Los problemas de la degradación de la naturaleza, la contaminación o el deterioro del paisaje y los sistemas ecológicos, unidos a las consecuencias de todo ello para las condiciones de vida de los seres humanos, han consolidado el uso del término “Medio Ambiente”.
“Medio ambiente” es un término compuesto por dos palabras con similar significado. Esta característica se conoce como pleonasmo, ya que ambas palabras (“medio” y “ambiente”) contienen ideas semejantes.
Este concepto ha ido evolucionando de tal forma que se ha pasado de considerar fundamentalmente sus elementos físicos y biológicos a una concepción más amplia, en la que destacan las interacciones entre sus diferentes aspectos, poniéndose el acento en la vertiente económica y sociocultural. De hecho, actualmente el concepto de medio ambiente se encuentra íntimamente ligado al concepto de desarrollo.
Esta relación resulta crucial para comprender la problemática ambiental y para acercarse a la idea de un desarrollo sostenible, que garantice una adecuada calidad de vida para las generaciones actuales y para las futuras.
La definición de medio ambiente según la Real Academia de la Lengua Española, es la siguiente:
Conjunto de circunstancias físicas, culturales, económicas y sociales que rodean a las personas y a los seres vivos.
Según la Norma ISO 14001, el medio ambiente se puede definir de la siguiente manera:
El entorno en el cual una organización opera, incluyendo el aire, el agua, la tierra, los recursos naturales, la flora, la fauna, los seres humanos y sus interrelaciones.
El concepto de medio ambiente implica directa e íntimamente al hombre, ya que concibe no solo aquello que rodea al hombre en el ámbito espacial, sino que también incluye el factor tiempo, es decir, el uso que de ese espacio hace la humanidad referido a la herencia cultural e histórica.
Atendiendo a la perspectiva de las actividades humanas, el medio ambiente puede entenderse como:
El medio ambiente está conformado por dos tipos de componentes:
2.1. Componentes bióticos del medio ambiente
Los componentes bióticos del medio ambiente incluyen a todos los seres que tienen vida, ya sean animales o plantas, bacterias, etc.
Lo biótico hace referencia a lo característico de los seres vivos o que está vinculado a ello.
La flora y la fauna representan los componentes vivos o bióticos del medio ambiente.
Entre la flora y la fauna existe una dependencia muy estrecha, basada en leyes naturales que rigen la estructura y funciones de las asociaciones de seres vivos.
Fauna
Al hablar de fauna, se hace referencia al conjunto de animales en sus diferentes clasificaciones, como mamíferos, reptiles, aves, etc., que habitan en una región determinada.
Para el conocimiento de la fauna, se parte del conocimiento taxonómico y de la distribución de las especies en los tres ambientes de vida terrestre, aguas continentales y aéreo.
Se conoce como especie nativa o autóctona a la especie que aparece en una región como resultado de un fenómeno natural, sin la intervención del ser humano. La especie foránea o exótica es aquella especie no nativa que fue introducida en un ecosistema por el hombre, ya fuera de manera accidental o deliberada. Las especies invasoras son aquellas que lograron establecerse en una nueva región, donde generan cambios en la composición del ambiente.
La fauna puede dividirse en fauna silvestre (no necesita del hombre para su alimentación y desarrollo) y fauna doméstica (especies sometidas al dominio del hombre). Algunos expertos también hablan de “fauna en proceso de domesticación” para referirse a aquellos animales silvestres que, criados por el hombre, pierden sus características salvajes.
El objetivo del estudio de la fauna se orienta principalmente hacia las especies que conforman poblaciones estables e integradas en comunidades también estables, sin incluir los animales domésticos.
La diversidad de la fauna depende de la capa vegetal, de la presencia de otros animales, de la existencia de fuentes de agua, de factores topográficos y fisiográficos, y de la acción del hombre, entre otros aspectos.
A partir de la fauna, el hombre se provee de alimentos y materiales para distintos usos, como pieles, aceites, etc. Algunas de las especies de mamíferos que anteriormente se encontraban en abundancia son cada vez más escasas, debido a la fuerte presión antrópica que se ejerce sobre ellas, degradando su nicho y dejando condiciones impropias de habitabilidad. Por ello, es notoria la cantidad de clases faunísticas que han desaparecido.
Flora
La flora es el conjunto de especies vegetales que pueblan un territorio o una región geográfica, consideradas desde el punto de vista sistemático. La flora será rica o pobre dependiendo de si la región geográfica considerada posea muchas especies vegetales o escaso número de ellas.
El conjunto de flora es de muy variable amplitud, según el punto de vista desde el que se considere. Así, se puede hablar de flora de un país determinado.
El concepto puede ser aún más localista o determinista, como cuando se habla de “flora intestinal” para designar el conjunto de bacterias intestinales, o de “flora venenosa”, término con el que se designa al conjunto de especies vegetales que revisten ese carácter, etc.
Se pueden distinguir seis reinos florales y, en estos, a la vez, terrenos florales menores (regiones, etc.), los cuales presentan una flora que les es propia. Estos reinos florales son el holártico, paleotrópico, neotrópico, australiano, capense y el artántico.
El reino floral holártico comprende toda la zona templada y fría septentrional, que se caracteriza por la gran abundancia de bosques. Comprende varias regiones, entre las que cabe citar la región ártica de la tundra, la región eurosiberiana, la región mediterránea y la centroasiática.
No hay que confundir el concepto de flora con el de vegetación, ya que mientras que la primera se refiere al número de especies distintas que cubre un territorio, la segunda se refiere al conjunto de plantas que lo cubren. Un país puede tener una flora muy pobre y ser rico en cuanto a vegetación.
Se pude clasificar la flora como flora nativa (autóctona de una región, crece sin la intervención humana), flora agrícola o de jardín (cultivada por el hombre) y la flora de maleza (aquellas especies consideradas como indeseables).
La flora es utilizada por el hombre para satisfacer diversas necesidades. Ciertas hojas, semillas y frutas se utilizan como comida, mientras que la madera, el caucho y las cortezas pueden servir para la fabricación de productos o el desarrollo de construcciones.
De manera similar, la fauna aprovecha ciertas especies de la flora como alimento, de modo que sobrevive gracias a ella.
2.2. Componentes abióticos del medio ambiente
Los componentes abióticos hacen referencia al medio en el que no es posible la vida. Es el término opuesto a biótico, ya que designa lo que no forma parte o no es producto de los seres vivos.
Los factores abióticos son el aire, el agua, el sol y el suelo, entre otros. Estos componentes configuran el denominado biotopo, mientras que los componentes bióticos configuran la biocenosis.
El biotopo es el espacio físico donde se desarrolla la biocenosis (conjunto de las distintas especies que conviven en un mismo sitio) y puede dividirse en edafotopo (la tierra), el climatopo (las características climáticas) y el hidrotopo (los factores hidrográficos).
Agua
Si se divide la superficie de nuestro planeta en diez partes iguales, siete de ellas estarían compuestas por agua.
El origen del agua está íntimamente ligado al de la corteza terrestre, debido a que los océanos se crearon a partir de “exudaciones” de la roca.
El agua se recicla constantemente. Se limpia y renueva gracias al sol, la tierra y el aire, para mantener el equilibrio en la Naturaleza. Dicho con otras palabras, el agua que se toma ahora es la misma que tomaban nuestros antepasados, pero reciclada.
Suelo
Es la cubierta superficial que cubre la tierra. Está compuesto por minerales y partículas orgánicas que se producen por la acción combinada entre el viento, el agua y la temperatura.
El suelo es el hábitat de conjunto de microorganismos y pequeños animales, que constituyen el llamado edafon.
La alteración que sufren las rocas, hasta llegar a constituir el suelo, se denomina “meteorización”. Este proceso consiste en el deterioro y la transformación que se produce en la roca al fragmentarse por diferentes factores (físicos, químicos, biológicos, etc.).
Los suelos pueden cambiar mucho su composición de un lugar a otro. La estructura física del suelo en un lugar dado, está determinada por el tipo de material geológico del que se origina, por la cubierta vegetal, por la cantidad de tiempo en que ha actuado la meteorización, por la topografía y por los cambios artificiales resultantes de las actividades humanas.
Las variaciones del suelo son lentas y graduales, excepto cuando se originan por un desastre natural. El cultivo de la tierra priva al suelo de su cubierta vegetal y de su protección contra la erosión del agua y del viento.
El hombre, desde hace miles de años, se ha dedicado a contaminar el suelo depositando sustancias químicas y desechos de todo tipo y color. Tanto por motivos industriales como domésticos, ya sea a través de residuos líquidos, por las aguas de las viviendas, por contaminación atmosférica o por el material articulado que luego se precipita a la tierra (lluvia ácida), el suelo es continuamente agredido.
Luz
La luz es un factor abiótico esencial del ecosistema, dado que constituye el suministro principal de energía para todos los organismos. La energía luminosa es convertida por las plantas en energía química gracias al proceso llamado fotosíntesis. Esta energía química es encerrada en las sustancias orgánicas producidas por las plantas. Sin la luz, la vida no existiría sobre la Tierra.
La luz visible no es la única forma de energía que llega desde el Sol. El Sol envía varios tipos de energía, desde ondas de radio hasta rayos gamma. La luz ultravioleta (UV) y la radiación infrarroja (calor) se encuentran entre estas formas de radiación solar. Ambas constituyen factores ecológicos muy valiosos.
Clima
El clima hace referencia al conjunto de las condiciones atmosféricas que caracterizan a una región.
Aunque, en ocasiones, clima se utilice como sinónimo de tiempo, dichos conceptos no tienen el mismo significado. El tiempo se refiere al estado de las variables atmosféricas en un cierto lugar y momento dado. En cambio, el clima supone una información enfocada a un período temporal más largo, de unos treinta años como mínimo.

Recuerde
La Real Academia Española de la Lengua define medio ambiente como: “Conjunto de circunstancias físicas, culturales, económicas y sociales que rodean a las personas y a los seres vivos”.
En la propia definición de medio ambiente, se utiliza el término “sistema” para definir dicho concepto. Por sistema se entiende “el conjunto de elementos en interacción”.
Cuando se habla de sistemas, se debe diferenciar entre sistemas abiertos o cerrados respecto al intercambio de materia y energía con otros sistemas:
El medio ambiente es un sistema abierto, los principales elementos que lo conforman, son:
3.1. Los modelos: la representación de los sistemas
Los sistemas pueden representarse mediante modelos (representaciones simplificadas de la realidad), que permiten ver, de forma clara y sencilla, las distintas variables y las relaciones que se establecen entre ellas. Estas representaciones se hacen mediante esquemas, dibujos o expresiones matemáticas. Por ejemplo, en ecología, se emplean modelos de pirámide para representar las relaciones tróficas en un ecosistema.
Así, los modelos permiten tener una visión de la estructura del sistema y medir cuantitativamente los procesos que se llevan a cabo. De este modo, puede predecirse qué ocurriría si se produjera un cambio en alguna de las variables.
La aplicación de la teoría general de sistemas y la simulación en modelos, permiten buscar la forma de actuación adecuada para prevenir sucesos no deseados. La validez de un modelo es el grado de exactitud con que se pueden predecir hechos futuros.
Nuestro planeta puede ser considerado como un sistema cerrado: recibe un aporte de energía (especialmente procedente del Sol), y experimenta una pérdida de energía en forma de calor. Se trata de un sistema que autorregula su temperatura, manteniendo una media de unos 15°C, lo cual permite la existencia de agua líquida y, por tanto, vida.
El planeta Tierra como sistema
La Tierra es un sistema extraordinariamente complejo, por tanto, al elaborar un modelo del mismo, se suelen considerar los siguientes subsistemas:

Sabía que...
La atmósfera se extiende hasta unos 600 km por encima del planeta, y se divide en cuatro capas concéntricas: troposfera, estratosfera, mesosfera y termosfera.
Todos los componentes del sistema Tierra se relacionan de una u otra forma en un equilibrio dinámico, de manera que el cambio en un subsistema repercute sobre los demás, por ejemplo:
En un sistema dinámico como es el de la Tierra, cualquier cambio en uno de sus componentes requerirá un cambio en los demás, para restablecer el equilibrio.

Algunos autores, principalmente J. Lovelock, han desarrollado un modelo de la Tierra conocido como Hipótesis de GAIA, en alusión a la diosa griega Madre Tierra. Según este modelo, la Tierra es un superecosistema con numerosas funciones que interaccionan y con mecanismos de retroalimentación, que moderan las temperaturas extremas y mantienen relativamente constante la composición química de la atmósfera y de los océanos.
Según J. Lovelock: “La biosfera es una entidad autorregulada con capacidad para mantener nuestro planeta sano mediante el control del ambiente físico-químico”.
Los seres vivos están en permanente contacto entre sí y con el medio ambiente en el que viven. La Ecología estudia y analiza estas complejas relaciones.
La Ecología analiza cómo cada elemento de un ecosistema afecta a los demás componentes, y cómo él mismo es afectado. Es una ciencia de síntesis, pues para comprender la compleja trama de relaciones que existen en un ecosistema hay que tener conocimientos de botánica, zoología, fisiología, genética y otras disciplinas como la física y la geología.
El término “Ecología” fue utilizado por primera vez por Reither y Haeckel, en 1865. Se descompone en las raíces griegas oikos (casa), y logos (tratado o estudio). Entonces, la Ecología era entendida como el “estudio de un organismo en su casa o hábitat, o en su entorno natural”.
La Ecología moderna es un producto del presente siglo, solo en las últimas décadas se ha desarrollado en el seno de la Biología y se ha convertido en el “estudio científico de las relaciones recíprocas entre organismos y su medio ambiente físico”.
La Ecología se ocupa de casi todos los niveles de organización de la vida en la Tierra, desde el animal o el vegetal individual hasta la comunidad entera de organismos que viven en una región, incluyendo los efectos sobre dichos organismos de los factores climáticos y geológicos, que constituyen su alrededor físico.
La Ecología tiene muchas aplicaciones prácticas en la agricultura, en peritajes biológicos, en la regulación de la caza, en la vigilancia de plagas, en la silvicultura, en la biología pesquera, etc.
El conocimiento de esta ciencia es indispensable para la conservación del suelo, bosques, vida salvaje, reservas de agua y pesca, así como para el manejo adecuado de los recursos naturales.
Existen algunas subdivisiones dentro de la Ecología:
La naturaleza comprende el conjunto de los organismos y ambientes. Para referirse al sistema natural de una localidad dada, se habla de un ecosistema o sistema ecológico. Con este término, se hace referencia al conjunto de los organismos del planeta (biosfera), de una región (bioma), o de una hectárea de terreno, siempre y cuando en él se pueda identificar no solo al medio físico concreto, sino también a los seres vivos que viven en él, así como las relaciones que se dan entre ellos.
Esta noción de escalas espaciales y temporales lleva a considerar el concepto de niveles de organización o niveles jerárquicos. Los niveles de organización más importantes son:
El reconocimiento de la existencia de estos distintos niveles de organización es importante a la hora de tomar decisiones sobre el manejo de recursos naturales, por ejemplo, el manejo de una especie en peligro de extinción requerirá conocimientos en el nivel de organismo (aspectos reproductivos, alimenticios, etc.) y de población (tasa de natalidad y mortalidad); la gestión de una central hidroeléctrica requerirá el control de la cuenca de drenaje del río, incluyendo el manejo de la cobertura vegetal (comunidades vegetales), las poblaciones de peces y de los procesos físicos que allí tienen lugar (erosión, ciclo hidrológico, sedimentación, etc.).
4.1. El “nicho ecológico”
El conjunto de variables ambientales que caracterizan el hábitat de un organismo en particular (aquella porción del ambiente en la cual el organismo puede vivir) es muy numeroso. Para cada variable (temperatura, pH, humedad, etc.), existe un rango dentro del cual el organismo puede vivir; por debajo o por arriba de esos límites, el organismo desaparece.
Si se consideran dos variables simultáneamente, se puede representar un espacio bidimensional con una superficie en un hiperespacio. Esta noción, que, a diferencia del concepto de hábitat, incluye variables abióticas, temporales, espaciales y especialmente bióticas (presencia de especies competidoras, abundancia de depredadores, etc.), conduce al concepto de “nicho ecológico” de un organismo o de una especie.
Este concepto describe el conjunto de situaciones en las cuales el organismo en cuestión se desarrolla, incluyendo su papel en la comunidad o en el ecosistema. Suele decirse que el hábitat de un organismo o especie es su dirección, mientras que el nicho es la profesión.

4.2. Principales formas en que interactúan los seres vivos
Los seres vivos pueden interactuar mediante dos tipos de relaciones: interespecíficas e intraespecíficas.
La diferencia fundamental entre ambos tipos de relaciones es que las relaciones interespecíficas se producen entre individuos de diferentes especies, mientras que en las relaciones intraespecíficas intervienen individuos de la misma especie.
A continuación se explicarán los principales tipos de relaciones.
Relaciones interespecíficas
Mutualismo
Se denomina así cuando la presencia o actividad de un individuo de una especie favorece a otra y viceversa. Un ejemplo de mutualismo es la relación entre polinizadores y especies vegetales con flores: el polinizador que visita una flor busca y recibe alimento (polen, néctar), y, en el proceso de alimentación, parte de su cuerpo entra en contacto con los órganos reproductivos de la flor (ovarios femeninos y estambres masculinos), por lo que su cuerpo queda impregnado de granos de polen (células reproductivas masculinas) de una flor.
Al visitar una segunda flor, los granos de polen de la primera flor llegan a los órganos reproductores femeninos, produciéndose la fecundación de la segunda flor con células masculinas de la primera flor. La acción de transporte y polinización efectuada por el polinizador (abeja o colibrí) es beneficiosa para la especie vegetal, que permite cumplir así su ciclo de vida, mientras que para el polinizador el beneficio es trófico, ya que obtiene su alimento de este modo.
Las relaciones de mutualismo pueden ser facultativas, si ambas especies pueden vivir normalmente sin la interacción con la otra (aunque se beneficien en caso de interactuar), u obligatorias, cuando los individuos de ambas especies no pueden vivir sin la otra.
Un ejemplo de mutualismo obligado es el caso de la flora bacteriana (conjunto de especies de bacterias y hongos) presente en el tracto digestivo de la mayoría de las especies, por ejemplo, de mamíferos (incluyendo al hombre), que permite que estos organismos puedan hacer una digestión normal de ciertos alimentos, a la vez que producen ciertas sustancias que resultan ser esenciales para el organismo que les hace de hospedador (vitaminas y aminoácidos). Las bacterias no pueden vivir fuera del tracto digestivo y dependen de la ingestión de elementos por parte de mamífero para poder obtener su alimento.
Las situaciones de mutualismo obligadas son denominadas simbiosis, y simbiontes es el término usado para cada uno de los organismos o especies. Por otra parte, el mutualismo facultativo suele denominarse también protocooperación o mutualismo propiamente dicho.
Comensalismo
En este caso, una de las especies se beneficia en tanto que la otra no es ayudada ni dañada en grado alguno. Un ejemplo de mutualismo lo realizan las aves carroñeras, que se alimentan de los restos que dejan los depredadores; o bien, el beneficio al obtener alimento los peces rémoras cuando se adhieren a la superficie de peces más grandes, como son los tiburones, etc.

Nota
La diferencia entre mutualismo y comensalismo consiste en que en las relaciones de mutualismo ambas especies interactúan y se benefician una de la otra, mientras que en el comensalismo solo una de las especies se beneficia, aunque la otra no sufre ningún daño.
Depredación
Es aquella interacción en la que un individuo (depredador) se alimenta de otro (presa), al que causa la muerte. La presa debe ser un organismo vivo (si está muerto, el consumidor se denomina carroñero o detritívoro) y el depredador puede consumir a la presa en forma completa o solo una parte, ocasionándole en general la muerte.
Cuando se habla de depredación, se asumen individuos de distinta especie, dejando de lado episodios de canibalismo (cuando el depredador y la presa son de la misma especie), aunque sea un fenómeno muy común en ciertas especies.
Los depredadores pueden ser especialistas en consumir solamente ciertas especies, o ciertos tejidos o partes de un organismo, o ser generalistas, consumiendo todo aquello que pueda cazar (en general, más pequeño, menos ágil, más blando, etc.).
Los herbívoros que se alimentan de plantas, pueden matar a la presa, solo dañarla (si consumen algunas hojas), casi no ocasionarle daño alguno (si se alimenta de los frutos), o beneficiarla (si se trata de un polinizador que consume el polen de las flores).
La depredación requiere de la presencia de ambas especies simultáneamente, y cada encuentro tiene cierta probabilidad de terminar en un episodio beneficioso para el depredador (alimentación) y perjudicial para la presa (muerte).
Al ser una interacción tan determinante para la vida de las presas, estas han desarrollado una serie de mecanismos de defensa, como las coloraciones miméticas (que impiden ser descubiertas), espinas, púas, pelos, aromas (irritantes o nauseabundos, como el zorrillo) que desalientan al depredador, o cuernos, caparazones, cáscaras, etc., que dificultan la acción del depredador.
El depredador, por su parte, ha desarrollado una serie de adaptaciones (estructuras, respuestas fisiológicas, comportamientos de caza, etc.) que tienden a aumentar su eficiencia en la búsqueda, captura, manipulación, digestión, etc. de las distintas presas.
Por ejemplo, la chita captura su presa por ser capaz de correr muy rápido, otros tienen una mirada penetrante que inmoviliza (águila calva americana). Muchos depredadores atacan a presas que son jóvenes, viejas, débiles, enfermas o inválidas.
Esta supresión natural de individuos enfermos y débiles beneficia a la especie depredada, evitando la diseminación de una enfermedad y dejando a los individuos más fuertes y saludables para el apareamiento.
Hay que diferenciar la depredación del parasitismo, debido a que el parásito no produce la muerte del huésped (presa), al menos de forma inmediata, y a que el parásito suele ser más pequeño que el huésped.
Parasitismo
Es otro tipo de interacción depredador-presa. Un parásito es un consumidor (huésped) que se alimenta de otro organismo vivo, viviendo sobre o en el organismo hospedante por toda o la mayor parte de la vida del mismo.
El parasitismo es una forma especial de depredación, en la que el depredador (parásito) es mucho menor que su presa (hospedador). El parásito se nutre del hospedador, al que debilita gradualmente. Esto puede matar o no a este último. Las tenias, organismos que causan enfermedades (patógenos) y otros parásitos, viven dentro de sus hospedadores. Los piojos, garrapatas o mosquitos, se adhieren al exterior de sus hospedadores.
Algunos parásitos pueden moverse de un hospedador a otro, como las pulgas de los perros. Otros, pueden pasar su vida adulta adheridos o insertados en un único organismo hospedante, como el muérdago, que se alimenta y vive en las ramas de los robles, y las tenias o solitarias, que se hospedan y alimentan en los intestinos de los humanos y animales.
Competencia
Es una interacción indirecta, ya que se produce a través del recurso por el cual se compite, diferenciándose de aquellos otros casos en los cuales se produce una interacción directa (llamada interferencia), como es la lucha entre machos de una especie por el dominio de un territorio o de una hembra.
La competencia no necesita de la presencia simultánea de ambos competidores, sino que basta con que un organismo consuma un recurso que algún otro organismo necesite. Por ejemplo, los depredadores nocturnos (lechuzas) y diurnos (gavilanes) pueden competir si cazan la misma especie de ratones, aunque lo hagan en momentos distintos.
Relaciones intraespecíficas
Las relaciones intraespecíficas son las que ocurren entre organismos de la misma especie.
Reproducción
Los individuos con una composición genética que les permite sobrevivir ante cambios en las condiciones ambientales, generalmente producen más descendientes que los que no tienen tales rasgos, que transmiten a sus descendientes un proceso conocido como reproducción diferencial.
El proceso por el cual algunos genes y combinaciones de estos son reproducidos en una población más que otros, se llama selección natural.
El cambio en la composición genética de una población expuesta a condiciones ambientales nuevas, resultantes de la reproducción diferencial de los tipos genéticos (genotipos) y la selección natural, se denomina evolución biológica o simplemente evolución.
Las especies difieren ampliamente en cómo pueden evolucionar rápidamente a través de la selección natural. El requisito primario es que algunos individuos de una población deben ser capaces de sobrevivir y reproducirse cuando hay un cambio ambiental.
La capacidad para hacerlo depende del grado de diversidad en el abasto de genes de la especie, el grado de cambio ambiental y cómo de rápido tiene lugar ese cambio. Cuando el grado de cambio ambiental o cuando la velocidad a la que ocurre aumenta, se requiere mayor diversidad genética para la supervivencia.
Durante un largo tiempo, las especies interactuantes en un ecosistema ejercen presiones selectivas entre sí, que pueden conducirlas a tener varias adaptaciones. La evolución que resulta de dichas interacciones entre especies, se denomina coevolución.
Por ejemplo, una especie carnívora puede llegar a ser cada vez más eficiente en la caza de la presa. Si ciertos individuos en la población de la presa tienen rasgos que les permitan eludir a las especies depredadoras, transmiten estos rasgos adaptativos a su descendencia. Entonces, la especie depredadora puede desarrollar modos de vencer este nuevo rasgo, lo que conduce a la presa a nuevas adaptaciones, y así sucesivamente.
La coevolución aumenta o conduce al mutualismo, al comensalismo y otras relaciones entre especies.
Cuando la especie humana apareció en el planeta, se encontraba totalmente a expensas de las diversas fuerzas del entorno natural. Para sobrevivir, debía dedicar gran cantidad de tiempo y de energía a conseguir alimento y escapar de los distintos peligros de su entorno.
Su incapacidad provenía del desconocimiento de los mecanismos y de las leyes que rigen el funcionamiento de la naturaleza.
Por el contrario, en la actualidad, la humanidad debe dedicar una buena parte de sus energías a corregir los impactos y a reducir los riesgos que origina con sus actividades, tanto en el medio natural como en el humanizado, que ella misma ha creado.
A lo largo de la historia, se pueden distinguir tres grandes fases en la relación seres vivos/medio ambiente. Estas fases no proporcionan una visión totalmente exacta desde un punto de vista cronológico.
En la actualidad, coexisten las fases precedentes, debido al diferente nivel alcanzado en el desarrollo técnico-cultural de los distintos grupos que pueblan la Tierra.
5.1. Fase de caza-recolección. Uso sin transformación del entorno
En esta etapa, la de mayor duración con mucha diferencia de la existencia humana, el hombre era nómada, cazador y recolector. Empleaba su fuerza muscular y todo su tiempo en la satisfacción de sus necesidades alimentarias. Durante mucho tiempo, la única fuente de energía fue la solar, en forma de alimentos.
En un principio, para la obtención de comida solo empleaba su propio cuerpo, por lo que su capacidad de cosechar estaba muy limitada por mecanismos físicos, tales como velocidad de desplazamiento para capturar una presa o posibilidad de trepar para obtener frutos. Por ello, su acción sobre el medio no fue más notable que la de cualquier otro mamífero.

Sabía que...
Este tipo de hombre era denominado Hombre de Neandertal, surgió hace unos 230.000 años y se alimentaba de grandes animales como los mamuts.
Con el paso del tiempo, empezó a utilizar herramientas (inicialmente muy sencillas, como palos y piedras, pero progresivamente más complejas y eficaces), con lo que su capacidad cosechadora se incrementó notablemente, ocupando nichos ecológicos que inicialmente correspondían a otras especies. Por otra parte, el dominio del fuego, que usaba para calentarse, cocinar y defenderse de otros animales, constituyó una auténtica revolución en su historia y supuso la utilización de recursos energéticos como la madera.
En tales condiciones, la población humana se mantenía en equilibrio: su aumento implicaba una disminución de los alimentos disponibles, lo que se traducía en un mayor número de muertes por desnutrición.
Se calcula que al final de este periodo, los seres humanos repartidos por el mundo apenas superarían los 5 millones de individuos, y su influencia sobre el ambiente era apenas superior a la de cualquier otra especie.
5.2. Fase agrícola-ganadera. Uso con transformación limitada del entorno
El panorama anterior cambió radicalmente hace unos 10.000 años, con la aparición de la agricultura y la ganadería, una auténtica revolución que acabó con nuestra dependencia directa de la naturaleza para obtener alimento, y que tuvo como consecuencia que las poblaciones fueran haciéndose cada vez más sedentarias.
Una diferencia fundamental en su relación con el ambiente, entre poblaciones nómadas y sedentarias, es que las primeras explotan una amplia gama de ambientes y lugares, mientras que las segundas se limitan a unos pocos ambientes próximos a sus residencias, por lo que su explotación es muy intensa.
La agricultura posibilitó la producción de un excedente de alimentos y, paralelamente, la domesticación de algunas especies de animales facilitó la utilización de máquinas rudimentarias, el transporte y el desplazamiento.
Una de las consecuencias fue que parte de la población pudo dedicarse a actividades distintas a la adquisición de alimentos y, con ello, se inicia un importante desarrollo tecnológico: descubrimiento de los metales e invención de utensilios revolucionarios como el arado, el carro de ruedas, variedad de armas, etc.
Como fuentes de energía, además de las utilizadas en la etapa anterior, se añaden la tracción animal y las energías hidráulica y eólica (molinos de agua y viento, buques de vela, etc.).
Todo ello supuso un importante crecimiento poblacional, con el desarrollo de grandes ciudades y sociedades cada vez más complejas, con trabajos especializados: se realizan importantes obras de construcción, se inicia el comercio a gran escala, etc.
El resultado fue una mejora sustancial de la calidad de vida, pero el mantenimiento de una población en crecimiento implica unas necesidades de alimentos y otros recursos cada vez mayores.
La agricultura-ganadería ha sido y sigue siendo uno de los mecanismos más importantes de transformación ambiental: deforestaciones masivas para dedicar los terrenos al cultivo y al pastoreo, con la consiguiente degradación del suelo, construcción de sistemas de regadío y vías de comunicación, etc.
Cuando se inicia la agricultura y se extiende por todo el mundo, la población creció de una manera espectacular, de modo que, al llegar el año 3000 a. C., se habían alcanzado los 100 millones de personas.
Una vez establecida la vida agrícola, continuó el crecimiento, pero a un ritmo significativamente más lento, de modo que a mediados del siglo XVII la población era de unos 500 millones.
Por todo ello, en esta época la acción humana sobre la naturaleza fue intensa y causa de una creciente degradación ambiental, pero restringida a las zonas más pobladas del planeta, quedando amplias regiones sin sufrir de manera importante influencia antrópica.
5.3. Fase industrial-tecnológica. Uso con transformación generalizada del entorno
El creciente agotamiento de los recursos forestales condujo al descubrimiento de una nueva y más potente fuente de energía: el carbón.
Ello permitió, a mediados del siglo XVIII, la invención de la máquina de vapor y el inicio de la Revolución Industrial, que supuso un profundo cambio en la vida humana y en sus relaciones con la naturaleza: se crean fábricas que atraen a un elevado número de emigrantes, con lo que se desarrollan grandes urbes; mejoran las técnicas agrícolas y ganaderas, dedicándose cada vez más terrenos a tales menesteres, con lo que se incrementa la producción de alimentos, etc.
Desde el descubrimiento de la máquina de vapor, el desarrollo tecnológico ha sufrido un ritmo acelerado, basado principalmente en la utilización de recursos energéticos no renovables: carbón, petróleo, gas natural y combustibles nucleares.
El aumento de la producción de alimentos y otros bienes, así como la paulatina mejora en las condiciones de vida, tuvo como resultado un pronunciado crecimiento de la población, que en la actualidad está en torno a los 6.000 millones de habitantes.
En la actualidad, los grandes progresos científico-tecnológicos, el crecimiento de las industrias, la explosión demográfica y el desarrollo de inmensas urbes donde vive casi la mitad de la población mundial, han determinado enormes presiones sobre el medio natural a nivel planetario, que pueden conducir a su irreversible degradación y al agotamiento de los recursos.
Cualquier actividad actual humana produce consecuencias a veces catastróficas: contaminación atmosférica, ruidos, alteraciones climáticas, contaminación de ríos, lagos y mares, pérdida de suelo fértil, desertificación, pérdida de biodiversidad, alteración del relieve y del paisaje, acumulación de residuos, etc.
El medio ambiente, además de su gran biodiversidad, ofrece una serie de recursos, tales como energía, alimento, madera, etc., de los cuales los seres vivos obtienen una utilidad.
Puesto que todos los elementos de la naturaleza no son utilizados o aprovechados por la humanidad en el sentido estricto del término, no todos constituyen lo que se denomina recurso natural.
Para que cada uno de los diferentes elementos de la naturaleza ingrese en la categoría de recurso natural, es necesario que la humanidad le atribuya alguna utilidad física o estética, actual o potencial. Dicho de otra forma, la naturaleza ha sido y es la fuente primaria de diversos elementos que, una vez que han sido utilizados con una finalidad o se les encuentre la posibilidad de hacerlo en un futuro más o menos inmediato, reciben la denominación de recurso natural.
En Ecología, de forma general, se entiende por recurso aquel bien del que depende el ser vivo para su abastecimiento o mantenimiento. Por ejemplo, un recurso para las plantas lo constituye la luz solar, el agua o los nutrientes del suelo. Para los herbívoros, la vegetación, y estos, a su vez, constituyen recursos para los carnívoros.
Generalmente, se diferencia entre elementos naturales y recursos naturales. Mientras que los elementos naturales suponen todas aquellas unidades en las que la naturaleza puede ser dividida sin considerar su utilidad, los recursos naturales son los elementos o factores naturales que la humanidad aprovecha para su propia existencia material o estética.
Así, por ejemplo, algunos procesos de la naturaleza, como los fenómenos meteorológicos o los seísmos, constituyen elementos naturales por el solo hecho de su existencia; sin embargo, difícilmente serán considerados recursos naturales, ya que no suponen ninguna utilidad.
Es evidente que en el mundo actual cada vez existen menos recursos sin utilidad alguna, constantemente se le encuentra aplicación a los elementos naturales conocidos y desaprovechables. También es cierto que muchos elementos considerados desechables y hasta perjudiciales, han demostrado poseer cierta utilidad.
La categoría de recursos naturales se va ensanchando constantemente por la incorporación de elementos naturales a la categoría de recursos utilizables, demostrando ser un proceso en constante expansión.
Así, partiendo del concepto utilitario que define a los recursos naturales, se pueden enumerar como recursos naturales los siguientes:
6.1. Características de los recursos naturales
Una de las características clásicamente atribuida a los recursos naturales es su grado de permanencia y estabilidad. La naturaleza y sus recursos tienden originariamente a su constante permanencia, y los cambios que en ella se producen tienden a fomentar la permanencia de los mismos. Es un control parecido al que la naturaleza ejerce sobre las especies, para evitar el exagerado desarrollo de una en detrimento de otras.
Otro de los rasgos que caracteriza a los recursos naturales es su condición de ser bienes limitados. Ninguno de ellos crece indefinidamente.
Las tasas de crecimiento de los recursos naturales devienen de esta y, aunque pueden acelerarse, cada uno de ellos controla el desarrollo de los demás (interdependencia), manteniendo así la organización y estabilidad.

Recuerde
La diferencia entre elementos naturales y recursos naturales es que estos últimos tienen una utilidad o aprovechamiento, como la energía, el agua, el suelo, la flora, la fauna...
6.2. Clasificación de los recursos naturales
Los recursos naturales pueden ser clasificados según el lugar del que se extraen, según el modo en que se realiza la extracción, según su utilización, etc.
Dada la importancia que tiene la conservación de los recursos naturales, se clasificarán teniendo en cuenta sus posibilidades de recuperación. En función de este criterio, los recursos naturales se clasifican en: recursos inagotables, recursos renovables y recursos no renovables o agotables.
Recursos naturales inagotables
Son los que el hombre utiliza en cantidad muy pequeña con relación a la cantidad en que existen en la naturaleza. Se recuperan o restituyen por sí mismos, por lo que no existe peligro de extinción.
La atmósfera que envuelve a la Tierra es un ejemplo de recurso inagotable. Además de proporcionar oxígeno, indispensable para la vida, la atmósfera ejerce presión, conserva la humedad y es el lugar donde se producen los vientos. Otro recurso inagotable es el Sol, ya que se calcula que podrá tener miles de millones de años de vida.

Sabía que...
La energía que emite el Sol, llamada luz solar, sustenta casi todas las formas de vida de la Tierra mediante la fotosíntesis de las plantas, además de definir el clima en la Tierra y los fenómenos meteorológicos.
Recursos naturales renovables
Los recursos renovables son aquellos recursos cuya existencia no se agota con su utilización, debido a que vuelven a su estado original o se regeneran en una tasa mayor a la tasa con que los recursos renovables son disminuidos mediante su utilización. Esto significa que ciertos recursos renovables pueden dejar de serlo si su tasa de utilización es tan alta que evite su renovación.
Dentro de esta categoría de recursos renovables, se encuentra el agua y la biomasa. Algunos recursos renovables se clasifican como recursos perpetuos, debido a que por más intensa que sea su utilización, no es posible su agotamiento. Dentro de esta categoría de recursos renovables, se encuentran la energía hidroeléctrica, la radiación solar, el viento y las olas.
Recursos naturales no renovables o agotables
Son los recursos que no se renuevan y desaparecen después de ser utilizados. Los yacimientos de minerales, como el hierro, el cobre, el gas y el petróleo, entre otros, son ejemplos de esta clase de recursos. Dada la posibilidad de agotamiento, en la actualidad se intentan reemplazar algunos recursos menos abundantes por otros que se encuentran en mayor proporción. Así, la leña, el petróleo, el gas natural, el uranio y los grandes embalses de agua, son fuentes alternativas de energía. En cada situación se estudia qué recurso conviene utilizar.
El petróleo es un recurso no renovable de múltiples aplicaciones, ya que las sustancias que lo componen se separan en las destilerías y no solo son utilizadas como combustibles, sino también en la industria, para la fabricación de los distintos productos.
6.3. Tipos de recursos naturales
El agua
No es usual encontrar el agua pura en forma natural, aunque en el laboratorio puede llegar a obtenerse o separarse en sus elementos constituyentes (hidrógeno y oxígeno).
En nuestro planeta, las aguas ocupan una alta proporción en relación con las tierras emergidas, y se presentan en diferentes formas:
El ciclo del agua
Desde los mares, ríos, lagos, e incluso desde los seres vivos, se evapora agua constantemente hacia la atmósfera, hasta que llega un momento en que esa agua se precipita de nuevo hacia el suelo.
De esta agua que cae, una parte se evapora; otra se escurre por la superficie del terreno hasta los ríos, lagos, lagunas y océanos; y el resto se infiltra en las capas de la tierra y fluye también subterráneamente hacia ríos, lagos y océanos. Esta agua subterránea es la que utilizan los vegetales, los cuales la devuelven de nuevo a la atmósfera.
Como se observa, al volver el agua a la atmósfera se completa un ciclo, que se denomina ciclo hidrológico o del agua. De esta manera, la naturaleza garantiza que el agua no se pierda y pueda volver siempre a ser utilizada por los seres vivos.

Importancia del agua para la vida
La vida en la Tierra ha dependido siempre del agua. Las investigaciones han revelado que la vida se originó en el agua y que los grupos zoológicos que han evolucionado hacia una existencia terrestre siguen manteniendo dentro de ellos su propio medio acuático, encerrado y protegido contra la evaporación excesiva.
El agua constituye más del 80% del cuerpo de la mayoría de los organismos e interviene en la mayor parte de los procesos metabólicos que se realizan en los seres vivos. Desempeña de forma especial un importante papel en la fotosíntesis de las plantas y, además, sirve de hábitat a una gran parte de los organismos.
Dada la importancia del agua para la vida de todos los seres vivos, y debido al aumento de las necesidades de ella por el continuo desarrollo de la humanidad, el hombre está en la obligación de proteger este recurso y evitar toda influencia nociva sobre las fuentes del preciado líquido.
Es una práctica acostumbrada el ubicar industrias y asentamientos humanos a la orilla de las corrientes de agua, para utilizar dicho líquido y, al mismo tiempo, verter los residuos del proceso industrial y de la actividad humana. Esto trae como consecuencia la contaminación de las fuentes de agua y, por consiguiente, la pérdida de grandes volúmenes de este recurso.
Actualmente, muchos países que se preocupan por la conservación, prohíben esta práctica y exigen el tratamiento de los residuos hasta llevarlos a medidas admisibles para la salud humana.
La atmósfera
La atmósfera es una capa gaseosa que rodea el globo terrestre.
Es una capa transparente e impalpable, y no resulta fácil señalar exactamente su espesor, ya que no posee una superficie superior definida que la limite, sino que se va haciendo menos densa a medida que aumenta la altura, hasta ser imperceptible.
La atmósfera está formada por varias capas concéntricas:
Los gases atmosféricos forman la mezcla que se conoce como aire. En las partes más inferiores de la troposfera, el aire está compuesto principalmente por nitrógeno y oxígeno, aunque también existen pequeñas cantidades de argón, dióxido de carbono, neón, helio, ozono y otros gases. También hay cantidades variables de polvo, procedentes de la Tierra, y vapor de agua.
El oxígeno forma aproximadamente el 21% de la atmósfera, y es el gas más importante desde el punto de vista biológico. Es utilizado por los seres vivos en la respiración, mediante la cual obtienen la energía necesaria para todas las funciones vitales; también interviene en la absorción de las radiaciones ultravioleta del Sol que, de llegar a la Tierra en toda su magnitud, destruirían la vida animal y vegetal. La atmósfera es también la fuente principal de suministro de oxígeno al agua, y entre ambas se establece un intercambio gaseoso continuo.
Este proceso de intercambio de oxígeno en la biosfera recibe el nombre de ciclo del oxígeno y en él intervienen las plantas, como fuentes suministradoras de oxígeno a la atmósfera, y los seres vivos, incluyendo las propias plantas, que utilizan este gas.
No hay duda de que la atmósfera constituye un recurso natural indispensable para la vida, y se clasifica como un recurso renovable.
Sin embargo, su capacidad de renovación es limitada, ya que depende de la actividad fotosintética de las plantas, por la que se devuelve el oxígeno a la atmósfera. Por esta razón, es lógico pensar que de resultar dañadas las plantas por la contaminación del aire o por otras acciones de la actividad humana, es posible que se presente una reducción del contenido de oxígeno en la atmósfera, con consecuencias catastróficas para todos los seres vivos que lo utilizan.
El humo procedente de las industrias o de la combustión que se lleva a cabo en otros lugares, así como el polvo, son los principales agentes contaminantes de la atmósfera, los cuales enrarecen el aire y afectan la salud del hombre y de los seres vivos en general.
Existen evidencias de que la contaminación del aire está asociada con enfermedades de tipo respiratorio, incluyendo bronquitis crónica, asma bronquial, etc.
El suelo
Uno de los principales recursos que brinda la naturaleza al hombre es el suelo, ya que en él crecen y se desarrollan las plantas, tanto las silvestres como las que se cultivan para servir de alimento al hombre y los animales.
Formación del suelo
La formación de los suelos depende de un largo y complejo proceso de descomposición de las rocas, en el cual intervienen factores físicos, químicos y biológicos. La interacción de estos como factores ecológicos, provoca la desintegración de los minerales que, unidos a los restos de animales y plantas en forma de materia orgánica, originan el suelo.
Los seres vivos intervienen en la destrucción de la roca madre y, además de los agentes climáticos, toman parte en la mezcla de sustancias del suelo, en su distribución horizontal, y añaden a esta materia orgánica. Las sustancias de desecho de animales y vegetales, así como los propios cuerpos de estos al morir, son las únicas fuentes de materia orgánica del suelo, la cual proporciona a este algunos componentes esenciales, lo modifica de diferentes modos y hace posible el crecimiento de fauna y flora variadas, que de otra manera no podrían existir.
La presencia de distintos tipos de minerales, las variaciones climáticas, la altura sobre el nivel del mar, la latitud geográfica y otros factores, determinan una gran variabilidad de suelos, la cual se manifiesta en las características físicas y químicas de estos.
Otros fenómenos que se presentan en los suelos son el exceso de acidez y salinidad, los cuales imposibilitan la utilización óptima de los suelos.
El principal problema que afecta al suelo, como consecuencia del uso de este por la actividad humana, es la degradación. La degradación es el proceso que rebaja la capacidad actual y potencial del suelo para producir, cuantitativa y cualitativamente, bienes y servicios. Puede considerarse como degradación del suelo toda modificación que conduzca al deterioro del suelo.
Para evitar la degradación de los suelos, es necesario:

Nota
Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, en 2006, la desertificación en España era mayor al 30% del territorio, lo que equivalía a un total de 159.337 kilómetros cuadrados.
La flora y la fauna
La flora y la fauna representan los componentes vivos o bióticos de la naturaleza, los cuales, unidos a los componentes no vivos o abióticos, como el suelo, el agua, el aire, etc., conforman el medio natural.
Entre la flora y la fauna existe una dependencia muy estrecha, basada en leyes naturales que rigen la estructura y funciones de las asociaciones de seres vivos.
Las relaciones de alimentación o relaciones tróficas determinan las llamadas cadenas alimentarias, en las cuales los animales herbívoros (los que se alimentan de plantas y otros organismos vegetales) constituyen el alimento básico de otros grupos de animales que, a su vez, servirán de alimento a otros.
Esto trae como consecuencia que la disminución en número o la desaparición de uno de estos eslabones de la cadena, por causas naturales o por la influencia del hombre, ponga en peligro todo el sistema, al romperse el equilibrio que caracteriza las relaciones entre el medio biótico y abiótico de la naturaleza.
Por esta razón, el hombre debe estudiar las relaciones y las leyes que determinan este equilibrio, y convertirse en su máximo protector, ya que, en sentido general, todas las afectaciones que sufre el medio natural repercuten de uno u otro modo sobre él.
La flora y la fauna representan recursos naturales renovables, de gran importancia para el hombre. De la flora proviene una gran parte de los alimentos y medicamentos, así como la materia prima para la industria textil, maderera y otras.
A través del tiempo, el hombre, en su lucha por dominar la naturaleza, aprendió a usar las plantas y los animales para subsistir, de ellos obtenía alimentos, vestidos y fuego para calentarse. Pero, a medida que las comunidades fueron creciendo, fueron aumentando de igual modo las necesidades de alimentos y, por consiguiente, la utilización de la flora y la fauna se incrementó hasta niveles muy por encima de las capacidades de regeneración de la naturaleza.
Por este motivo, desaparecieron grandes mamíferos, que fueron exterminados por el hombre (mamuts y otras especies de animales).
Actualmente, el desarrollo de la sociedad atenta de igual forma contra las especies de animales y vegetales en aquellos países sometidos a la explotación desmedida de los recursos naturales.
El desarrollo de la agricultura hace que se incrementen las áreas de cultivo, en detrimento de las áreas naturales, lo cual hace que desaparezca también un gran número de especies de plantas. La fauna, que encuentra en estas áreas naturales su hábitat, es decir, el lugar donde vive y se desarrolla una especie animal o vegetal, se ve cada vez más amenazada, al tener que buscar otras áreas donde satisfacer las necesidades vitales.
El desarrollo de la industria afecta de igual forma al medio natural y, por consiguiente, a los sistemas vivientes que en él habitan.
Los recursos energéticos
El hombre, desde su existencia, ha necesitado la energía para sobrevivir. La energía es “la capacidad de los cuerpos para producir cambios en ellos mismos o en otros cuerpos”. Es decir, es la capacidad de hacer funcionar las cosas.
La energía tiene cuatro propiedades básicas. Así, habrá que tener en cuenta que la energía:
Para obtener energía, se tiene que partir de algún cuerpo o materia que la tenga almacenada. A estos cuerpos se les llama fuentes de energía. Las cantidades disponibles de estas fuentes, se conocen como recursos energéticos, existiendo diferentes maneras de clasificarlos:
Según su forma de utilización
Según la disponibilidad
Hay que destacar que, aunque los recursos energéticos son abundantes alrededor del mundo, las reservas son escasas y muy variables geográficamente. Así, se conocen las siguientes reservas:

Recuerde
La energía tiene cuatro propiedades: se transforma, se conserva, se transfiere y se degrada.
Límites energéticos
Las disponibilidades energéticas figuran entre los diversos límites probables a la expansión de la actividad industrial humana.
Dos tipos de fuentes de energía pueden ser utilizadas por el hombre. Las primeras, no renovables, comprenden los diversos combustibles fósiles y las materias fisibles (uranio 235, por ejemplo).
Las segundas son, por su misma esencia, inagotables a escala de nuestra especie, aunque de más difícil explotación. Se trata de la energía solar, de la energía de las mareas oceánicas y de la energía térmica.
El flujo de la energía natural constituido por estos fenómenos cósmicos se reparte de la siguiente forma: solo una ínfima parte de estas gigantescas fuentes de energía se utiliza bajo forma hidroeléctrica. La satisfacción de las necesidades energéticas de la civilización contemporánea se funda esencialmente en el empleo de combustibles fósiles. La parte del gas natural y sobre todo el petróleo no ha hecho más que crecer, en detrimento de los combustibles sólidos.
El paisaje
Según el Diccionario de la Lengua Española, paisaje es “aquella porción del terreno considerada en su aspecto estético”. Así, González Bernáldez define paisaje como “el resultante de la información que el ser humano recibe de su entorno ecológico”.
No cabe la menor duda de que el paisaje es un recurso natural, ya que posee unos valores estéticos, culturales y educativos; por eso, debe ser bien gestionado, protegido, conservado y restaurado, si se introducen alteraciones en él.
Los componentes del paisaje son los elementos que se pueden distinguir a simple vista. Estos factores pueden ser:
En un paisaje, se diferencian los siguientes elementos:
Los recursos paisajísticos se han englobado en tres categorías:
Las acciones que producen modificaciones en el paisaje, son:
Los recursos minerales
Nuestra sociedad necesita un flujo continuo de materias primas, paralelo al de la energía, entre las que destacan, por su importancia, los recursos minerales.
Por su importancia, los recursos minerales han sido ampliamente explotados a lo largo de toda la historia. Algunos han tenido un gran valor estratégico, llegando a depender de ellos imperios enteros, como es el caso del cobre y el estaño, utilizados en la fabricación del bronce.
Paralelamente al desarrollo, han evolucionado las técnicas de explotación, desde los primeros útiles, de madera y piedra, utilizados al final del Neolítico, hasta la maquinaria pesada de nuestro siglo.
La industria actual depende de unos ochenta minerales distintos, incluyendo algunos que son relativamente abundantes, como el hierro y el aluminio.
Existe un pequeño número de minerales a los que cabe calificar como estratégicos, pues tienen una importancia crítica en la industria y son relativamente poco abundantes: el plomo, el estaño, el zinc, etc.
Yacimientos minerales. Recurso y reserva
Los yacimientos minerales son acumulaciones anormalmente elevadas de sustancias materiales. Se explotan en función de sus aplicaciones y de su interés económico.
Se pueden clasificar los yacimientos en:
La cantidad total de un determinado mineral en la corteza terrestre es el recurso, determinado de la geología, que es fija. Las reservas son aquellas cantidades de un mineral que pueden recuperarse para su uso en términos económicos.
Algunas reservas han sido identificadas, pero otras siguen sin ser descubiertas. Así, el tamaño de las reservas es variable y depende no solo de su disponibilidad, sino también de factores cambiantes, como el coste de extracción, el precio en el mercado o el esfuerzo de explotación.
Los problemas ambientales no se pueden analizar ni entender si no se estudian atendiendo a la perspectiva global de su dimensión, ya que estos surgen como consecuencia de la interacción de múltiples factores.
Nuestro actual modo de vida supone un gasto de recursos naturales y energéticos cada vez más creciente e insostenible. Las formas industriales de producción y consumo masivas que hacen posible este modo de vida, implican la destrucción del planeta a medio plazo.
El consumo actual, un consumo en constante expansión, somete a tensión al medio ambiente, con emisiones y derroches que contaminan la tierra y destruyen los ecosistemas, produciendo, como consecuencia, el agotamiento y degradación en aumento de los recursos naturales. Tal es así, que:
Todo problema ambiental implica un proceso de degradación del medio ambiente. Existen problemas ambientales globales, que son los que afectan a todo el planeta, como el agujero de ozono o el efecto invernadero; otros problemas ambientales que se producen en grandes áreas geográficas, como las selvas tropicales o los desiertos; o problemas ambientales que suceden a escala local, como las inundaciones periódicas en los valles fluviales o los vertidos industriales en zonas donde hay gran concentración de fábricas.
Atendiendo a la perspectiva global, los problemas ambientales se caracterizan por:
Se dice, entonces, que hay un problema ambiental cuando alguno de los elementos que integran el sistema ambiental, o un conjunto de esos elementos, está deteriorado con respecto a la forma en que puede brindar sustento para la vida presente y/o futura, sobre todo para la vida de las personas y de los sistemas sociales, pero también para la vida en su entorno.

Nota
En 1987 apareció la definición de DESARROLLO SOSTENIBLE que establece que se deben satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.
7.1. Principales problemas ambientales
Aumento del efecto invernadero
El efecto invernadero es un fenómeno natural de la atmósfera que consiste en que la energía solar que llega a la tierra, al tomar contacto con el suelo, se refleja solo en parte, siendo el resto absorbida.
El efecto de esta absorción es un calentamiento y se manifiesta por una irradiación de energía hacia la atmósfera. Sin embargo, al viajar hacia la atmósfera se encuentra con gases que actúan de freno, produciéndose la vuelta hacia la tierra y evitando que la energía se escape en su totalidad hacia el exterior, calentado más el suelo del planeta.
La actividad humana, con el uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural) está variando este equilibrio natural, produciendo la emisión de gases de invernadero (las emisiones anuales de dióxido de carbono CO2 se cuadruplicaron en los últimos cincuenta años) que, junto con otros provenientes de otras actividades, provocan el recalentamiento mundial de la atmósfera, que está generando una ruptura de los equilibrios naturales.
Algunos de los efectos son: cambios climáticos, lo que supone una grave amenaza para las cosechas, inundaciones, aumento de la frecuencia de las tormentas y las sequías, aceleración de la extinción de especies, difusión de enfermedades contagiosas. La generación de energía y el transporte motorizado son las causas más importantes del efecto invernadero. En España, el promedio de cada persona son 8,2 toneladas de CO2 por año.
Agujero de la capa de ozono
El ozono es el gas encargado de la protección de la Tierra contra las radiaciones ultravioletas. La introducción de nuevos compuestos artificiales (como los clorofluorocarbonos o CFCs, presentes en los aerosoles y aparatos de refrigeración), así como de fertilizantes, reducen la concentración de ozono en la atmósfera, lo que hace que penetren más cantidad de rayos ultravioletas.
Esto provoca graves consecuencias para el desarrollo de la vida vegetal y animal, pudiendo producir mutaciones genéticas y cáncer de piel en las personas.
Lluvia ácida
Los óxidos de nitrógeno y azufre, emitidos por las industrias y automóviles a la atmósfera, reaccionan con el vapor de agua para formar ácido nítrico y ácido sulfúrico. Estos ácidos caen sobre la tierra en forma de lluvia, produciendo la acidificación de los suelos y aguas, pérdida de zonas de cultivo, muerte de bosques, etc.

Deforestación
La deforestación es la pérdida de bosques, lo que tiene graves consecuencias, como son la erosión del suelo debido a la falta de vegetación, la pérdida de terreno fértil, ya que se pierden los nutrientes del suelo, la pérdida de flora y fauna, interrupción del ciclo del agua o el aumento de los niveles de CO2 cuando se queman los bosques.
Una sexta parte de la superficie terrestre del mundo se ha degradado, como resultado de la ganadería intensiva y de malas prácticas de cultivo agrícola. Si sigue el actual ritmo de tala de árboles en el Amazonas, nuestro “pulmón verde” más importante del mundo desaparece en 40 años.
Erosión-desertificación del suelo
El proceso de deforestación está íntimamente ligado al de la erosión y desertificación, que supone una pérdida irreversible de la fertilidad del suelo.
Pero la infertilidad del suelo, que provoca su desertificación, también puede estar causada por el uso excesivo de fertilizantes y pesticidas en la agricultura, o por la acumulación de residuos de todo tipo.
Producción de residuos
Otro problema es el tipo de residuos que se producen y su acumulación. Hay un incremento en la cantidad de basuras y desechos, tanto domésticos como industriales (mención especial merecen los residuos nucleares y tóxicos por su peligrosidad y no descomposición durante mucho tiempo). En los países industriales, la generación per cápita de desechos se ha casi triplicado en los últimos 20 años.
Cada año, se producen 400 millones de toneladas de residuos tóxicos. El reducir la cantidad de residuos y evitar su acumulación son medidas necesarias, pero que no son llevadas a la práctica, ya que sigue dominando la opción más económica: los vertederos.
Productos químicos
Debido al gran número de sustancias de uso común y el desconocimiento sobre sus consecuencias ecológicas, para el ser humano el uso de los productos químicos representa un peligro y una amenaza muy importante para el medio ambiente y para la salud humana.
Agotamiento de los recursos naturales
Treinta y ocho países del mundo sufren una aguda escasez de agua dulce, 1.200 millones de personas no tienen acceso a agua potable, 2.400 millones están sin saneamiento. De los 4.000 millones de casos de diarrea cada año, 2.2 millones de personas mueren innecesariamente.
Enfermedades prevenibles relacionadas con el agua contaminada causan 5 millones de muertos al año. La agricultura intensiva utiliza el 80% del agua dulce disponible en el mundo, por ejemplo, para producir un kilo de carne de vacuno, se utilizan entre 100.000 y 200.000 litros de agua.
La calidad de las aguas se ve amenazada por las altas concentraciones de productos químicos (nitratos, plaguicidas, metales pesados, hidrocarburos clorados, fosfatos de los detergentes, etc.) de la agricultura, la industria y los usos domésticos, con el consiguiente riesgo para la salud humana.
Pérdida de biodiversidad y de espacios naturales
Las especies silvestres se están extinguiendo de 50 a 100 veces más rápido que su tasa natural de extinción, por la presión de las actividades humanas (agricultura intensiva, actividades de explotación de los bosques, pesca intensiva, urbanización, desarrollo de infraestructuras, contaminación).
Si estas especies se pierden, las consecuencias más inmediatas son la ruptura del equilibrio de los ecosistemas y del equilibrio planetario y, a más largo plazo, la pérdida de información genética. Así, por ejemplo, las existencias de peces se están reduciendo: cerca de la cuarta parte está actualmente agotada o en peligro de agotamiento, y otro 44% se está pescando hasta llegar a su límite biológico.
Las presiones sobre la biodiversidad y los espacios naturales proceden de una agricultura insostenible y la explotación de bosques cada vez a mayor escala, una fragmentación del paisaje, el vertido de productos químicos, la construcción de embalses y trasvases de agua, la caza o pesca industrial y el desplazamiento de especies, etc.
Medio ambiente urbano
La población urbana no cesa de crecer y las ciudades muestran importantes signos de tensión ambiental: mala calidad del aire (industria, generación de electricidad, transporte), exceso de ruido, atascos de tráfico, pérdida de zonas verdes, invasión de espacios protegidos, vertidos de agua no depurada y de residuos, insalubridad del agua potable, falta de servicios públicos adecuados, etc.

Recuerde
Los principales problemas ambientales son: el efecto invernadero, el aumento del agujero en la capa de ozono, la lluvia ácida, la deforestación, la desertificación del suelo, la producción de residuos, el mal uso de los productos químicos, el agotamiento de los recursos naturales, la pérdida de biodiversidad y el aumento desmesurado de la población.

1. Señale la definición más correcta de medio ambiente:
2. La especie que aparece en una región como resultado de un fenómeno natural, sin la intervención del ser humano, es:
3. ¿Cuál es el nombre del estado de las variables atmosféricas en un lugar y momento dado?
4. Aquellos sistemas en los que no existen intercambios de materia, pero sí de energía, son:
5. ¿Cómo se denomina la ciencia que se encarga del estudio científico de las relaciones recíprocas entre organismos y su medio ambiente físico?
6. La relación que se da entre dos organismos cuando uno se beneficia de otro, mientras que este no obtiene ningún beneficio ni perjuicio, es una relación de...
7. ¿En qué etapa de relación entre el ser humano y el medio ambiente a lo largo de la historia se ha producido un menor impacto ambiental?
8. Los recursos naturales cuya tasa de renovación es mayor que su tasa de utilización o consumo, son: