Capítulo I
SOMOS DIFERENTES, PERO NO TANTO
«Todas las personas somos diferentes». «Dime con quién andas y te diré quién eres».
Estas dos afirmaciones son compatibles porque hacen referencia a diferentes aspectos
de cómo somos las personas. Somos iguales o diferentes en cuanto a nuestra manera
de comportarnos ante diversas situaciones cotidianas, en cuanto a las experiencias
que nos han ido formando, en cuanto a las reacciones que mostramos ante noticias o
acontecimientos inesperados, somos diferentes o iguales en nuestras aspiraciones,
en las creencias y sentimientos que nos identifican. En una palabra, somos como somos,
cada uno diferente de todos los demás, pero no tan distintos que no podamos encontrar
bastantes cosas comunes con los «otros».
Las razones por las cuales somos diferentes y parecidos son muy diversas. Pero la
razón última es que somos el resultado de una combinación de lo que somos al nacer
y de los efectos de nuestra biografía. Eso es lo que justifica la manera de ser característica
de cada persona. Por eso decimos que toda persona es única.
Desde de una perspectiva psicológica, estas afirmaciones son el resultado de unas
observaciones realizadas sobre fenómenos naturales cotidianos. Precisamente, la perspectiva
psicológica se basa en las diferencias y similitudes, en la manera de ser y de comportarse
de cada cual y en el conocimiento acumulado (inicialmente filosófico y más recientemente
científico) que se pregunta cuáles son las causas.
El fenómeno de la variabilidad del comportamiento humano ha sido fuente de inspiración
para los filósofos que han reflexionado sobre la personalidad, para los literatos
y hasta para los políticos y religiosos, así como para los científicos interesados
en ello. Los cambios en la manera de ser y de comportarse de los individuos es un
fenómeno natural y como tal susceptible de ser estudiado con el rigor de las ciencias.
Esta es la opinión de la investigación diferencialista de la psicología de la personalidad.
La tradición diferencialista ha considerado a la persona como un organismo dotado
de un conjunto de aptitudes que la permiten adaptarse a la realidad cotidiana, lo
cual se puede entender también desde de una perspectiva evolucionista. En el siguiente
recuadro encontramos los puntos esenciales de este enfoque diferencial.
Decálogo sobre la personalidad
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Una persona, aunque sea única, en alguna cosa se parece a las demás.
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La mejor manera de comprender las personalidades de los individuos es comparándolas
entre sí.
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No se pueden comparar las personalidades enteras, ya que la comparación tiene que
ser analítica.
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Las personas, como las cosas o como cualquier otro fenómeno natural, se conocen y
se describen por sus propiedades. Estas propiedades son siempre abstracciones derivadas
de la observación.
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Las comparaciones entre individuos se tienen que hacer en términos de una determinada
propiedad en un momento dado.
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Las comparaciones también se pueden hacer entre una persona y la media de un grupo
o muestra de personas de la población a la cual pertenece.
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Las propiedades de la personalidad son rasgos.
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Estos rasgos pueden ser muy generales o específicos.
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La personalidad se puede caracterizar por un patrón único de rasgos.
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Tenemos que construir modelos conceptuales de los rasgos a partir de sus indicadores
observables para poder describir la personalidad de los individuos, para predecir
y explicar el comportamiento.
El individuo es un conjunto (esto es muy importante) que, aunque los estudiosos lo
descompongan en elementos más sencillos, actúa siempre de manera global e integrada.
Es precisamente el comportamiento del individuo lo que refleja la personalidad.
Antes de adentrarnos en más detalles propios de la psicología de la personalidad,
nos será muy útil definir cuatro términos.
1. Individuo
Un individuo es un ejemplar concreto de una especie cualquiera de ser vivo. Un individuo
no es un fragmento de sustancia inerte, sino que tiene cierto nivel de organización
interna que es la responsable de su unidad. Por el hecho de ser un individuo es intrínsecamente
indivisible y distinto del resto. La individualidad es una propiedad de los individuos
que destaca el conjunto de características que (como son más o menos estables) constituyen
la identidad.
2. Organismo
Desde un punto de vista funcional, podemos distinguir dos aspectos del individuo:
organismo y psiquismo. El organismo hace referencia al conjunto de funciones fisicobiológicas
del individuo; el psiquismo, a las funciones psicológicas. En nuestro contexto, podemos
sustituir fácilmente el término organismo por el de constitución y el de psiquismo,
por el de personalidad.
3. Persona y personalidad
No se tiene que confundir persona con personalidad. La persona designa a un individuo
humano concreto; la personalidad, al contrario, es un término científico que han formulado
los psicólogos con la intención de formarse una idea de la manera de ser y actuar
que caracteriza el organismo psicofisiológico que denominamos persona. Las personas
poseen una personalidad propia, que designa la manera de ser y de funcionar de un
psiquismo humano, tal como ha sido construida gracias a la investigación psicológica.
En el conjunto de atributos que constituyen toda personalidad, se distinguen varios
tipos que corresponden, aproximadamente, a las grandes categorías funcionales del
psiquismo humano según la psicología. Así, distinguiremos los procesos cognitivos
(la percepción, la memoria, el razonamiento, etc.), los procesos conativos (motivación,
voluntad, intereses) y los procesos emocionales (ansiedad, miedo, ira, etc.). En este
esquema, conviene introducir los procesos biofísicos (activación, funciones neuroendocrinas),
que forman parte de lo que determina el comportamiento humano. Cada uno de estos tipos
de atributos se ha identificado tradicionalmente con unas «etiquetas», que son las
aptitudes o capacidades intelectuales, el temperamento, el carácter y la constitución.
Cada uno de estos elementos actúa específicamente sobre un ámbito de la conducta,
de manera que las aptitudes se ven reflejadas en el rendimiento de los individuos;
el carácter, en sus actitudes, creencias y hábitos sociales; el temperamento, en la
expresión afectiva, y la constitución, en el funcionamiento biológico. La personalidad,
reflejada en cada una de estas facetas, es el conjunto de todos estos tipos de atributos,
conjunto «único» porque resulta de la combinación de todos estos componentes, con
su idiosincrasia peculiar, que es única e irrepetible.