En 1992, Editorial De Vecchi publicó mi obra Curso de homeopatía, gracias a la cual he tenido la oportunidad de establecer un diálogo (recíprocamente satisfactorio) con el gran público interesado en la homeopatía, tanto en Italia como en los países de lengua francesa y española.
El presente volumen es una ampliación de la labor iniciada entonces y está destinado a toda la familia, desde el lactante hasta el anciano, pasando por el adolescente y el adulto.
A cada edad, un remedio adecuado para un problema preciso.
A cada persona, un remedio que tenga en cuenta los síntomas físicos, emocionales y mentales, el carácter, el temperamento y las predisposiciones a contraer una determinada enfermedad.
La estructura de este libro permite obtener un diagnóstico de remedio, según los cánones homeopáticos hahnemannianos clásicos. Sin embargo, los síntomas y las enfermedades están descritos no sólo desde el punto de vista homeopático, sino sobre todo siguiendo los criterios de la medicina universitaria, hospitalaria y ambulatoria. Cualquier terapia que quiera «instaurarse» como terapia oficial, cae en la negligencia, la imprudencia y el atrevimiento cuando infravalora la medicina universitaria, con su inmenso bagaje de conocimientos, los descubrimientos obtenidos con instrumental sofisticado y los datos obtenidos en el laboratorio.
La homeopatía requiere conocimientos, diligencia, audacia y prudencia; no es ninguna panacea milagrosa, exclusiva e irrenunciable.
Cuando un lector desea consultar el texto en referencia a un síntoma o a una enfermedad, lo encontrará en el índice analítico.
En primer lugar, se documentará leyendo la definición de la enfermedad, los síntomas y los signos, el proceso y las complicaciones.
A continuación, examinando la lista de medicamentos homeopáticos propuestos para el tratamiento y que aparecen ilustrados síntoma por síntoma, deberá tener en cuenta que los síntomas o la enfermedad se curan suministrando un único remedio cada vez (unicismo) que sea capaz de reproducir un cuadro con una similitud total (simillimum) a los síntomas del enfermo, refiriéndonos tanto a síntomas psíquicos como físicos, generales y locales.
En caso de no encontrar el simillimum, se optará por dos remedios con similitud parcial (símiles), pero que asociados reflejarán los síntomas del enfermo y que han de alternarse (pluralismo o alternancia). En cada caso, para la dilución y la posología adecuados, el lector encontrará las indicaciones diferenciadas para cada remedio.
Los medicamentos que presentaremos al lector están avalados por siglos de experimentación patogénica y clínica internacional, y están catalogados en el Repertorio de Kent (1877) con 65.000 síntomas, y todavía mejor en el Repertorio Sinthesis del doctor Frederik Schroyens (1993), con 180.000 síntomas, el más completo y actualizado del mundo.
No se propone, como en alopatía, un único fármaco estándar válido para todas las personas con un mismo síntoma o una misma enfermedad.
El remedio debe ser personalizado homeopáticamente. Cada uno de ellos refleja por similitud un «tipo» de enfermo, entendido como un individuo que reacciona a la enfermedad de una manera determinada.
La homeopatía cura al enfermo copiando, en su remedio-símil, las modalidades y los síntomas, todos ellos personales, a través de lo que cada enfermo responde física y anímicamente a la enfermedad.
La automedicación de forma responsable sin receta médica, es decir, la compra de fármacos de venta libre en las farmacias, es una práctica usual y recomendada por la Organización Mundial de la Salud para educar a la población a autogestionarse, reduciendo así el gasto sanitario público.
En algunos países europeos, como por ejemplo en Italia, los porcentajes de automedicación son bastante importantes: 86,6 % en pequeñas alteraciones; 12,6 % en las enfermedades más habituales; 49,8 % por conocimientos personales.
Uno de los motivos que me han impulsado a escribir este libro es la necesidad sociosanitaria de una automedicación responsable homeopática, cuya práctica quiero facilitar al lector con este texto.
En la actualidad, está prohibido que los médicos homeópatas hagan pública su competencia en homeopatía y que las empresas que comercializan productos homeopáticos incluyan junto con la medicación un folleto explicativo con todas las indicaciones necesarias para el uso.
Con el fin de asistir a los pacientes, se han publicado guías informativas aunque limitadas. Hoy en día, si un ciudadano desea curarse homeopáticamente se las tiene que arreglar como pueda, haciendo virtud de la necesidad.
La gran mayoría de médicos se niega a considerar las prácticas alternativas, entre las que se encuentra la homeopatía.
Y, sin embargo, el Código de deontología médica atribuye esta competencia únicamente al médico. De todos modos, el Comentario del Código precisa que el médico, consciente «de los límites y de la no cientificidad de las prácticas alternativas», recurrirá a ellas sólo para beneficiar al paciente, «así como el efecto placebo se justifica en relación con el consenso informado». Creo que la automedicación homeopática es la mejor solución para las personas que deseen curarse mediante la homeopatía. También lo es para los médicos que no están convencidos de poder curar prescribiendo remedios aparentes y que sólo actúan mediante la sugestión (efecto placebo), quienes, después de haber informado al paciente de su estado, deberán obtener de este el consenso explícito (consenso informado) para ser curado con tratamiento homeopático.
Existen dos técnicas de prescripción homeopática clásica:
1. Una dosis única 200K de un remedio unitario simillimum, seguida de prescripción placebo 35K durante 60 días. Esta es una técnica anacrónica, superada por la evolución de la medicina. Se basa únicamente en síntomas subjetivos producto del diálogo. No considera signos de enfermedad los datos obtenidos en laboratorio o mediante instrumental clínico, y rechaza los progresos y la cooperación de la alopatía. Está fundamentada en la prescripción rutinaria del remedio placebo, deja anodino el acto médico y elude los problemas del enfermo. Desde el punto de vista penal esta técnica puede dar pie a una falta por omisión de socorro, en el caso de que existiera una enfermedad con lesión que no se hubiera sabido diagnosticar.
2. Prescripción unicista o alternista hasta la curación, con diluciones hahnemannianas (DH, CH, LMH) en potencia única y sin placebo. Es la que este libro propone y ayuda a poner en práctica. Está en sintonía con la evolución científica de la medicina. Tiene en cuenta la totalidad sintomatológica de la persona, a la que cura a partir de una terapia puntual de la enfermedad, y focaliza su fin en la recuperación energética del enfermo.
Considera irrenunciable la aportación de la medicina convencional.
Deja al médico al margen de cualquier contencioso.
Cuando quiere ser tratada por la medicina convencional. Cuando necesita un diagnóstico de enfermedad determinado según los parámetros de la medicina oficial universitaria. Cuando la exploración requiere análisis instrumentales o de laboratorio. Todos estos aspectos sólo es posible tratarlos con la medicina convencional.
Si el médico también es homeópata, y tiene una buena preparación en modalidades del diálogo hahnemanniano, entonces el paciente deberá hacerse visitar por el mismo facultativo también en términos homeopáticos y ser informado de la posibilidad de elegir un remedio adecuado para su caso.
El médico le informará sobre ventajas e inconvenientes de ambas terapias, alopatía y homeopatía.
Árbitro de su propia salud, el propio paciente decidirá finalmente la opción y firmará un consenso informado.
«Don de la providencia»: con estas palabras había definido Hahnemann el placebo.
En una época tenebrosa en la que «la terapia se desarrollaba tomando como base suposiciones vacías e hipótesis extravagantes, sin interrogar nunca a la naturaleza con honestidad ni seguir nunca los dictados de la experiencia, en definitiva, sin ninguna objetividad» (Organon, párr. 54, 1810, trad. d. A.), en aquel embrollo de prácticas rutinarias y supersticiosas, el placebo representaba una prescripción a la cual no podía renunciar ningún médico alopático ni tampoco los pioneros de la homeopatía, que contaban entonces con pocos remedios en su arsenal, y sí tenían, en cambio, grandes dificultades en plantear un diálogo con una población inculta, incapaz de referir de manera inteligible sus propios síntomas al médico, lo que sin duda dificultaba el diagnóstico de los trastornos.
La automedicación responsable y el consenso informado tienen innegables ventajas socioculturales y sociosanitarias, tanto para el paciente como para el médico homeópata que, actualmente, podría definirse como un valeroso pionero que avanza a contracorriente respecto a sus colegas alópatas.
El hecho de que el paciente esté preparado para la automedicación homeopática es también una excelente forma de dar al diálogo médico-paciente una colaboración recíproca, equilibrada, concreta y fecunda, evitando errores de diagnóstico y ambigüedad en el suministro.
Finalmente, pone fin a la praxis anacrónica del remedio-placebo, un falso fármaco ilusorio y engañoso, que incita a la pereza intelectual y a una ética profesional regida por el desinterés.
Quiero expresar, por último, mi agradecimiento al lector que tendrá la amabilidad de leer atentamente este libro.