CAPÍTULO 1
EMERGENCIA, CADENA DE RESCATE
Y MEDIDAS BÁSICAS

Maximiliano Zamora H. · Roberto Coloma D. · Claudio Nazar J.

Introducción

Uno de los pilares de los primeros auxilios es saber reconocer y actuar en las principales emergencias a las que nos podemos ver enfrentados. La Real Academia Española de la Lengua define emergencia como una “situación de peligro o desastre que requiere una acción inmediata”. A lo largo de este manual se evidenciará que las situaciones de emergencia se deben principalmente a dos causas: accidentes y enfermedades. Los accidentes son acontecimientos involuntarios e inesperados como golpes, caídas, mordeduras, quemaduras, intoxicaciones, accidentes de tránsito, entre otros. Por otro lado, en el caso de los primeros auxilios las enfermedades relevantes son aquellas que pueden llegar a comprometer la vida de las personas, como un infarto agudo al miocardio, crisis convulsivas, accidentes vasculares encefálicos, crisis asmáticas, entre otras.

Estas acciones inmediatas que se realizan en situaciones como las anteriormente descritas, tienen la virtud de ser aplicables como enfrentamiento inicial ante cualquier situación de emergencia y son las que discutiremos a lo largo de este capítulo.

Cadena de rescate y medidas inmediatas

La cadena de rescate se define como “una serie de acciones que se deben realizar ante una situación de emergencia, requiriendo de nuestra intervención y primeros auxilios desde el momento en el que llegamos al lugar de los hechos”. Esta cadena o pasos a seguir es la que debe ser utilizada en todas las situaciones de emergencia, teniendo en cuenta la siguiente secuencia:

1. Medidas inmediatas

2. Llamada de emergencia

3. Primeros auxilios

4. Servicios avanzados de rescate

5. Hospital o clínica (manejo intrahospitalario)

Las tres primeras se destacan porque serán tratadas a lo largo de este texto y porque pueden ser realizadas por personas no asociadas a la atención de salud (también llamados personal lego). La reanimación cardiovascular básica será tratada en un capítulo aparte. Los servicios de rescate y manejo intrahospitalario están a cargo del personal de salud, a quienes se debe entregar el liderazgo de los primeros auxilios en cuanto aparezcan en la escena de la emergencia. Es importante reiterar que los primeros tres pasos de la cadena de rescate pueden (y deben) ser realizados por las personas que se encuentran en el lugar del suceso, comenzando por aquellos entrenados en primeros auxilios. Para realizar lo anterior es muy importante actuar de manera segura y mantener la calma con el fin de ayudar a la víctima.

Primer paso de la cadena de rescate: medidas inmediatas

Estas son básicamente tres:

1. Reconocer la situación: Es preguntar: ¿qué es lo que pasó? y/o entrevistar a las víctimas que se encuentren en el lugar y/o a la gente que estaba observando el evento. De ser posible, formarse una idea clara del incidente. Ejemplo 1: reconocer que se trata de un accidente automovilístico, cuántos heridos hay, evaluar si hay víctimas inconscientes o graves. Ejemplo 2: al enfrentarse a un adulto mayor tirado en el piso, preguntar si alguien presenció el evento, si la víctima tenía síntomas previo al colapso y/o algún antecedente de salud, etcétera.

2. Evaluar los riesgos del lugar: Ocuparse de las cosas que podrían interferir con los primeros auxilios. Si se observa a alguien inconsciente en medio de una autopista, primero debe evaluarse que no hayan autos pasando, ya que esto podría ser mortífero tanto para la víctima como para el rescatista. Antes de realizar los primeros auxilios hay que disminuir al mínimo los riesgos asociados al rescate. Ejemplo 1: en el caso anterior, es prioritario llevar a la víctima a un lugar seguro y NO comenzar con maniobras de reanimación en medio de la autopista. Ejemplo 2: alejarse de zonas de alto riesgo, como incendios o derrumbes, antes de realizar las medidas básicas de reanimación.

3. Actuar: Ejecutar las medidas básicas, que incluyen todas las acciones que nos permiten controlar la situación de manera inicial, logrando una comprensión global del estado general de la víctima, previamente a la llamada de emergencia.

Medidas básicas

Son parte del primer eslabón de la cadena de rescate. Lo primero es evaluar la situación, descartando la presencia de eventuales riesgos tanto para los rescatistas como para las víctimas.

En el caso de que exista un peligro real (por ejemplo, riesgo inminente de explosión o incendio), debemos movilizar a la víctima a un lugar que sea seguro antes de brindarle los primeros auxilios. En este sentido es importante tener claro que siempre debemos preferir dar asistencia en el lugar del accidente y que la movilización previa del herido se reserva solo para los casos en los que haya un peligro inminente, pues el traslado podría agravar las heridas de la víctima. Para movilizar al herido o enfermo, podemos utilizar maniobras como el arrastre o maniobra de Rautek (Figura 1-1).

Maniobra de arrastre: Debe utilizarse para mover a una víctima inconsciente que no presente daño en el cuello, ojalá no más de 10 metros y en un terreno que sea liso, considerando que las dimensiones (peso y talla) de la persona hagan posible esta maniobra. Se recomienda hacer lo siguiente:

1. Coloque los brazos cruzados de la víctima sobre el tórax. Sitúese detrás de la cabeza y colóquele sus brazos por debajo de los hombros (a nivel de ambas axilas), sosteniéndole con ellos el cuello y la cabeza (Figura 1-1).

2. Arrástrela por el piso.

3. Si la víctima tiene un abrigo o chaqueta, desabroche y tire de él hacia atrás, de forma que la cabeza descanse sobre la prenda. Arrástrela por el piso, agarrando los extremos de la prenda de vestir (abrigo, chaqueta o camisa), similar a como lo haría con una hamaca.

Figura 1-1 · Maniobra de Rautek

Luego de haber evaluado la situación y de minimizar los riesgos, debemos evaluar a la víctima. La situación más emergente y de mayor importancia que debemos confirmar o descartar es la presencia de un paro cardiorrespiratorio (PCR). Este cuadro clínico implica la detención de la circulación de la sangre por diversas causas, por lo que existe una ausencia de transporte de oxígeno hacia nuestros órganos, como cerebro, corazón y pulmones, los que dejan de funcionar. Esto se refleja en que la víctima en “paro” no responde (inconsciente), no respira y no tiene pulso. Esta es una situación que necesita un manejo inmediato, implicando efectuar la llamada de emergencia antes de comenzar con los primeros auxilios, que en este caso son las compresiones torácicas. Es por lo anterior que cuando vemos a una víctima inconsciente (que no responde a estímulos verbales y táctiles) y que no respira o respira mal (jadeo), es suficiente para establecer que se encuentra en “paro”, debiendo iniciarse la reanimación cardiopulmonar (RCP) de manera inmediata. Buscar pulsos no está recomendado para los rescatistas que no forman parte del equipo de salud, por la dificultad técnica y tiempo de demora que implica hacerlo. Evaluar el estado de conciencia y la respiración resulta más rápido, fácil y efectivo, puesto que son estimaciones que se pueden realizar sin siquiera tocar al sujeto. Las guías de soporte vital básico de la American Heart Association (AHA) son las que entregan estos algoritmos, diseñando la sigla CAB, refiriéndose a Circulation (circulación sanguínea), Airway (vía aérea) y Breathing (respiración). Esta sigla nos recuerda que ante cualquier situación en que se requiere evaluar a una víctima, lo primero es descartar o reconocer el “paro”, evaluando la circulación a través del estado de conciencia y respiración del paciente, como se mencionó anteriormente. Las personas no pertenecientes al equipo de salud no deben buscar pulsos para evaluar la circulación sanguínea ante la sospecha de un paro cardiorrespiratorio. Las otras partes de la evaluación (AB) pueden esperar y siempre son menos prioritarias que iniciar las maniobras de reanimación cardiopulmonar básicas en caso de un paro cardiorrespiratorio.

Resumiendo, lo primero será acercarnos a la víctima y evaluar si responde o no: para ello bastará con preguntarle “¿está usted bien?”. En el caso de que no responda, deberá estimularse aplicando palmadas leves sobre el pecho. No se deben dar cachetadas, pues no tienen ninguna efectividad y pueden agravar lesiones en las víctimas. Tampoco se debe dar a ingerir agua ni rociar la cara con ella. Basta con realizar las maniobras antes señaladas (estímulo verbal
o táctil).

• Si la víctima está consciente: responderá a nuestros estímulos y deberemos tranquilizarla, informándonos directamente sobre qué fue lo que le ocurrió. Al responder inmediatamente descartamos que el paciente esté en paro cardiorrespiratorio (evaluamos la C del CAB), por lo que debemos seguir la secuencia de evaluación, estimando el resto de sus funciones vitales: vía aérea y ventilación, que son las que permiten que el oxígeno que se encuentra en el aire que respiramos llegue a los pulmones y, desde ahí, a todo el organismo. Las funciones vitales se detallarán más adelante. Asegurándonos que la evaluación CAB está normal, podemos preguntar a la víctima si siente algún dolor y pedirle que movilice sus cuatro extremidades suavemente. Hay que tener en cuenta que las respuestas de la víctima pueden ser incoherentes, lo que nos orienta a alguna consecuencia grave del accidente. A continuación, procederemos a observar detalladamente las lesiones que pudiese presentar. NO debemos administrarle ningún medicamento, salvo algunas excepciones que se detallarán más adelante, y para mayor seguridad debemos situar a la víctima en la “posición de lado” (Figura 1-2) en caso de ser posible (también llamada posición de recuperación), asegurándonos antes de que no haya sospecha de lesiones en el cuello y, por ende, podamos movilizarla.

Figura 1-2 · Posición de lado o recuperación

• Si la víctima está inconsciente: no responderá a nuestros estímulos, por lo que inmediatamente debemos evaluar su respiración. Si el paciente no respira o lo hace de manera dificultosa (jadea o boquea), se encuentra en paro cardiorrespiratorio, debiendo realizarse la llamada de emergencia y comenzar con el manejo de este, lo cual se detallará en el capítulo 4: “Reanimación cardiopulmonar”. Si está inconsciente (no responde a estímulos verbales o táctiles) y respira de forma adecuada, tenemos que evaluar el resto de sus funciones vitales: vía aérea y ventilación, pudiendo solo en esta situación (descartado el PCR) evaluar pulsos sanguíneos centrales y frecuencia cardíaca, como se especificará en el capítulo 2: “Signos vitales”.

Insistimos, no es necesario levantar a la víctima, esté consciente o no, pues podemos causarle otras lesiones o consecuencias, debiendo permanecer en el suelo.

Ya mencionamos previamente el CAB de los primeros auxilios:

C. Evaluar y restaurar la circulación (C, por circulation, “circulación” en inglés).

A. Despejar la vía aérea (A, por airway, “vía aérea” en inglés).

B. Evaluar y restaurar la respiración (B, por breathing, “respiración” en inglés).

Al descartar el paro cardiorrespiratorio como se describió anteriormente, ya evaluamos la C, por lo que debemos continuar con el resto de la secuencia antes de comenzar con los primeros auxilios específicos para cada
situación.

A. Despejar la vía aérea

La respiración es una de las funciones vitales más importantes, pues nuestro cuerpo requiere del oxígeno para vivir. Para que se mantenga el flujo normal de oxígeno hacia los pulmones es necesario que la vía aérea, que es el trayecto que une la boca con los pulmones, esté despejada.

Si hay objetos extraños (trozos de alimentos, bolitas, chicles, frutos secos, placas dentarias e incluso fluidos propios como saliva o vómito) puede producirse una obstrucción de la vía aérea que impedirá el paso del oxígeno desde la boca hacia el resto del sistema. Además, cuando una persona se encuentra en estado de inconciencia, su propia lengua, que se torna flácida, puede provocar una obstrucción de la vía aérea. Para despejar la vía aérea de una víctima inconsciente, se recomienda:

1. Abra la boca, utilizando el mentón para hacer palanca (Figura 1-3).

2. Compruebe si en la boca se encuentran cuerpos extraños o líquidos. En el caso de que los hubiera, retírelos solo si está seguro de poder hacerlo utilizando el dedo, introduciéndolo como gancho por el interior de una de las mejillas (Figura 1-4).

3. Extienda la cabeza hacia atrás, con una mano sobre la frente y la otra elevando el mentón (Figura 1-5). Con esta maniobra se elevarán la mandíbula inferior y la lengua, la cual se desplazará hacia delante, desobstruyendo la vía aérea.

Luego de evaluar la vía aérea (A del CAB), debemos seguir con la evaluación de la ventilación o respiración (B del CAB), como se especificará en el capítulo 2: “Signos vitales”.

No hay que olvidar que las víctimas de todo tipo de accidentes a veces tienen lesiones que no son evidentes, por lo que una observación y palpación cuidadosa de las extremidades puede ser de extrema utilidad. Se debe estar atento a manchas de sangre en la ropa, expresiones de dolor y pérdida de sensibilidad o de movimientos corporales en la víctima.

Figura 1-3

Figura 1-4

Figura 1-5

Es muy importante considerar que las víctimas de golpes en la cabeza pueden haber sufrido lesiones cerebrales o de cuello de extrema gravedad, debiendo limitarse al máximo su movilización, ya que los movimientos inapropiados o bruscos pueden ser responsables de lesiones en cerebro y médula espinal, pudiendo causar una parálisis permanente de las extremidades conocida como paraplejia.

Finalmente, debemos intentar que la víctima esté abrigada y lo más cómoda posible, manteniendo la calma y el diálogo con ella. Al final de cuentas, esto último será una de las principales ayudas que prestaremos como primeros auxilios.

Segundo paso de la cadena de rescate: llamada de emergencia

La llamada de emergencia es probablemente una de las medidas más importantes que el rescatista debe realizar en los primeros auxilios y es su responsabilidad que esta se lleve a cabo de manera oportuna. Primero se debe conseguir toda la información necesaria para realizar la llamada, preguntando ¿qué y cómo ocurrió?, ¿dónde fue el accidente?, ¿cuántos accidentados hay?, ¿cuál es el estado de los accidentados?, entre otras. Luego de obtener esta información hay que comunicarse con una entidad conocida, como sistema de ambulancias, bomberos o carabineros, llamando a los teléfonos 131, 132 o 133, respectivamente. En el caso de que haya más personas presentes, se debe encargar dirigidamente a alguien que realice la llamada de emergencia, mientras el rescatista se ocupa de brindar los primeros auxilios y manejar la situación.

El momento en que se debe realizar la llamada de emergencia depende de la situación, pero en general se debe hacer lo antes posible, siempre y cuando se tenga la información necesaria del incidente y antes de empezar con las maniobras de primeros auxilios, a menos que se le encargue la llamada a algún testigo del hecho.

Tercer paso de la cadena de rescate: primeros auxilios

Los primeros auxilios referentes a cada situación de emergencia en específico serán detallados en capítulos aparte.

La Figura 1-6 muestra un esquema que resume los pasos a seguir en la cadena de rescate.

Figura 1-6 · Pasos a seguir en la cadena de rescate

Conclusiones

Uno de los temas de mayor importancia en relación a los primeros auxilios es el manejo inicial de cualquier emergencia. La cadena de rescate es una forma sistemática de enfrentarse a todas estas situaciones potencialmente graves o mortales. Inicialmente, se debe evaluar la situación, descartando o confirmando un paro cardiorrespiratorio, el cual requerirá de un manejo inmediato y específico. El resto de las medidas básicas consisten en evaluar la vía aérea, la respiración, movilización de la víctima, posicionamiento de lado, entre otras. La llamada de emergencia es un eslabón fundamental en la cadena de rescate y debe realizarse lo antes posible. Una vez realizado lo anterior hay que comenzar con los primeros auxilios específicos para cada situación de emergencia.

Referencias

1. Guyton AC, Hall JE. Textbook of medical physiology. 11th ed. Filadelfia: Elsevier Saunders; 2006.

2. Berg RA, Hemphill R, Abella BS, Aufderheide TP, Cave DM, Hazinski MF et al. Part 5: adult basic life support: 2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation. [Review]. 2010 Nov 2; 122 (18 Suppl 3): S685-705.

3. Neumar RW, Otto CW, Link MS, Kronick SL, Shuster M, Callaway CW et al. Part 8: adult advanced cardiovascular life support: 2010 American Heart Association Guidelines for Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care. Circulation. [Review]. 2010 Nov 2; 122 (18 Suppl 3): S729-767.

4. Krohmer JR, Webb M, Bond MR, Beale P, American College of Emergency Physicians., St. John Ambulance Association et al. First aid manual. Nueva York, N.Y.: Dorling Kindersley; 2001.