Capítulo II
Detrás de cualquier programa de televisión –magazín, documental, reportaje, espacio de debate o entrevista–, de un clip audiovisual o de un programa de humor sobre la actualidad hay siempre una idea. O, mejor dicho, la idea está detrás de cualquier proyecto televisivo.
Desde el punto de vista del guion, entendemos la idea desde una doble perspectiva. Por un lado, es un hecho comunicativo, como la voluntad de expresar algo que creemos y consideramos interesante. La segunda perspectiva parte de la primera, pero la concreta como proyecto. Es decir, va más lejos de la proyección de uno o varios mensajes y obliga a desarrollar todo un plan. Es una idea o un tema inicial, pero que se concibe con el propósito de comunicar algo interesante de una forma creativa y original. La primera perspectiva nos permite desarrollar el qué y la segunda, el cómo, ya que posibilita su concreción y la realización material del proyecto.
El pensamiento es universal. Los temas son universales. Todos los guiones tienen un tema o una idea básica a desarrollar. O varias. Todos parten de ese primer concepto. Escogerlo bien será fundamental. También lo será la manera como lo desarrollaremos. A menudo, la diferencia entre diversas creaciones culturales y audiovisuales está en la forma de explicarlo.
Sergio Toledo, investigador y creador de nuevos formatos, es partidario de que un programa debe trasmitir una idea original y primaria. «Una idea consta solo de una idea», ha escrito en un libro sobre la creación de un programa televisivo. Y añade «En todo proceso comunicativo, y un programa de televisión lo es, hay que buscar la trasmisión clara y contundente de una única idea. Existe el peligro de considerar la idea demasiado simple y se tiende a empezar a añadirle otros conceptos o ideas para ir completando y arropando el concepto original [...]; bien porque seamos jóvenes creativos ansiosos e inexpertos o porque tengamos muchas ideas que queremos expresar, el error puede provocar la creación de un formato confuso y disperso que no trasmite la idea original y primaria».
Todos los guionistas tenían clara la línea editorial de Operación triunfo. Queríamos crear estrellas del pop, por lo que era esencial que el público se enamorara de nuestros concursantes, que en definitiva era quien los iba seleccionando semana a semana. El programa tenía por objetivo convertir a unos concursantes anónimos en estrellas de la música. El proceso hacia el estrellato, con sus alegrías y sus sinsabores, era la base de nuestro contenido.
Tinet Rubira, director de Gestmusic
Yo vertebro el guion previo de un documental a partir de las preguntas que me hago sobre el tema, personaje, lugar o suceso que voy a tratar. De esas preguntas parte todo. Y así, con interrogantes y con posibles respuestas, si las hay, imagino la relación de secuencias audiovisuales con las que daré inicio al proceso de construcción.
Marisol Soto, periodista de Documentos TV
El tema de la creatividad y de la búsqueda de las ideas para nuevos programas de televisión es recurrente y ha sido tratado en diversas publicaciones. Un autor clásico, cuyas aportaciones son todavía vigentes desde un punto de vista académico, es Doc Comparato. En uno de sus manuales más consultados, De la creación al guion, hace referencia a un Cuadro de ideas que elaboró en su día el guionista Lewis Herman.
En su opinión, hay seis campos a partir de los cuales se puede encontrar una idea:
El peso de cada una de estas seis categorías ha variado con el tiempo. Sus respectivos protagonismos han ido variando desde que estas se formalizaron hace ya más de treinta años. Hoy estamos en un mundo globalizado y mucho más tecnológico, y ello se nota en las producciones audiovisuales. Desde una perspectiva pragmática, enfocada en los creativos y profesionales de los medios, cabría añadir, o al menos puntualizar, tres nuevos conceptos.
«Este es un programa que, como está pegado a la actualidad, la capacidad de encontrar contenidos es infinita.»1 Quien esto afirma es José Miguel Monzón, conocido como El Gran Wyoming, presentador, junto a Sandra Sabatés, de El Intermedio, uno de los programas de humor y crítica de la realidad más prestigiosos y valorado por el gran público y los profesionales de la televisión.
Hoy no es posible hacer nada sin ser visto por alguien. Nuestras sociedades y sus ciudadanos están expuestos públicamente de manera constante. Unos, en mayor grado; otros, con menor nivel de exposición porque, por ejemplo, no se proyectan a través de redes sociales. Pero, aun así, grandes empresas y corporaciones internacionales –tecnológicas, económicas o industriales– saben cada día más y mejor sobre cada uno de nosotros: sobre nuestra capacidad adquisitiva o sobre nuestros gustos, por citar dos aspectos distintos.
En mayor o menor grado, todos los profesionales que hemos entrevistado coinciden con la cita «la realidad supera la ficción». Y es que, en muchísimas ocasiones, las mejores ideas surgen de la propia sociedad, de sus complejidades, de sus constantes novedades no solo a nivel tecnológico, sino también a muchos otros niveles: su mestizaje social, su hibridismo ideológico y nuestra propia cotidianidad. Solo hay que estar atentos a lo que nos rodea –no solo geográficamente, sino a nivel global–, abrir nuestras mentes, viajar y ver mundo, aceptar la diversidad, aprovechar la tecnología, escuchar voces críticas y protestar por la falta de derechos humanos donde estos no se respeten.
Un guion de late show en primer lugar debe ser oportuno, es decir, debe contener aquellos temas que están en la calle y que el telespectador ya conoce o le agradará descubrir.
David Escardó, guionista de Buenafuente
Nuestro programa no es una tertulia de cómicos. También tenemos colaboradores que nos vienen muy bien para cubrir la parte más informativa. Son menos «rematadores» de chistes, pero, en cambio, colocan bien para que otros metan su línea de humor.
Juan Andrés García Bropi, productor ejecutivo de Zapeando
Un aspecto que distingue a los programas televisivos de actualidad y de entretenimiento de calidad es la perspectiva de lo que se quiere advertir. El producto televisivo, en este caso, está planteado desde distintos enfoques y ángulos que lo enriquecen, tanto desde un punto de vista visual como desde su contenido. Hay que buscar aquellos matices que le darán personalidad propia a nuestro programa y aquellos aspectos que lo harán más interesante para la audiencia. Sergio Toledo habla del swing:
Podemos decir que un programa tiene swing cuando la realización tiene la cadencia adecuada para el público objetivo, tiene un guion que nos introduce en una historia entretenida, provoca emociones dentro y fuera de la pantalla, la escaleta no se nota y dan ganas de ver lo que pasa a continuación, nos identificamos con lo expuesto y nos reconforta su contemplación.
Pongamos un ejemplo. Estamos en la semana del Mobile World Congress, la máxima feria mundial de móviles que se celebra desde hace unos años en Barcelona. El certamen será objeto de numerosas noticias que tratarán, asimismo, sobre muchas cuestiones: las novedades tecnológicas del certamen, el número de asistentes, el nivel de ocupación hotelera, el impacto económico y turístico en la ciudad, el lugar de origen de los participantes... Noticias parecidas las vemos cada día en la mayoría de los programas informativos de las cadenas de televisión. También en las televisiones online o exclusivamente por Internet.
Un programa de reportajes sobre este mismo certamen no puede hablar de dichos aspectos o no puede hablar solo de ellos. Tampoco se puede hacer un debate televisado cuyo objetivo sea únicamente presentar las últimas novedades. Ni siquiera en programas tan distintos como en un magazín matinal o en un programa de humor de actualidad podríamos referirnos solamente a las novedades del certamen. Y no se puede hacer porque la opinión pública ya conoce la información más directa y básica a través de los citados programas informativos diarios. Entonces es cuando resulta más necesario el papel del guionista para realizar un cambio de enfoque. Para, a través de un formato televisivo innovador, crear un programa original e interesante. Porque, no nos engañemos, la televisión de calidad debe interesar a la gente y los programas deben emocionarla y hacerle pensar y reflexionar. El público debe sentirse atrapado por el mensaje y su lenguaje. También los programas culturales pueden ser atractivos para un público amplio.
Polònia y Crackòvia son, en efecto, la combinación de periodistas con vocación periodística y creativos puros; es decir, personas con talento para la invención de imágenes y contenidos humorísticos. Desde el punto de vista del guion, esta colaboración permite que los programas contengan análisis satíricos de la actualidad –política y futbolística–, pero sean a la vez divertidos, jueguen con los elementos básicos de la creación de humor universal, interesen a un público más amplio.
Manel Lucas, guionista de Polònia y Crackòvia
¿Cómo podemos llevar a cabo este cambio de enfoque? ¿Cómo se consigue cambiar la perspectiva de una idea o de un proyecto audiovisual? Una fórmula que a veces es muy útil es cambiar de sujeto. Cambiar de enfoque es fácil si se cambia de sujeto. Dicho de otro modo, cambiamos de protagonista. Vamos a descubrir nuevos sujetos o nuevos personajes que nos acompañen y enriquezcan nuestro relato audiovisual.
Pongamos un ejemplo y sigamos con el Mobile World Congress. Acabamos de decir que, para tener una nueva perspectiva, una vía posible es el cambio de sujeto. Decidimos, pues, que el Mobile World Congress ya no es el sujeto principal y respondemos a estas dos preguntas:
–¿Y si pasamos el Mobile World Congress a complemento de nuestra oración? ¿A complemento circunstancial de nuestro proyecto?
Vamos a buscar, pues, un nuevo sujeto más atractivo que el certamen tecnológico internacional. Cambiamos de enfoque y nos fijamos, no tanto en la feria o en los terminales móviles más novedosos, sino en las personas. Pero no en todas desde una perspectiva numérica. Nos fijaremos en solo algunas personas. En pocas. O en muy pocas. Y entonces escogemos diversos protagonistas. ¿Cuatro? ¿Cinco? ¿Tres? ¿Solo dos, un hombre y una mujer? ¿Jóvenes? ¿Adultos? ¿Que vistan formalmente? ¿O al contrario, al estilo Mark Zuckerberg? Las preguntas pueden ser casi infinitas, pero la solución es fácil porque la elección de nuestros protagonistas vendrá dada por las características y formato del programa para el que trabajamos. Pero, llegados hasta este punto, ya tenemos lo más importante: la idea o concepto de nuestro proyecto (de nuestro reportaje en este caso). Lo vamos a centrar en unos pocos protagonistas que, por sus vicisitudes o por su talento, tengan algo distinto e interesante que contar. Ir de lo particular a lo general ayuda en muchos casos a fomentar el proceso creativo. Más adelante profundizaremos en esta idea.
Prosigamos buscando nuevos horizontes creativos. Otro modo de conseguir mayores índices de creatividad en un guion es perseguir la máxima diversidad y pluralidad posible. En todos los sentidos y en todos los aspectos: personajes, lugares de grabación, enfoque periodístico de las entrevistas y sus contenidos, realización y edición del material grabado – tipos de planos más abundantes, rodaje a base de planos secuencia o, por el contrario, mediante planos muy cortos de los personajes y su entorno, etc.–. Cuanto más distintos sean los relatos audiovisuales y las historias narradas; cuanto más diversas sean las formas de pensar –o de hacer– de nuestros protagonistas; cuanto más originales sean los paisajes, las secuencias de acción, etc., más fuerza tendrá nuestro proyecto audiovisual. Y entonces puede ser más estimulante e interesante para la audiencia.
Continuemos con el mismo ejemplo del Mobile World Congress. Ahora tendremos que indagar cuáles pueden ser los mejores protagonistas de nuestra historia. ¿Y cómo conseguirlo? La solución es sencilla, aunque es más fácil de decir que de llevarla a la práctica. Hay que buscar la originalidad en un doble sentido. En primer lugar, debemos encontrar personajes que destaquen por algo distinto del resto de protagonistas. Por ejemplo, porque su biografía sea apasionante ya que es la de alguien que empezó de cero y ahora tiene una gran empresa; porque de pequeño se marchó de casa y tuvo que luchar para comer; porque tiene una forma de pensar que hace reflexionar a quien le escucha; porque es de los pocos que de verdad tiene en cuenta a los trabajadores de su empresa; porque realmente tiene una voluntad de respetar el medioambiente; porque es muy joven; porque se arruinó y, ya en edad de jubilarse, empezó un nuevo proyecto; porque es crítico con el sistema económico y social actual; porque tiene una gran capacidad de trabajar en equipo; porque es un gran creativo. Son solo algunos ejemplos de biografías increíbles, que las hay.
Todavía podemos profundizar un poco más. Entonces nuestro objetivo virará para buscar personas de lugares de origen bien distintos, de edades y formas de pensar diferentes; personas que lleven a cabo proyectos tecnológicos muy dispares, que trabajen en pequeñas y grandes empresas, en tareas individuales y en trabajos colectivos. El testimonio de cada uno de ellos y, principalmente, sus enormes contrastes enriquecerán nuestro trabajo sobremanera. En televisión nada garantiza el éxito del público, pero confrontar algunas de estas historias reales a partir de entrevistas interesantes y en entornos distintos, con una edición muy cuidada, facilita que nuestro trabajo sea excelente.
El otro gran objetivo de nuestra búsqueda puede ser, por ejemplo, encontrar a personas desconocidas por el gran público. O en el caso de que sean personajes populares y de prestigio hemos de intentar que aporten algo nuevo a la audiencia, ya sea en su discurso, su forma de ser o su manera de actuar. Si son populares, la exclusividad –bien entendida y conseguida siempre mediante la honestidad profesional– es un buen atajo hacia la creatividad. También ayuda a ser creativos un ideal que debe tener todo profesional de la comunicación: la pluralidad. Cualquier programa de debate, cualquier propuesta de magazín o de programa de entrevistas, incluso cualquier concurso musical debe tener en cuenta todas las sensibilidades que hay en nuestras sociedades: ideologías, gustos culturales y musicales; sectores sociales y económicos; el deporte de élite, pero también el de base; grandes ciudades, pero también pequeños municipios; políticas de género, gente mayor, pero también gente joven, ciudadanos autóctonos y extranjeros; trabajadores y empresarios; grandes entidades y asociaciones ciudadanas, pero también pequeñas ONG. Nuestras sociedades son muy plurales y diversas, y la televisión debe ser reflejo de ellas. Además, conseguir la mayor pluralidad posible es un deber básico de cualquier profesional de la comunicación. Así lo recogen la mayoría de los códigos deontológicos de la profesión periodística. En resumen, objetividad, diversidad y pluralidad también son imprescindibles en el camino creativo.
Hay otros conceptos que queremos destacar en el proceso de la creatividad, porque nos ayudan a ser más originales. Son la novedad y el conflicto. Empecemos por este último.
El factor conflicto es intrínseco al periodismo. La noticia no es nuestra cotidianidad. La noticia es la alteración de dicha normalidad. Esta misma situación se da en los programas de no ficción y de entretenimiento. Enrique Guerrero, profesional en el ámbito del entretenimiento audiovisual y profesor universitario, explica en uno de sus últimos trabajos publicados:
La historia, además de seguir una estructura, debe contener una serie de ingredientes narrativos que la potencien. Para conseguir atraer el interés de la audiencia, toda historia necesita un conflicto. Conflicto no es sinónimo de morbo, sino que consiste en provocar una situación adversa –enfrentamiento o lucha– a la que tenga que hacer frente el protagonista con quien se identifica la audiencia por empatía.
Conflicto es una palabra con muchas acepciones y, sin embargo, la mayoría de la opinión pública la entiende casi en un único significado: violencia, guerra o muerte. El guionista debe huir de esta visión tan unívoca, porque un conflicto también puede ser una discusión política, un accidente de tráfico sin víctimas, una final de un campeonato de fútbol, una controversia acerca de un nuevo descubrimiento científico, un debate sobre un tema polémico –el aborto, por ejemplo–, un contraste de ideas o el trascurso de una campaña electoral. Y, del mismo modo, puede haber conflicto en un buen guion. Es difícil elaborar una buena historia si en ella no hay una trama y un mínimo de suspense. En una buena novela tienen que pasar cosas –muchas cosas– y debe haber contraste de opiniones. En un buen guion, también. También lo corrobora Guerrero:
El guionista debe perseguir, no solo la confrontación, sino también provocar emociones positivas que contrarresten los momentos de dificultad y que trasmitan optimismo a la audiencia, provocando incluso efectos catárticos.
Nos interesaban solo los conflictos que generaba el trabajo. Los conflictos con uno mismo o con los compañeros. Los conflictos generados por la convivencia eran secundarios. Era un reality blanco, donde el valor del esfuerzo y el trabajo estaba presente.
Tinet Rubira, director de Gestmusic
El segundo concepto que queremos analizar es la novedad. Quizá sea el concepto más importante de todos. La novedad, entendida como aquello inédito y desconocido hasta ahora, está en la propia raíz del periodismo. En toda información hay siempre algo nuevo. Así, aquello distinto, ignorado, insólito, fresco, innovador y, por encima de todo, inédito siempre tendrá altas posibilidades de ser noticia y, por lo tanto, objeto de atención por parte de la opinión pública. Es, consecuentemente, un aspecto a tener en cuenta por los guionistas.
Sin embargo, los guionistas de los contenidos televisivos de actualidad y del ámbito del entretenimiento de calidad vinculan la novedad a otro concepto muy relacionado con la creatividad: la sorpresa. Sorprender al espectador es sinónimo de éxito. No hay duda de que los mejores guionistas televisivos son aquellos que consiguen sorprender continuamente al telespectador. En este aspecto también coinciden todos los profesionales. Para crear hay que sorprender. Quien posee la capacidad de sorprender, tanto en el ámbito más teórico de las ideas como en el ámbito más pragmático de los formatos –con el programa ya terminado–, gana.
Miguel Sánchez Romero, director de El Intermedio y conocido profesionalmente como Maikol, nos explica:
Para mi gusto, un buen guion de un programa de humor, con la actualidad como sujeto, debe huir de la mera enunciación del titular y el posterior chiste. Creo que es importante intentar explicar la noticia en cuestión y añadir una perspectiva original a la hora de analizarla y reflexionar sobre ella. Y, si procede, adoptar una posición editorial con argumentos sólidos, algo ineludible, pues el humor es ya en sí una toma de postura respecto a algo.
También el responsable de Operación triunfo, Tinet Rubira, incide en ello:
Hay que intentar que ningún contenido llegue a aburrir. En OT lo ofrecíamos todo en píldoras. Los vídeos de contenido no duraban más de minuto y medio. Las canciones también estaban editadas para que duraran unos dos minutos. Todo era corto pero intenso, incluso las entrevistas en el plató.
El factor sorpresa está relacionado con el ritmo, pero del ritmo hablaremos más adelante. Ahora proseguimos en el camino hacia la creatividad.
¿Cómo conseguiremos algo nuevo y sorprendente para nuestro guion? Aquí es importante empezar por lo que no debemos hacer: no debemos hacer lo que todos hacen. En las aulas universitarias explicamos que, cuando los estudiantes necesiten buscar una información nueva o un tema original, huyan de Google. Porque utilizar el todopoderoso buscador es lo más sencillo y, sobre todo, porque eso mismo es lo que hará todo el mundo. ¡Todo el mundo! Nunca mejor dicho. Y porque a todos –sin apenas variaciones– les dará un mismo resultado. Justo lo contrario de lo que queremos.
¿Dónde se encuentra la novedad? En la mayoría de manuales sobre la elaboración de un guion se habla –y es cierto, lo acabamos de contar nosotros mismos– de que las ideas vienen, a menudo, de observar nuestra cotidianidad y que llegan en cualquier momento, fruto de una mirada, de un comentario, de una situación en la calle, en un bar o en un teatro; del pensamiento que hace tiempo nos ronda por la cabeza o de aquel otro que tenemos cuando nos despertamos. Por eso, se recomienda llevar siempre una libreta o un aparato electrónico donde apuntarlas. ¡Las ideas no caducan! Pero, una vez dicho esto, es necesario tener claro que convertir una idea en un guion y, mucho más, en un programa televisivo es un proceso complicado que requiere mucho esfuerzo y profesionalidad, como en cualquier otro oficio creativo.
Otra fuente generadora de nuevas ideas o de nuevos proyectos es la práctica periodística, como también lo son la cultura y la ciencia. En periodismo, es bastante común que, de una noticia, aparezca un reportaje y de ahí pueda realizarse un documental. Por ejemplo, a menudo puede ser la historia de una persona o de un grupo de ellas la que nos llame la atención. Y podemos convertir su biografía en un buen guion si lo aliñamos con su entorno, sus familiares, amigos y vecinos, sus quehaceres diarios, sus dudas, sus luchas y sus pensamientos. En definitiva, su forma de ser, de pensar y su entorno.
Otro ejemplo real. En algunos magazines o series televisivas, es habitual que un personaje secundario con gancho acabe siendo el protagonista de un nuevo programa o serie que le sucede. Jordi Évole, Santi Millán o Berto Romero lo saben bien porque todos empezaron con los late nights protagonizados por Andreu Buenafuente para, más tarde, dirigir y presentar sus propios programas. Es lo que, en cine y también en televisión, se denomina spin-off; es decir, convertir al secundario en protagonista absoluto de una nueva serie o programa de televisión.
Resumiendo, a menudo la novedad, la originalidad y el factor sorpresa los encontramos al mismo tiempo que las ideas. Están en la calle, observando detenidamente. En los laboratorios, investigando. En las encuestas y estudios académicos y sociológicos, averiguando y consiguiendo resultados interesantes. En los centros de enseñanza y creatividad, aprendiendo unos de otros. En los espacios culturales, escuchando y disfrutando de la música, del cine, del teatro. En los debates y foros de discusión, leyendo, escribiendo o aportando ideas. Y en tantas otras ocasiones, con una actitud positiva y constructiva. En el mundo de los contenidos televisivos de actualidad y de entretenimiento, a veces todo empieza con un simple comentario o con un hecho extraordinario pero sencillo, fácil de explicar y de entender. Este hecho, comentario o idea puede ser susceptible de convertirse en noticia a través de un medio de comunicación –también online–. De una noticia puede ampliarse a un reportaje, a una entrevista, a un espacio de un magazín, a un debate, a un documental, a un talk show. Ya lo hemos comentado. ¿Pero dónde empezó todo? Muchas veces, el principio se encuentra en el descubrimiento de algo inédito. Pero también en el interés por encontrar y mostrar una forma original, distinta y atractiva, de explicar o contar un relato. Las dos formas del concepto novedad son interesantes y complementarias. Nos interesa, por supuesto, aquello desconocido, pero nos atañe también la forma de explicar o enseñar este hecho. Es decir, qué decimos y cómo lo mostramos. La originalidad está en el mensaje, pero también en el formato televisivo con el que lo expresamos.
El escritor y periodista Quim Monzó escribe a diario desde hace años en La Vanguardia. En una entrevista en este mismo rotativo le preguntan2:
–¿Qué necesita un tema para ser de su interés?
–Que yo pueda decir algo a propósito de ese tema que no se haya dicho antes. Mi ambición es colocar el espejo ante un tema pequeño, moverlo ligeramente y conseguir reflejar algo superior.
–¿Qué desea ofrecer a los lectores con sus artículos: risa, reflexión, denuncia, doctrina?
–Nada de eso. Persigo una pequeña pieza narrativa que funcione como tal; que distraiga y enseñe algo. Una columna no genera ninguna revolución.
Fijémonos en sus respuestas. Hay tres aspectos que queremos destacar y que, en su opinión, son necesarios para despertar el interés de sus lectores: que exista un relato o historia que contar, que esta sea novedosa y que se cuente mediante una narración excelente. Es decir, por un lado quiere que sus comentarios «enseñen algo»; por otro, pretende que este algo «no se haya dicho antes»; es decir, que sus escritos aporten algo nuevo e inédito. Finalmente, persigue «una pequeña pieza narrativa que funcione como tal; que distraiga y enseñe algo». En otras palabras, que esté muy bien redactada. Su tercer gran objetivo es que aquello que se cuente esté bien explicado, bien relatado. En resumen, sus trabajos destacan tanto por lo que explican o comentan como por la forma como se cuenta. El qué y el cómo: el contenido y el continente narrativo.
Así pues, con el mismo argumento, una pieza narrativa o un programa que funcione en televisión necesita de un qué y un cómo. El cómo son las imágenes, los audios, la infografía y la posproducción o edición. El qué es una buena idea o un buen tema que permita desarrollar un buen guion. Detrás –o delante– de un buen programa televisivo hay un buen guion, aunque no toda buena idea significa tener un buen programa. Lo que sí que es seguro es que no hay un buen programa televisivo sin una buena idea.
1 Ver Así se hace El Intermedio de La Sexta making of) https://www.youtube.com/watch?v=zLdZciaFgmw [consulta 28 noviembre 2015].
2 Ll. Moix, «Quim Monzó: El panorama político y cultural es tan aburrido que invita a la gamberrada», La Vanguardia, 24 de febrero de 2000, p. 39.