Presentación: torcer para transformar

Asun Pié y Jordi Planella

Contra todo higienismo del lenguaje, la proletaria se contamina de los aires más turbulentos de la imaginación. Criaturas deformes, monstruos, sexualidades polimorfas, vegetación hilarante, fauna inaccesible, merodean en los escenarios de su lengua. Todos los líquidos oníricos perfuman el ambiente terrenal y atacan la mansedumbre del día. Un collage de figuraciones realza su vocación.

Valeria Flores, Deslenguada.

Entendemos lo traNs en sus múltiples sentidos y configuraciones: transversal, tránsfuga, transexual, transgénero, transfronterizo, transitad@s, transdisciplinar, trans*formador. Aquí lo traNs está cargado de sentido y nos refiere a los límites y los movimientos producidos en los umbrales de la vida, de la sociedad, de nuestros cuerpos. Son estos lugares (los no lugares de los que nos habla Marc Augé) los que nos interesan, los que producen y subvierten el orden desde su periferia, los que nos invitan a transitar por el caos de la vida. Lo traNs queda plenamente alineado con lo que se sitúa en los bordes, con lo que desborda y rompe con los cánones vigentes. Por ello, la experiencia traNs nos parecía la más relevante en los modos de escapar al deber, a la obligación de tener que ocupar un lugar previamente establecido.

El libro pretende situar el cuerpo en el centro del escenario social y educativo con el propósito de producir nuevas orientaciones de sentido para la pedagogía social. La pretensión es recoger algunos de los trabajos elaborados desde los estudios del cuerpo así como las experiencias de grupos activistas que convierten el cuerpo en campo de batalla. A este respecto, es importante entender de qué modo las situaciones de violencia, exclusión, vulnerabilidad problemática, etc., producen marcas corporales indelebles que, a su vez, pueden utilizarse como resistencias a la dominación. Dichas marcas tienen una dimensión simbólica del cuerpo (leib) obviada por las instancias pedagógicas. Entre otras razones, esto ha sido así por el descrédito que todo lo encarnado ha sufrido a manos de la Modernidad. Pretendemos, por lo tanto, (re)pensar el lugar de los cuerpos en la educación social aunque fuera de ella. Cuerpos anormalizados, corregidos, castigados, segregados, encerrados por razón de su diferencia. La carne se ha convertido aquí en naturalización de problemáticas sociales y por la misma razón puede convertirse en instrumento político de resistencia.

Dialogaremos sobre el cuerpo, así como encima, debajo y dentro de él. Para ello, algunas de las perspectivas que proponemos son el feminismo trans-bollo-marica-queer que pone en evidencia estrategias políticas de resistencia corporales frente las fuerzas hegemónicas. La voluntad de este proyecto de escritura a diferentes manos y voces es dar cuenta de las arenas movedizas en las que transitamos, de la experiencia de ser hombres y mujeres, dinamitando las estrecheces de las categorías dicotómicas con que se piensa el mundo y los cuerpos. Nos interesa comprender cómo llevar a cabo la lucha encarnada, cómo hacer de lo personal un acto político de subversión, una vieja herencia del feminismo que toma nuevas configuraciones en el activismo postmoderno. Nos interesa finalmente trasladar esta comprensión a la educación. También hemos incluido lo más radical del activismo de la Diversidad Funcional: sus alianzas con todo lo anterior, las nuevas formas crip que toman algunas propuestas de visualización de la(s) sexualidad(es), la apertura de nuevas estéticas y la erotización de los cuerpos anormalizados. La dominación del cuerpo con DF toma actualmente forma de reapropiación y orgullo, así como nuevas enunciaciones cargadas de sentido político, nuevas narrativas y, en consecuencia, nuevas semánticas sobre el fenómeno de la discapacidad.

Sin querer pensar en universales, sí nos parece importante poner estas perspectivas al lado de la pedagogía social, hacer el esfuerzo de pensar la profesión de un modo entrelazado a los cuerpos. ¿Puede ser esto una manera crítica de pensar la pedagogía? ¿Qué ha hecho a día de hoy la pedagogía con los cuerpos, más allá de disciplinarlos y corregirlos? La experiencia y la mirada traNs nos sirven para pensar los errores de la mirada pedagógica o para iluminar las sombras del juicio moral y transvalorar la moral hegemónica, (re)culturalizar los cuerpos, (re)escribirlos con semánticas particulares que permitan (ex)ponerse en el espacio público de otros modos. Y con estos modos, construir otras relaciones, otros contextos y otras maneras de percibirse y pensarse.

Los cuerpos colonizados por el discurso hegemónico se venden como cuerpos modificables y (re)insertables desde la educación social, nuevo blanco de colonización para las profesiones de lo social que operan en la (re)integración o el control. Este libro pretende, por lo tanto, instar a la revuelta, a la rebelión de la subalternidad siguiendo experiencias disidentes, pensándolas ahora como llave de nuevas comprensiones de la educación social y siempre entendiendo que no se trata de fagocitarlas o reciclarlas mediante su institucionalización. La voluntad es reciclar la misma educación social, doblarla y torcerla hasta verle el cogote y la espalda, comprendiendo sus debilidades, peligros y fortalezas.

Por ello quizá es pertinente hablar de una pedagogía queer —que, por otro lado, es difícil de encapsular en único sentido. Formada a partir de múltiples configuraciones, al modo de un caleidoscopio, con formas y luces que nos indican infinitas posibilidades. La pretensión es contribuir, como otros ya han hecho antes, a amplificar el haz de luz de la pedagogía social. Para ello nos parecía relevante iluminar algunas microrresistencias trans como posibles líneas de fuga frente a lo dado y hegemónico. Si la educación debe ser antidestino, sin duda debe contribuir a salirse de la imposición del cuerpo como algo dado de antemano, sin historia y sin cultura. La pedagogía social debe afrontar el reto de analizar los procesos de construcción hegemónica, comprender las líneas que las líneas que la cruzan y las posiciones subalternas no como algo claramente diferenciado y enfrentado sino en dialogicidad, con consensos, presiones y fugas constantes que pueden producir traNsformación. En definitiva, las prácticas trans son prácticas democráticas radicales que abren nuevas configuraciones de sentido sobre la existencia, algo que interpela a la pedagogía social. Estas nuevas configuraciones de sentido son lo que nos interesa, porque abrir lo simbólico posibilita amplificar las democracias y los tránsitos, y encontrar aquellas prácticas pedagógicas que permitan esta apertura de sentidos sobre nuestros cuerpos y nuestra existencia en general.

Somos extranjeros. Somos extrangéneros. Resistimos a lo humano, a ser persona, sujeto o individuo. Nuestro sexo es protésico, cibernético, precario, múltiple. Cuerpos que importan. Cuerpos que soportan. Cuerpos que sudan. Drogamos nuestros cuerpos, los operamos, los hormonamos, los modificamos. Resistimos con cuerpos transfonterizos, abyectos, sucios, raros. Resistimos al cuerpo médico-policial […] Mensaje en una botella: resistimos a la criminalización de l@s trabajado@s del sexo. Combatimos la matriz heterosexual, la lesbofobia, la homofobia y la transfobia institucionales. Okupamos el espacio de la asignación de género y sexo, y resistimos en los laboratorios

(Hartza, 2003)