Los Capricornio tienen indudablemente una personalidad compleja, difícil de entender en un primer momento. No pertenecen a aquellas personas que se convierten enseguida, en cualquier lugar o situación, en el centro de atención; sólo si los demás se esfuerzan en conocerlos mejor, descubren los muchos valores y virtudes que mantienen celosamente escondidos. Es muy difícil que participen en diversiones que consideren sólo un fin en sí mismos; si encuentran a personas demasiado frívolas o superficiales crean una especie de muro, un comportamiento que los aísla un poco de la vida mundana. La gente los juzga en general como personas de temperamento frío, sin empuje, inasequibles. Es inútil atormentarse porque quien los trata descubre lentamente en ellos una personalidad distinta de la que había imaginado.
Vitales, inteligentes, siempre deseosos de aprender, se sienten atraídos por la meditación y les gusta buscar la esencia en todas las cosas, el misterio escondido. Su profundidad de alma está abocada casi enteramente a la introspección.
En su juventud no saben divertirse, ni les interesa de qué manera pasan los demás su tiempo libre y dan la impresión de ser distantes y serios. Hacia los 28-29 años, tras la primera revolución de Saturno, empiezan a emanar un cierto magnetismo, conquistan estima y se afirman profesionalmente. De los 40 años en adelante parece como si el tiempo se hubiera detenido. Generalmente llegan a una edad muy avanzada y permanecen con la mente lúcida y extremadamente juveniles.
Su encanto aumenta con el paso de los años y su personalidad se impone; en esta fase de su vida los temores y las incertidumbres de la juventud pertenecen ya sólo al pasado.
En la juventud son introvertidos, silenciosos y necesitan afecto pero se avergüenzan de demostrarlo y, si temen que alguien pueda intuirlo, se vuelven todavía más huraños. Su doble naturaleza pez-cabra hace de ellos personas que con el paso de los años cambian totalmente de carácter.
Encuentran su autorrealización en el trabajo, al que dedican toda su energía, el estudio y la paciencia, y la capacidad y la voluntad de la que disponen los convierte en personajes ganadores. Una brillante afirmación, en la segunda mitad de la vida, los resarcirá de todos los problemas del pasado, confirmando que Capricornio en su esencia es un signo doble, que asciende desde las profundidades del mar hasta la cumbre de la montaña.
Las cualidades humanas de Capricornio quedan a menudo en secreto para muchos, puesto que penetrar más allá de la aparentemente ruda corteza no es siempre fácil, se necesita una enorme paciencia. Conquistarlos es de todo menos sencillo, pero después de conseguirlo, empiezan a confiar y desde ese momento muestran una actitud más abierta.
Disponen de una fuerza física excepcional y dotes morales considerables entre las cuales destacan la precisión, el hecho de ser metódicos y una extraordinaria disciplina interior. Hasta que no alcanzan las metas que se han marcado piensan que los acontecimientos y las personas les son contrarios. Este miedo inconsciente es el que hace que sean solitarios y, en la juventud, complica su inserción social y mundana.
El planeta dominante, Saturno, no se muestra muy tierno, al contrario los presiona a menudo obligándolos a medir sus fuerzas en relación con el destino.
El sentido del deber está incluso demasiado desarrollado; para ellos ningún sacrificio es excesivo para apoyar, en cualquier circunstancia, a sus seres queridos; son muy tradicionalistas y la familia tiene para ellos un papel esencial.
Poseen también una fuerza de resistencia poco común, unida a una voluntad que mueve, como se suele decir, montañas; consiguen superar cualquier dificultad, haciéndose cada vez más fuertes. Además, raramente encontraremos individuos tan íntimamente convencidos de poder conseguir lo que se proponen: para superar los problemas cuentan sólo con ellos mismos, y aunque puedan lamentarse de sus problemas con las personas que aman, esto es sólo un desahogo psicológico porque saben muy bien que les toca a ellos dirigir su propio camino.
Aunque Saturno les ataca por un lado, por el otro les ofrece también los medios necesarios y los dones más preciosos que el hombre pueda esperar: la conciencia de que «el sufrimiento es el camino más corto, aunque doloroso, hacia la sabiduría». De cada experiencia salen espiritualmente mejorados y Saturno, que asume para ellos el papel del padre severo, desea guiarles hacia la sabiduría; esto se expresa en el Tarot del IX Arcano: el Ermitaño.
También psicológicamente tienen que soportar una dura lucha entre la dinámica del signo y su dominante Saturno: este último indica el camino de la ascensión ascética, mientras su elemento, la Tierra, empuja al apego hacia los valores materiales. De hecho, les gustan mucho las cosas bonitas, vivir en un ambiente digno y cómodo. Por lo tanto, a menudo se encuentran ante la encrucijada de escoger qué camino seguir.
Por esta razón encontramos entre los nativos de Capricornio a industriales, ingenieros, hombres políticos, por ejemplo Andreotti, artistas como Marlene Dietrich, Ava Gardner, Fellini, pero también guías espirituales como lo era el gran Yogananda, nacido el 5 de enero.
Su lema es: «Yo progreso y avanzo por el camino que lleva hasta la luz».
El niño Capricornio es uno de los niños más juiciosos de todos los signos: no coge berrinches, es obediente y no pretende tener una atención constante por parte de los padres o de quien se ocupa de él.
Se distingue de los demás niños desde muy pequeño mostrándose inteligente y capacitado. Pero no juega con sus coetáneos, no hace confidencias a nadie y por ello los compañeros de clase lo dejan a menudo sólo, considerándolo poco sociable, alguien a quien no le gusta el alboroto y las diversiones usuales. Obtener su confianza es un privilegio raro, pero cuando establece una buena relación con otro niño y lo considera su amigo haría cualquier cosa por él.
Las defensas que crea a su alrededor, la inseguridad, el pensamiento de no merecer el mismo afecto que se les da a los demás, son una continua fuente de ansia para él. Incluso sus padres tienen problemas para entenderlos a veces, mientras son precisamente ellos los que deberían enseñarle la alegría de vivir, ser afectuosos, hacer que se sienta importante y establecer con él, desde muy pequeño, un diálogo serio basado más en el amor, la amistad y la comprensión, que sobre su autoridad.
En la escuela se esfuerza con ardor y, aunque le falta fantasía e imaginación, posee una fuerte capacidad de concentración y una óptima memoria; los éxitos los conquista por mérito propio.
El niño Capricornio no conoce la despreocupación infantil y desarrolla muy pronto intereses personales que lo absorben tanto que lo alejan casi del resto del mundo. En cualquier caso tiene el tiempo de su parte, de su confusión emocional nace lentamente una persona madura, encaminada hacia múltiples éxitos.
La mujer Capricornio no soporta represiones sobre su propia personalidad y su aspiración es la de ser autónoma, libre en las expresiones y las acciones.
Es raro que se dedique sólo a la casa, es orgullosa y deseosa de autoafirmarse, en general trabaja hasta muy mayor. No consigue someterse a las exigencias ajenas y si lo hace, por deber o por amor, tiene que tratarse de una elección propia.
Se viste con sobriedad, siguiendo cánones tradicionales; por este motivo, en elegancia gana incluso a quien se esfuerza por vestirse siempre a la última moda.
Gran trabajadora, no aprecia a las personas superficiales, y su reserva se considera a menudo soberbia. A veces testaruda, no le gusta escuchar los consejos ajenos y prefiere pagar personalmente sus equivocaciones. Le falta también diplomacia y dice crudamente lo que piensa, algo que no le ayuda en la conquista de simpatías.
La mujer, más que el hombre del signo, con la edad gana en encanto, como si una luz interior la iluminara completamente. No teme a la vejez sino a las enfermedades que podrían eliminar su autonomía. Al destino adverso opone racionalidad y fe en algo superior, universal.
Si tiene hijos se convierte en una madre atenta, extremadamente disponible, quizás un poco demasiado autoritaria y aprensiva. Le gusta la naturaleza, más la montaña que el mar; lo importante para ella es poder reponerse en lugares apartados, sin el jaleo de las localidades turísticas. En conjunto, la mujer Capricornio irradia siempre un encanto sutil, envidiado por la mayoría.
El hombre Capricornio es quizás el nativo más frío del zodiaco. La belleza física no lo deslumbra, la considera efímera, por ello busca el entendimiento intelectual y la riqueza interior. Pretende mucho de sí mismo y de los demás, es inagotable y cree que todos tienen su misma resistencia. Desconfiado, introvertido, en realidad este comportamiento suyo esconde el miedo de ser rechazado o la desilusión, quizás un complejo de inferioridad; de hecho, interiormente admira a las personas extrovertidas y sufre por el hecho de no serlo.
Es muy inteligente, sabe escuchar y, aunque a menudo se refugia en el mutismo, cuando habla, sus palabras son concisas, racionales, convincentes y le procuran estima ajena, algo indispensable para él. De intereses eclécticos, está sediento de saber y todo el conocimiento humano lo fascina.
También el hombre Capricornio es amante de la naturaleza, le gustan los largos viajes, preferiblemente a lugares en los que la civilización no ha llegado todavía, donde la soledad y el aire saludable templan su temperamento nervioso.
Tradicionalista, valora mucho su dignidad y el juicio de los demás; teme a la pobreza y, aterrorizado por el hecho de poder necesitar a los demás, cuenta sólo consigo mismo, concediéndose pocas distracciones y diversiones.
Quiere ser el indiscutido cabeza de familia, pero está dispuesto a cualquier sacrificio por el éxito de los hijos que a menudo por su falta de ternura y por sus pretensiones exageradas le agradecen mal sus esfuerzos, huyendo rápidamente de su autoridad. Sólo en la edad adulta los hijos podrán comprender mejor las estupendas dotes que escondía su aparente frialdad.
Quien busca la amistad de un Capricornio no tiene la vida fácil; de hecho es difícil convertirse en su amigo, pero es siempre un esfuerzo que vale la pena. Si triunfan en su intento, se encuentra oro puro: podemos confiar ciegamente en ellos puesto que permanecen al lado de un amigo como una roca, luchando con ellos en la necesidad.
Lo importante es serles fieles, no violar su reserva y no atacar su personalidad puesto que son susceptibles y aceptan racionalmente las críticas sólo si se expresan con dulzura y con ironía cordial. Esperan mucho de los amigos puesto que se dan también totalmente y desean que incluso los demás estén igualmente disponibles.
Honestos, leales y generosos consideran que la amistad es más importante que el amor; el amor es para ellos un sentimiento egoísta porque induce a querer poseer a otro ser, mientras que la amistad es altruista.
Selectivos en la elección de los amigos, si los traicionan se muestran todavía más fríos y desconfiados que antes porque la amistad para ellos es sagrada y no se puede arrastrar por el fango. Tienen casi siempre muchos conocidos, pero sólo después de largos titubeos se confían y los transforman en amistades. Se sienten atraídos por las personas que respetan, que consideran socialmente seguras, o por las que les pueden enseñar algo intelectual, cultural y humano. La típica actitud distanciada, al lado de un amigo se hace cordial, desenvuelta y expresiva. Dan mucha importancia a la amistad por lo que se sienten interiormente ricos cuando tienen alguna; esto es debido a que su naturaleza solitaria los hace estar deseosos de sentir a alguien cerca.
El zodiaco, entendido como evolución humana, inicia su dinámica en el signo de Aries, acabando su ciclo en el de Piscis. Capricornio representa tanto el hombre sobre el Camino como la conciencia humana que empieza a sublimarse en el momento en que, comprendiendo la propia pertenencia al cosmos y evolucionando, transforma los vicios en virtudes, por ejemplo la testarudez en perseverancia.
Capricornio ya es de por sí el símbolo de la ascensión y de la evolución espiritual que se alcanzan sólo a través de renuncias y sacrificios. Se sitúa entre los primeros que aprenden que la felicidad no se encuentra fuera de uno mismo porque está en nosotros y en nuestras conquistas.
Durante la infancia y en los primeros años de la juventud el Capricornio está atormentado y a menudo tiene que afrontar grandes responsabilidades.
Debido a su carácter cerrado sus intenciones se interpretan mal y tiene que sufrir kármicamente envidias injustas.
El concepto de reencarnación está estrechamente relacionado con el de karma, una palabra derivada de una raíz sánscrita que significa «hacer»; por lo tanto el karma es la acción en el sentido más completo del término. Todo es acción, cada pensamiento y cada acción nuestra desarrollan y producen sus frutos, siguiendo la ley cósmica.
En el ámbito físico, la causalidad parece evidente (si me pincho o me quemo, siento dolor), pero muestra su acción incluso en el ámbito emocional y mental, puesto que cada sentimiento y cada pensamiento determinan repercusiones psicológicas que, a su vez, provocan determinadas reacciones afectivas y mentales.
La doctrina de la reencarnación nos enseña que, después de entender la dinámica del propio signo zodiacal de nacimiento, se puede alcanzar una mayor serenidad interior, expansión de ánimo, junto al éxito y a una plena realización en cada sector de la vida.
Capricornio está dominado por el planeta Saturno que, además de expresar la muerte y el tiempo, es el planeta por excelencia del karma que nos castiga y nos hace sufrir; por esta razón se le considera erróneamente como negativo. Pero recordemos que en el mundo todo está sometido a la ley binaria: no existe el bien sin el mal y viceversa. De forma particular el nativo de Capricornio, aunque en realidad todos nosotros, debe mucho a Saturno que empuja de forma despiadada hacia la perfección. Bajo su influencia la vida se convierte en una dura disciplina que pone en crisis la naturaleza humana, estremeciendo esa parte divina que duerme en cada uno de nosotros.
Saturno y el alma nacida en Capricornio tienen, respecto al Sol, la misma relación. Este planeta y el Sol están muy distantes el uno del otro; de ello se desprende que hasta que el individuo no ha crecido espiritualmente, siente mucho frío, precisamente como Saturno que no recibe suficiente luz y calor de nuestro astro. Al ser una fuerza que limita, Saturno es la antítesis del Sol, una fuerza que irradia.
Todo no es tan trágico como podría parecer puesto que las dificultades presentadas por Saturno son proporcionales a las ocasiones que ofrece de superarse a uno mismo y a las circunstancias. Saturno es muy similar a Volcán que forja las almas a golpe de martillo hasta que, partida la corteza de plomo (metal de Saturno), consiguen alcanzar la conciencia del hombre.
Debido a su evolución, Capricornio tiene que realizar una verdadera obra alquimista: transformar simbólicamente el plomo en oro.
Capricornio ocupa en el círculo zodiacal la décima Casa, o Medio Cielo, el punto más alto alcanzado por el Sol en su movimiento aparente, por eso es también el signo del éxito y corresponde, en el ámbito evolutivo individual, con la plena madurez, con la edad de la total autonomía psíquica y material.
Trabajadores tenaces, cuando llegan a casa desean tener una atmósfera acogedora y tranquila. Su casa es generalmente una joya, decorada con óptimo gusto y refinamiento, pero sobre todo cómoda.
Les gustan los muebles antiguos, los relojes de péndulo, posiblemente una chimenea en el salón, donde poderse relajar y tener largas conversaciones con la persona amada o los pocos amigos que gozan de su confianza. No les faltará un rincón de estudio con objetos originales sobre el escritorio.
La persona que ve por primera vez la casa de un Capricornio se queda favorablemente impresionada y notará lo acogedora que es, su funcionalidad, pero al mismo tiempo, nada moderna.
En estas casas se encuentran casi siempre plantas maravillosas porque los Capricornio tienen buena mano para la jardinería y están en perfecta sintonía con la tierra y la vegetación, más que con el prójimo; saben hablar realmente con las plantas que se lo agradecen con sus flores.
Escogen sólo aficiones que tengan un objetivo preciso y que al mismo tiempo puedan provocar la admiración de los demás. Es difícil que encuentren de pequeños una afición, porque los juegos de sus coetáneos no les interesan, no les gusta el juego como un único pasatiempo. Por lo tanto, muchos de ellos empiezan muy pronto a coleccionar sellos, a continuación monedas antiguas y objetos de anticuario puesto que el pasado y la historia ejercen sobre los Capricornio una gran atracción. De adultos, en cuanto los medios lo permiten, buscan una parcela de tierra donde poder desahogar su pasión por la jardinería.
Uno de sus mayores placeres es retirarse a un rincón acogedor donde, en el silencio de la noche, sumergirse en la lectura de las religiones comparadas, de los ritos y de las órdenes iniciáticas. En esos momentos se olvidan de todo lo que les rodea y finalmente tienen la mente libre de toda preocupación; sólo en la soledad y en el silencio consiguen cargarse de energía físicas y psíquicas.
Otra afición que les distrae del mundo, aunque más material, es la de la mecánica; arreglar viejos artilugios, de cocina o de otro tipo, es para ellos una gran diversión; además, se sienten muy satisfechos cuando consiguen hacerlos funcionar, especialmente si han triunfado allí donde los demás habían fracasado.
También la música les fascina mucho porque poseen un buen oído musical. Les gustan los conciertos, la ópera y sobre todo la música clásica o, por lo menos, la melodía que pertenece más al pasado que al presente. Su nota es el La.
Para los Capricornio la raíz de mandrágora es un potente talismán, especialmente si la han cogido los interesados, un trabajo nada fácil por cierto y que puede presentar inconvenientes. De hecho, a propósito de esto, hay una historia popular que dice: «Para poder extraer la raíz de mandrágora, que parece estar clavada en las profundidades de la tierra, se tiene que atar un perro al árbol en una noche de luna llena y, alejándose un poco, se tiene que llamar al perro para que venga. El esfuerzo ejercido por el animal para alcanzar a la persona consigue extraer la raíz de la tierra, pero es necesario taparse las orejas para no escuchar el terrible grito que la mandrágora lanza al entrar en contacto con el aire, de lo contrario es posible volverse loco».
Hacerles un regalo es fácil y difícil al mismo tiempo porque no les gustan las cosas inútiles, aunque sean modernas o agradables a la vista. Al ser muy metódicos y racionales consideran que la compra de objetos similares es malgastar el dinero. Les puede atraer un objeto de oro por la belleza de la factura pero también por su valor intrínseco; en cambio agradecen más algo simbólico, por ejemplo una clepsidra, que representa el tiempo con el que el signo mantiene una relación particular, o una planta, que tiene el poder de conmoverlos.
El Capricornio está también en gran sintonía con los minerales, por ello apreciarán una piedra; una rosa del desierto es para ellos una verdadera joya.
Incansables en el estudio, tengan la edad que tengan, agradecen mucho los libros, especialmente si tratan el argumento que les interesa en ese momento, o un abono a su revista preferida. Como don aceptarían con mucho gusto un anillo de ónix, su piedra amuleto.
Los colores preferidos son el negro y el gris, aunque el que más actúa sobre su inconsciente es el verde esmeralda. Deberían tener siempre algo verde a su alrededor y es quizá por esa razón que les gusta tanto decorar los ambientes en los que viven con muchas plantas.