Capítulo I

LOS INICIOS: LA LITERATURA VÉDICA

La religión védica fue introducida por el noroeste, en la región del Punjab (cuenca del alto Indo), por los invasores arios –un pueblo de guerreros nómadas de origen indoeuropeo– entre el 2000 y 1500 antes de la era cristiana. El vedismo representa el aspecto más antiguo en que se presentan las formas religiosas de la India. Las escrituras sagradas védicas representan, en efecto, el testigo más arcaico de una religión a veces llamada «brahmanismo» y otras, «hinduismo» (Renou, 1991).
Para diferenciar una y otra denominación, y evitar así posibles confusiones conceptuales, Renou propone que «brahmanismo» tendría que designar la religión de las épocas antiguas y, por lo tanto, identificarse total o parcialmente con el vedismo o religión del Veda, mientras que «hinduismo» tendría un sentido más global y procesual: se referiría más bien al conjunto de la evolución religiosa de la India –con toda su diversidad de creencias y cultos–, ya sea a partir de los Vedas o posteriormente al periodo védico.
En estos términos, el brahmanismo tendría un carácter más primitivo y vinculado a la ancestral religión védica; a sus valores, formas rituales y enseñanzas sánscritas. Con él se instituye un sistema social y espiritual (varna-ashrama-dharma) encabezado jerárquicamente por los brahmanes o sacerdotes, que son los encargados de la realización correcta de los rituales de acuerdo con los textos védicos. En este sentido, se hace especial énfasis en la personalidad del cabeza de familia brahman y en la práctica ortodoxa de los rituales religiosos. Asimismo, como parte fundamental de este sistema, en la antigua tradición brahmánica se desarrolló el principio de los cuatro ashramas, o etapas vitales, donde la renuncia al mundo representa el último de los estadios (sannyasa) y, en definitiva, la deseada liberación final.
Así pues, las raíces brahmánicas y originales del hinduismo tienen como fuente de inspiración esencial los Vedas, reconocidos entre los textos sagrados de más valor en la historia de las religiones.
Los Vedas constituyen un conjunto de escritos heterogéneos en sánscrito –a pesar de que fueron transmitidos oralmente hasta el siglo XI d. de C.– que contienen lo que se conoce como revelación brahmánica. Su mensaje nos llega a través de cuatro colecciones literarias (Samhitas) consideradas de inspiración divina y situadas cronológicamente entre los años 2500 y 1000 a. de C.: el Rig-Veda (Veda de las estrofas), constituido por 1.028 himnos de alabanza a varios dioses, el Yayur-Veda (Veda de las fórmulas sacrificiales), el Sama-Veda (Veda de las melodías litúrgicas) y la Atharva-Veda (Veda de las fórmulas mágicas), compuesto por 20 libros de encantamientos para laicos, así como también por varias plegarias rituales para uso litúrgico de los consagrantes. Los comentarios a estos libros sobre los ritos y los preceptos que los acompañan se denominan Brahmanas o Interpretaciones sobre el Brahman o Ser Supremo.
Si la mitología védica de los tiempos antiguos aceptaba la existencia y la acción de muchos dioses relacionados principalmente con las fuerzas de la naturaleza, a partir de los Brahmanas la figura del Brahman tomará el significado privilegiado de principio absoluto, de ser supremo y eterno. Se convertirá en una entidad trascendente, abstracta, imperceptible a los sentidos, omnipresente y omnipotente. Pero siempre desde una autonomía relativa respecto a los seres y las cosas del mundo –tal como lo explican las diferentes escuelas filosóficas–, siempre relacionada con la realidad humana.

1. Los «Sutra» y los Upanishads

Las dos secciones de la literatura védica mencionadas, los Samhitas y los Brahmanas, reciben el nombre de Sruti (revelación, saber transmitido oralmente o escuchado) y se las considera de origen divino, resultado de una manifestación por aparición a ciertos humanos privilegiados (sabios, santos, poetas).
Los otros documentos de la religión de los Vedas pertenecen al Smriti (tradición memorizada). Son los llamados Sutra o aforismos, textos concisos pero a la vez densos donde se exponen las «verdades profundas» sobre la vertiente interior del ser humano y que muchas veces memorizan los aprendices que tienen que ejecutar las liturgias religiosas.
La revelación brahmánica incluye también otros textos más breves y complementarios de los Brahmanas: los Aranyaka (tratados forestales o «libros de la selva»), que proporcionan las interpretaciones filosóficas de los rituales por medio del alegoritzación y, sobre todo, los importantes Upanishads (aproximaciones o «enseñanzas a los pies del maestro»), 112 tratados sobre la naturaleza de la Realidad Suprema y centrados en el saber y la meditación de la literatura devocional (bhakti). También mencionan los textos-mantras para dar autoridad a aquello que enseñan. Su contenido filosófico-simbólico se conoce como Vedanta («El fin del Veda»), y a menudo se considera la esencia o la conclusión de los Vedas.
Los Upanishads son un fundamento capital de la cultura y la espiritualidad de la India. Contienen la doctrina central del Brahman-Atman, que postula la identificación –en el sentido filosófico monista, absolutista o no dual– del Absoluto Trascendente o el Ser Supremo con el «yo trascendente» de las personas, con «la realidad sustrato del alma individual».
Según esta doctrina, el objeto de la vida humana es llegar a fundirse con la fuente de origen, el Brahman, que es a la vez Ser Eterno y la fuente de la cual proceden todas las cosas. Una realidad suprema imperceptible por los sentidos, indestructible y perfecta. El Ser Supremo es uno; es el creador y crea a partir de sí mismo. El mundo, que no puede existir separado de él, es una expresión de su «juego» o placer (lila), de su goce, y los seres vivos somos parte de este disfrute. Es también el «yo» más íntimo del corazón de las personas, el «yo» de todos los «yo trascendentes»: un tipo de dirigente interior, vidente invisible, oyente inaudible, pensador impensado, desconocido conocedor.
Aun así, estas identificaciones progresivas entre el microcosmos y el macrocosmos en la esfera especulativa ya aparecen en el Rig-Veda, donde estaba presente, en sentido embrionario, la idea de un principio único, neutro, que está en el origen del mundo y da razón de ser a la pluralidad de cosas existentes. De todos modos, con los Upanishads se llega al reconocimiento manifiesto de que el alma individual (Atman) es, en esencia, real e idéntica al alma universal (Brahman). Se trata de una filosofía de la unicidad absoluta. La complejidad filosófica de la cuestión se podría resumir con la expresión «tú eres esto»: se puede reconocer el Absoluto en el propio «yo» porque este es un «yo trascendente» vinculado al Absoluto. Esta sería la «verdad de las verdades», que finalmente conduce a la liberación.

2. El Mahabaratha y el Ramayana

Los Upanishads relatan la epopeya Mahabaratha (la gran guerra de los Baratha), desarrollada progresivamente desde el siglo V a. de C. hasta el siglo III o IV d. de C. y considerada por muchos hindúes no como una simple leyenda sino como una valiosa escritura sagrada. La otra gran epopeya hindú, de similar entidad cultural y religiosa, es el Ramayana o la gesta de Rama (siglos III-IV a. de C.), que explica la vida del héroe Rama como encarnación de Vishnu la tercera gran deidad del panteón hinduista junto a Brahma y Shiva.
Dentro del episodio «La batalla de Kuruksetra» del Mahabaratha, las enseñanzas esotéricas que la representación divina (Krishna) da a uno de los protagonistas, Arjuna, se convertirán en el documento filosófico-religioso posiblemente más importante del sáscrito: el Bhagavad-Gita o «El canto del Bienaventurado». El Bhagavad-Gita recoge las doctrinas hinduistas más relevantes y transmite los tres caminos para lograr la liberación: el de la acción (karma-yoga), el del conocimiento (jñana-yoga) y el de la devoción (bhakti-yoga).
El karma-yoga es la vía de la actividad desinteresada, de la acción hecha sin desear el fruto. Tiene como resultado la purificación de la mente, el paso previo para obtener el conocimiento, el verdadero «yo» según la tradición del jñana-yoga. Esta escuela enfatiza la reflexión sobre uno mismo y el autoconocimiento y se plantea que el «yo» debe saber que es diferente del complejo mente-cuerpo, que depende de Dios y que Dios es el alma de todas las almas.
Por último, el bhakti-yoga consiste en cultivar el amor intenso a la divinidad, también por medio de la contemplación y la meditación. Se considera que el bhakti es completo cuando el alma tiene una visión de Dios, y desde entonces lleva una vida transformada. La tradición devocional toma especial relevancia en los Puranas («Antigüedades»), desarrollados desde los primeros siglos de la era cristiana hasta más allá del siglo XII. Y más en particular en el Bhagavata-Purana, que describiendo la vida del héroe-dios Krishna (identificado con Vishnu) insiste en los motivos que mueven a la devoción.

3. La primera lección del Bhagavad-Gita

En el ámbito metafísico, la primera lección del Bhagavad-Gita es que el yo es eterno, inmutable y el mismo en todos los cuerpos que nacen y mueren. Proclama, por lo tanto, la indestructibilidad del alma. La religión teísta del Gita, además, supone una relación íntima entre el hombre y la realidad suprema o divinidad, que tiene que ser vista en su aspecto personal y omnipresente, es decir, residente en toda forma visible. El propósito de la devoción religiosa en este contexto es transferir todas las emociones humanas de los objetos temporales a esta realidad última y eterna. Por otro lado, en cuanto al mensaje más práctico, destaca las responsabilidades morales del ser humano en el mundo, exalta la caridad como ideal y enfatiza los deberes de todas las personas, indicando los dos caminos que llevan a la bienaventuranza: el recto pensamiento y la recta acción.
El Bhagavad-Gita representa una evolución de las enseñanzas de los Upanishads. La idea de avatara (encarnación divina «descendida» a la Tierra) que aparece, con la figura de Krishna, reforzó la tradición bhakti o devocional. Quiere decir el amor a una divinidad personal con quien se puede mantener una relación directa y de lo más estrecha, ya no al abstracto y trascendental Brahman de los Upanishads. Krishna «baja» a la Tierra temporalmente y se manifiesta entre los seres humanos, les da consejos, les transmite una enseñanza espiritual y práctica.
Las filosofías teístas y personalistas congruentes con esta tradición, con una visión cósmica y dualista muy diferente del absolutismo o monismo de los Upanishads –y de escuelas importantes como la advaita de Sankara, del siglo VIII–, plantean que el mundo fenoménico es algo real, no una mera ilusión (maya), y que Brahman es la causa eficiente de este mundo, tiene atributos personales y engloba las almas y las cosas. El Ser Supremo es un agente causante y sus efectos pueden existir por separado (de aquí el sentido dual) a pesar de tener una íntima interdependencia con el mundo de la materia y de los mortales.
Retomaremos más adelante la tradición devocional iniciada con el Bhagavad-Gita en el contexto del sistema vedanta teísta, y en particular de la escuela bhakti-vaisnava de Bengala. Pero antes parece adecuado introducir ciertos aspectos filosóficos, doctrinales y de enseñanza práctica que, partiendo de los precedentes mencionados, retratan genéricamente el hinduismo.