INTRODUCCIÓN

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Este breve texto de Karl Rahner titulado Profesión de fe en Jesucristo no se ha reeditado, desde que apareciera en 1961, en ninguna de las colecciones de ensayos rahnerianas, por lo que apenas si es conocido.1 Sin embargo, constituye una enjundiosa reflexión sobre el meollo mismo del cristianismo. Como se sabe, Rahner no dio clases de cristología hasta sus últimos años de docencia en Münster (1970-1971). Esta exposición münsteriana fue tanto más notable cuanto que un teólogo sistemático desarrollaba en ella el tratado clásico junto con un especialista neotestamentario, a saber, Wilhelm Thüsing (1921-1998). De esta colaboración surgió la publicación Christologie – systematisch und exegetisch.2 Pese a las limitaciones temporales, dicha exposición ofrece un resumen académico muy denso de los principales temas de la cristología dogmática clásica.

Pero, como ocurre con otros muchos campos temáticos fundamentales de la teología que no formaron parte de su labor docente, también en el campo de la cristología Rahner marcó la pauta ya desde muy temprano y publicó muchos ensayos de importancia capital. En el epílogo de este librito, a cargo del profesor y doctor Albert Raffelt, se detallan los textos esenciales al respecto. Aquí nos detendremos más bien en otras cuestiones.

El modo de trabajo y la praxis editorial de Rahner explican que para él fuera poco habitual la clásica monografía independiente —al menos, esto vale para la época inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial— y que prefiriera en cambio las contribuciones que abordaban por separado cuestiones teológicas de gran calado.

No podemos abordar aquí de manera detallada los motivos de dicha práctica; diremos simplemente que van desde la censura de la Orden, de que fue víctima su gran estudio mariológico con motivo del dogma mariano de 1950,3 y la ausencia de colaboradores, que imposibilitó4 el desarrollo de la gran dogmática planeada, hasta cuestiones relacionadas con el volumen de trabajo, entre las que destacan, por ejemplo, proyectos tales como el Lexikon für Theologie und Kirche [Léxico teológico y eclesial] o también su intensa colaboración con grandes acontecimientos eclesiales, como fue el caso principalmente del Concilio Vaticano II,5 el Sínodo General de los Obispos de la República Federal Alemana,6 y algunos otros más.

Que esta dispersión de trabajos no es consecuencia de la falta de una concepción teológica o de una visión general de las tareas específicas lo demuestra su temprano plan de una gran dogmática católica científica, proyectado en 1939 junto con Hans Urs von Balthasar;7 tampoco nos extraña que Rahner tomara una posición clara, ad hoc por así decir, respecto a los temas fundamentales de la dogmática.

Por lo que se refiere más concretamente a la cristología, le debemos también, junto a los trabajos específicos, llamados científicos en el epílogo, una gran cantidad de textos sobre espiritualidad —consideraciones, oraciones, homilías— que giran alrededor del misterio de la encarnación, de sucesos de la vida de Jesús8 o de loci litúrgicos relativos a la devoción a Cristo.

Uno de los primeros es la homilía «Zum Fest der Verklärung des Herrn» [«Para la festividad de la transfiguración del Señor»],9 un buen ejemplo de cómo Karl Rahner, a quien se le ha reprochado el carácter abstracto de muchos trabajos cristológicos y cierta lejanía respecto a la figura de Jesús, se muestra aquí muy concreto y convierte el relato neotestamentario en una meditación sobre la estrecha unión de Jesús con Dios y la manera particular de orar de Jesús, la cual debe servir también de ejemplo para todos nosotros. Al mismo tiempo, este texto es un buen testimonio de cómo Rahner, en su actividad predicadora, se mueve siempre muy próximo a la Biblia. No en vano la mayor colección de homilías de Rahner la constituyen precisamente sus Biblischen Predigten [Homilías bíblicas].10

Otro ejemplo de reflexión cristológica en un texto de índole espiritual lo constituye la oración «Gott unseres Herrn Jesus Christus» [«El Dios de nuestro Señor Jesucristo»], publicada por primera vez en 1937 y reeditada en 1938 en Worte ins Schweigen.11 Es una meditación sobre el Dios que es «todo en todo» pero que, con su Palabra, ha decidido acercarse a nuestra finitud. «Debes, para que el pavor de tu infinitud pueda alejarse de mí, hacer que finalmente tu palabra infinita se convierta en finita, que penetre en mi estrechez, a fin de que se acomode a ella sin que destruya la estrecha casa de la finitud, que es la única en la cual yo puedo vivir». El texto acaba con una reflexión sobre el Corazón de Jesús, en la que se busca la forma y el aspecto concretos de Jesús y se retoma al mismo tiempo este tema tan importante de la espiritualidad jesuítica.

Un tercer ejemplo, de índole completamente diferente, lo tenemos en las meditaciones de Rahner sobre la pasión tituladas «Heilige Stunde und Passionsandacht» [«Horas santas y oración de la Pasión» (1949)],12 que empiezan con unas consideraciones sobre la presencia de Jesús y su vida y prosiguen con una letanía y una meditación sobre las últimas palabras de Jesús; si echamos un vistazo a la bibliografía espiritual, podríamos aducir como un paralelismo al respecto el «Mystère de Jésus» [«Misterio de Jesús»], de Blaise Pascal: «[...] he derramado por ti gotas de sangre».13

Otro texto de Rahner, más tardío, que podemos mencionar aquí es «Über die Liebe zu Jesus» [«Sobre el amor a Jesús» (1981)],14 en el que figura la famosa frase: «Bueno, mire usted, con Jesús solo tenemos que ver realmente cuando lo cogemos por el cuello y, en la profundidad de nuestra existencia, nos damos cuenta de que algo así es también hoy posible». Rahner habla aquí de una conversación con un teólogo evangélico «jesuánico»-racionalista y, tras su respuesta estupefacta y limitadora pero al mismo tiempo anuente, remacha: «Quiero decir con ello que, en el amor a lo largo del tiempo y el espacio, y desde la esencia del amor en general y la fuerza del Espíritu Santo de Dios en particular, debemos y podemos amar a Jesús verdaderamente en la inmediatez y en la concreción».

Estos ejemplos deberían haber dejado suficientemente claro que la teología científica de Rahner —incluidos sus textos cristológicos, a menudo formulados con cierta rigurosidad— es fruto de una piedad profunda, teológicamente bien cuajada y plenamente anclada en la tradición cristiana y católica, incluidas algunas formas de piedad de sabor popular, que él nunca desdeñó. A partir de este venero, Rahner hizo una teología para su tiempo. Así, su gran caudal de conocimientos teológicos y su vigoroso pensamiento sistemático hicieron posible que, sin necesidad de desarrollar durante muchos años una actividad docente propiamente tal en este ámbito, y sin ulteriores estudios especiales, estuviera en perfectas condiciones de redactar para el Lexikon für Theologie und Kirche [Léxico teológico y eclesial] un artículo fundamental sobre «Systematik der kirchlichen Christologie» [«Cristología eclesial sistemática»].15 En mi actividad como colaborador suyo, pude experimentar por mí mismo, en el análogo léxico posconciliar Sacramentum mundi,* el especial ahínco con que se entregó de nuevo a esta tarea, un trabajo en el que tuve ocasión de ayudarlo.16 Tal vez convenga también señalar a este respecto que, durante su actividad docente en Münster (1967-1971), la cristología recibió un nuevo impulso, que se percibe de manera diversa, y en especial en su serie de conferencias impartidas junto con Wilhelm Thüsing, sobre las que informa asimismo Albert Raffelt en el epílogo. A esta época pertenecen también las tres homilías, aparecidas bajo el título de «Ich glaube an Jesus Christus» [«Yo creo en Jesucristo»], que Karl Rahner pronunció en la catedral de Münster/Westfalia del 12 al 14 de diciembre de 1967.17 Cada homilía termina con una plegaria a mi juicio realmente impresionante. Y es que no debemos olvidar las numerosas homilías y meditaciones de Karl Rahner sobre temas fundamentales de la cristología, a las que hace referencia también el susodicho epílogo. En esta misma línea, cabe mencionar las reflexiones sobre la devoción al Corazón de Jesús, el Vía Crucis y el Rosario, así como varios comentarios sobre la persona de Jesucristo, que se pueden encontrar en los dos tomos sobre los ejercicios espirituales.18

El texto aquí presentado pertenece, una vez más, a un género propio: no es un escrito propiamente científico —está publicado sin aparato crítico ni notas— ni es tampoco una consideración piadosa; se trata más bien de un texto de índole argumentativa, y tiene que ver sobre todo con una «breve fórmula de fe». Pero, por su carácter de diálogo con el judaísmo, presenta una orientación peculiar, que puede observarse también en el aspecto lingüístico. En este texto de Rahner, que a veces parece algo árido y complicado, se observa un carácter a la vez original y como de taller. Debemos, pues, tomarnos nuestro tiempo y armarnos de paciencia para poder entrar en toda su profundidad. Pero, como se señala en esta introducción y en el epílogo, hay sin duda muchos testimonios de Rahner sobre Jesucristo que nos deslumbran tal vez con mayor rapidez y que a primera vista resultan espiritualmente atractivos; pero el carácter de esta profesión de fe tiene incuestionablemente un atractivo enorme en medio de la plétora de sus textos cristológicos. En el epílogo se habla de su contexto en el marco de una serie de programas radiofónicos. Aquí nos limitamos a hacer hincapié de nuevo en unos pocos puntos:

Aquí puede hallarse también el límite del texto. Pero es el límite de nuestro conocimiento, no de nuestra esperanza o, como dice el Concilio Vaticano II en el capítulo sobre el judaísmo de la declaración sobre la actitud de la Iglesia con las religiones no cristianas, a saber: «La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol, espera el día, que solo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y “lo servirán como un solo hombre” (Sof 3,9)» (Nostra ætate, 4).

Cardenal Karl Lehmann