Mitología y simbolismo

 

 

Una de las claves de comprensión de la astrología es el conocimiento del mito y su interpretación en clave moderna. En el mito existe siempre una verdad de orden moral y espiritual, vestida con trajes alegóricos, que la astrología hace propia y de la que el astrólogo tiene que descodificar los símbolos. A través del mito podemos dar la vuelta a nuestros miedos, a nuestras virtudes y a nuestros pecados. A través del mito podemos comprender las bases arquetípicas del elemento humano que se reflejan en el significado de los signos zodiacales y de los planetas que componen un tema astral. El propio C. G. Jung ve en el mito la expresión del inconsciente colectivo, es decir, de toda la experiencia humana acumulada en milenios de evolución.

Por lo tanto, la astrología nos cuenta a través de la metáfora mitológica y la sucesión de los signos, la historia de la humanidad y nos da indicaciones sobre el camino que todavía debemos hacer. ¿Qué es de hecho la mitología, con sus personajes, sus ritos, su historia metafísica sino el mundo entero dentro de nosotros, lo que hemos sido, lo que somos y lo que seremos?

Los mitos a los que nos podemos referir para el signo de Cáncer son particularmente complejos, como por otro lado es complejo también el propio signo. Entre los más conocidos tenemos al relacionado con el segundo trabajo de Hércules: la matanza de la Hidra de Lerna. Se cuenta que Hércules, después de hacer salir de su madriguera a la horrible bestia de nueve cabezas, semejante a una monstruosa serpiente y portadora de terror, intentó matarla. Pero de la herida que dejaba cada cabeza le nacían otras dos. Entonces Hércules, con la ayuda de su compañero Yolao, incendió el bosque y con los troncos encendidos quemó las heridas de manera que no pudiera volver a nacer nada. A estas alturas, Hera, una de las mujeres de Zeus, que no deseaba que Hércules ganara a Hidra, ordenó al gigantesco cangrejo Karkinos que fuera a ayudar al monstruo. Karkinos atacó a Hércules pero este lo aplastó y acabó definitivamente con Hidra. Hera, agradecida con Karkinos aunque no había conseguido sus deseos, lo colocó en el zodiaco como Cáncer.

Otro mito es el de Narciso, un joven tan guapo como ignorante de su propia belleza. Su madre, la ninfa Liriope, consultó al vidente Tiresias sobre el destino de su hijo. «Narciso» le dijo, «vivirá mientras no se conozca», una respuesta algo oscura pero que se aclaró rápidamente. Némesis, enfadada con Narciso porque no prestaba atención al amor de la ninfa Eco, hizo que se reflejara en las purísimas aguas de una fuente. Narciso, que no había visto nunca su cara, al verse reflejado en el espejo de agua se enamoró de la imagen y ya no consiguió separarse de la orilla del lago hasta su muerte. La Némesis vengadora lo convirtió en la flor que actualmente todavía lleva su nombre. En este mito encontramos el encierro del Cáncer hacia el prójimo, no tanto por amor exclusivo hacia sí mismo como por la dificultad de relacionarse con los demás, de abrir su corazón y su alma en un intercambio de emociones recíprocas.

De todos modos, para comprender la psicología de los nacidos bajo el signo de Cáncer son importantes sobre todo los mitos relacionados con la Luna, gobernadora del signo. En primer lugar el mito de Selene, la diosa de la Luna que, enamorada de Endimion, tuvo cincuenta hijos de él. Luego, como no quería tener más hijos le pidió a Júpiter que su amado pudiera dormirse en un sueño eterno que lo conservara guapo y joven. Después de obtener ese favor de Júpiter, Selene, todavía enamorada, corría cada noche al lado de su amado Endimion que estaba dormido para siempre, para besarle y abrazarle sin obtener, evidentemente, ninguna reacción. También en este mito se encuentra presente una de las características del Cáncer: es decir la de amar pero temiendo un encuentro directo, refugiándose para ello en la maternidad o en una relación totalmente desigual. El mito recuerda también que la Luna era la señora del sueño, de los sueños y de los enamorados, pero como la luz del día, y por lo tanto con la dureza de la vida diaria, desaparece. De la misma forma que los nativos de Cáncer tienden a no mostrarse y a preferir los medios tonos y la oscuridad. A propósito de enamorados y de Luna, una antigua costumbre china enseña cómo el poder de la Luna puede ayudar a dos enamorados que tienen que separarse durante un largo periodo: se tiene que coger un espejo redondo y colocarlo sobre el suelo, de forma que la Luna llena se refleje en él; luego se rompe en dos mitades y cada uno de los amantes coge una. De esta forma se encontrarán y no caerán en la infidelidad. Otro mito lunar es el de Artemis-Diana, que antiguamente honraron como símbolo de la fertilidad; y no es por una casualidad que el Cáncer sea también el símbolo del agua primordial y de la energía vital y en consecuencia de la fertilidad. De todos es sabido, por ejemplo, que los cabellos cortados cuando la luna está en cuarto creciente crecen más densos y más rápidamente; que si se siembra un huerto en luna creciente se desarrolla más que en luna menguante; al contrario, el vino se mantiene inalterado si se embotella en luna menguante, es decir, cuando sus influencias sobre la tierra son menos incisivas. Pero, como ya hemos dicho, el Cáncer es también el símbolo del agua primordial. Sin el agua, de hecho, la vida no se alimenta; si el agua desaparece, también desaparecerá la vida sobre la tierra. Por esta razón la perla, piedra del Cáncer, junto con la luz lunar, vive en el agua, y se le otorga el poder de ayudar en la supervivencia, hasta el punto de que en la antigua medicina india la perla triturada se consideraba como un potente medio para rejuvenecer. Todavía se utiliza en la actualidad el polvo de perlas como reconstituyente.

Volviendo al agua, sabemos que las mareas suben o bajan según el movimiento lunar; de la misma forma las emociones del Cáncer sufren las influencias de la luna; por este motivo se dice de este nativo que es «lunático». ¿Cuántas personas Cáncer hemos conocido que cambian de actitud en cuestión de segundos?

El concepto de fertilidad nos envía al concepto de la Gran Madre, es decir, al arquetipo materno, al refugio, a la contención, a la protección, que en el Cáncer, hombre o mujer, se expresa bastante bien. De hecho, en el hombre Cáncer se puede reconocer un comportamiento o una forma de amar bastante envolvente y protectora, completada por una unión profunda y por la dependencia, a veces inconsciente, de la propia madre, como veremos más adelante. Si luego observamos el glifo de Cáncer d, encontramos en él el símbolo de todo lo que hemos dicho hasta ahora. En una primera observación podría parecer el glifo del Tao, con el Yin, la fuerza negativa lunar, y el Yang, la fuerza positiva solar, que no pueden separarse la una de la otra. El signo da además una impresión de cierre al exterior. Pero también puede recordar a dos espermatozoides y por ello al inicio de la vida, a la fertilidad, al líquido amniótico y a la nutrición. Y a propósito de nutrición y de luna me gustaría recordar una breve pero bonita poesía del gran poeta ruso Vladimir Majakovskij: Noche de luna: «Estará la luna. / Está ya un poco / Mira cómo cuelga / llena de aire. / Y Dios, probablemente, / que con una maravillosa / cuchara de plata / remueve la sopa de pescado de las estrellas».