que tanto daño han hecho a la moda en España. El luto mejor por dentro que por fuera, ¡aunque ahora el color negro esté tan de moda!
Por último, cabe recomendar que el vestido negro de cóctel esté confeccionado en crespón de China, como originalmente Coco Chanel lo concibió. Este tipo de seda fría y rugosa se aleja de brillos innecesarios que producirían un efecto abaratador en el vestido. Debe quedar claro: el hecho de que sea un vestido muy sencillo no implica que necesite brillos; al contrario, cuanto más discreto, más bello es.
Tampoco es conveniente que esté decorado con bordados, lentejuelas u otros detalles. ¡No te compliques la vida! Todo esto iría en contra de la funcionalidad absoluta que caracteriza un vestido negro de cóctel perfecto, impidiéndole triunfar tanto de día como de noche teniendo muy en cuenta los complementos que lo acompañen.
Ideado por Coco Chanel, el vestido negro de cóctel es imprescindible en el armario femenino.


El corte es el primer factor a tener en cuenta a la hora de elegir una americana para mujer. Las hay excesivamente entalladas y, por tanto, femeninas, aunque es un detalle que se contradice con la naturaleza propia de esta prenda: la comodidad y la funcionalidad.
Así pues, ¡no a las americanas muy entalladas! Un blazer debe ser realmente masculino en su esencia para contribuir a reforzar nuestra personalidad femenina. Suena contradictorio, ¡pero no lo es! Por ejemplo, si a una americana masculina le añades un cinturón de piel clásico… et voilà! Consigues feminizarla en su justa medida.
Otro detalle que feminiza la americana es llevarla siempre con las mangas remangadas, del modo más natural posible y dejando ver un poco el forro, un elemento que, en el caso de los blazers para mujer, es importantísimo. La americana es una pieza que debes mirar por fuera y por dentro, ¡tiene doble personalidad! Y para vestirla hay que echarle gracia y dejar entrever lo que se lleve debajo, ya sea una camisa un poco desabrochada, un top o un jersey fino de cashmere. ¡Déjate llevar un poco!
Respecto al color, el azul marino es el adecuado. ¡Nunca en negro! Porque son las que suelen llevar las dependientas de moda en grandes almacenes o poderosas cadenas de tiendas. Tampoco, por este mismo y respetable motivo, hay que combinar el blazer con un pantalón del mismo color.
En fin, destacar que el tejido más adecuado para la confección de un blazer es la franela. En primer lugar, porque es el material original con el que se hacían los blazers de los clubes deportivos de críquet, de navegación, de tenis… en las islas Británicas; en segundo, porque las nuevas franelas de algodón (no de lana) ni abrigan ni dejan de abrigar, es decir, no te agobian; y en tercero, porque son muy agradables al tacto y se limpian con facilidad.
El hombre está más que acostumbrado a esta prenda. Pero la mujer… no tanto. ¡Y debería! Por su comodidad y elegancia. ¡Supera recuerdos de tu infancia en los que lo llevabas como parte del uniforme del colegio! Tus nuevos jerséis de pico deben transmitir distinción y calidad al combinarlos adecuadamente.
Con camisa, camiseta o sin nada debajo, el jersey de pico debe llevarse siempre ligeramente holgado, jamás muy entallado ni tampoco demasiado oversize como si fuera una prenda que le has robado del armario a tu novio, marido o mejor amigo.
El cuello de pico debe ser moderado. Usarlo como si fuera un escote es un error absoluto y el resultado es vulgar.
En tu armario debes tener uno azul marino y otro blanco roto. ¡Huye de los grises! No favorecen nada si tienes la piel blanca y te obligan a abusar del maquillaje. Y tampoco apuestes por el negro porque para eso ya tienes el azul marino, que es mucho más elegante (combinado siempre con negros, marrones u otros tonos de azul).
Póntelo bajo un blazer o un abrigazo camel, pero no te lo coloques bajo una cazadora de cuero o una gabardina porque pierde su distinción. Tampoco lo combines con tacones altos y joyas, a no ser que sea de noche; de día, siempre con unos mocasines planos que acentúen su intelectualidad.
Si puede ser de cashmere, ¡mejor! Aprovecha una escapada a Londres para pasarte por la sección de hombre de la firma británica Marks & Spencer y comprobar que el cashmere puede tener diferentes calidades y precios realmente asequibles. También en ZARA o Uniqlo puedes encontrarlos.
Indispensable: un jersey de pico, que puede llevarse sin nada debajo, o combinado con una camisa o una camiseta de color que contraste.

Tener una gabardina en el armario y no ponérsela es algo que ocurre muy habitualmente. ¿Por qué? Principalmente porque no sabes cómo combinarla y en qué ocasiones hay que usarla.
La ciudad en la que vives también condiciona mucho el uso de esta prenda básica. En París o en Londres, por ejemplo, es una pieza imprescindible, pero en España… no tanto, la verdad. Así pues, lo mejor es romper con las reglas y proponerte usar la gabardina ¡por la noche! Anudada con su cinturón sobre un bonito vestido de cóctel y combinada con unos zapatos de salón, buscando el contraste total.
Si te atreves con ella por el día, conviene también llevarla anudada, ¡jamás abotonada ni abrochada con la hebilla! Y tampoco abierta, como la llevaba Meryl Streep en Kramer contra Kramer mientras gritaba por las calles de Nueva York. Qué trauma. Hay que desdramatizar la gabardina (o como le llaman los fashionistas, el trench) y quitarle ese halo de prenda-uniforme para gángsters, espías o detectives.
Su largo debe llegar hasta justo por encima de las rodillas para no resultar incómoda y, respecto a su diseño, recomiendo apostar por gabardinas sencillas que no lleven demasiados botones y solapas por todas partes.
En este sentido, la gabardina masculina tipo Mac (creada por la firma británica Mackintosh), sin doble botonadura y con cinturón, es perfecta para los días de lluvia en los que no hace excesivo frío. Se parece más a un chubasquero que a una auténtica gabardina estilo Burberry, una pieza que, obviamente, siempre resultará mucho más elegante.
Creada para la mujer trabajadora de los años 40 y reivindicada poderosamente en los ochenta por creadores very powerful como Mugler, Alaïa o Montana, la pencil skirt fue bautizada en España con el desafortunado nombre de falda tubo (al mismo tiempo que la silueta stretch fue llamada silueta tubo o entubada).
Aun así, dentro del mundo falda que suele ocupar un amplio lugar en el armario femenino, la tubo es la única que puede considerarse un básico realmente ponible y combinable. Ni la recta, ni la plisada, ni la minifalda poseen su intemporalidad.
Sin duda alguna, el negro debe ser su color y su talle debe ser alto, además de estar rematado por una cinturilla que se ajuste a la perfección. Su largo favorecedor pide a gritos que sea por encima de la rodilla, ni más ni menos.
No sobra advertir que jamás debe llevarse con zapato plano porque, sencillamente, te conviertes ipso facto en una especie de tapón de corcho de botella de vino. Un zapato de salón de tacón medio es suficiente para elevar la figura y realzar la falda en cuestión. Tampoco conviene combinarla con botas porque se acorta el largo de la pierna al hacerla desaparecer casi en su totalidad.
Sobre todo en negro y de talle alto, la falda tubo ha demostrado ser intemporal: sigue siendo imprescindible en el armario de las mujeres del siglo XXI.
Sobre la falda, una camisa blanca o una blusa de seda son idóneas, mientras que los tops no son adecuados porque desmerecen su elegancia innata. Y como remate del look, sobre la camisa es necesario encontrar una chaqueta péplum y no plantarse el primer blazer que veamos colgado en el armario. La péplum es la prenda original con que se combinaba este tipo de falda en los años 40, por su corta longitud y por el volante inferior que la remata, ese que los franceses llaman basques.

Entre las mujeres, ¿cómo se considera la misión de encontrar unos pantalones vaqueros que realmente ajusten bien? Pues poco menos que imposible. Sin embargo, este reto no es tan complicado como parece. ¡Al menos para mí!
En primer lugar, hay que tener muy en cuenta el físico personal para iniciar la búsqueda y no escoger el camino erróneo desde el principio. Cada mujer tiene que encontrar el vaquero que más le favorezca y con el que se sienta más cómoda. La principal clave está en hallar el par que se convierta instantáneamente en una segunda piel. Y combinarlo adecuadamente. Con blazer nunca falla y reivindica el look a lo largo de los años 70 de mujeres tan interesantes como Candice Bergen, Ali MacGraw o Jacqueline Bisset.
Elegir la marca apropiada es un paso importante en el caso de los pantalones tejanos. Firmas actuales como Citizen, J Brand o Diesel destacan por confeccionar jeans que realmente respetan las diferentes siluetas femeninas que existen. Los distintos fit que proporcionan son una auténtica guía denim que te ayudará a no perderte en un ámbito de la moda que, la verdad, puede resultar un tanto agobiante por su amplitud.
Si hay una prenda que resista los embates de la moda, es el pantalón vaquero. La clave está en encontrar el jean perfecto que sea cómodo y favorezca.
En general, las propuestas denim pueden dividirse en tres amplios grupos: de corte pitillo, de corte recto y de corte ancho. El primer grupo solo debería ser apto para jóvenes con actitud rockera y, si es posible, habría que llevarlos en negro; el segundo es el que abarca una mayor cantidad de clientas, dispuestas a usarlos tanto de día como de noche en su amplia gama de tonalidades azules; y el tercero es el que mayor dificultad presenta, ya sea por su talle alto y sus bajos con forma de pata de elefante en plan años 70; en este caso recomiendo usar unos buenos taconazos.
Como prenda básica que son, en tu armario debería haber cuatro pares de vaqueros: azules, negros y blancos. Los azules, en tono claro y oscuro, son idóneos para usar por el día; los negros son perfectos para lucir de noche; y respecto a los blancos, que nadie te prohíba lucirlos de día en pleno invierno, porque con un abrigo tres cuartos de estilo marinero y unos mocasines planos quedan ideales. ¡Las prendas blancas no son solo para disfrutar del verano en Ibiza! Este cliché necesita ser abolido ¡ya!
Por último, recuerda que los jeans demasiado rotos o excesivamente desgastados no resultan elegantes en plan casual. Se ha abusado demasiado de esta fórmula. ¡Y tampoco los que llevan bordados de cristales, strass o lentejuelas! Entre ellos hay que saber elegir con el máximo criterio.

Una pieza que surgió en los años 50 relacionada con el look motero y el ámbito del rock’n’roll ahora es todo un básico que se lleva tanto de día como de noche, con todo tipo de prendas. ¡Si Marlon Brando levantara la cabeza se quedaría boquiabierto!
Quienes piensen que siempre debe llevarse con vaqueros se equivocan, ¡está claro que se quedaron demasiado impresionados por George Michael en el vídeo de la canción «Faith»! Ahora, las nuevas cazadoras de cuero se combinan con trajes de cóctel bordados o con pantalones masculinos de talle alto para romper todos los esquemas por completo. Es la búsqueda del contraste entre lo lujoso y lo urbano para sorprender y renovar la imagen de una prenda histórica.
La cazadora de cuero jamás debe llevarse con minifalda (a no ser que pretendas imitar a La Toya Jackson) o con los temibles leggings (a no ser que idolatres a Cher). Los colores adecuados son siempre el negro y el marrón tabaco. Y respecto a las cazadoras de cuero en colores eléctricos… están llamadas a durar un suspiro entre tu top 5 de piezas favoritas. Puedes estar segura.
No conviene apostar por aquellas cazadoras que son demasiado rockeras, es decir, las que llevan tachuelas y cremalleras por todas partes. Son incómodas, pesan muchísimo y no resultan elegantes, aunque sean supertendencia. Elegir una cazadora de cuero con cuello cerrado, algún detalle motero y un par de bolsillos laterales es lo ideal como inversión duradera. El tiempo no pasará por ella, al no estar sujeta a tendencias de temporada.
El armario masculino está lleno de buenas ideas para las mujeres y una de las mejores, sin duda, son los pantalones de pinzas.
Diseñados para adaptarse a la silueta gracias al talle alto, este tipo de pantalón es una prenda que te favorecerá mucho porque se ajusta a tu cintura y marca tu cadera sin demasiado énfasis gracias a las pinzas delanteras.
Inspirados por aquellos trajes americanos que tan bien lucían décadas atrás perchas inolvidables como Clark Gable o Errol Flynn, estos pantalones quedan muy bien combinados con una blusa de seda semiabierta y un collar de bisutería largo (en su defecto, unas pulseras o unos pendientes).
No hay que olvidarse de llevarlos con un cinturón estrecho de piel y, en los pies, jamás hay que ponerse zapatos planos o botas. Lo ideal es usar un zapato de salón de medio tacón o unos pumps de tacón alto que le den al conjunto un aire más juvenil, muy años 40.
¡Atención a la vuelta en los bajos del pantalón! Puede ser un bonito detalle, pero es un elemento que acorta mucho la figura, así que solo es recomendable para mujeres de considerable altura.
Y respecto a los tejidos y colores, para el invierno es conveniente que sean de lana ligera en tonos neutros, como el negro o el camel; cuando llega el verano, tejidos como el hilo en tonos beige son ideales para dar más vuelo a una prenda que aporta a la mujer una elegancia de raíces masculinas perfecta, muy alejada de propuestas nada recomendables como los pantalones chinos o cargo.
Porque son cómodos y sientan de maravilla, las mujeres se han apoderado de estos pantalones de estilo masculino, que resultan fáciles de llevar.
Una prenda tan común como el top puede traerte más de un quebradero de cabeza. ¡Y más de tres! De nuevo, el examen de conciencia acerca de tu físico debe ser sincero; de lo contrario, el resultado siempre será fatídico.
Llevar un top excesivamente ceñido es uno de los errores más comunes, algo que siempre me hace pensar: ¿qué necesidad tienen algunas mujeres de oprimirse los senos de esa manera tan molesta? Las prendas ceñidas intentan ser, a menudo, paradigma de la sensualidad en la moda, cuando en realidad esta se consigue de modos muy diferentes.
El top ha sido rediseñado hasta convertirse en una de esas prendas comodín que combinan con todo y no faltan en un guardarropa bien organizado.
Así pues, ponte el top elegido de manera holgada para resultar elegante. Si se lleva demasiado ajustado, puede confundirse con el temido body y tu look podría parecerse en gran parte a los que solía lucir Jane Fonda mientras practicaba aerobic en los años 80.
Las firmas muy comerciales tipo ZARA o las menos comerciales como Isabel Marant han reinventado el top y le han dado mil formas y texturas que facilitan su uso de un modo chic. Tener algunos con cuello a la caja y manga larga en tonos neutros para el invierno es esencial; para el verano, el top marinière o marinero, a rayas y con cuello barco de la firma Petit Bateau es muy apetecible y los tops de tirantes deportivos de Abercrombie & Fitch en tonos neutros son un auténtico comodín para la mujer de hoy en día.
Los tops son como la intendencia de la moda femenina. No deben ser de color nude para no confundirse con tu piel y hacerte parecer que vas desnuda, pero tampoco conviene que los colores sean muy llamativos o que lleven estampados y logos porque entonces su limitada elegancia se esfuma.

El último básico que no puede faltar en tu armario es la camisa blanca. Las mil versiones que existen de esta prenda me obligan a describir la que es mi camisa blanca perfecta: aquella que está confeccionada en algodón blanco, con mangas largas que remangar y cuello button-down (con botones si es para llevarla en plan sport) o turndown collar (de estilo inglés para ocasiones que requieran de una mayor elegancia).
Recuerdo que Gianfranco Ferré era el gran maestro de las camisas blancas. ¡Las suyas han resultado ser insuperables! Después, Carolina Herrera ha continuado la tradición de confeccionar un tipo de camisa que combina prácticamente con todo. ¿Podría ser el básico cien por cien perfecto? Es más que probable.
Por el día, con unos jeans queda fantástica y representa la esencia del american style, muy habitual en campañas de firmas como GAP; por la noche, hay dos modos de sacarle mucho partido: el primero, a la parisienne bajo un impecable esmoquin femenino, y el segundo, a la neoyorquina, combinándola con una falda de vestir larguísima.
Algunas camisas blancas llevan manga francesa, algo que yo considero un poco cursi. Una camisa debe tener mangas largas que remangar con naturalidad y estilo propio. Y su corte no debe ser demasiado entallado, debe permitirte moverte con facilidad y debe mostrar ciertas arrugas que le dan una gran personalidad.
La camisa blanca hay que llevarla de un modo desahogado, tanto abajo, en la cintura, como arriba, en el cuello, que debe ser el protagonista absoluto del look en la medida de lo posible.