Presentación
Por sus temas lo conocerán
Roberto López Belloso
En Bolivia lo reciben como si fuera una estrella de rock. En Montevideo llena el mayor teatro de ópera de la ciudad sin necesidad de cantar una sola nota, sólo leyendo sus textos en una pequeña mesa perdida en medio del escenario. En la nueva Constitución de Ecuador hay un eco de su prédica en favor de la naturaleza. Un mexicano atacado por una banda de sicarios se salva –moderno Sherezade– contándoles historias de futbolistas que leyó en sus libros. Una periodista chilena y un militante haitiano usan sus libros como un arma de palabras contra las dictaduras. Un guerrillero de 20 años es abatido por la espalda con una bala que atraviesa el ejemplar de Las venas abiertas de América Latina que llevaba en su mochila; el militar que lo mata guarda ese libro y décadas más tarde –herida reliquia– regresa a las manos de quien lo escribió. Las maestras de la sierra, en Perú, no tienen mejor imán para enseñar a sus niños que las historias de Memoria del fuego. Las librerías de Buenos Aires sufren con resignación que el libro más robado de sus estanterías sea, año tras año, uno de Galeano. En Brasil, mientras mira las noticias, Chico Buarque escribe: “Cómo nos hace falta Eduardo”.
Y sin embargo.
Muchos historiadores le echaban en cara no ser historiador. Los economistas lo acusaban de lesa economía. Antiguos compañeros de ruta no le perdonaron que criticase de frente las fallas del paraíso. La etiqueta de inclasificable mantuvo a la academia lejos de sus páginas. Algunos escritores lo negaron más de tres veces; por parricidio, por desconfiar del éxito, o por sincero rechazo a un estilo que gustaba más al público que a sus colegas.
Y sin embargo.
Los periodistas siempre lo supimos uno de los nuestros.
Sólo la fundación de la revista Crisis, en el Río de la Plata, o las crónicas sobre los mineros bolivianos, hubieran bastado para considerarlo uno de los maestros del oficio. O las Ventanas que por años abrió cada semana en Brecha, de Uruguay; La Jornada, de México; y Página/12, de Argentina, sus tribunas elegidas. O las colecciones de entrevistas y artículos que recopiló en sus libros. O la lucidez para conducir la redacción de la prestigiosa Marcha con 20 años y reconocer, a los 70, el potencial de La Garganta Poderosa, la revista de los cinturones empobrecidos de Buenos Aires que ya se volvió legendaria.
Por eso este libro de homenaje que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) tuvo la feliz idea de impulsar a través de su secretario general, el ex presidente de Colombia, Ernesto Samper Pizano, y de su jefe de gabinete, Yuri Chillán, vuelve a pasar por el tamiz del periodismo aquellos temas que preocuparon y ocuparon a Galeano.
Los autores están entre los que mejor afinan los instrumentos del periodismo narrativo en América del Sur. Algunos de ellos surgidos y consolidados al amparo de la Fundación García Márquez de Nuevo Periodismo Iberoamericano, en Colombia; o de medios como Etiqueta Negra, de Perú, considerada por muchos la mejor revista de crónicas en habla española; o Brecha, fundada por el propio Galeano como parte de un equipo soñado donde también estaban Mario Benedetti y Carlos María Gutiérrez, autor de los ya célebres reportajes desde la Sierra Maestra.
Cada uno elige la mejor forma para tocar su melodía. Hay quien usa las viñetas para recordar la manera en que Galeano escribía sobre los mineros de Bolivia. O quien comienza el capítulo sobre fútbol parafraseando aquel fragmento de El fútbol a sol y sombra sobre la gesta-desastre de Maracaná.
Para encontrar sus materiales, para ver con sus propios ojos aquellos asuntos sobre los que escribió Galeano, los autores se internan en las minas de Bolivia y en la selva de la frontera de Perú con Ecuador; buscan en las comunidades campesinas de Paraguay, en las favelas de Río de Janeiro y las villas de Buenos Aires; peinan la costa de Colombia detrás de una esquiva palabra que Galeano eligió para definirse. Algunos, incluso, van tan lejos como pocos han ido, para lograr un texto único sobre los hijos de los desaparecidos y sus verdugos en el Cono Sur.
Para este viaje contamos con anfitriones de la talla de Joan Manuel Serrat, Sebastião Salgado y Elena Poniatowska. Tres de sus grandes amigos. Al final de este camino de páginas esperamos que el lector no sólo conozca mejor a Galeano, sino también los asuntos que lo obsesionaron toda su vida. Porque a un periodista se lo conoce por aquello sobre lo que escribe. Por eso, este homenaje a Galeano a través de los temas de Galeano.