La debilidad del AMOR
-Es imposible actuar solo desde el AMOR —dice un abogado amigo—. Porque si siempre actúo desde el AMOR, los demás me van a pisotear…
—Entiendo, ¿es como si creyeras que vivir con AMOR permite que los demás se abusen, por ejemplo? —le ofrezco.
—Es que un abogado como yo, actuando solamente desde el AMOR… No ganaría un juicio en la vida…
—Sí, te parece imposible vivir como abogado y ejercer tu profesión desde el AMOR…
—Claro, sería el más débil, todos se aprovecharían de mí, y ningún cliente me aceptaría…
No me explico cómo nació la idea de que ejercer el AMOR y ponerlo en acción puede constituir un gesto de debilidad, o que si alguien actúa de manera amorosa va a terminar siendo abusado por los que viven y actúan desde el miedo. Nada es más falso, pero la mayoría piensa que es así.
El AMOR es un sentimiento de valentía, no de arrogancia. La valentía nace de la paz interior, mientras que la arrogancia proviene del miedo por evitar ser controlado o de tratar de controlar. Nadie es más valiente que una persona que vive en y con AMOR. Porque el AMOR implica el compromiso de actuar con AMOR, sea cual fuere la situación. Ser selectivo entre la violencia y el AMOR, según la conveniencia del momento, es desconfiar de la suficiencia del AMOR.
Pensar que el AMOR es pasivo es desconocer la naturaleza de este sentimiento que es pura acción: el AMOR no puede ser pensado, ni escrito, ni filosofado.
El AMOR es expresión, y la única forma de ejercerlo es viviéndolo.
Cuando pensamos el AMOR, solo tenemos una imagen de él, algo limitado, porque el AMOR solo se conoce mediante la experiencia: actuar AMOR es sentir y transmitir AMOR.
Para saber si alguien vive en AMOR, solo necesitamos observarlo. No son nuestras palabras las que nos definen, sino nuestras acciones. Y el AMOR es acción pura. No hay un sentimiento más activo que el AMOR.
Decir «Te amo» no es AMOR, si no va acompañado de actos de AMOR. El AMOR se muestra con acciones, y no (solo) con palabras.
También están los que confunden AMOR con inocencia. Desde mi punto de vista, esa es una de las más viles confusiones. Nadie actúa con AMOR por inocencia o por falta de experiencia. Todo lo contrario, lo hacemos por experiencia y sabiduría.
En un mundo plagado de violencia, donde el miedo se contagia a cada momento, el que actúa desde el AMOR es el más sabio. Es el que entendió que actuar con violencia traerá más violencia hacia él. Y no es inocente porque conoce las trampas del miedo, sabe que el grito, la pelea, el control y la violencia de cualquier magnitud son acciones defensivas de quien se siente impotente.
El AMOR no puede producir miedo; al contrario, borra y diluye el miedo. Por eso es un sentimiento tan poderoso: por sí mismo y con su sola presencia es capaz de eliminar cualquier rastro de violencia. Y constituye lo contrario de la impotencia, que es la madre de todos los miedos.
El miedo es impotente y el AMOR, puro poder.
La impotencia generada por el miedo es la madre de la violencia. Cada vez que aparece miedo, aparece inseguridad. Y querer controlar los acontecimientos, aun sabiendo que no podemos, nos produce impotencia, y esta crea la violencia.
Si necesitamos controlar a una persona o una situación «por las buenas o por las malas», es porque tenemos miedo. Si vivimos desde el AMOR, en cambio, no tenemos nada para controlar. Ni siquiera por las buenas. No olvides que el AMOR corre el miedo. Lo aleja.
En la mayoría de los casamientos católicos, suele leerse un capítulo de la Biblia: la carta de Pablo a los Corintios, que dice: «El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». Y pareciera que se trata de una apología de la debilidad, de dejarse engañar, de ofrecerse a ser el centro de los peores abusos, cuando se trata de todo lo contrario.
Vamos a reinterpretarlo. Desde mi mirada, cuando dice que el AMOR «todo lo disculpa», está en lo cierto, pero quizás no remarca lo suficiente que disculpar no es lo mismo que olvidar. Cuando perdonamos no se nos olvida que esa persona es capaz de hacer algo como lo que estamos disculpando, y al no olvidarnos, no vamos a permitir que nos lo vuelvan a hacer.
El amor propio nace de la humildad, pero no permite la humillación. Porque el AMOR todo lo disculpa, pero el perdón no evita las consecuencias que la acción perdonada tiene para la relación. Puedo perdonar, pero eso no restablece nuestra relación a como era antes: tiene consecuencias. Nuestra relación ya se transformó. Y deberemos encontrar la forma más amorosa de rediseñarla.
«El amor todo lo cree» significa que desde el AMOR se vive con confianza. El AMOR confía y vive en paz. Pero esto no quiere decir que sea capaz de ser engañado fácilmente.
El AMOR confía y vive sin las preocupaciones de los que desconfían de todo, todo el tiempo. Vivir confiando es más fácil, simple y agradable que ejercer la desconfianza. Para los que no lo creen, basta con decir que la desconfianza nunca les evitó el sufrimiento, sino que les trajo más y por anticipado, y en algunos casos fue la generadora de ese dolor.
Cuando el texto bíblico dice que «el amor todo lo espera», a mí me gusta entender que habla de la paciencia, de vivir el aquí y ahora, que no necesitamos irnos al futuro para obtener tranquilidad. Y también, ese «todo lo espera» involucra la esperanza; el AMOR siempre espera más y mejores creaciones.
Y, finalmente, «todo lo soporta» significa (para mí) que si estoy centrado en el AMOR, no hay forma de que vaya a reaccionar de otra manera que no sea desde el AMOR.
El AMOR no se transforma en violencia, nunca.
El AMOR tiene sus propias herramientas o una sola que vale por muchas: la acción, que no es otra cosa que vivir amando. No se trata de «soportar» como sometimiento o rendición, sino como sabiduría de que solo el AMOR puede traer más AMOR, y de que una sola chispa de miedo o violencia va a terminar desatando una guerra. Cada enfrentamiento, cada lucha, empezó, empieza y empezará siempre con un pequeño acto de no AMOR.
Por eso, transitar la vida en AMOR es la elección de personas que viven desde la valentía.
El AMOR vive en nosotros, pero siempre es una decisión personal. Podemos (y debemos) permitir que cada acción en nuestra vida esté guiada por el AMOR.
El gran regalo que recibimos por nuestra condición de seres humanos es la voluntad. Solo los humanos podemos elegir. Otras criaturas del reino animal actúan basados en su instinto, mientras que a nosotros se nos concedió la posibilidad de optar. Y debemos honrarla. Porque esa elección puede ser la llave de nuestra esclavitud o de nuestra libertad.
Por eso, el AMOR es una forma de actuar que se elige. Y es una experiencia solo para valientes.
Si no estamos vibrando en AMOR, lo estamos haciendo en el miedo. Y es importante entender que no se puede vivir con un poquito de AMOR y un poquito de miedo. No existe esa posibilidad: ambos son incompatibles. Actuar desde el miedo o desde el AMOR es nuestra gran elección. Una elección que podemos cambiar en este preciso momento.
¿Estás eligiendo el miedo o el AMOR?