Capítulo I
Criterios de noticiabilidad
El género informativo es prácticamente congénito al nacimiento de la comunicación pública. Desde un principio, el heraldo del rey reunía a las gentes del pueblo en la plaza mayor para anunciar las «nuevas» del reino. El objetivo natural de estos anuncios era doble:
1. Informar de hechos de la realidad social, política, económica y cultural, de lo que se consideraba el «territorio común».
2. Hacer parecer que únicamente se tenía una pretensión informativa, y que, por tanto, el relato se podía tomar como la realidad misma.
Con el nacimiento de la comunicación de masas, una de las funciones principales asignadas desde el principio a los medios era, de nuevo, informar. Se mantenía y amplificaba el doble objetivo del heraldo público, pues los territorios eran cada vez más extensos (hasta el actual mundo global), y la necesidad de información aumentaba (hasta la actual sociedad red). En esencia, la función informativa de la noticia posmoderna (que sí existe), entendida como anuncio de la realidad, no ha cambiado un ápice respecto de los dos objetivos atribuidos al heraldo de la Edad Media. Si acaso, se han integrado sistemáticamente en las rutinas de los periodistas. Pero lo que sí ha cambiado, y mucho, es la sociedad y la tecnología, y con ellas la profesión.
Un evento es una acción o conjunto de acciones de uno o más actores que merecen atención pública por su excepcionalidad. Es decir, el evento es un constructo de la profesión de aquel que tiene por misión hacer un relato de la realidad. En el mundo ocurren cosas que nunca están aisladas en un contexto determinado en el que un actor principal actúa sobre alguien o algo; más bien, la realidad es un continuo de todos los contextos posibles, todos los actores existentes, en el que no paran de suceder cosas simultánea y sucesivamente. La decisión de aislar alguna de esas cosas, simultáneas y sucesivas, en alguno o algunos de esos contextos, es del editor, y es eso a lo que nos referimos en la definición de evento. Por tanto, la unicidad del evento es una decisión tomada por parte del editor del medio o de la agencia de noticias. Por ejemplo, si una nota de prensa está basada en que un hombre ruso mata a su mujer en Gavá, el editor al que le llega la información puede decidir indagar en el pasado del hombre y descubrir que es un extraficante de drogas, y decidir que eso es relevante para la noticia; con lo cual pasaría a formar parte del evento al que va a dar forma noticiosa. Pero otro editor puede considerar que lo importante es contextualizar la relación que mantenía la pareja, para lo que entrevista a familiares y vecinos, y acaba sabiendo que la pareja discutía mucho desde que él se había quedado sin trabajo. En todo caso, son informaciones diferentes de un mismo evento en «abstracto»: «hombre x mata a su mujer». Pero también son informaciones que lo hacen concreto y único en cada medio y limitan el poder de contrastar las fuentes.
Más allá, si este editor decide que, vista la repercusión noticiosa del pasado del asesino de Gavá, el evento noticiable ya no es el asesinato, sino que «la banda criminal del asesino de Gavá distribuía hachís en Barcelona», entonces estaríamos naturalmente dando forma noticiosa a otro evento. Un evento que llamaríamos afín o «derivado», pero «diferente» al fin y al cabo, pues los actores protagonistas y sus acciones son distintos. Ahora bien, a ese evento afín solo se puede llegar partiendo del ángulo o frame del primero (diferente en distintos medios)1. Por tanto, el ángulo noticiable o, como veremos, la información nueva, es lo que convierte al hecho de la realidad en evento noticiable. El hecho es abstracto e implica a unos personajes y una acción. El evento es concreto y particular de cada medio informativo. Las informaciones suplementarias o news-peg que definen el evento pueden dar lugar a eventos noticiables derivados. Por lo tanto, la gran estructuración que sufre la realidad viene ya dada desde antes de que la consideremos como evento: ¡el evento es la primera información!
Por tanto, a partir de un mismo hecho de la realidad o evento «concreto», la agenda de cada medio vendrá marcada por diferentes eventos «derivados» a partir de las diferentes fuentes del medio. Según Rodrigo Alsina (2005: 126), un evento:
1. «se genera mediante fenómenos externos al sujeto»,
2. «los eventos no tienen sentido sin los sujetos»,
3. «los fenómenos externos percibidos por el sujeto se convierten en acontecimientos por la acción de este sobre aquellos».
Así, no hay «contexto» sin «sujeto». Nuestro punto de vista es sistemáticamente antropocéntrico (político, social, cultural, económico…): «La noción de acontecimiento solo tiene sentido en relación al sistema al que afecta» (Morin, 1972: 173). No importa la erupción de un volcán en medio del Pacífico, pero sí unos humos con ceniza en las costas de la isla del Hierro. No importan infinidad de sucesos en países recónditos del mundo en comparación con lo que ocurra en otros de cercanía política, social, cultural, económica… Así pues, la definición de «evento» gira siempre alrededor de un «qué» y un «quién», que son el mínimo para poder considerarlo informativamente relevante.
Por lo tanto, partir de eventos no implica partir de la realidad. Los eventos son información estructurada por la dinámica experta del sector periodístico. De hecho, podríamos decir, parafraseando a McLuhan a partir de Eco (1979: 26), que «el hecho es el mensaje»:
«La fuente no está hecha de realidad objetiva independiente, sino que se hace siempre de otros mensaje. El periodista que parece que explica un hecho, en realidad lo que hace es explicar el testimonio de un presunto hecho»
(Rodrigo Alsina, 2005: 284).
En la medida en que uno mismo no sea testigo del evento, se estará desvirtuando la «realidad» ingenua de este, por lo que nunca podremos hablar de un evento puro, objetivo, ingenuo. Todos conocemos aquel juego en que se hace un círculo con un grupo de gente y se transmite al oído de nuestro interlocutor de la izquierda la información recibida por el interlocutor a nuestra derecha, y somos conscientes de la alteración producida sobre la información original cuando esta llega a la primera fuente. Tanto más fiable será el susurro cuantos menos interlocutores haya entre el testimonio original y nosotros. Por lo tanto, partimos de cierta gradación en el filtro mediático por el que todo evento pasará y esto es muy importante para saber cómo editar la información.
De lo dicho hasta ahora, se puede inferir que los eventos provienen de hechos de la realidad y de hechos mediáticos. Los primeros son cazados o formalizados a partir de un hecho abstracto. Los segundos son cocinados, formalizados a partir de un evento concreto, es decir, derivados. Los primeros son los verdaderos «hechos» o happenings: lo que sucede en el mundo; y los segundos son acontecimientos «conocidos» (occurences). Según Molotch y Lester (1980: 222, citados en Rodrigo Alsina, 2005), hay dos criterios para caracterizar cuatro tipos de hechos:
| Hechos realizados intencionalmente | Hechos realizados no intencionalmente | |
| Promovidos por fuentes | Rutina (p. ej., ruedas de prensa) | Hallazgo (serendipity) |
| Promovidos por periodistas | Escándalos | Incidentes |
Asimismo, Martínez et al. (2000: 109-110) proponen una clasificación de hechos en función del grado de previsión:
1. Fortuitos: noticias puras (por ejemplo, accidentes).
2. Previsibles: sabemos que tendrán lugar, pero desconocemos cuándo y dónde (por ejemplo, el fallecimiento de una persona pública).
3. Programados: ruedas de prensa, partido de fútbol, congresos, 100 años de Gobierno…
Una clasificación de eventos que aglutina y taxonomiza criterios relevantes a nuestro estudio es la de Gomis (1991: 114: 154), quien distingue entre:
• Eventos-explosión: sucesos únicos, imprevisibles y naturales (atentados, catástrofes, fenómenos naturales, etc.). Son los happenings originales del periodismo (hechos fortuitos y hallazgos). Su grado de excepcionalidad y su inmanencia no mediática hacen que se imponga el evento por encima de sus interpretaciones. Como dice Langer (2000), estas noticias siguen guardando una asombrosa similitud con la mitología de los elementos del cosmos: tierra, aire, fuego y agua.
• Eventos-aparición: son los seudoeventos, o eventos que ocurren para que los medios estén, como declaraciones, conferencias, actos culturales, partidos de fútbol…, que continuarían «ocurriendo» sin la presencia de los medios, pero que no serían lo mismo y no serían noticia. Solo son noticia en el momento de su difusión mediática, y son esperados y planificados. Los periodistas actúan de grandes resonadores que modifican en un 90 % algo que de todos modos ocurriría, aunque solo se parecerían en ese 10 %. Se trata de los «incidentes» de Molotch y Lester.
• Eventos-resultado: cuando cualquier evento noticiable (explosión o aparición) ya ha sido noticia, todas las informaciones que genere a partir de ese momento ya serán mediáticas en su nacimiento, y de hecho no ocurrirían sin la intervención de los medios. Un ejemplo son las ruedas de prensa, eventos plenamente mediáticos derivados de eventos anteriores. Este tipo de eventos son promovidos por las fuentes, y en la actualidad aglutinan el origen más común de las noticias. Son las occurrences o mediaevents.
• Eventos-desplazamiento: se refiere a los procesos a través de los que eventos «apariciones» se convierten en «resultado». Básicamente, hay casos en que la dinámica que lleva al medio al lugar del evento («aparición») y la que lleva al evento al lugar del medio («resultado») se vuelve continua, de forma que toda acción en ese marco («desplazamiento») puede devenir evento noticiable: un presidente dando la mano, una celebridad bajando de un avión, la llegada al estadio en autobús de los jugadores de un equipo de fútbol, etc. Son los más puros mediaevents. Promovidos por los periodistas, sirven para explicar la realidad mediática (occurrences = contextos). Originarios de los escándalos en la prensa amarilla, hoy se han modernizado.
Como se ve en esta clasificación, la participación de las fuentes y de los medios en la realidad es determinante. Únicamente los eventos explosiones son eventos originales de la realidad pura; el resto son pseudoevents (apariciones) –aquellos eventos reales preparados para la presencia de los medios, sin los cuales también ocurrirían pero habrían perdido su esencia– y mediaevents (resultados y desplazamientos) –aquellos eventos provocados o promovidos por los medios, sin los cuales no tendrían lugar (Boorstin, 1992). Actualmente, no es tanto que se dé una visión sesgada de la realidad, sino que la propia realidad sufre los efectos del sesgo mediático interesado. Excepto los eventos explosiones, el resto de eventos están intrínsecamente intervenidos por los medios y las agencias de medios. Según Mayoral (2008), el 77 % de las fuentes citadas aparecen asociadas a actos mediáticos, la mayoría es de carácter oficial, y solo el 3,4 % es fruto de un contacto directo entre fuente y periodista. Esto implica que los medios y las agencias de medios saben lo que va a ocurrir de antemano, y, además, producen el efecto «crónica de una muerte anunciada», es decir, contribuyen a que efectivamente ocurra lo que estaba previsto o que al menos ocurra dentro de unos cauces previstos, tal y como apunta Jensen (1998).
La pertenencia de un evento a esta tipología es iniciática, flexible y variable. De hecho, en un mundo hipermediatizado en que toda «explosión» se conoce al momento, los eventos pasan rápidamente a ser «apariciones» y sus «derivados», a «resultado» y sus «derivados», y a «desplazamientos» y sus «derivados»: «del seguiment de viatges de personalitats. És un treball que transcorre paralel·lament a les activitats d'una personalitat i que implica un desplaçament continuat al ritme de l'agenda d'aquest personatge» (Torre y Llauradó, 1999: 134).
De hecho, el carácter «realista» o «mediático» de los eventos es una cuestión de grado, por lo que esta clasificación de los eventos puede ser vista como una escala. De esa gradación va a depender el nivel de elaboración formal de cada discurso informativo, es decir, el proceso por el que un evento o información no estructurada se convierte en una nota de prensa. Como veremos, de la explosión como nota menos elaborada se pasa al desplazamiento como nota más elaborada.
La nota de prensa es, en realidad, la estructura informativa clave para el procesamiento de la información por parte del periodista en razón de los siguientes cuatros principios:
1. Da toda la información posible: es lo que da a la nota de prensa ese carácter reiterativo y acumulativo. Dentro de la estructura del género informativo, se intenta ser exhaustivo en el «quién hizo qué, y qué más», y «quién otro dijo qué, y qué otra cosa»; etc.
2. Es fácilmente comprensible: si la noticia final tiene la prioridad de ser comprensible para un público amplio, heterogéneo…, masivo, la nota de prensa debe ser comprensible para los editores del medio. Y como sabemos, el público de cualquier mensaje condiciona la estructura del mensaje. Así pues, la nota de prensa se centra más en los datos y menos en los contextos.
3. Utiliza la forma y el lenguaje periodísticos: por un tema de economía de esfuerzos, tanto mejor si se pueden alcanzar los objetivos de la nota de prensa, sin alejarse mucho de lo que será la noticia redactada final.
4. No ofrece elementos de interpretación-distorsión más allá de los imprescindibles para crear el texto.
Las rutinas productivas del periodismo, al servicio de la eficacia en la transmisión de la información, garantizan la estabilidad y la estructuración de la «nota de prensa» (Tuchman, 1983). De todas las presiones que puedan recibir los periodistas, la más fuerte siempre será la urgencia temporal en publicar las informaciones. Bajo el criterio de la eficiencia en la producción de noticias, se esconde una perfecta división del trabajo. Incluso a nivel de la relación entre fuentes y editores, las economías informativas de escala de las que participan ambos hacen que las notas de prensa de las agencias estén muy filtradas y puedan considerarse noticiosas por defecto. Así, pocos son los eventos que quedan vírgenes de la realidad que nos rodea.
Existen dos variables totalmente conectadas en el proceso de formalización de un evento: la «estabilidad del evento» y el «nivel de estructuración de la nota de prensa».
En primer lugar, la estabilidad del evento se refiere al grado de dispersión de la información, es decir, a su capacidad para generar eventos derivados o afines a partir de la información ofrecida. Parece lógico que los eventos explosiones tengan niveles muy bajos de dispersión, pues su noticiabilidad –su «qué» y su «quién»– son los que de por sí han «explosionado» (los breaking news), y, por tanto, son desconocidos hasta ese momento, por lo que no hay margen para generar un evento que no sea ese qué y ese quién. Cualquier evento derivado de buen principio dificultaría la comprensión del hecho, podría considerarse pura manipulación, o ambos. Las explosiones son, en cierta manera y en sus primeros momentos de vida, eventos concretos. ¿Qué sentido tendría dedicar un importante espacio noticiable a un señor que traficaba con cantidades ínfimas de hachís cuando ese señor acaba de matar a su mujer? El «qué» sería «ha matado a su mujer», y cualquier otro «qué» sería probablemente ignorado o no entendido, y hablaríamos de mal periodismo o mala gestión informativa. Ahora bien, si tratamos con pseudoevents o mediaevents (eventos «apariciones», «resultados» o «desplazamientos») su naturaleza ya mediática implica que:
1. La gente conozca desde antes el «qué» y el «quién» porque se han ido introduciendo paulatinamente y en tiempos recientes en la agenda mediática a partir de la evolución de eventos anteriores.
2. El «qué» y el «quién» se diluyen a cada momento porque, gracias a ese conocimiento y anticipación del evento (Gans, 2004)2, los medios tienen margen para crear eventos noticiables afines en función de sus intereses sin que se resienta la comprensión de la realidad.
Pongamos un ejemplo. La noticia del «encuentro entre la canciller alemana Angela Merkel y el presidente del Gobierno Mariano Rajoy para acordar la transparencia fiscal de España y su participación en el Foro Europeo» (en mayo de 2012) era una noticia no mediática, pero que se estaba gestando desde muchos meses atrás: era un evento «aparición». Por eso, la dispersión de eventos noticiables («qué» y «quién») ante dicho encuentro fue baja, como muestran los siguientes titulares de los principales diarios españoles al día siguiente:
• «Rajoy: “Merkel apoya nuestra política”» (El País, 20/05/2012).
• «Rajoy dice que tiene el apoyo de Merkel y pide que otros países examinen su banca» (El Mundo, 20/05/2012).
• «Rajoy se reivindica ante Merkel» (La Razón, 20/05/2012).
• «Rajoy dice que Merkel avala las reformas aprobadas en España» (La Vanguardia, 20/05/2012).
• «Merkel aplaude el ejercicio de ‘“transparencia” del sector bancario» (Ara, 20/05/2012).
Ahora bien, al día siguiente se crearon noticias de los eventos derivados de ese encuentro. Se trataba de eventos «resultados», tercer tipo en la escala de «mediatez» y con un nivel más alto de inestabilidad y dispersión, incluso entre periódicos ideológicamente afines:
• «Rajoy concluye su viaje a Chicago con el respaldo de Obama, Cameron y Merkel» (La Vanguardia, 22/05/2012).
• «Encuentro de Merkel y Rajoy en el río: Alemania pagó y España se benefició» (ABC, 22/05/2012).
• «El barco del “amor” de Rajoy y Merkel» (El Mundo, 21/05/2012).
En realidad, estos titulares remiten casi a «eventos desplazamiento», que es donde los medios explotan los eventos derivados al servicio de sus intereses. Es así como cualquier desliz, mirada, apretón de manos… es convertido en evento noticiable, cosa que es conocida por todos: protagonistas, medios y públicos. Así pues, los eventos desplazamiento, el cuarto tipo de eventos y los más vinculados a la realidad mediática, son de dispersión alta:
Y por tanto, la «inestabilidad» o «dispersión de un evento», o su susceptibilidad para generar eventos derivados será tanto mayor cuanto más pertenezca al dominio mediático:

eventos explosiones, apariciones, resultados y desplazamientos
En segundo lugar, el nivel de estructuración de la nota de prensa es la otra cara de la moneda, pues varía en sentido contrario a la estabilidad o dispersión del evento: el nivel de estructuración de la nota de prensa será mayor si se trata de eventos explosiones que si se trata de eventos apariciones, resultados y desplazamientos. Con «estructuración» de la nota de prensa nos estamos refiriendo a su estabilidad y su nivel de formalización como noticia, es decir, a la distancia que separa el evento de la noticia final. Por lo tanto, es consecuencia directa de la estabilidad del evento.
El mundo real está mediatizado hasta la médula, repleto de tecnologías de captación de la información (a menudo tantas como personas), por lo que cualquier «explosión» tendrá muchos testimonios. Paradójicamente, esto contrasta con la realidad mediática, caracterizada por unos canales de información limitados, institucionalizados y, de hecho, controlados por unas pocas agencias de noticias que aglutinan y controlan los flujos «desplazamiento» hacia los medios. Por muchos dispositivos móviles que haya en los lugares más remotos de la tierra, la información se expande exponencialmente, de modo que la noticia pierde paulatinamente contacto con el evento concreto conforme se va alimentando de su propia repercusión mediática y social. La información disponible a cada momento sobre el evento será formalizada en una nota de prensa. Y cualquier «aparición» o «resultado» será una versión nuevamente estable del evento, no permitiendo interpretaciones subrepticias.
Por lo tanto, si un volcán entra en erupción, la estructuración de la nota es total. Si los políticos se pasean por las inmediaciones de este volcán, ya no lo será tanto. Si se analiza la gestión que se hace del hecho, aún menos; y si el político continúa paseándose, los medios continuarán persiguiéndolo e interpretando cada gesto de la forma más libre y desestructurada posible –y, por tanto, prevista y tendenciosa– dentro del espectro de los eventos noticiables.
Pensemos en el ejemplo anterior. E imaginémonos todas las diferentes notas de prensa que se escribieron conforme iba saliendo a la luz pública el encuentro entre Rajoy y Merkel. Recién se habían redactado las notas sobre los eventos desplazamientos de Rajoy en su periplo por Estados Unidos, las agencias y medios ya tenían preparados los formatos y casi los textos de los resultados del encuentro con la canciller, a falta de ser rellenados con detalles del «cómo fue». Pues los diarios no solo tenían preparado el «quién», sino incluso hasta el «qué» –¿algún lector de La Razón se hizo el sorprendido cuando el «qué» del evento era el «éxito» del encuentro? Y aún así, lo cierto es que sorprendió el «cómo»: esa reunión de dos jefes de Estado paseando en una pequeña barca…; hasta el punto que se podría decir que explosionó el formato preparado de la nota de prensa, la desestabilizó (desestructuró). Este giro a la izquierda del espectro de eventos de la realidad provocó una cierta dispersión (como hemos visto antes), pero los medios se apresuraron a desplazarlo hacia la derecha, pues también hemos visto que tenían espacio mediático reservado para sus «resultados» y «desplazamientos» posteriores.
En suma,
la «estabilidad de una nota de prensa» será mayor conforme el evento pertenezca más al dominio real:

eventos explosiones, apariciones, resultados y desplazamientos.
Lo que nos interesa de toda esta disertación entorno al poder de las fuentes, los tipos de eventos y su transducción en notas de prensa, es saber de dónde parte el editor-periodista, de forma que sea consciente de que cada nota de prensa que llega a sus manos lleva un proceso que comenzó en un hecho real convertido en evento informativo no estructurado. El medio siempre partirá de una nota y esta siempre deberá ser reelaborada.
2. La información nueva y otros criterios
Según la definición de evento, la nota de prensa como punto de partida o microestructura del discurso formal de la noticia implica disponer de información estructurada antes incluso de decidir el enfoque de nuestro medio respecto de un evento. Sin embargo, el hecho de que quien recibe esa nota sea un periodista experto, atento y con todas las capacidades de análisis y contrastación, implica una «naturaleza estandarizada del uso de la fuente y del procesamiento del texto fuente» (van Dijk, 1990: 196). En este apartado vamos a ver cuál es ese tratamiento estandarizado que el editor debe seguir para con la nota de prensa y empezar así la formalización de la noticia.
Hemos tratado a la nota de prensa como producto con una finalidad y un target propios, es decir, como producto en sí mismo. Por lo tanto, en el momento en que el editor se plantea qué hacer con los datos informativos que le llegan, implícitos en la nota de prensa, hay ya unos criterios que determinarán su posible noticiabilidad, y que además regirán cada paso que se tome. Estos criterios definen, además, la noticia. Pues lo primero es saber: ¿qué es noticia?
Una noticia es una «información nueva». En efecto, los criterios de noticiabilidad desarrollados por los académicos a lo largo de los años y que a continuación trataremos, se resumen en el concepto poliédrico «información nueva». Estos criterios se utilizan tanto para aceptar o desechar informaciones como para darles formato de noticia. Veámoslos partiendo de los grandes preceptos teóricos, pero sin olvidar que, como dice Gans, «my interest in story selection is, in turn, centered on the unwritten roles journalists apply» (2004: 73).
No es casual que en lengua inglesa el concepto noticia sea el sustantivo news («nuevas»), y que lo mismo ocurriera en castellano antiguo; de ahí expresiones como «las nuevas de la ciudad». De hecho, durante años se ha asociado el concepto de «las nuevas que traes» como aquello que desconocemos y que, ciertamente, es relevante. Entendiendo por relevante aquello pertinente o procedente en el contexto temporal del momento: actual en cierto sentido, si no urgente o desconocido. De hecho, según la RAE (Real Academia Española), el término noticia procede del latín notitia, que significa «noción, conocimiento». Antes hemos dicho que, en tiempos pasados, los eventos eran exclusivamente explosiones o apariciones, en donde los criterios de novedad o actualidad simplemente adjetivaban al evento en un ránquing de posibles eventos noticiables. Ahora, en la dictadura de los eventos «resultado» y «desplazamiento», este criterio adquiere protagonismo como fase de elaboración formal de la noticia. Por lo tanto, la noticia mantiene su novedad intrínseca, aunque ya no dependa tanto de la realidad, sino del discurso formal. En otras palabras, y teniendo en cuenta la infinidad de ángulos de un evento, las noticias son conocidas cuando las recibimos, pero se nos presentan formalmente como desconocidas. Estos son algunos ejemplos de noticias banales y cotidianas:
- ¡Ha nacido! [el bebé] (ya).
— ¡Juan se ha caído de la bicicleta pero está bien!
— ¡Han ingresado a Marc!
— ¡Me han contratado!
— ¡He aprobado!
En negrita vemos el aspecto de novedad-actualidad de cada hecho o pedazo de realidad. Se trata de frases del día a día que todos utilizaríamos si se diera la situación; proposiciones que no dudaríamos en comunicar por su importancia (su novedad-actualidad), y de cuyo discurso formal no tenemos la más mínima duda: se trata de hechos novedosos, desconocidos y actuales dentro de un contexto (del que aún no hemos hablado). En la vida real, cualquier información importante suele también ser actual y novedosa, cuando no urgente. Y siempre somos muy conscientes de donde reside esa novedad-actualidad. Pero todo el mundo ha experimentado la situación de tener que contar algo urgente e importante, y acabar por hacer un discurso desordenado y errático, debido a la gran cantidad de información disponible. Por ejemplo, si nos encontramos con alguien muy querido después de 10 años, ciertamente nuestro discurso de novedad será muy complejo.
Pues bien, la complejidad que el criterio de novedad da al discurso formal depende de dos aspectos.
En primer lugar, la complejidad del discurso novedoso tiene que ver con lo novedoso del hecho, es decir, la cantidad de elementos novedosos que se tengan. Lo ilustramos en el siguiente ejemplo. Imaginemos que en el caso de la caída de Juan de la bicicleta hubiesen ocurrido muchas otras cosas en un espacio de tiempo pequeño: lo llevan al hospital, le ponen dos puntos, al día siguiente tiene fiebre, lo llevan de vuelta al hospital, tiene una pierna infectada… En ese caso, el discurso urgente-actual sería algo más complejo:
• Juan tiene una infección en la pierna y debe estar bajo supervisión y antibióticos durante una semana. Hace dos días se cayó de la bicicleta cerca del basurero que hay en el barranco, y se hizo un corte profundo en la pierna. Lo llevamos al hospital…
Como vemos, ni siquiera se presentan los hechos en orden cronológico, sino en orden de relevancia, que es el orden de novedad-actualidad; la infección es lo más reciente, y, siendo honestos, la gran novedad y lo más importante, antes que cualquier caída veraniega en bicicleta.
En segundo lugar, la complejidad del discurso novedoso tiene que ver con el nivel de abstracción de la información, o su menor conexión con la realidad empírica y palpable. Veamos. Lo abstracto es aquello que no puede ser percibido por los sentidos, y que es producto de la inteligencia. Lo concreto es aquello que sí es percibido por los sentidos, pues es empírico. Lo concreto es externo al ser humano y lo abstracto le es congénito. Lo concreto es algo supuestamente anterior e independiente al ser humano y lo abstracto es la interpretación que hacemos de ese algo. Ahora bien, si ese algo ya es abstracto, se tratará de la interpretación de una interpretación, y así sucesivamente. Los eventos explosiones son concretos, pues acontecen en la realidad real y fortuita. También decimos que son concretos porque su interpretación tiene un primer nivel de abstracción. A partir de aquí, la escala de grados mediáticos de los diferentes tipos de eventos –aparición, resultado y desplazamiento– está emparentada con los niveles de abstracción de la información de la nota de prensa. Así, los eventos apariciones son eventos también concretos, aunque intervenidos por la presencia de los medios (partidos de fútbol, actos culturales, conferencias…), por lo que se estará dando un segundo nivel de abstracción: la nota de prensa de ese partido de fútbol, conferencia o acto es una interpretación de alguien que actúa en la realidad mientras la interpreta consciente y mediáticamente, y por eso ya no tiene un modo de actuar totalmente natural y real (conectado a la realidad). Siguiendo con nuestra escala, la nota de prensa de un evento resultado –ruedas de prensa, comparecencias, declaraciones…– implica un tercer nivel de abstracción: es la interpretación de las interpretaciones que alguien hace sobre un evento cualquiera, pues el evento original ya se produce en terreno mediático, abstracto. Y, por último, un evento desplazamiento lo situamos en un cuarto nivel de abstracción, pues es la realidad consciente de ser interpretada (evento aparición) al servicio de una interpretación de interpretaciones (evento resultado). Por ejemplo, la bajada de un presidente en avión sienta las bases interpretativas para comprender sus primeras palabras –exclusivamente dirigidas a los medios– en el país que visita.
Ambos criterios de complejidad son muy importantes: cantidad de novedad y nivel de abstracción, pues nos encontramos en la actual sociedad de la información, donde constantemente estamos informados de todos los eventos noticiables, especialmente de las explosiones, y donde, como hemos visto, la actualidad se inclina hacia la realidad interpretada (abstracta, mediática), con lo que la información nueva es considerada como aspecto (ángulo, frame) «destacadamente» novedoso de una realidad conocida según el criterio de alguien. Esto supone un vuelco en la concepción periodística de la información, pues se suponía que la novedad –como la verdad– era universal para todo el mundo; sin embargo, al hablar del ángulo de la novedad –y de la verdad, como veremos–, debemos añadir la coletilla publicitaria del target al que nos dirigimos (Fleming, 2010). Por lo tanto, los criterios que a continuación presentamos deben ser considerados en relación con el perfil de audiencia de cada medio y programa.
Aparentemente, la novedad-actualidad (siguiendo a Dovifat, 1959-1960) de un hecho es el gran criterio noticiable y el gran criterio en razón del cual se le da una estructura formal a la noticia. Pero existen largas listas de otros criterios que se consideran noticiables, de entre los que destacamos las siguientes (Martínez et al., 2000: 119): actualidad, conflicto, consecuencias, curiosidad, emoción, entretenimiento, impacto, interés humano, novedad, oportunidad, progreso y desastre, prominencia, proximidad, rareza, relevancia, sangre, sexo y suspense… Por su parte, Mayoral (2008) añade el interés informativo, visual y humano, con lo que consigue incluir la noticiabilidad dada por las imágenes y por lo anecdótico, lo llamativo o lo directamente sensacionalista (la sangre, el sexo y el suspense), así como la emotividad. Obsérvese que nunca aparece la bondad o maldad de la noticia (Strentz, 1989). Por otra parte, el servicio público es otro de los criterios que guían al editor. Desarrollamos a continuación aquellos criterios que consideramos propios del discurso formal de la noticia moderna partiendo de la novedadactualidad como primer criterio marco.
Como segundo criterio, proponemos la «accesibilidad» a la información. La accesibilidad a la información del evento tiene que ver directamente con la elaboración del discurso formal de la noticia en dos aspectos claves. En primer lugar, indudablemente, para poder comunicar algo, se debe tener conocimiento de ese algo. Un evento será nuevo si la información a la que se accede así lo es, y recordemos que en casi todos los casos partimos de notas de prensa y de noticias publicitadas en el resto de medios. Al respecto, debemos tener en cuenta que en el momento en que la información de un evento sea accesible a través de otros medios mientras nosotros aún la estamos elaborando, deberemos seleccionar diferente información nueva (pues «ya vamos tarde»). En eventos mediáticos, el criterio de novedad se aplica en función del nivel de «mediatez». Cuanto más mediático sea un evento, más accesible será esa nueva información nueva, y menos dependientes del criterio de novedad seremos. De hecho, el segundo aspecto importante de la accesibilidad es la disponibilidad de información para crear una noticia: imágenes del lugar de los hechos, testimonios, noticias locales, datos de toda índole…, pero también: reacciones de los protagonistas, eventos afines (resultados, desplazamientos), etc. Siendo así, en televisión se tiende a solo considerar aquellos eventos explosiones de los que se tienen imágenes (las desgracias lo son más si ocurren en EE. UU., porque siempre hay una cámara para grabarlo). En efecto, hay una gran dificultad para la accesibilidad de la información en eventos muy anclados a la realidad; por lo que parece, solo la posesión de imágenes de una explosión podrá imponer el criterio de la accesibilidad por encima del resto, incluyendo la novedad. Por eso, los medios son grandes generadores de eventos, pues son los propietarios de las cámaras que harán de la información algo accesible y económico.
Es más, el hecho de disponer de mucha información, imágenes y datos, de un evento, sirve para justificar la noticiabilidad: han muerto 200 personas, se han quemado 5000 hectáreas, etc. Por otra parte, un evento será grande si la información a la que se accede así lo es. No es lo mismo un incendio de 50 hectáreas que uno de 5000, 2 muertos que 200, algo que viene ocurriendo desde hace 2 meses que desde hace 2 años, vientos de 120 km/h que vientos de 200 km/h… El criterio noticiable de la «magnitud» es el tercero que abordamos. Claro está que para saber si algo es grande debemos: a) disponer de información (datos), y b) comparar la información con otros casos. Esto es problemático porque pocas veces disponemos de datos precisos sobre el evento. Y en todo caso, cada evento es único en su contexto, por lo que toda comparación conllevará un juicio de valor. En general, para que un evento sea considerado «grande», esa «grandeza» debe ser «accesible» y perceptible. Lo que implica un acceso fácil a grandes datos, imágenes, testimonios…, que contribuyen a «espectaculizar» el evento, así como a la acumulación de otros criterios noticiables.
Pero además, no es solo una cuestión cuantitativa, sino también cualitativa: no será lo mismo que el fallecido sea una personalidad pública que se trate de, aproximadamente y sin confirmar, 100 desaparecidos en el Sudán. Por lo tanto, en cuarto lugar, existe una «jerarquía mediática» de la realidad noticiosa que incluye a personajes, continentes, países, lenguas, culturas, ciudades, barrios, religiones, etc. más allá de su magnitud real. Pues, ¿bajo qué criterios puede haber personas, países, ciudades, barrios, zonas…, «realidades», a las que se presta más o menos atención, de las que la información es más o menos accesible, y cuyas posibilidades de pasar a ser noticia (y generar así otras noticias derivadas) son mayores? La respuesta es tautológica: tener presencia mediática. Recordemos que la información mediática o mediatizada es inmediata, barata y fácilmente accesible. Así, si la muerte de un gobernante es más importante que la de un ciudadano cualquiera, no es solo porque ese gobernante represente a un país, sino por:
• su constante presencia mediática: lo cual implica una gran cantidad de eventos derivados susceptibles de ser noticia y una gran abstracción en los eventos que protagoniza, y por
• la atención que los medios le conceden: esto reactiva el bucle al hacer la información aún más accesible, más grande y más jerarquizada. Y vuelta a empezar.
Esta misma rueda de los medios aplica si se trata de hechos «noticiables» en un país occidental o en un país africano, o si el hecho criminal se produce en un barrio marginal de una ciudad media o si se trata de un crimen en una avenida de una gran ciudad. De acuerdo con lo explicado anteriormente al respecto de los tipos de eventos y los niveles de abstracción de las informaciones, alguien o algo que tenga a los medios pendientes –y, por razones obvias, en eso tienen ventajas los entes mediáticos–, tendrá una jerarquía mediática mayor. Por tanto, se impone un «status quo mediático» al que se le subordina y retroalimenta mutuamente el status quo de la realidad. Por eso, los «entes» de nuestro mundo (personajes, países, ciudades, zonas…, «realidades») crean medios y canales de comunicación, los gestionan, los controlan o los influencian en la medida de las posibilidades de cada uno. El resultado es, precisamente: más información sobre aquello que sea que haya ocurrido (más «accesibilidad» de la nota de prensa y más «espectacularidad»), por lo que «mayor» será el evento, pues «mayor» será su audiencia y su repercusión («magnitud»).
Por último, el criterio de jerarquía nos lleva directamente al de «proximidad», pues a fuerza de recibir noticias sobre eventos conectados según una jerarquía, nos hemos familiarizado con los protagonistas de ella. Naturalmente, lo que ocurre en nuestro entorno geográfico objetivamente próximo (nuestro barrio, ciudad, país…) es criterio de noticiabilidad para un medio local, pero también para un medio regional e incluso nacional:
«Escriure notícies destacant l'angle local té l'avantatge que ens distinguim dels altres. És una manera de donar una versió diferent, cosa que és difícil perquè la majoria de mitjans de comunicació ens nodrim de les mateixes agències. També la recerca de l'angle local ens permet de corregir errors que puguin venir de les agències i, finalment, ens dóna més possibilitats per buscar un títol per a la Nostra noticia.»
(Oliva y Sitjà, 1990: 135)
Se dice normalmente que conocemos más al presidente de EE. UU. o a alguien del folclore televisivo español que a nuestros vecinos. Así es. En el mundo de los medios, nos es familiar aquello que tenga mayor presencia mediática. Por lo tanto, la proximidad viene definida por la jerarquía mediática, y esta viene determinada por la magnitud, que a su vez depende de la mayor accesibilidad a la información. Voilà ici la rueda o bucle que aparecerá repetidamente en nuestra obra.
En efecto, a poco que aunemos y analicemos los diferentes criterios desarrollados, nos daremos cuenta de que hemos construido un marco teórico para la consideración de la novedad-actualidad de cualquier evento: novedad respecto de la información de la que se ha dispuesto, respecto del sistema de referencia de lo que se considera grande y, a la postre, respecto de la jerarquía de una realidad principalmente mediática.
Además de todos estos criterios, los académicos han propuesto muchos otros, como la «negatividad» y el «conflicto». Estos dos en concreto, pudiendo aplicarse en no pocos casos, creemos sin embargo que se salen de la intención informativa de primer nivel y entran en la estructura ideológica que veremos más adelante.
Si recuperamos los titulares expuestos anteriormente, vemos como la información novedosa que se expone en cada uno ha sido considerada respecto del gran espectro de información disponible (accesible) sobre el encuentro de Rajoy y Merkel. Dicha información abarca la política económica de los dos países teniendo en cuenta todos los precedentes, muchos de los cuales son informaciones de eventos mediáticos. Por eso, en un primer momento, la información nueva escogida por los diferentes medios es lo más parecida posible teniendo en cuenta que es información política con altos componentes ideológicos, y que esa información se dispersará en los eventos afines que después se derivan3.
¿Son «noticias» estas informaciones derivadas? Sí lo son. ¿Son noticias del mismo evento? Derivan del mismo evento concreto, pero ahora pertenecen a diferentes eventos afines. Eso lo explica todo. Bien es cierto que esta libertad en la generación de eventos mediáticos puede distorsionar o deformar la realidad, pero, como veremos más adelante, siempre se debe aplicar el criterio de contrastación de informaciones y los cinco criterios de noticiabilidad aquí desarrollados (novedad, accesibilidad, magnitud, jerarquía y proximidad) como filtro de toda noticia.
Ahora bien, en la medida en que se trata de eventos derivados, este filtro será más laxo, pues se asume que el evento original ya los pasó y ahora es un bucle mediático más. Es más, aunque se aplican criterios de calidad sobre el texto de estas noticias derivadas, tal y como Gans (2004) pone de manifiesto, esos textos ya han pasado el discurso formal por pertenecer a un bucle en funcionamiento. Ocurre que, implícitamente y a lo largo de todo un proceso, las notas de prensa son filtradas por su pertenencia a bucles noticiables (noticias anteriores) o son evaluadas por su capacidad para iniciar un nuevo bucle noticiable que dé para muchas otras noticias en los días venideros:
«Over the spam of the selection and production processes, hightlighting proceeds in a spiraling manner, for by the time a suggested story is finished, only some of the inicial highlights will remain.»
(Gans, 2004: 92)
En efecto, decíamos que, excepto en ocasión de contar con un evento explosión, los editores ya saben a qué nota de prensa se enfrentan. De hecho, estos criterios sirven en realidad para decidir los elementos noticiables de los eventos en función del criterio o los criterios a los que se somete cada nota de prensa. Por tanto, las notas de prensa que no pasan el filtro del editor (gatekeeper) son aquellas que llegan sin fuelle a este filtro y que son desechadas como resultado de la pérdida de noticiabilidad durante el proceso de su configuración, algo que el editor percibe ya antes de aplicar los criterios anteriores. En otras palabras, el editor percibe una menor probabilidad de generar eventos afines o derivados como criterio para filtrar informaciones. En realidad, los eventos de un bucle van perdiendo fuelle o fuerza en los sucesivos filtros que pasan, de forma que llega moribundo a uno de ellos, que pudiera ser el del editor. Por alguna razón, el editor piensa que la «caída en bicicleta» es solo una caída más. Si no lo es, el medio debe asumir y difundir rápidamente la información. Sin embargo, lo cierto es que, en un mundo con tanta competencia mediática, siempre hay quien acierta y toma las riendas del bucle: «la caída en bicicleta no era una más y va a tener consecuencias importantes». Como vemos, se trata un ejercicio de intuición muy determinado por muchos factores que el editor pone en juego. La rueda de los medios no se detiene y eso es en gran medida suficiente para crear condiciones de noticiabilidad propias. De hecho, este ejercicio es el resultado de la aplicación de todos los criterios anteriores en forma de bucle y durante el largo proceso de elaboración del discurso formal de la noticia. Siguiendo con el ejemplo: tal vez la caída del niño en bici no haya sido mucho más importante que otras, pero la configuración del proceso informativo lo hace noticiable: la caída es presenciada por muchos amigos del niño, quienes lo comunican a sus respectivas madres, de forma que la madre del niño se entera a través de informaciones confusas y alarmantes mientras el niño sigue jugando. Es así como la «nota de prensa» que condensará toda la información del evento (caída en bici + alarma de la madre) presenta todos o gran parte de los criterios de noticiabilidad y pasa el filtro como evento resultado. Así, la información nueva no sería la caída en bici, pues no tiene importancia, sino la alarma y confusión de la madre. Y no solo eso, las posibilidades de que haya eventos derivados serán máximas: la madre alarmada llama a servicios sociales y estos actúan, etc. Este es el criterio y el proceso de noticiabilidad de cualquier nota de prensa según sea el tipo de evento al que representa4.
En suma, la primera transformación que sufre un evento hacia su configuración como noticia parte de la realidad misma, accesible a través de testimonios, comunicados, rumores, correveidiles… hasta convertirse en una nota de prensa. Este es el nivel 0 del que partimos, y a partir del cual se da una microestructura formal al «proyecto de noticia». Esa microestructura, como hemos visto, consta del obligado ejercicio del editor para procesar el evento transmitido de la nota de prensa y decidir alrededor de qué «información nueva» girará la noticia. A continuación veremos la macroestructura formal que atañe a la noticia como todo: los niveles de tematicidad que se ponen en juego a partir del tipo de evento y la información nueva destacada.
1. Abre el periódico del día, y lee la primera noticia que encuentres. ¿De qué evento proviene? ¿Podría generar eventos afines? Comprueba si estás en lo cierto accediendo a otros periódicos y a otros medios. Escribe un comentario en las redes sociales y comprueba qué tipo de informaciones obtienes como respuestas.
2. Imagina que, en un contexto de bonanza económica, sale a la luz un dato macroeconómico negativo. ¿Qué tipo de evento aplicaría? ¿Se entendería igual si lo consideráramos como otro tipo de evento? Reflexiona tu respuesta. Si la oposición reacciona, ¿de qué tipo de evento se trataría ahora? Según la teoría de la estructuración de las notas de prensa, ¿qué probabilidad habría de que al cabo de los días y después de esta serie de eventos, dos medios con intereses diferentes coincidieran en la nota de prensa de un evento-desplazamiento sobre este tema como punto de partida de sus respectivas noticias?
3. Toma la noticia del ejercicio 1 y define los criterios noticiables que se han puesto en funcionamiento en la definición de la noticia. ¿Consideras que posee muchos elementos novedosos? ¿Cuántos? ¿Qué nivel de abstracción le otorgas? Explica el tipo de evento y cómo ha sido el proceso hasta adquirir ese estatus.
4. ¿Cuántas víctimas se necesitan para que un terremoto sea noticia? Si no hay fallecidos, pero el terremoto ocurre en tu pueblo, ¿qué criterios de noticiabilidad aplican?
5. Accede a un informativo de hace algunos meses y encuentra una noticia que no debiera haberlo sido según los cinco criterios de noticiabilidad definidos. Explica por qué lo fue mediante la teoría del bucle noticiable.
6. En el marco de una organización humana cualquiera a la que no pertenezcas pero te sientas cercano (una universidad, empresa, asociación, partido político, club de fútbol, comunidad de vecinos…), intenta enterarte sobre un evento relevante actual. Busca una frase que la resuma y defina. Esta frase será nuestra novedad.
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1.Solo el periodismo de investigación escaparía a ese bucle, aunque su inclusión en la agenda de los medios informativos en forma de noticias diarias es mínima y muy lenta.
2.Este autor nos dice que se calcula que en el New York Times y en el Washington Post, dos tercios de las noticias son anticipadas por las fuentes (interesadas). La prensa es aún hoy la gran (re)
3.Así, si hubiera sido un evento explosión real, la información nueva sería idéntica en los diferentes periódicos y medios: «El Etna entra en erupción», «Dimite Francisco Camps", «Obama gana», etc.
4.En efecto, aunque cuando un editor decide que esa caída en bicicleta sí es noticiable está contribuyendo a que tenga alguna consecuencia mediática (evento derivado) que por sí misma no tendría, esta consecuencia será mínima y desaparecerá rápidamente de la agenda, pues el resto de medios no lo asumirían. Si buena parte de esos medios se pronuncian en este sentido, la consecuencia será mucho mayor y se tratará de una situación anómala. Y si todos se pronuncian en este sentido, siendo una simple caída en bici de la que no se pueden saber las consecuencias, entonces estaríamos hablando de un régimen totalitario.