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El discurso que lo desencadenó todo

Una noche de la Convención Nacional del Partido Demócrata de 2004 Barack Obama subió al estrado y electrizó a América con su discurso de apertura. Ampliamente aclamado por inspirador y elocuente, ofrece una foto instantánea de las excelentes prácticas de comunicación que Obama emplea cuando aprovecha la fuerza de hablar con un propósito y una visión. A través de sus palabras, aprendemos cómo la forma y el fondo pueden trabajar en paralelo para aumentar la efectividad y el impacto de la comunicación.

En este capítulo se transcribe íntegro el discurso de apertura o keynote addressi de 2004. Las palabras de Obama puestas por escrito son comentadas con referencias a algunas de las técnicas gestuales, de tono y de ritmo de voz que empleó en el discurso que hizo dar un paso de gigante a su carrera política. Examinemos lo que hizo del discurso de 2004 un éxito tan grande.

Discurso de apertura de la Convención Nacional del Partido Demócrata de 2004, 27 de julio de 2004

En los minutos previos a que Barack Obama suba al estrado, el senador por Illinois Dick Durbin elogia con entusiasmo a Obama frente a la audiencia de Boston y a millones de telespectadores. Se refiere a Barack Obama como un hombre cuya «vida festeja la oportunidad de América [...] cuya familia refleja la esperanza de una nación acogedora [...] cuyos valores reaniman nuestra fe en una nueva generación...». Elogia a Obama por poseer «el don extraordinario de reunir a gente de todos los estratos sociales».

Barack Obama camina hacia el estrado con un andar enérgico, seguro y resuelto. Al momento, establece contacto visual con las personas del público y aplaude con ellas: las primeras señales de conexión. Extiende su brazo hacia la audiencia con la palma de la mano abierta y luego saluda a Dick Durbin con un fuerte abrazo que simboliza el profundo respeto existente entre dos grandes amigos. Con los aplausos aún resonando, Obama se dirige al atril con paso firme y los hombros rectos y erguidos. Toca el atril con ambas manos, con ademán de poseerlo, un gesto de seguridad y autoridad. Con la barbilla elevada, hace una ligera reverencia al público, en señal de reconocimiento y gratitud. Mientras los aplausos continúan, Obama apoya con cuidado las manos sobre el atril y esboza una modesta sonrisa, y parece que adquiere fuerza gracias al entusiasmo de la multitud.

Cuando los aplausos amainan, Obama da las gracias al senador Durbin. Hace una inspiración y su voz de barítono resuena cuando empieza a pronunciar el discurso de apertura de la Convención Nacional del Partido Demócrata de 2004:

En nombre del gran estado de Illinois, [la multitud aplaude y los ojos de Obama brillan de orgullo al pronunciar el nombre de su estado], encrucijada de una nación [pausa], tierra de Lincoln, permitidme expresar mi más profunda gratitud por el honor de dirigirme a esta convención. [Extiende ambas manos abiertas hacia el público para expresar su gratitud.]

Esta noche supone un honor especial para mí porque, admitámoslo, mi presencia en este escenario es bastante inverosímil. [Obama coloca la mano sobre el corazón. Su entonación recalca la ironía de la ocasión.] Mi padre fue un estudiante extranjero, nacido y educado en un pequeño pueblo de Kenia. Creció cuidando cabras, fue a la escuela en una choza con techo de chapa. Su padre, mi abuelo, fue cocinero, un empleado doméstico de los británicos. [Junta los dedos de su mano derecha para subrayar lo que dice.]

Pero mi abuelo tenía sueños más ambiciosos para su hijo. [Obama extiende las palmas de la mano hacia arriba, como si quisiera medir la magnitud de los sueños.] Con mucho esfuerzo y perseverancia mi padre obtuvo una beca para estudiar en un lugar mágico: América [las palabras en cursiva indican énfasis], que brilló como faro de libertad y oportunidades para tantas personas que llegaron antes que él. [La inflexión de su voz transmite orgullo patriótico y promueve aplausos.]

Mientras estudiaba aquí, mi padre conoció a mi madre. Ella había nacido en una ciudad de la otra punta del mundo, en Kansas. [Obama gesticula con la mano en una dirección, para indicar una gran lejanía. Dirige una brillante sonrisa hacia la parte de la audiencia que vitorea cuando oye la palabra «Kansas» y los saluda con gesto afectuoso.] Su padre trabajó en las plataformas petrolíferas y granjas durante buena parte de la Depresión. El día después del ataque a Pearl Harbor mi abuelo se alistó y se unió al ejército de Patton que recorrió toda Europa. En casa, mi abuela se encargó de criar a una niña pequeña y [énfasis] y trabajó en una cadena de montaje de bombarderos. Después de la guerra, estudiaron gracias a la Ley del Soldado, compraron una casa a través de la Dirección Federal de la Vivienda (Federal Housing Administration, FHA), y más tarde se trasladaron al oeste, hasta Hawai, en busca de oportunidades.

Y también ellos tenían grandes sueños para su hija, un sueño común nacido de dos continentes. Mis padres no sólo compartían un amor inverosímil; compartían también una fe inquebrantable en las posibilidades que ofrece este país. [Obama pronuncia las palabras con orgullo y reverencia; la mano extendida hacia el público, para la admiración compartida de todo lo que Estados Unidos tiene que ofrecer.]

Me pusieron un nombre africano, Barack o «bendecido» [se lleva la mano al corazón], convencidos de que en una América tolerante [énfasis, junta los dedos de la mano derecha] el nombre no sería una barrera para triunfar. [Aplausos.] Aunque no eran ricos, imaginaron que iría a las mejores escuelas del país, porque en una América generosa no hay que ser rico [alza la palma de la mano hacia la multitud haciendo la señal de alto, como si quisiera desechar la idea de que la riqueza es precursora del éxito] para desarrollar tu potencial. [Aplausos.] Los dos han fallecido ya, pero sé que esta noche me están contemplando muy orgullosos.

Hoy estoy aquí, agradecido a la diversidad de mi herencia, consciente de que los sueños de mis padres viven en mis dos queridísimas hijas. [Su tono suena sincero.] Estoy aquí, sabiendo que mi historia es parte de la historia más grande de América [alarga una mano hacia la audiencia, como recurriendo a ella], que estoy en deuda con todos aquellos que me han precedido y que en ningún otro país de la Tierra es posible mi historia. [Junta los dedos cuando pronuncia esas palabras, con la voz henchida de orgullo. Hace una pausa cuando una parte de la audiencia estalla en una ovación.]

Esta noche nos reunimos aquí para afirmar la grandeza de nuestra nación, que no se debe a la altura de nuestros rascacielos, el poder de nuestro ejército, o la importancia de nuestra economía. Nuestro orgullo se basa en una premisa muy sencilla, resumida en una declaración efectuada hace más de doscientos años, «Sostenemos como evidentes estas verdades, [aumenta ligeramente el volumen de su voz, pronunciando con detenimiento estas palabras patrióticas y ahueca los dedos de la mano derecha en forma de C, moviéndolos frente a él como si colocara las palabras en el aire] que todos los hombres han sido creados iguales, [aplausos], que han sido dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad».

Éste [énfasis] es el verdadero genio de América, [aplausos], una fe en sueños sencillos, una insistencia en pequeños milagros. Que podamos arropar a nuestros hijos por la noche y saber que están alimentados, vestidos y a salvo de cualquier daño. Que podamos decir lo que pensamos, escribir lo que pensamos, sin oír que de repente llaman a la puerta. [Obama golpea el puño cerrado de la mano contra una puerta imaginaria.] Que podamos tener una idea y poner en marcha nuestro propio negocio sin necesidad de pagar un soborno. Que podamos participar en el proceso político sin miedo al castigo, y que nuestros votos sean tenidos en cuenta, por lo menos la mayoría de las veces. [Su tono de voz cae a plomo y es desaprobatorio al hacer una referencia irónica a los resultados de las disputadas elecciones presidenciales de 2000. La audiencia reacciona con abucheos, compartiendo su desaprobación.]

Este año, en estas elecciones, estamos llamados a reafirmar nuestros valores y nuestros compromisos, a mantenerlos frente a una dura realidad y ver si estamos a la altura del legado de nuestros antepasados y de la promesa de generaciones futuras. Y, conciudadanos—demócratas, republicanos, independientes—yo os digo esta noche: tenemos más trabajo que hacer. [Obama resalta las palabras; su tono de voz emite esta declaración como un reto. Más aplausos.] Más que hacer por los trabajadores que he conocido en Gatesburg, Illinois, que están perdiendo sus puestos de trabajo en la fábrica de Maytag que se está trasladando a México, y que ahora tienen que competir con sus propios hijos por empleos que se pagan a siete dólares la hora [su tono de voz es de desaprobación]; más que hacer por el padre que conocí. Había perdido su empleo y contenía las lágrimas, preguntándose cómo podría pagar los 4.500 dólares mensuales en medicamentos que eran necesarios para su hijo sin las prestaciones sanitarias con las que contaba. [Su tono de voz transmite una gran empatía.] Más que hacer por la joven de Saint Louis, y los miles como ella, que tiene la capacidad, tiene el empuje y tiene la voluntad [pone énfasis en las palabras y sus breves pausas añaden fuerza al discurso], pero no disponen de dinero para ir a la universidad.

No me interpretéis mal. Las personas que he conocido en pequeños pueblos y grandes ciudades, en cafeterías y oficinas, no esperan que el gobierno resuelva todos sus problemas. Saben que tienen que esforzarse mucho para salir adelante, y están dispuestos a hacerlo. [Obama recalca las palabras mientras junta los dedos para realzar aún más lo que dice.] Id a las comarcas que rodean Chicago, y la gente os dirá que no quiere que ningún organismo asistencial ni el Pentágono [el aumento de volumen cuando pronuncia estas tres últimas palabras es una referencia negativa a la guerra de Irak, provocando la reacción de la audiencia] malgaste el dinero de sus impuestos. Id a un barrio marginado de cualquier ciudad y la gente os dirá que el gobierno, por sí solo, no puede hacer que los niños aprendan. Saben que los padres tienen que enseñar, que los niños no pueden progresar si no elevamos sus expectativas [gesticula hacia arriba como si estuviera levantando un listón] y apagamos el televisor y erradicamos la calumnia que dice que un joven negro con un libro es alguien que está representando el papel de un blanco. [Sacude su dedo índice como si regañara a alguien por creer esto.] Saben todo esto. [Aplausos entusiastas.] La gente no espera que el gobierno resuelva todos sus problemas. [Alza verticalmente la palma de la mano hacia la audiencia, como si quisiera desechar dicha idea.] Pero perciben, en lo más profundo de su ser [levanta el puño abierto y golpea en el aire], que con sólo un ligero cambio de prioridades [mueve los dedos de su mano derecha como si estuviera girando ligeramente un botón de mando para hacer un ajuste] podríamos garantizar que todos los niños americanos tuvieran una buena base para iniciar su vida y que las puertas de las oportunidades quedasen abiertas para todos. Saben [junta los dedos, remarcando el énfasis que pone en sus palabras] que podemos hacerlo mejor [una breve pausa], y desean esta opción.

En estas elecciones, [Obama alza el dedo índice en el aire como si fuera un bastón] ofrecemos esa alternativa. Nuestro partido ha escogido para liderarnos a un hombre que encarna lo mejor que tiene que ofrecer este país. [Resuena el orgullo en su tono de voz.] Y ese hombre es John Kerry. [Su tono de voz es firme y resuelto. Aplausos.] John Kerry sabe cuáles son los ideales de comunidad, fe y servicio, porque ellos han definido su vida. [Junta los dedos para dar fuerza a cada una de las palabras.] Desde su heroica participación en Vietnam hasta sus años como fiscal y vicegobernador, pasando por dos décadas en el Senado de Estados Unidos, se ha entregado a este país. [Vuelve ambas palmas de las manos hacia arriba, como si ofreciera un presente, para subrayar la descripción de la dedicación y servicio de Kerry.] Una y otra vez, le hemos visto tomar decisiones difíciles cuando tenía otras más fáciles a su disposición. Sus valores y su trayectoria afirman lo que hay de mejor en nosotros. [Varía su tono de voz y aumenta el volumen.]

John Kerry cree en una América en la que se recompensa el esfuerzo. Así que en lugar de ofrecer deducciones fiscales a compañías que trasladan puestos de trabajo al extranjero [Obama mueve la mano hacia la derecha con desdén], las ofrece a compañías que los crean aquí. [Mueve ambas manos a la izquierda como si moviera un objeto a su verdadero lugar, para indicar cuanto más daría Kerry a la alternativa de mantener puestos de trabajo en Estados Unidos. Aplausos.]

John Kerry cree en una América donde todos [énfasis] los americanos puedan disfrutar de la misma cobertura sanitaria que nuestros políticos de Washington tienen para ellos. [Aplausos.] John Kerry cree en la independencia energética, para no ser rehenes de los beneficios de las compañías petrolíferas [Obama mueve la mano haciendo la señal de alto] ni de los sabotajes de pozos de petróleo extranjeros. [Aplausos.] John Kerry cree en las libertades constitucionales que han hecho de nuestro país la envidia del mundo, y nunca sacrificará nuestras libertades básicas ni utilizará la fe como cuña para dividirnos. [Pausa para los aplausos.] Y John Kerry cree que, en un mundo peligroso, la guerra debe ser a veces una alternativa [apunta al aire con su dedo índice, para dar a entender la importancia de lo que dice], pero nunca debería ser la primera [énfasis] opción. [Aplausos.]

Hace algún tiempo conocí a un joven llamado Shamus en un local de veteranos de guerras en el extranjero de East Moline, Illinois. Era bien parecido, medía metro noventa aproximadamente, ojos claros y sonrisa fácil [la textura del tono de Obama es melancólica y transmite admiración]. Me contó que se había alistado en los marines y que partía para Irak la semana siguiente. Mientras le escuchaba explicar el motivo de su alistamiento, la fe absoluta que tenía en nuestro país y en sus dirigentes, su entrega al deber y servicio, pensé si ese joven no era sino todo lo que cualquiera de nosotros podría esperar de un hijo [pronuncia las palabras con tono afectuoso]. Pero luego me pregunté si estábamos sirviendo a Shamus tan bien como él nos estaba sirviendo a nosotros. Pensé en los más de 900 hombres y mujeres, hijos e hijas, maridos y esposas, amigos y vecinos que no volverían a sus lugares de residencia. Pensé en las familias que había conocido que luchaban por salir adelante sin los ingresos completos de uno de sus miembros, o en las familias cuyos seres queridos habían vuelto a casa mutilados o con los nervios destrozados y que, a pesar de ello, carecían de las prestaciones de asistencia sanitaria continuada porque eran reservistas. [Hay un tono de desaprobación en su voz. Aplausos.] Cuando enviamos a nuestros jóvenes al peligro, tenemos la solemne obligación [descansa la palma de la mano sobre su corazón] de no escatimar el dinero [eleva su mano haciendo la señal de alto] ni de atenuar la verdad acerca de la razón de su partida, de cuidar de sus familias mientras estén fuera [señala con el dedo índice, haciendo hincapié en la importancia de lo que dice], de atender a los soldados tras su regreso y de no ir nunca [pausa] jamás [aumenta mucho el volumen de su voz] a la guerra sin las suficientes tropas para poder ganarla, asegurar la paz y ganarse el respeto del mundo. [Recalca cada una de las palabras hasta llegar a un punto culminante. El público estalla en una ovación.]

Quiero ser claro. [Obama mueve su dedo índice por el aire.] Tenemos enemigos reales en todo el mundo. A esos enemigos hay que encontrarlos. [Junta los dedos. Una breve pausa imprime seriedad a las palabras.] Hay que perseguirlos [el gesto de su mano subraya la importancia de «perseguirlos»] y hay que derrotarlos. [Junta los dedos al pronunciar estas palabras, remarcando su importancia.] John Kerry lo sabe. Y del mismo modo que el teniente [énfasis] Kerry no dudó en arriesgar su vida para proteger a los hombres que servían con él en Vietnam, el presidente [énfasis] Kerry no dudará un solo instante [énfasis] en usar nuestra potencia militar para que América siga siendo un lugar seguro. John Kerry cree [énfasis] en América. Y sabe que no basta con que algunos de nosotros prosperemos. [Mueve su dedo índice por el aire.] Porque junto a nuestro famoso individualismo hay otro ingrediente en la epopeya americana. [Su tono de voz transmite un desafío más allá de las palabras.]

Una creencia a la que todos estamos conectados como un solo pueblo. [Su tono de voz está lleno de añoranza y orgullo patriótico.] Si hay un niño en el South Side de Chicago que no sabe leer, eso me importa [pone la mano sobre el pecho, subrayando la sinceridad de sus palabras], aunque no sea mi hijo. [Obama pronuncia las palabras con sinceridad y provoca los aplausos.] Si en alguna parte hay un anciano que no puede pagar los medicamentos que le han recetado y tiene que elegir entre los medicamentos y el alquiler, eso empobrece mi vida, aunque no sea mi abuelo. [Pone la mano tiernamente sobre el corazón y provoca más aplausos.] Si hay una familia de origen árabe que es detenida y no recibe la asistencia de un abogado ni el debido proceso [aumenta el volumen de su voz], eso amenaza mis [énfasis] libertades civiles. [Golpea suavemente el puño cerrado sobre su pecho, provocando una gran ovación de la audiencia. Hace una pausa mientras suenan los plausos.] Es esa creencia fundamental—soy el guardián de mi hermano [aumenta aún más el volumen, y su voz tiene un tono de justicia moral mientras mueve enérgicamente la mano en el aire], soy el guardián de mi hermana [vuelve a mover la mano enérgicamente en el aire, estableciendo contacto visual con la otra parte de la audiencia]—la que hace funcionar este país. [Aplausos.] Es la que nos permite ir en pos de nuestros sueños individuales y, sin embargo, estar unidos como una sola familia americana [su tono de voz se hace cada vez más reflexivo]. «E pluribus unum.» [Pronuncia con detenimiento cada palabra, ahueca los dedos de la mano derecha formando una C y los mueve como si colocara las palabras en el aire para que las vea la audiencia y hace una pausa efectista.] De muchos, uno. [Baja el tono de voz para poner énfasis en la traducción, ahueca los dedos de la mano izquierda formando una C y los mueve de nuevo como si colocara las palabras en el aire.]

Ahora mismo, mientras hablamos, se están preparando los que quieren dividirnos, los maestros de la manipulación y los vendedores de publicidad negativa con su política del todo vale. Bien, yo les digo esta noche, que no hay una América liberal [énfasis] y una América conservadora [aumenta el volumen y su tono de voz parece indicar que se burla de estos conceptos]. Hay unos Estados Unidos de América. [Obama pronuncia con detenimiento cada palabra—Es-ta-dos-U-ni-dos-de-A-mé-ri-camoviendo los dedos como si estuviera escribiendo en cursiva. Aplausos.] No hay una América negra [énfasis] y una América blanca [énfasis] y una América latina y una América asiática; hay unos Estados Unidos de América. [De nuevo, pronuncia las palabras con gran cuidado, dándoles un efecto dramático. Aplausos.] A los expertos les gusta diseccionar nuestro país en estados rojos y estados azules. [Su tono de voz expresa burla ante esta actividad.] Estados rojos para los republicanos, estados azules para los demócratas. Pero yo tengo una noticia para ellos, también. [Alza el dedo índice, como si riñera a los expertos.] En los estados azules adoramos a un Dios formidable [subraya las palabras, levantando las manos y aumentando el volumen de su voz, para dar a entender la grandeza de Dios] y en los estados rojos nos disgusta que los agentes federales fisgoneen por las bibliotecas. [Aumenta el ritmo de forma espectacular, subrayando este punto. Aplausos.] En los estados azules entrenamos a los niños para la liga infantil de béisbol y, sí, en los estados rojos tenemos algunos amigos homosexuales. [Aplausos.] Hay patriotas que se opusieron a la guerra de Irak y hay patriotas que apoyaron la guerra de Irak. Somos un solo [énfasis] pueblo, todos nosotros [énfasis] prometemos lealtad a la bandera de barras y estrellas, todos nosotros [énfasis] defendemos [pausa] Estados Unidos de América. [Taladra las palabrasEs-ta-dos-U-ni-dos-de-A-mé-ri-ca—garabateándolas con sus dedos en el aire como si escribiera en cursiva. Aplausos. La audiencia, electrizada, empieza a corear «¡Obama!» «¡Obama!».]

En el fondo, de eso tratan estas elecciones. ¿Participamos en una política del cinismo, [su tono de voz cae a plomo, indicando desaprobación] o participamos en una política de esperanza? [Obama alza su tono de voz, que suena optimista y esperanzado. La multitud dice a voz en grito, «¡Esperanza!» como si participara en un ejercicio de «llamada y respuesta».] John Kerry nos hace un llamamiento a la esperanza. John Edwards nos hace un llamamiento a la esperanza. No hablo aquí de un optimismo ciego, la ignorancia casi premeditada que cree que el desempleo desaparecerá sólo con no pensar en él o que la crisis de la asistencia sanitaria se resolverá por sí misma sólo con ignorarla. No es eso de lo que estoy hablando. Estoy hablando de algo más importante. [Énfasis.] De la esperanza [énfasis] de los esclavos sentados alrededor del fuego cantando canciones de libertad; de la esperanza [énfasis] de unos emigrantes partiendo hacia costas remotas; de la esperanza [énfasis] de un joven teniente de navío patrullando valerosamente por el delta del Mekong; de la esperanza [énfasis] del hijo del obrero de una fábrica que se atreve a desafiar la adversidad; de la esperanza [énfasis] de un muchacho flaco [énfasis] con un nombre gracioso [golpea la palma de la mano contra el pecho, para indicar que está hablando de sí mismo] que cree que América tiene también un lugar para él. [Extiende las palmas de la mano abiertas hacia el público. La audiencia se desenfrena con la adulación; los aplausos se prolongan tanto que Obama añade dos frases mientras los vítores continúan.] La esperanza [énfasis] frente a las dificultades. [Sus palabras en un tono alto dan a entender su aprobación a la reacción del público presente.] La esperanza frente a la incertidumbre. [Mantiene elevado el volumen de su voz.] ¡La audacia de la esperanza! [Su volumen de voz se eleva].

En el fondo, ése es el mayor don que nos ha dado Dios, la base [énfasis] de esta nación; una creencia [énfasis] en cosas no vistas; una creencia [énfasis] en que hay mejores días por delante. [La pasión resuena en la voz de Obama.] Yo creo [énfasis] que podemos ayudar a nuestra clase media y proporcionar a nuestras familias trabajadoras un camino hacia las oportunidades. Yo creo [énfasis] que podemos ofrecer empleos a los desempleados, casas a los sin casa y rescatar de la violencia y la desesperación a jóvenes de las ciudades de toda América. Yo creo [énfasis] que tenemos a popa un viento de rectitud y que, puesto que nos encontramos en la encrucijada de la historia, podemos tomar las decisiones correctas, y superar los retos que tenemos ante nosotros. ¡América! [énfasis.] ¡Esta noche! [La intensidad de su tono de voz, que va aumentando gradualmente, suena como un desafío.]

Si vosotros sentís la misma energía [énfasis] que yo, si sentís la misma urgencia [énfasis] que yo, si sentís la misma pasión [énfasis] que yo, si sentís la misma esperanza [énfasis] que yo, si hacemos lo que debemos hacer, entonces no tengo ninguna duda de que a lo largo de todo el país, desde Florida hasta Oregón [agita enérgicamente una mano en el aire], desde Washington hasta Maine [agita enérgicamente de nuevo una mano en el aire, la inflexión de su voz sube y baja para transmitir la amplitud geográfica, de costa a costa] la gente se alzará en noviembre y John Kerry jurará su cargo de presidente y John Edwards jurará su cargo de vicepresidente y este país rescatará su promesa y de esta prolongada oscuridad política nacerá un día más brillante.

Muchas gracias a todos. [Extiende su brazo hacia arriba en señal de despedida.] Dios os bendiga. [La vigorizada audiencia estalla en una ovación unánime y algunas personas corean «¡Obama! ¡Obama!».] [Énfasis incorporados.]

En este discurso de apertura de 2004, observamos la presencia de muchas de las destacadas prácticas de comunicación que han contribuido a hacer de Barack Obama uno de los oradores más convincentes de nuestra época. Los elogios de la gente y los medios de comunicación al discurso de apertura de Obama fueron inmediatos. «Uno de los mejores discursos que hemos oído en muchos, muchos años [...]. Es una persona con un gran futuro», declaró Wolf Blitzer. «Es bueno como él solo [...]. Éste es un hombre que habla no sólo para la base del Partido Demócrata sino para todo el país [...]. Fue genial», comentó el analista político Jeff Greenfield. Durante los días siguientes, la prensa siguió elogiando el discurso como obra maestra de la oratoria. Muchas de las sobresalientes técnicas de comunicación que Obama empleó durante el discurso de apertura merecen ser subrayadas aquí.

Uso eficaz de la voz y el lenguaje corporal

Cuando pronunció el discurso de apertura de 2004, Barack Obama demostró un uso excelente del lenguaje corporal. Su modo de andar seguro, los hombros erguidos y rectos, y una postura de autoridad, llegaron a la audiencia, marcaron la pauta, y abrieron un diálogo positivo con el público asistente. En resumen, Obama creó una primera impresión muy potente. La profundidad de su timbre de voz, su activo natural, acrecentó esta impresión positiva. El modo en que controló su voz—amplificándola cuando era apropiado, subiéndola media octava cuando era necesario, o dejándola caer a plomo para denotar desaprobación—daba fuerza a sus palabras y ayudaba a destacar los temas clave. La variación de la textura emocional de su tono de voz—nostálgico a veces, afectuoso otras, e indignado cuando era apropiado—dio también gran profundidad a sus palabras.

Los ademanes de Obama fueron igualmente eficaces: llamar a una puerta imaginaria con el puño cerrado, juntar los dedos, colocar palabras imaginarias en el aire, mantener la palma de la mano en señal de alto. Todos ellos se combinaron para aclarar y subrayar los puntos del discurso. Igualmente, la colocación de la mano sobre el corazón en momentos clave transmitía la sinceridad de sus palabras. Obama dio la impresión de ser auténtico. Sus gestos sirvieron de magistrales elementos de transmisión.

Establecer un terreno común

En el discurso de apertura, vimos también que Barack Obama se ocupó del «elefante en la sala o realidad ignorada», sus nada convencionales antecedentes, que él hábilmente describió como la quintaesencia de la historia de la emigración americana, el trabajo duro y el sueño americano. Obama intercaló referencias a su familia y a Pearl Harbor, al ejército de Patton, a una cadena de montaje de bombarderos americanos, a la Ley del Soldado, y la financiación de hipotecas por la Dirección Federal de la Vivienda, conectándose así con típicas experiencias de la historia de América. La mención de estas características distintivas americanas se convirtió en su credencial para afirmar que, a pesar de su nombre «exótico», él era como todos los demás americanos. Obama se colocó directamente dentro de la evolución de la historia, mostrando que tenía los mismos sueños que la mayoría de americanos.

Las palabras elegidas por Obama contribuyeron también a establecer un terreno común. América generosa. Faro de libertades y oportunidades. Fe en las posibilidades de este país. Este lenguaje tuvo eco en la audiencia e introdujo un sentimiento patriótico. De forma magistral, Obama intercaló también referencias a versículos bíblicos. Creencia en cosas no vistas. Soy el guardián de mi hermano. Soy el guardián de mi hermana. Alababa estas referencias como la «pura verdad». Las palabras y los principios de la Biblia llegaron a todos, por encima de divisiones de raza, clase social y partido político, ayudándole a conectar con la audiencia. Al mismo tiempo, Obama demostró su talento cuando pasó sin esfuerzo de comentar verdades bíblicas y conectarlas con América, a identificar estas verdades con lo que él cree, creando la sensación de un continuo sólido. Con dichas técnicas, Obama derribó barreras y creó vínculos de forma efectiva.

Hablar de lo que interesa a la audiencia: ganarse los corazones y las mentes de la gente

Obama demostró su capacidad para introducirse en el estado de ánimo general del grupo, fortaleciendo el impacto de sus palabras a través de los detalles y de la personalización del mensaje. Cuando hablaba del sentimiento general de muchos americanos que estaban cansados del viejo estilo de politiqueo, dijo, «No hay una América liberal y una América conservadora. Hay unos Estados Unidos de América». Como John F. Kennedy, Obama estableció una conexión significativa con el público.

Cuando Obama dio ejemplos concretos de americanos que se enfrentaban a los desafíos—como un padre que había perdido su empleo y necesitaba pagar los medicamentos de su hijo—estableció una conexión con la audiencia, demostrando que conocía a fondo las preocupaciones del americano medio y que podía identificarse con estos retos. Igualmente, cuando personalizó su mensaje, explicando su profunda convicción de que se debía ayudar a la clase media y a las familias trabajadoras, se ganó al público hablándoles directamente, casi íntimamente, y demostrando que las preocupaciones de la audiencia eran también las suyas.

Transmitir la visión a través de la personalización y de palabras que tengan eco

En su discurso de apertura, Obama empleó una amplia gama de técnicas para transmitir su visión. Lenguaje gráfico, palabras simbólicas e ideas personalizadas estaban entre sus herramientas. Su lenguaje pintaba imágenes en las mentes de los oyentes: Descomponer nuestro país en partes... Somos un único pueblo, todos nosotros jurando lealtad a la bandera de barras y estrellas. Unió la noción de esperanza a las experiencias de esclavos e inmigrantes y personalizó el tema de la guerra de Irak a través de referencias a un soldado concreto—Shamus—cuya «sonrisa fácil» pudimos visualizar al instante. Todas ellas proporcionaron una comunicación rica y e diversas capas que transmitió las ideas y la visión de forma excelente.

Aclarar y subrayar el mensaje

Obama utilizó también una gama eficaz de técnicas retóricas cuando aclaraba y subrayaba los puntos básicos de su mensaje. La repetición fue una de las principales herramientas empleadas. Sus referencias reiteradas a la esperanza, con frases cuidadosamente elaboradas, subrayaban el tema. Igualmente, manifestar cinco veces en seis frases que «John Kerry cree» reforzaba la imagen que Obama quería remarcar. El uso habilidoso de la repetición por parte de Obama focalizó la atención en temas clave y los hizo más recordables.

Excelentes técnicas de persuasión

A lo largo del discurso de apertura de 2004 observamos también la presencia de una de las prácticas de persuasión que son características de Obama: el uso de la yuxtaposición para comparar y contrastar. Por ejemplo, la yuxtaposición le ayudó a concretar la importancia de los principios fundadores del país:

Esta noche nos reunimos aquí para afirmar la grandeza de nuestra nación, que no se debe a la altura de nuestros rascacielos, el poder de nuestro ejército, o la importancia de nuestra economía. Nuestro orgullo se basa en una premisa muy sencilla, resumida en una declaración efectuada hace más de doscientos años, «Sostenemos como evidentes estas verdades, que todos los hombres han sido creados iguales, que han sido dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad».

La utilización que hace de la yuxtaposición también le sirvió para concretar el argumento de que los americanos constituyen un solo pueblo y deberían avanzar hacia la unidad: «No hay una América liberal y una América conservadora. Hay unos Estados Unidos de América».

Aumentar gradualmente la intensidad y dejar una intensa última impresión

Por último, poca gente podrá olvidar el extraordinario final del conmovedor discurso de apertura de 2004. Obama varió con habilidad el ritmo de sus palabras, haciendo hincapié en ciertas palabras en momentos clave y amplificando progresivamente su voz mientras aumentaba gradualmente la intensidad. Sabía cómo manejar la oleada de aplausos para que no le hiciera perder ímpetu. Una vez llegó al punto culminante, finalizó el discurso de forma apasionada, lanzando un reto, una llamada a la acción: «¡Esta noche! si sentís la misma energía que yo, si sentís la misma urgencia que yo, si sentís la misma pasión que yo, si sentís la misma esperanza que yo, si hacemos lo que debemos hacer, entonces...».

Este potente final vigorizó aún más a la audiencia, dejando una fuerte última impresión.

Combinadas, estas prácticas de comunicación altamente eficaces permitieron a Obama pronunciar un discurso magistral que aceleró enormemente la trayectoria de su carrera política y le convirtió en una figura política nacional influyente. Ahondemos más en estas prácticas que han hecho de Barack Obama uno de los oradores más eminentes de los últimos tiempos.

i keynote address = discurso de apertura en una convención de partido que perfila los temas que se tratarán en ella.