“La tocaba diestramente con ambos pies, con la cabeza, con los hombros, con el pecho, con las rodillas; en un gesto técnico exquisito le daba de taco, de empeine, de revés; se la llevaba a la cabeza, la dejaba quieta en la frente, se acuclillaba con ella, se la pasaba a la nuca, se tiraba de bruces al suelo; en un movimiento de cuncuna la hacía bajar por la espalda, la volvía a la nuca con un corcoveo cortito y después se incorporaba equilibrándola en la frente como si se tratara de una paloma dormida”.
(Hernán Rivera Letelier en El fantasista)
“El tipo puede cambiar de todo.
De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios…
Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín…
No puede cambiar de pasión”.
(Guillermo Francella, personificando a Pablo Sandoval en
El secreto de sus ojos, película argentina ganadora del Óscar
a mejor cinta extranjera)