El ajedrez, ese apasionante juego, continúa aún en nuestros días siendo un gran misterio. No se sabe todavía a ciencia cierta cuál fue el origen del nacimiento de este maravilloso juego, y mucho menos quién fue su inventor. Pero cabe suponer que un juego tan perfecto y ajustado a la inteligencia humana no pudo ser ideado por una sola persona.
Antes de llegar al punto actual en que lo conocemos, el ajedrez ha pasado por distintas formas y maneras, aunque las más antiguas de ellas no son muy conocidas.
Unos dicen que el juego procede del antiguo Egipto. Otros admiten que pudo comenzar a practicarse en la India, unos doscientos años antes de Jesucristo. También se afirma que los budistas conocieron y practicaron un juego que consistía en la lucha de dos bandos, cada uno de ellos con piezas distintas, sobre un tablero de 64 casillas. Muchos historiadores afirman que esta es la forma más antigua que se conoce del juego del ajedrez, aunque no llegan a precisar si los inventores directos fueron los budistas o bien si estos lo aprendieron de otras civilizaciones. Lo que se sabe con certeza es que el juego del ajedrez, en su primitiva forma, era conocido en la India algunos años antes de Jesucristo.
Partiendo de todos los datos que se conocen en nuestros días, se puede confeccionar una hipótesis sobre la forma en que el ajedrez era practicado en sus orígenes. Al parecer se jugaba con dados; la suerte de los dados era la que determinaba la pieza que debía moverse. Había cuatro bandos combatientes, alineados de dos a dos. Estos bandos o frentes estaban formados por menos piezas de las que conocemos en la actualidad y los movimientos eran también mucho más fáciles.
Poco más tarde se suprimieron los dados y se formaron solamente dos bandos o grupos, con lo que la lucha ya era muy similar a la que se practica en el ajedrez moderno. Pero las modificaciones se fueron produciendo poco a poco. Apareció el enroque, se aumentó el radio de acción de la dama, etcétera, hasta que, hace cuatro siglos, presentó ya las características y particularidades con que se conoce y practica en la actualidad el ajedrez.
También podemos aventurarnos a decir que el juego probablemente no sufrirá nuevas variaciones, dado que, tal y como es ahora, resulta muy difícil poder jugarlo con corrección.
Durante más de setecientos años el ajedrez debió quedar encerrado en el arca de los olvidos, dentro de los límites del imperio indostánico, hasta que los budistas, que huían de los brahmanes según la historia, lo divulgaron por todo el continente asiático. En Persia fue donde tuvo mejor acogida, y allí fue donde lo aprendieron los árabes, al conquistarla a mediados del siglo vii. Fueron muchos los califas y visires que se entusiasmaron con el noble juego del ajedrez; entre ellos merece citarse a Murasim Billah, de mediados del siglo ix, quien se dedicó a la composición de problemas. En el siglo siguiente se hicieron famosos tres jugadores: Adalli, Alsuli y Ledjladj. Pero, de las innumerables partidas que jugaron los árabes, muy pocas han llegado hasta nuestros días; en cambio, se conservan preciosas y maravillosas colecciones de problemas y finales de ajedrez.
Al conquistar la península, los árabes propagaron el ajedrez por los nuevos territorios, desde donde se extendió a toda Europa, donde muy pronto estuvo en boga, especialmente ente los señores feudales.
Como una prueba más de su generalización, recordemos que el juego del ajedrez se menciona en algunos textos de la Edad Media. Pocos son los nombres de jugadores que se conocen de este periodo; además, no se ha conservado ninguna partida. Los problemas, generalmente, han sido tomados de los árabes; pocas fueron las variantes que los europeos pudieron aportar al modo de jugar de los orientales.
En la actualidad el ajedrez se conoce en todo el mundo, y se le dedica toda la atención que merece por su gran valor social y educativo. Algo debía de tener este juego para llegar a apasionar y asombrar a generaciones enteras desde la Antigüedad.
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La leyenda del grano de trigo |
Tal vez una famosa leyenda que intenta explicar la creación del juego pueda dar un poco más de luz a los orígenes del ajedrez. Virtualmente, se dice que proviene de la India. Esta leyenda alude directamente al posible creador del juego del ajedrez y hasta da un nombre concreto: Sissa.
Se dice que Sissa educaba a un príncipe de la casa real de la India y que fue él quien inventó el juego con sólo una idea: el príncipe debía percatarse de que el rey, la principal figura, no sería nada sin el apoyo de todos sus súbditos.
El juego gustó tanto al príncipe que a cambio ofreció a su maestro lo que este quisiera pedirle. Y Sissa, otra vez, dio una nueva lección al príncipe: le solicitó un grano de trigo para la primera casilla, dos para la segunda, cuatro para la tercera, ocho para la cuarta, y así sucesivamente, el doble de la cantidad hasta llegar a la última de las 64 casillas, que son las que componen el tablero de ajedrez.
Una vez efectuados los oportunos cálculos el príncipe comprobó con gran asombro que todos los tesoros de la India no bastaban para satisfacer la solicitud del maestro Sissa. Y lo que al príncipe le había parecido, en un principio, un ridículo premio para su maestro, resultó ser verdaderamente excesivo. Una vez realizadas las operaciones, se vio obligado a reconocer que no podía cumplir su palabra, ya que la cantidad resultante era astronómica: necesitaba nada menos que 18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo; para producirlos era necesario sembrar 76 veces todos los continentes de la tierra y poder habilitar como graneros unas diez mil grandes ciudades.
De esta lección aprendió mucho el príncipe: tuvo que rendir su orgullo ante el ingenio del habilidoso brahmán Sissa.
Como habrá podido comprobar el lector, se trata de una hermosa leyenda que empuja hacia la India el origen del juego del ajedrez. Y ello no puede extrañar mucho si tenemos en cuenta que en dicho país recibía el nombre de Xadre, cuya pronunciación es muy similar a la del nombre con que se conoce actualmente en nuestros días: ajedrez.
Ahora sólo cabe esperar que el principiante haga suyo este ejemplo anteriormente expuesto y sepa comprender la moraleja de la leyenda del grano de trigo.