Capítulo I

LOS PRIMEROS DOCUMENTALES

El surgimiento del género documental es tan antiguo como el mismo cine, que nace oficialmente el 28 de diciembre de 1895 con la proyección de varios filmes en el Salon Indien del Grand Café en el Boulevard des Capuchines en París. Los hermanos Lumière creían que su invento sería una herramienta útil para la ciencia. Imaginaban que los investigadores de cual quiere disciplina científica podrían registrar elementos de la realidad para interpretarlos. Algunas de sus películas son L’arrivé d’un train en gare de La Ciotat (1895), La sortie des usines (1895) y Promenade des congressistes sur le bord de la Saône (1895).
Quizás por este motivo, los primeros documentos cinematográficos que existieron son fragmentos de la realidad. Los operadores colocaban la cámara en un sitio de cualquier ciudad y registraban la vida que pasaba ante su objetivo. Esta posibilidad era un triunfo para el realismo, que extendía su influencia a la filosofía, la literatura, la pintura, entre otras disciplinas, y ya se encuentran referentes a la idea de mímesis en La república de Platón y la Poética de Aristóteles. Creían que finalmente el nuevo medio técnico les permitiría dejar de copiar la realidad para alcanzarla de forma inmediata y directa.
De este primer cine primitivo disponemos de numerosos ejemplos de diferentes países, clasificados en lo que se ha llamado «actualidades»: en España, La llegada de los toreros (Arrivée des Toréadors, 1896); en Rusia, La coronación del zar Nicolás II (1896); en Australia, Las carreras de Melbourne(1896). En Cataluña, Fructuós Gelabert, en 1898, filmó La visita de la reina a Cristina y su hijo Alfonso XIII en Barcelona. Las películas predominantes de este periodo son las de temática documental hasta aproximadamente 1907. Todas serían un ejemplo del «grado cero» de la escritura audiovisual formulado por Roland Barthes o del modo de representación primitivo explicado por Noël Buch en su obra El tragaluz del infinito. En teoría, el grado cero -la ausencia del montaje- asegura la mímesis fiel de la realidad tan largamente buscada.
Poco a poco, la proyección del material de no ficción y el de ficción se fue institucionalizando. A partir de 1910, los noticiarios fueron los primeros en ser aceptados como documentos verdaderos a través de la difusión de compañías cinematográficas de renombre, las primeras en Francia: Pathé y Gaumont.
Hay que destacar, que ya en 1898, el polaco Boleslaw Matuszewski se dio cuenta de la importancia de las películas como documentos para la historia de las sociedades. Por eso pedía la creación de archivos que conservaran las imágenes como patrimonio de la humanidad.
Durante este periodo, el cine de no ficción, por una parte, empezará a establecer algunas bases para ir limitando los temas que lo tienen que alimentar, como las actualidades y los filmes de viajes, llamados travellogues.
Y por otra también empezará a cuestionarse la credibilidad de su contenido, porque algunas filmaciones realizadas con tomas falsas y proyectadas como si fueran reales incitaron el debate sobre la fiabilidad del cine para reproducir acontecimientos de la vida real.
Estas manipulaciones y los adelantos tecnológicos posteriores que han modificado la estética documental han propiciado un debate recurrente en la teoría del cine sobre los límites entre qué es ficción y qué no ficción.