La iguana verde, o iguana común (Iguana iguana), es un reptil, como las tortugas, los cocodrilos, las serpientes, los anfisbenos o los escasos tuátaras, aunque es muy similar a un lagarto verde. Esta semejanza se debe a que la iguana verde, al igual que ellos, pertenece al orden de los escamosos y al suborden de los saurios. Además, como todos los reptiles existentes hoy, también la iguana es un animal muy antiguo; sus antepasados vivían ya en el Carbonífero (hace más de 300 millones de años), aunque sólo durante el Jurásico (hace unos 180 millones de años) empezaron a parecerse a una lagartija.
Los primeros fósiles que recuerdan a la iguana actual se remontan a finales del Cretácico (hace 120 millones de años).

La iguana verde, salvo por las dimensiones, se parece mucho a nuestros lagartos

La línea evolutiva de la iguana
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Los reptiles |
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Orden |
Suborden |
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Escamosos (Squamata) |
Saurios (Sauria, 3.800 especies) Serpientes u ofidios (Serpentes, 2.400 especies) Anfisbenos (Amphisbenia, 140 especies) Esfenodontes (Sphenodontia, 1 especie) |
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Quelonios o Tortugas (Chelonia) |
Pleurodiras (Pleurodira, 60 especies) Criptodiras (Cryptodira, 190 especies) |
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Cocodrilos (Crocodylia, 21 especies) |
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En detalle, la clasificación zoológica de la iguana verde es la siguiente:
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Orden: escamosos (Squamata) Suborden: saurios (Sauria) Infraorden: iguanas (Iguania) Familia: iguánidos (Iguanidae) Subfamilia: iguáninos (Iguaninae) Género: Iguana. |
Al género Iguana pertenece también otra especie: la Iguana delicatissima, muy poco frecuente y distribuida en las Pequeñas Antillas. Es casi idéntica a la verde, de la que se diferencia por las dimensiones reducidas y la ausencia de la escama subtimpánica.
Volviendo a la especie Iguana iguana, protagonista de nuestro manual, vemos que a ella pertenecen dos subespecies, Iguana iguana iguana e Iguana iguana rinolopha, que, a pesar de presentar pequeñas diferencias morfológicas y de distribución geográfica, no serán tratadas por separado porque son muy similares entre sí.

Joven Iguana iguana rinolopha. Obsérvense las espinas rostrales características de esta subespecie

La Iguana delicatissima. Obsérvese, respecto a la iguana verde, la ausencia de la escama auricular
Los anfisbenos y el tuátara forman parte del orden de los escamosos, como las serpientes y los saurios, pero son mucho menos conocidos.
Los anfisbenos (140 especies) son reptiles alargados como las serpientes, pero muy arcaicos y morfológicamente similares a las lombrices; viven bajo tierra, tienen colores poco vistosos y alcanzan como máximo 50 cm de longitud. Se nutren de insectos y gusanos y están presentes en casi todos los continentes. En Europa viven algunas especies.
El tuátara, única especie del suborden de los esfenodontes, es un verdadero fósil viviente[1], que puebla algunas pequeñas islas de Nueva Zelanda. Se asemeja a una lagartija, alcanza los 60 cm de longitud, es muy lento, se nutre de hierbas e insectos y convive en cubiles con un pájaro marino similar a la urraca. Como la iguana verde, presenta un «tercer ojo» u ojo pineal o parietal, pero más desarrollado.
La iguana verde o común es un saurio de régimen casi exclusivamente vegetariano (este aspecto se trata con más detalle en el capítulo dedicado a la alimentación) y todo, en este animal, está constituido para favorecer esta característica (cuerpo, uñas, color mimético, dientes, aparato digestivo, etc.). Por ejemplo, los dedos están estructurados para adaptarse perfectamente al tipo de ambiente originario.
Por cada miembro hay cinco dedos provistos de robustas uñas; en la parte anterior los dedos son casi todos de la misma longitud y pueden utilizarse para excavar el blando terreno de la selva ecuatorial, mientras que en la posterior el cuarto dedo es muy largo y contribuye a dar estabilidad y potencia a los desplazamientos arbóreos de la iguana.
El esqueleto de los saurios no es muy distinto del de los mamíferos, exceptuando la falta de escápulas y, en consecuencia, de una cintura escapular completa.
La cabeza es grande, redondeada en su parte anterior, con dos membranas timpánicas visibles (una a cada lado) debajo de las cuales se halla una gran escama auricular (o subtimpánica) blanquecina, rodeada de un borde negro que falta en la Iguana delicatissima.
Los ojos son pequeños, vivaces, con el iris de color marrón o bronce.
Justo encima de la membrana timpánica, hacia el dorso, hay, en ambos lados, una serie de escamas modificadas en forma de tubérculo; por esta razón la iguana verde es denominada también iguana de los tubérculos. Bajo la mandíbula hay una gran papada (también denominada gola), rodeada en su zona anterior, aunque no por completo, de una cresta, mientras que en la región dorsal se encuentra otra cresta, que al variar la zona corporal en la que se halla adopta la denominación de cresta occipital, dorsal y caudal.

Primer plano de una iguana verde adulta. Obsérvense la membrana timpánica (MT) y la escama auricular (EA)
La presencia de una serie de pequeñas espinas y, a veces, de un cuernecillo (que puede alcanzar hasta 2 cm de longitud), situado sobre la región nasal, representa el signo distintivo de la subespecie Iguana iguana rinolopha (aunque sobre el tema existe aún cierta confusión porque se han hallado iguanas comunes centroamericanas y suramericanas, con espinas en el rostro, pero pertenecientes a la subespecie iguana).
Las coloraciones accesorias, las dimensiones de la cabeza y de las escamas subtimpánicas, la altura de las espinas (que son escamas modificadas) y de las crestas (en particular de la occipital), la protrusión de los poros femorales y la papada están mucho más desarrolladas en el macho que en la hembra. Estos caracteres sexuales secundarios resultan evidentes a partir de la edad de un año aproximadamente. Por este motivo, aunque es fácil distinguir el sexo de individuos adultos, es muy complicado hacerlo en jóvenes iguanas.
Las extremidades tienen una longitud mediana y terminan en robustas uñas que en la naturaleza, en caso de peligro, permiten trepar rápidamente a los troncos de los árboles.

Macho adulto. Obsérvense el tamaño de la cabeza, las espinas y las dimensiones de las escamas subtimpánicas

Ejemplar de iguana macho. Obsérvense la papada y la cresta occipital, dorsal y caudal

Los dedos del miembro posterior de la iguana le permiten vivir en los árboles
La mandíbula (o maxilar inferior) y el maxilar (superior) son muy robustos y están provistos de dientes que delimitan la cavidad oral[2].
Los dientes de la iguana son pequeños y numerosos, y pueden volver a crecer si caen. Carecen de alvéolo y, tanto en el maxilar como en la mandíbula, están implantados en un surco interno. Estos dientes, denominados pleurodontes, están dispuestos en forma de «empalizada», por lo que resultan particularmente adecuados para la fina trituración de hojas y flores.
La lengua, que no es bífida como la de las serpientes, es carnosa y rosada y sobresale amplia y fácilmente de la cavidad oral, porque está sujeta anteriormente. El llamado «lengüeteo» (el hecho de sacar y meter rápida y continuamente la lengua) le permite al animal captar y retener partículas ambientales, sobre todo olorosas, analizadas por el órgano de Jacobson, situado bajo el paladar. Por esta razón, cuando se toca a una iguana o se la lleva a un nuevo ambiente esta tiende a lengüetear con frecuencia para recibir información sobre lo que la rodea.
Nuestro saurio, que en la naturaleza puede alcanzar 2,5 m de longitud y 8 kg de peso, tiene un cuerpo esbelto y ligeramente comprimido en sentido lateral (es aplastado lateralmente), y termina con una larga cola que constituye al menos el 60 % de la longitud corporal.
La iguana verde en cautividad alcanza dimensiones inferiores respecto a los ejemplares que viven en la naturaleza en las zonas americanas subtropicales y ecuatoriales, porque con frecuencia se rompen la cola, y la nueva nunca alcanza la misma longitud que tenía antes.
En España, los adultos en cautividad difícilmente alcanzan 150 cm de longitud (del extremo de la cabeza a la punta de la cola) y 3 kg o poco más de peso. No obstante, algunos criadores estadounidenses han logrado que sus ejemplares alcancen 200 cm y 5 kg.

En este dibujo, las proporciones entre un ejemplar joven y otro adulto
ALGUNOS DATOS ESTADÍSTICOS
A continuación se da una lista del peso que puede alcanzar una iguana según la edad. Los datos fueron tomados por el autor y su colega Giuseppe Visigalli.
• A los cuatro meses: 30-50 g.
• A los seis meses: 40-70 g.
• A los ocho meses: 60-85 g.
• A los 12 meses: 85-110 g.
• A los 18 meses: 110-250 g.
• A los 24 meses: 420-630 g.
• A los tres años: 780-830 g (algunas revistas norteamericanas indican pesos de entre 1.000 y 1.200 g).
• A los cuatro años: 1.150-1.600 g.
• A los cinco años: 2.200-2.700 g.
Las longitudes (del extremo de la cabeza a la punta de la cola) van de 28 a 135 cm.
La iguana verde es una especie de gran lagartija de piel verde esmeralda, con reflejos y estrías de diversos colores, como el turquesa, el anaranjado, el ocre, el gris y el negro, según el grupo al que pertenezca.
La iguana común presenta estrías (bandas o markers) de color gris parduzco verticales en todo el cuerpo, pero sobre todo detrás de las espaldas, en los costados y en la cola. Resultan apenas esbozadas en el animal joven, pero se vuelven cada vez más visibles y oscuras (negruzcas) en el adulto, mientras que, al mismo tiempo, tiende a modificarse la coloración de fondo verde brillante (aunque este factor recibe una gran influencia de las condiciones de cría, el tipo de alimentación y el sexo).
Los machos adultos adoptan una coloración verde grisácea que se convierte en anaranjada y bronce durante el periodo reproductivo; las hembras adultas se mantienen más verdes. Además, en la naturaleza, los individuos dominantes presentan una librea más clara.
Por lo tanto, si bien en el adulto tenemos variaciones fisiológicas normales, un cambio de color en una joven iguana podría ser la señal de que algo no va demasiado bien.

Hembra de iguana verde. Además de la coloración, obsérvense las dimensiones reducidas, respecto a las de los ejemplares machos, de las escamas subtimpánicas y de la cresta occipital y dorsal
La piel de la iguana está formada por dos capas principales: la epidermis y la dermis. Una modificación de la dermis, y en particular de unas estructuras especiales, los osteodermos, da la característica principal de los reptiles pertenecientes al orden de los escamosos, iguanas incluidas, es decir, la de tener el cuerpo recubierto de escamas simples o modificadas de diversas dimensiones. La iguana cambia frecuentemente la epidermis (la capa más externa de la piel), en pedazos más o menos grandes, pero no en un solo pedazo como ocurre con las serpientes. La sustitución de la epidermis vieja por la nueva (ecdisis) se produce de forma periódica, pero es mucho más frecuente en la joven iguana (cada dos o cuatro semanas) que en la adulta. Los responsables de la espléndida coloración de las iguanas son los cromatóforos, células que se hallan en la capa más profunda de la piel (dermis).
En el lado interno del muslo de las iguanas existen algunos poros femorales, muy visibles en los machos, que son de gran ayuda a la hora de diferenciar los sexos. En el macho son la salida de glándulas sebáceas que emiten un material graso y amarillento durante la época de celo.

Muda (ecdisis) de una joven iguana verde

Poros femorales de un macho adulto

Poros femorales de una hembra adulta

Dimensiones y disposición de los poros femorales en la iguana macho (arriba) y en la hembra
Los reptiles, y por lo tanto también las iguanas, no tienen, como los mamíferos, un diafragma que separe la cavidad torácica de la abdominal, sino una sola cavidad, llamada celomática. Justo debajo de los pulmones está el hígado, muy desarrollado y dividido en dos lóbulos.
La falta de diafragma impide toser a los reptiles, por lo que las enfermedades respiratorias en estos animales son peligrosas al carecer de la función expulsi-va y protectora de la tos. Es fácil provo-car de forma involuntaria, sobre todo en las estaciones intermedias y en invierno, el enfriamiento de una iguana criada en España, que debe permanecer siempre en instalaciones caldeadas convenientemente.
Los saurios tienen dos pulmones de estructura bastante similar a la de los mamíferos.
Es posible valorar fácilmente la respiración observando la elevación y el descenso rítmico de las costillas.
El corazón de la iguana, situado muy adelante, casi en la base del cuello, está dividido en tres cámaras (y no en cuatro como en los mamíferos): dos aurículas y un solo ventrículo; este último, a su vez, se divide en tres cavidades (pulmonar, venosa y arterial).
El sistema circulatorio de la iguana comprende dos aortas y un particular sistema venoso portal renal, que permite a la sangre procedente de las regiones posteriores del reptil entrar de inmediato en la circulación renal, donde son metabolizadas y eliminadas directamente las sustancias nocivas o tóxicas para el animal. Deberá tenerse en cuenta esta particularidad al administrar medicamentos por vía intramuscular en la parte posterior del cuerpo del reptil.
Las células hemáticas de los reptiles son muy distintas de las de los mamíferos. Por ejemplo los eritrocitos (los glóbulos rojos) tienen núcleo; entre los diversos tipos de leucocitos (glóbulos blancos) hallamos también los heterófilos y los azurófilos (células hemáticas típicas de los reptiles).
La iguana común presenta un aparato digestivo estructurado para permitir la fácil ingestión y digestión de vegetales. Animales vegetarianos pertenecientes a otros órdenes presentan estructuras anatómicas similares a las de la iguana. Así, también los conejos, los bovinos, los antílopes y las avestruces tienen un tubo digestivo muy largo, con cámaras adecuadas para contener y asimilar ingentes cantidades de material vegetal.
El aparato digestivo del saurio es muy largo y está repartido en amplios compartimientos; el más grande de estos es el colon saculado, que ocupa casi todo el lado derecho del abdomen, y está separado por diversos tabiques transversales que forman cavidades. En él se deposita la imponente cantidad de material vegetal ingerido, y en parte ya digerido en el estómago, que se verá sometido a importantes y complejos procesos metabólicos gracias a las colonias de bacterias y protozoos presentes en este órgano. La digestión de los vegetales acusará la influencia del calor y la humedad del ambiente en el que se críe el reptil protagonista de nuestro manual.
El moderado aumento de volumen del abdomen que puede observarse después de la comida de la iguana se debe a la presencia de material vegetal, a la izquierda en el estómago y a la derecha en el colon saculado.
Como todos los animales herbívoros, también la iguana eliminará, preferentemente en agua, heces de color pardo verdoso, blandas y abundantes (recuerdan las de los bovinos).
Las iguanas cuentan con una vejiga urinaria al igual que las tortugas, mientras que otros saurios, las serpientes y las aves no la poseen.
Las heces, la orina, los huevos y el esperma no salen directamente al exterior sino que antes son introducidos en una cámara interna, la cloaca, que se divide en coprodeo (la parte más interna, donde desemboca el intestino), urodeo (la porción intermedia, a donde llegan orina, huevos y esperma) y proctodeo (la zona posterior que se abre al exterior).

Esquema de los órganos internos de la iguana y de su posición
La abertura cloacal de las iguanas está situada transversalmente y, debajo de ella, en el macho adulto resultan visibles dos protuberancias, los hemipenes replegados en sus bolsas: los saurios y las serpientes son los únicos animales vertebrados que poseen dos órganos copuladores. Durante el apareamiento sólo se utiliza una. La presencia o no de los hemipenes ayuda al terrariófilo a reconocer el sexo.
Los testículos son dos e internos. Las hembras, por su parte, poseen dos ovarios internos que, tras la madurez sexual (al tercer o cuarto año de vida), producen células huevo que se recogen en el oviducto donde experimentan diversas transformaciones antes de convertirse en auténticos huevos.
Es importante recordar que las hembras adultas de iguana producen huevos (no fecundos) aunque vivan solas y nunca hayan estado en presencia de un macho.
Tras el apareamiento, una peculiar estructura en la pared del oviducto (el receptáculo seminal) permite retener el esperma del macho, manteniéndolo activo durante dos o tres años (esto es común a algunos saurios, y la actividad se prolonga hasta seis años en algunas tortugas).
En otras palabras, una hembra adulta de iguana común que se ha apareado en invierno puede poner huevos fecundos al menos durante tres primaveras seguidas.
Este particular fenómeno se conoce como anfigonia retardada.
El cerebro de los reptiles comprende dos hemisferios cerebrales lisos, con dos bulbos olfativos y ópticos particularmente desarrollados.
Ello puede explicar hasta qué punto el olfato y la vista son importantes para nuestro saurio.
La médula espinal llega hasta la punta de la cola (cosa que no sucede en los mamíferos) y no depende sólo de los estímulos cerebrales, ya que posee centros de control autónomos que permiten movimientos musculares independientes, incluso cuando se producen graves traumatismos craneales.
La presencia de médula espinal en la cola deberá tenerse en cuenta en caso de fractura de esta, un hecho relativamente frecuente si no se observan las normas de cuidado del animal, como veremos más adelante.
El oído y la vista de los saurios son muy distintos de los que poseen las serpientes. El oído de la iguana no tiene pabellón auditivo, presente en casi todos los mamíferos, pero existe una membrana timpánica externa que le permite al animal captar bien los sonidos. Al contrario, las serpientes sólo tienen oído interno: no perciben los sonidos como nosotros los entendemos, sino sólo como vibraciones.
Los ojos no presentan variaciones notables respecto a los mamíferos, pero son muy distintos de los de las serpientes[3].
La iguana tiene tres párpados: uno superior, uno inferior y un tercer párpado, conocido como membrana nictitante. Posee además un tercer ojo (u ojo parietal) que se halla en posición dorsal sobre la cabeza y se presenta como un pequeño ojo grisáceo sin párpados alrededor. Resulta muy visible en las iguanas verdes colombianas, que representan la práctica totalidad de las iguanas presentes en España.
El tercer ojo, que no permite una visión normal, informa a la iguana sobre la presencia del sol o las nubes (quizá también de depredadores que puedan amenazarla desde arriba) y sobre la potencia de los rayos solares sin que el animal tenga que levantar el cuello y exponer regiones anatómicas vulnerables. Lógicamente, el ojo parietal es muy delicado, por lo que no debe tocarse al manipular estos animales.

El ojo parietal de una joven iguana
Las iguanas poseen estructuras muy particulares, las glándulas de la sal, que desembocan en la cavidad nasal y sirven para eliminar las sales minerales sobrantes ingeridas con el alimento. La emisión de líquido salino con estornudos, que es un comportamiento normal de la iguana verde, no debe interpretarse erróneamente como el síntoma inicial de una patología respiratoria.
La eliminación de la sal, que a menudo ensucia las paredes del terrario, experimenta variaciones estacionales, aumentando en el periodo estival, cuando el saurio ingiere mayores cantidades de fruta fresca.
La iguana verde, o iguana de tubérculos, es un saurio arborícola (es considerado semiarborícola por algunos autores) americano de las regiones subtropicales (Trópico de Cáncer) y ecuatoriales, que vive en las selvas, cerca de ríos o lagos. Las iguanas son animales ágiles y robustos que utilizan su larga cola para equilibrarse sobre las ramas de los árboles o para estabilizarse en el agua. Estos saurios son también excelentes nadadores.
El área de distribución comprende la parte meridional de México, Centroamérica, la zona septentrional de Suramérica (hasta Perú, Brasil meridional y Paraguay) y las Pequeñas Antillas.
Normalmente las áreas septentrionales (México y casi toda Centroamérica) están ocupadas por la subespecie rinolopha, mientras que la subespecie iguana vive en las zonas situadas más al sur (de Panamá a Paraguay). No obstante, en muchas zonas de Suramérica se han hallado iguanas con espinas en el rostro, por lo que algunos expertos dudan de la existencia de la subespecie rinolopha, tal como se entiende hoy.
Se han introducido iguanas comunes en Florida y en las islas Hawai, donde se han aclimatado bien.
En las zonas de origen de la iguana verde, el tipo de clima más común es el húmedo tropical de la selva pluvial (o ecuatorial), caracterizado por una temperatura media anual de 25 °C, con mínimas variaciones térmicas durante el año. Las precipitaciones anuales varían entre los 1.500 y 2.500 mm, por lo que el porcentaje de humedad del aire es siempre muy alto. Algunas regiones habitadas por las iguanas verdes están más influidas por un clima tropical moderado o un clima monzónico.
Las iguanas verdes en cautividad tienen una vida media de 10 a 15 años, ligeramente superior a lo que ocurre en la naturaleza, aunque se citan casos de animales que han superado los 30 años de vida. Lógicamente las condiciones ideales de cría favorecerán su longevidad.

Área de distribución de la Iguana iguana, en las subespecies iguana y rinolopha
LA IGUANA EN AMÉRICA
La iguana verde, aunque se halla aún muy difundida en las áreas originarias del Nuevo Mundo antes citadas, está incluida en el apéndice segundo de la Convención de Washington, que protege algunas especies animales y vegetales en peligro de extinción.
Algunas colonias de iguanas comunes, después de ser introducidas en ambientes distintos de los de origen, viven también en zonas meridionales de la costa atlántica de Estados Unidos y en las islas Hawai. Estos saurios se han adaptado bien al clima de Florida, en particular en las zonas forestales situadas junto a Palm Beach, Fort Lauderdale y Miami.
En los últimos años, aprovechando precisamente el clima cálido y húmedo de ciertas regiones, en Estados Unidos, México y algunas zonas de América Central y del Sur se han establecido muchos criaderos de iguanas (farms) que cada año abastecen con miles de pequeños ejemplares el mercado norteamericano y europeo. Estos criaderos, bien llevados, pueden rendir económicamente mucho más que los de ganado vacuno.
En el mercado estadounidense suele haber mucha demanda de iguanas verdes pertenecientes a los diversos grupos geográficos (nicaragüenses, hondureñas, costarricenses, colombianas, peruanas, etc.), que poseen libreas distintas entre sí, pero sobre todo ejemplares que tienen coloraciones particulares, como las iguanas albinas, las iguanas melánicas (negras) y las iguanas azules, que alcanzan cotizaciones de mercado muy elevadas (varios miles de dólares). Una parte de estos criadores ha puesto a disposición su experiencia para reproducir ejemplares pertenecientes a la especie Iguana delicatissima (la que, como ya hemos visto, no posee escama timpánica), para poderlos reintroducir en sus áreas de origen, las Pequeñas Antillas.
También cierto número de jóvenes iguanas verdes nacidas en criaderos, por obligación legal, suele volver a su hábitat natural correspondiente.
Los mismos criaderos crían iguanas utilizadas con fines alimenticios y suelen venderse abiertas en canal (como ocurre en Europa con los pollos y conejos); la carne de estos saurios es muy apreciada en Centroamérica y Suramérica. A pesar de ello, en muchas zonas las iguanas aún son objeto de caza, por su carne y su piel. Los saurios adultos se venden ilegalmente, aún vivos, en los mercados, con las patas atadas, y se llevan con las mandíbulas sujetas con una cuerda, para evitar que el animal muerda. La caza es efectuada normalmente por los jóvenes, mientras que los niños buscan los huevos, que también son muy apreciados.
Estos datos nos serán útiles cuando proyectemos el terrario que acogerá nuestra nueva mascota.
La iguana es un saurio tropical y ecuatorial vegetariano, solitario, territorial, agresivo, diurno, heliotropo y heliotérmico. Saber que la iguana adulta es un animal solitario y territorial es esencial para comprender cómo alojarla en un terrario o vivero. En particular, si nos han sugerido que tengamos varios ejemplares juntos del mismo sexo, y no disponemos de mucho espacio, tarde o temprano surgirán problemas.
Las jóvenes iguanas introducidas simultáneamente en el mismo terrario pueden vivir juntas con bastante tranquilidad durante varios meses, pero con el crecimiento y la producción de las primeras hormonas sexuales (entre los 12 y los 14 meses de vida) las cosas tenderán a cambiar.
En un espacio siempre restringido, incluso si está bien equipado y es rico en escondrijos, la competición entre dos o más iguanas (sobre todo si son de sexo masculino) jóvenes y adultas es inevitable. No son pocos los veterinarios que con cierta frecuencia deben curar ejemplares con heridas, arañazos, mordeduras, fracturas y luxaciones causadas por sus compañeros de terrario.
La iguana verde es un animal diurno, es decir, activo durante las horas iluminadas por la luz solar y en reposo durante la noche, pero también es heliotropo. Este término deriva del griego (helios, «sol» y, trépein, «volverse») y significa «que se vuelve hacia el sol». ¡Sin rayos solares directos (no filtrados por un cristal) la iguana no puede estar bien! Por la mañana, en la naturaleza, el saurio se sitúa generalmente en la parte más alta de la selva, sobre la cima de los árboles, o bien en zonas abiertas, cerca de un río, para poder tomar su largo e imprescindible «baño» de luz y calor solar.
El sol, además de emitir radiaciones como los rayos ultravioletas, útiles para mantener la salud de la iguana, la calentará, dado que es un animal de sangre fría. En realidad los reptiles no son poiquilotermos, es decir, animales totalmente de sangre fría, sino ectotermos, porque con comportamientos como el que acabamos de describir, logran, al menos parcialmente, regular su temperatura corporal. Si la temperatura ambiental es muy alta, el saurio se desplazará a las zonas más frescas de la selva, entrará directamente en el agua o se sumergirá en el fango.
En un alojamiento nuevo o en presencia del ser humano o de otros semejantes suyos, la iguana puede manifestar diversos comportamientos.
Ante todo explorará el alojamiento, lengüeteando a menudo en el aire, pero también sobre la piel de las demás iguanas o del ser humano, siempre que no hayan sido emitidas señales de amenaza por los demás saurios.
En cambio, será evidente una actitud agresiva normal cuando la iguana abra la boca y emita silbidos por las fosas nasales. La extensión de la gola (más visible en los machos) y los movimientos de la cabeza rítmicos y verticales de amplitud diversa (hacia arriba y hacia abajo, en alternancia) tampoco prometen nada bueno. Durante la lucha se aprovecharán, además de la boca (mordeduras), la agilidad y la fuerza muscular, las robustas uñas y los coletazos.
Las actitudes defensivas, en particular, están representadas por los coletazos, porque de esta forma el saurio trata de mantener a raya cualquier posible amenaza. Recordemos que la cola es muy larga y en general se mueve con gran rapidez y suma precisión. También la abertura de la boca con emisión de silbidos forma parte del repertorio de actitudes defensivas. Es bastante frecuente recibir un fuerte coletazo cuando se toma una iguana entre las manos.

Las jóvenes iguanas antes de la maduración sexual pueden convivir tranquilamente en grupo
Movimientos muy cautos, sobre todo de la cabeza, y cierre de un solo ojo pueden ser actitudes de miedo.
Por otro lado, los intentos de fuga de jóvenes iguanas deben interpretarse como una falta de adaptación a la cautividad, por lo que tal vez deba introducirse algún cambio en su hábitat.
Por último, un comportamiento típico de la iguana común en cautividad es el examen vespertino de su territorio: pasea junto a los bordes del terrario sacudiendo la cabeza y lengüeteando para confirmar su dominio. En ese instante es posible observar mejor la eliminación de sales con los estornudos.

Un macho «lengüeteando»
LOS PROBLEMAS QUE PROVOCA UNA IGUANA MACHO
Puede parecer un chiste, pero las iguanas adultas de sexo masculino son capaces de percibir la presencia de las feromonas de las mujeres, muy similares a las de sus hembras, especialmente en los días próximos a la ovulación, presentando una excitación sexual durante la época de celo (en invierno). Esta se manifiesta con rituales amorosos que comprenden la característica extensión de la papada, los movimientos de la cabeza, la elevación del tórax, la erección de los órganos sexuales externos, la emisión de esperma y el intento de morder el cuello de la mujer escogida por el reptil como posible compañera. Esta actitud, que puede desembocar en agresividad, se ha observado sobre todo cuando la iguana, que se cuida desde muy joven, es el único animal de compañía de la mujer, que además no tiene compañero fijo. Se puede tratar de impedir este comportamiento evitando a la iguana cualquier causa de posible estrés (modificando la instalación del terrario, respetando escrupulosamente las necesidades alimentarias y climáticas, etc.) y pidiéndole a un hombre (un vecino, un familiar o un amigo) que participe en los cuidados del terrario. La solución extrema consiste en la esterilización quirúrgica. Se trata de una intervención muy complicada, que debe ser efectuada por un veterinario experto en estos animales, ya que los testículos de la iguana son internos y están muy pegados a la aorta y a la vena cava abdominal.