Capítulo I
El emprendimiento es innato a la humanidad, ya que el ser humano siempre ha luchado por superarse y encontrar nuevas formas de hacer las cosas y mejorar la calidad de vida. Pero el fenómeno emprendedor ha experimentado una importante evolución en los últimos años. Han proliferado numerosos estudios, centros de investigación y ecosistemas que apoyan y promueven el mundo del emprendimiento en todo el mundo.
Un emprendedor es aquella persona que identifica una oportunidad y pone los medios necesarios para llevar a cabo un proyecto por su propia iniciativa. Se suele hablar de emprendedor como la «persona que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo» (Ideactiva, 2014). El emprendimiento es la actitud y aptitud de la persona que le permite emprender nuevos retos y proyectos. Se suele atribuir el espíritu emprendedor a personas con actitud dinámica, visionaria e innovadora.
El emprendimiento va siempre unido a innovación, ya sea de llevar al mercado nuevos bienes y servicios o modificar la utilidad, los procedimientos de obtención a los ya existentes o ponerlos a disposición de un número mayor de consumidores.
La palabra emprendedor tiene su origen en el francés entrepreneur, vinculado a los aventureros que viajaban al nuevo mundo buscando oportunidades de vida. El primero que utilizó el término fue el escritor francés Richard Cantillón en 1732 como «La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar, con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua» (Diccionario de Autoridades).
Etimológicamente tiene su origen en el verbo latino prendere o prehendere, que significa «coger», «prender», «tomar». Al ir con el prefijo in el Diccionario Etimológico Minore italiano de Zanichelli atribuye a sopra di se, es decir «coger o asir por arriba», es decir «tomar un asunto entre manos con decisión, valentía y voluntad fuerte» (Cortelazzo, 2004).
El término ha ido evolucionando hasta la actual concepción, impulsada por Joseph Schumpeter, que en 1934 introduce el concepto innovación: «el emprendedor es el fundador de una nueva empresa, un innovador que rompe con la forma tradicional de hacer las cosas, con las rutinas establecidas. Debe ser una persona con dotes de liderazgo y con un talento especial para identificar el mejor modo de actuar. Tiene la habilidad de ver las cosas como nadie las ve».
El emprendedor tiene que romper las inercias del entorno y vencer la oposición del entorno hostil a comportamientos novedosos. Su principal motivación no es tanto el beneficio como el placer de crear y la posibilidad de mejorar la posición social.
Venkataraman (1997) afirma que la actividad emprendedora es aquella que incluye el descubrimiento, evaluación y explotación de oportunidades para introducir nuevos productos y servicios, nuevos procesos de producción, nuevas materias primas, nuevos mercados y nuevas fórmulas organizativas a través de «esfuerzos organizativos» que previamente no existían, lo que puede ser realizado tanto por las empresas ya existentes como por nuevas empresas creadas ex profeso. Así pues, no es preciso crear una nueva empresa para emprender pero sí realizar alguna innovación (Larraza 2007:121).
Para Mariano Barbacid, solo la innovación puede llevar a buen puerto los proyectos emprendedores «el binomio innovación-emprendimiento es la fórmula capaz de mejorar la sociedad y las condiciones y calidad de vida de quienes la integramos. La empresa que no innova no puede sostenerse» (Jáuregui, 2014:16).
Wennekers y Thurik (1999) desarrollan un modelo conceptual de la influencia del emprendimiento en el crecimiento económico y consideran que el emprendimiento se origina en el ámbito individual del empresario y lo desarrolla a través de una empresa (organización).
La motivación y el desempeño no son iguales en todos los emprendedores, y condicionan su potencial impacto en el crecimiento económico. Para Koellinger y Thurik (2011) la mayoría de las nuevas empresas que se crean o no superan los primeros años de vida o son empresas «imitadoras» de las existentes. Aunque las empresas exitosas, innovadoras y de alto potencial de crecimiento pueden incidir en las cifras macroeconómicas de un país, el porcentaje que representan en el conjunto económico del país es pequeño (López, 2012:76-77).
El desarrollo económico, innovación y actividad emprendedora van de la mano. La actividad emprendedora ha crecido más gracias a la actividad de las empresas existentes que han introducido innovación en algún producto o servicio o han lanzado un nuevo proyecto (Larraza y Contin, 2007:121).
Según Blas Calzada, en España ha habido numerosas iniciativas emprendedoras que no han tenido la habitual forma de sociedades mercantiles actual, sino que se trata de «agrupaciones de personas e instituciones que se aliaban temporalmente para un objeto concreto con todas las características del emprendimiento de riesgo, novedad y esperanza de alta remuneración». En este sentido, cita los descubrimientos de América como claros ejemplos de espíritu emprendedor: un proyecto para abrir una nueva ruta para llegar a las Indias, llevado a cabo por un grupo de particulares –capitaneado por Cristóbal Colón– para el que buscaron financiación pública –la Corona de Castilla y los Reyes Católicos–. Gracias a sus conquistas, los descubridores recibían una gran cantidad de dinero y títulos como Marqués de la Conquista, logrado por Pizarro tras la conquista de Perú (Calzada, 2012:15-16).
Calzada analiza la historia del emprendimiento español en los siglos XVI y XVIII, con la creación de sociedades para la explotación de los productos de ultramar. En vez de obtener beneficios de la actividad comercial como el resto de países europeos, la Corona española cobraba por adelantado toda actividad entre España y América. Los aprendizajes de este movimiento emprendedor son la inexistencia de las recompensas sin esfuerzos o sacrificios, que el éxito se consigue tras un buen análisis del producto y del mercado y que la financiación de muchos socios permite acomete grandes proyectos y da estabilidad a la empresa.
Tras varios siglos en los que se impulsaban iniciativas para difundir técnicas de producción desconocidas –vidrio, textiles, astilleros, ferrocarriles, siderurgia, electricidad, comunicaciones, siderurgia del carbón, telefonía, combustibles– se solía realizar por la concesión del sector público (lo que propiciaba el monopolio) o iniciativa privada con apoyo de capital.
En los años cincuenta el Estado español tomó las riendas del emprendimiento industrial con la creación del Instituto Nacional de Industria para producir en el país todo o la gran mayoría de productos importados imprescindibles para la economía moderna –automóviles, energía eléctrica, petrolífera y química– y protegerles de la competencia exterior a través de aranceles. Las pérdidas económicas que tenían estas empresas públicas unidas a los altos salarios provocó que el Estado abandonara el papel de emprendedor, dando paso a unas décadas de emprendimiento privado muy volcado en el sector agrícola y ganadero hasta la incorporación de España a la Unión Europea, que acabó con la protección arancelaria y abrió la economía española al mercado europeo (Calzada, 2012:20).
Se detectó la necesidad de un emprendimiento innovador basado en la creación científica, con la investigación como pieza clave tanto en el ámbito universitario como desde centros específicos como el CSIC. Sin embargo, no se ha visto reflejada en un desarrollo del registro de patentes o una adecuada financiación, por lo que los inventores emprenden por su cuenta la explotación de sus patentes.
El Informe GEM España, que recoge el análisis del emprendimiento en España (se realiza en más de 24.000 empresas y consulta medio millar de expertos) concluye que, en 2014, la tasa de actividad emprendedora total (TEA) creció hasta el 5,7%. Esto la sitúa un poco por encima que el ejercicio anterior y por debajo a antes de 2008, que llegó al 7% (GEM, 2014:32).
El antecedente del proceso emprendedor de un individuo o grupos es la percepción de una oportunidad para emprender, que le permite descubrir ideas de negocio que den respuesta a una necesidad o de crear una necesidad en un mercado ya existente (GEM, 2014:38).
Más del 20% de la población española percibe oportunidades para emprender y un 10% más si se habla de la población involucrada. El hecho de poseer conocimientos y habilidades vinculadas al desarrollo de actividades de gestión, de mercado, de innovación/creatividad y más especializadas, contribuyen a reducir las barreras individuales a las que se enfrenta el emprendedor a la hora de poner en marcha un proyecto.
Otro elemento muy importante en la identificación de oportunidades es la aversión al riesgo. Ante dos o varias opciones con diferentes niveles de incertidumbre/costes-beneficios, se suele elegir la que permite alcanzar sus expectativas asumiendo que experimentará dificultades. Según GEM España, los emprendedores que evitan situaciones de riesgo suelen estar influenciados por el miedo a fracasar, por lo que prefieren seguir en una zona de confort, sin incertidumbre. En cierta medida también influye que existan modelos de referencia en su lugar de residencia, es decir, que haya un movimiento emprendedor en su entorno más cercano.
Más de la mitad de población española opina que iniciar un nuevo negocio o ser emprendedora es una buena opción profesional en España (el índice más bajo de los últimos diez años). Las posibles explicaciones que aduce el informe son la percepción de la imagen del emprendedor en la sociedad española (solo el 49% considera que emprender brinda estatus social o económico), la evolución experimentada por el entorno social y económico en los últimos años, que hace más difícil o arriesgado emprender en nuestro país y el papel de los medios de comunicación. Los medios desempeñan una labor muy importante como agentes difusores de historias de éxito empresarial (GEM, 2014:102).
La opinión de los españoles sobre ciertos valores, percepciones y aptitudes está por debajo de la media europea. Por contra, el autoreconocimiento de la población española que posee conocimientos, habilidades y experiencias requeridos para emprender supera la media europea (GEM 2014:48).
Quien decide arriesgarse y montar una empresa debe hacer suyos valores como el compromiso, la perseverancia, el esfuerzo y el trabajo constante. En el análisis por comunidades autónomas, Islas Baleares, Ceuta, Madrid, Canarias, Valencia, País Vasco y Andalucía son las que perciben mayores oportunidades para emprender; manifiestan poseer conocimientos y habilidades para emprender (GEM, 2014:75).
Se aprecia un menor índice de actividad emprendedora en sectores tecnológicos y de alto potencial de crecimiento, que atribuye a la retrasada posición de nuestro país en términos de actividad innovadora (basándose en el IUS: Innovation Union Scoreboard, elaborado a partir de 24 indicadores de innovación de la Unión Europea). La Unión Europea califica a España como un país moderadamente innovador, que ha mejorado ligeramente, aunque el GAP con la UE ha crecido. Las áreas de mayor crecimiento han sido las publicaciones científicas internacionales, las cuotas de ventas o la solicitud de patentes PCT. La mayor disminución, en cambio, se percibe en la inversión capital riesgo o los descensos de proyectos comunitarios o iniciativas en pymes.
Algunos autores como Parker señalan que el emprendimiento es «procíclico», lo que supondría que la actividad emprendedora aumentaría durante los ciclos de crecimiento económico y disminuiría en épocas de recesión. Durante las épocas de recesión económica disminuyen los salarios y el coste de oportunidad que tiene que acometer un individuo al crear una empresa –lo que incidiría positivamente– (Parker, 2009).
En cuanto a los motivos por los que los españoles se deciden a emprender, el 66% del TEA confiesan que son emprendedores por oportunidad, frente al 29,4%, que lo hacen por necesidad (este porcentaje se ha incrementado ligeramente debido a la crisis económica).
Los investigadores Hernández y Serrano analizan las características de los emprendedores en España en el informe El capital humano y los emprendedores, de la Fundación Bancaja. Constatan que el mayor porcentaje desde los años 70 siempre ha sido de los autoempleados (aunque en los últimos años se han triplicado los proyectos con asalariados, perdiendo importancia el número de autoempleados) (Fundación Bancaja, 2008:25).
Respecto al perfil de los emprendedores nuevos no ha variado sustancialmente. La edad media de las personas involucradas en actividades emprendedoras es de 40 años: el 31,2% entre 35 y 44 años. Este dato sugiere que los nuevos emprendedores tienen cierta experiencia previa –bien sea en emprender o en otra actividad– antes de poner en marcha o gestionar un negocio. Cabe destacar que las mujeres emprendedoras tienen, generalmente, menos experiencia laboral remunerada o en puestos directivos previos, lo que puede provocar menores posibilidades de éxito. En los años 70 la media era de 46 años, y hace una década se situaba en torno a los 44, lo que constata que los emprendedores cada vez acometen los proyectos más jóvenes (Fundación Bancaja, 2008:30-32).
Figura 1. Distribución porcentual de emprendedores por tipos
Fuente INE
Respecto al sexo, seis de cada diez son hombres, si bien la brecha ha descendido en los últimos dos años. Sin embargo, la diferencia entre hombres y mujeres emprendedoras no significa que la mujer desempeñe un rol secundario en la actividad emprendedora en España. Las características distintivas que presentan el fenómeno emprendedor masculino y femenino recomiendan un análisis diferenciado. En muchas ocasiones la elección del sector condiciona las características de la actividad emprendedora, afecta a la dimensión de sus negocios, a su crecimiento e incluso a la internacionalización (Ruiz, 2012:13).
En general, las emprendedoras se decantan más por el sector consumo que por el transformador o extractivo. También se aprecia un menor acceso a la financiación, lo que condiciona el emprendimiento en sectores que requieren fuerte inversión, como el tecnológico, biotécnico o negocios agrícolas. Las mujeres suelen tener en cuenta el equilibrio en la conciliación de la vida profesional y familiar a la hora de elegir sectores que requieran una dedicación menos intensa que otras. Muchas veces esta elección suele estar condicionada a la formación: habitualmente hay más universitarias tituladas en humanidades y menos en empresas, ingenierías o disciplinas técnicas (Ruiz, 2012:18).
En cuanto a la formación de los emprendedores, casi la mitad (47,6%) tiene formación superior o posgrado, e incluso el 43% ha recibido alguna formación específica para emprender. Resalta que los adultos con más ingresos suelen ser los que muestran una mayor predisposición a emprender nuevos negocios (GEM, 2014:65).
El informe de Bancaja –que analiza la evolución de la formación de los emprendedores desde 1977– constata el avance en los niveles formativos en 30 años: de más de dos millones y medio de emprendedores sin estudios o con educación primaria a finales de los años 70 a poco más de 700.000 personas. Con educación secundaria han pasado de 144.179 a casi un millón; con ciclos formativos superiores no llegaban a 20.000 personas, cuando ahora superan los 226.000. Asimismo, había casi 150.000 empresarios que se declaraban analfabetos en los años 70 frente a poco más de 7.000 actualmente (principalmente autoempleados). Los directivos con asalariados son los que presentan niveles educativos muy superiores al resto.
También se aprecian muchas diferencias a nivel de estudios en función de los sectores de actividad emprendida. Los sectores con mayor porcentaje de emprendedores con educación superior son la energía eléctrica, la intermediación financiera, la fabricación de material de transporte o la industria química (Fundación Bancaja, 2014:47).
El análisis del perfil de los nuevos negocios creados arroja una empresa de pequeño tamaño que presta servicios, principalmente a consumidores locales, sin una clara aspiración de crecer.
Siete de cada diez nuevas empresas se concentran en el sector de servicios, cinco de cada diez nuevos negocios pertenecen a autoempleados (no emplean a más personas), seis no tienen ninguna orientación innovadora y siete de cada diez afirman no tener una vocación internacional en los primeros años de actividad. Por otra parte, tres de cada diez emprendedores facturan a clientes extranjeros (diez puntos menos que antes de la crisis). A la hora de hablar de expectativas de crecimiento, dos de cada diez querrían tener un mínimo de cinco empleados en el próximo lustro.
Si tenemos en cuenta la perspectiva de género en la creación de empleo, según el GEM las mujeres emprendedoras muestran mayor propensión a crear iniciativas con empleadores, aunque el número de puestos de trabajo suele ser inferior a los generados por actividades masculinas. Respecto al grado de internacionalización de la actividad emprendedora, no se aprecian diferencias significativas entre mujeres y hombres emprendedores (GEM, 2014:63).
Según Fuentes y Sánchez, el primer artículo científico sobre las mujeres emprendedoras se publicó en 1976 en EE. UU. y a mediados de los ochenta en Gran Bretaña. Realizan un estudio entre el alumnado de la Universidad de Córdoba para analizar las perspectivas emprendedoras de hombres y mujeres. La muestra es reflejo de la universidad donde hay más mujeres que hombres (56% frente a 44%). Se constata que hay más mujeres en facultades de Educación, Derecho o Administración de Empresas, mientras que hay más hombres en Ciencias, Tecnología, Ingeniería o Matemáticas. No se aprecian muchas diferencias en la deseabilidad de crear una empresa (ambos en torno al 75%). Donde sí hay diferencias es en las intenciones serias de crearla, posiblemente porque las mujeres son más pesimistas frente a la percepción de oportunidades o el miedo al fracaso (Fuentes y Sánchez, 2010:12-15).
Existen algunas discrepancias en cuanto al orden de importancia otorgado a los posibles frenos a la hora de llevar a cabo la constitución de un proyecto emprendedor. Ambos identifican falta de capital o riesgo elevado, aunque las mujeres aducen la falta de conocimientos en la dirección de empresa, el temor al fracaso o ridículo, o las dudas de su propia capacidad empresarial. Mientras, los hombres se preocupan más por las cargas fiscales o tener que trabajar demasiadas horas (Fuentes y Sánchez, 2010:16).
Yuste apela al papel de la universidad en el aprendizaje del emprendimiento. Algunos estudios –como Periodismo– están muy alejados del nuevo ecosistema mediático y no satisfacen las necesidades de un mercado donde el emprendimiento es una opción (Yuste, 2015).
López, Romero y Díaz también han analizado las distintas motivaciones entre hombres y mujeres para emprender. Aducen variables como insatisfacción en una ocupación anterior, la imposibilidad de avanzar en la carrera profesional, de poner en práctica sus propias ideas, el afán de obtener un salario más elevado o tener libertad de decisión o de acción. Muchos estudios manifiestan que el salario del autoempleo sufre un descenso sustancial en la fase inicial del proyecto respecto al puesto desempeñado anteriormente por cuenta ajena. Este mismo informe afirma que dado que la mujer tiene, de media, un salario inferior al del hombre, pueden recurrir al autoempleo para evitar la posible discriminación salarial (López, 2012:77).
El estatus laboral previo al autoempleo también incide en la decisión de abordar un proyecto emprendedor. El hecho de estar desempleado, tener trabajo temporal o parcial, o tener pocas posibilidades de desarrollar una carrera profesional que satisfagan los intereses de los emprendedores influye de forma significativa. En muchos casos incide una experiencia profesional negativa que anime a evitar la dependencia de jefes y el deseo de convertirse en empresarios (López, 2012:78).
También se analiza el porcentaje de emprendedores que abandona su actividad (no llega al 2%) y los principales motivos para cesar en su proyecto emprendedor. Más de la mitad argumentan que el negocio no es rentable, seguido de problemas de financiación, razones personales o jubilación (GEM, 2014:84).
Si bien cada vez son más numerosas las acciones que pretenden impulsar el espíritu emprendedor de jóvenes y mayores por parte de instituciones públicas y privadas, es necesario diseminar la cultura emprendedora en el sistema educativo, a través de las familias y los medios de comunicación e involucrar al profesorado (GEM, 2014:126-127).
En esta misma línea de conclusiones está el InfoJobs ESADE sobre el estado del Mercado Laboral Español, según el cual el 24% de los jóvenes está pensando en emprender, ya sea por su cuenta o asociándose con otros profesionales como vía alternativa de empleo en nuestro país. Así, la emprendeduría se sitúa como una buena solución para este colectivo, uno de los más afectados por la tasa de desempleo según la EPA (1,6 millones del total de parados –28%– son jóvenes). Entre los universitarios, la cifra se eleva casi a ocho de cada diez (ESADE, 2014:20-21).
La decisión de emprender conlleva no solo un cambio de trabajo, sino una nueva actitud ante la vida. Requiere mucho esfuerzo y trabajo diario, que si sale bien aporta numerosos beneficios: la satisfacción de ver plasmada una idea, la aceptación social o incluso los honores de ser pionero en configurar una idea, los beneficios económicos, no tener un jefe o la autogestión del tiempo.
Se recomiendan diez actitudes básicas: perder el miedo al fracaso, formarse en materia empresarial, diferenciarse del mercado, afrontar las dudas como retos, aprovechar las estructuras de apoyo a emprendedores, relacionarse con otros emprendedores, buscar las fórmulas de financiación más adecuadas para el proyecto, presentarse a premios para lograr el reconocimiento, abrir la mentalidad a mercados globales y elaborar un plan de empresa viable (Jáuregui, 2014:22-24).
Según el Observatorio de Clima Emprendedor de la Fundación Iniciador, los aspectos más positivos para el emprendedor son la independencia, la libertad y la autorrealización. Lo peor es el alto riesgo, la incertidumbre, el sacrificio por las horas de trabajo, la renuncia a la vida privada, las preocupaciones, el estrés o el hecho de poner en riesgo el patrimonio personal (Fundación Iniciador, 2012:30).
En cuanto al vínculo existente entre las redes sociales y la actividad emprendedora, el éxito de un emprendedor guarda estrecha relación con su capacidad para desarrollar redes sociales y el tipo de redes en las que participa. Las redes incrementan la base de recursos para el emprendedor, su capacidad para reconocer oportunidades en el mercado, acceso a fuentes de información relevantes para su negocio e inciden en la supervivencia de la empresa. Asimismo aportan, muchas veces, apoyo emocional, legitimidad y reputación necesarias para sobrevivir durante las etapas iniciales del proyecto (Ruiz, 2012:18-19).
Fuentes y Sánchez hablan de la figura del empresario como determinante de innovación. Identifican como atributos de los emprendedores la originalidad e innovación, moderada aversión al riesgo, aceptación de responsabilidades, conocimiento de los resultados de sus actos, planificación a largo plazo, necesidad de logro, autoconfianza, optimismo, creatividad o autonomía (Fuentes, 2010:4):
• Estar comprometido. Hay que ser perseverante con el proyecto y centrarse en los objetivos para lograr que se ponga en marcha. Los comienzos son siempre complicados.
• Tener iniciativa. Ser capaz de poner en marcha un negocio en el que se cree.
• Ser resolutivo. Plasmar la idea esbozada en un proyecto implica tomar muchas decisiones (ubicación, sede, contratación de servicios, colaboraciones). El emprendedor debe confiar en su idea y en sí mismo: cuenta con el mejor proyecto a desarrollar.
• Saber trabajar en equipo. Rodearse de los mejores talentos para la consecución del proyecto y motivarles para que cada uno, desde su posición y responsabilidad, contribuya a la consecución de los objetivos comunes.
• Ser creativo en innovador. Tener buenas ideas que permitan crear productos o servicios a comercializar. Esto siempre teniendo en mente la visión y misión de la empresa y proyectando el modelo de negocio.
• Tener tolerancia al fracaso. Solo un pequeño porcentaje de los proyectos que se emprenden llegan a fraguarse en el tiempo, por lo que hay que tener flexibilidad para aplicar las mejoras derivadas de los errores cometidos.
• Entrega al proyecto. Trabajar en un proyecto propio requiere una total dedicación para alcanzar los objetivos marcados.
El director de Deusto Entrepreneurship Center, Tontxu Campos, añade que, a su juicio, lo que diferencia a un emprendedor de éxito de otro es la forma de implementar las ideas. El proyecto emprendedor debe satisfacer una necesidad, el emprendedor debe huir del secretismo y practicar el networking, buscar los mejores profesionales para formar equipo y tener presente los valores y la ética en su trabajo (Jáuregui, 2014:25-26).
Hay tres maneras de identificar una oportunidad: observar tendencias, resolver problemas y encontrar nichos en el mercado. Hay que conocer el sector en el que se va operar –tamaño, tasa de crecimiento, proyección, si está concentrado o fragmentado–; los clientes potenciales y su nivel adquisitivo; los competidores directos, indirectos –ofrecen productos o servicios sustitutivos– y futuros; proponer un modelo de negocio que contemple el valor para los clientes, los costes a afrontar, la obtención de recursos financieros, físicos, intelectuales y tecnológicos e identificación de los proveedores y socios comerciales; analizar la validez de la idea y sus fortalezas; analizar la factibilidad y viabilidad del negocio; plantear un plan de negocio y utilizar las fuentes de financiación que más se adapten a las características del proyecto (Jáuregui, 2014:32-35).
López, Romero y Díaz realizaron un estudio de casi 400.000 pymes andaluzas para analizar qué impulsa a una persona a emprender un proyecto: el grado de satisfacción con el puesto de trabajo, la dificultad de encontrar trabajo o la tradición familiar (López, 2010:78).
La principal conclusión es que, independientemente del género, la razón principal para acometer un nuevo negocio es la búsqueda de libertad e independencia laboral. La tradición familiar tiene un peso fundamental, sobre todo en la transformación de negocios ya existentes, y lo que empuja a la mujer al autoempleo suelen ser razones organizativas (descontento con retribución, desarrollo de carrera profesional), mientras que los hombres aducen más cuestiones relacionadas con el liderazgo o autorrealización (poner en marcha sus ideas). La insatisfacción con el empleo por cuenta ajena ha sido la variable que menos incidencia ha tenido en la decisión de emprender (López, 2010:80).
Sin embargo, el estudio promovido por la Fundación Iniciador sobre el clima emprendedor en España concluye que el principal motivo que lleva a una persona a emprender es la falta de oportunidades en el mercado laboral. Para la general manager Small Business de Sage, Rosa Díaz, –empresa impulsora del observatorio– esta falta de oportunidades puede tener una doble lectura: una positiva, ya que hay profesionales que salen de sus empresas y deciden emprender, y una negativa, que puede llevar a emprender sin preparación, formación o aptitudes relacionadas con el proyecto, lo que puede conllevar una disminución de la tasa de éxito.
El 63% de los autónomos españoles son hombres, frente a un 37% de mujeres y el 70% de los empresarios son hombres frente a tres de cada diez mujeres. Esta distancia aumenta cuanto más grande es la empresa. De 1 a 5 empleados es un 69-31%, de 6 a 9 empleados aumenta la brecha al 79% hombres y el 21% mujeres y, en las organizaciones de más de 10 empleados, el 77% son hombres frente al 23% de mujeres (Fundación Iniciador, 2012:7).
La edad media también aumenta cuanto más grande es la empresa. Si los empleados que empiezan como autónomos autoempleados o hasta 5 empleados tienen unos 37 años, en las empresas con más de 10 empleados la edad asciende a 42,3 años.
Como se ha apuntado, la principal motivación que identifica este estudio es la falta de oportunidades del mercado laboral, seguida de autorrealización personal y ser el propio jefe. En las empresas de más de cinco empleados cobra fuerza la idea de reorientar la carrera profesional o ganar más dinero (Fundación Iniciador, 2012:10-11).
Figura 2. Razones para poner en marcha el negocio
Fuente Fundación Iniciador 2012
Uno de los aspectos que analiza este informe es el tiempo transcurrido entre que surge la idea y la pone en marcha el emprendedor. En nueve de cada diez casos es menor de dos años; incluso el 70% comienza el mismo año en el que identifica la oportunidad de negocio. Se aprecian diferencias según el sector de actividad del que se trate: en hostelería es donde más tiempo conlleva la constitución de la idea frente a proyectos en el ámbito de la construcción, que comienzan su actividad el primer año, o el sector comercial. No se aprecian diferencias significativas en las distintas regiones españolas, ni en función de si es un autónomo o una pyme la empresa creada. El trámite administrativo para adquirir el CIF se suele conseguir en menos de dos meses.
Uno de cada tres emprendedores considera que no le ha ayudado nadie –persona u organismo– a emprender su negocio, un porcentaje similar a los autónomos y empresarios que reconocen que sus familiares les han apoyado en esta decisión.
En cuanto a la financiación para comenzar el negocio, la principal fuente son la autofinanciación y la ayuda de la familia, seguido muy de lejos por los bancos o cajas de ahorro o el plan ICO. El 4% de los emprendedores ha destinado las indemnizaciones por despido para poner en marcha su negocio (Fundación Iniciador, 2012:14-15).
En cuanto al montante de la inversión acometida, la mitad de los emprendedores comienza su proyecto con menos de 50.000 €. Las empresas de 1 a 5 empleados han necesitado 200.000 €, y cinco de cada diez empresas de 6 a 9 empleados han precisado más de 500.000 €.
Otro aspecto analizado por el informe es la dedicación al negocio. Solo el 17% de autónomos y el 12% de empresarios dedican ocho horas al día. La hostelería es el sector que más horas precisa, y el 87% dedica más de 10 horas al día. El hecho de tener empleados a su cargo también incide en el número de horas dedicadas. El 57% de los emprendedores con trabajadores a su cargo dedican más de 10 horas al día, frente al 39% de autónomos.
Las principales carencias formativas que identifican los emprendedores son la contabilidad y finanzas y el marketing. Además, los empresarios de empresas de más empleados echan en falta planificación estratégica, recursos humanos o habilidades para la búsqueda de financiación. El sector industrial también menciona el interés en adquirir conocimientos sobre internacionalización.
Vinculado con la necesidad mencionada de adquirir conocimientos de marketing están los aspectos destacados por los empresarios para que su negocio tenga éxito: el reconocimiento, la red de contactos, las recomendaciones de los clientes o estar activo en la red. También identifican como factores de crecimiento el hecho de crear un buen equipo o tener la formación adecuada (Fundación Iniciador, 2012:19).
El Observatorio sobre el Emprendimiento en España analiza también la opinión de los emprendedores acerca de si se fomenta o no en nuestro país, con un abrumador 92% que considera que no. El principal obstáculo aducido por los emprendedores es la falta de financiación, seguido de las cargas fiscales y la incertidumbre. Es destacable que uno de cada dos autónomos y el 46% de empresarios emprendedores no conoce la ley de emprendedores (solo el 3% de los empresarios de más de 10 empleados reconoce estar al tanto de la ley).
Una de las peticiones que más solicitan los emprendedores es que se permita invertir la totalidad de la prestación por desempleo en el proyecto, fomentar con incentivos fiscales a los Business Angels, aumentar los incentivos fiscales a los emprendedores, reducir las cotizaciones durante la puesta en marcha de la empresa o aplazar el pago de IVA de las facturas pendientes de cobro (ya en vigor) (Fundación Iniciador, 2012:25-27).
En este ecosistema emprendedor surgen unas iniciativas marcadas por la innovación, que se denominan startups. La traducción literal de startup es puesta en marcha, lo que describe que se trata de una empresa en estado inicial, que dejará de ser startup cuando consiga establecer un modelo de negocio sostenible, rentable y escalable.
Por eso, no todas las startups están creadas por emprendedores, ni todos los proyectos impulsados por emprendedores son startups. Muchos emprendedores desarrollan negocios tradicionales, sin estar basados en la innovación, elemento esencial de una startup. Otra diferencia importante es que los emprendedores inician una idea con el objetivo de ganar dinero y ser rentables a corto plazo, mientras que las startups no siempre buscan esa meta, siendo la rentabilidad secundaria, a costa de priorizar la aplicación de nuevas tecnologías o innovación a su iniciativa. Los autores hablan de una delgada línea entre ambos perfiles.
Según Steve Blank «una startup es una organización temporal en búsqueda de un modelo de negocio escalable y replicable» (Blank 20:22). Un discípulo de Blank, Eric Ries, en su libro The Lean Startup la define como «una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de extrema incertidumbre». Los productos o servicios que suelen ofrecer las startups eran inexistentes en el mercado y se basan en la innovación, incertidumbre y la búsqueda de soluciones, inversores y rondas de financiación (Ries, 2011:37).
Wikipedia añade que se trata de una compañía de arranque, incipiente o emergente, que busca arrancar, emprender o montar un nuevo negocio. Asocia este tipo de empresas a la innovación, desarrollo de tecnologías o desarrollo web.
En The Lean Startup Ries habla del proceso cíclico de tres pasos que siguen todas las startup que quieren entrar en el mercado o lanzar un producto nuevo: definir las ideas o hipótesis basadas en nuestro conocimiento del mercado al que queremos llegar; implementarlas en el producto o servicio, lanzarlas al mercado y medir objetivamente las respuestas y reacciones de los clientes para comprobar si las ideas o hipótesis que se plantean las startups son acertadas; y descubrir lo que realmente quiere, busca o necesita el consumidor (Ries, 2011:118).
La clave está en analizar y aprender de los resultados para mejorar el producto, repitiendo el ciclo una y otra vez hasta alcanzar el producto/servicio y modelo de negocio rentable y escalable que llevará a la compañía al éxito. Recomienda realizar la mayor cantidad de ciclos en el menor tiempo posible para reducir costes, tiempo y energía; y aumentar las probabilidades de que la startup sobreviva.
Figura 3. El proceso de aprendizaje de las startups
Paul Graham, en su libro Startup=Growth, afirma que una startup es una empresa diseñada para crecer rápido y que cuenta con un ADN diferente de otros negocios que tiene que acometer dos cosas: hacer algo que mucha gente quiera y alcanzar a esa gente. Sin embargo, cuando un fundador pretende abrir una cafetería porque es un buen negocio y puede vivir bien, es una microempresa o pyme. Vivian Arias, cofundadora de The Founder Institute Costa Rica, identifica cuatro aspectos que diferencian una pyme de una startup: mercado al que se dirigen, la generación de empleo, la innovación y la incertidumbre (Nelson, 2015).
Para Evan Henshaw-Plath, uno de los fundadores de Twitter e impulsor del modelo Lean Startup de Ries, los verbos clave en las startup son: construir, probar, aprender y validar. Recomienda, para conseguir llevar a cabo con éxito un proyecto, saber orientarse en el camino sin reglas inamovibles. Propone no seguir un proceso lineal sino iterativo: la idea o producto se encuentra en fase de construcción y cambio constante, «a base de mirar, aprender y darle vueltas». El objetivo es lograr ser rápido, «lanzar tu producto cada día, 20 veces al día», validar lo que estás haciendo, planificar cómo implementarlo en el mercado, analizar a la competencia y ver cómo puedes mejorar el producto o servicio y medirlo todo. Recomienda a los emprendedores que se adapten a su entorno en lugar de imitar las iniciativas que emanan de Silicon Valley, «en tu mercado, tú vas a tener una idea mucho mejor de cómo solucionar tu proyecto que la que podrían proponer en Silicon Valley» (Paniagua, 2013).
Hasta hace poco, el «startup hub» o centro de las startups ha sido Silicon Valley, aunque se están desarrollando otros centros a lo largo de todo el mundo, como Tel Aviv, Londres, París o Tokio. En América Latina el escenario de startups está creciendo y emergiendo para aprovechar las oportunidades de financiación y crecimiento. Los gobiernos latinoamericanos reconocen la aportación de estas empresas emprendedoras en sus economías y promueven programas de becas, formación e inversión en ciudades como Buenos Aires, Sao Paulo, Monterrey o Santiago de Chile.
En la misma línea, el Kauffman Index afirma que las ciudades que componen el famoso valle han dejado de ser lugares donde más empresas tecnológicas se crean. Austin o Miami se han convertido en las ciudades estadounidenses donde han nacido más empresas tecnológicas. En la capital de Texas, la tasa de nuevos emprendedores alcanza el 0,55% (550 emprendedores de 100.000 habitantes). Ha sido la ciudad estadounidense que ha creado más puestos de trabajo en el sector tecnológico en los últimos 15 años. Uno de los motivos es la ausencia de impuestos sobre la renta o la abundancia de alojamiento barato (una vivienda en Silicon Valley tiene un precio medio de unos dos millones de euros, mientras que en Austin no llega a 300.000).
Por su parte, Miami cuenta con una tasa del 0,52% y está experimentando un incremento de inversores en los proyectos, logrando que las empresas de capital riesgo invirtieran casi 600 millones de euros el año pasado (Kauffman, 2015).
Pierce (2014) identifica 13 características clave que le otorgan el carácter de startup:
• Nada de política: todos reciben sus créditos y las ideas se juzgan por méritos, no por quién trajo la idea.
• No es un trabajo, es una misión: la startup es una meta a conseguir.
• Intolerancia a la mediocridad: la cultura startup no es para quienes evitan arriesgar y emprender.
• Dinero disponible: los gastos son necesarios para el emprendimiento.
• Equidad: todos están construyendo el proyecto.
• La alineación perfecta: colocar a gente ideal en puestos clave.
• Buena comunicación: fluida, incluso en los peores momentos.
• Fuerte liderazgo: predicar con el ejemplo. El líder ha de mantener una actitud positiva.
• Respeto mutuo: fomentar debates sobre desempeño del equipo, no de personas.
• Cliente: ser proactivo y comprender al cliente.
• Alto nivel de energía: tener las puertas abiertas a nuevos retos e ideas. Fomentar reuniones breves y directas.
• Diversión: potenciar un buen ambiente de trabajo.
• Integridad: mantener al equipo confiado en lo que está construyendo.
El Barómetro de Emprendimiento de Éxito en España está publicado por Opinno y basado en el análisis de 110 proyectos que han conseguido ciertos logros en tres estados: enfoque validado del proyecto, escalación o empresa ya consolidada. El Barómetro identifica tres factores que contribuyen a que el emprendedor alcance el éxito: factores internos inherentes al emprendedor –características psicológicas como perseverancia, pasión o determinación–, factores internos inherentes a la empresa –equipo de socios complementario y cohesionado, colaboradores comprometidos y satisfechos– y factores externos, tales como ecosistema emprendedor, papel de la administración, financiación, cultura de emprendimiento, red de contactos…
Una de las diferencias en el perfil emprendedor de éxito respecto al emprendedor medio es que son ligeramente más jóvenes y considerablemente más formados. Asimismo, la mayoría de emprendedores de éxito son de Madrid, Valencia o Cataluña, y cuentan con un precedente emprendedor en su familia. Las principales motivaciones que aducen los emprendedores de éxito consultados por el Barómetro son la búsqueda de la autorrealización, la vocación y la autonomía.
Entre los aspectos de la vida personal que se han visto influenciados desde la puesta en marcha de su proyecto emprendedor está la satisfacción personal y la confianza en sí mismos, por lo que, aunque ha impactado negativamente en su tiempo libre, casi todos los emprendedores volverían a emprender (Opinno, 2015:5).
Para Lynette, el concepto de éxito ha evolucionado mucho. Así, mientras los empresarios nacidos hasta mediados del siglo XX tenían la concepción tradicional, los nacidos a finales del siglo XX persiguen el equilibrio entre sus vidas personales y profesionales, hacer una contribución a la sociedad o perseguir sus pasiones. La construcción de grandes imperios económicos, la riqueza o la rentabilidad a través del emprendimiento ha perdido interés entre los emprendedores actuales (Lynette, 2012:37).
El MIT Technology Review en español concluye que la visión actual del éxito que definen los emprendedores españoles actuales apunta hacia una combinación de logros económicos, sociales y personales.
Varios emprendedores aportan su visión de éxito. Para Matías Dumont –fundador de Antiestático– el éxito se compone un 90% de sudor y un 10% de ideas. Nuria Vilanova, fundadora de la consultora de comunicación Inforpress (ahora Atrevia), apela a la innovación como desafío: «el éxito es poder hacer cosas teóricamente imposibles». Para ella el éxito es haber sido capaz de desarrollar nuevas prácticas de comunicación y haber logrado que su empresa se expandiera tanto a nivel nacional como internacionalmente en plena crisis. En esta misma línea se expresa el fundador de BuyVip, Gustavo García Brusilovsky, que habla de éxito cuando el fundador es capaz de hacer productos que ofrecen algo nuevo a los clientes y tiene la satisfacción de hacer algo que tiene impacto. Reimagine Food nace con el objetivo de revolucionar el sector alimentario en España aplicando la innovación y la tecnología en la cocina –aplica técnicas de realidad aumentada, impresión en tres dimensiones, inteligencia predictiva, computación en la nube o robótica–. Para su fundador, Marius Robles, el éxito pasa por ir más rápido que el mercado y que los clientes conozcan los productos y acepten las propuestas.
Muchos emprendedores consideran que el éxito va de la mano de la excelencia, que el proyecto sea sostenible en el tiempo, elegir el mejor equipo y motivarle, y aportar algo nuevo a la sociedad que suponga una mejora en la vida de las personas. Por ello, aplican políticas de RSC para devolver a la sociedad lo que le ha dado, como la empresa Cascajares –con un 25% de discapacitados en su plantilla–. Para su fundador, Alfonso Jiménez, la clave es hacer las cosas por vocación, lo que da lugar a beneficios a largo plazo, y el éxito pasa por generar riqueza para la comunidad (Opinno, 2015:10-13).
En definitiva, el éxito presenta cinco facetas para los emprendedores: autorrealización y satisfacción con el proyecto; propósito, contribuir positivamente a la comunidad a través del carácter social de proyecto dedicando recursos a causas medioambientales o sociales; innovación, aportando algo nuevo a la sociedad con tendencias y necesidades resueltas con nuevas ideas; excelencia, con un desempeño superior al habitual para alcanzar los ambiciosos objetivos, que se refleja en la calidad de productos o servicio; y beneficio, logrando ingresos que aseguren la sostenibilidad del proyecto (Opinno, 2015:16).
Figura 4. Las cinco facetas del éxito
Fuente: MIT Technology Review 2015
Se identifican diferentes prioridades a la hora de plantear el éxito en un proyecto, en función de la edad, el género del emprendedor o la etapa del proyecto. Así, mientras que los emprendedores más jóvenes valoran más la autorrealización, los que se encuentran entre los 41 y los 50 años buscan la innovación en primer lugar, y los de más de 50 la excelencia. Por otra parte, el propósito adquiere más importancia si ya se ha creado una empresa con anterioridad, frente a la autorrealización, en el caso de que no haya habido emprendimiento previo (Opinno, 2015:18).
Los nueve factores de éxito internos que se consideran inherentes al emprendedor son:
• Perseverancia: la capacidad para mantener la constancia en el proyecto, aun cuando las circunstancias sean adversas. En el continuo prueba y error, lo importante es no desfallecer y defender tus ideas hasta el final.
• Pasión: que mueve a los emprendedores a poner en marcha los recursos necesarios y a realizar sacrificios para impulsar el proyecto. Muchas veces se entremezclan las aficiones y la pasión por el proyecto del emprendedor.
• Determinación: capacidad de tomar resoluciones y fijar objetivos de forma efectiva. Emplear el esfuerzo y la constancia necesarios para conseguir las metas propuestas y superar las posibles limitaciones de tiempo y recursos.
• Visión: capacidad de adelantarse a los hechos, anticiparse a tendencias futuras e identificar una estrategia de éxito que otros no ven.
• Flexibilidad: reaccionar ante los cambios del entorno, el comportamiento del mercado y ser capaz de adaptarse.
• Creatividad: para definir nuevos modelos de negocio, crear nuevos productos y servicios o replantear procesos.
• Comunicación: conseguir transmitir sentimientos, opiniones, ideas o información tanto internamente –para que el equipo esté alineado con el proyecto– como externamente, para contribuir a la difusión del proyecto y generación de oportunidades.
• Educación: tanto los conocimientos previos como la capacidad de aprender rápidamente.
Respecto a los factores internos inherentes a la empresa, subraya la importancia de contar con un buen socio para la puesta en marcha del negocio. El 70% de los entrevistados en este estudio inició su proyecto con socios a los que conocía previamente. Los buenos socios son aquellos que aportan complementariedad –por ejemplo, uno optimista y otro pesimista; uno creativo y otro racional–, cuentan con similares niveles de implicación, se muestran respeto mutuo y existe buena comunicación entre ellos.
En algunos casos los emprendedores eligen familiares o pareja como socios –como los hermanos Clemente y Álvaro Cebrián en El Ganso, o TopRural.com y Rentalia, dos de las empresas creadas por la pareja Marta Esteve y François Derbaix–. La principal ventaja que tiene emprender en familia es la confianza, que hace que no se pierda la responsabilidad con el trabajo (Opinno, 2015:31-32).
Se reitera que es básico contar con el mejor equipo para desarrollar el proyecto emprendedor: han de estar bien formados, tener aptitudes, estar satisfechos e ilusionados con su trabajo, y ser proactivos e independientes. Si bien es más sencillo contar con personas de confianza a la hora de montar una empresa, un error que comenten algunas startups es construir un equipo con amigos, sin que estén capacitados.
Las políticas más comunes en materia de recursos humanos en los proyectos emprendedores (Opinno, 2015:33) son:
• Flexibilidad: facilitan la conciliación personal o profesional, fomentando el trabajo remoto o la flexibilidad de horarios.
• Implicación en las decisiones de la empresa y transparencia, teniendo muy en cuenta la opinión de los colaboradores y compartiendo el éxito con los trabajadores.
• Desarrollo profesional: comenzar con un emprendedor no compensa económicamente pero desde el punto de vista profesional puede ser más enriquecedor.
• Responsabilidad, fomentando el aprendizaje continuo y otorgándoles mayores responsabilidades
• Team building, impulsando la cohesión de grupo a través de la comunicación o de actividades de ocio en común que fomentan el sentimiento de unidad.
Para la mayoría de los emprendedores de éxito, la Administración debería facilitar el emprendimiento, eliminando barreras y reduciendo costes y trámites en la etapa inicial, o incluso ofreciendo apoyo en forma de recursos o asesoramiento.
A la hora poner en marcha una startup es preciso abordar la protección jurídica de nuestro proyecto para que no afecte negativamente a medio o largo plazo. Busto se centra en recomendaciones jurídicas para emprendedores (Jáuregui, 2014:102-105):
• Poner a salvo el patrimonio personal y familiar –incluso analizar el régimen económico matrimonial más adecuado–.
• Buscar fórmulas de financiación adecuadas sin asumir riesgos en el caso de que la actividad no resulte rentable, o limitar que el impago pueda lastrar la actividad futura del emprendedor.
• Firmar un pacto de socios que regule las relaciones entre ellos y la gestión del negocio en un futuro.
• Establecer cláusulas de no competencia para garantizar la entrega del tiempo, trabajo y creatividad.
• Establecer cláusulas de arrastre y acompañamiento.
• Respetar la legislación vigente relativa a la protección de datos personales y derechos de los clientes: consumidores y usuarios.
Galindo recomienda tener en cuenta aspectos como (Galindo, 2015):
• Propiedad intelectual. Las ideas no se pueden proteger, pero sí la materialización de dicha idea. En el caso de startups tecnológicas, se pueden proteger los programas de ordenador que sustentan el proyecto e incluso las fases del diseño de dicho programa (papel, código fuente, código objeto y manuales del usuario).
• Propiedad industrial. Hay que registrar la marca, signo distintivo de la startup, cuyo registro es constitutivo de derechos. La startup puede beneficiarse del carácter distintivo de la marca, consolidar su reputación y publicitar el producto en el ámbito territorial registrado.
No hay que esperar a tener constituida la sociedad para registrar la marca (acto que puede realizar cualquier persona física). Además, conviene registrar la startup como patente o modelo de utilidad. A diferencia de EE. UU., en España no son registrables los modelos de negocio como invención, ni los programas de ordenador.
• Startup en la red. Si la startup está operativa en la red ha de cumplir las leyes y cuestiones jurídicas que rigen en este ámbito.
– Hay que registrar el dominio o dominios desde el que se va a operar (se recomiendan los genéricos como el .com, .net, .org, o .edu y los territoriales .es).
– Debe contener un aviso legal que regule el acceso y navegación a través de la plataforma. Si la web o la app incluye la venta de productos o servicios, se recomienda hacer visibles unas condiciones generales de contratación.
– La política de cookies se puede articular en torno a dos capas: información básica que advierta del uso de cookies y sus finalidades, y el significado de las cookies o las instrucciones para desactivarlas o revocar el consentimiento.
– Cumplir con la legislación relativa a la protección de datos de carácter personal a los que se va a acceder. Se recomienda solicitar el consentimiento para la captación y tratamiento de los datos de carácter personal, así como garantizar a los usuarios el ejercicio gratuito de los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición.
• Proteger la información. Es preciso proteger los aspectos relevantes de la startup. Una recomendación es firmar acuerdos de confidencialidad con los colaboradores o agentes que interactúen con la empresa.
• Cuestiones transfronterizas. Conocer algunos aspectos de derecho internacional, ya que, aunque la startup tenga sede en España, sus usuarios pueden proceder de todo el mundo y no se pueden omitir las garantías y protecciones que tenga el consumidor respecto a la legislación del lugar donde resida.
La mayoría de las startups no suelen utilizar fuentes de financiación tradicionales, tales como solicitar un crédito a un banco, sino que suelen optar más por los ahorros de los fundadores o apostar por inversores, a cambio de un porcentaje de la empresa.
Las fórmulas más populares para financiar una startup son: autofinanciación; financiación bancaria, préstamos y créditos; aportación en especie; friends, family y fools (las 3 F), Business Angels, fondos de capital riesgo - Venture Capital, o financiación pública (Jáuregui, 2014:116-121).
Así, el 75% de los emprendedores ha empleado sus propios recursos o los de su círculo más cercano, FFF (friends, family y fools) (Opinno, 2015:31).
Según Startupxplore en España existen 172 inversores que permiten impulsar el emprendimiento: el 70% de ellos están ubicados en Madrid (74) y Cataluña (43). Sin embargo, también han emergido en otras regiones como la Comunidad Valenciana (16) y el País Vasco (10). En Andalucía, Murcia, Castilla y León y Navarra cuentan con 4 inversores en cada comunidad, mientras que en Galicia o Asturias se han identificado 3 (Startupxplore, 2015).
También están emergiendo con fuerza los Business Angels o mecenas empresariales, claves en los primeros años de vida de la startup. Suelen realizar pequeñas inversiones en las startups, con la intención de que alguno de los pujantes negocios que plantean se desmarque del resto y pueda llevarse a cabo y consolidarse. Las startups se distinguen por su riesgo y ofrecer o esperar grandes retornos a la inversión, gracias a la escalabilidad exponencial de su negocio. Es decir, no suelen tener un alto coste de implementación, alto riesgo y una potencial retroalimentación de la inversión muy atractiva.
Para Amparo San José, directora de la red de Business Angels del IESE, no todas las startup son rentables, pero se gana mucho con las que lo son. Así, recomienda repartir el riesgo con pequeñas inversiones en muchas startup. 170 antiguos alumnos del IESE han invertido más de 25 millones de euros en 110 proyectos desde 2003, de los que el 80% se han convertido en empresas.
Luis Martin Cabiedes, del fondo Cabiedes & Partners, que ha invertido 40 millones de euros en 57 empresas en 15 años, también se ha lanzado ahora a intervenir en rondas de financiación propias del Venture Capital, más conocido como capital riesgo. Afirma que huyen de las startup que gastan en campañas de marketing u oficinas muy caras para internacionalizarse.
Otros conocidos Business Angels de startups españolas son Martin Varsavsky (fundador de Jazztel), Carlos Blanco –fundador de la red de Business Angels First Tuesday– o Jesús Encinar –dueño de Idealista.com– (Blazquez, 2015).
Una vez que los proyectos pasan a fases más avanzadas o consolidadas atraen fondos provenientes de Venture Capital o Private Equity.
González explica los distintos fondos de capital riesgo (Jáuregui, 2014:118-119):
• Fondos de capital riesgo Seed Capital: suelen entrar en las fases iniciales de un proyecto. Son capital semilla, que ponen un proyecto en marcha. Suelen incorporar consejos y asesoramiento. Una de las más conocidas es DAD (Digital Assest Deployment), de Rodolfo Carpintier, quien canaliza de medio a un millón de euros anuales en inversiones individuales de 50.000 a 150.000 €. Invierten en capital semilla proyectos con potencial para devolver de 10 a 20 veces lo invertido, y se quedan entre un 5% y 25% de la sociedad durante cuatro o cinco años.
• Fondos Family Office. En los grandes patrimonios, la cartera se diversifica en inversiones inmobiliarias, activos financieros o empresas cotizadas. En el sector online los más conocidos son Cabiedes & Partners, que han invertido en empresas como Privalia u Offerum.
• Fondos de inversión growth: invierten en las últimas rondas de empresas de tamaño medio con posición de liderazgo en el mercado y crecimiento internacional. Un ejemplo es Mercapital que invierte entre 25 y 150 millones en empresas como Arsys.
Para Alex Barrera, fundador de TEch.eu, se han incrementado más de un 30% las inversiones de las empresas de capital riesgo. Esta situación permitió a las startups españolas acometer su expansión en el mercado nacional e incluso la internacionalización. Destacan los 80 millones de euros logrados por Scytl como una de las mejores rondas de Europa. También cita a Tiendaanimal, Social Point, BQ –fabricante de móviles españoles, que ha recibido 25 millones de euros– o Fintech. Continúa el aumento de inversores extranjeros en startups españolas. Apunta la aparición de fondos franceses de Dubai o región EMEA, aunque los fondos que más invierten en proyectos planteados por startups españolas son, sobre todo, americanos. Los principales inversores son Caixa Capital Risc, Cabiedes & Partners o Kibo Ventures, Sitka Capital, Activo Partners Venture o Axon Partners Group (Barrera, 2015).
Otros informes, como el impulsado por VCSpain, añaden que las startups españolas captaron casi 180 millones de euros (un 153% más que años anteriores). Las mayores inversiones: Scytl, CartoDB, Socialpoint, Jobandtalent, TiendAnimal, BQ, Redbooth y Ticketbis.
El estudio publicado por Shikhar Ghosh concluye que no todas las startups logran consolidarse. Incluso una de cada cuatro startups financiadas por Venture Capital no consigue devolver el dinero prestado (Gage, 2012).
Algunas startups son vendidas, como es el caso de Trovit (comprada por Next Co por 80 millones de euros, Zyncro (adquirida por Desarrolladora Río Paraná por 30 millones) o BBVA que compró a Madiva Software.
Casi cuatro de cada diez se ha beneficiado de algún tipo de ayuda, reembolsable o no, como ENISA, CDTI o ICEX, fondos públicos estatales o europeos. Sin embargo, muchos emprendedores no las solicitan porque o bien no las conocen o bien porque supone un gran esfuerzo cumplimentar los trámites burocráticos o tardan mucho en concederlas.
• ENISA. Es una empresa pública que depende del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y ofrece préstamos participativos y no pide avales. Dispone de varias líneas: emprendedores, jóvenes emprendedores, competitividad, fusiones y adquisiciones, entre otras.
• CDTI. Se centran en proyectos de I+D+I y en el apoyo a la creación y consolidación de empresas de base tecnológica entre 240.000 y 1,5 millones de euros con el 15% de la financiación a fondo perdido.
• ICO. Entidad pública que apoya los proyectos de inversión de empresas españolas. Actúa a través de las entidades de crédito; es decir, concede los fondos con la intermediación de las citadas entidades.
En los últimos años están adquiriendo cada vez más importancia las plataformas de crowdfunding. No depende de una persona o fondo, sino de muchos microinversores. Funciona a través de portales donde personas interesadas en aportar capital pueden ver los proyectos disponibles y contribuyen con una cantidad fija o flexible. Habitualmente no se hace a cambio de acciones sino de contrapartida o recompensa –como primeras versiones de productos–. González identifica las principales plataformas en España (Jáuregui, 2014:120):
• Socios inversores. Es el número uno del equity crowdfunding en España, con más de 60 proyectos financiados.
• Thecrowdangel. Se centra en startups de base tecnológica.
• Partizipa. Une intereses de emprendedores e inversores.
• Lanzanos.com. Plataforma de apoyo integral al emprendedor.
• Kickstarter. Es la plataforma más famosa de proyectos internacionales.
Los expertos recomiendan que las startups presenten un modelo de negocio escalable. Sin embargo, hay algunos ejemplos de startups que nacen sin un modelo claro de negocio e incluso son vendidas sin haberlo desarrollado. Uno de los casos más conocidos es Instagram, comprada por Facebook por más de 700 millones de dólares sin un claro modelo empresarial, pero Mark Zuckerberg apostó por ella por las posibilidades de crecimiento que tenía.
Para un emprendedor de éxito como Francisco Ferro –fundador de Pal Robotics– conseguir financiación y montar el proyecto en un país como España ha sido muy difícil, porque la aversión al riesgo del inversor es grande y son reticentes a apostar por un sector emergente como la robótica. Por eso, algunos expertos recomiendan constituir la startup fuera de España (en Luxemburgo, Emiratos Árabes o Brasil), ya que estas naciones ofrecen hasta un millón de euros para proyectos con alto componente tecnológico y potencial de desarrollo, a cambio de que se constituya como empresa local (Cepeda, 2015).
La Fundación José Manuel Entrecanales ha elaborado un decálogo para aumentar las posibilidades de atraer inversores y captar financiación para los proyectos:
1) Plan de negocio. Contar con un buen plan, que abarque un estudio de mercado, posibilidades de desarrollo, análisis de la competencia, previsión de ingresos y gastos…
2) Conocimiento de los inversores. Saber el abanico de opciones de inversión para lograr la inyección de capital de forma más sencilla. Sugiere presentarse a concursos de emprendedores, fomentar el networking para atraer a Business Angels y Venture Capitalists o utilizar plataformas digitales para darse a conocer.
3) El capital humano. Contar con un buen equipo, con talento y especializado en varias disciplinas complementarias para «conquistar» la inversión; un equipo proactivo con un líder capaz de dirigir y fomentar la escucha activa.
4) Proyecto innovador (I+D+I). Apostar por ideas innovadoras y necesarias para la sociedad incrementará la atención de los inversores y atraerá capital para llevar a cabo el proyecto.
5) Estrategia de marketing y comunicación. Establecer canales de comunicación que posicionen a la empresa, difundan una buena imagen de marca y faciliten el conocimiento por parte de los inversores.
6) Negocio escalable. Demostrar la capacidad de optimizar recursos y aumentar ganancias de forma exponencial.
7) Segmento de negocio. Definir el perfil del cliente al que va dirigido el producto o servicio que desarrolla.
8) Omnicanalidad. En la era digital en que vivimos, una startup que no está en Internet no existe. Debe conseguir que los negocios en el mundo físico estén adaptados y preparados para hacerlos posibles en el mundo digital.
9) Posibilidad de globalización. Establecer planes transfronterizos que busquen nuevos mercados que garanticen su éxito.
10) Viabilidad y rentabilidad. Proponer un proyecto sólido y de referencia, además de ser original. Tiene que demostrar su capacidad de generar interés y fidelidad entre los clientes.
En el caso de las startups hay algunos fracasos que puede ser clave para que siga avanzando. Martín Cabiedes, responsable del fondo Cabiedes & Partners, cree que la clave de la inversión está en la diversificación. Él suele invertir en diez proyectos cada año y su porcentaje de acierto suele estar en dos de cada diez iniciativas (Cabiedes, 2015:10).
Para Cabiedes, las startups deberían optar por conseguir la financiación inicial de sus clientes y solo cuando lo necesita y el proyecto ya está consolidado buscar inversor profesional. En el último año han ejecutado más de 60 inversiones en startup y han identificado algunos errores que pueden acabar siendo un acierto (Jiménez, 2015):
• Proyecto viable vs proyecto invertible. Se buscan buenos proyectos para ser invertidos, que además de ser viables sean factibles y multipliquen la inversión.
• No entender bien los temas de la competencia y la ventaja competitiva. El emprendedor ha de demostrar que tiene un proyecto diferente, pero que existe una necesidad o clientes a los que cubrir.
• No tener identificado el mercado objetivo. Los Business Angels piden que los fundadores de las startups demuestren qué empresas/clientes estarían interesados en su proyecto.
• La vocación internacional. Aunque todo proyecto ha de nacer con vocación internacional porque el mercado interno es limitado, primero hay que demostrar su viabilidad en España.
• No saber cuánto dinero se necesita. El emprendedor muchas veces no sabe cuánto dinero necesita y en qué partidas lo invertirá.
Otro fallo habitual es no saber identificar cuándo es el momento más adecuado de abandonar o redefinir un proyecto. Internet ofrece muchas posibilidades y si no se acierta a la primera, tarde o temprano habrá otras opciones. Incluso hay expertos que recomiendan aprender a fracasar inteligentemente para aprender de él. Linda Rottenberg, cofundadora de la red de emprendedores Endeavor lo denomina «actitud startup» e incluso anima a que se impulsen programas que premien los fallos para impulsar la innovación (Álvarez, 2015).
En España no contamos con un registro «oficial» de startups, sino que son las propias startups las que se dan de alta de forma voluntaria en algunas páginas web o directorios, por lo que, seguramente, existe un porcentaje no identificado de empresas que están desarrollando su labor de las que no tenemos conocimiento o registro. Uno de los directorios online más reconocidos en los últimos tiempos es Startupxplore, quien afirma que, en estos momentos en España, existen 1.783 startups activas: el 27,2% están ubicadas en Cataluña (485), una de cada cuatro en Madrid (456), el 13% se encuentran en la Comunidad Valenciana (245) y el 9,4% tienen su sede en Andalucía (168). El resto de startups están diseminadas por el resto de territorio español (Startupxplore, 2015).
Dada la proliferación de nuevos proyectos que está viviendo España, hay muchos modelos de proyectos emprendedores y cada uno de ellos opta por una ubicación que más se ajusta a sus necesidades:
• En el propio hogar (como Steve Jobs y su garaje). Los emprendedores lo eligen por el ahorro de coste inicial que supone. El principal inconveniente es el crecimiento del negocio o la falta de contacto con otras iniciativas o empresas.
• Incubadoras: ofrecen espacios a proyectos que están en fase de gestación. Se están implantando por todo el territorio español.
• Aceleradoras: una vez que se ponen en marcha los proyectos emprendedores, estos espacios tienen como prioridad la aceleración del crecimiento con un modelo de negocio probado.
• Espacios de coworking (trabajo compartido). Ofrecen espacios con servicios compartidos y fomentan la red de contactos profesionales. Las más activas organizan encuentros entre emprendedores, fomentan el intercambio de experiencias e incluso la gestión conjunta de proyectos.
• El coworking consiste en «crear una comunidad de personas que unen sus talentos y capacidades profesionales para interactuar entre ellas, generar networking, aprovechar los contactos y salir adelante entre todos» (Fuentes, 2015).
• Startupxplore recoge que en España existen 144 espacios de coworking. Casi la mitad de ellos se encuentran en Cataluña (35) y en Madrid (27). Si bien hay algunas regiones más activas en la creación de estos espacios, como Andalucía (18), Comunidad Valenciana (15), Galicia (8) o País Vasco (7), Startupxplore ha identificado en casi todas las regiones españolas al menos tres o cuatro lugares donde los emprendedores pueden establecer sus oficinas de trabajo compartido (Startupxplore, 2015).
• Oficinas compartidas con otras emergentes.
• Centros de negocio más tradicionales.
Hay una diferencia básica entre una incubadora y una aceleradora: mientras una incubadora no tiene por qué ir más allá de ser un espacio físico con algunos servicios básicos que acoja startups en fases iniciales o incluso ideas a un precio reducido, a una aceleradora se le presupone un grado más avanzado. Como su propio nombre indica, una aceleradora es «una iniciativa destinada a que cualquier compañía acelere su desarrollo y su crecimiento, lo que implica que se trata de startups en fases más avanzadas». Mediante un programa de un tiempo establecido y un proceso de admisión competitivo, la startup recibe la formación adecuada para dar forma a su idea, establecer un modelo de negocio, diseñar y probar su escalabilidad, conseguir clientes o captar financiación (Otto, 2014).
Según Startupxplore existen en España 180 aceleradoras e incubadoras de empresas. Cataluña (42), Madrid (30), Andalucía (47, sobre todo incubadoras) y Comunidad Valenciana (18) copan la casi totalidad de aceleradoras e incubadoras (Startupxplore, 2015), aunque poco a poco van naciendo nuevos agentes emprendedores en diferentes puntos de la geografía española de iniciativa pública o privada –empresas, fundaciones, escuelas de negocios–, que aportan valor al ecosistema emprendedor.
Las principales compañías que posibilitan el incremento del tejido empresarial y de startups son (Torrego, 2015 y Actibva, 2015):
• Área 31 - IE Business School, liderada desde 2012 por Concepción Galdón. Enfocada a captar proyectos de alumnos IE (IE Venture Lab Accelerator) y otros proyectos punteros. Ofrece tutorías con inversores, pitching slams de acceso libre los jueves (Venture Networks), conferencias, eventos con partners, hackathons…
• Business Booster. Startup factory valenciana, fundada en 2012 por Enrique Penichet, Macarena Poletti y Fernando Becerra. Ayuda a conseguir traction consiguiendo métricas, validaciones y datos objetivos para ofrecer al financiador. Cuentan con un capital semilla de 50.000 € y pueden llegar con su fondo de inversión a rondas de hasta 400.000 €.
• Campus Madrid de Google. Creado en junio de 2015. Es el cuarto de la compañía, junto con los de Tel Aviv, Seúl y Londres. Cuenta con un espacio de coworking y un programa de aceleración –para fomentar una rápida expansión a cambio de acciones–. Proporciona WiFi, mesas de trabajo, espacios para organizar eventos por y para emprendedores, sesiones de asesoramiento gratuitas de la mano de trabajadores de Google, expertos e inversores. Sus objetivos: asegurarse de tener talento cerca, ayudar a impulsar proyectos que aporten valor a la economía y que algunas empresas sean adquiridas por los acqui-hires (compras para sumar talento). Incluso cuentan con un curso para emprendedores fuera del perfil tradicional, Campus for moms, un programa de ocho semanas de iniciación al entorno «startapero».
• Cink Emprende, fundada por Raúl del Pozo. Especializada en gestión de aceleradoras, viveros y programas de emprendimiento para terceros. Cuenta con una probada metodología de aceleración de mentoring de proyectos y startups en fase semilla (más de 500 proyectos en los últimos años).
• Conector Startup Accelerator. Creada en Barcelona en 2013 por Carlos Blanco, Risto Mejide y Gerard Olivié (entre otros). Ofrece «mentoring de verdad», facilita el matching entre emprendedores y proyectos. Organizan el Startup Day donde los mentores votan los proyectos y eligen los que les gustaría mentorizar durante los meses del programa.
• Cloud Incubator HUB. Fundada en 2012 en Cartagena (Murcia) por Andrés Carrillo, Igor Tasic y Andrés Iborra, con el objetivo de crear startups en el ámbito de internet y nuevas tecnologías. Ofrece la oportunidad de participar en proyectos de incubación o aceleración europeos como EU-XCEL o STARTUP-SCELUP.
• DAD (Digital Assest Deployment). Creada por Rodolfo Carpintier en 2006. Aporta capital inicial, conocimiento para crear equipos sólidos y dar el salto a un proyecto global. Busca modelos de negocio escalables y que se puedan internacionalizar.
• Demium Startups. Una de las primeras lanzaderas de negocios de internet, creada en Valencia por Jorge Dobón. Crea startups desde cero –sin idea ni equipo– a partir de ideas de negocio basadas en modelos de éxito de otros países y tendencias de mercado. Se ponen a disposición de emprendedores motivados y con talento, siguiendo la metodología Lean Startup, de la mano de advisors conocidos. Participa en el 15% de las sociedades creadas con emprendedores.
• Instituto Europeo para el Emprendimiento (EIE). Fundada en 2013 por Antonio Sainz y Nacho Núñez, entre otros, como organización transversal. Ofrece el programa International Startup Programme (ISUP), formación con mentores y herramientas durante 12 meses para convertir una idea en compañía invertible en tres fases: lanzamiento (gratuita gracias al patrocinio de un banco), boost (un warrant de un 10% o 18.000 €) y orbit (que suele consistir en alojarse en EIE).
• Impact Hub Madrid. Nacida en 2010 en Madrid, de la mano de Max Oliva, Lofti El Ghandouri o Anita Seidler. Está compuesta por empresas sociales que trabajan sobre retos de manera local y global, emprendedores, startups, inversores sociales o freelance.
• Grupo Intercom. Nacida en 1995 en Cerdanyola del Vallés, es la que más negocios ha creado en internet en España (más de 75 proyectos de éxito como Infojobs, Emagister o Softonic), cuenta con más de 1.000 empleados en 13 países.
• Hub Emprende. Creado en 2014 en Alcobendas (Madrid), de la mano de la Universidad Europea de Madrid. Promueve dos ediciones en las que eligen proyectos emprendedores de alumnos o no de la universidad y les incuban durante cinco meses, con programas de mentoring, formación y potenciación de red de contactos.
• Lanzadera. Fundada en Valencia en 2013 por Juan Roig (dueño de Mercadona), para apoyar durante 11 meses empresas eficientes que aporten valor en proyecto empresarial, basado en esfuerzo y liderazgo (200.000 € por empresa). Con el foco en empresas del sector alimentario y distribución, no entran en el capital de empresas que aceleran.
• Plug & Play. Comunidad de más de 350 startups tecnológicas relacionadas con empresas de capital riesgo influyentes de Silicon Valley y universidades americanas. En España está instalada en Valencia desde 2012 de la mano de Juan Luis Hortelano o Rubén Colomer, entre otros. Ha invertido en 46 startups que han logrado inversiones millonarias.
• Prisa Inn. Fundada en Madrid en 2014 por Marcos Pérez Arauna para impulsar proyectos tecnológicos con el objetivo de mejorar su posición competitiva y éxito en el mercado.
• Seedrocket. Primera incubadora española para startups TIC en fase inicial. Promueven emprendedores que precisan apoyo e inversión semilla. Han pasado más de 2.000 proyectos, ha formado a 120 startups e invertido 20,3 millones de euros. Organizan anualmente el Campus de Emprendedores en Madrid y Barcelona.
• Startup Alcobendas. Lanzado en 2014 por el Ayuntamiento de Alcobendas y cofinanciado por la Unión Europea. Organiza tres convocatorias anuales en las que seleccionan nueve proyectos a los que ofrecen espacio de trabajo, mentoring (con metodología Cink emprende), formación y apoyo en la búsqueda de financiación pública y privada.
• Sonar Ventures. Fundada en 2012 en Madrid por Álvaro Cuesta y Adrián Heredia para convertir ideas en compañías exitosas, acompañando e impulsándoles.
• Top Seed Labs. Creada en enero de 2012 en Madrid por Ignacio Macías para potenciar emprendedores altamente cualificados con méritos académicos, con mentores de primer nivel, red de networking y Business Angels tecnológicos de prestigio.
• ViaVigo. Impulsado en 2013 por la Xunta de Galicia, quien selecciona diez empresas cada año para acompañar durante nueve o 12 meses con asesoramiento personalizado, formación, espacio de coworking y aportación de capital semilla de hasta 125.000 € por proyecto.
• Wayra. Nace en Madrid en 2011 con el respaldo de Telefónica bajo la dirección de Paloma Castellano. Ha recibido 27.000 proyectos e invertido 42 millones de euros en más de 430 startups –el 80% convertida en empresas–. Forma parte de Open Future, un programa global para impulsar el ecosistema emprendedor de base innovadora.
• Zarpamos. Fundada por Manuel García en 2013 en A Coruña, se trata de una aceleradora de capital privado para apoyar emprendedores hasta convertirles en negocio rentable con asesoramiento de expertos (diseño gráfico, programación, marketing online, desarrollo de contenidos, asesoramiento legal, administrativo y financiero, estudios de mercado para internacionalización, etc.).
Las principales ventajas de las aceleradoras son el contacto con el ambiente emprendedor desde el primer día, acceso a formación, mentoring personalizado, acceso a inversión –inicial, capital semilla y rondas de financiación– y networking. Los inconvenientes, en cambio, pueden ser no saber elegir el momento adecuado para entrar en una startup –si la startup está en fase temprana recomiendan más un vivero de empresas o incubadora–, la exigencia de la capacidad de crecimiento muy rápido o el foco internacional y la cesión de parte del negocio –entre un 4 y un 10%– (Actibva, 2015).
Hoy en día las startups disponen de muchas herramientas gratuitas que pueden ayudar a lanzar y construirla. Algunas recomendaciones (Asián, 2015):
• Startup Stash. Directorio de recursos, organizado por categorías: generación de ideas, sugerencias para buscar un nombre adecuado, encontrar dominios, potenciar y hacer conocida la startup.
• Square Space. Plataforma para crear páginas web, para diseñadores web, experiencias para móviles, LayoutEngine –una nueva página revolucionaria que permite crear páginas que requerirían de un experto en diseño y programación–, creación de fotogalerías, espacio para comentarios, blogs y conexiones con otras páginas web, media management, motor de blogs, edición de Facebook, estadísticas en tiempo real…
• Shake. Ayuda a redactar documentos básicos para acuerdos o trámites legales o contratos para todo tipo de empresas, con plantillas que pueden usar de base las startups.
• The Name App. Generador de nombres gratis, busca dominios y perfiles sociales para la startup.
• Content Idea Generator. Ofrece ideas para crear contenidos: introduciendo un tema o keyword sugiere títulos para desarrollar contenidos.
• Pablo by Buffer. Sencilla herramienta de edición gráfica para editar imágenes, incorporar textos para redes sociales, contenidos informativos o invitaciones para aumentar la participación y compromiso de usuarios en plataformas sociales y medios.
• Stock Snap.io. Banco de imágenes de alta definición gratis para utilizar en proyectos personales o comerciales sin problemas con los derechos de autor. Clasificadas en categorías, con un buscador.
• Freebbble. Más de un millar de diseños de calidad realizados por usuarios de Dribbble, editables para web y móvil.
• Type Form. Plataforma para crear encuestas, formularios, formas de pago, con el Look and Feel de la startup para conocer mejor a los clientes, proveedores… Se pueden enviar por web o e-mail. Proporciona informes de los resultados en tiempo real, que pueden ser filtrados.
• SumoMe. Se instala como un plugin y contribuye a hacer crecer el tráfico, creando building list, mapas de calor, pop ups de e-mail…
• Awesome Screenshot. Realiza capturas de pantalla y permite marcar las imágenes.
El entorno emprendedor y, en concreto, las startups suscitan gran interés tanto en medios como entre emprendedores e inversores. Una muestra de ello son las conclusiones del informe Mapa del Emprendimiento presentado por Spain Startup, con motivo de The South Summit, donde hacen balance de la primera edición: 3 días, 7.000 asistentes de 34 nacionalidades, 3.500 emprendedores, 450 inversores, 170 periodistas: 1.300 apariciones en prensa (llegando a una audiencia de 177 millones de personas) y trending topic en redes sociales: 8.200 seguidores en Twitter, 25.000 tweets y casi 15 millones de audiencia. Aportan también datos económicos de la captación de fondos de las startups finalistas de la edición, con más de 150 millones de euros (Spain Startup, 2015:3).
En cuanto al perfil de los emprendedores de startups en 2015 –basados en una muestra de las 1.800 candidaturas recibidas de España, Sur de Europa/Mediterráneo y Latinoamérica– concluyen que el perfil del emprendedor sigue siendo principalmente hombre, con formación universitaria, que trabajaba por cuenta ajena antes de emprender y con una edad de entre 25 y 34 años. En 2014 la edad era de entre 35 y 44 años, por lo que se ha rejuvenecido.
Son los emprendedores del Sur de Europa y Latinoamérica quienes bajan la media, ya que casi seis de cada diez tienen menos de 34 años y, en Latinoamérica, un 14% menos de 24 años. En España, el 44% son menores de 34 y el 34% se sitúan entre 35 y 44 años (Spain Startup, 2015:19-20).
El Barómetro MIT Technology Review en español arroja unos datos muy similares: el 60% de los impulsores de startup tienen entre 31 y 40 años, con una edad media de 37,6 –algo menor que la edad media del emprendedor español, que se sitúa en 39 años–. Uno de cada cuatro tiene entre 41 y 50 años, mientras que los más jóvenes, los que tienen entre 20 y 30 años suponen el 12% de los fundadores de startups. Tan solo el 4% tiene más de 50 años (Opinno, 2015:42).
Respecto al género, los emprendedores son principalmente hombres, con una proporción abrumadora de 85% hombres frente al 15% mujeres (Opinno, 2015:44). Estos datos son muy similares a los recogidos por el Mapa de Emprendimiento en España de Spain Startup: 82% de hombres, frente al 18% de mujeres (Spain Startup, 2015:22).
Se va reduciendo poco a poco la brecha de género en el entorno emprendedor: hace once años 2,9 de cada 100 mujeres eran emprendedoras, frente a 7,4 de cada 100 hombres y, en 2013, era el 4,2% de las mujeres que habían decidido poner en marcha un proyecto frente a un 6,2% de los hombres españoles (Opinno, 2015:44).
La formación predominante en los emprendedores es la universitaria-posgrado, frente a los que poseen educación secundaria o FP (Spain Startup, 2015:24).
Figura 5. Formación de los emprendedores
Fuente: Spain Startup 2015
Entre los emprendedores españoles y del sur de Europa no hay casi diferencia, pero se duplica el porcentaje de emprendedores latinoamericanos con formación secundaria frente a los españoles (10% frente al 22%).
El Mapa del Emprendimiento en España corrobora la teoría ya expuesta de que los emprendedores no suelen lanzarse a la puesta en marcha de un proyecto por necesidad (estar desempleado) si no que su principal ocupación era ser trabajadores por cuenta ajena o incluso emprendedores de otras iniciativas (Spain Startup, 2015:25).
De hecho, apenas el 3% aduce como motivo para emprender la necesidad. Ocho de cada diez emprendedores arguyen que se han embarcado en un proyecto porque han visto una oportunidad de negocio. En torno al 20% afirman que lo han hecho porque poseen un espíritu emprendedor. Ahondando más entre las circunstancias antes de emprender, seis de cada diez afirman que siempre quisieron emprender, dos de cada diez contestan que se unieron a un proyecto en el que creían, el mismo porcentaje de los que querían cambiar de vida profesional (Spain Startup, 2015:26-27).
Para el fundador de BuyVip, Gustavo García Brusilovsky, los emprendedores no van a arreglar el país hoy, pero sí lo harán con el paso del tiempo, a medida que sus empresas sean consolidadas (Opinno, 2015:59).
Casi la mitad de los emprendedores españoles y del Sur de Europa afirma que es la primera startup que crean. En Latinoamérica el porcentaje de personas que confiesan haber emprendido anteriormente es mayor: 63% frente al 37% que contestan que es su primera startup. En España se incrementa del 37% al 51% en un año el número de emprendedores que cuentan con experiencias previas en la puesta en marcha de proyectos (Spain Startup, 2015:29-30).
De media, seis de cada diez startups creadas con anterioridad por los emprendedores falló. En torno al 25-30% –según los países de procedencia, 25% en España, 33% de Europa y 19% latinoamericanas– fue vendida.
Siete de cada diez proyectos presentados a este certamen son españoles y, de ellos, el 44% tienen su sede social en Madrid, el 19% en Cataluña, el 9% en la Comunidad Valenciana, 8% en Andalucía y el 3% son gallegos o vascos.
Por su parte, el Barómetro MIT Technology Review en español sitúa en Madrid el 55% del tejido emprendedor español, porcentajes un poco inferiores en Cataluña (12%) y un poco superiores en la Comunidad Valenciana (13%), y el mismo en Andalucía (Opinno, 2015:45).
El 50% de las startups españolas tienen entre uno y tres años, un porcentaje ligeramente superior a las europeas (46%) o latinoamericanas (45%). Una de cada cinco en España tiene menos de un año, seis puntos menos que en Europa y Latinoamérica (27%). Apenas un 4% de startups españolas reconoce tener entre 3 y 5 años, el mismo porcentaje que las de más de cinco años (Spain Startup, 2015:38).
En cuanto al tamaño, la mitad de las startups españolas tiene entre dos y cinco empleados contratados, el 16% de las startups españolas cuenta con seis o 10 trabajadores (un 19% en el resto de startups europeas y un 22% de las latinoamericanas). El 6% tienen entre 10 y 20 empleados (situándose en el 7% y 12% en las startups europeas y latinoamericanas, respectivamente). Tan solo dos de cada cien startups, tanto españolas como europeas o latinoamericanas, cuentan con más de 30 personas en plantilla. El 9% de las startups españolas, el 2% de las europeas y el 8% de las latinoamericanas dicen contar con un solo empleado, además del CEO o fundador (Spain Startup, 2015:39).
Respecto a los datos de facturación, tres de cada cuatro startups españolas esperan facturar menos de 50.000 €, el 24% de 50.000 a 150.000 € y un 18% de 150.000 a medio millón de euros al año. Apenas un 5% confía tener entre medio millón y un millón de facturación este año, el 3% entre uno y cinco millones de euros y una de cada 100 aspira a facturar más de cinco millones en 2015. Por el contrario, el 22% de las startups españolas no espera tener ingresos en este ejercicio económico (Spain Startup, 2015:40).
Solo se aprecian diferencias significativas en comparación con las startups europeas en la horquilla de 50 a 100.000 € (un 5% menos en el caso de las europeas, que se compensa con las que dicen que cobrarán menos de 50.000 €). En cuanto a las perspectivas financieras de las startups latinoamericanas, el 7% de estas confía alcanzar una facturación de entre uno y cinco millones de euros (un 4% más que las españolas).
Los sectores de actividad de las startups españolas son internet and mobile (57%), software (16%), energy & industry (12%), hardware (8%) o life science (7%). Asimismo, más de la mitad se reconocen B2B (Business to Business) –56%– o B2C (Business to Consumer) –53%–.
Los principales objetivos que reconocen tener las startups españolas son la recaudación de fondos, la búsqueda de alianzas estratégicas, la visibilidad, la captación de clientes, la captación de talento, el soporte tecnológico o la búsqueda de apoyo en la gestión de proyectos (Spain Startup, 2015:41-42).
Ticketbits ha realizado un estudio para analizar el perfil de internacionalización de las startups españolas y analizar cómo es la expansión: están creadas por un varón de 32 años de media, universitario, la mitad con un MBA. Los datos de este informe no coinciden con los mencionados hasta ahora. Según este informe, uno de cada cuatro emprendedores es vasco, el 21% son de Madrid o Cataluña y el 11% andaluces. Contratan empleados de entre 24 y 36 años, los perfiles más demandados son Software Developer, expertos en marketing y atención al cliente.
Tras uno o dos años de actividad, el 82% comienza su expansión, principalmente a Latinoamérica, seguida de Asia. Los sectores que más prosperan en el exterior son e-commerce, telecomunicaciones y nuevas tecnologías, turismo, ocio y entretenimiento, y transporte. El informe concluye que cada startup tiene un comportamiento diferente en cada proceso de internacionalización, pero tienen una característica común: son generadoras de empleo y responsables de la activación de la economía (Ticketbits, 2015).
El MIT Technology Review afirma que la falta de demanda interna es una de las palancas que impulsa a los emprendedores a ampliar horizontes y acometer el salto internacional (Opinno, 2015:39).
El primer estudio sobre emprendimiento online en Latinoamérica, impulsado por Interlat, concluye que el 88% de los emprendedores encuestados de una veintena de países tiene una idea o modelo de negocio, aunque la mitad no cuenta con las herramientas necesarias para hacerlas realidad (Interlat, 2015:19).
Entre los sectores, el 30% se ubican en el sector servicios, el 24% en comunicaciones y el 11% en industria. Respecto a los negocios digitales, las industrias con mayor oportunidades son los servicios, medios de comunicación, educación, entretenimiento, comercio minorista o turismo. Uno de cada tres nuevos negocios en Latinoamérica fue creado para ser físico y virtual, y el 2$% lo lanzó solo virtual. Tres de cada cuatro emprendedores latinoamericanos piensan que lo que precisan es asesoría, acompañamiento y apoyo económico para emprender y poner en marcha sus iniciativas (Interlat, 2015:29).
El Barómetro MIT analiza el impacto en la vida del emprendedor que acomete un proyecto. Tiene aspectos positivos, como la confianza en sí mismo y verse capaz de enfrentarse con éxito a los retos, y la satisfacción personal, frente a un efecto negativo como la reducción de tiempo libre. La carga de trabajo de los emprendedores suele ser superior al de las ocupaciones previas (menos acusado en los emprendedores que ocupaban puestos de responsabilidad en multinacionales), que claramente se compensa con la mayor satisfacción personal o la posibilidad de administrarse libremente el trabajo.
La familia juega un papel fundamental en la vida del emprendedor (más allá de la posible inversión de capital inicial para lanzar el proyecto) por su apoyo y sustento emocional, de sus contactos o el acceso a los mercados. La principal preocupación de la familia suele ser el riesgo de emprender frente a la seguridad de un trabajo estable por cuenta ajena.
Todos los emprendedores analizados afirman que volverían a emprender. Solo el 32% estaría dispuesto a volver a trabajar por cuenta ajena después de haber emprendido, principalmente por el peso de la responsabilidad de ser el dueño del proyecto, tanto de los éxitos como de los fracasos, la soledad del emprendedor o no tener límites ni hacer distinción entre la vida personal y la profesional (Opinno, 2015:63-65).
Antes de poner en marcha una startup, los emprendedores han de encontrar respuestas a muchas preguntas: cómo definir el mercado objetivo, a qué clientes dirigirse, cómo formar el equipo idóneo, dónde buscar a los inversores dispuestos… que no encuentran respuesta en los másteres o medios de comunicación. Por ello, en el Barómetro de MIT Technology Review en español varios emprendedores de éxito proponen consejos a emprendedores que están comenzando o que tienen que dar el paso para acometer un proyecto (Opinno, 2015:83-96):
• Emprende en tu pasión: la vida del emprendedor exige sacrificios, esfuerzo y dedicación, por lo que su pasión por el trabajo les ayuda a impulsar su proyecto sin perder energía. Hay que disfrutar de lo que hace cada día, tanto de los éxitos como de los pequeños fracasos.
• No emprendas nunca por seguir una «moda». Los medios de comunicación dibujan al emprendedor como un triunfador que ha conseguido enriquecerse partiendo de la nada. El emprendimiento es una opción de vida; no se recomienda emprender con el objetivo principal de ganar dinero, implica tener vocación e iniciativa.
• Cuida de tu equipo. Hacer partícipe a todo el equipo de los éxitos de la empresa. Una misma idea puede ser ejecutada por distintos equipos y uno solo tiene éxito gracias a la labor fundamental de un equipo.
• Nunca dejes de formarte. Se recomienda una formación continua de fundador y colaboradores: sobre negocios, nuevas tecnologías, nuevas herramientas empresariales… y dar la oportunidad de desarrollarse profesionalmente y conseguir un plan de carrera para motivar al equipo.
• Encuentra un socio que te complemente. No se recomiendan socios impulsados por una persona o personas iguales, sino perfiles complementarios.
• Define las expectativas y compromisos por adelantado. Antes de emprender, los fundadores deben establecer y reflejar por escrito el reparto de derechos y obligaciones derivados de la empresa para evitar futuros problemas.
• Explota el valor de los fracasos. Los errores brindan la oportunidad de aprendizaje clave para que el mismo proyecto o uno futuro pueda salir adelante.
• Conoce los mercados antes de dar el salto internacional. Es preciso conocer las peculiaridades de la cultura local donde se desea expandir el proyecto, exportar productos o servicios o implantarse.
• Mantén los pies en la tierra. Tener la capacidad de escuchar a los demás para aprender de ellos, detectar y corregir errores. Hay que evitar el triunfalismo o escuchar solo los comentarios positivos para no perder la perspectiva y no ver qué se está haciendo mal.
• No descuides la gestión del talento. Es importante invertir en la búsqueda de personas que crean en el proyecto, sean multidisciplinares, con talentos diversos y alineados con el mismo objetivo. Se recomienda «contratar despacio y despedir deprisa».
• Aprende a decir «no». En las etapas iniciales se intentan cubrir todas las oportunidades y decir siempre sí a los clientes para no perderlos, pero no hay que perder de vista la capacidad de respuesta real que tiene la empresa y si ese tipo de decisiones y políticas se podrán llevar a cabo cuando la empresa se expanda y los clientes se dupliquen o tripliquen.
• Cuenta tu proyecto y recoge consejos. Recomiendan comunicar su visión y alimentarla con las opiniones y experiencias de los demás. No hablar con un lenguaje muy técnico, sino en términos coloquiales a inversores y socios para que se entienda bien el mensaje.
• Gestiona tus recursos con prudencia. Uno de los riesgos más habituales es agotar los recursos iniciales (propios o de inversores) antes de que las ventas hagan sostenible la empresa, porque el punto de equilibrio se alcanza más lento de lo previsto. Los emprendedores de éxito aconsejan pensar en el desarrollo del proyecto a largo plazo (5-7 años) y no a 2-3 años vista.
• Trata tu red de contactos como uno de tus mayores activos. Un emprendedor de éxito está hiperconectado. Los contactos ayudan a encontrar clientes, colaboradores, incluso financiación. Tan importante como tener una buena red de contactos es alimentarla y cuidarla, mediante un contacto activo con las personas que la conforman. Para comenzar a emprender, los expertos recomiendan el mentor, que facilita su experiencia y networking y fomenta las reuniones con otros expertos.
El sector tecnológico presenta muchas oportunidades para emprender:
• La recuperación de la financiación privada, bien de capital semilla o capital riesgo. La red de inversores se nutre de las aportaciones de los emprendedores que han logrado éxito y disponen de recursos para impulsar nuevos proyectos.
• La elevada formación del emprendedor tecnológico español. Más de la mitad cuenta con formación multidisciplinar (un 18% más que en otros sectores).
• La popularidad de los nuevos modelos de negocio, lo que conlleva una reducción considerable de los costes. La falta de recursos ha motivado productos a precios más competitivos, manteniendo calidad.
• Proliferación de organismos que apoyan al emprendedor tecnológico. Muchas entidades públicas y privadas, incubadoras o aceleradoras ofrecen asesoramiento y acompañamiento para apoyar y maximizar las posibilidades de éxito de los emprendedores, principalmente tecnológicos.
Las principales dificultades para emprender en el ámbito tecnológico son el pequeño tamaño del mercado, el ordenamiento jurídico español –tasas de autónomos, gastos en seguridad social– y las dificultades para obtener financiación por crowdfunding (Opinno, 2015:110).
Hay algunos emprendedores que se plantean la venta de la compañía emergente a una gran empresa del sector a cambio de una suma considerable de dinero como el fin de su proceso emprendedor, muchas veces para llevar a cabo otra idea. En España son pocas las empresas que reúnen condiciones para ser vendidas a alto precio.
Varios autores explican que una startup deja de encajar en esta denominación porque es muy rentable; pasa a la bolsa de valores o deja de existir como entidad independiente debido a una fusión o adquisición y cumple varios requisitos (Pierce, 2014):
• El negocio cumple de manera cotidiana una jornada completa laboral.
• Los empleados trabajan como máximo 8,5 horas/día.
• La mayoría de las ideas principales de la empresa están relacionadas con ideas o acciones empleadas por la competencia.
• Tiene más de cinco años de vida.
• Los fundadores ya tienen títulos como CEO y no comparten el mismo espacio que los demás trabajadores.
• Los CEO pueden ausentarse del negocio sin ningún problema, ya que los trabajadores tienen roles establecidos y se encargan de cumplir el trabajo en tiempo y forma.
Según Startupxplore, solo una de cada diez nuevas empresas en España supera los tres años de edad. Los sectores con mayor tasa de mortalidad son el ecommerce, el de gaming y las vinculadas a los viajes y el turismo. Las principales causas que llevan a la desaparición de estas empresas son la saturación o elevada competencia del mercado, el desconocimiento del cliente, la complejidad para conseguir financiación o las dificultades para diferenciarse. Para Romero, el problema es que las nuevas empresas tienden a imitar negocios que funcionan en otros mercados sin pararse a pensar en cómo adaptarlos a la realidad de cada sector o ubicación. «Añadir simplemente nuevas características no es suficiente, sino que es clave comprender en profundidad que sus clientes no son iguales o no tienen los mismos problemas que los del modelo en los que se inspiran» (Romero, 2015).
DeMers identifica cinco desastres prevenibles en el mundo de los negocios, que arruinan a las startups (DeMers, 2015):
• Te roban la propiedad intelectual (por no haber realizado el registro de los derechos de autor o no contar con un contrato de confidencialidad).
• Usas la propiedad intelectual de otros (exponiéndose a una demanda o mala publicidad, aunque no haya sido intencionada, como el uso de una imagen con derechos o un nombre que ya estaba en uso).
• Te quedas sin capital.
• Te come la competencia (una empresa existente más grande o surge alguien con una idea nueva que se queda con la cuota de mercado).
• Pierdes a tu equipo (si todos se van al mismo tiempo, hay que cerrar la empresa, por lo que hay que ser estricto en el proceso de contratación, mantener empleados felices y establecer protocolos de emergencia, en caso de que los empleados quieran renunciar).
Boitnott añade algunos aspectos que también llevan a fracaso de una startup: descuidar la marca, hibernar –hay que potenciar el networking–, fallar en delegar o no aprender de los errores (Boitnott, 2015).
Para evitar el fracaso de una startup, Startupxplore propone unas pautas:
• Analice el mercado e identifique las necesidades, contexto y problemas de los clientes para generar un producto con valor diferencial y competitivo.
• Rodéese de un buen equipo, balanceado en cuanto a habilidades y conocimientos y con experiencia en el mercado en el que va a trabajar.
• No gaste más de lo que tiene. Cada euro ha de ser gastado con un sentido de negocio.
• Tenga en cuenta la competencia pero no se obsesione. Valorar las características de la competencia y ser consciente de las fortalezas y debilidades del nuevo proyecto emprendedor. Los clientes son los que deben guiar los movimientos de la empresa, no los competidores.
• Hable con sus clientes. No desperdiciar el tiempo con proyectos que no desean. Se puede aprender de ellos preguntándoles, observándoles y comprendiendo cómo resuelven sus problemas.
• Haga que le conozcan. La mayoría de los negocios no fracasan porque tengan un mal producto, sino porque los clientes no lo usan. Hay que diseñar una estrategia de marketing y comunicación para hacer que los clientes conozcan el producto o servicio y las ventajas de utilizarlo.
• Rodéese de buenos consejeros. Es importante contar con el asesoramiento de gente con experiencia que aporte puntos de vista distintos de los emprendedores, como otros fundadores que han experimentado situaciones similares o incluso inversores.
• Dé un paso adelante. Si el negocio está estancado es preciso plantearse qué se está haciendo y buscar nuevas perspectivas. A veces hay que modificar el modo de captar clientes o dar a conocer el valor que aporta el producto o servicio de la startup.
Si, a pesar de todo, la startup fracasa, hay que tomarlo como una experiencia de aprendizaje que ha enriquecido y que ayudará a mejorar las probabilidades de éxito de un futuro proyecto empresarial.
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