Capítulo 1

¿Qué es meditar?

 

Todos tenemos un origen, un principio. Existen muchas teorías, muchas propuestas acerca de los orígenes del ser humano. Algunas válidas, otras totalmente absurdas. Sin embargo, la teoría de mayor valor para ti es la que más resuena en tu interior. Y cuando hablo de tu interior no me refiero a tus órganos físicos, ni siquiera a tu corazón, cuya función es la de mantener tu cuerpo vivo.

Tu interior es esa parte de ti que es consciente, que late e ilumina desde lo profundo hacia la superficie de tu mundo exterior. Ese Yo que ya es partícipe de la maravilla y la gloria de mundos perfectos, de abundancia y plenitud, de paz y armonía. La meditación es un paso fundamental al desarrollo y al mismo tiempo lo es al acceso a tu propio potencial divino, la meditación es un puente hacia tu universo interior.

Pero, ¿qué significa meditar?

El diccionario indica que meditar significa, «pensar y considerar un asunto con detenimiento y cuidado; reflexionar». También señala: «Orar y rezar en silencio basándose en la reflexión».

En alguna medida, meditar significa cultivar una familiarización con algún objeto de nuestro enfoque. Dicho objeto deberá ser promotor del bienestar, de la salud y, finalmente, de tu libertad.

En Occidente la gente está acostumbrada a dejarse llevar por las distracciones que la rodean. Desde los anuncios desperdigados por las calles a través de vallas y espectaculares, hasta los anuncios de televisión y radio e incluso de los medios impresos. La mente occidental está poco adiestrada, ésta corre por doquier gracias a la falta de voluntad y hábito de controlarla. Estamos acostumbrados a mantener nuestra atención en todo lo que nos rodea y hemos relegado el derecho legítimo de control y autoridad a aquello que sea el objeto de nuestra atención. Lo ideal sería poner la atención en nosotros mismos de manera objetiva y así descubrir nuestra verdadera identidad.

La meditación, cuando la practicas de una manera consciente tiene muchos beneficios; entre ellos, la posibilidad de alcanzar una mayor felicidad, equilibrio y enfoque junto a un sentimiento de mayor paz interior. Pero, aun así, la meditación es mucho más que eso. Se puede afirmar que es un puente que une lo temporal de tu existencia terrenal con lo permanente de tu verdadero Yo, tu potencial divino, exponiendo multifacéticamente las áreas necesitadas de atención personal así como los talentos y atributos guardados meticulosamente en las vibraciones del pensamiento, sentimiento y materia. Así como el ejercicio constante eventualmente revelará los músculos escondidos detrás de tu piel, la meditación como ejercicio espiritual, al practicarlo con constancia te revelará la grandeza de la que formas parte y de la que fuiste creado. Llevar la atención a tu universo interior es la única manera en la que podrás descubrirlo, conectar con él y proyectarlo a tu mundo exterior.

La meditación es la mediación entre el mundo exterior y el mundo interno. Un puente por el cual atravesamos de la distracción exotérica a lo esotérico. Lo exotérico es todo aquello en lo que has apostado tu atención durante tu vida entera, sea por distracción, entretenimiento o costumbre. Y aprender a mediar entre lo que es fundamental para tu existencia y lo que se ha convertido en fundamental para tu ego es la clave de acceso a tu verdadero potencial. Ese potencial que has abandonado, seguro sin tu consentimiento pero gracias a tus costumbres e influencias, a la monotonía de una vida vivida en la inconsciencia de lo superficial.