Introducción: de la Galaxia Gutenberg a la Sociedad Red

En 1990 no había más de 100.000 usuarios de internet en todo el mundo. En enero de 1992 se alcanzaron los 4 millones. En la actualidad, se superan los 2.900 millones —una cifra mayor que el conjunto de la población de Europa y Norteamérica—. Este ritmo de crecimiento de la audiencia online permite argumentar que nos encontramos ante una revolución, comparable a la del descubrimiento de la imprenta en el siglo xvi o a la revolución industrial en el xix. La revolución digital del siglo xxi no solo amplía la productividad, sino también el potencial de la mente y las formas de comunicación: los ordenadores incrementan la capacidad operativa de los usuarios y las telecomunicaciones su poder de difusión.
El análisis sobre la Sociedad Red del sociólogo Manuel Castells resulta especialmente útil porque posee una dimensión global y transversal. La Sociedad Red (Castells, 1997) no solo se basa en el desarrollo de la tecnología, sino en cómo se generan nuevas formas de interacción en la sociedad, la política, la cultura, la economía y la vida en general. La red de redes invade todos los ámbitos, desde las transacciones comerciales y los sistemas educativos hasta la actividad laboral y el ocio. Internet modifica el modo en que trabajamos y aprendemos, cómo nos comunicamos y nos relacionamos, y va adquiriendo una centralidad cada vez mayor en nuestra existencia. En palabras de Castells (2001a):
Internet es el tejido de nuestras vidas. Así como la electricidad en la era industrial, internet es el corazón de la era actual y se caracteriza por su flexibilidad y adaptabilidad. La actividad humana, basada en la comunicación, se ha visto profundamente afectada por esta tecnología de la comunicación. Internet ha hecho públicas las redes. Permite, por primera vez, la comunicación de muchos a muchos en tiempo escogido y a escala global, por lo que quedar al margen de ella es la forma de exclusión más grave que se puede sufrir en nuestra economía y cultura.
La implantación de la red ha marcado la transición de la Galaxia Gutenberg, como Marshall McLuhan denominó a la época de la letra impresa, a la Galaxia Internet, como la bautizó Manuel Castells (2001a). En la Galaxia Gutenberg, la imprenta permitía publicar por escrito cualquier tipo de contenidos. El texto posibilitó así una amplia variedad de relaciones que trascienden los límites inmediatos, por lo que dejó de ser necesaria la contigüidad espacio-temporal para comunicarse. La Galaxia Internet repercute en el conocimiento y en las acciones de forma muy superior a como lo hizo la Galaxia Gutenberg. En la Galaxia Internet, los medios crecen rápidamente y alcanzan dimensiones globales, facilitando la producción y el intercambio de contenidos. La actividad comunicativa se produce en todas las direcciones, no solo del autor al destinatario. Ambas funciones se vuelven intercambiables, porque el emisor y el receptor ya no ocupan posiciones fijas en cada extremo del proceso, sino que se van alternando. Así, quien en la Galaxia Gutenberg se consideraba un simple lector o espectador, en la Sociedad Red se ha convertido en usuario y emisor.
Internet no es simplemente otro medio de comunicación, como la radio o la televisión en su momento, sino que funciona como catalizador de un cambio histórico en la comunicación global. La revolución en el ecosistema mediático afecta a los canales de distribución, a los contenidos y formatos, a los modelos de negocio y, de manera singular, a las interacciones con la audiencia. La web permite la comunicación de contenidos «entre un gran número de usuarios a escala global y en tiempo real, generando una nueva estructura social» (Castells, 2003: 345). La cultura que promueve internet prioriza formas de intercambio directas, colaborativas, personalizadas, comunitarias e interactivas. Miles de usuarios con presupuestos reducidos son capaces de lograr millones de reproducciones de sus contenidos, a través de recomendaciones y compartidos. A nuestro entender, el principal factor del cambio de paradigma reside en la interactividad, que altera el modelo unidireccional del flujo comunicativo tradicional, proporciona a las audiencias mayor variedad de opciones en la elección de los contenidos y les permite participar activamente en el proceso de producción.
En la Sociedad Red, la producción y gestión de bienes materiales adquiere un valor secundario frente a la producción y la transmisión del saber. Este es ahora el recurso básico, en lugar de las materias primas y la mano de obra. El trabajo propio de la sociedad interactiva se dirige a la creación y distribución del conocimiento y la información. El saber se revaloriza como servicio, como medio imprescindible para obtener resultados sociales y económicos. El saber no se aplica solo a la técnica, sino también al propio saber. La gestión del conocimiento como recurso está encaminada a descubrir cómo usar el saber existente para producir resultados; a reinvertir el saber de modo que aumente su rendimiento.
El crecimiento de la información se intensifica de forma exponencial en la Sociedad Red; un número de comunicadores cada vez mayor se halla conectado a una red que se va haciendo progresivamente más densa y que supera todo tipo de barreras, hasta alcanzar dimensiones globales. Las redes sociales, como Twitter y Facebook, son buenos ejemplos de esa interconexión. De este modo, la comunicación en red diluye las fronteras institucionales, sociales y culturales. Cualquier incidente en un punto de la red puede desencadenar repercusiones globales. Al mismo tiempo, la comunicación se acelera de forma vertiginosa, es decir, el volumen de información disponible, las innovaciones tecnológicas y las posibilidades de acceso se multiplican a mayor velocidad.
La organización económica y social en la Sociedad Red gira en torno a la posesión de información y conocimiento, y a la gestión de los recursos humanos, es decir, de personas con saberes y destrezas. La informática y las telecomunicaciones ocupan un lugar estratégico, ya que constituyen los mecanismos tecnológicos para la producción y transmisión del saber. Los sistemas digitales proporcionan mejor acceso a la información, más velocidad para responder ante la noticia y un procesamiento de datos mucho más ágil. En otras palabras, los mismos beneficios que las tecnologías de la información han aportado a otras industrias. Sin embargo, el influjo de las tecnologías que predominan en una época no puede analizarse con precisión durante esa misma época, puesto que falta la perspectiva necesaria. Solo ahora, a la vuelta de los siglos, podemos precisar lo que supuso la invención de la imprenta para la historia de la humanidad. Por tanto, sería ingenuo realizar un diagnóstico certero acerca de las repercusiones de los cambios en los que nos hallamos inmersos.
 
 
Estructura del libro y agradecimientos
 
Comunicar en la Sociedad Red. Teorías, modelos y prácticas se concibe para el aprendizaje de la Teoría de la Comunicación, una materia impartida en los grados de Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas. Los contenidos se estructuran en siete capítulos. El primero recoge una serie de premisas que facilitan el estudio de la comunicación mediática. El capítulo I se centra en la naturaleza y los rasgos de la comunicación y la información. El tercero aborda el ecosistema comunicativo en la Sociedad Red. El capítulo IV presenta algunos de los modelos clásicos sobre el proceso comunicativo y ofrece una propuesta de modelo de comunicación en la Sociedad Red. El concepto y las teorías acerca de la audiencia se desarrollan en el capítulo V, que incluye los principales sistemas de medición de consumo mediático. El capítulo VI aborda las prácticas profesionales en la elaboración de contenidos informativos. Finalmente, el capítulo VII analiza los usos y abusos de la información y describe las estrategias de desinformación.
El libro que tienes en tus manos es fruto de un proyecto iniciado hace varios años. Una estancia de investigación en el Media Studies Center de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia (Nueva York) me permitió trabajar con un prestigioso investigador, Everette E. Dennis. Fue un estímulo muy enriquecedor. Allí aprendí métodos innovadores en la investigación y en la práctica del periodismo. Estas nociones me resultaron muy útiles en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y posteriormente, en la docencia e investigación sobre periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche.
Este texto pretende ser un libro abierto a la participación y a la actualización de sus contenidos. Si lo deseas, puedes seguir mis colaboraciones en el blog colectivo sobre Innovación en Periodismo (http://mip.umh.es/blog/) e interactuar a través de mi cuenta de Twitter (@jagaraviles).
La elaboración del libro no habría sido posible sin la ayuda desinteresada de varios colegas. Deseo agradecer especialmente su apoyo a José Luis González, Alicia de Lara, Miguel Carvajal, Félix Arias, Isabel González, Fátima Navarro, Montserrat Jurado y Miguel Ors. Nadie de ellos leyó este texto, por lo que la responsabilidad de los errores es exclusivamente mía. Agradezco también su amabilidad a Meritxell Montón, Rosa Leal y Pilar Barragán, de la editorial UOC. Y un agradecimiento especial a los alumnos a los que he impartido clase en los últimos veinte años. Lo mucho que he aprendido de ellos se traduce, de algún modo, en estas páginas.
 
José Alberto García Avilés
jagarciaaviles@gmail.com
@jagaraviles