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El valor de las piezas |
Para tratar el tema de la valoración de las piezas, tras conocer bien sus posibilidades de desarrollo sobre el tablero, convendrá tener en cuenta el criterio de los expertos y señalar que, según las normas internacionales, se utilizan los siguientes valores:
2 torres = 1 dama
1 pieza menor + 2 peones = 1 torre
3 peones = 1 pieza menor
1 alfil = 1 caballo (el experto no incluye ningún peón y hace equivalentes las dos piezas intermedias).
Valoración genérica y valoración circunstancial
No obstante, no hay que cometer uno de los errores más comunes: aceptar estas valoraciones sin matices. De hecho, ningún ajedrecista aceptaría una torre a cambio de un peón que está a punto de coronar sano y salvo, o que está en situación de apoyar a otra pieza —o de ser apoyado por ella— para dar jaque mate. Hay que tener siempre en cuenta que el valor genérico de la pieza es simplemente orientativo, y que su posición y la amenaza que puede suponer en un momento determinado del juego son lo verdaderamente importante.

Diagrama 2
El diagrama es un claro ejemplo de lo que acabamos de exponer. Un simple peón pasado, en este caso, el que se encuentra en la casilla e7, puede tener un valor real mucho más alto que el de un alfil o un caballo. La torre blanca en f8 tiene al rey en jaque, que a su vez se ve intimidado por el caballo, que amenaza la casilla g7. El alfil negro en e8 impide que el peón blanco se promocione por una pieza mayor que acabe por sentenciar la partida. La mejor solución en este caso es intimidar al alfil para que abandone su posición (puede hacerse moviendo el caballo blanco a d8 o subiendo la torre en d1 hasta d8, por ejemplo). Sin embargo, tampoco hay que perder la cabeza por un peón, ya que muchas veces puede echarse a perder una táctica eficaz (piénsese en el juego que puede dar un ataque realizado por un caballo y una torre).
Por otra parte, el alfil que en combinación con un peón mantiene inmovilizado al rey contrario, adquiere un valor inapreciable en manos de un jugador capacitado. El diagrama siguiente es un buen ejemplo de ello.
Dada la posición de las piezas, el mate es inminente: los peones no pueden asistir al rey, el cual tan sólo puede mover a f2 para evitar el jaque del alfil, si bien el peón negro acabará por sentenciar la partida. Tan sólo queda una opción: que el jugador de las blancas admita que su rey está ahogado.
Por lo que respecta a la valoración que dice que las dos torres suman el valor de la dama, hay que tener en cuenta que en ciertas ocasiones incluso puede ser mayor, y de manera muy especial en los casos en los que las dos torres adquieren una fuerza de acción capaz de representar una seria amenaza contra el rey contrario o incluso su sentencia de muerte. Del mismo modo, las torres incrementan su valor y se equiparan a la dama, o incluso más cuando se combinan con un peón avanzado, tal como puede verse en el diagrama siguiente, en donde el peón blanco en f7 puede promocionarse a dama o caballo y dar el mate con la intervención de las dos torres.
Por el contrario, será un golpe de suerte poder cambiar nuestro peón por un caballo cuyas posibilidades de acción pueden propiciar nuestra victoria. Indudablemente, en esos casos, resistirse al cambio es simplemente un error garrafal, ya que el caballo del adversario ha adquirido un valor extremadamente alto, dado que puede acabar con el peón g6, que amenaza al rey con un mate certero:1. …, g7; 2. Rh8:g7, h6 ++. En cambio, si el caballo blanco capturase el peón g6, el ataque se interrumpirá durante un cierto tiempo porque faltaría una pieza que permitiese cerrar el acoso sobre el rey.

Diagrama 5
Consideraciones sobre el valor de las piezas
Después de ver todos los ejemplos anteriores, podemos hacernos una idea de la importancia de una pieza por sí misma en el tablero. De hecho, la suma del valor de todas las piezas equivale en cierto modo a la fuerza que se posee en el transcurso de la contienda. Por lo tanto, teóricamente, ambos bandos tienen el mismo volumen de armamento y de puntos débiles al inicio de la partida.
Sin embargo, en la práctica, después de las dos o tres primeras jugadas esto ya no es así, puesto que a partir de esos lances se empezará a determinar el valor real de cada pieza, que dependerá del uso que se le ha dado en cada momento determinado. En vista de ello no cabe duda de que las consideraciones sobre el valor de las piezas son más que complejas por cuanto dependen más de la capacidad y buen saber del jugador que de la pieza en sí.