Uno de los rasgos distintivos de la sociedad chilena actual es la marcada diferencia con que sus individuos enfrentan el medio social en el que interactúan. Una de las formas conceptuales con que la sicología define el comportamiento comunicacional de las personas, es el de la asertividad. En pocas palabras, esta es la capacidad para comunicarse, expresar ideas, opiniones, puntos de vista y sentimientos de una manera clara, precisa y desenvuelta, aunque sin atropellar a los demás. Es precisamente a esta forma de comunicación que le doy el nombre de inteligencia asertiva.
Las definiciones son diversas para referirse al constructo de inteligencia. Algunas de ellas son el CI (coeficiente intelectual), la inteligencia emocional y la capacidad de abstracción. El aprender a utilizar la comunicación como un medio para expresar mensajes a los demás con la menor cantidad de interferencias posibles y de una manera eficaz y respetuosa, obteniendo la mayoría de las veces para el que la practica un sentimiento de bienestar personal, puede ser considerada inteligencia.
La forma como se enfrenta este tema, tanto desde la perspectiva personal como social, es fundamental al momento de pretender alcanzar un desarrollo humano pleno y una sociedad de personas felices (a escala humana), contentas consigo mismas y con los demás. Las disfunciones comunicacionales, determinadas por la falta de asertividad, pueden causar problemas esenciales, tanto en la vida personal de cada individuo y, como efecto de cadena, en el comportamiento de la sociedad en su conjunto.
La asertividad es un concepto que nació en Estados Unidos a fines de los años 60 y principios de los 70, como una herramienta de autoayuda en la comunicación. En una primera instancia puso énfasis en lo relacionado con los derechos personales, en términos de enseñar a poner límites, a saber decir que no y, en definitiva, a ser personas seguras y autoafirmativas.
A poco andar se comenzaron a ver los resultados que, en un principio, no fueron gratos para la convivencia. Básicamente ello se debió a que la asertividad, al estar centrada excesivamente en la defensa de los derechos personales, pero alejada de la consideración del otro, de sus derechos afectivos, produjo muchas veces roces en la comunicación cotidiana.
En este contexto surgieron autores como Lange y Jakuwosky, que introdujeron el factor de respeto frente al otro, lo que se fue enriqueciendo con la participación de la deferencia y la consideración hacia los demás y, por tanto, la asertividad fue bastante más humanizada y grata de ser puesta en práctica.
El concepto de asertividad que se presenta en este libro, y que corresponde al modo en que yo trabajo, tanto como sicóloga clínica como en la realización de entrenamientos asertivos, persigue un objetivo final: estar en paz y alcanzar una mejor convivencia con uno mismo y con los demás. Aquí se maneja permanentemente el tema de la seguridad personal, con el propósito de romper el hábito de compararse todo el tiempo con los otros y, en estos términos, buscar ser exitoso como parte de una masa. La idea, por el contrario, es dejar de ser tan gregarios, cuando esto tiene como fin el suplir inseguridades personales, y actuar de forma que cada cual se sienta seguro y con un grado de libertad como persona que le permita decidir libremente cómo enfocar su vida en el anhelo de lograr la realización como ser humano.
El propósito que me movió a escribir este libro fue difundir, de la manera más sencilla y práctica posible, el concepto de comunicación asertiva, presentándolo como un elemento diferenciador y facilitador para las relaciones interpersonales en nuestra sociedad. De esta forma, la idea es mostrar un estilo de comunicación en pos del desarrollo de seres humanos más contentos consigo mismos. Finalmente, esto último contribuye a que, a su vez, las familias sean más unidas, efecto que sigue una cadena que finalmente podría conducir a una sociedad más amistosa, directa y distendida y, por consiguiente, con menos conflictos interpersonales.
Este mismo efecto de armonía en el vivir involucra a todos aquellos campos en los que se desenvuelve un individuo, como, por ejemplo, las organizaciones y el sistema social en general, ya que es de vital importancia que una persona pueda manejarse asertivamente tanto en su vida personal como en sus relaciones de tipo laboral, profesional y también cívico.
Uno de los objetivos centrales de estas páginas es entregar información tendiente a comprender y reformular ciertos patrones comunicacionales en nuestra sociedad, diferenciando una conducta asertiva del modelo vigente dominante. Este último se relaciona estrechamente con la comparación con otros y la pérdida de valores fundamentales para una convivencia humana afectiva y solidaria con nuestro prójimo.
En sus capítulos se presentan herramientas prácticas para lograr estos fines, las que son accesibles a personas de diferentes niveles intelectuales, de escolaridad y de las más diversas características personales. Lo que se persigue es que quienes lean este libro adquieran instrumentos elementales para optimizar su calidad de vida, tanto a través de un mejoramiento en su estilo de comunicación, como en el respeto manifestado hacia sí mismos y hacia los demás.
Por lo tanto, éste no es tan sólo un texto informativo acerca de la teoría de la asertividad, sino que está concebido como un instrumento que permita al lector caracterizar su conducta personal, convirtiéndose así en una guía permanente para explorar nuevos comportamientos individuales.
En los primeros capítulos se explica lo que significa el concepto de asertividad y los diversos tipos de conductas –o comportamientos– que se relacionan con ella. Luego se analiza el tema de la asertividad desde el punto de vista de los distintos grupos que componen nuestra sociedad: padres e hijos, parejas, jefes y subalternos, adultos mayores, etcétera. En cada caso se incluyen conceptos destacados, esquemas y ejemplos que facilitan la comprensión del tema y lo hacen más cercano.
Su público objetivo son personas de todo sexo y edad, no importando su grado de instrucción formal o escolaridad: únicamente basta que estén interesadas en mejorar su calidad de vida, a través del crecimiento personal que se logra al desarrollar una mayor autoestima y la capacidad de decidir qué hacer y decir en cada momento comunicacional, para así quedar satisfechas consigo mismas y, a la vez, lograr una convivencia más cálida y afectiva con los demás. Esta definición incluye a aquellas personas interesadas en perder inhibición social, timidez y trabas comunicacionales en general, para de esta manera relacionarse mejor con quienes les rodean; también a hombres y mujeres que, sin carecer de desenvoltura, necesitan una guía para conducirse de una manera más directa y respetuosa con sus seres más cercanos como también facilitan el que sus mensajes lleguen de manera más clara..
Para lograr los objetivos que se han propuesto en estas páginas, se ha optado por un lenguaje coloquial y directo. Dada su estructura, el libro da la posibilidad de poner en práctica las técnicas descritas, para lo cual se entregan elementos concretos, de fácil comprensión, manejo y aplicación. No se necesita de un manual adicional para poder alcanzarlo. Sólo se requiere motivación por el tema de la comunicación y valentía para poner en práctica lo que se propone como herramientas sicológicas, las cuales nos permiten ampliar y descomplicar la gran herramienta comunicacional que poseemos todos los seres humanos.
Javiera de la Plaza
Verano 2007.