
¿Soy como soy?
¿O como pienso que soy?
En el capítulo anterior hemos analizado, o más bien descrito, cómo se estructura la personalidad. A los contenidos básicos de esta estructura, es decir, a los elementos activadores que hacen que las partes de la personalidad funcionen de una determinada manera, en términos de A.T. se le denomina Argumento de Vida o Guión de Vida; nosotros nos vamos a quedar con esta última acepción.
E. Berne reemplazó la palabra destino por la noción científica de «Guión de Vida», y la define como: «El programa en marcha desarrollado en la primera infancia bajo influencia parental, que dirige la conducta del individuo en los aspectos más importantes de su vida». El Guión de Vida es el contenido de la personalidad P.A.N. Responde a las preguntas esenciales de la existencia: ¿Quién soy? ¿Qué hago en este mundo? ¿Quiénes son y cómo son los que me rodean? ¿Cómo soy Yo?
¿Qué quiere decir esto? Al igual que cualquier otra especie animal, cada generación de seres humanos desarrolla, dentro de sus «funciones básicas», una muy importante, la que permitirá la perpetuidad de la especie, es decir, concebir y traer a este mundo un nuevo ser, ocupándose también de que éste sea y se comporte de una determinada manera.
Cuando un niño/a viene al mundo, ya ha generado anteriormente a su nacimiento una serie de expectativas; puede darse el caso de que llegue en un momento poco oportuno. Ya son una familia numerosa, las posibilidades económicas son escasas, supondrá un mayor esfuerzo y más horas de trabajo, limitará el tiempo para los hobbies o la diversión de los padres, etcétera.
Puede ser un bebé deseado y generar ilusión en la familia, se puede pensar que él/ella ayudará a papá o mamá, será un ingeniero/a, periodista, camionero, médico, pintor, seguirá el negocio de la familia, etcétera.
Desde el momento de su nacimiento, los niños se encuentran dentro de una situación muy difícil, ya que siempre hay una discrepancia entre las posibilidades de lo que podrían llegar a ser y lo que se les permite lograr. En algunos casos, la discrepancia puede ser enorme; hay niños quienes tan pronto nacen quedan «fichados», se les anula su potencialidad. A otros se les permite una amplia autonomía de desarrollo.
Hace unos años fui a visitar a unos familiares que acababan de ser padres de un niño. Como éstos habían salido a realizar unas gestiones y todavía no habían regresado, nos recibieron los abuelos del recién nacido (los padres del padre del bebé). Allí estaban el abuelo y la abuela con el recién nacido, y mientras conversábamos tenían al niño en sus brazos, alternándose en esta función. «Este niño será médico», dijo la abuela. «No, no –indicó el abuelo– será abogado. ¿No ves la cara de listo que tiene?». Terció la abuela: «¡Qué va, será médico! Tiene las manos de médico, ¿no lo ves?».
El niño sólo tenía dos meses y sus abuelos ya estaban decidiendo su futuro, con la mejor intención ¡por supuesto! y sin contar con él ¡por supuesto! A las expectativas de los abuelos añádale lo que pensarán sus padres; ¿querrán que sea dentista?, ¿o político?, ¿o quizá presidente del país? No sé qué profesión ejercerá de mayor, pero lo cierto es que cada miembro de su familia tiene unas expectativas puestas en él.

¿Será médico?, ¿será abogado?, ¿será vendedor?, ¿será como su padre o como su madre?
O ¿será el azar quien decidirá el futuro del niño/a?
En el entorno familiar del niño, cada persona vive de una forma concreta, llevan consigo unos permisos, unas prohibiciones y unos modelos para vivir de una u otra manera, o (incluso) para no vivir, para desarrollarse o para inhibirse, y no pueden por menos que transmitírselo al niño. Cada miembro de la familia, por tanto, o cada persona que está en el entorno del niño, no va a poder evadirse de la influencia que sus actuaciones tengan sobre él, y el niño va a tomar buena cuenta de todos los mensajes que se le envían.
Este esfuerzo del entorno familiar afectará al niño desde el mismo momento de su nacimiento, ya que el bebé empieza a registrar todos los acontecimientos que se producen en este entorno y que él percibe, a «su» manera. Cada uno de estos acontecimientos produce una emoción, sensación o sentimiento en el bebé, algunos de los cuales quedarán grabados en su memoria y pasarán a ser puntos de referencia para las diferentes situaciones a las que deberá enfrentarse en el futuro.
Al nacer, el bebé ya tiene el cerebro «completo», aunque bien es cierto que no tendrá activados todos los circuitos neuronales. En este inicio, el bebé irá discerniendo los acontecimientos a través de un esquema muy básico: Bueno-Malo, me gusta, no me gusta. Función que se realiza básicamente, en el hipocampo –hipotálamo del cerebro
Lo mismo en el caso de los mensajes positivos, que en el de los negativos, es necesario que las conductas se repitan para que el niño tome nota de ellas y decida qué hacer en cada situación. Si a un niño le decimos en una ocasión «¡Manolito, eres un desastre!», lo más probable es que este mensaje sea olvidado por Manolito. Pero si este calificativo Manolito lo escucha continuamente, lo más probable es que termine por creer que es un «desastre». Ya de mayor, Manolito habrá tomado una decisión: Hacer caso a mamá y papá, con lo cual ya se las apañará para ser un desastre, «no va a llevar la contraria a sus padres». Pero también puede decidir llevar la contraria a sus padres y ser un perfeccionista «de cuidado»: «Ves como yo tenía razón: no soy un desastre». Por supuesto que estos procesos se desarrollan en el área inconsciente de Manolito.
Sólo en el caso de que algunos hechos aislados tengan una gran carga emocional, pueden conseguir que el niño reciba un impacto tan fuerte que le lleve a tomar ya una determinación sobre el acontecimiento vivido. Es el Niño Natural que empieza a ir activando las distintas partes del cerebro y, poco a poco, irá acumulando información que con el tiempo irá contrastando y así se irá estructurando el Adulto y el Padre. En esta fase, el bebé, niño o niña, ante un estímulo o situación determinada irá a buscar a su «archivo» estímulos o situaciones iguales o similares; si los encuentra, actuará (normalmente) en función del resultado que se produjo la vez anterior.
Un Guión, es un plan de vida que contiene lo más significativo que le va a suceder a una persona; es un plan que no está establecido por los dioses, sino que tiene su origen en los comienzos de la vida, en la temprana decisión de una persona joven.
Por eso el nombre de Guión, es como si a los seis–ocho años de edad, nos entregasen el guión para actuar de protagonistas en una película o en una obra de teatro. El Guión de Vida de cada persona es el papel que como fruto de su estructura genética y su educación, va a representar a lo largo de toda su vida
Si tomamos como referencia el cine, vemos que la comparación puede ser: alguien tiene un Guión de Vida de «cuatrero» (en las películas del Oeste, ladrón de caballos); esta persona toda la vida será un cuatrero; si su vida se desenvuelve en un barrio humilde o marginal, posiblemente se dedique a realizar pequeños hurtos; si por el contrario, ha nacido en el seno de una familia «pudiente» de clase alta, posiblemente sea un extorsionador, haga trampas en los negocios, será Don..., ¡pero será un cuatrero! A los dos personajes les será difícil dejar de ser cuatreros.
Sigamos con la referencia cinematográfica y con la película del Oeste. Si alguna persona tuviese el Guión de «sheriff», ¿cómo actuaría a lo largo de su vida? Seguramente como en el ejemplo anterior, si la persona se desenvuelve en un ambiente social más o menos humilde, es muy probable que tenga una profesión donde pueda ejercer funciones de «sheriff», puede ser militar, guardia de tráfico o de seguridad, o director de orquesta, o de un equipo deportivo o cultural de su barrio, etc. Si nuestro personaje se ubica en un status social de «alto standing», puede ser militar de alta graduación, jefe de tráfico o de municipales, alto ejecutivo de una compañía, etc.. En fin, ¡donde pueda mandar mucho!
Si observamos y escuchamos a nuestro alrededor, nos daremos cuenta de la existencia de multitud de Guiones. Cuántas veces oímos: «Es que Fulanito o Fulanita, hay que ver cómo es... ¡bueno, cada cual es como es! Pues sí, es cierto, cada cual es como es, y eso es el Guión de Vida.

Comprender la importancia de este apartado es fundamental para los padres y madres que tienen niños pequeños y también para futuros padres y madres. ¡Es tan difícil y complicado dar una educación acertada al cien por cien! La verdad es que acertar al cien por cien es muy difícil en todo, y desde luego, en la forma de actuar con los hijos. Sí, sí. Esta es una de las más difíciles.
Me gustaría poder facilitarles a todos los padres y madres un «manual práctico» sobre la educación perfecta de los hijos, o bien transmitirles un decálogo muy sencillo que les permitiese poder actuar acertadamente en cada caso; a falta de estas herramientas, les ofrezco algo muy parecido e interesante, y además de forma poética, que es como lo describe Kahlil Gibran en su maravilloso y extraordinario poema dedicado a los padres en relación con la educación de sus hijos.
Si usted que está leyendo este libro es padre o madre léalo con atención, no lo lea solamente una vez; en este bello poema está la esencia de la filosofía de la educación de nuestros hijos.
SOBRE LOS HIJOS
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y, aunque estén contigo, no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas,
porque ellas viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero
no procures hacerlos semejantes a ti, porque
la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas serán lanzados.
Deja que la inclinación en tu mano de arquero
sea para la felicidad.
Kahlil Gibran
El Guión dirige el comportamiento de la persona a partir del fin de la infancia y a lo largo de toda la vida. El Guión es un plan no consciente de vida basado en decisiones tomadas en la infancia ante los mandatos parentales, con el fin de sobrevivir, y que tiene un final decidido que ha sido también determinado en la infancia.
¿Qué pasa cuando un niño escucha muchas veces comentarios como estos?: «Esta vida es un asco» «Para vivir así, no vale la pena» «Fulano se ha muerto, se acabaron sus problemas, ahora descansará en paz». ¿Quiere decir que este niño o niña tendrán un Guión de Muerte? Aunque es lo más probable, no tiene porqué ser así, dependerá de cómo el niño lo interpretó. De ahí la gran dificultad en la educación de los niños. Porque la cuestión no está solamente en lo que yo o el entorno del niño diga o haga, sino que la clave está en la interpretación que se haga de todo ello.
En líneas generales, y esto quiere decir que no es muy científico, lo que suele suceder es que el niño o niña suele tomar decisiones muy a favor o muy en contra, es decir, decide creer en el mensaje a «pies juntillas», o bien, decide todo lo contrario. Es lo que R. Kertész denomina implementación y complementación.
Se da la circunstancia, en algunas familias, de que el padre es un gran aficionado a algún deporte, y sus hijos, o alguno de ellos, es totalmente contrario a dicho deporte o incluso tiene fobia a todos los deportes.
«¡Este hijo no sé a quien se parece! En esta familia nadie es así de rebelde y despreocupado», decía un día tras otro una persona refiriéndose a la actividad algo hippie de su hijo Raúl. Un día, Raúl decidió que los mensajes que recibía de su entorno, era mejor para él no seguirlos, lo grabó en su mente como algo que debía (Padre Crítico) hacer con su forma de vida. De mayor, Raúl ya no es hippie, pero dicen que es un poco «ácrata». Para el caso...
¿Qué explicación se puede dar a este «fenómeno?» Volvamos a nuestro cerebro, y a partir de ahí le explico mi teoría sobre este «asunto tan curioso».
En el Sistema Límbico, ¿recuerda?, allí donde están instalados los habitáculos de las emociones, se encuentra el hipotálamo; entre sus funciones está la de dar un primer valor a las cosas. Toda información (o casi toda) que entra en nuestro cerebro es «evaluada» por el hipotálamo, pero con una característica muy especial: su evaluación sólo tiene dos opciones: bueno o malo. Es una primera instancia donde no existe el gris, es blanco o es negro. Es el TODO o NADA de los niños.
Si a un niño o niña de tres a siete años de edad, le preguntamos si le gusta un determinado alimento, obtendremos una de estas tres respuestas: pssé, mucho o nada. Si le preguntamos por una cuestión más compleja, por ejemplo: ¿Cómo es tu papá?, lo más seguro es que responda «Bueno» o «Malo». El niño todavía no es capaz de pensar en matices, difícilmente nos dirá: «Mi padre tiene momentos de ansiedad en los cuales es mejor no decirle nada, pero en momentos de relajación se pueden tratar con él temas de lo más variado y también puedes pedirle...». La causa que evita este análisis más pormenorizado y con más matices es la falta de un desarrollo total de una parte del cerebro, concretamente falta de conexiones neuronales en y con los lóbulos frontales y prefrontales, y ésta es la causa que da el papel protagonista y ejecutor al hipotálamo. ¿Recuerda?: «blanco» o «negro».
Consecuencia: si el padre por el que se le pregunta al niño es agresivo, el niño (su hipotálamo) lo considerará/valorará como una virtud (blanco) o como un defecto (negro), y por lo tanto, seguirá con dos opciones: soy como mi padre (imitación), o soy lo opuesto (complementación).
Pensemos que a esta edad se está desarrollando el Adulto y es muy fácil que esta imitación o complementación se inscriba con facilidad en el Guión de Vida.
Según R. Kertész, los padres o madres que se encuentran ubicados en comportamientos intermedios evitan que los niños opten por ser diferentes, o bien, imitadores de ellos. Es decir, si un padre no es violento, pero tampoco es hombre pasivo o temeroso, lo más probable es que sus hijos no «opten» por comportamientos extremos. Y según sus estadísticas, si hay más de un hermano, y los padres, o alguno de ellos, tiene comportamientos extremos, aunque no sean degradantes (violentos, alcohólicos, religiosos, ludópatas, fumadores, deportistas, etc.) suelen «escoger» modelos diferentes: si tú eres imitador, yo soy complementador.
Queridos padres, no le echemos la culpa al hipotálamo, es mejor no ubicarse en los extremos. Ya lo sabe, hay que preguntarse y preguntar a su pareja de vez en cuando: ¿cómo lo estoy haciendo como padre o como madre? ¿Soy un buen ejemplo para mis hijos?
«Entonces, ¿para qué esforzarnos en la vida, si ya está todo determinado por el Guión?»
Esta es una de las preguntas que seguramente se le han ocurrido a usted mientras estaba leyendo todo lo referente al Guión de Vida, ¿verdad? Vamos a responder a esta pregunta que tantas veces me han formulado.
A una persona le pueden gustar las mujeres morenas o los hombres rubios, le puede gustar la montaña o la playa, puede tener creencias religiosas, o no, puede ser introvertido/a o extrovertido/a, puede ser nacionalista o antinacionalista, le puede gustar el riesgo o la seguridad, puede tener un determinado concepto u opinión de la amistad, el sexo, la familia, la política, el dinero, los jefes, incluso de sí mismo/a. Estas creencias, valores y formas de entender la vida, las tenemos grabadas en nuestra mente: es nuestro Guión de Vida.
Pero al igual que un día nos decidimos por estas opciones, por estos «elementos» que configuran nuestro marco de referencia actual, de igual manera, podemos «desaprender» o «desgravar» de nuestro programa algunos de esos valores, ideas, gustos, comportamientos, etc., que consideramos negativos para conseguir nuestro objetivo de ser felices.
Aquello que aprendimos en la infancia sin control de nuestro Adulto, lo podemos cambiar ahora desde nuestra situación adulta.
¿Si un hijo/a no es capaz de ser feliz, o resulta ser de mayor una persona mala, desagradable, etc., ¿la culpa es de los padres? Esta es otra pregunta resultante de la lectura sobre el Guión de Vida, sobre todo, si se es padre o madre ¿verdad? ¡Menudo cargo de conciencia, oiga!
No, usted no es culpable de que su hijo o hija sea de una determinada manera. ¡Usted tiene una responsabilidad compartida! ¿Compartida? ¿Con quien? Pues con todas las personas con las que se relacionó su hijo/a: abuelos, hermanos, tíos, cuñados, profesores/as de guardería, profesores/as del colegio, la TV, muy importante la TV. Piense que el Guión de Vida se graba en la infancia, pero de alguna manera se ensaya en la adolescencia, ¿cuántas horas de TV ven los adolescentes a la semana?, además en color, con música, etc. Hoy en día tenemos una generación de niños, que gracias a muchos programas de TV, tienen todos los números para ser «Neuróticos guioneados por la TV». Pero la culpa no es de la TV. ¡Que quede claro! ¿Dónde están los padres en ese momento? «Aaaaaaa..... se sieennteeeee.» Bien es cierto que:
«Los medios de comunicación ayudan a generar
dramas y Guiones estrambóticos»
Carlo Moisso
Sería muy interesante que todos los padres y madres asistieran a Talleres sobre la educación de los hijos. Les puedo asegurar (al igual que comenta R. Kertész) que sería mucho más placentero impartir estos talleres en vez de corregir distorsiones producidas por una falta de preparación.
Sería una tarea emocionante y bella: ayudar a circular por la vida a seres humanos conscientes, racionales y felices, en vez de hacer «reparaciones» o «reciclajes» humanos, haciendo un símil con los mecánicos de automóviles.
Un niño/a educado/a en un ambiente abierto, con permisos para ser auténtico, donde se dan opciones variadas en el pensar, sentir y hacer, generará personas con más posibilidades de autonomía y, por lo tanto, de escoger sus opciones de vida libremente. Hay Guiones muy «estrechos», se educó con «mano dura» –Las cosas son de esta manera ¡y punto!– ¿Le suena?
Como hemos comentado anteriormente, los Guiones son el resultado de la educación interpretada por el niño/a a través de los «mandatos» que considera como de «obligado cumplimiento, y de los «permisos» que son las opciones de libre elección que al niño/a se le brindan durante su proceso educativo.
Relaciono, a continuación, una serie de mandatos «órdenes que el niño/a considera de obligado cumplimiento», y de los permisos «opciones de libre elección» que se le dan al niño/a.
Si somos personas observadoras podremos comprobar que en muchas personas es bastante fácil descubrir en qué tipo de Guión están ubicadas, basta observar sus expresiones.
|
MANDATOS INHIBIDORES |
PERMISOS PARA VIVIR |
|---|---|
|
– No existas. «No sirves para nada.» «Eres un inútil.» |
– Está bien existir. «Tú puedes ser muy útil a la sociedad.» |
|
– No seas tú. «Fíjate en lo que hace tu...» |
– Está bien hacer cosas. «Me gusta que hagas cosas nuevas» «¿Por qué no haces...?» |
|
– No pienses. «Tú que sabes. Ya lo pensaré yo» |
– Ten tus propios pensamientos. «No tienes porqué pensar igual que yo.» |
|
– No sientas. «Los hombres no lloran.» «Tener miedo es de cobardes.» |
– Está bien amarte a ti mismo. «No es necesario ser modesto con uno mismo/a.» |
|
– No hagas. «Para lo que te va a servir...» |
– Está bien amar a los demás. «Los otros también son importantes para ti. No es posible vivir siempre solo/a.» |
|
– No crezcas. «Estate quieto, antes de hacer algo pregunta.» |
– Está bien crecer. «Nadie puede poner límites a tu desarrollo personal y profesional.» |
|
– No seas niño. «Pareces un niño», (dicho con desprecio). |
– Está bien pensar. Tú tienes tus propios pensamientos. «¿Qué opinas sobre...?» ¿Qué piensas de...?» |
|
– No lo logres. «Nunca conseguirás nada, eres un inútil y un patán.» |
– Está bien crear. «Todos nacemos con el mismo cerebro. Deja volar la imaginación y te sorprenderás de lo que puedes crear.» |
|
– No confíes. «No te fíes de nadie, la gente es mala por naturaleza.» |
– Está bien decidir. No lo dudes ¡hazlo! Tú puedes. No temas al fracaso. Sólo los que lo intentan se equivocan, pero también son los únicos que lo consiguen.» |
|
– No te valores. «Hablar bien de uno mismo/a, es de mala educación.» |
– Está bien cambiar. «Sólo el que cambia progresa.» |
|
– No estés bien. «No te rías, la vida es muy seria.» |
– Está bien ser diferente. «La alienación es vejatoria. No pertenezcas a la masa amorfa y sin criterio.» |
|
– No te vincules. «Que cada cual se apañe con sus problemas.» |
– Está bien el sexo. «Hombre y mujer pueden conseguir grandes momentos de felicidad a través del sexo.» |
|
– No me superes. «Yo sí que he trabajado duro, ahora no se esfuerzan así.» |
– Está bien tener emociones. «No te “tragues” las emociones, es más sano manifestarlas.» |
|
– No disfrutes. «Sólo piensas en jugar, lo que hay que hacer es trabajar más.» |
– Está bien ser joven/viejo. «Lo importante es tu aceptación y la de los demás. Todos hemos sido jóvenes y todos seremos viejos.» |
Como podemos observar, lo que entendemos por «mandatos», son los mensajes constreñidores y de obligado cumplimiento para el niño/a. ¿Por qué razón estos mandatos son interpretados como de «obligado cumplimiento»? Fundamentalmente, el niño/a cree que cumpliéndolos o incumpliéndolos será más querido, o bien, podrá conseguir con más facilidad satisfacer sus necesidades del tipo que fueren.
Como ya he comentado anteriormente, si cualesquiera de estos mandatos el niño/a los percibiese una sola vez, lo más probable es que no fuesen introyectados (interiorizados) como tales mandatos, entrarían dentro de los acontecimientos intrascendentes, pero si éstos se suelen repetir, finalmente sí serán tenidos en cuenta y serán incorporados a la forma de sentir, pensar o hacer del niño/a.
La personalidad es como un edificio que se ha construido con muchos «materiales»: mandatos, mensajes, ejemplos, permisos, etc. Cada una de las piedras, bloques de cemento, madera, etc., representa uno de estos mandatos interiorizados y grabados en nuestro cerebro. Cada persona interioriza esas ideas, valores, sentimientos, obligaciones, etc., de forma diferente. Habrá personas que darán mucho valor al haber nacido en una zona determinada del país, ello supondrá una pieza muy grande en el edificio de su personalidad; otras personas no le dan ningún valor a este hecho, por lo tanto, este valor no forma parte de su «estructura».

Observe el dibujo que hemos escogido para representar un tipo determinado de personalidad. ¿Qué pasa si quitamos una de las piezas de este «edificio»? Lo primero que pensamos es que se puede caer. Por esta razón, cambiar de creencias, valores, determinadas formas de pensar o hacer, genera tanta resistencia: se puede caer «nuestro edificio». Nuestra personalidad quedaría «disgregada». Y a partir de este presentimiento aparecen lo que denominamos mecanismos de defensa, que, como recordará, suelen manifestarse a través del Adulto Contaminado. Serán razonamientos para no cambiar, «no sea que se desmorone el edificio».
Siguiendo con el ejemplo de nuestro edificio, ¿hay alguna forma de quitar una de sus piedras y que éste no se caiga? Pues sí. ¿Cómo? Apliquemos el sentido común.

Usted quiere introducir este nuevo valor, que lo representaremos con este «modelo de piedra» y quiere sustituir al primer bloque de la columna de la izquierda, ya que cree que esta persona está equivocada, o que con su creencia perjudica a otros, etc.
Haga que la nueva creencia o valor vaya prendiendo poco a poco en la otra persona. Es decir, no trate de convencerla, se debe convencer ella misma. Ella misma irá incorporando la nueva piedra, y a la vez, se irá desprendiendo de la antigua. A veces, cuesta tiempo que la «nueva piedra» se adapte.
No es fácil hacer que una persona cambie, aunque sea levemente, la estructura de su edificio. En muchas ocasiones deberemos aceptar esa imposibilidad de que los otros cambien y adaptar nuestra convivencia a la circunstancia de cada caso.
Como hemos indicado, todo el entramado de nuestra personalidad tiene un enraizamiento biológico soportado por nuestra mil millonaria red neuronal. La mayor parte de esta información, así como su funcionamiento, se desarrollan en la esfera inconsciente de las personas.
Sólo un 10%, aproximadamente, de la vida psíquica es consciente.
Una vez que conocemos cómo funcionan estos mecanismos psicológicos, estaremos en disposición de ser conscientes con más facilidad de qué es lo que pasa en nuestra mente, y a partir de ahí se pueden tomar decisiones de cambio para orientar nuestra vida hacia espacios y comportamientos que nos produzcan mayores momentos de felicidad.
Mucho se ha escrito en los últimos años sobre el Guión de Vida. Relato a continuación, de forma breve y muy resumida, algunas de las opiniones y teorías más clásicas sobre el tema de los Guiones.
Cada Guión de Vida es único e irrepetible en su totalidad. Aunque esta es una afirmación cierta, también es verdad que algunos de los elementos que configuran los Guiones pueden coincidir en varias personas. Es cierto que hay muchos aspectos comunes en los Guiones de diferentes personas. Teniendo en cuenta estas circunstancias, podemos atrevernos a hacer una agrupación de los mismos ateniéndonos a los aspectos más relevantes y significativos de cada uno de ellos.
La primera clasificación de los Guiones fue realizada por E. Berne, y planteaba tres tipos de Guión:
• De Fracasado.
• De Triunfador.
• De No triunfador.
Aunque el concepto teórico/práctico que Berne desarrolló para explicar los tres tipos de Guión son algo confusos y con una visión muy «americana», hemos de pensar que, en los sesenta, el american life estaba en todo su esplendor y la idea del «héroe americano» había prendido en aquella sociedad, donde prácticamente sólo se distinguía entre «triunfadores y fracasados».
Consideramos que en nuestras latitudes y en nuestro tiempo es bastante comprensible el significado que se le puede atribuir a cada uno de los tipos de guiones, ya que en el «Viejo Continente» se suele caer, con algunas décadas de retraso, en las mismas «tendencias». Miremos si no, ahora, en el inicio del tercer milenio, quiénes son los puntos de referencia de nuestra sociedad; pareciera ser que sólo existen los triunfadores (sobre todo los que salen en la tele) y los «otros»: los que ven la TV (los no triunfadores). Aunque como iremos narrando en este libro, vamos a tratar de que las cosas no sean así. Para ser triunfador no hace falta salir en la TV, probablemente sea suficiente con ver menos la TV.
Una nueva línea de estudio del Guión nos lleva a otro planteamiento determinando los siguientes tipos de Guiones:
• Hamárticos: (C. Steiner) Conducen a la persona a un final trágico, enfermedad, incapacitación, drogadicción, alcoholismo, cárcel, suicidio, etc. Las personas con Guiones Hamárticos recibieron en su infancia mensajes y mandatos muy fuertes: «No pienses», «No vivas (esta vida es un asco, no vale la pena)», «No disfrutes (hay que trabajar duro)», «No seas tú (fíjate en tu padre, hermano, etc.)», «No estés bien (mira lo que me pasa por tu culpa)», etc. Son guiones que se «ven».
• Banales: (K. Dusay) Son los de la gran mayoría de las personas. Gentes que pasan desapercibidas, integrando y configurando la «masa» social, en el sentido más negativo de la expresión. Encorsetan a las personas en lo que hay que hacer, jugando el rol social (hombre, mujer, rico, pobre, obrero, jefe, etc.). Son lo que denomino «Guión de DNI» (Documento Nacional de Identidad). Es lo que la sociedad reserva a la «masa», con una prohibición muy rigurosa de desarrollar las potencialidades que anidan en cada persona. «Cuanto más se parezca el Guión al prototipo social, más banal será el Guión.» (J. L. Martorell, 1988).
Vivir sin pena ni gloria. Ser dependiente de una religión, una nacionalidad, un equipo de fútbol, fan de un cantante, etc., cuanto más eres todo «esto», menos eres tú. Es decir, y para poner un ejemplo muy claro aunque a más de uno le va a doler (lo siento), cuanto más forofo eres de un equipo de fútbol, menos eres tú, ya que un forofo llega a perder la autonomía personal dependiendo casi siempre de las mil y una peripecias que se generan en torno a un equipo de fútbol: fichajes, alineaciones, arbitrajes, declaraciones de jugadores y directivos, etc.).

Las personas que ven mucha TV suelen tener un Mandato de «no pienses»: «nosotros (la TV) te diremos lo que es noticia, lo que es divertido. Sólo hay que obsevar cómo son la mayoría de los programas que se emiten por casi todas las cadenas. Son programas para «mentes planas». Personas sin capacidad de discernimiento. Inteligencia Emocional cercana al cero.
El sistema emocional está secuestrado: si tu equipo gana, tienes la «obligación» de estar contento/a, aunque haya sido un triunfo injusto. Además, el forofo dice: «Hemos ganado», cuando todos sabemos que él no ha participado en nada, salvo en pagar y formar parte de los figurantes anónimos del espectáculo. Y si tu equipo pierde, aunque haya realizado un buen juego, tienes la «obligación» de estar triste. ¿O no?
¿Por qué el forofo está tan contento cuando su equipo gana? Salvo excepciones, en la mayoría de los casos por dos razones fundamentales:
1.a El otro ha perdido: «Yo soy mejor que todos los seguidores del otro equipo». «Otros son más malos.» El posible Guión de Perdedor se «equilibra» sabiendo que hay «otro más perdedor».
2.a «Hemos ganado, que se fastidien los que no son de mi equipo» (como si para ser de su equipo tuviesen que pasar un duro examen sobre «mecánica cuántica» o «física nuclear avanzada»). (Automensaje consolador: «¿Quién dijo que soy un perdedor?»)
Carlo Moisso realizó una brillante intervención en el Congreso de A.T. de Barcelona 2000 sobre este tema, y esta fue una de sus aportaciones. Dijo: «Esta es la reflexión, inconsciente, de un fan o forofo: Cuando fracaso en mi comparación con el famoso me uno a él; pero sé de mi fracaso y por ello me deprimo, pero para no deprimirme más me “asocio” de nuevo, y como fracaso otra vez en mi comparación, pues vuelvo a...». Y así sigue enganchado una y otra vez.
Este es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad: la gran cantidad de Guiones Banales, Guiones de «no pienses, otros pensarán por ti». El sentido de la vida de estas personas está determinado por otros. Hay una falta total de «discernimiento», tienen el Adulto prácticamente «excluido» o «atrofiado».
Este es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad: la gran cantidad de Guiones Banales; guiones de «no pienses, otros pensarán por ti».
¿Y qué hacer para salir de nuestro Guión de «no pienses»? Volvamos a nuestro «forofo futbolero» (podríamos escoger otros muchos ejemplos, pero al menos en Europa y también en otras partes del mundo, es el más popular y posiblemente el más fácilmente comprensible). ¿Cómo es posible que personas aparentemente cultas e inteligentes no se den cuenta de que con su aportación económica y presencial lo único que consiguen (aparte de reforzar su Guión) es hacer el juego a unos señores cuyo único interés es el económico (y no me refiero a los futbolistas que juegan al balón). Esa es la fuerza del Guión, capaz de anular, en muchos casos totalmente, la parte racional de una persona y ubicarla en un «flagrante fuera de juego emocional».
¿Qué es lo que necesita nuestra sociedad para librarse de estos que yo llamo «Guiones Colectivos Banales?» (le doy este nombre porque es un Guión donde se puede incluir una gran parte de nuestra sociedad). Pues, participar más. Ser menos espectador y más actor. Por ejemplo, menos ir a «ver» fútbol y practicarlo más, el fútbol u otro deporte (quede claro que no tengo nada contra el fútbol «deporte», más bien al contrario, ya que me encanta practicarlo). ¿Y qué me dice de la TV actual? ¿Hablamos de los programas llamados «basura? O de los de «encefalopatía plana». Ya sabe, los que no hay que pensar, que son la mayoría de ellos. Sería mejor ver menos la TV y participar más en actividades sociales, culturales, etc. Piense en actividades que le ayuden a «ser» más como persona.
Hace más feliz el «ser», que el «tener».
Berne también propuso una división de los Guiones atendiendo al tiempo del Guión. Parte de la observación de que muchos de los contenidos de los Guiones (lo que el Guión pide que suceda o no suceda) aparecen y suceden de modo diferente según el momento de la vida de la persona. «El Guión dice lo que hay que hacer con el tiempo que dura la vida.» (J. L. Martorell, 1988).
Berne definió seis tipos de Guiones de acuerdo a su estructura temporal (que relacionó con personajes de la mitología griega):
1. Guiones Nunca – Los mandatos interiorizados le impiden conseguir aquellos objetivos que le permitirían sentirse bien, aquellos que busca y desea con fuerza. «Nunca serás nada.»
• Mito de Tántalo.
2. Guiones Siempre – Las personas se mantienen en un constante realizar y seguir repitiendo aquello que les perjudica y les produce infelicidad (beber, pelear, engañar, infringir la ley, etc.).
• Mito de Aracne.
3. Guiones Hasta que – Obligan a vivir un tipo de vida penosa, ya que sienten que «hasta que», «hasta que...», no lo hagan, fracasarán y llegaran a morir en el intento de cumplir el mandato, y si no lo logran no podrán ser felices. Cuando consiguen el objetivo, la recompensa o premio suele ser decepcionante.
• Mito de Hércules.
4. Guiones Después de – Son Guiones que amenazan con que sucederá algo después de que pase un tiempo o un hecho determinado. «Después de casarte-tener un hijo-comprarte el coche.... seguro que me pasará... → no tendré dinero, tiempo, etc.»
• Mito de Damocles.
5. Guiones Una y otra vez – Incluye el «driver» esfuérzate/inténtalo, cuyo origen suele ser el Mandato: «No lo logres», o si lo logras, «No lo disfrutes». Aparentemente, estas personas se esfuerzan en salirse del Guión, pero una y otra vez fracasan. «Casi...» «esta vez casi lo consigo», «lo intentaré de nuevo».
• Mito de Sísifo.
6. Guión de Final Abierto – En estos casos de Guión, éste termina antes de que la persona muera. Son básicamente Guiones banales (se encuentran muchos ejemplos en jubilados y amas de casa).
• Mito de Filemón y Baucis.
Para descubrir estos Guiones, un buen sistema es escuchar. Escuchar las palabras con que las personas comentan y hablan de su vida: «siempre...», «nunca...», «casi...», «después de...», «hasta que...». Estas expresiones suelen describir con gran exactitud la estructura de sus propios guiones.
Claude M. Steiner, uno de los autores e investigadores más reconocidos en el campo del Análisis Transaccional, hace una aportación muy interesante y de mucha utilidad.
Steiner divide los Guiones atendiendo a todo aquello que supone prohibición a la persona:
• No Amor.
• No Alegría (Gozo).
• No Conciencia (Mente).
– Guión Sin Amor – (Depresión). Existe un gran número de personas que buscan constante e infructuosamente una relación de afecto y cariño que les satisfaga. El Guión del Desamor se basa en la Economía de Caricias, es decir, en una serie de imposiciones que van dirigidas a la capacidad afectiva del Niño. Posteriormente resuenan en la mente de la persona estos mandatos o mensajes que le van a impedir dar, aceptar o pedir caricias (Ley de Economía de Caricias).
– Guión Sin Conciencia/Mente – (Locura). Una parte importante de la población vive con el miedo de volverse loca. Volverse loco/a es el exponente máximo del Guión.
En la base del mismo están los mensajes desvalorizadores de la capacidad de pensar y de entender el mundo del niño. La sensación de que no se controla su propia vida (no tener voluntad de poder, no saber lo que se quiere, ser perezoso, ser estúpido o estar loco). Se basa en estas imposiciones tempranas que atacan la capacidad de pensar e imaginar el mundo. El Adulto de la persona está desvalorizado. Las transacciones de descuento son la piedra angular de este Guión.
– Guión Sin Alegría / Gozo – (Drogadicción). A través de las prohibiciones se consigue el conocimiento y el disfrute del propio cuerpo. Para suplir esas prohibiciones se recurre a las drogas. Esta referencia a las drogas no se centra en las llamadas «autodestructivas», alcoholismo, heroína, etc. El uso de las drogas para alcanzar el bienestar corporal incluye el café, fumar, sedantes, aspirinas, anfetaminas, etc. Normalmente a una edad muy temprana se impide que las personas experimenten con su cuerpo y que lo conozcan, tanto en lo bueno como en lo malo.
Si una persona tiene dolor de cabeza, no suele preguntarse: «¿Por qué tengo dolor de cabeza?», sino que se hace la pregunta: «¿Donde están las aspirinas?». Esta suele ser la pauta de todos los que toman drogas.
La gente no se pregunta por qué necesita tomar una copa cuando vuelve del trabajo, por qué necesita tomar un somnífero para dormir, o por qué necesita fumarse un cigarrillo para poder concentrarse en la tarea. Si las personas se hicieran estas preguntas y estuvieran en armonía con su cuerpo, no tardarían en obtener respuestas muy sugerentes.
LAS DIEZ LEYES DEL GUIÓN DE VIDA (R. Kertész)
1. La conducta de los hijos es el mensaje/mandato de los padres (o de otros familiares y la TV) y del entorno social.
2. La forma en que un niño percibe los aspectos positivos y negativos de sus familiares lo condiciona para sus vínculos de futuro.
3. Los asuntos no resueltos de la infancia tienden a reactivarse inconscientemente buscando un cierre que normalmente no se logra.
4. Las conductas polarizadas de los padres u otras figuras parentales tienden a ser imitadas, o bien, sustituidas por lo contrario.
5. El guión de vida es grupal/familiar, en vez de individual.
6. Cuando las conductas parentales son incongruentes, los hijos quedan programados para creer lo que oyen aunque no concuerde con lo que ven.
7. Cuando alguien sale de su guión, el grupo familiar de origen o su nueva familia «escala» (acentúa) conductas para inducirlo a volver al guión grupal.
8. La mayoría de la población se resiste a aceptar el paso del tiempo, el envejecimiento, la pérdida del poder y la futura muerte.
9. El grado de compromiso con la pareja actual depende del grado de autonomía logrado en la familia de origen.
10. La pareja estable que elegimos, tiende a reforzar nuestro guión, tanto en lo positivo como en lo negativo» (y viceversa).
Esta es una ya vieja diatriba entre algunos transaccionalistas. La posición más «oficialista» defiende que el Guión siempre es negativo y que lo positivo para una persona es estar libre de Guión; hay otros que defienden distintos planteamientos.
Mi teoría es que es imposible, a poco que comprendamos cómo funciona el cerebro, que el Guión no exista. Y si no, ¿dónde se graban los permisos para ser felices? ¿Dónde se ubican las referencias que nos permiten la utilización del Adulto y del Niño Natural? Hay, por lo tanto, aunque la definición no parezca muy científica, Guiones malos, regulares, buenos y muy buenos, y de ello dependerá nuestra posibilidad de ser más o menos felices. Pero lo cierto es que ¡Siempre hay Guión de Vida! Y, además, ¡Siempre se puede mejorar!
PLAN DE MEJORA PERSONAL Y PROFESIONAL
Si usted quiere descubrir si tiene algún Mandato que está «presionando» su vida de forma negativa, piense si es feliz en todos los aspectos de la vida; profesional, amorosa, sexual, como hijo/a, esposo/a, amigos/as, etc. Si cree que en algún aspecto podría ser más feliz, pregúntese qué se lo impide. Si es algo que depende de usted, pregúntese por qué no lo afronta y lo resuelve. Si no sabe por qué, es posible que sea un Mandato. Analícese y averigüe de dónde procede. Si lo descubre, establezca un plan para cambiar el Mandato. Dése Permisos para superarlo y ser feliz.
Qué me decía siempre mi madre: ______________________________________
______________________________
Qué me decía siempre mi padre: ______________________________________
______________________________
Otro/a persona: ..................... _________________________________________
______________________________
Los Mandatos que he descubierto son: _________________________________
______________________________
Los permisos que quiero darme son: ___________________________________
______________________________
Ello me permitirá: __________________________________________________
______________________________
Para conseguir el objetivo pondré en marcha el siguiente plan:
___________________________________________
___________________________________________
Fecha inicio: ____________________ Fecha final: ______________________
Control 1o ____________________ Nivel de consecución: _____________________
Valoración final. Objetivo conseguido:
SÍ
NO ¿Por qué?:
Eran las ocho treinta de la noche cuando J.J. dio por terminada la sesión. El grupo había estado muy «entregado» y habían seguido –todos sin excepción– con gran interés los temas tratados. En el tema del Guión había habido algunos escépticos y al final de la clase todavía quedaban algunos que no estaban del todo convencidos, pero el resto estaban enormemente satisfechos del «descubrimiento».
–Bien –comentó J.J.–, el test del Egograma, como hemos acordado, y con el fin de ganar tiempo, lo haréis en vuestras casas. Por favor, buscad un momento y lugar adecuados, procurad que no os interrumpan. ¿De acuerdo? Bien, ¡un momento! Atención, hoy os voy a poner deberes.
–¡Cóooooomo! ¡Más deberes! –comentaron en un amontonado son de sorpresa y apacible protesta.
–J.J. –comento Martín–, que yo tengo mucho trabajo esta semana.
–Mejor –contestó J.J.
Murmullo general.
–Bla, bla, blllllabalnann...
–¡Atención! Estos son los deberes... Ah. ¡Y es obligado hacerlos! –Se hizo un profundo silencio. J.J. puso gesto de solemnidad y dijo con voz pausada y profunda señalando con el dedo índice–: Ahora ya sabéis muchas más cosas que el primer día, y por eso los deberes que os «impongo» son: que... seáis a partir de hoy... un poco más felices.
– ¡Ah bueeeeno! Vaaaale, ¡Que cosas tiene, J.J... –todos rieron y se generó un gran alborozo de aprobación.
–Bien, J.J. Lo intentaremos –casi grito Martín, gerente de una empresa multinacional fabricante de equipos informáticos.
–Martín, en tu empresa, ¿hacéis máquinas?, ¿o sólo lo intentáis? –le contestó J.J.
–Captado el mensaje, J.J. ¡Seremos más felices! –respondió Martín haciendo la señal típica de aprobación, señalando con su dedo pulgar.
–O.K., Martín. A partir de ahora la palabra intentar, está restringida. ¿De acuerdo? –casi gritó J.J.
–¡De acuerdo! –vocearon todos al unísono.
Ya estaban todos en la calle; Loreto y Li Man, como de costumbre, se dirijían a La Tertulia, cuando se les acercaron Amparo, que trabaja como responsable de RRHH (Recursos Humanos) en unos afamados Laboratorios y Jaime, que es médico.
–¿Qué?, ¿vais al bar?
–Sí –respondió Loreto–. ¿Queréis venir?
–De acuerdo –dijo Jaime–. Podemos tomar algo y charlar un «ratito».
Amparo y Jaime eran dos personas muy comedidas, siempre guardaban las formas, sobre todo Jaime, que era simpático, pero más serio que Amparo, que era de sonrisa perenne.
–Bien, Jaime, tú que eres médico –le preguntó Loreto–, ¿qué opinas de los temas que estamos tratando? ¿Estás de acuerdo en todo lo que explica J.J.?
–Sí, sí, bastante de acuerdo. Mejor dicho, ¡totalmente de acuerdo! Algunas cosas de las que explica J.J. yo las he estudiado, y Amparo seguro que también. Lo que es muy interesante es ligar estas cuestiones más «físicas» con los aspectos de personalidad y conducta. Yo voy atando cabos y me parece sencillamente genial.
–No olvides, Jaime –intervino Amparo–, que Berne también era médico.
–Yo estoy muy preocupada, ¡perdón!, ¡rectifico!, estoy pensando en la responsabilidad que tenemos los padres a la hora de educar a los hijos –comentó Loreto, mirando de reojo a Li Man–. Ya sé que la preocupación no es buena.
–¡Hay que ocuparse! –dijeron todos a la vez. J.J. lo había repetido tantas veces...
–Sí –comentó Li Man–. Somos los primeros responsables del Guión de nuestros hijos.
–Pero si el guión no es de «triunfador», tampoco somos los culpables –comentó Amparo.
Yo tengo dos niñas y el tema también me afecta bastante. Estoy segura que voy a cambiar algunos de mis comportamientos y mensajes a mis hijas, ¡seguro!
–A ver qué resultado nos da el test del Egograma –comentó Jaime.
–A ti seguro que te sale un Adulto enorme –sentenció Amparo.
–Sí, seguro –apostilló Loreto.
–¿Por que estáis tan seguras? –preguntó Jaime, con una sonrisa. A veces las apariencias engañan. Igual no soy lo que parezco.
Tomó la palabra Li Man:
–Yo creo que Jaime también es bastante Padre Protector.
–Es decir –terció Loreto–, un médico que escucha y protege. De éstos hay pocos –concluyó–. Te lo digo yo.
Los cuatro estaban muy a gusto con la conversación. Tomaron algunas «tapas», y ya consideraban que habían cenado.
–¿Alguien tiene prisa? –preguntó Li Man, mirando de reojo a Loreto.
–Yo no –dijo Jaime–. En mi casa están acostumbrados a que llegue tarde. La verdad es que trabajo más horas que un reloj–. Jaime notó cómo las miradas de sus compañeros le «presionaban»–. Pero me lo estoy replanteaaaaaaando... No puedo seguir así toda la vida.
–A ver si es verdad –le espetó Amparo–. Porque ese es un mal de muchos médicos. Creo que sois un poco «ambiciosillos».
–No creo que ese sea mi caso. Las cosas vienen así –parecía una justificación más que una explicación de Jaime–. Si quieres ser un buen profesional, tienes que dedicar mucho esfuerzo y sacrificio, eso lo sabéis muy bien, y además yo tengo un problema, ¡perdón!, ¡rectifico! Lo que sucede es que yo no sé decir que no y eso me acarrea este ritmo de vida. ¡Tengo que cambiar el chip! ¡Lo cambiaré!
–Pues ya sabes lo que tienes que hacer. ¡Actuar!
Eran casi las doce; Loreto miró el reloj y comentó:
–¡Qué lástima! Yo tengo que marcharme.
–Sí –aprobó Li Man mirando también su reloj–. Son casi las doce. Hay que ver ¡cómo pasa el tiempo!
–Yo lo he pasado muy bien –comento Amparo.
–Es un lugar muy agradable –remarcó Jaime.
–Loreto, ¡lo prometido es deuda! Hoy te llevo a tu casa.
–Muy bien –comentó Amparo–. Yo había quedado en llevar a Jaime.
–Bien, todos arreglados –concluyó Loreto.
Li Man conducía más despacio de lo normal, mientras Loreto le explicaba que iba a estar tres días de viaje, por lo que no podría asistir a la próxima reunión del grupo antes del seminario. Li Man se sintió contrariado. Pero cambió de semblante cuando Loreto le dijo:
–Li Man, ¿puedo llamarte por teléfono un día de estos en que voy a estar de viaje?
–¡Sí!, sí, sí... claro, ¡faltaría más! ¿Por qué no me llamas todos los días? O si me das un número donde pueda llamarte, te llamo yo.
–Gracias, Li Man. Yo te llamaré. ¿Te parece bien a partir de las diez de la noche?
–Perfecto. Cuando lleguemos a tu casa te doy mi número de teléfono... Por cierto, Loreto, ¿dónde vas exactamente?
–Perdona, no te lo había dicho. Voy a Milán, es por cuestión de trabajo. No me hace mucha gracia, pero es para asistir a un seminario de formación sobre nuevas tecnologías relacionadas con mi trabajo y parece muy interesante. Tú siempre dices que la formación es «importantísima», ¿no?
–Sí, sí, por supuesto, ¡muy importante! Sin formación no hay desarrollo.
–Mira aquélla es mi casa – le indicó Loreto–. Quinto piso, segunda puerta, es tú casa...
–Gracias, Loreto, a ver si un día me invitas.
Loreto quedó en silencio, le miró de una forma extraña y finalmente contestó:
–¡Seguro! ¡No lo dudes! Hoy no es posible...
–Lo entiendo, Loreto, lo entiendo...
–Bien, pues hasta el próximo día. –Loreto se acercó a Li Man, apoyó su mano derecha en el hombro de éste y le dio un cálido y reposado beso en la mejilla.
Mucho más de lo que Li Man esperaba. Loreto tenía un Niño Natural muy grande. Era alegre y espontánea. Aunque Li Man sabía que Loreto no era feliz.
–Gracias, Loreto, espero tu llamada. Que tengas un feliz viaje. Y acuérdate un poquito de mí, ¿vale?
–Igualmente –respondió Loreto–. Los buenos amigos nunca se olvidan...
Loreto bajó del automóvil y se dirigió con su habitual y alegre caminar a su casa.
Li Man esperó a recibir el último adiós de Loreto desde el portal de su casa. Una vez que la perdió de vista, suspiro profundamente, se recostó en el asiento del coche y empezó a pensar...
«¡Bueno, no voy a pasarme toda la noche aquí parado!»
Arrancó su coche y se dirigió a su casa.
Li Man asistió a la reunión que el grupo tenía programada entre sesión y sesión del seminario. Tomó buena nota de todo lo que se había comentado, pues quería explicárselo a Loreto cuando hablase con ella por teléfono.
Eran las diez de la noche y Li Man estaba mirando su teléfono. En un mueblecito al lado de la TV, éste no se hizo esperar y sonó el primer Riiiiiiiiiiiiinnnnnng.
–¿Loreto?
–¿Cómo sabías que era yo? –preguntó Loreto
–Pues porque lo sabía; además, no tengo a nadie para que me llame. Salvo tú, ¡claro! ¿Cómo te va todo? –preguntó Li Man con inusitado interés.
–Muy bien, muy sola, pero muy bien.
–Pero ahora no estás sola, yo estoy contigo.
–La verdad es que me hace ilusión poder hablar contigo a pesar de estar tan lejos.
Loreto y Li Man estuvieron hablando un buen rato. Los dos siguientes días, Loreto llamó a Li Man puntualmente a las diez, y el último día quedaron para que Li Man pasara a recogerla por el aeropuerto ya que el avión tenía la llegada a última hora de la tarde y Li Man podía hacerlo perfectamente. Li Man no quiso preguntar por qué su marido no iba a recogerla. No quería ni pensar en el marido de Loreto
El encuentro en el aeropuerto fue motivo de una no disimulada gran alegría para los dos.
Loreto estaba muy a gusto con Li Man, pero estaba muy cansada y tenía ganas de llegar a casa y ver a su hijo y descansar. Li Man la entendía muy bien. Él también había viajado mucho, en otros tiempos y en otros lugares...
• El día del seminario había llegado de nuevo. Todos los participantes estaban intercambiándose información sobre los resultados del Egograma. La mayoría estaban de acuerdo con los resultados del test, aunque antes de cumplimentarlo, muchos no creían que el resultado iba a ser el que había arrojado el test.
Loreto y Li Man habían quedado en la calle y se habían incorporado juntos a la clase. Muy cerca de ellos se sentaron Amparo y Jaime.
Jaime no quería mostrar el resultado de su test y Amparo le estaba criticando su falta de confianza.
–Cuando J.J. explique y nos ayude en la interpretación del test, te lo enseño, ¡seguro!, ¡te lo prometo!
–¡Parece un niño! –comentó Amparo a Loreto y a Li Man–. ¿Qué le habrá «salido» que no quiere enseñarlo?
–Un Padre Crítico así de grande –dijo Loreto abriendo los brazos.
–¡Sileeeencio! –sonó la clara y potente voz de J.J.–. Bien, ya estamos aquí de nuevo. ¿Todos habéis completado el Egograma?
–Sííííííííí –dijeron todos a la vez.
–De acuerdo. ¿Os parece bien que iniciemos la sesión analizando los resultados de cada uno de vosotros? Os hago la siguiente propuesta: que cada uno de vosotros y vosotras vaya informando al grupo de la puntuación de cada estado del Yo y el resto del grupo le dará feed-back, comentando su opinión de si coincide su visión con el resultado del test.
–Bien, ¿de acuerdo? –Todos dieron su asentimiento.
–Bien, empezamos por mi derecha –y J.J. señaló a Marga, la ATS.
Marga con su simpatía habitual, comentó:
–Mi puntuación en el Pc ha sido de...
Uno a uno fueron exponiendo los resultados del test. Fue una tarea divertida y seria a la vez. A algunos no les gustaba cómo sus compañeros y compañeras les veían. «Es muy importante saber qué piensan de ti los demás. Estés de acuerdo o no, así es como te ve “el mundo”, y eso es lo que cuenta a la hora de relacionarte.» Repetía una y otra vez J.J.
Se hicieron los comentarios y aclaraciones oportunas por parte de J.J. y al final cerró el tema.
J.J. tomó la palabra:
–Hoy trataremos dos temas muy interesantes, son dos nuevas herramientas del A.T.: El Mini-Guión, o los Impulsores de la Personalidad, y la Posición Existencial frente a la vida. Estoy seguro que os van a interesar enormemente los dos temas. ¡Empecemos!
J.J. miró durante unos segundos la primera hoja de los apuntes de su «libro sin publicar»; miró fijamente casi uno por uno a todos los participantes, el silencio era absoluto. «El Mini-Guión es...