

La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual
todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años
de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere
una mujer?
SIGMUND FREUD
I’m a bitch, I’m a lover,
I’m a child, I’m a mother,
I’m a sinner, I’m a saint,
I do not feel ashamed.
I’m your hell, I’m your dream,
I’m nothing in between.
You know you wouldn’t want it any other way.
MEREDITH BROOKS
Recuerdo que de chiquita le pediste a tu madre tres años seguidos que te disfrazara de princesa de Disney para Halloween. Yo fui de payaso, pirata y Gloria Trevi, lo que fue bastante premonitorio considerando mi actual necedad, mi gusto por el ron y lo histérica que me pongo cuando me tocan el pelo. Lo cierto es que todas hemos sentido alguna vez esa admiración y anhelo por la vida de una princesa, impulsadas, claro está, por esas malditas preciosas películas. El problema es que hay ciertas contraindicaciones contradicciones que vienen con el vestido vaporoso y que no fueron retratadas en los cuentos.
En aquellas historias no te contaban sobre los días en que a la princesa le dolían los ovarios o los pies por los tacos, ni cuando le apretaba el corsé #SobreTodoDespuésDelFestínDeFrituras, ni sobre los momentos en que si escuchaba un solo pajarito más cantarle en la oreja, se lanzaría por propia voluntad a los dragones. No había un capítulo que se llamara «Vivieron felices para siempre hasta que ella entró a su Facebook». Ningún autor se detuvo a contarte lo que era ser una princesa en un reino muchas veces dominado por hombres, donde siempre costaba demostrar que se estaba igual o mejor calificada que ellos para el trono. Tampoco te mostraba, por ejemplo, el punto de vista de la reina malvada, a la que francamente quién puede culpar, tú también hubieras mandado cazar a la chibola regia, a la mosquita muerta por la que todo el mundo muere sin razón aparente, y además todas hemos tenido días en que el espejo está más sincero cabrón que nunca #NoEresLaMásLindaNiDeTuCuadra. Porque una siempre se considera a sí misma la princesa del cuento, pero lo cierto es que también somos las hermanastras engreídas cuando nos dan en el ego, las hadas madrinas cuando una amiga necesita nuestra ayuda, el genio de la lámpara cuando el hombre por el que morimos nos pide algo, somos todos los enanitos juntos #GruñónElFavoritoSinDuda durante cuatro días al mes, y ahora hasta hay que ir aprendiendo también a ser el mismísimo príncipe azul, porque al final del día eres tú misma la que debe rescatarse.
RESOLUCIONES DE AÑO NUEVO
Habiendo recibido recientemente un nuevo año, y dado que los mayas estaban hablando huevadas y todos seguimos acá, he llegado a las siguientes resoluciones para este nuevo periodo:
Si quieres algo conmigo, llámame, búscame, sácame, engríeme, gáname. Cualquier otro intermedio tibio, tira y jala, estoy confundido, no estoy listo para una relación #CreoQueMeVoyAAgarrarUnParDeFlacasMásAVerSiSeMeAclaranLasIdeas por favor, mantenerse a más de 100 kilómetros a la redonda.
No seré mamá/niñera/lifecoach/paracaídas/sensei/orientadoravocacional de ningún hombre. Los Legos son divertidísimos para jugar, pero no para enamorarse de ellos. Que este año mis hombres vengan ya armaditos, con todas las piezas en los lugares correctos.
Tolerancia cero al drama y la toxicidad. Si tienes sobrepeso de emotional bagage, vas a tener que volar en otra aerolínea, porque este año pretendo viajar sin turbulencias. Si eres inseguro, posesivo, controlador, necesitas que se te atienda 24/7 y tienes una capacidad innata para enredar lo sencillo, por favor, toma el siguiente vuelo a No Va a Suceder.
Mi cuerpo está perfecto. No voy a hacer ninguna pinche dieta para bajar 4 kilogramos en dos días comiendo alfalfa, y creo que ya todos sabemos que no voy a empezar a ir al gimnasio el próximo lunes. Soy floja, poco disciplinada y por Dios que detesto el spinning (SUBETESTA colina, entrenador). He llegado hasta acá luciendo así y la verdad es que lo he pasado buenísimo, así que me zurro en la corona de Miss Hawaiian Tropic y la cambio por una de un cuarto de libra de McDonald’s #PapasYGaseosaAgrandadas.
De todo lo que prometí ahorrar el año pasado me quedan dos cuentas por pagar en la tarjeta de crédito, así que esta vez diré que al diablo con el ahorro. Y no te me pongas todo «La cigarra y la hormiga» al respecto, que aquí cada uno hace con su dinero lo que mejor le parece, de modo que compraré más ropa que no necesito, viajaré a lugares exóticos, adquiriré overprized innovadora tecnología que pasará de moda a más tardar en tres meses y optaré por la política de It’s over when the POS says it’s over.
No hay ninguna buena excusa para soportar a alguien que no soporto. No seré diplomática. Quedar bien me interesa tanto como el ciclo reproductivo de la ratatopo #EsUnAnimalLoJuro. Si quieres comportarte como un imbécil, adelante, estaré feliz de hacértelo saber.
Todas las «críticas constructivas» y «envidias sanas» #NuncaMejorUtilizadasLasComillas se pueden ir quitando la mascarita para mostrar sus verdaderos colores. Solo daré explicaciones a las personas que quiero, que son justamente aquellas que nunca sienten necesidad de pedírmelas.
No, no voy a dejar de fumar. No importa cuántas fotos desagradables pongan en las cajetillas ni cuántas leyes me prohíban fumar hasta en mi baño. Soy parte de la paria social, ¡¿y qué?! Tú, Mr. Greenpeace #TreeHugger #MeGustaRomperPuchosDeOtraGenteYDarCátedrasMoralistasSobreElTema, que odias el cigarro, es cierto que probablemente vivas más que yo, pero nunca sabrás lo que es el after sex pucho y por eso, mis condolencias.
Basta de lloriqueos inútiles, canciones depresivas #AdeleEsHoraDe Despedirnos y ejercicios mentales de ¿Qué hubiera pasado si…? Mi tiempo es oro, literalmente, porque se aprecia cada vez más #YPorqueNuncaSéCómoUsarlo así que no hay lugar a partir de ahora para la autocompasión ni para la condescendencia.
Quiero ser una mejor hija, hermana, tía, amiga… y también quiero ser una de las juezas de línea paradas atrás de Nadal, pero algunas cosas no van a suceder #AutoBitchPlease. Es decir, todavía no puedo prometer que voy a ser una mejor versión de mí misma porque la actual todavía está descargándose. Podría tratar de ser menos egocéntrica, engreída, jodida, exigente, complicada, terca y temperamental, pero creo que sería como pasar de ser un ají de gallina a una dieta de pollo y nadie ha escrito libros sobre pedazos de pollo hervidos por una razón.
Por último, este año quiero ver incrementadas mis dosis de bailes pegaditos, besos ricos, viajes con amigos, mojitos, cafés y conversas, hombres interesantes, libros entrañables, decisiones tontas, buena música, riesgos poco calculados y risa, mucha risa.
LAS MUJERES SOMOS COMO LAS CARICATURAS
Un sábado por la noche, mientras me terminaba el cuarto segundo vodka tonic, miré a mi alrededor y sin querer empecé a analizar lo divertidas que llegamos a ser las mujeres cuando estamos de caza, porque no todas tenemos la misma artillería y hay algunos estilos tan inusuales, inesperados y entretenidos que bien podrían ser perfiles de caricaturas:
La Pocahontas. También es llamada «brichera» por el común de las personas. Autoproclamada embajadora de la Marca Perú #TienenDerechoAComermeRico, ella goza de un talento nato para la diplomacia como demuestra su facilidad para mantener relaciones internacionales. En Larcomar probablemente solo sea una morocha más fingiendo que el taco 9 era buena idea #Huevooonaaa, pero basta que la pongan en la Calle de las Pizzas (o en el Déjà Vu #ArequipeñaStyle) para volverla tan exótica como el aguaymanto. Feriado largo y ya está en Cusco, es conocida por su permanente buena voluntad para enseñar a bailar salsa #VerticalYHorizontal. Habla inglés #RepolloRechicken, francés #VoulezVousCoucherAvecMoi, italiano #DonVittorio y un florido portugués #DanzaLaMaribelaaa, y aun cuando no la entiendan, todos parecen coincidir en que tiene gran fluidez para las lenguas.
Pros: expansión del conocimiento idiomático y geográfico, y cero enredos posteriores gracias a la considerable distancia entre los domicilios de los involucrados.
Contras: posibilidad de perder por la traducción el hecho de que el sujeto sea asesino en serie, gigoló o fan de Justin Bieber.
La Piolín. Persíganla todo lo que quieran, pero nunca se la comerán, muchachos. Experta en la estrategia del tira y jala, algunos se aventuran a llamarla «calienta huevos» pues es el único pajarito que va a salirse con la suya #MeParecióVerUnLindoGatito. Y acá es importante distinguir dos clases de Piolines: aquella que empieza el juego como una forma de llamar la atención de determinado sujeto #LoHasHechoPendejaDejaDeMirarAlCostado y aquella que lo alarga para sacarle provecho al pobre diablo. Esta ya pasa a ser un poco Correcaminos, porque no importa cuánto esfuerzo ponga ni cuántos productos ACME (Atención, Comidas, Mimos, Entretenimiento) use el interesado, será probablemente remplazado por el siguiente coyote.
Pros: puede ser jodidamente divertido.
Contras: tendencia a producir mala fama e incapacidad por parte del sexo opuesto para tomarte en serio.
La Campanita. Tinkerbell es adorable, puso de moda el corte corazón en los corsés, y todas hemos querido disfrazarnos de ella #AunqueAlFinalSoloParecierasUnaSlutyHada. Algunas a la hora de afanar son un poco así, las compañeras comprensivas, dadivosas y complacientes, y, para variar, como el exceso de atención es un repelente de hombres, el famoso Peter Pan termina metiéndose en la habitación de cualquier Wendy. Un minuto de silencio por nuestras Campanitas, prueba viva de que a las mujeres también nos friendzonizan.
Pros: que si el susodicho se da cuenta de lo valiosa que eres, probablemente se interesará en serio y por las razones correctas.
Contras: es más fácil que el Capitán Garfio amarre un globo a que el susodicho se dé cuenta.
La Jessica Rabbit. Esta femme fatale no le tiene miedo a ser abiertamente sexy, y cuando se plantea un objetivo es tan caleta como un elefante escondido detrás de una flor. Mejor amiga de los escotes, nunca pierde en el «Ritmo a go go» cuando la categoría es Posiciones sexuales #LaLapa? y está determinada a incentivar la lógica inferior masculina #ProductoDePensarConLaCabezaDeAbajo. Toma la iniciativa, derrocha confianza personal y, vestido rojo o no, siempre atrae cantidades industriales de atención masculina.
Pros: facilita horrores conseguir un trago y evita recibir multas de tránsito.
Contras: es la mujer que todos quieren mostrar en foto a sus amigos, pero rara vez en persona a sus padres.
La Princesa Peach. La única misión de esta rosada y dulce princesa es ser la dama que necesita ser rescatada, técnica que le será familiar a muchas porque, como todos sabemos, gran parte del sexo opuesto tiene debilidad por las mujeres que desean ser protegidas #SiNoPregúntenleAlPobrePlomeroItaliano. Y ahí tiene a la sarta de babosos yendo de mundo en mundo, haciendo cuanto sea necesario para que la nena ni se despeine y actuando como si literalmente hubiesen comido hongos. Un toque de inocencia, dulzura y esposa de los ‘50 la hacen parecer inofensiva, pero no hay que olvidar que sigue siendo el personaje más poderoso del juego.
Pros: hipnosis de hombres nivel El Flautista de Hamelin.
Contras: no aplicable para las princesas que no desean ser rescatadas.
La Daria. Este es el estilo que todas van a decir que aplican #CartoonBitchPlease #BienQueAndasRenovandoLaVisa. Bueno, ella es sarcástica, genuina, sin pelos en la lengua. Se viste como se viste, le gusta lo que le gusta y sus ganas de complacer al sexo masculino con su comportamiento son tan altas como el rating del programa de Rosa María Palacios. Al final del día, las Darias son tímidas, les cuesta interactuar con los hombres sin intimidarlos con su indiferencia, rara vez toman la iniciativa, pero una vez que las conoces ofrecen un mundo interno que merece ser explorado.
Pros: zurrarse en las expectativas de los hombres… y en el vóley.
Contras: si realmente no tienes la onda intelectual, artística y retraída y solo te compras polos del Che, lentes Ray-Ban y dices que escuchas indie, te vas a ver más falsa que pestañas largas en una china.
Y así fue como destruí la imagen mental que tenías de tus caricaturas de infancia y adolescencia #CasiLasConvertíEnAnimesJaponesesPervertidos. Lo cierto es que afanar, coquetear, gilear, ciriar #MamáModeOn es un juego y, como tal, debe ser esencialmente divertido. La idea es aprender a reírse un poco de todo, a tener la libertad de pintarse de diversos colores, pero conservando siempre la premisa de que no hay nada más atractivo que ser uno mismo.
UNO DE ESOS DÍAS
Hoy te levantaste de un humor de perros. No sabes si se debe a que soñaste con tu ex, con las propagandas de Open English o con el desfile de Victoria’s Secret, pero estás como para partirle la cara en dos a alguien. No contento con esto, el cosmos, que ya te tiene fichada como presa fácil, decide empujarte al punto de ebullición, así que pone en tu camino una serie de agravantes. Entras a la ducha y te olvidas la toalla, lo que te obliga a agarrar la toallita de mano y salir a buscar el artículo en cuestión. Tu ropa linda está sucia, así que sacas ese polo que ama tu madre y que tú siempre dejas tirado en la lavandería a ver si alguien lo convierte en trapeador y te lo pones resignada. Te abrochas los jeans y notas unas ligeras protuberancias que salen por los costados, como una ola de piel que se quiere desbordar… ¡¿WTF?! Revisas tu registro de llamadas para ver si no eres sonámbula y andas pidiendo hamburguesas durante la madrugada, y acto seguido culpas a la fábrica de pantalones porque últimamente hace unas tallas irreales. Sales de tu casa, te subes al taxi y el chofer tiene puesta a Myriam Hernández a volumen tan alto, que no escuchas ni tus pensamientos, pero por alguna extraña razón te sientes identificada, no sabes cómo rayos sucedió eso pero realmente entiendes a Myriam hoy, comprendes su dolor, hasta hueles el peligro y todo. Llegas a la universidad y por lo visto a ti no te pasaron el comunicado de Día de Regias, porque todas las boludas se han venido guapísimas y tú con tu pelo mojado y cariacontecida. Avanzas, refunfuñas, les echas un par de miradas de odio a las transeúntes y te encuentras con Paco.
PACO: Oye, estás tarde.
TÚ: Gracias, Captain Obvious, pero tengo reloj.
PACO: Relájate, flaca… ¿Estás con la regla?
No acabas de decir eso. En serio. No es posible que seas tan absolutamente pelotas de haberme preguntado esa estupidez. Sí, flaquito, menstrúo, tengo ovarios, y los tengo porque Dios decidió que tú debías reproducirte, aunque no me preguntes por qué querríamos más pelotudos como tú en este mundo, pero, en fin, la cosa es que yo cargo con esta incubadora que cuando no está en uso libera cantidades absurdas de hormonas que me convierten en una potencial asesina en serie. Pero te digo que tu pregunta es estúpida sin importar cuál sea mi situación porque:
Si NO estoy con la regla, entonces tú pasas a ser una criatura mononeuronal incapaz de inferir que mi notorio mal humor se debe a alguna otra razón que no sea el hecho de que tengo un útero.
Si SÍ estoy con la regla, pucha, GRACIAS, porque de hecho, además de sentirme hinchada, sensible, fea e incomprendida, me muero de ganas de que tú pongas en relieve esa situación; es más, si puedes pegarme una toalla higiénica en la frente, mejor.
Por otro lado, tu petición de que me relaje me conduce a proponerte lo siguiente: ¿qué tal si yo te pateo las bolas durante tres días cada mes, a ver quién se relaja primero?
Ahora, yo no sé si tú esperabas que te contestara «Ay, sí, gordito, ¿cómo te diste cuenta? Asu, qué perceptivo eres, debes conocer superbién a las mujeres», pero en cualquier caso te recomiendo desarrollar resistencia en la mano derecha porque con ese tino dudo que consigas una enamorada.
Una vez terminado este discurso imaginario en tu cabeza, le respondes con un desabrido «Cállate, idiota».
Llegas a la clase, te sientas, te mueves, estás tan incómoda. ¡¿Qué clase de infrahumano diseñó estas sillas?! Respiras hondo, te sientes abrumada, y al revisar tu calendario mental te das cuenta de un ligero e importante detalle: te va a venir la regla #FUCK.
Y llega ese día del mes en el que te levantas y hay como 25.795,99 cosas que te hacen sumamente infeliz y necesitas hacer un balance de tu vida cada cinco minutos solo para reafirmar que estás más perdida que un gringo viendo un mapamundi. Te haces bolita en la cama, prendes la tele, te lamentas, te angustias, te sientes desgraciada porque no están pasando tu programa favorito justo ahora y cuando lo pasan es un capítulo repetido y no puede ser que todas las cosas malas siempre te ocurran a ti. Te preguntan si tienes hambre y pides que por favor dejen de presionarte. No te llaman para almorzar y armas una escena: «¡¿Por qué siempre soy la última en enterarse de todo?!». Te pica algo, te pica todo. ¿POR QUÉ HACE TANTO CALOR? ¿QUÉ ES ESTO? ¿¿EL SAHARA?! Estás sola, esa es la conclusión; nunca has estado más sola en tu vida, te sientes tan abandonada como Kevin en Mi pobre angelito 1, 2 y 3. ¡Eso es! Nadie te quiere, por supuesto. No, mentira, sí te quieren, pero no te entienden. Porque tú eres muy compleja, eres un cubo de Rubik, un rompecabezas de cincuenta mil piezas. Quieres chaparte a alguien, chapar con todos, tus amigas tienen razón, estás fuera de control. No, en el fondo solo quieres a alguien que te abrace, mire películas contigo y te diga que te prefiere sin maquillaje y con babuchas. Aunque tampoco estaría de más que tuviera carro, una buena chamba y esas entraditas producto de los abdominales que parecen flechas apuntando hacia la zona de peligro… Ay, nunca vas a encontrar a alguieeeeeeeeen. Ahora sí tienes la certeza de que morirás sola, rodeada de gatos gordos y viendo temporadas de «The Bachelorette». Justo cuando empezabas a redactar tu epitafio pones HBO… Uffffff, están dando El diario de Bridget Jones y te pones a cantar con ella «Aaaaaall byyyyyy myseeeeeelf», miras por la ventana y no está lloviendo, pero igual le metes feeling y te echas un suspiro. Empiezas a hablarte a ti misma en inglés británico y llegas a la conclusión de que tú te hubieras quedado con Hugh Grant de todas maneras. ¡¡SANTA MADRE, ME ESTÁN ARRANCANDO LAS ENTRAÑAAAAAAS!! MI CUERPO ME ODIA Y MIS OVARIOS LIDERAN LA REVOLUCIÓÓÓÓÓÓN… Deberías llamar a tu ex, eso sería reconfortante, él siempre sabía consolarte en estos días… Bueno, casi siempre; en realidad, el noventa por ciento de las veces te dijo que lo llamaras cuando se te pasara y el diez por ciento restante te preguntó si esto significaba no sex at all o blowjob week… Pero peor es nada. No, no lo llames, mejor mándale un mensaje a Paco, él siempre te sigue la corriente coquetona… ¡SANTOS REYES MAGOS, ¿POR QUÉ NO ME CONTESTA?! Seguro piensa que soy una zorra, o que todavía quiero con mi ex, o ha notado que he subido medio kilo y estoy hinchada y que parezco casi una mamut embarazada. Ahí vienen las lágrimas… y vienen con todo… BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Okay, lo admitimos, las mujeres somos un infierno emocional esos días, un huracán que arrasa con cuanto encuentra. Pero sería bueno que los hombres no preguntaran tonterías, no se hicieran los sabihondos ni intentaran entendernos, porque no estamos siendo racionales; que no fueran condescendientes, porque no estamos buscando pena sino empatía. La única regla con la regla es Mantener una distancia apropiada, ser cariñoso y tener siempre a la mano algún producto con chocolate.
LET’S TALK ABOUT SEX
Si hay dos temas masculinos predilectos son los carros y el sexo. Bueno, inspirándonos en esto, hablemos un poco sobre las formas como las mujeres manejamos nuestra sexualidad #ParezcoProgramaDeLaRampolla usando algunas metáforas automovilísticas. Y no, trol, no estoy cosificando a la mujer #OverSensitiveFeminista, solo utilizo la misma técnica de tu profe de matemáticas en primaria en pro de ser más didáctica #SumandoConManzanitas:
La cero kilómetros. Conocida popularmente como virgen, es una especie en extinción. Hoy encuentras chicas más preocupadas por haber perdido su BlackBerry que su virginidad, pero todavía quedan por ahí aquellas que han tomado la muy respetable #YoMeHubieraPegadoUnTiro decisión de esperar, lo cual es una proeza en estos tiempos en los que las parejas a las justas esperan a llegar al carro #LasPistasDeBaileSonLosNuevosTelos. En este grupo podemos encontrar diferentes variantes que no se ajustan literalmente a la definición, pero por ahí andan:
La medio virgen. Término acuñado por una buena amiga, es aquella que no se ha comido el plato de fondo pero le ha dado duro a todos los aperitivos #ProvechoBitchPlease. Es fácil detectarla, pues ante la pregunta de si ha tenido o no relaciones responde con un «Técnicamente…».
La virgen regenerada. Hace tanto que no tiene sexo, que probablemente ya haya recuperado su virginidad. Es aquella que le dio un par de vueltas al carro, se estacionó demasiado tiempo y ahora se quedó sin batería #EnBúsquedaDeAlguienQueLesDéUnEmpujoncito.
La virgen contra su voluntad. Intentó ponerse en marcha un par de veces, pero nunca consiguió prender el auto, porque quizá el clima no era favorable. Ahora teme estar convirtiéndose en el auto del abuelo #TodosLeTienenCariñoPeroNadieQuiereManejarlo.
La de un solo dueño. Es aquella que solo ha tenido sexo con una persona, usualmente en una relación bastante larga, lo que la hace plantearse la incógnita de si está disfrutando el paseo porque está bueno o porque no tiene nada con qué compararlo #ParaQuéServiránEsosBotoncitos…
La modelo clásico. Solo se deja manejar cuando la ocasión lo amerita. Ella encaja más en el rubro de Hacer el amor. Si pasa, es con alguien importante con quien tiene una relación, alguien que la haya cuidado un buen tiempo y la trate con la delicadeza de una pieza de museo. Siempre fan del exceso de romance #PondréElConciertoDeAranjueeeeeez, no le haría mal sacar su wildside de vez en cuando, guardar el azucarero y echar el picantito #OLaCremaChantilly porque es lindo el paseo por la pradera de girasoles pero no está de más irse un rato por el camino de trocha #WannaGetDiiirty #AguileraModeOn.
La todo terreno. Para ella, el sexo es como el Dakar: sucio, peligroso, una verdadera prueba de resistencia y solo los que terminan se llevan la gloria. Sí, le encanta el tema. Disfruta hablando de ello, aprendiendo sobre ello y, sobre todo, practicándolo en cantidades desmesuradas. Si fuera un personaje de «Sex and the City», definitivamente sería Samantha. No se enreda con los compromisos, ni con el significado que hay detrás, simplemente la pasa bien con quien quiere y cuando quiere, incluso corriendo el riesgo de rozar cada vez más el límite entre Soy openminded y Debería empezar a cobrar.
La que va en taxi. Es aquella que se sienta a esperar que le hagan el paseo sin mover un dedo #LazyBitchPlease. Una cosa es que dejes que él te engría y busque complacerte y otra es que él tenga que chequear a cada minuto si sigues respirado #NecrofiliaModeOn. Hermana, pon de tu parte, porque aunque sí es cierto que ellos deben mostrar ciertas destrezas en el camino, el viaje es aun más emocionante cuando eres una fantástica copilota. Propón, experimenta, toma la iniciativa, que en palabras de ellos «No hay nada más sexy que una mujer al volante».
La peatona. En este contexto es aquella que no lo hace porque no le gusta #MientrasAbreUnaPestañaDeIncógnitoEnChrome y no contenta con eso tampoco quiere que tú lo hagas #TuEnvidiaEsMiOrgasmo, así que siempre tiene algún discursito sobre lo contaminante que es ir en auto, sobre cómo ha contribuido al deterioro medioambiental, de que te estás ganando un asiento en la zona VIP del infierno y tú francamente solo quieres atropellarla #NoLeHaríaMalQueAlguienLePasaraPorEncima. Moralista, radical, opinativa y over all insoportable, irónicamente, si alguien le diera un par de vueltas… a su carro, andaría un poco más relajada.
Solo hay una buena e importante verdad: para hacer bien el amor hay que venir al sur #AuspiciadoPorElGobiernoRegionalDe
Arequipa. No, en realidad, una puede verse reflejada en varias categorías o ir cambiando con el tiempo, y lo que permanece como una verdad irreprochable es que siempre debes ir a la velocidad que te haga sentir más cómoda y que el viaje es aun más delicioso cuando tienes al amor de combustible.
LA CORRIENTE DEL NIÑO
Estás sentada, mirando tu calendario, con una expresión de asombro y una sensación de tragedia parecidas a cuando abres el sobre con tu cuenta del banco al final de mes. Tienes un par de días de atraso en la regla #YUnParDeMesesEnTuTarjetaDeCrédito y sientes que alguien ha agarrado un tenedor y está revolviéndote las tripas como si fueran espaguetis. Estás exagerando, vamos, son solo unos días y todas las pendejadas cosas que has hecho en el último mes fueron con suma precaución… ¡¿Fueron?! Y de ahí recuerdas cierto episodio en que decidiste ser un poquito más flexible porque, por lo visto, los especiales de sexualidad, el cura de tu iglesia y la existencia de Las Culisueltas no han logrado transmitirte pánico por las consecuencias negativas de tener sexo. Respiras, te sientas y decides que tienes que salir de la duda cuanto antes. Miras hacia abajo y notas una pequeña panza asomarse debajo de tu ropa, y olvidando el hecho de que almorzaste frejoles y de que el único deporte que practicas es beer pong, la sobas rogando en silencio que no saque tu cutis graso ni tu alergia a los camarones. De repente te das cuenta lo cojuda que te ves y pasas a evaluar si debes comunicarle al posible futuro jefe de la familia la situación. Dos factores dificultan esta decisión: la edad y la cercanía. Los hombres, sobre todo si son relativamente chibolos (cuando digo «relativamente» comprende el intervalo entre los 16 y Ya no me pongo polos que dicen FBI Female Body Inspector), son realmente malos manejando situaciones de estrés, más aun si involucran el cuerpo femenino. Hay una razón por la cual las mujeres usamos las palabras ovarios y quistes cuando queremos espantar a los hombres de nuestras conversaciones #WorksEverytime. Por otro lado está el tipo de relación que tienes con él. Si es tu enamorado de hace años, con quien tienes toda la confianza del mundo, igual se va a morir, pero probablemente revivirá segundos antes de la epidural. Pero si es un amigo, fuckbuddy o el popular Sabía que debía detenerme al segundo shot de Jäger, entonces puede que te inclines por manejar el tema sola mientras no sea nada concreto. Tratas de distraerte y el universo #TrollingLikeABoss decide que es buen momento para llevar tu angustia a límites más histriónicos, por lo que coloca referencias maternales e infantiles por doquier. Prendes la tele y está dando maratón de «16 and Pregnant», sales en el carro y el policía te detiene para dejar pasar a los niños y niñas de un colegio, vas a la gasolinera y el grifero te dice «Aquí está su tarjeta, SEÑORA» #OkFácilEsaNoTantoPeroIgualEsIrritante. Hasta que por fin llegas a la farmacia, pones tu cara de «No estoy embarazada, pero si lo estoy a ti qué chucha, no me juzgues», esperas a que se vacíe un poco el lugar para que no haya público, pero hay una viejecita que insiste en contar una por una las monedas de su vuelto y empiezas a pensar que es más probable que pase al otro mundo a que termine la operación con rapidez. Un joven se desocupa y te grita «¡¿En que la puedo ayudar, señorita!?». En nada, cojudo, por culpa de tu género y sus malditos nadadores con complejo de Michael Phelps estoy en este lío, piensas, pero solo te pones roja como un tomate y atinas a decir:
—Necesito una rebademarazo —#ElCrecimientoDeTusUñasFueMasSonoro QueEso.
—Disculpe… ¿una qué?
—Una prueba de e-m-b-a-r-a-z-o —insistes, y ruegas que la viejecita no tenga puesto ese audífono que venden en telemarketing #EscuchaHastaLaConversaciónDeTuVecinooo.
—¡Ah! ¡Una prueba de embarazo! —lo dice y sientes que disfruta un poco tu angustia—. Deniiiiiisse, ¡¿cuál es el código para pruebas de embarazo?! —grita el tremendo cabrón #HayUnPacienteEnComa
EnHonoluluQueNoTeEscuchó.
—¡¿Para qué?!
—Paaara las pruuueeebas de embarazooo —#YaPuesMejorPongámoslo-EnMiFacebookNomás y nunca antes habías odiado con tanta sinceridad a alguien.
Te entrega la cajita que escondes en tu cartera con el nerviosismo de quien está traficando coca en un aeropuerto norteamericano. Llegas a tu casa, le das un par de vueltas a la mesa de la sala y te metes al baño. Abres la cajita, sacas un pequeño vasito #EsteDebeSerParaTomarteUnParDePisquitosYRelajarte, y después de darle una hojeada a las instrucciones descubres que tienes que hacer el uno ahí adentro #DamaQueSeRespetaPuedeEstarAcostándoseConAlguienPeroJamásDecirORINA. Sonríes ante la jodida ironía de que sean ellos quienes tengan un dispositivo #LlameseTambiénManguerita que sería mucho más útil para estos casos, pero seamos nosotras las que tengamos que pasar por el momento incómodo y ridículo. En fin, terminado el proceso, tienes que colocar una varita en el envase (todo esto se hubiera evitado si no te hubieras colocado la otra varita #HermionePlease). Te lavas las manos, sales del baño y te sientas en tu cama, tragando saliva como si tuviera púas. Tú pensaste que los minutos eran largos en las clases de química, pues estos cinco parecen correr en reloj de arena mojada. Tratas de evitar la pregunta interna de ¿Qué voy a hacer si…? porque no vaya a pasar como en Beetlejuice, y si lo invocas tres veces aparece un bebé sobre la mesa. ¿Y él sería un buen padre? Asumes que no cuenta como referente la vez que te hizo decirle «Papi» en la cama #CabezaShutTheFuckUp. TIEMPO. Te paras, respiras y te dices a ti misma «¡Ya! ¡Piensa en positivo! ¡No, carajo! ¡En negativo!» #MiBebéVaASerEstúpido y giras la manija del baño. Te sientes como en esa parte de las películas de terror en que la pelotuda en negligé abre la puerta del sótano y todos en el cine ponen cara de «Hasta aquí nomás llegaste, flaca». Te acercas, miras la varita y… ¡SOLO HAY UNA RAYA! Nunca una raya fue tan celebrada desde la invención de la tanga. Fue falsa alarma, te vuelve el color a la cara.
Sí, no hay susto como ese, pero como dijo el gran tío Ben, «Con gran sexo, vienen grandes responsabilidades» #SexpidermanQuotes, así que estos momentos de angustia letal te sirvan para ser extracuidadosa; sí, tú también, lazy bitch, no solo él, ya que nunca se sabe si está pensando con la cabeza correcta.
AMIGA, TU NOVIO ES UN IDIOTA
Ahí estás tú, echada sobre tu cama, zapeando por la insoportable programación dominguera, cuando suena el teléfono.
«Insertar nombre de mejor amiga aquí» llamando…
—¿Aló? —contestas.
Silencio… Suspiros… Se suena la nariz.
—¿Alóóóóóó? —repites.
Y una voz que es una mezcla de Darth Vader y Eros Ramazzotti dice:
—Holaaa.
Está llorando y supones que lo ha estado haciendo desde hace un par de horas. Ella y su peor es nada con complejo de galán de telenovela enamorado han peleado una vez más, y cuando dices «una vez más» no es a la ligera: si te dieran un dólar por cada vez que ella te ha llamado desesperada por el último drama de su relación, ya tendrías suficiente dinero para veranear en Bora Bora #YConElCelApagado. Pero la dejas hablar, contarte cómo el idiota en cuestión ha alcanzado un nuevo nivel en el estupidímetro, cómo no sabe qué hacer y cómo, para variar, se siente absolutamente miserable.
Entonces tú repites el discurso de siempre, y ya te lo sabes mejor que los diálogos de «Friends».
—¿Puedes creer que me haya hecho/dicho eso?
—No. ¡Qué idiota!
Pero sí puedo creerlo. ¿Cómo? Porque existe algo que se llama «conocimiento empírico», es decir, saber algo en base a haberlo experimentado previamente. Por ejemplo, tú ya sabes que cada vez que tomo Jäger tiendo a perder la noción del tiempo, del peligro, de la decencia, de lo que constituye un hombre sexy y, en general, de la dignidad #PócimaDiabólica. Por lo tanto, sería bien conchudo de mi parte preguntarte «¿Puedes creer que me haya comportado como una gringa en spring break después de esos dos shots?», porque al igual que el barman que se agarró la cabeza y suspiró cuando me los vendió, yo también sabía que el pelotudo que tienes por enamorado iba a volver a hacer lo que sabe hacer mejor: cagarlas.
—Tú me entiendes, ¿verdad?
—Sí, gordita.
No, no te entiendo, hay ejercicios de física cuántica que estoy segura entendería mejor. ¿Por casualidad te encantaba meter los dedos en el enchufe cuando eras chibola? Eso explicaría tu amor por el dolor #YLasNeuronasBroasterConLasQueEstásPensando. Te entendí la primera, la segunda, hasta la tercera vez, pero ahora ya estoy más perdida que cachimbo en primer día #JovenDóndeEstáAudiovisuales?
—Te juro que ahora sí se acabó.
—Mjm.
Sí, claro, y el gas va a estar a 12 soles y yo voy a empezar dieta el lunes #DijeUnLunesNoCuálLunes. Me encantaría pensar que lo que dices es cierto, pero sería tan necio como seguir comprándome jeans talla 28 #NoVanACerrarSupéralo. Porque ahorita estás enojada, ofendida, triste y lógicamente no quieres ni que te mande un poke por Facebook, pero ya llamará a disculparse, a decirte que no fue su intención, que te ama y que quiere tener bebitos tóxicos y emocionalmente inestables contigo… Y tú volverás. Eso me jode por dos razones: 1) Porque parece que tuvieras Síndrome de Estocolmo #MásMeSecuestrasMásTeQuiero, y 2) Porque yo siempre me pongo la camiseta, tú me dices que ahora lo odiamos y yo me la creo, armo grupo en Facebook, lo miro con desprecio, le deseo que solo pueda ver el canal del Congreso en su televisor, pero de ahí me encuentro con que nuevamente has pasado de «Está soltera» a «Está en una relación» y yo me quedo con todos los pósters de «Evita la sífilis» que había hecho con su cara #DamnWoman.
Estimada loca, necia, terca, masoquista que se engaña a sí misma… ¡DESPIERTA! Tu relación es una mentira. Sí, todas las relaciones tienen problemas, pero en tu caso pareciera que los problemas tienen relaciones, y como no me crees, te voy a hacer dos simples preguntas:
¿Pasas más tiempo quejándote y sufriendo que disfrutando? En finanzas, una de las reglas básicas es la relación costo/beneficio. Pues es hora de reevaluar tus inversiones sentimentales, querida, porque tu relación parece estar en bonos griegos.
¿Esta persona ha sacado la peor versión de ti? Porque o estás más cerca de lo que siempre soñaste ser y hacer, o eres una baba monotemática y codependiente, totalmente volcada a hacerlo feliz sin detenerte un minuto a considerar qué tan feliz eres tú y cuánto empeño pone él en lograr que sea así.
Si la respuesta es afirmativa en ambos casos, entonces #GoldMedalLimited EditionPrimeTimeBitchPlease solo termina con él, no te vas a morir… ¿Sabes quién probablemente se va a morir? Tu mejor amiga, de tanto verte sufrir, pelear y desgastar tu corazón como un par de pilas de control remoto. Así que si no lo quieres hacer por ti, hazlo por ella, que te adora y busca lo mejor para ti, cuya oreja se está cayendo de tanto hablar por celular, que se ha comprado un diccionario de sinónimos y antónimos para variar el mismo discurso, pero que sobre todo es el claro ejemplo del cariño sincero, positivo y enriquecedor que deberías tener siempre al costado.
LA EX Y LA ACTUAL
Hay un personaje contra el cual nos encanta despotricar de manera absolutamente subjetiva y emocional #WomenWillBeWomen: la famosa ex. Pero, pensándolo bien, pese a todas las ganas que tienes de matarla, es realista decir que así como has sido la nueva novia, también has sido alguna vez la ex de alguien, y llegado el momento has debido enfrentar la situación de estar frente a frente con ella y conocerla. Pasemos a analizar, entonces, las dos caras de esta moneda:
Cuando eres la enamorada de turno. Estás de la mano con él, feliz, caminando por la calle. Volteando la esquina aparece una chica a la que crees haber visto antes, pero no estás segura de dónde fue. Le preguntas a él si sabe quién es, le dices que te resulta conocida, y de su boca salen las siguientes tres perturbadoras palabras «Es mi ex» (solo superadas por «Tenemos que hablar»). De repente, tu cabeza hace un mega flashback y recuerdas dónde habías visto esa jeta deforme cara antes: en fotos, fotos de él y ella. La ves acercarse y lo agarras fuerte de la mano, como quien le jala la correa al perro para que no se escape #QuietoFido. Paran, la semiabraza, le lanza un «¿Cómo has estado?» #GetARoom y pasa a presentarlas: «Nueva novia, guapa, inteligente, versión absolutamente mejorada, te presento a mi exnovia, la peor es nada, no sé qué le vi, nunca tuvimos contacto físico, actuó en El planeta de los simios sin máscara». Okay, fácil no dijo eso, pero en tu cabeza sonó así. La miras, te mira, se saludan, sonríen y te sientes absolutamente amenazada empoderada. Pasas a hacerle un escaneado de cuerpo entero: te llega al huevo su polo #LoQuieresEnTodosLosColores, tiene los tobillos anchos #Not, la nariz chueca #DobleDeNicoleKidman y su voz es tan agradable como rascar una pizarra #ArmoniosaComoLaDeAriel. Después de los treinta segundos más largos de la historia, la perra sigue su camino, volteas donde él y le dices desafiante «¿Esa es tu ex? ¡Ja! ¿Y qué onda entre ustedes, ah?», como si no se hubieran saludado sino procreado en plena calle. «Nada… Somos amigos» #TeMoristeUnPoquitoPorDentro.
Cuando eres la ex. Estás caminando por la calle, chilling con tu iPod, volteas la esquina y, OMFG, viene hacia ti la temida parejita, tu ex y su nueva táctica para olvidarte novia. Últimamente te los cruzas por todos lados y has logrado evadir con destreza el tener que saludarlos, pero ahora la colisión es inminente. Maldito karma, ¿por qué me torturas así? Debo haber sido cazadora de cachorritos en mi otra vida. Consideras tirarte frente a un carro en movimiento #SeríaMenosDoloroso, pero no le vas a dar el gusto a la chaparrita de cuarta #MásAltaQueTú. A medida que se acercan vas poniendo cara de «Oh, what a lovely surprise» #YLoPiensasConAcentoInglés, hasta que quedan frente a frente. Él hace un remedo de abrazo #AySuPerfume, y pasa a presentarlas: «Nueva novia, suplente, último recurso, nunca tenemos contacto físico, a veces cuando estoy borracho te confundo con un pata, te presento a la guapa, inteligente, versión original e insuperable que es mi ex». La miras, te mira, se saludan, sonríen y te sientes absolutamente despechada superada. Empieza el escaneado: ya nadie usa All Stars #TienesCuatroPares, es cuadrada #CinturaDeAvispa, manos de hombre #DeBarbie y parece fría y calculadora #DulceComoCompotaDeDurazno. Pasan veinte minutos #TreintaSegundos y por fin siguen su camino. Respiras, piensas, tratas de llegar a alguna conclusión sobre cuál es tu situación actual con él… ¿Amigos? ¡Ja! De ninguna manera…
¿Por qué ver la realidad por los dos lados? Porque es importante recordar que es un momento complicado e incómodo para ambas partes… menos para él #APuntoDeTirarteATiYAEllaEnElLodo #CatFight. Y que no es bueno aferrarse a rencores que, en el primer caso, solo perjudican tu relación y, en el segundo, dañan tu proceso de recuperación. Pasa el mal trago #CualTercerShotDeTequila y disfruta del hecho de que él ahora es tuyo, o sonríe con la tranquilidad de quien tiene la libertad de pasar a la siguiente canción de su playlist, a una que se mueva al ritmo que necesita.
¿CÓMO PERDER A UNA MUJER EN DIEZ DÍAS?
¿Cómo perder a un hombre en diez días? Todas hemos visto esa comedia romántica, jugado «Bullshit», odiado a Kate Hudson en el espectacular vestido amarillo y puesto pausa con Matthew McConaughey sin polo… sin polo… qué salvaje… lo bueno que está… y lo bien bronceado… ¿Qué estaba diciendo? Ah, sí, la pela. Y es verdad que expone varios errores típicos de las mujeres cuando se trata de hombres, pero tal vez sea interesante analizar esto mismo de regreso, porque no son pocas las veces que se nos tilda de complicadas (#BitchPlease nos enredamos más que cable de audífonos en un bolsillo), pero también hay ciertos excesos que determinan la disminución o total desaparición de nuestro interés hacia un chico:
El exceso de cursilería. Es cierto, las mujeres amamos los piropos, nos ponemos como cachorros a los que les rascan la panza, pero nunca falta el que se toma esto demasiado en serio, pasa de piropero a Bieber Fever y tú ya no sabes si agradecerle o firmarle un autógrafo. Y ahí lo tienes al saco de papas queriendo perderse en tus ojos o comparando tu belleza con las estrellas del firmamento, y empiezas a sentirte en medio de una canción de Cristian Castro o un video de karaoke. Sí, soy linda, pero no es necesario que actúes como si fuera perfecta, tranquilo con las porras que no necesito esa constante inflada de autoestima. En realidad, la gracia no está en llenarnos de halagos refritos, sino en aprender a querernos con todo y defectos, así que, querido, cuelga los pompones.
El exceso de confianza. Están en la tercera cita, han decidido comerse unos tacos y entrarle un poco al amor a la mexicana, cuando de repente el pretendiente hace una mueca extraña y escuchas un sonido desagradable salir de su boca… J¡ESÚS, MARÍA Y JOSÉ, SE ACABA DE TIRAR UN CHANCHO! O es domingo y qué lindo que haya venido a visitarte… ¡AL TERMINAR LA PICHANGA! Y ya no sabes si te estresa más que te salude con beso o que se siente en tu sofá. Mira, flaco, yo entiendo que pasados varios meses en una relación se alcanza un nivel de comodidad importante y pasen a relajarse ciertas cosas… DIJE «VARIOS MESES», CABRÓN, NO «A LA TERCERA CITA». Y me importa un rábano si eructar, tirarse pedos, rascarse las bolas y no bañarse los domingos son acciones humanas naturales, estás afanando, lo que implica que ambos están mostrando su mejor cara. Así que ella se depilará, comprará ropa nueva, se pondrá perfume y virtualmente morirá asfixiada por lo apretado de su vestido, y ambos fingirán que son criaturas divinas y olerán a rosas por un buen rato.
El exceso de engreimiento. Hay una gran diferencia entre engreírse un poco, lo que puede ser hasta adorable, y volverse un drama king. ¡Eres el hombre, joder! Mira, yo sé que es el siglo XXI, tiempo de la igualdad de géneros, el flower power y todo ese popurrí, pero eso no significa que tú tengas carta libre para ser una nena llorona. Okay, te duele la pancita. Te escuché la primera vez, y la segunda y la tercera, ya para la cuarta estaba pensando en George Clooney. NO ES TAN GRAVE… ¿Qué onda con tu umbral del dolor? Nosotras podemos parir gemelos, pero Dios no permita que tú te quemes el dedo. Una advertencia: si eres uno de esos desubicados que piensa que a nosotras nos encanta hacer de madres/enfermeras/psicólogas, te digo de una vez que es probable que una mujer que te empieza a ver como a un niño después no esté interesada en hacer cosas de adultos contigo.
El exceso de publicidad. «Flaquita, tú no sabes con quién estás hablando. Espero que estés yendo al gimnasio, porque conmigo no es una prueba de 100 metros, es una maratón». Ah, claro, tú eres un semental, por supuesto; eres un potro salvaje, una bestia indomable; eres el amante que ha inspirado todas esas novelas rosas; tú las dejas bizcas, caminando raro y, en palabras de algún imbécil al que conocí una vez, «Arruinadas para los demás hombres». Querido, te estás tomando demasiado a pecho el marketing personal. Entiendo la parte en la que quieres tratar de impresionarla con tus fantásticas cualidades y habilidades, pero tu discurso le genera tanto interés como el infomercial de sartenes de fibra volcánica. Déjala ir descubriendo tus supuestas bondades, y si estás tan seguro de tenerlas, pues supondremos que no le será difícil encontrarlas.
El exceso de troglodita. Conoces a un chico, te llevas bien con él y parece ser un proyecto interesante. Un día están caminando por la calle y notas que una turba de orangutanes se acerca preocupantemente hacia ustedes… E¡S SU GRUPO DE AMIGOS! De repente empieza un intercambio de apodos ridículos, de gestos obscenos, de golpes seudoviolentos, y tú quieres gritar «¡¿Hay algún doctor aquí?!». Porque estás segura de que tu afán ha sufrido una embolia cerebral que le ha reducido la edad a 13 años. Tratas de comunicarte con el grupo, pero lamentablemente no hablas esa lengua extraña en la que si no dices «weón» cada tres palabras nadie te entiende. No te presenta porque está muy ocupado jugando lucha libre y hablando sobre su última borrachera como si estuviera al nivel del descubrimiento de la penicilina. Es cierto que cada cual tiene los amigos que prefiere, pero, querido, tal vez sea hora de preguntarse por qué ninguno de ellos tiene novia.
El exceso de celos. Nunca falta el desubicado que ha salido un par de veces contigo y, posesivo, inseguro y un tanto stalker, decide que tiene la potestad de pedirte explicaciones sobre quién, cómo, cuándo y por qué. Si eres de los hombres excesivamente territoriales, probablemente las mujeres saldrán corriendo más rápido que si hubiera cierra puertas en Ripley. No, no sé quién es ese señor que me está mirando desde la otra mesa, tampoco me estoy agarrando al pata que puso «Me gusta» en uno foto mía en Facebook y si le sonrío al mozo es porque desearía que trajera mi plato antes de que me coma los dedos del hambre. Los celos son divertidos en cantidades mínimas, sin mucho drama, pero si empiezas a ponerte todo Atracción fatal, que no te sorprenda que la chica desaparezca al puro estilo Houdini.
El exceso de pasividad. Él es un caballero, sabe respetarte, darte tu sitio. No te trata como un objeto, mantiene su distancia y quiere que las cosas vayan con calma. Por eso no intenta nada contigo, pero NADA DE NADA, y tú, que no estás en tercer grado ni perteneces a un club de abstinencia, estás a punto de gritarle «¡¿Podrías tratar de tocarme una chichi por lo menos?!». Flaco, ese complejo de lord inglés y monaguillo es llevar las cosas a un extremo innecesario; de tanto bajarle la velocidad te van a poner la multa de Solo te quiero como amigo. Las mujeres disfrutamos cuando toman la iniciativa y actúan con una cuota sana de agresividad porque nos hace sentir deseadas, así que deja el catecismo en la mesa de noche y plántame un buen beso. Mejor pedir disculpas que pedir permiso.
El exceso de agresividad. Estudié una carrera, me gusta leer, tengo planes a cinco años y me sé un par de buenos chistes cortos. Seria súper que esto te importara un carajo, pero estás muy ocupado mordiéndome el cuello y tratando de levantarme el polo, y no me malinterpretes, está buenísimo esto de besarte, pero todavía no sé tu segundo apellido. Las mujeres somos comunicativas, parlanchinas, nos encanta hablar, por eso siempre vamos juntas al baño (por eso y para cuidar la puerta cual jedis). Y no creas que no me doy cuenta de que cada vez que intento conversar contigo más de tres frases, te importa un mango #PendejoPlease y pones esa cara de «No te estoy escuchando ni un poco, qué bestia, solo estoy pensando en cuánto tiempo podré quitarte la ropa». Te digo un secretito a ti, que te encanta buscar formas de meterte en mis pantalones, una de las frases más sexies que puede decir un hombre es «Cuéntame más sobre ti».
Como reza el dicho, «All is fair in love and war» («En el amor y en la guerra todo vale», para quechua marque 2). Esto no es una receta, ni mucho menos la fórmula del éxito; son solo detalles que ayudan a construir pero no constituyen la base de una relación. Lo verdaderamente valioso está en encontrar una persona con la que puedas ser tú mismo y esa libertad te lleve a ser todo lo grande que puedes ser.


EL NÚMERO QUE USTED HA MARCADO ES INCORRECTO
Siempre he odiado los domingos. La acumulación de cansancio, la angustia de que se acaben los días libres, los inevitables planes de familia, los programas políticos venenosos, la cuenta regresiva hasta el lunes… Pero no me gustan sobre todo porque son peligrosos. No me refiero a peligrosos tipo Qué paja cómo hago puenting sin cuerdas o Juguemos a la pelota con esa pantera; eso es amateur al lado de lo que un alto grado de aburrimiento y una cantidad correcta de Me siento sola pueden hacer un domingo. Porque ahí estás tú, viendo un programa de bienes raíces, comiendo un paquete de galletas sin hambre y haciendo un par de sonidos quejositos cuando de repente te asalta #CasiViola la idea de que quieres llamar a tu ex #UnMinutoDeSilencioPorLa DesapariciónDeTuCriterio.
Por supuesto, antes de convertir esa idea en una tremenda cagada realidad debes practicar un exhaustivo autobullshiting, en el que te convencerás a ti misma de que hacerlo no es tan malo #AsíComoLaPeste, que es como llamar a cualquier persona, que es casi lo mismo que consultar tu saldo.
Ya está, ahora que te sientes mejor con la anestesia de mentiras que tienes adentro, puedes proceder. Agarras el celular, lo miras, lo contemplas, lo desbloqueas, lo bloqueas, lo alejas, lo vuelves a agarrar, entras al Facebook, a tu agenda, borras un par de contactos, finges que no te acuerdas su número (#BitchPlease eres como Dory con P. Sherman, calle Wallaby 42, Sidney), hasta que por fin decides marcar, en tu caso, la contraseña que te permite ingresar a cojudecesdomingueras@tevasaarrepentirtantomañana.com.
ANTES DE LA PRIMERA TIMBRADA: ¡¿Qué estoy haciendo?! Esta idea está peor que cuando quise volver a poner de moda los pantalones de MC Hammer, mejor cuelgo y…
PRIMERA TIMBRADA: Santa fabulosidad, ahora ya no puedo colgar porque se va a dar cuenta de que me arrepentí y voy a quedar como una imbécil #EseBarcoYaZarpó.
SEGUNDA TIMBRADA: Fácil no va a contestar… Mejor… aunque, ¡¿por qué no contestaría?! O sea, después de todas las bajezas que me ha hecho, todavía se da el lujo de ignorar mis llamadas, ¿quién se ha creído este conch…?
—¿Aló? —#FUCK.
—Hola —con voz de no sé cómo se marcó tu número.
—Hola… ¿Cómo estás?
Y antes de que sigamos por este penoso camino, déjame contestar esa sencilla pregunta por ti. ¿Cómo estás? Bueno, primero que nada estás #HighOnHormones idiotizada por una serie de nostalgias de poca monta. Te sentiste sola, pobreciiiiiita, qué original tu sentimiento, seguro que también tienes flojera y pocas ganas de bañarte #SundayBitchPlease, a todas nos pasa, a las que extrañan, a las que tienen a alguien; es el emo que todos llevamos dentro. Entiendo que tu cada vez más ausente cerebro te haya llevado a recordar momentos en los que fuiste feliz y te sentiste acompañada, e inevitablemente hayas pasado por The Ex Ville, pero dos cosas te digo sobre esto:
La parada en ese lugar te va a dejar sin gasolina, bastante más desorientada, e, irónicamente, sintiéndote aun más sola.
Si quieres pensar en una situación en la que estés feliz y acompañada, imagínate en un jacuzzi rodeada del cast de Magic Mike #HáganmeMadre.
Te propongo algo: si tu ex no es ninguno de los que actúan en esa película y realmente no quieres abrir el baúl de los recuerdos para dejar escapar uno que otro fantasma indeseable, entonces aléjate de tu celular, porque esa llamada al pasado es de cobro revertido. Sal a la tienda, camina un poco, despeja la cabeza y acuérdate de que en Europa ya es lunes, pero más importante aun, recuerda que el domingo es el claro ejemplo de que todo final puede ser también un comienzo, así que levántate mañana lista para empezar de nuevo… en todos los sentidos.
DAME UN BESO, AY, DAME UN BESO
Hay una parte en la película Hitch en la que el personaje principal afirma lo siguiente: «Ocho de cada diez mujeres piensan que el primer beso les dice todo lo que necesitan saber sobre una relación» #WillSmithPlease. Es un poco exagerado, porque a no ser que sepas leer el tarot con la lengua, un beso no te dirá todo lo que es importante tener en cuenta para un futuro con esa persona. Sí estoy de acuerdo, en cambio, con que es un acto lleno de información valiosa y que puede modificar drásticamente tu impresión sobre alguien. Entonces, ¿qué errores clásicos se cometen en los primeros besos que mandan señales de alerta a una mujer y le desinflan el interés? Aquí van a algunos:
La pregunta perdedora. «¿Puedo besarte?». Oh, por Dios, no me acabas de preguntar eso; esa es la pregunta más perdedora de la historia después de «Dude, where’s my car?». Acabas de matar uno de los factores principales de un beso: la espontaneidad. ¿Qué me dice esta pregunta? Que eres inseguro, lo cual es tan sexy como usar crocs. Sé un poco más Nike y just do it, que por el camino seguro se llega de frente a The Friendzone.
Menos es más. La agresividad puede ser un complemento riquísimo a la hora de besar, pero una cosa es ponerle pasión y otra es que me hagas dudar de si tienes trastornos caníbales #SeTePerdióAlgoEnMisAmígdalas? Una mordidita de labio por ahí, rico… Dejarme la boca como si hubiera besado a un enjambre de abejas, no tanto. Es el primer beso, cierta sutileza funciona mil veces mejor que un beso demasiado gritón y elaborado.
El complejo de pollo. Dado que no tenemos plumas ni ponemos huevos, ¿por qué rayos insistes en picotearme como si tuviéramos 12 años? Dios te dio una lengua, dale buen uso, por favor #DaleVariosUsosSiEsPosible.
El dilemanos. Las bocas son las protagonistas, pero hay unas actrices secundarias que se pueden robar el show #ComoKarenYJackEnWill&Grace. Esas son las manos, porque es delicioso un hombre que no solo te planta un buen beso, sino que también te pasa los dedos por el pelo, te agarra por la cintura, te abraza como buscando hacerte parte de él. Pero nunca falta el que te agarra de lugares irrelevantes, como el antebrazo (¿?) o, peor aun, que no te agarra nada y te da la sensación de que estás chapándote una momia. Tampoco el pelotudo que cree que un beso le da acceso a debajo de tus jeans y al broche de tu sostén en los primeros dos minutos #HornyTeenagerStyle: deberían utilizar sus manos para ponerse en posición de tiro libre #PorqueEstaPatadaVaDirectoATuÁrea.
El coming soon. Entiendo que generar expectativa es una gran estrategia porque acumula la ansiedad e intensifica las ganas, a todas nos vuelve un poco locas la anticipación bien jugada. Al igual que en el cine, nos gustan los cortos, pero después de un par de minutos ya queremos ver la película, porque se está terminando la canchita y todavía no pasa nada entretenido. Cuidado con hacer tan larga la previa que termines por quitarle interés al partido.
Location, location, location. Al igual que con los hoteles, la locación es todo en los primeros besos, sobre todo si te importa, porque si es un agarre del fin de semana supongo que la columna al lado del baño es lo más romántico que podrás encontrar #Classy, pero si hay cierto futuro en la relación, es importante dar un beso en un lugar cómodo. No es el caso de un carro #EseEsElFrenoDeManosOEstásFelizDeVerme? ni de un sitio demasiado público que convierta el momento en un show… a no ser que seas Drew Barrymore y no te hayan besado en veintitrés años, ahí sí chápatelo en la mitad de la Javier Prado si es necesario.
Gracias a años de ardua práctica, de sacrificado research, de exigente investigación de campo, he podido llegar a estas conclusiones. Pero besar es un arte, no una ciencia, y aunque sea química pura, no tiene fórmula exacta, después de todo, los mejores besos de mi vida fueron perfectos porque vinieron de la persona indicada.
TRADUCTOR MUJER-ESPAÑOL
Somos las reinas del subtexto, las expertas en decir una cosa, pero querer otra, y de esperar que nos lean entre líneas. Sí, deberíamos caminar con subtítulos. Como eso no es posible, tal vez sea útil brindarle a los del sexo opuesto un par casos que los ayuden en la traducción:
¿Me veo bien? Aquí ya estás con un gol en contra, porque implica que has sido incapaz de lanzarle unos buenos piropos y la has obligado a hacerte esa pregunta. Pero bueno, ¿se ve bien? No tengo que decirte que bajo ninguna circunstancia, aunque tenga puesto el traje de cisne de Björk, la respuesta puede ser «No»… «¡Ahhh! Entonces la respuesta es “Sí”» #BásicoBásicoEres. Hombre, siempre que una mujer te pregunte sobre su apariencia tienes que contestar con la misma efusividad con la que te gustaría que ella describiera tu performance en la cama. Si no quieres que la siguiente vez que voltees con cara de Rocky 1,2, 3 y 4 a preguntarle «¿Te gustó?», ella te responda «Meeehhh», échales un poquito más de adorno a tus contestaciones y mándate con un «¡Estás preciosa!»; déjales las críticas sinceras a las amigas y a la madre, que son implacables.
No me pasa nada. Creo que ya es casi un cliché aclarar esta frase. Si una mujer te dice que no le pasa nada, está siendo tan honesta como cuando tu mamá te decía «Dime a qué hora volviste, no te voy a castigar». «No me pasa nada» significa «Boludo, me pasa todo, pero como no has sido capaz de darte cuenta por ti mismo, ahora te voy a torturar prolongadamente hasta que después de mil especulaciones des, gracias a un golpe de suerte, con la raíz del problema». Pero como tú, además, eres recontra necio, se te ocurre preguntar «¿Estás segura?» #CaraDePotoEn3…2…1… No seas tonto, no caigas en la trampa, no le sigas la corriente. Lo que ella busca es sentir que lo que sea que haya pasado es importante. Sugiero remplazar esa pregunta absurda por un «Sé que estás enojada/triste aunque digas que no, y quiero hacer lo posible para que no sea así».
Qué linda está Fulana hoy día, ¿no? #It’sATrap Esta no es una invitación a que tú te unas a los halagos sobre Fulana. Todas las mujeres, menos las que son parte de tu familia #PromociónNoVálidaConPrimasLejanas, son feas. TODAS. Aquí van mis sugerencias sobre cómo debe ser abordada esta pregunta de acuerdo con el nivel de fealdad de las mujeres que los rodeen:
Mejor amiga de ella. Respuesta incorrecta: «Sí». Respuesta correcta: «¿Te parece? La verdad no sé, no es mi tipo». De esta manera no insultas a la amiga en cuestión y a la vez evitas, cual Neo de Matrix, las siguientes balas: «¿O sea que te gusta?» o «¿Por qué no estás con ella entonces?», más una serie de reacciones farmacodependientes que nos dan a ratos.
Mejor amiga tuya. Respuesta incorrecta: «Sí, es linda la Cami/Mari/Lili/CualquierDiminutivoCariñosoQueNosProduzcaUnaÚlcera». Respuesta correcta: «No me preguntes eso, es como uno más de mis patas». No importa que te la hayas tratado de agarrar cien veces estando borracho, ella debe pensar que para ti es tan atractiva como un compañero de pinchanga.
Exenamorada. Nivel de fealdad: su cirujano plástico fue Stevie Wonder. Respuesta correcta: «¿Dónde? (fingiendo no verla) ¿Esa? (tono de «Un alien») Casi no la reconocí, está más gorda» (decirle «gorda» = #UstedSeHaGanadoUnaNocheDeSexoSalvaje).
Salgo en cinco minutos. No, no lo hará. Tú lo sabes, ella lo sabe, tu motor prendido lo sabe. No saldrá en cinco minutos así su vida dependa de ello. Y realmente no es por mala onda, no es que le guste demorarse, es solo que las mujeres tenemos tendencia a incumplir con las horas pautadas porque SIEMPRE hay imprevistos varios: aparición de granos ridículos, desaparición de ropa decente, llamadas prolongadas de amigas en crisis, desaprobación del atuendo final por parte de la madre, entre otros. Y si mientras corremos descontroladamente por toda la casa tratando de salir cuanto antes #TampocoVasALaGuerra, el joven en cuestión decide, con la astucia de una larva, llamar y decir ya en tono amenazante «Estoy esperándote» #OhNoYouDidn’t, entonces, ¡ahhh!, me estás esperando, cabrón, no tenía idea, de hecho no me quedó claro el punto las primeras dos veces que llamaste para lo mismo, pero si quieres salgo con el cepillo de dientes en la boca y la plancha de pelo en la mano para que estés más tranquilo. HOMBREEE, usa un poco de psicología inversa: un «Tómate tu tiempo, no te preocupes» no solo hará que se demore menos sino que tu paciencia sea probablemente premiada con otras razones para llegar tarde adonde iban #IfYouKnowWhatIMean.
No lo hagas si no quieres. Hazlo, quiere, siempre quiere #EatPrayLove. No seas tan inocente de pensar que a ella le da igual. No sé si lo has notado, muchacho, pero no somos el género light: usualmente nos importa todo y en proporciones bíblicas. Gracias a estos malentendidos o nadentendidos es que luego te liga la siguiente lista de reclamos desquiciados: «Siento que nunca me escuchas» o «No soy parte de tus prioridades» o #MyPersonalFavorite «¿Por qué tú no puedes tomar la iniciativa?».
Ten en cuenta, la próxima vez que estés ante una situación de estas, que el tiempo y la energía que ahorres no haciendo lo que ella te ordena sugiere que hagas es menor al tiempo y la energía que usarás tratando de entender qué le pasa y en qué te equivocaste. Y en realidad hay miles de situaciones como estas. La verdad es que nosotras podríamos intentar ser más claras y hablar menos en clave… y ahora ellos podrían parir a los niños y depilarse el bikini #SiEstamosCambiandoPapeles. Lo cierto es que con el paso del tiempo y el aumento de la confianza en una relación, deberían ir quedando atrás estos enredos innecesarios, porque las parejas exitosas son aquellas que no necesitan tanta traducción y van desarrollado un idioma en común.
REALIDAD VERSUS EXPECTATIVA
En (500) Días con ella #QuéRocheQueMeDasSiNoLaHasVisto hay una parte en que la pantalla se divide en dos cuadros que cuentan la misma historia: en un lado, lo que realmente está pasando y, en el otro, lo que el protagonista desearía que pasara… Por supuesto, la realidad les patea los huevos a las expectativas. Nosotras somos expertas en esto, inconformistas por naturaleza, tenemos la manía de idealizar las situaciones constantemente para de ahí pasar a la eterna queja de «No encuentro a nadie a la altura» #PickyBitchPlease. A ti que te encanta usar la frase «No eres tú, soy yo», déjame decirte que hay posibilidades de que eso sea cierto y te voy a decir por qué:
Los hombres no son un proyecto. No importa cuánto betún le eches, ni cuantas veces le pases un trapo para sacarle brillo, una zapatilla será siempre una zapatilla. A las mujeres nos cuesta entender esto, meternos en la cabeza que podemos pulir a un hombre pero no cambiarlo. Así que analiza bien si lo que estás haciendo son críticas constructivas («Ay, te quedaría lindo el pelo más corto» #PorqueNoEntiendoTuLookJaimeBaylyReciénDespertado) o reingeniería industrial («Amor, estar en el Facebook compartiendo groupones no te hace un freelance community manager, consigue una chamba de verdad»). Si estás instalando un par de programas en su vida que lo van a ayudar a mejorar, bien, pero si pretendes cambiar todo el sistema operativo para que deje de ser tan Vista y sea un poco más Windows 7, estás perdida #GeekModeOn. En una relación donde una persona siempre trata de cambiar a la otra, los resultados más probables serán:
Que él no cambie nada, lo que te generará a ti una tremenda decepción.
Que él cambie contra su voluntad, lo que le generará a él una alta frustración y quizás resentimiento.
Como verás, it’s a lose/lose situation.
Lo que te dijo es lo que te dijo. Para las mujeres, que somos más complicadas que crucigrama sin pistas, es difícil aceptar que los hombres no suelen ocultar significados alternos detrás de sus palabras. Compruébalo: llama a Perencejo, que con tono medio dormido te dirá «Estoy cansado, hablamos mañana», cuelgas y serás automáticamente atacada por la incertidumbre, creerás que algo le ocurre y por eso no quiere hablar. Entonces pasarás a revisar todos los sucesos previos a esta revelación, formulando tantas hipótesis enredadas que El código Da Vinci parecerá de amateur a tu lado, todo para llegar a la conclusión de que en el fondo está enojado contigo, crees que tiene que ver con el hecho de que sugeriste que el gol de Perú en ese partido fue de chiripa, así que mejor le pides disculpas mañana… ¡No! ¿Qué disculpas? Si se va a enojar por algo tan idiota, la que debería estar enojada eres tú, porque no tienes por qué andar soportando berrinches. Por supuesto, al día siguiente, en el momento en que el pobre e inocente bastardo te llame para saludarte, le ladrarás y lo mandarás a rodar, dejándolo con un signo de interrogación gigante en la cabeza, preguntándose si se durmió o estuvo en coma cuatro meses. ¿La peor parte? Él realmente solo estaba cansado, todo lo demás fue cortesía de tu esquizofrénica psicología femenina.
La vida no es una comedia romántica. Eso fue lo que me dijo mi ex una vez mientras peleábamos #UnaJoyitaElPuta, pero dentro de todo no le faltaba razón. Gracias a Disney, y a casi todas las películas que tienen a Anne Hathaway o a Kate Hudson en el reparto, las mujeres tenemos predisposición a generar expectativas irreales sobre las situaciones amorosas. No recuerdo la última vez que discutí con un novio y él me persiguió por todo el aeropuerto para pedirme disculpas antes de que me embarcara, ni cuando me vi en el dilema de elegir entre mi absolutamente hermoso y millonario prometido y mi también absolutamente hermoso primer amor, ni a las pocas prostitutas que conozco que se han casado con Richard Gere. Sí, acepta que el cuento de hadas es mucho más complejo de lo que pensaste, y a veces mucho menos colorido. Por eso es importante disfrutar las pequeñas cosas, los gestos simples, si vienen de un lugar bueno y verdadero, no de una fantasía. Ahora, si la lacra que tienes al lado no puede acordarse ni de tu cumpleaños, regálale un pasaje de ida y sin retorno a Go Fuck Yourself.
Un par de conclusiones:
Intentar crear al hombre de tus sueños usando como base a uno que dista mucho de serlo es tan efectivo como tratar de confeccionar un Versace con grapas y goma. Busca mejorar, pero nunca cambiar. O aprendes a querer al hombre que tienes, o buscas uno que encaje mejor con lo que buscas.
Es difícil no generar drama, armar peleas y terminar por espantar hombres buenos si no dejamos esa insistencia por andar descifrándolos. Ellos son criaturas más simples #WeCouldLearnAThingOrTwo, acéptalo y no seas tan exigente todo el tiempo.
Yo no he protagonizado ninguna comedia romántica pero he tenido besos inolvidables, amores imposibles, drama, suspenso y acción, así que puede que la vida no sea una película, pero vivida a pleno puede ser igual o más emocionante.
¿POR QUÉ SOMOS TAN COMPLICADAS?
Te levantas, refunfuñas, apagas el despertador, consideras quedarte en la cama #PostergarAlarmaPostergarAlarmaPostergarAlarma… Te levantas, te miras al espejo y, OMFG, no pareces salida de la cama sino de la tele #ElAroModeOn. Odias tus ojeras y descubres que tienes un grano en la frente (la ironía de que tu piel siga siendo adolescente pero no tu porcentaje de grasa corporal). Te metes a la ducha y piensas en el trabajo, en que tu jefe te vuelve loca, en la cantidad de buenas ideas que tienes y en los pocos oídos que encuentras. Vas considerando qué ponerte para ahorrar tiempo. Champú, reacondicionador, exfoliante, crema. Tus uñas están terribles, debes hacer cita con la manicurista. Sales del baño, te paras frente al armario y luces tan desconcertada como griego con cuenta de ahorros. Okay, ya sabes lo que quieres usar: polo blanco, jeans oscuros, botas negras. Este polo blanco es de manga larga, me va a dar calor, mejor el rojo, pero no va bien con este pantalón y si cambio el pantalón ya no puedo usar las botas y si no me pongo las botas, esto es una maldita anarquía. Te empieza a dar frío, se te cae la toalla del pelo. Eliges el atuendo que te pusiste hace dos días y sufres con la idea de que Menganita se vaya a dar cuenta. Te miras al espejo. ¿Estás más gorda? Sería injusto, los makis no engordan #YAMíMeTrajoLaCigüeña. Te secas el pelo, para un lado, para el otro, está fuera de control, te odia, tu pelo te odia y quiere que lo sepas. Lo amarras en una cola, miras el reloj, estás tarde, corres a la cocina, tomas un jugo apurada y sales. En el camino al trabajo piensas en él. ¿Deberías escribirle? Tal vez un «Buenos días», uno que suene a «Pienso en ti de manera casual, cariñosa, pero no intensa» #MensajesConDecodificador, pero mejor dejas que él tome la iniciativa, que no sienta que te tiene ahí (te tiene ahí, allá, en todos lados). La decisión te dura tres minutos, le escribes por el chat de Facebook. «Leído… Leído»… #MalditasTorturasModernas. ¿Le cortaron las manos? ¿Olvidó hablar español? ¡¿Por qué carajo no responde?! Llegas al trabajo, saludas. Menganita te dice «Ay, me encanta cómo te queda ese look» #LaMuyPerra. Tu bandeja de entrada está repleta, respondes los correos mientras hablas por teléfono y terminas esa tremenda presentación que has preparado, está impecable, ya tienes lista «We are the champions» en tu playlist mental para cuando empiecen las felicitaciones. Se la muestras a tu jefe, te dice algo como «Es muy bueno que seas proactiva, pero por el momento mejor concéntrate en las tareas que ya tienes» («Weee are patronizing you, my frieeeeeend»). Hablas con uno de tus amigos de la chamba, un poco de coqueteo sin colaterales, sientes el cuchicheo femenino en la espalda, y Menganita no demora en advertirte: «Son unas odiosas, andan diciendo que te lo agarras para ascender, pero yo sé que no es así, reina». Pruebas usar tus poderes mentales para hacer reventar su cabeza. Suena tu celular, es tu madre, que cómo estás, que si estás ocupada #ComoSiEsoLaDetuviera, que si estás abrigada #EsElFreakingInfiernoAfueraMamá, que te nota rara («¿Pasa algo?», «Nada, mamá», «No me contestes así», «¿Así cómo?», «Bueno, avísame si vienes a almorzar para no cocinar por gusto, mira que no me gusta que la comida se quede»). Cuelgas y te abruma la sensación de que todos quieren un pedazo de ti pero tú no estás segura de cuál. Revisas tu celular, él no ha contestado, el día se hace más pesado.
¿Por qué somos tan complicadas? Porque somos inconformistas, porque nos sobrenredamos y nos subestimamos, porque tenemos el qué pero no el cómo, porque nos falta paciencia y nos sobra culpa. Porque dejamos entrar el ruido de las expectativas ajenas. Porque queremos independencia pero compañía, cercanía pero libertad. Porque podemos hacer varias cosas a la vez y cuestionarlas todas al mismo tiempo. Porque si eres bella, eres tonta; si eres inteligente, eres presumida; si eres exitosa, intimidante; si te gusta el sexo y lo demuestras, eres una zorra; si no lo haces, una hipócrita. Que te preocupa tu cuerpo más de lo que debería, que a él le perdonas demasiado y al otro no le das suficientes oportunidades. Que te recriminas muy seguido. Que eres genial preparando discursos sobre qué es lo que quieres hasta que te da un beso, y sí, pues, lo quieres a él. Que eres moderna, autosuficiente y todavía sonríes cuando alguien te abre la puerta del carro. Que sientes todo el tiempo que debes elegir entre una y otra.
Sí, somos complicadas, un poco por naturaleza, otro por voluntad. Pero al ir desatando este nudo encontraremos nuestro lugar en el mundo y, joder, sí que es un viaje emocionante.