Bajo esta denominación se agrupan peces, aves, roedores y reptiles; es decir, animales de compañía que no son perros ni gatos. Francia es el país que cuenta con un mayor número de ellos, seguida de Italia, Alemania, el Reino Unido y España. Cada vez son más los propietarios que llevan sus mascotas a los consultorios veterinarios para someterlas a revisiones periódicas, algo que hasta hace unos años no era muy frecuente. Gracias a ello, los estudios sobre su comportamiento y sus necesidades se han intensificado, lo que ha permitido conocer mejor sus exigencias y garantizarles unas condiciones de vida en cautividad mucho más adecuadas.
Antes de adquirir uno de estos animales, es fundamental conocer sus características fisiológicas y su modo de vida para reproducir de la mejor manera posible su hábitat natural. Hay que tener en cuenta que las relaciones afectivas y las caricias no bastan para mantener el equilibrio emocional de un animal de compañía. Es preciso alimentarlo correctamente, observarlo todos los días y controlar su medio ambiente.
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No se podrá garantizar el bienestar de un animal de compañía en cautividad si no se conocen a la perfección todas sus necesidades y si no se cumplen escrupulosamente las obligaciones que supone el hecho de ser propietario (limpieza de la jaula, cambio de agua, control de la temperatura, etc.). El respeto del modo de vida del animal es indispensable para su equilibrio psíquico y físico. |
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En el caso de aves, reptiles o arácnidos tendremos que solicitar todos los documentos que certifiquen que el ejemplar no ha sido capturado ilegalmente y que no forma parte de ninguna especie protegida. Sin el cumplimiento de estas formalidades, seríamos cómplices de la desaparición de determinadas especies por nuestro mero placer personal. Existen suficientes animales cuya venta está autorizada y reglamentada entre los que podremos elegir el que más nos guste. |
Por otra parte hay que tener en cuenta la legislación que concierne a este tipo de animales. Algunas especies están contempladas en la Convención de Washington y están debidamente protegidas. Estas especies nunca deben ser compradas, pues han sido capturadas en su medio natural sin respetar su equilibrio biológico. Más adelante trataremos con mayor profundidad este aspecto legal, aunque es preciso tener en cuenta que es obligatorio comprar animales criados en cautividad y comprobar su origen si se trata de un animal de importación.
Las tres razones principales para poseer uno de estos animales de compañía son la estética (sobre todo en los peces y las aves), el desarrollo personal del niño (en los roedores) o el deseo de originalidad (en los reptiles). Sin embargo, a menudo los compradores no están muy seguros del animal que van a elegir. Saben que no quieren un perro o un gato que los obligue a pasearlo o a cambiarle el serrín continuamente, según el caso. Es decir, se inclinan por un tipo de animal que no les dé tantas obligaciones, sin tener en cuenta que todo ser vivo provoca ciertos inconvenientes. El equilibrio vital del animal sólo puede garantizarse con unas condiciones de vida impecables, un nivel de higiene constante y el perfecto conocimiento del animal por parte de su propietario.
El nuevo animal de compañía puede convertirse en la mascota de toda la familia o en una simple afición. En el primer caso la persona que se hará cargo de él será un niño, mientras que en el segundo será un adulto que se ha sentido atraído por su aspecto original.
Esta obra puede ser de utilidad a ambos, pero no para los amantes de las emociones fuertes que deseen impresionar a sus amigos y conocidos con un animal que se sale de lo normal. Si fuera este el motivo, la compra estaría condenada al fracaso, ya que no se puede considerar a ningún animal como un objeto de distinción susceptible de dar un cierto prestigio a su propietario.
Es más, estos animales no deben ocupar el lugar de un gato o de un perro. La compra debe ser una decisión positiva, producto de la reflexión, y en ningún caso será una segunda opción.

Cualquier animal que tengamos en casa es un animal de compañía a todos los efectos, y necesita tantos cuidados y cariño como un perro o un gato. En la foto, un conejo enano y otro belier
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Cualquier animal que tengamos en casa debe considerarse un animal de compañía. |
Si los animales no existieran, los hombres seríamos todavía más incomprensibles.
Buffon
Los animales pueden ayudarnos a aceptarnos tal como somos y a acercarnos a los demás. En efecto, los niños introvertidos hablan más con sus amigos cuando tienen un pequeño animal como compañero, y lo que antes era una relación difícil a partir de ese momento se hace posible. Esta afirmación es aún más constatable en los casos graves.
Por otro lado, el animal puede ayudarnos en caso de desfallecimiento físico.
La base de la zooterapia es precisamente la noción de que el animal puede ayudarnos. Los nuevos animales de compañía figuran en primera línea de esta forma de asistencia psíquica y pedagógica debido a la atención constante que requieren.
Los inicios de la zooterapia tuvieron lugar en un centro alemán de tratamiento de epilepsia en 1867.

Los roedores pueden convertirse en excelentes compañeros para los niños, tal como puede verse
En aquel tiempo no se tenía un conocimiento demasiado profundo de la forma en que debía llevarse a cabo esta terapia, y el tratamiento se limitaba a su simple presencia, considerada benéfica para el paciente. Las relaciones entre los animales y los niños con trastornos mentales fueron estudiadas por Ange Condorêt, quien demostró los grandes beneficios que comportaba. Hoy en día, los médicos que tratan niños autistas utilizan animales como agentes terapéuticos. El precursor fue un pediatra americano, Boris Levinson, quien se dio cuenta del interés que despertaba en uno de sus pacientes el perro de la casa cuando se paseaba por el consultorio.
Asimismo, investigadores americanos han demostrado la acción tranquilizante que procura el hecho de acariciar un animal.
Cuando se posee un animal perteneciente a este grupo es importante saber que la observación de sus condiciones de vida, de la forma de alimentarse o de jugar, predominarán sobre las relaciones afectivas. Sin embargo, algunas personas prefieren este tipo de relación, más intelectual que física.
Por otro lado, el niño que se ocupe de un conejillo de Indias se sentirá responsable de su vida. Y la confianza y la dependencia material que llegará a existir entre el animal y el joven crearán una relación tan fuerte como una complicidad afectiva.