Querida lectora

Las obras de ficción que más me gustan son las novelas románticas bien escritas. Y si además incluyen un poco de aventura, me encantan. También adoro los misterios ambientados en mansiones de campo y castillos lejanos, en especial si son asesinatos. Por eso, cuando Ravenna Caulfield, la hermana más joven y rebelde de mis cazadoras de príncipes, me sugirió que se moría por vivir esa clase de diversión espeluznante, aproveché encantada la oportunidad de escribir su historia. Metí en la maleta mis jerséis llenos de pelusa y los calcetines de lana, y me marché a las montañas de Francia.

¿Francia, dices? ¿Por qué Francia? Bueno, imaginé que si el Hércules Poirot de Agatha Christie, que era belga, podía resolver misterios en Inglaterra, mi heroína inglesa podría resolver un misterio en Francia. N’est-ce pas? Y, además, tenía el pálpito de que en el lugar al que me dirigía encontraría la inspiración ideal.

Quel éxito! Cuando viajaba por el sudeste de París, me detuve cerca de Suiza, en una de las regiones más poéticas de un campo precioso, el Franco Condado. Aquí, las antiguas montañas Jura descienden hasta convertirse en valles regados por la luz del sol y cubiertos de viñedos. En este paraíso degusté el Comté, un delicioso queso duro suave, que acompañé del famoso vino blanco típico de la región. Mojé cortezas de pan crujiente en burbujeantes cazuelas de fondue humeante, y saboreé tartas de ciruela deliciosas mientras admiraba iglesias medievales y castillos del siglo xviii. Estudié sus escalinatas, los muebles, los dormitorios, los salones, los establos, los garajes de los carruajes, hasta la fontanería de aquellas gloriosas mansiones donde residieron, en su día, príncipes y princesas, y estuve paseando por los cuidados jardines de aquellas mansiones en un estado de euforia. Resumiendo, me enamoré. Y me pareció el lugar perfecto para que mis protagonistas se enamoraran también.

Os ofrezco Me enamoré de un lord, una historia de misterio envuelta en un tierno y apasionado romance ambientado en un entorno muy elegante. Espero que disfrutéis tanto leyéndola como disfruté yo escribiéndola.

Con cariño,
Katharine