CLASE 1

La justificación

 

Una señora que venía por primera vez a clase y estaba sentada adelante, dijo: «Ay, ojalá que no me dé mucho frío», porque notó que la boca del aire acondicionado apuntaba directamente contra ella.

Así que dije: «Voy a aprovechar esto que pasó para mostrarles algo. Recién, la señora detectó que el aire acondicionado iba a darle con más fuerza, y dijo: «Ojalá que no me dé mucho frío». Así que para mostrarles cómo se hace en la vida, y a modo de ejemplo, les cuento que si la señora siente frío, puede cambiarse de lugar.

SEÑORA: Igual yo traje un saquito.

SILVIA FREIRE: Bueno, justamente. Esa es una enseñanza; entraste a una casa que tiene aire acondicionado, y como «donde fueres, haz lo que vieres», si te da de frente el aire o te molesta, te pones el saquito o te cambias de lugar. Porque si tienes tacos y te molestan las piedras del camino, no puedes pretender que lo asfalten… lo lógico sería que te cambies los zapatos.

SEÑORA: Lo que pasa es que yo tuve un enfisema, por eso el aire frío me hace mal.

SILVIA: Y ahora estás justificándote con el enfisema. ¿Conoces el cuentito del sietemesino?

Sube un hombre a un autobús y todos los asientos estaban ocupados. Entonces el conductor ve por el espejo que este hombre se acerca al pasajero del primer asiento y le dice amablemente:

—Usted disculpe, señor, yo no deseo molestarlo. Sé que tiene todo el derecho de permanecer aquí sentado, quizá usted tenga un largo viaje hasta su trabajo y me resulta muy difícil hacerle este pedido, pero sucede que yo nací sietemesino y tengo severos problemas en los huesos y no puedo estar mucho tiempo parado. ¿Usted no sería tan amable de cederme el asiento?

El pasajero gentilmente se levanta y le da el asiento.

Una vez que el hombre está cómodamente sentado, mira hacia adelante y ve que el conductor está fumando. Entonces se acerca y le dice:

—Disculpe, caballero. Yo no querría molestarlo y no es mi intención cuestionarle que está prohibido fumar en el autobús y que usted, al ser el conductor, tendría que ser el primero en dar el ejemplo. Quería pedirle si por favor podría apagar el cigarrillo porque yo nací sietemesino, con severos problemas respiratorios y no puedo soportar el humo del cigarrillo.

Entonces el conductor tira el cigarrillo, le pide disculpas y siguen viaje.

Al tirar el cigarrillo, el conductor dejó la ventanilla abierta. Entonces el hombre se levanta otra vez y le dice:

—Usted disculpe, señor, que vuelva a molestarlo pero ¿vio que le conté que soy sietemesino y que tengo problemas respiratorios? ¿No podría cerrar la ventanilla, por favor?

El conductor, que ya estaba un poco cansado, cierra la ventanilla y decide poner algo de música para distraerse y este «plomo» se levanta y otra vez con la misma perorata de que es sietemesino y que tuvo problemas de audición… Entonces, el conductor furioso le dice:

—¡Escúchame, sietemesino: ¿por qué no te vas dos meses a la cosa de tu madre y me dejas de embromar?!

Uno no puede ir por la vida diciéndole al otro «lo que pasa es que, lo que pasa es que…». No. Hay que solucionarlo. No digo que te aguantes y pases con frío toda la clase y te enfermes, eh. Digo que lo soluciones: que te cambies de lugar o te pongas el saquito, pero que te hagas cargo de solucionarlo. Porque ese «hacerte cargo» de ti mismo, se reflejará en todos los aspectos de tu vida. No hay cosas grandes ni pequeñas: todo tiene repercusión en todos los aspectos de nuestra vida.

Además, tengo la sensación de que el enfisema es un justificativo que usaste para defenderte, porque te sentiste juzgada, acusada, culpable. Y yo no te estaba juzgando; te estaba contando cuál es la acción correcta. Ojo, ya que cuando nos sentimos juzgados, cuando nos sentimos acusados, cuando nos sentimos culpables… hay un común denominador: nos sentimos. Y tenemos enseguida un as en la manga: el justificativo. La autojustificación: «Soy sietemesino».

Uno tiene que trabajar para reprimir la justificación. La compu-mente es una secretaria eficiente, y está todo el tiempo evaluando lo que es bueno y lo que es malo, lo que es útil y lo que es inútil, lo que nos sirve y lo que podemos descartar. Entonces: si tú mencionas el enfisema y yo apago el aire… ¿cómo quedó cerrado ese tema? ¿Cómo llegamos a un acuerdo en ese tema? Nombrando el enfisema. Así que la compu-mente toma nota: recurso para salir airoso de un tema = la enfermedad. Recurso en la infancia para no ir al colegio y quedarme en casa = me sube la fiebre. Y la mente, habiendo decidido que la enfermedad le sirve, la empieza a usar como recurso, inconscientemente. No es que lo decido; simplemente, la compu-mente archiva ¡y luego utiliza ese recurso! Cambiar ese tipo de actitudes, hacer conscientes esas actitudes, hará que se modifiquen… en nuestro beneficio.