Desde niño, la Bolsa, como la conocía por aquel entonces, captó mi atención. Películas como Entre pillos anda el juego (Trading Places, John Landis, 1983), en la que se veía a mucha gente en una sala gritando: “¡Comprooo!” y “¡Vendooo!”, y las personas que intentaban pronosticar cuál iba a ser el precio futuro de una acción o, en el caso de la película ya mencionada, del jugo de naranja congelado, alimentaron mi curiosidad. Era consciente de que algún día buscaría una respuesta a esos gráficos incomprensibles que aparecían en la sección de economía de los periódicos. Cierta mañana, cuando ya era veinteañero, me encontraba viendo unos gráficos del euro dólar generados por una plataforma de trading. Mi padre los vio y me dijo: “Parece un fractal”. Ese fue el punto de partida de mis investigaciones para dar respuesta a esa curiosidad que había surgido cuando era un niño.
Si buscamos un punto de inicio, seguramente tengamos que remitirnos a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando un hombre llamado Charles Dow colocó la primera piedra de lo que hoy conocemos como análisis técnico. Sus editoriales del Wall Street Journal conformaron la que más tarde se llamó teoría de Dow. Esta ha sobrevivido a la dura prueba del paso del tiempo, y los estudiosos de los mercados financieros siguen reconociendo sus ideas.
Pero hubo que esperar hasta 1934 para que Ralph Nelson Elliott comenzara a resumir sus observaciones sobre el mercado, que fueron publicadas entre 1938 (El principio de las ondas) y 1946 (La ley de la Naturaleza). Elliott era un ferviente seguidor de la teoría de Dow, que buscó complementar con sus observaciones. Pero no sabía que fue el primero en definir el comportamiento fractal de los mercados, mediante un modelo repetitivo a diferentes escalas temporales, que en la actualidad conocemos como autosimilitud.
Elliott falleció en 1949. A. Hamilton Bolton tomó el testigo de su trabajo con el “Suplemento de las ondas” que formaba parte del Bank Credit Analyst. Le siguieron A. J. Frost y Robert Prechter.
El término “fractal” no se acuñó hasta 1975. Un valiente y revolucionario matemático llamado Benoit Mandelbrot dio este nombre a las formas geométricas que pueden fraccionarse en partes menores, cada una de las cuales evoca la totalidad. De ese modo surgió una nueva rama matemática, capaz de estudiar todo aquello que escapa de la geometría euclidiana y de la normalidad manifiesta en la campana de Gauss. Estos casos abundan en la naturaleza. Los mercados financieros son uno de ellos. Se trata de un organismo natural y altamente complejo. Todos los intentos de comprender su comportamiento a la luz de las leyes de la normalidad han fracasado, lo que ha puesto en tela de juicio la teoría económica moderna.
Esta nueva corriente me ha influido de manera profunda, y es la que ha motivado mi estudio del mercado hacia una reformulación del principio de las ondas de Elliott, que llamo “el nuevo fractal de las ondas de Elliott”. Esta responde acertadamente a su comportamiento, y elimina la subjetividad existente en el principio tal como fue formulado en los años treinta.
La forma de ver y estudiar los mercados financieros ha cambiado vertiginosamente en tan solo un siglo. Esto se debe, en gran parte, al avance tecnológico y la forma de acceder a la información. El mercado retail de inversiones financieras ha inundado Internet con la aparición de un sinnúmero de brokers que ofrecen la posibilidad de operar en el mercado a tiempo real y con capitales bajos gracias al apalancamiento, abriéndose a un perfil de cliente que se encontraba aislado. Se ha creado un autentico nuevo mundo, en el que el 95% de quienes van a su conquista fracasan.
Esta obra es el resultado de años de investigación del comportamiento del mercado, se basa en el concepto de fractales y se apoya en el uso y la correcta lectura de una serie de indicadores técnicos, que nos dan indicios de la persistencia de la tendencia. Un seguimiento adecuado de los movimientos del mercado, junto con una correcta política de manejo de capital, permitirá controlar el riesgo y maximizar la rentabilidad del capital.
El lector encontrará en estas páginas los conocimientos y herramientas necesarios que, junto con una práctica continuada, le permitirán situarse en ese 5% de privilegiados que lograron conquistar este complejo nuevo mundo.